Una mujer estadounidense ha dado a luz a unos trillizos totalmente idénticos a partir de un único embrión en el Hospital Universitario Norh Shore de Nueva York (EEUU), un hecho que sólo se produce en uno de cada 200 nacimientos.

Allison Penn, de 31 años, se sometió a un tratamiento de fertilización in vitro tras intentar quedarse embarazada durante cuatro años. El médico que la asistió, Victor Klein, asegura que el embrión se partió por la mitad y esta mitad también se dividió. "Es el primer caso conocido de trillizos a partir de un embrión. La mayoría de personas colocan de nuevo dos o tres embriones en la matriz", resaltó.

Los recién nacidos bautizados con los nombres de Logan, Eli y Collin son iguales física y genéticamente. Por ello, sus padres han tenido que pintarles las uñas con laca de diferentes colores para poder distinguirlos. Los médicos han confirmado que Logan puede sufrir un problema en su riñón mientras que los otros dos bebes están sanos.

Tras presentar públicamente a sus hijos, la madre de los trillizos aseguró que aunque durante años había soñado con tener varios hijos ya estaba mentalizada para tener uno solo. "Como pasó tanto tiempo para quedarme embarazada, yo simplemente supuse que íbamos a tener uno y que probablemente eso sería bueno", afirmó la estadounidense. Por su parte el padre de los pequeños, Tom Penn, afirmó que cuando conoció la noticia de un embarazo múltiple miró a su mujer y "su boca estaba completamente abierta y sus ojos estaban como platos". "No dijo ni una sola palabra pero entonces me di cuenta de que era posible y empecé a reirme", añadió. Los casos de trillizos a partir de un único embrión son escasos pero España también cuenta con un parto de estas características. En 2007, la catalana Esther Ribas dio a luz a tres bebés idénticos procedentes de un único óvulo, que se dividió en tres. Además, los tres niños compartieron placenta durante el embarazo.

Al igual que ocurre en el caso de Estados Unidos, los niños son similares y sus padres tuvieron que idear tácticas para reconocerlos, según señalaba en agosto el Diario de Córdoba. Esther y su marido, Michel Kempf, optaron durante los primeros meses como padres por atar lazos de diferentes colores en las muñecas de los bebés. La pareja nunca quita ese símbolo identificativo del cuerpo de los pequeños.