Cultura

Espectacular batalla por la autoría en el arte conceptual 

¿Quién es el autor de una obra: el que la concibe o el que la materializa? El 8 de julio un tribunal de París zanjó el asunto a favor de quien es el autor intelectual, en lo que representa un fallo que traerá mucha reflexión y polémica en el mundo del arte

El escultor Daniel Druet perdió el primer asalto, en la sala tercera del Tribunal de París, en la demanda contra Maurizio Cattelan, a quien le reclamaba parte de la autoría de famosas esculturas ubicadas en instalaciones, con las que el italiano ha ganado fama y dinero.

Maurizio Cattelan, Padua, 1960, es un artista conceptual que gusta de la constante provocación en sus instalaciones. (Internet).

En concreto, Druet presentó su reclamo por “infracción de derechos de autor”. En su solicitud, demandó que él era el creador material de las esculturas, pero el autor intelectual era Cattelan, a quien reclamaba, además, que su nombre apareciera en los créditos de las distintas obras.

La batalla por el arte conceptual y la lucha por los derechos de autor está abierta, pese a que en el primer round de este combate boxístico-artístico, Cattelan le propició un golpe a la mandíbula de Dreut, quien hasta hizo incubar al italiano en una de sus más recientes esculturas como un mecanismo de defensa y de denuncia.

Tras intentar que la galerías Perrotin y la Monnaie, ambas de París, incluyeran su autoría junto a las esculturas realizadas para Cattelan, el reconocido escultor optó por la vía judicial.

La batalla Druet-Cattelan escenifica una lucha por dirimir quién es el autor de una obra en el ámbito del arte conceptual, corriente que irrumpió en los años sesentas y que ha venido ganando presencia en las exposiciones de arte moderno a lo largo y ancho del mundo.

Druet trabajó para Cattelan durante siete años (1999-2006) y después de realizarse varias esculturas como la del Papa Juan Pablo II derribado por un meteorito o la de Adolfo Hitler arrodillado, y tras romper la colaboración con el creador italiano, decidió plantear el reclamo de la autoría y una indemnización de cinco millones de euros.

El fallo del viernes 8 de julio, en el que la Sala Tercera del Tribunal de París desestima los argumentos de Druet, a pesar de que fue quien hizo las esculturas, se basa en que el artista simplemente se limitó a seguir las instrucciones de Cattelan.

Para los defensores del arte conceptual, el fallo, al que aún se puede recurrir, significó un alivio, porque temían que, si era desfavorable a Cattelan, abriera una puerta peligrosa para que se produjeran una cascada de reclamos y se pusiera en riesgo esta forma de arte.

De acuerdo con el profesor Alberto Vásquez, quien ha ejercido la docencia en la Universidad Complutense de Madrid, entre otras casas de enseñanza superior, en el arte conceptual como su nombre lo indica, prima la idea por encima del objeto mismo.

Daniel Dreut denuncia con esta obra que Cattelan necesita de otros para concretar sus obras. (Internet).

En su ensayo Arte conceptual y posconceputal. La idea como arte: Duchamp, Beuys, Cage y Flexus, publicado en la revista Nómadas, volumen 37, número 1 de enero-junio de 2013, sostiene:  “En el arte conceptual la idea o concepto prima sobre la realización material de la obra y el mismo proceso –notas, bocetos, maquetas, diálogos– al tener a menudo más importancia que el objeto terminado puede ser expuesto para mostrar el origen y desarrollo de la idea inicial. Otro elemento a resaltar de esta tendencia es que requiere una mayor implicación del espectador no sólo en la forma de percibirlo sino con su acción y participación” .

Vásquez destaca que “el hecho de que, en el arte conceptual, la visualidad ya no fuera indispensable para que una obra de arte fuera arte, puso en crisis el discurso de la crítica, hasta ese momento hegemónico, y supuso el punto de ruptura entre modernismo y posmodernismo”.

Desde su perspectiva, “en un sentido historiográfico el ‘arte conceptual’ es ese movimiento que aparece a finales de los años sesenta con manifestaciones muy diversas y fronteras no del todo definidas. La idea principal que subyace en todas ellas es que la “verdadera” obra de arte no es el objeto físico producido por el artista, sino que consiste en “conceptos” e “ideas”.

“Él”, con un Hitler arrodillado, es una de las reclamaciones de Dreut a Cattelan, quien la imaginó, pero fue el escultor francés el que la plasmó en la realidad. (Internet).

Con base en esa invitación a la ruptura, Vásquez consideraba en su ensayo que “desde el fin del Informalismo y los inicios del Pop; se da un progresivo fenómeno de desmaterialización del objeto artístico, en donde la obra física se convierte en mero residuo documental de la verdadera obra de arte: la experiencia misma, la idea, el concepto que subyace al objeto, en una suerte de desmaterialización del objeto artístico”.

En medio de una gran expectativa en el ámbito artístico europeo, los jueces consideraron en el fallo, de acuerdo con fuentes internacionales, entre ellas El País, que “no se discute que las directivas precisas de puesta en escena de las figuras de cera en una configuración específica, sobre todo en lo que se refiere a su posicionamiento en el seno de los espacios de exposición con la intención de jugar con las emociones del público (sorpresa, empatía, diversión, repulsión, etc.) solo emanan de él”.

Es decir, la justicia consideró que quien conceptualizó la obra con todos los matices de configuración de las esculturas y su posterior puesta en escena fue Cattelan.

El fallo especifica que “Daniel Druet no limita sus derechos reclamados a las únicas efigies de cera que esculpió en nombre de Maurizio Cattelan, sino que las designa con el nombre con el que estas obras se dieron a conocer al público, según una determinada puesta en escena”.

La decisión del Tribunal, de forma momentánea, le da ventaja al creador italiano, mientras que Druet, un escultor de 80 años, muy reconocido en Francia, tiene la oportunidad de apelar.

El mundo del arte estuvo pendiente de la resolución judicial, porque se presume que hay numerosos casos en los que la autoría de una obra o de una instalación no ha quedado del todo clara, ni siquiera para los propios involucrados en ella.

En este caso específico, quien finalmente firmaba las obras era Cattelan, pero quien las materializaba era Druet, a partir de las peticiones concretas del primero.

La directora de la galería Monnaie, Chiaria Parisi, defiende que un caballo colgando y sin cabeza es una manera de cuestionar el poder por parte de Cattelan. (Internet).

Gran suspenso

Entre los galeristas dedicados a difundir el arte conceptual existía una gran incertidumbre sobre el rumbo que podía tomar el fallo judicial, porque en caso de que hubiese sido a favor de Druet habría abierto, consideraban, una puerta peligrosa para nuevos reclamos, dado que los antecedentes de este tipo de casos no eran abundantes.

En ese sentido, el abogado Pierre-Oliver Sur, defensor de Cattelan, concluyó que la trascendencia de lo acordado por el tribunal es que ello crea una jurisprudencia, la cual será fundamental para futuros casos relacionados con la autoría intelectual cuando de arte conceptual se trata.

Hay que recordar que Cattelan aceptó en diferentes momentos que él  “no sabe ni pintar ni esculpir”, por lo que se ve obligado a contratar el trabajo de materializar sus ideas a especialistas en esos campos.

Según explicó Sur, a la prensa europea, los jueces dejaron claro que el arte no se limita a lo figurativo, a la creación de la figura de cera o a la escultura, sino que conlleva todo el conjunto que significa, por ejemplo, el montar una instalación.

“Hemos ganado en derecho y en fondo. Por primera vez, los jueces han definido en derecho lo que es el arte conceptual y han sacado las consecuencias jurídicas sobre quién es el autor, etc.”, destacó Sur.

De ahí que la victoria que en el primer asalto, porque puede venir la apelación, de Cattelan ante Druet generó tranquilidad entre los promotores del arte conceptual, quienes temían que un fallo negativo los dejara contra la espada y la pared, y a la espera de que surgieran nuevas denuncias relacionadas con quién es el verdadero autor intelectual de una obra de arte.

Los casos sobre autoría no se limitan solo al ámbito de las artes plásticas, sino que alcanzan también a la literatura.

En Costa Rica, por ejemplo, se dio una larga batalla entre el escritor José León Sánchez y el periodista y abogado Enrique Benavides por el libro El crimen de Colima, un error judicial

La primera edición se publicó en 1966 por parte de Benavides, en un texto del que estuvo a cargo la imprenta Vargas.

Desde un principio, Sánchez reclamó que ese libro le pertenecía y que Benavides lo había plagiado. Este diferendo prevaleció durante muchos años.

En 2020, Sánchez publicó Tortura: El crimen de colima, en el que se resalta que, estando en prisión, dos confidentes le contaron lo que verdaderamente había ocurrido con el asesinato en  Colima, por lo que ese era en rigor su primer libro, incluso antes de La isla de los hombres solos, obra que le dio un amplio reconocimiento internacional.

Este caso, que quedaría para un reportaje completo, también ilustra cómo los derechos de autor son un tema sensible en todo el campo de las artes y lo ocurrido en Francia con el caso Druet-Cattelan ha llamado la atención internacional por la trascendencia que reviste.

Este inodoro, de 103 kilos en oro de 18 kilates, y titulado “América” fue una obra de Cattelan que robaron en Inglaterra en 2019. (Internet).

Un artista contracultural

Nacido en Padua, Italia, en 1960, desde sus comienzos Cattelan se distinguió por ser un artista que apostaba a lo contracultural, a la polémica, a la provocación y por eso muchos lo consideran un heredero de lo que en los años 60 comienza a realizar Marcel Duchamp, quien con sus instalaciones conmovió al mundo del arte contemporáneo en su época.

En una entrevista concedida en 2018 con el periodista español Rafa Rodríguez, Cattelan le hace una confesión que resume mucho de lo que es, en el sentido artístico y satírico, su hacer como creador.

“Yo, honestamente, si decidí ser artista es porque no era lo suficientemente bueno como falsificador”.

Difícil que un artista que tiene a la polémica como bandera, pudiera autodefinirse mejor en tan solo 15 palabras.

En el mundo del arte conceptual consideran a Cattelan como el legítimo discípulo de Duchamp, por la forma en que el artista italiano busca conectar con sus públicos, siempre con la aspiración de quebrar con lo convencional.

“Nos engañamos otorgando significado a objetos e imágenes, como si así pudiéramos controlarlos. La única verdad es que siempre estaremos condicionados por la cultura en la que hemos nacido y crecido. Todos deberíamos adoptar una actitud escéptica ante nuestros impulsos creativos”, dijo con motivo de una curaduría que realizó en Shangai.

Y es que todas sus instalaciones llevan el sello de la controversia y de la provocación.

Así recoge en la “Nona Ora” un acto considerado como provocativo, cuando a un Juan Pablo II de tamaño natural, realizado por Druet, le cae un meteorito y lo derrumba. La puesta en escena se hizo en Basilea, en 1999.

Aquí predomina el concepto por encima de lo figurativo, dado que quien ideó todo el contexto en el que aparecería el Papa caído le correspondió a Cattelan, y eso fue precisamente lo que al final pesó más en relación con la demanda interpuesta por el escultor francés.

Otra de sus imágenes controversiales es la de Hitler arrodillado, también esculpida por Druet a petición de Cattelan, la cual se vendió en 2016 por la suma de 17 millones de dólares.

Su producción aborda los más disímiles objetos, como un retrete construido en oro de 18 kilates y que estuvo expuesto en Bleheim Palace, la mansión donde había nacido el primer ministro Winston Churchill. De ahí fue robado el inodoro en 2019, el cual incluso había sido ofrecido a la Casa Blanca. Hasta el día de hoy se desconoce el paradero de la obra de Cattelan y algunos especulan con que la desaparición fue un truco publicitario.

Entre las propuestas del artista italiano, quien en al menos un par de oportunidades ha anunciado su retiro del mundo del arte, figura un caballo colgando y un plátano pegado con cinta a una pared.

Respecto de una de las exposiciones, la directora artística de la “Galería Monnaie”, Chiara Parisi, dijo al referirse al arte de Cattelan: “Un Mauricio Cattelan colgando siempre resulta gracioso, pero al mismo tiempo es un relato muy intenso, y ahí está su mirada. En sus famosas figuras ecuestres el artista matiza la noción de poder. Uno reconoce al caballo típico de las esculturas ecuestres, pero ya no lleva montado un guerrero y no tiene cabeza. Es un modo de invertir una representación de autoridad”.

Respecto de la “Nona Ora”, Parisi sostuvo en su exposición que era el momento en el que Jesús se sentía abandonado por Dios y que, por lo tanto, era una obra “profundamente espiritual”.

“Una de las obsesiones de Cattelan es la religión como elemento de poder. Le gusta impactar a la gente, pero si lo suyo solo fuera una provocación, ahora, 20 años más tarde, ya no se le prestaría atención”.

En el caso del plátano que presentó en la Art Basel de Miami, la fruta terminó por ser consumida por un asistente a la exposición; sin embargo, como se podía fácilmente sustituir, se vendió otra por 120.000 euros y hubo tres adquisiciones, lo que significa que el plátano que Cattelan compró en Miami terminó por tener un valor de 360.000 euros.

La batalla por el arte conceptual y la lucha por los derechos de autor está abierta, pese a que en el primer round de este combate boxístico-artístico, Cattelan le propició un golpe a la mandíbula de Dreut, quien hasta hizo incubar al italiano en una de sus más recientes esculturas como un mecanismo de defensa y de denuncia.

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