Cuál fue el origen del camión de la basura en Ciudad de México

En el México virreinal pasaban dos camiones de basura específicos para deshechos anunciándose con una campanilla

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El camión de la basura anuncia su llegada con el sonido de una campanilla. Foto: CUARTOSCURO
El camión de la basura anuncia su llegada con el sonido de una campanilla. Foto: CUARTOSCURO

La señal que reciben los mexicanos para tirar la basura que se junta en las casas es la famosa campanita del camión de la basura, la cual logra que todos los vecinos de una misma calle salgan a vaciar los botes, para después apoyar con una moneda a aquellos que se encargan de este trabajo tan importante. Sin embargo, esta costumbre viene ya desde tiempo atrás.

En el texto La Ciudad que nos inventa de Héctor de Mauelón se explicó que virrey don Juan de Güemes Pacheco fue quien trajo el carro de la basura a la Ciudad de México en 1789. Antes de eso era conocido que los vecinos de la Ciudad arrojaban toda clase de basura afuera de sus casas, sobre todo el contenido de las bacinicas que se usaban, de ahí es donde proviene la expresión “¡aguas!”, ya que de esta manera solían advertir a aquellos que se encontraban pasando.

Además, afirmó Mauleón, era común que los animales como perros, gatos, mulas, ratas, caballos murieran y se siguieran descomponiendo en las calles, ocasionando pestes, infecciones y escenarios nauseabundos.

El conde de Revillagigedo argumentó en diversas ocasiones sobre el problema de la salud pública en la ciudad. Foto: Getty Images
El conde de Revillagigedo argumentó en diversas ocasiones sobre el problema de la salud pública en la ciudad. Foto: Getty Images

De acuerdo con el texto: “La llegada al virreinato en 1789 del conde de Revillagigedo significó la mejora más radical del paisaje urbano en los últimos doscientos cincuenta años. Prohibió la defecación en la vía pública, embelleció las plazas, abrió nuevas calles, renovó el empedrado, introdujo el alumbrado público”, entre otras mejorías como la construcción de cementerios fuera del núcleo poblacional.

El documento Salud Pública en la Ciudad de México en el siglo XVIII de Martha Eugenia Rodríguez Pérez indicó que se estableció que todos los días pasarían por las calles de la Ciudad dos tipos de carros, el de las “inmundicias” que saldría media hora antes de que saliera el sol y el de la basura que llegaría a la ciudad cuando el anterior se hubiera retirado, además solamente el primer vehículo pasaría de nuevo al anochecer mientras que el de la basura pasaría hasta el día siguiente.

“Para efectuar el desalojo de desechos, los carros de basura así como los de inmundicias, llevarían una campana para avisar de su llegada. Cuando los vecinos la oyeran, debían salir lo más pronto posible a depositar en ellos sus basuras o inmundicias”, escribió Rodríguez.

A pesar de las prohibiciones con el fin de tener una mejor vía pública, las personas no las respetaron. Foto: CUARTOSCURO
A pesar de las prohibiciones con el fin de tener una mejor vía pública, las personas no las respetaron. Foto: CUARTOSCURO

Sin embargo, también se expresó en el documento que el conde señaló los sitios en los que los carros de la basura tenían que tirar los deshechos pero el acuerdo no se respetaba, estos eran descargados por todas partes de la ciudad haciendo intransitables muchos lugares, además Rodríguez Pérez afirmó que “solo se mudaba la basura de un paraje a otro”.

El virrey argumentó muchas veces que era necesario hacer vertederos de basura lo más lejos de las ciudades con el objetivo de mejorar la salud pública y la limpieza de las calles, de lo contrario se ocasionarían infecciones y vapores nocivos. Sin embargo esto no fue escuchado por el gobierno ni por la población.

Hasta la fecha la basura sigue siendo un problema de salud pública en la Ciudad de México. Foto: CUARTOSCURO
Hasta la fecha la basura sigue siendo un problema de salud pública en la Ciudad de México. Foto: CUARTOSCURO

Héctor de Mauleón escribió que a pesar de que las campanillas sonaban las personas no se tomaban la molestia de bajar para tirar la basura. El gobernante prohibió arrojar cosas a la calle, sacudir desde el balcón ropa, petates, etc. Prohibió también que fruteras, almuerceras y mesillas se instalaran en la vía pública, además de ordenar que las personas salieran a barrer el frente de sus casas los miércoles y los sábados.

“Salvo lo de barrer y regar las banquetas desde muy temprano, cosa que en algunos barrios se realiza desde muy temprano, nada de eso se cumplió”, escribió de Mauleón.

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