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“Comuna Project”: una apuesta por el tejido social en la Comuna 13 de Medellín

Gracias al turismo y la iniciativa comunitaria se han generado procesos que recomponen el tejido social en la Comuna 13 de Medellín, un territorio urbano que había sido muy golpeado por la violencia.

Redacción Colombia +20
11 de junio de 2023 - 02:11 p. m.
Vista del barrio Independencias en la Comuna 13 de Medellín.
Vista del barrio Independencias en la Comuna 13 de Medellín.
Foto: Camilo Alzate González

Resiliencia y tejido social son los dos términos que más pronuncia Wilmar González durante la conversación. “Estamos construyendo el tejido social”, dice mostrando una pequeña huerta comunitaria con aromáticas y hierbas medicinales que crece en un lote baldío entre las casas de la pendiente, colgadas del barranco que se empina a más de cincuenta grados, y a donde sólo se puede acceder por escaleras y callejones estrechísimos.

“Esta es la resiliencia del barrio”, insiste Wilmar González cada que señala algún pequeño negocio, una venta de gorras, de arepas, o cualquier bar montado en la terraza de las casas más altas en la ladera, que se ha llenado de emprendimientos

Los negocio pululan en todas las esquinas y callejones de la Comuna 13, un sector empobrecido y marginal del occidente de Medellín. Desde el “parcero” que montó un emprendimiento de globos en la plancha de su casa, hasta el museo del Atlético Nacional, donde los turistas pueden tomarse fotos con los trofeos del equipo, pasando por las galerías de arte urbano que venden recuerdos y souvenirs a los visitantes.

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Todo esto está ocurriendo en barrios que hasta hace apenas unos años eran escenario de las peores confrontaciones urbanas vividas en el país, que alcanzaron su punto máximo en octubre del 2002 con la célebre Operación Orión, una ofensiva militar y paramilitar liderada desde el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, que buscaba expulsar a las guerrillas y sus milicias de estos callejones.

Lo consiguieron después de una violenta arremetida que incluyó tanquetas, helicópteros artillados disparando indiscriminadamente contras las casas, y una ofensiva por tierra en donde militares y paramilitares señalaban las viviendas de los vecinos que presuntamente le colaboraban a la guerrilla, dejando un saldo de 43 civiles heridos, dos muertos y un centenar de desaparecidos. Wilmar es, en todo sentido, un sobreviviente de aquellos años.

Esta es parte de la historia que hoy cuentan los guías turísticos a los miles de visitantes nacionales y extranjeros que llegan diariamente a la Comuna 13 para conocer las escaleras eléctricas, las primeras instaladas en 2011 en un barrio de América Latina, que benefician a los pobladores del sector, sin vías para automóviles por lo empinado del terreno, en donde a duras penas logran transitar las motocicletas por algunos de sus estrechos callejones.

De acuerdo con datos de la Compañía Schindler, que instaló las escaleras hace ya más de una década, 36.000 turistas usaban mensualmente el servicio en 2019, justo antes de la pandemia. Ahora, según Wilmar González, se ha llegado a contabilizar hasta 17.000 visitantes en un solo fin de semana.

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Nada de esto sería posible “si el barrio no estuviera en paz”, cuenta Wilmar González, que a sus cuarenta y tantos años todavía se presenta ante los visitantes como “un niño nacido y criado aquí en el barrio Las Independencias de la Comuna 13”.

Un niño que ha vivido todas las violencias de las últimas cuatro décadas, empezando por la violencia fundadora: la del hambre.

“Nosotros vendíamos el periódico El Colombiano cuando éramos pequeños”, recuerda, contando cómo tenían que forrar con los periódicos que sobraban el modesto rancho en que vivían con sus padres, para evitar que el frío y la lluvia se colaran por las noches.

Violencias que lleva incrustadas en su piel, pues una bala le quedó en el cuerpo de viejas disputas que se libraron con los “combos” de un barrio vecino, hace doce años.

“Acá vivimos más de quince años con la guerrilla, después cuatro años con los paramilitares, después con las bandas”, dice Wilmar haciendo cuentas para decir que él era apenas un veinteañero cuando ocurrió la Operación Orión, que cobró la vida de don Antonio, un importante dirigente comunal que impulsaba la junta del barrio.

Después de la muerte de don Antonio los vecinos se organizaron y desde hace nueve años Wilmar es el presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Las Independencias, desde allí han impulsado un sin número de proyectos e iniciativas para recomponer el tejido social del barrio, proyectos que abarcan desde conseguir cupos en universidades para los mejores estudiantes de cada promoción del barrio, gracias al presupuesto participativo de la alcaldía de Medellín, hasta lograr alianzas con organizaciones de la sociedad civil y ONGs que apoyan iniciativas puntuales en la Comuna.

Cuatro años atrás, en asocio con la Junta de Acción Comunal empezó Comuna Project, una fundación sin ánimo de lucro que pretende impulsar la innovación social y la transformación desde el territorio. Allí no sólo participan habitantes de la Comuna, sino también activistas como Santiago Piedrahita, migrantes que llegaron buscando un mejor futuro como Ronnier Santeliz, o vecinas de toda la vida como Lady Suárez.

Los proyectos de Comuna Project se han apoyado en los voluntariados, los intercambios y la autogestión comunitaria, pero también han contado con respaldo de la empresa privada, por ejemplo, con el apoyo que les dio Cementos Argos para el mejoramiento de un centenar de viviendas.

Entre sus iniciativas más novedosas resalta un proyecto para enseñar inglés a los habitantes y emprendedores de la Comuna que, cada vez más, han visto en el turismo una oportunidad para salir adelante. También operan un centro de atención psicológica y clases de artesanías para mujeres migrantes venezolanas que han llegado a vivir a la comuna.

Hace unos meses arrancaron con un restaurante comunitario que no solamente atiende turistas, sino que además brinda alimentación a una veintena de ancianos desamparados del barrio, que acuden cada día a “tomarse una sopita”, como explica Wilmar, hecha con especias naturales y sin colorantes, ni saborizantes.

Las cocineras son mujeres de la misma comunidad que “aportan su granito de arena”, y reciben una remuneración de las ganancias que deja la empresa de turismo comunitaria, que ayuda a financiar el restaurante aportando recursos con cada persona que paga por el tour en la Comuna. Una veintena de guías turísticos, que son jóvenes que crecieron y viven en el barrio, obtienen sus ingresos de estos toures y están afiliados a la empresa.

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Wilmar explica que la dinámica del turismo ha sido tan positiva para la Comuna que ahora son más de mil familias las que viven de las guianzas o los negocios montados alrededor del turismo, las mismas que se oponen a cualquier reactivación de la violencia que podría frenar sus negocios. Los calculos de la Junta de Acción Comunal incluyen alrededor de 200 venteros organizados y más de 700 guías turísticos que se agremian en varias empresas encargadas de los recorridos.

¿Cómo podría replicarse este modelo en el resto de barrios y comunas de Medellín? La respuesta que ofrece Wilmar es obvia y simple: generando oportunidades económicas para la gente, similares a las que se han generado en la Comuna 13 debido al turismo, algo que, reconoce, no es tan fácil de replicar en todos los barrios de Medellín.

“Queremos darles las gracias, porque al venir y usar nuestros servicios de empresa ustedes son parte del autosostenimiento y mantenimiento de este maravilloso lugar”, dice Wilmar a un grupo de turistas que acaban de llegar al restaurante, en donde les ofrecerán agua de jamaica “sin azucar, ni químicos”, y volverán a contarles la historia de las madres cabeza de familia que se reúnen allí para tejer artesanías que venden con el proyecto “Guerreras”.

Wilmar volverá a repetir, una vez más ante los turistas, que él es un niño nacido y criado aquí, en el barrio Las Independencias, arriba de la loma y al fondo del callejón, en aquel ranchito que tenían que forrar con periódicos de El Colombiano hace muchos años, como se forra hoy de sueños su barrio entre las esperanzas de paz y el empuje de su gente. Esta es, como el mismo dice, la resiliencia.

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