¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Medellín

Un viaje desde la cabina de mando de los trenes del Metro de Medellín

Mariana Rodríguez, conductora del Metro de Medellín

Mariana Rodríguez, conductora del Metro de Medellín

Foto:Jaiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO

El TIEMPO acompañó a Mariana, de 21 años, en uno de sus recorridos. El metro tiene 329 conductores.

Faltan pocos minutos para las tres de la tarde y Mariana Rodríguez espera el próximo tren en la plataforma de la estación Niquía del Metro de Medellín.
Es estudiante de Ingeniería Química en la Universidad de Antioquia, cursa sexto semestre, pero ese lunes no se dirige a una de sus clases en el campus universitario.
La joven de 21 años, que viste botas negras, pantalón gris y buzo blanco, es una de las 329 personas que hacen parte del programa de estudiantes conductores de la Empresa Metro.
Con tres llaves en su mano derecha y un morral en el que carga una linterna, un chaleco y su licencia de conducción, aguarda uno de los trenes que deberá manejar en las próximas seis horas, entre Bello y La Estrella, ida y vuelta, unas tres veces
Mariana Rodríguez, conductora del Metro de Medellín

Mariana Rodríguez, conductora del Metro de Medellín

Foto:Jaiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO

Su jornada de trabajo esta vez tiene una particularidad: un equipo periodístico de EL TIEMPO la acompaña en el recorrido de norte a sur para conocer de cerca cómo funciona la operación del único sistema ferroviario urbano del país que moviliza diariamente un millón de usuarios en sus 12 líneas.
Tan pronto como llega el tren —un CAF, es decir, uno de los ‘nuevos’—, Mariana abre la puerta, acomoda la silla, prende el sistema y revisa cada uno de los botones y parámetros de la pantalla, mientras su colega, a seis vagones de distancia, mueve el tren unos 100 metros al norte para cambiar el sentido que tendrá ese viaje.
Ahora ella tiene el mando y deberá completar el recorrido, tan pronto como el semáforo se lo indique, hasta la estación La Estrella, unos 25,6 kilómetros al sur de Bello.
Con éxito finaliza la modernización de la flota de 42 trenes MAN, los trenes prestarán servicio por otros 25 años

Con éxito finaliza la modernización de la flota de 42 trenes MAN, los trenes prestarán servicio por otros 25 años

Foto:Jaiver Nieto Álvarez /ETCE

Así comenzó como conductora

Cuando Mariana vio la convocatoria para ser conductora del Metro de Medellín por la página de Facebook de su universidad, hace dos años, se animó a participar en el proceso, aunque con pocas expectativas de pasar.
Entre los cientos de personas que se presentan anualmente, no creyó que la fueran a llamar a ella, que por ese tiempo cursaba tercer semestre. Por eso envió los papeles el último día de plazo, pero pronto la contactaron por correo para las entrevistas y evaluaciones.
“En las últimas pruebas empecé a sentir el miedito de que me sacaran. Igual siempre son varias, que los centros de valoración, que entrevista con psicólogo, te pesan, te miden, miran tu índice de masa corporal. Cuando hacen la entrevista domiciliaria y te mandan a hacer exámenes médicos, uno dice ‘ya pasé’ y se ilusiona”, recuerda la joven.
La convocatoria cerró en febrero, y en mayo de 2021 ya habían iniciado las primeras capacitaciones en el Metro de Medellín. Ella dejó su puesto de mesera en un bar donde trabajaba los fines de semana para ayudar con sus gastos de la ‘U’ en Barbosa —municipio al norte del Valle de Aburrá— y se vinculó a la empresa a través de la Fundación Universidad de Antioquia.
“Mi mamá estaba feliz, creo que más que yo. Ella todavía dice con orgullo que su hija conduce el metro”, relata Mariana. Sus amigos, en cambio, cuando la vieron usar el uniforme creyeron que trabajaba en las taquillas de las estaciones vendiendo tiquetes. Nunca imaginaron que ella estaría al frente de una cabina de tren.

Vinculación a estudiantes

Mariana Rodríguez, conductora del Metro de Medellín

Mariana Rodríguez, conductora del Metro de Medellín

Foto:Jaiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO

Todos los conductores del Metro son jóvenes universitarios de Medellín y el Valle de Aburr: el 50,6 por ciento, mujeres y el 49,4 %, hombres, actualmente. Los porcentajes cambian semestre a semestre según los nuevos ingresos y salidas. Ahora, el 73,7 por ciento están matriculados en universidades públicas de la ciudad.
El programa comenzó en 1996 —con el inicio de la operación comercial del sistema— y desde entonces ha mantenido el beneficio para ayudar a los universitarios locales a solventar sus gastos y necesidades económicas, mientras completan su formación profesional.
Los jóvenes, en promedio de 23 años de edad, trabajan entre 4 y 6 horas diarias, según sea el caso, en jornadas que empiezan antes de las 5 de la mañana y terminan casi a las 11 de la noche.
Están contratados con todas las prestaciones sociales y cobran un salario básico de 1’295.000 pesos. Antes de empezar a conducir, reciben unas 880 horas de capacitación y cada año certifican el cumplimiento de las aptitudes que requieren para estar al frente de uno de los trenes. Para garantizar su permanencia en el programa tienen que mantener la condición de estudiantes y deben cumplir con un número determinado de créditos en sus carreras universitarias.

La primera vez

Mariana todavía recuerda la primera vez que le tocó manejar un tren sola. Era lunes por la mañana y los nervios le invadían todo su cuerpo. Justo ese día, el radio que usa para comunicarse con la central de mando en la estación San Antonio no quiso funcionar por una falla.
—Yo estaba supernerviosa. Dije “¿qué hago?”. Me calmé, hice el procedimiento e inicié. Fue un recorrido normal, la mañana estaba fresca y era ver todo desde la cabina, uno solo, con sus pensamientos.
De ahí en adelante, todo fluyó. Con el paso de los días se acostumbró al extenuante ritmo que es estudiar y trabajar al mismo tiempo. Hoy en día se levanta a las 4:30 de la mañana, atiende clases de 6 a. m. hasta mediodía, almuerza y a las 2 de la tarde inicia su turno. Casi siempre es la jornada de la tarde, hasta las 8 de la noche.
Aunque es duro, la joven reconoce que el trabajo le ayudó a ser más responsable. También logró independizarse y ahora vive con una compañera de piso en un apartamento entre Bello y Medellín. Cuando acabe la universidad sueña con dedicarse a la química farmacéutica y la producción de medicamentos.
A una semana de los dos conciertos de la cantante paisa, Karol G en el estadio Atanasio Girardot de Medellín, los viajeros de uno de los trenes del Metro recorren las estaciones de la línea A con mensajes y diseños del Tour 'Mañana será Bonito Fest'. El diseño no fue pagado por empresa Metro y hace parte de los ingresos no tarifarios que gestiona el Metro y fue pagado por la propia artista.

A una semana de los dos conciertos de la cantante paisa, Karol G en el estadio Atanasio Girardot de Medellín, los viajeros de uno de los trenes del Metro recorren las estaciones de la línea A con mensajes y diseños del Tour 'Mañana será Bonito Fest'. El diseño no fue pagado por empresa Metro y hace parte de los ingresos no tarifarios que gestiona el Metro y fue pagado por la propia artista.

Foto:Jaiver Nieto Álvarez /ETCE

Una vista privilegiada

La línea A del Metro de Medellín atraviesa el área metropolitana de norte a sur, al margen del río, durante casi todo el trayecto. La vista desde la cabina de conducción es privilegiada. Quienes viajan en los vagones pueden observar el afluente o la autopista, el Coltejer o la plaza Botero, el oriente o el occidente.
En cambio, quien conduce el tren lo ve todo en un mismo recuadro. Aunque sin mucho tiempo para disfrutar del paisaje.
La vía férrea requiere una alta dosis de concentración para no perder de vista el más mínimo detalle.
Por eso, las preguntas y respuestas con Mariana durante el viaje se limitan. Si bien casi todo el sistema es automático, la conductora debe estar atenta, por ejemplo, al momento cuando debe comenzar a frenar el tren de seis coches, según las señales que hay en la vía.
A las estaciones se ingresa con una velocidad de 60 kilómetros por hora y en algo más de 150 metros el tren frena por completo para permitir la salida e ingreso de los pasajeros. Unas paradas son más lentas que otras, dependen de la cantidad de usuarios que aguarden por el metro.
Mariana Rodríguez, conductora del Metro de Medellín

Mariana Rodríguez, conductora del Metro de Medellín

Foto:Jaiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO

La operación está cronometrada. Cada segundo es valioso para garantizar la puntualidad en el servicio. El trayecto, ida y vuelta, de Niquía a La Estrella, tarda unos 88 minutos en completarse.
En hora pico pasa un tren cada 2 minutos con 30 segundos. Al menos ese es el objetivo, siempre y cuando ningún contratiempo interrumpa el trabajo de los conductores. Que el botón rojo, que las puertas no cierran o que los usuarios sobrepasen la línea amarilla.
Entre las 4:23 y 7:34 de la mañana pasan, por hora, unos 31 trenes que se incorporarán a las vías paulatinamente para atender la alta demanda que hay durante esta franja, sobre todo en sentido norte–sur.
En la tarde, entre las 3:02 p. m. y las 7:54 p. m., sucede lo mismo, pero en sentido contrario. A medida que el recorrido con Mariana avanza hacia el sur se comienzan a ver las plataformas contrarias atestadas de usuarios que buscan llegar a sus casas lo antes posible. Y todavía no son las 4 de la tarde.

El final de la operación

“Precaución con el cierre de las puertas”, dice Mariana por los parlantes antes de salir de una de las 21 estaciones de la línea A.
En el espejo que tiene la plataforma, justo al frente suyo, observa que después de 20 segundos todavía hay unas cuantas personas que intentan ingresar. Aunque el tren ‘avisa’ con un sonido cuando las puertas están a punto de cerrarse, ella a veces prefiere advertir para evitar cualquier incidente.
Por las escaleras, algunos usuarios amagan con salir corriendo para no esperar parados el próximo tren otros tres minutos. A veces, ella aguarda, pero otras no. Tiene un horario que cumplir para llevar a tiempo a las 2.000 personas que están en los coches a la hora de máxima afluencia.
El velocímetro alcanza los 80 kilómetros por hora a los pocos metros de haber salido de la estación. Una aguja amarilla le indica a la conductora la velocidad real por la que transita la vía. Otra de color rojo le señala la teórica, es decir, a la que debe ir.
El tablero de control es sencillo. Hay botones para el costado derecho del tren y botones para el costado izquierdo. Dependen del sentido en que se abran las puertas en cada parada. Algunos alumbran y en la pantalla que tiene a la derecha puede observar las condiciones del tren.
Glorieta de la estación Niquía del Metro de Medellín.

Glorieta de la estación Niquía del Metro de Medellín.

Foto:Metro de Medellín

Lo complejo de la operación es conducir en el modo ‘manual’. En caso de que haya una avería técnica o algún inconveniente en el sistema, Mariana tendría que manejar por sus propios medios, sin señales, ni indicaciones para hacerlo. Aunque está capacitada, ella afirma que se trata de una actividad sumamente delicada que requiere precauciones adicionales para hacerla.
Con su mano derecha empuja la palanca con la que acelera y frena. Su pulgar oprime un botón cada cierto tiempo. Es el ‘hombre muerto’. Se trata de un indicador que le avisa al tren que ella está ahí, al mando.
En caso de que un conductor no lo oprima en 32,5 segundos, un pito le recordará hacerlo. Pero si el aviso no surte efecto, el sistema se paralizará y personal del Metro acudirá para evaluar la situación.
A punto de llegar a su estación final, Mariana oprime el claxon del tren. Hay personal cerca de la vía, en labores de mantenimiento. Les avisa que pasará por su lado, para que ellos tengan la precaución necesaria.
Una señal vertical indica que su ingreso a la estación será por la carrilera izquierda, aunque el cambio de sentido es automático. Al detenerse por completo, apaga la cabina, retira la llave y sale del tren, todo en menos de 15 segundos. Simultáneamente, un compañero toma el mando en la cabina del otro lado. Ahora tiene unos cuantos minutos antes de emprender su primer retorno del día.
SEBASTIÁN CARVAJAL BOLÍVAR 
CORRESPONSAL EL TIEMPO - MEDELLÍN
Escríbanos: sebbol@eltiempo.com
En X: @sebascarvajal28
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO