35 años de la alternativa de ‘Gitanillo de América’ en la primera corrida de Crotaurinos.

Eran días en que el toreo en Colombia aun no tenía el aval de una gran figura del toreo que lo representara en la historia de los toros en España, pero eran tiempos de tendidos y balcones llenos, de un buen número de ganaderías, de toros para todos y de un escalafón nacional envidiable.

Por Diego Caballero

Pepe Cáceres, con 50 años, aún era el gran jefe al que seguía una fila en la que se alineaban ‘El Puno’, Jorge Herrera, ‘El Cali’, Jairo Antonio y César Rincón. Una fila en la que estaba a punto de incorporarse un novillero del que solo se tenían noticias que llegaban vía Fax desde España y que contaban que era un torero espectacular, gesticulante, que banderilla con decisión y entrega, y que le llegaba a los públicos con facilidad. Los cables también contaron durante dos años, que era el novillero que más orejas cortaba en España, que estaba entre los diez primeros del escalafón de novilleros en Europa y que había cortado una oreja en la mismísima Real Maestranza de Sevilla. Los del ‘taurineo’ en Colombia, sabían que era el hijo de Over Fresneda, ‘El Indio Veloz’, del que heredó su nombre de pila, que se había ido a España desde los 17 años de la mano de Jerónimo Pimentel y que se anunciaba en los carteles como ‘Gitanillo de América’.

Su alternativa en La Santamaría de Bogotá, resultaba toda una novedad para el público que poco sabia del torero bogotano. Jerónimo Pimentel, su apoderado, se había echado la responsabilidad de organizar la primera corrida de Crotaurinos, agremiación que reunía a los cronistas taurinos de Colombia. Tiempos atrás, en Bogotá, se habían celebrado corridas en homenaje a la prensa taurina, pero esta era la primera corrida que los reconocía como agremiación. También tiempos atrás, Jerónimo Pimentel había hecho parte de una de las empresas que daba la temporada taurina en La Santamaría y a la labor regresó para dar esta corrida en homenaje a la prensa taurina y para que su torero tomará la alternativa.

Para mediados de agosto, la prensa taurina de Colombia empezó a divulgar el homenaje que se les estaba preparando y anunciaron los dos primeros nombres. ‘Espartaco’, el gran triunfador de ese año en Sevilla y Madrid, regresaba a la plaza que lo había visto en su etapa de becerrista. José Cubero ‘El Yiyo’, que había firmado una exclusiva con Pimentel para América, sería el otro espada extranjero. Antes de que anunciaran al tercer torero, los de Crotaurinos, tuvieron que escribir y contar que a José Cubero un toro le había partido el corazón y que no le alcanzó la vida para llegar a su cita con La Santamaría.

Pedro Moya ‘El Capea’ sería el torero que llegaría al cartel y se le anunció como el padrino de ‘Gitanillo de América’ que cerraba el cartel de los toreros que enfrentarían una corrida de ‘El Encenillo’

La corrida se anunció para el seis de octubre de 1985. Llovió mucho en los días que antecedieron al festejo, por lo que Jerónimo Pimentel decidió que la corrida debía ir a la 12 del día, un horario atípico para asistir a los toros en La Santamaría. Ese domingo, los apoderados llegaron a la plaza más temprano de lo acostumbrado en busca de la suerte en el sorteo y los banderilleros apenas si tuvieron tiempo de ver los toros que enfrentarían desde el mediodía, para luego ir hasta el Hotel Tequendama en busca de sus toreros, contarles lo vivido en los corrales y luego correr a ponerse el traje de torear para volver a la plaza.

Tras el paseíllo, ‘Gitanillo de América’ se puso de rodillas frente a la puerta de toriles y recibió con una portagayola al primer toro del mediodía, su primer toro y con el que iba a pasar a la lista de los toreros que encabezaba celosamente el maestro Cáceres. Ese gesto, frente a la puerta de toriles, era una muestra de las intenciones con las que ‘Gitanillo de América’ llegaba a su patria donde era un total desconocido. Con el toro de su alternativa, Over Gelaín, su nombre detrás del ‘Gitanillo’, se mostró valiente y bullidor con su capote, en los pares de banderillas y con su muleta. Dio dos vueltas al ruedo porque el asesor del palco presidencial no consideró sacar el pañuelo blanco.

Pedro Gutiérrez Moya, a quien todavía en Colombia anunciaban como “El Niño de La Capea” y que ya sumaba 33 años, se exhibió como el maestro en el que ya se había convertido, ante dos toros mansos que poco le permitieron hacer. Dos ovaciones fuertes le brindaron los aficionados bogotanos tras terminar sus labores.

Y ‘Espartaco’, el torero más esperado de ese mediodía, le cortó una oreja a cada uno de sus toros. Su apoderado José Luis Marca le había madrugado a la suerte aquella mañana y la encontró en los pitones de dos nobles toros de don Darío Restrepo. Dos horas después del inicio de esa primera corrida de Crotaurinos, ‘Gitanillo de América’ enfrentaba su segundo toro al que le cortó una oreja tras una faena corajuda y que asumió con su cuerpo magullado tras haber sido volteado cuando ponía las banderillas. La hizo bajo un diluvio; Jerónimo Pimentel había acertado, a las 3 y media iba a llover.

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