Home

Negocios

Artículo

Martha Pinto De Hard, ministra de Comunicaciones.

¿Cambio de canal?

El Canal Uno es hoy el único canal comercial nacional público. Con los ajustes en su programación y el inicio del proceso de licitación, arranca una etapa crítica en la televisión pública en Colombia.

11 de julio de 2003

Ricardo Alarcón, presidente de RTI, tendrá en este mes de julio uno de los períodos más movidos de la compañía. Arrancará la producción del reality Gran Hermano para el Canal Caracol, desarrollará dos programas para el nuevo esquema del Canal Uno, iniciará una producción para la alianza con Telemundo y preparará su participación en la licitación de espacios de la nueva programación que entrará en operación a partir del próximo 1 de enero. Sin embargo, después del hundimiento del proyecto de ley de televisión y con las mismas reglas del juego, acciones como estas no serán suficientes para competir con los poderosos canales privados. La televisión en Colombia atraviesa una coyuntura compleja que ha movido a la industria hacia la operación única de un solo canal comercial público -el Uno- y con las expectativas de una nueva licitación. Pero para muchas de las programadoras, las posibilidades de funcionar se las entregan, paradójicamente, los mismos canales privados a los que les proveen material. Parece, entonces, que no hay un mundo aparte en el cual los programadores no dependan de su competencia.

Al igual que Alarcón, los presidentes de las programadoras que sobrevivieron a la crisis mantienen esperanzas de recuperar la audiencia. Pero la tarea no será fácil. Como dice la ministra de Comunicaciones, Martha Pinto de De Hart, el modelo fracasó. En estos 5 años, el rating de los canales públicos -que era de 35%- cayó a menos de 3% y el 84% del mercado, cercano a $500.000 millones al año, quedó en manos de RCN y Caracol. De cerca de 20 programadores que arrancaron con la actual licitación, apenas sobreviven 7, gracias a que muchos de ellos variaron sus esquemas de negocio y no se concentraron solo en la programación de espacios, sino que se convirtieron en productores y distribuidores para los mismos canales privados.

"La televisión es hoy un negocio de alto riesgo", dice un programador que devolvió sus espacios y que prefirió mantener su nombre en reserva, "pues el papel de los canales privados es muy fuerte y no hay recursos para invertir".

Pero la televisión pública tendrá cambios. Por un lado, en el segundo semestre se reorganizará el Canal Uno con una nueva estructura de franjas en su programación en la que participarán los programadores que se han mantenido, junto con Audiovisuales. Por otro, al unir los programadores en un solo canal, el A queda como institucional, también bajo la coordinación de Audiovisuales. Además, es posible que surjan nuevos modelos de asociación de las programadoras para participar en la nueva licitación.

De los resultados que se obtengan en el corto plazo y de las alianzas que se establezcan para entrar en el próximo esquema que durará 10 años, dependerá la posibilidad de sobrevivir en el medio.



El nuevo Canal Uno

La primera transformación del negocio se inició la primera semana de julio. De dos canales comerciales públicos -el Uno y el A-, la televisión en Colombia solo tendrá el Uno que arrancó ya con una nueva programación, mientras que el A será el canal institucional, de acuerdo con una decisión de la Comisión Nacional de Televisión (CNTV) y el gobierno. Con la devolución de los espacios, Audiovisuales se convirtió en uno de los principales programadores por lo cual la mejor estrategia era organizarse con los programadores que quedaron.

De los que sobrevivieron a la crisis, 6 programadores están ubicados en el Canal Uno y RTI -el único que estaba en el A- fue trasladado al Uno para complementar la programación. La CNTV entregó recursos por $6.500 millones para este segundo semestre a Audiovisuales para replantear el modelo del Uno.

"Se pasa de una estructura aislada y sin sentido a una nueva presentación. Concertar con todos fue un trabajo muy arduo, pero logramos una programación armónica con magacines, noticias, musicales, deportes y dramatizados, que permite arrastres y continuidad", dice Anabella Otero, gerente de Audiovisuales.

El esquema de negocio es el de coproducción, en el cual la participación de Audiovisuales y los programadores varía entre el 60% y 40% ó 50% y 50%, respectivamente, y los ingresos producto de la comercialización van en esos mismos porcentajes.

Pero es muy difícil esperar algo en grande y altamente novedoso, más allá de la buena intención de programar en franja. "No se pueden hacer cosas de gran trascendencia. Vamos a programar en franja pero no con grandes superproducciones. La idea es ensayar el modelo de cara a la adjudicación", dice Samuel Duque, presidente de la programadora, productora y distribuidora Telecolombia.



La licitación

Mientras no se establezca un sistema capaz de generar rating, será muy difícil que la televisión pública subsista. Pero para generar niveles de audiencia, hay que tener competitividad, la cual se basa en dos aspectos: la señal y los recursos económicos, que hoy son problemas estructurales del sector.

Según Jorge Ospina, presidente de Tevecine, la licitación está en dificultades porque las autoridades de la televisión no tienen cómo garantizar que el cubrimiento de la red y la señal lleguen a todo el país.

El gobierno corrobora esta versión. "Durante 5 años prácticamente no se hicieron mantenimientos a la red, al punto de que está bastante deteriorada. Solo a mediados del año pasado, se hizo un contrato de mantenimiento que tuvo muchas fallas y que hemos tratado de administrar", dice la ministra Pinto de De Hart.

En la actualidad dos de los tres contratos que había para el mantenimiento de la red se liquidaron porque se hicieron sin conocer los estados de los equipos y sin saber cuánto tiempo tardan en llegar los repuestos necesarios.

El otro aspecto vital es el de inversiones. Mientras RCN y Caracol tienen el músculo financiero para apostar a nuevas producciones, los programadores viven en dificultades económicas y no se ven posibilidades de recursos frescos.

El proceso generó grandes lecciones para los programadores, como la de pensar en conjunto. La crisis los obligó a llegar al experimento del Canal Uno en el segundo semestre, y a que en la próxima adjudicación, trabajen en equipo.

Aunque la ley es la misma de hace 5 años, les da la posibilidad a los programadores de formar consorcios. En este sentido, ya no serán más de 20 los jugadores, sino máximo 4 ó 5 que agruparán a las programadoras y podrán formar franjas que aseguren arrastres y continuidad en la programación.

Queda claro, entonces, que en este escenario y así puedan hacer una programación estructurada, las apuestas serán muy limitadas. Para algunos, como Duque, de Telecolombia, la meta es llegar al 10% de la audiencia en 2 años.

Esto quiere decir que en el fondo no se genera un competidor nuevo para los privados, sino que, por el contrario, se fortalece su posición. El proyecto de ley establecía la posibilidad de que una vez terminada la exclusividad de los privados, se pudiera adjudicar un nuevo canal. Sin embargo, al caerse el proyecto, la nueva adjudicación va por 10 años y terminará en 2013. Con este panorama se fortalecen los canales privados, pues aunque en 2008 se termina su exclusividad, no tendrán una amenaza real, pues con la actual legislación no es viable jurídicamente que en ese momento un jugador entre a participar como canal. "Al adjudicarlo hoy por 10 años, la Nación pierde la posibilidad de añadirle valor a este activo en 2008. Estamos dejando de percibir durante 5 años unos ingresos que hubiéramos podido percibir si lo licitamos como canal en ese momento", dice la ministra.

Además, la relación de dependencia de los programadores con los canales privados es alta. La diversificación de los modelos de negocio ha llevado a los programadores a ser productores para los privados. Este es uno de los principales negocios de su operación. Es decir, son aliados en la producción -el mejor negocio para estas empresas- y competencia en la programación.

"No es claro que se enfrenten. Los programadores tendrán que buscar nichos, como el informativo -con CM& o Noticias Uno- o formatos de musicales, como Jorge Barón", agrega un empresario.

Pero, para otros, la estrategia es distinta. "Si quieren competir con los canales privados, tienen que apalancarse en el mismo esquema de ellos, con una programación similar. De lo contrario serían solo canales alternativos", dice Jorge Ospina, presidente de Tevecine. Con este nuevo panorama, hacia el futuro se verá la consolidación de los canales privados y el desafío de un grupo de programadores de sacar adelante la programación.