El esqueleto de una persona adulta tiene 206 huesos, que articulan distintas partes del cuerpo humano y cumplen otras funciones. El más pequeño de todos es el estribo, que forma parte del sistema auditivo. Su longitud está comprendida entre los 2,5 y los 3,5 milímetros. Además, es el hueso más afilado.
El estribo es el último eslabón de una cadena de tres huesecillos localizados en el oído medio. Los dos primeros son el martillo y el yunque. Juntos no superan los 18 milímetros de largo. El nombre del hueso se debe a que su forma recuerda a la de los estribos de las sillas de montar, donde los jinetes que van a caballo apoyan los pies.
La importancia del estribo
La función que cumplen el martillo, el yunque y el estribo es conducir las ondas sonoras, transmitiendo el movimiento del tímpano a la ventana oval. Esta hace que las vibraciones lleguen al oído interno y a sus nervios, desde donde la información viaja al cerebro para interpretar el sonido.
El hueso más pequeño del cuerpo humano está unido al yunque por un extremo y a la ventana oval por otro. Por su tamaño y ubicación, es muy vulnerable. Un traumatismo en la cabeza puede llegar a romperlo, ocasionando una significativa pérdida auditiva y otros problemas, como vértigo, mareos y acúfenos.
El estribo puede sufrir daños o dejar de funcionar con normalidad por otras causas, como el uso inadecuado de bastoncillos de algodón y otros objetos que se utilizan para limpiar la cera de los oídos. También pueden afectarlo enfermedades como la otitis y la otosclerosis. Esta última dolencia se produce por un crecimiento anormal del hueso esponjoso que rodea la cavidad del oído medio, que puede acabar inmovilizando el estribo, lesionándolo e impidiendo que los citados huesecillos vibren para cumplir su función.