La historia de El Chorro de Quevedo, el lugar donde habría comenzado Bogotá

La tradicional plaza ha sido epicentro o punto de referencia de varias leyendas que han marcado la historia de la capital del país

Compartir
Compartir articulo
Chorro de Quevedo
Chorro de Quevedo

En medio del barrio de la Candelaria, en pleno centro histórico de Bogotá, se encuentra uno de los sitios más emblemáticos para los habitantes de la capital colombiana, la plaza denominada como el Chorro de Quevedo, un lugar frecuentado por turistas y nacionales que se quieren deleitar en la variedad de colores, sabores, ritmos y experiencias que tiene este espacio para ofrecer. Pero más allá del atractivo turístico, alrededor del ‘chorro’ han girado una variedad de historias que se extienden hasta el origen de Bogotá,.

De acuerdo con el historiador de la Universidad Nacional Néstor Andrés Cardozo, desde antes de La Conquista este lugar tenía un importancia marcada para los nativos Muiscas:

Sin lugar a dudas es un lugar icónico de la ciudad, un punto obligado para el turismo, constituyéndose como un referente de la historia, la arquitectura y las tradiciones capitalinas. Representa por lo tanto la transición y a la vez una interacción de las instancias más representativas de la historia de la ciudad desde el periodo prehispánico hasta la actualidad”.

Sobre el Chorro de Quevedo se ha afirmado que fue el sitio donde Gonzalo Jiménez de Quesada llegó e instauró un campamento militar al que llamaron Nuestra Señora de la Esperanza, desde allí reclamando el territorio de los Muiscas para el emperador Carlos V de España, dando origen a una de las teorías de la creación de Santa fe de Bogotá, esta fecha data del 6 de agosto de 1538.

Aunque en realidad se maneja otra versión, que señala la fundación oficial de la ciudad el 27 de abril de 1539 en la Plaza Mayor conocida actualmente como Plaza de Bolívar.

En las versiones de algunos historiadores se ha señalado que Gonzalo Jiménez de Quesada logró levantar 12 chozas en homenaje a los 12 apóstoles y una iglesia donde actualmente es Chorro de Quevedo, lugar que era uno de los terrenos de descanso del Zipa.

Sobre estas versiones señaló el reconocido historiador Néstor Cardozo que el territorio presentaba una serie de características ambientales propicias para asentamientos.

Más que la representación que podría tener para las comunidades prehispánicas asentadas en la Sabana de Bogotá habría que pensar la naturaleza de ese espacio geográfico en tiempos precoloniales, ya que en dicha zona de la falda de los cerros orientales existían distintas fuentes de agua que alimentaban al río Vicachá luego llamado San Francisco con presencia de fauna y flora nativas propias de los ecosistemas de alta montaña, era común entonces que este lugar además de contar con un asentamiento estuviese en un cruce de caminos entre los cerros orientales”.

De igual forma el historiador Cardozo indicó que el lugar contó con registros de tener presencia en distintos puntos de lugares con funciones rituales donde sacerdotes muiscas realizaban ofrendas o pagamentos- y otros poblados y lugares de la Sabana.

Sobre el mítico Chorro de Quevedo, que se dice fue nombrado así ya que el padre Quevedo adquirió un solar donde puso un chorro de agua en 1832, para que los habitantes de la zona tuviesen de una manera más fácil el acceso al líquido vital y no tuvieran que desplazarse con garrafas a las zonas hídricas aledañas a los cerros.

Pero no es solo la histórica fuente ubicada en la plazoleta, la capilla la Ermita de San Miguel del Príncipe, la cual algunas personas aseguran erróneamente que fue la primera iglesia católica construida en la ciudad, lo cierto es que es una replica no tan exacta de la iglesia la ermita del Humilladero, construida en 1544 en la plaza Santander. Tras su derrumbe y después de muchos años en que fue solo un recuerdo, en 1969 se decide rendirle homenaje a esta construcción realizando una similar en la icónica plazoleta.

Además de esto, el Chorro de Quevedo tiene cientos de historias de sujetos tradicionales, o nuevas narrativas dadas por las diferentes personas que llegan y transitan este sitio que no se queda en el pasado sino es un pedazo de la historia capitalina en constante cambio.

SEGUIR LEYENDO: