Fernando Londoño, el guerrero de todas las horas y su batalla contra el silencio

Fernando Londoño, el guerrero de todas las horas y su batalla contra el silencio

RCN sacara del aire su programa La Hora de la verdad el próximo 1 de enero 2023, pero está preparado para seguir en la trinchera ahora desde una plataforma digital

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diciembre 06, 2022
Fernando Londoño, el guerrero de todas las horas y su batalla contra el silencio

El pasado viernes 2 de diciembre fue uno de los más tristes para Fernando Londoño Hoyos. Ese día RCN anunció que su programa radial de noticias, La hora de la verdad, que salió al aire en el 2004, cuando la primera crisis del gobierno de Álvaro Uribe lo sacó del Ministerio del interior. Londoño, abogado y político pero un gran comunicador y formador de opinión pública no podía quedarse silenciado y mucho menos inactivo. Había sido un jugador clave para la llegada de Uribe al poder y estaba comprometido en la defensa del proyecto de la seguridad democrática, con la urgencia de combatir la guerrilla de las Farc como prioridad mayor en un país en jaque por la violencia.

Desde el micrófono DE Radio Super comenzaría una batalla donde la opinión pesa tanto como la información y cuyo propósito ha sido enfrentar la amenaza del Castrochavismo o cualquier forma de izquierda radical se instauren en Colombia. Paradójicamente la  salida del dial de RCN desde las 6 am, coincidió con la llegada de Gustavo Petro y el Pacto Histórico al poder, con lo cual se pierde una voz crítica fundamental para la democracia. Londoño aspira a que La hora de la verdad siga en la plataforma digital, pero eso es otro asunto.

Imperial, Fernando Londoño Hoyos en La hora de la verdad

Con entusiasmo y beligerancia, Londoño no fallaba su cita matutina a la cabina de Radio SUPER. Pero el 15 de mayo del 2012 todo cambió. Acababa de terminar la diatriba diaria que daba en su programa. El tema era el Marco Jurídico de la paz con el que el Presidente Juan Manuel Santos pensaba convencer a las FARC del diálogo con su gobierno. Esta en completo desacuerdo con el texto aprobado por el Congreso. Cumplía su rutina repetida de salir del medio día para llegar a compartir el almuerzo con su esposa María Margarita en el apartamento. Era otro complicado  mediodía bogotano y su  conductor José Ricardo Rodríguez tomó la calle 74 con Caracas para apresurar la ruta. Su escolta Rosemberg Burbano Ramos estaba atento, alerta por las amenazas contra Londoño quien era uno de los objetivos militares de las FARC. Su programa se había convertido en una piedra en el zapato y el ex ministro representaba para el Secretariado el ala más radical de la derecha colombiana; un Uribista radical dispuesto a combatir la guerrilla desde la trinchera en que lo pusiera la vida. Las Farc lo querían ver muerto y la instrucción impartido desde las montañas de Colombia para ser ejecutada por el comando urbano Antonio Nariño, en cabeza del guerrillero Carlos Antonio Losada.

La explosión fue descomunal. Londoño recuerda todo de manera difusa, como si fuera un mal sueño. Entre el polvo y el aturdimiento que dejó la bomba lapa que le pegaron a su ventana de su jeep blincado escuchó la voz de Rosemberg Burbano

-Doctor, salga por la parte de atrás.

Su pistola reposaba en su cintillo. Llevaba su arma para pegarse un tiro más que para dárselo a alguien. Se había prometido que, si los guerrilleros iban por él, no se lo llevarían como hicieron con su papá, el líder conservador y ministro de Relaciones Exteriores de Alberto Lleras Camargo, Fernando Londoño y Londoño, sino que se suicidaría inmediatamente. Se tocó la cara con sus manos, estaba empapada de sangre.

No era de él, era de José Ricardo Rodríguez, quien había dado su vida por él. Lo trasladaron a la Clínica del Country. Los últimos años no habían sido fáciles para él. Pero esta sin duda había sido la prueba de su vida. Milagrosamente había sobrevivido al bombazo.

Londoño con su perro en plena recuperación

El presidente Juan Manuel Santos y su vicepresidente el general Naranjo, lo visitaron en su habitación en la clínica del Country. Con sorna los recibió. A los 20 días fue dado de alta. A sus 68 años ya no era de hierro y el bombazo le dejó secuelas. Las físicas fueron la de una especie de sordera en su oído izquierdo y dificultades para caminar. Pero, lo más grave, fue la paranoia. Decidió convertir su apartamento en un búnker. No creía en la seguridad que le podría brindar el gobierno de Juan Manuel Santos tramitando una negociación de paz con sus archienemigos habían intentado eliminar. Tomaría las riendas de su vida y su seguridad por su propia cuenta. Pero tampoco se dejaría amedrentar y mucho menos guardar silencio. La hora de la verdad seguiría con vida y al  aire: ahora desde la sala de su casa.  Para eso estaba la tecnología.

Al borde de sus setenteta años se dedicó a aprender lo necesario para poder trasmitir sin correr riesgos. Completa una década en el oficio, saludando a los colombianos cada mañana. La misma década que lleva sin salir de su casa, allí sucede todo, resguardado por una biblioteca de más de 2.000 libros. Recibe visitas, escribe notas, piensa. Y da guerra; y emprende las batallas que le imponga la vida, las de salud, la de la política, las de las ideas, y ahora la de sobrevivir con su programa por fuera de la emisora RCN, que lo acogió desde 2012.

No se rinde. Con este mensaje les informó a sus oyentes que requeria de su apoyo para segior dando la pelea desde la trinchera de las ideas y las posturas políticas, como lo ha hecho 20 años. Este fue su anuncio:  La Hora de La Verdad, necesita que sigamos cuestionando y opinando, necesita alguien que diga lo que se tiene que decir sin miedo, necesita alguien que esté dispuesto a incomodar y a decir las verdades que intentan ocultar, sin temor alguno, sin nada que perder.

Fernando Londoño, el guerrero de todas las horas se prepara para recibir el 2023 con las botas bien puestas. El silencio es lo único con lo que no piensa tranzar.

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