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Bacteriófagos: depredadores virales contra la resistencia bacteriana

Debido a la creciente resistencia de las bacterias a los antibióticos, científicos de la UNAM están estudiando a los virus conocidos como bacteriófagos, o simplemente fagos, auténticos depredadores naturales de bacterias.

Víctor Manuel González Zúñiga, investigador del Centro de Ciencias Genómicas (CCG) de la UNAM, detalló que han aislado múltiples bacteriófagos en el laboratorio para entender cómo infectan a las bacterias y así combatir la resistencia antimicrobiana, fenómeno que causa cerca de un millón de muertes al año a nivel mundial.

“Los fagos son entidades biológicas que se adhieren a la membrana celular de la bacteria, transfiriendo su ADN al interior de la célula donde se replican. Como resultado, generan miles de bacteriófagos que finalmente acaban con la célula, siendo esta la razón por la que se les denomina ‘depredadores'”, explicó el experto.

Según González Zúñiga, cada bacteria en el mundo, ya sea beneficiosa o patógena, tiene bacteriófagos asociados. Estos pequeños virus, del orden de los nanómetros, portan material genético que incluso puede ser beneficioso para la célula bacteriana, como toxinas y genes de resistencia a antibióticos.

Los estudios sobre bacteriófagos comenzaron hace más de un siglo, de la mano del investigador franco-canadiense Félix Hubert d’Herelle, y resultaron en el uso de bacteriófagos para combatir bacterias como la Shigella, la Salmonella y diversas bacterias intestinales. Aunque el uso de bacteriófagos fue desplazado por el “boom” de los antibióticos en Occidente, se mantuvo en países bajo el régimen soviético, con el Instituto Eliava de Georgia como principal referente.

Hoy, universidades alrededor del mundo han retomado la investigación de la “terapia de fagos”, considerada como una alternativa a los antibióticos. En el CCG, se estudian fagos para combatir dos bacterias de importancia clínica, Staphylococcus aureus y Acinetobacter baumannii, a partir de muestras obtenidas de hospitales de la Ciudad de México.

Estas bacterias oportunistas representan una amenaza particular en entornos hospitalarios, donde colonizan áreas en las que normalmente no estarían presentes, como el corazón o el intestino, causando septicemias. De manera particular, A. baumannii es peligrosa debido a su capacidad para adquirir elementos genéticos móviles, incluyendo genes de virulencia y resistencia a antibióticos.

La meta es encontrar los fagos más adecuados para atacar a las bacterias resistentes a los antibióticos y combatirlas cuando los antibióticos ya no son efectivos. Aunque la tecnología todavía está en sus etapas iniciales, se han registrado casos de éxito en su aplicación y la perspectiva es muy prometedora.

“Seguramente en algunos años más podremos contar con algunos productos que provengan de bacteriófagos y sean efectivos contra las infecciones bacterianas que no se pueden combatir con antibióticos”, aseguró González Zúñiga.

Investigar los fagos no es una tarea sencilla. No sólo es necesario aislar un bacteriófago adecuado, sino que también pueden ser modificados mediante ingeniería genética para ser más específicos contra una bacteria en particular. Además, las bacterias también pueden desarrollar resistencia a los fagos, lo que requiere el uso de un “cóctel” de varios fagos para asegurar que, si la bacteria es resistente a uno, haya otro que pueda eliminarla.

El experto de la UNAM recordó que existen fagos, conocidos como profagos, que pueden permanecer “dormidos” dentro del genoma de las bacterias por muchas generaciones. En condiciones de estrés, estos profagos se activan, se replican y eliminan a la bacteria.

“La relación evolutiva entre la bacteria y el bacteriófago es constante: el bacteriófago puede evolucionar y desarrollar sistemas de infección más sofisticados, pero también la bacteria tiene un sistema de defensa para evitar ser infectada”, sostuvo González Zúñiga.

El especialista concluyó resaltando la importancia de la concienciación sobre la resistencia antimicrobiana, un problema grave que no tiene una única solución. Es necesario un considerable trabajo de prevención, el uso racional de los agentes antimicrobianos y la complementariedad con otras estrategias, como los bacteriófagos. “No hay una única solución, pero debemos avanzar; sobre todo, en la prevención, que está en manos de todos”.

Ideas destacadas

  1. La resistencia antimicrobiana es un problema creciente que causa cerca de un millón de muertes al año a nivel mundial, por lo que los científicos de la UNAM están investigando alternativas, específicamente el uso de virus conocidos como bacteriófagos (o fagos), que son depredadores naturales de las bacterias.
  2. Los bacteriófagos son entidades biológicas que se adhieren a la membrana celular de la bacteria e introducen su ADN al interior, provocando la replicación de miles de bacteriófagos que finalmente destruyen la célula bacteriana.
  3. Cada bacteria, ya sea beneficiosa o patógena, tiene bacteriófagos asociados que portan material genético, que puede ser tanto beneficioso como dañino para la célula bacteriana, incluyendo toxinas y genes de resistencia a antibióticos.
  4. La “terapia de fagos” es considerada una alternativa a los antibióticos, particularmente para combatir bacterias de importancia clínica como Staphylococcus aureus y Acinetobacter baumannii, las cuales son amenazas comunes en entornos hospitalarios.
  5. El objetivo de la investigación es encontrar los fagos más adecuados para atacar a las bacterias resistentes a los antibióticos, y aunque la tecnología aún se encuentra en etapas tempranas, ya se han registrado casos de éxito y la perspectiva de futuro es prometedora.
  6. La investigación sobre los fagos es compleja, requiere tanto de la identificación de un bacteriófago adecuado, como de la posibilidad de modificarlos genéticamente para una mayor especificidad. A pesar de los desafíos, como la potencial resistencia bacteriana a los fagos, el trabajo sobre estos organismos representa una estrategia crucial en la lucha contra la resistencia antimicrobiana.