«Sólo el Nacimiento puede conquistar a la Muerte, -no de la misma cosa otra vez, sino de algo nuevo.»
– Joseph Campbell
El proceso creativo de Remedios Varo se puede definir de la siguiente forma: ella concebía la escena en su cabeza para después hacer dibujos muy meticulosos, tomando como modelos ilustraciones de enciclopedias y objetos que iba recogiendo. Después transfería el dibujo detalle a detalle en madera previamente preparada. Los detalles los pintaba con un pincel de una sola púa, soplaba y emborronaba pintura para dar detalles. Además, arañaba la superficie para conseguir los toques de luz. Su pintura siempre estaba abierta a los accidentes controlados. Uno de sus mejores logros en el emborronamiento de la pintura se haya en Música Solar (1955).
Remedios Varo, «Música Solar», 1955, óleo sobre masonite.
Su obra es el resultado de su formación académica y su experimentación surrealista. Ella no exploró el automatismo de los surrealistas, pues todo lo que hacía era premeditado. Poco a poco, se fue distanciando del surrealismo hasta que su estadía en México le permitió liberarse de las limitantes de dicha corriente.
Remedios Varo, «Cazadora de Astros», 1956, técnica mixta sobre cartulina.
En Roulotte (1955), Varo demuestra lo aprendido con los surrealistas al aplicar técnicas experimentales y hasta cierto punto azarosas, como las salpicaduras o la decalcomanía. A diferencia de como eran utilizadas por los surrealistas, estas técnicas no eran el fin del cuadro; sino el medio para representar motivos en específico.
Remedios Varo, «Roulotte», 1955, óleo sobre masonite.
Debido a su convivio con los pintores vanguardistas, la artista conoció a varios pintores alquimistas que influyeron en su forma de ver el Arte.
La pintura de Remedios es anacrónica. Retoma elementos de diversas culturas y periodos históricos y los mezcla. Su fascinación por la arquitectura medieval es innegable, como se aprecia en Tránsito en espiral (1962). Las ideas del fraile catalán Ramón Llull influyeron mucho en su obra.
Remedios Varo, «Tránsito en Espiral», 1962, óleo sobre masonite.
Varo era supersticiosa y muy nerviosa. Aunque no hay evidencia de ello, es posible que haya sido violada durante su arresto en París. Solía vivir angustiada y llena de miedos, y en sus pinturas eran comunes las descripciones de hombres malévolos y amenazantes, como en Los caminos tortuosos (1958) y Locomoción capilar (1960). La pintora usaba el humor para mitigar el dolor que le causaban ciertas temáticas.
Remedios Varo, «Los Caminos Tortuosos», 1958, técnica mixta sobre cartón.
Varo creía en la magia, y el ocultismo y el misticismo eran muy importantes para ella. Incluso escribió una carta al Dr. Gerard Brosseau Gardner, fundador del Wicca.
Remedios Varo, «Locomoción Capilar», 1960, óleo sobre masonite.
Aunque creía en la magia, también sentía una gran fascinación por la ciencia, y lamentaba que la ciencia moderna estuviera tan deshumanizada y alejada del carácter mágico-religioso que poseía en la antigüedad. Muchas de sus obras tienen temas científicos y se burlan de la inutilidad de la ciencia moderna y su desapego del objeto de estudio. Esto se puede apreciar en obras como Laboratorio (1947). Sus científicos y alquimistas suelen aislarse en su propio conocimiento, muchas veces incluso alejándose su objeto de estudio.
Remedios Varo, «Laboratorio», 1947, gouache sobre cartón.
El uso de símbolos universales y personajes arquetípicos es constante en el trabajo de Varo.
Remedios Varo, «El Vagabundo», 1957, óleo sobre masonite.
Los dos temas principales de Remedios van siempre de la mano hasta convertirse en uno sólo e inseparable: el mono-mito del Viaje del Héroe, descrito por Joseph Campbell, y la autobiografía. Sus andróginos personajes, que casi siempre poseen el rostro de Remedios, realizan largos viajes de autodescubrimiento y logran la transfiguración. Algunos ejemplos son los protagonistas de El vagabundo (1957) y El mundo del más allá (1955).
Remedios Varo, «El Mundo del más Allá», 1955, óleo sobre masonite.
El primer autorretrato de Remedios Varo se encuentra en la pintura L’agent Double[1](1936) y se volvería un tema recurrente en toda su obra.
Remedios Varo, «L’agent Double/ El Agente Doble», 1936, óleo sobre cobre.
En el ocaso de su carrera recurre al tema del viaje como metáfora. Estas pinturas, que escenifican diversas etapas en el Viaje del Héroe, tienen tintes autobiográficos y los protagonistas son seres andróginos, a veces con elementos animales, que tienen el rostro de Remedios. Visita al pasado (1958) es un ejemplo de esto. Varo lo ejecutó previo a un viaje que realizó en 1958 en el que visitó Francia para reencontrarse con su madre y visitar a Péret, quien se encontraba muy enfermo.
Remedios Varo, «Visita al Pasado», 1958, lápiz y polvo de color sobre papel.
Los mitos universales son la base de la temática de la obra de la pintora mexicana, no como mitos individuales; sino la esencia que tienen en común. Del mismo modo, el sentido del humor es un elemento clave en su obra.
Remedios Varo, «La Llamada», 1961, óleo sobre masonite.
Analizando los diversos mitos de la antigüedad, puede notarse que el sentido del humor es un recurso utilizado para volverlos más entretenidos y que ayuda a que su fuerte peso filosófico y religioso pueda ser sobrellevado y explicado con facilidad. Remedios explica con humor su compleja y erudita cosmogonía, no separada de una aguda crítica social.
Remedios Varo, «Luz Emergente», 1962, óleo sobre masonite.
El Viaje del Héroe se divide en tres fases esenciales que se pueden subdividir indefinidamente. En la primera, el héroe sale de la cotidianidad y se adentra en el mundo de lo supernatural. El inicio de la aventura es marcado por la llamada de un heraldo a iniciarse en la iluminación. La llamada (1961) es una representación clara de esta fase; pero también lo es Luz emergente (1962), entre otras.
Remedios Varo, «Dolor Reumático II», 1948, gouache sobre cartulina.
En la segunda etapa se gana una victoria decisiva. Esta etapa es la menos representada por Varo, en gran parte porque nos muestra con sentido del humor que muchos de sus personajes no logran liberarse. Sin embargo, son comunes las representaciones de los momentos inmediatamente anteriores o de las consecuencias de esta victoria. Como ejemplos están Caminos tortuosos (1957) o Dolor Reumático II (1948), en las que se muestra el momento de la liberación.
Remedios Varo, «Astro Errante», 1961, óleo sobre masonite.
En la tercera etapa, el héroe regresa para compartir el poder con sus congéneres, no siempre con éxito. Camino árido (1962), Astro errante (1961) o, incluso, Mujer saliendo del psicoanalista (1961) representan esta fase del Viaje.
Remedios Varo, «Mujer Saliendo del Psicoanalista», 1961, óleo sobre tela.
Remedios escenifica el llamado a la aventura en La llamada (1961), pintura en la que el personaje se libera de los muros que atrapan a sus congéneres y responde a la llamada a la aventura en un éxtasis místico simbolizado con la flama divina de la iluminación. Varo usa la flama sagrada para describir el éxtasis místico en sus personajes en otras pinturas como Simpatía (1955) y Astro errante (1961). Otros personajes llegan al éxtasis místico mediante el martirio, como en Dolor reumático I y II (1948).
Remedios Varo, «Simpatía», 1955, óleo sobre masonite.
Al inicio del viaje, el héroe es protegido por una figura mayor; algún anciano, un hada madrina o un ser divino. El héroe protegido por una entidad cósmica no puede ser herido (Campbell, 2008). Varo protege a su joven héroe andrógino y autorreferencial con un animal guía en Niño y mariposa (1961). Es posible que en este cuadro exista una influencia de la cosmogonía de los pueblos originarios de México y su concepto del nahual*.
Remedios Varo, «Niño y Mariposa», 1961, óleo sobre masonite.
Según Campell (2008), sólo el nacimiento puede conquistar la Muerte, un nacimiento de algo nuevo. El héroe debe morir como hombre, pero renace como hombre eterno y universal. El protagonista de Rompiendo el círculo vicioso (1962) se libera a sí mismo y renace como ave, símbolo de la libertad y el renacimiento. Remedios recurre a la figura del zanfonista para retratar a la Muerte en Vuelo mágico (1956). La autora no representaba a la Muerte como algo negativo; sino como un agente de cambio, generalmente para la elevación espiritual.
Remedios Varo, «Rompiendo el Círculo Vicioso», 1962, técnica mixta sobre cartón.
No se sabe si Remedios estaba consciente de que moriría pronto cuando hizo su última pintura Naturaleza muerta resucitando (1963). La autora deja claro que la Muerte es transición y que de ella brota una nueva vida: la colisión de las frutas libera las semillas que darán origen a una nueva planta: la destrucción de un universo genera uno nuevo.
Remedios Varo, «Vuelo Mágico», 1956, óleo y nácar incrustado sobre masonite.
El personaje de Exploración de las fuentes del Río Orinoco se encuentra con el origen del río; pero esta victoria sólo es la mitad del viaje. Si quiere salir exitosa, deberá librarse de sus ataduras y regresar con su gente para compartir el conocimiento/ elixir adquirido.
Remedios Varo, «Naturaleza Muerta Resucitando», 1963, óleo sobre tela.
Esta pintura engloba casi todos los elementos de su obra y es una de sus obras más importantes. Por un lado, la travesía del personaje (muy posiblemente Juan/ Juana Kermor y al mismo tiempo, Remedios Varo) en su sombrero-nave sobre el Río Orinoco es una de sus tantas representaciones de los viajes del subconsciente. Es autobiográfica, pues el personaje es uno de sus tantos autorretratos y representa el viaje que la autora realmente realizó. Por último, muestra su fascinación por lo oculto, siendo la copa que da origen al Orinoco una representación de la copa de lo Sagrado, de acuerdo a las tradiciones míticas. Todo esto al servicio de su tema central: la búsqueda espiritual realizada por viajeros intrépidos, pero no libres, como esta mujer que sigue atada a su embarcación (Gil y Rivera, 2015).
Remedios Varo, «Exploración de las Fuentes del Río Orinoco», 1959, óleo sobre tela.
En Ruptura (1955), el personaje sólo puede ascender descendiendo al Inframundo; buscando el conocimiento prohibido, pero dando la espalda a su gente; separándose de su familia y sus raíces, pero encaminado al cambio y la renovación simbolizados por los caracoles en las escaleras. ¿Remedios retrata al héroe arquetípico o a sí misma? Es difícil no asociar esta ruptura que el héroe debe hacer con la ruptura que hizo Varo con la fe católica en la que fue criada en la escuela de monjas a la que asistía de niña, o bien, la ruptura que la exiliada debió hacer con su país de origen. Ambas lecturas no son excluyentes. Este es uno de los cuadros más personales de la pintora mexicana.
Remedios Varo, «Ruptura», 1955, óleo sobre masonite.
El Ermitaño (1956) de Varo ha encontrado la verdad conciliando los opuestos y convirtiéndose en el camino, abandonando sus ambiciones personales y convirtiéndose en uno con el Universo; pero al mismo tiempo, aislado de la humanidad ubicándose en un plano superior. El árbol se vuelve el escenario idóneo para dar paso a la transfiguración.
Remedios Varo, «Ermitaño», 1956, óleo y nácar incrustado sobre masonite.
La artista se valió de varios símbolos universales para ejemplificar la importante fase de ascensión por la cual pasan los personajes para alcanzar la iluminación. Usó la montaña, símbolo universal de la iluminación, en pinturas como La Huida (1961), conclusión del tríptico de tonos autobiográficos conformado por ésta, Hacia la torre (1960) y Bordando el manto terrestre (1961). La montaña es el destino del viajero de Ascensión al monte análogo (1960), quien ha sido despojado de casi toda pertenencia en su camino. Y es también el pasado de las deidades-montaña de Las almas de los montes (1938).
Remedios Varo, «Hacia la Torre», 1960, óleo sobre masonite.
Remedios Varo, «Bordando el Manto Terrestre», 1961, óleo sobre masonite.
Remedios Varo, «La Huida», 1961, óleo sobre masonite.
La escalera es otro medio usado por los personajes de la pintora para trascender en Acantilado (1962); así como lo es también el vuelo mágico, forma de pasar sobre los obstáculos que encuentran los protagonistas de La tejedora de Verona (1956) y del plato Mujer lechuza volando (1957). Otros recurren a naves inusuales, como en Locomoción astral (1963), Retrato de los niños Andrea y Lorenzo Villaseñor (1956) y Tránsito en espiral (1962) con resultados diversos.
Remedios Varo, «Ascensión al Monte Análogo», 1960, óleo sobre triplay.
Remedios Varo, «Mujer Lechuza Volando», 1957, técnica mixta sobre vidrio recubierto de hoja de oro y piel.
Remedios Varo, «Locomoción Astral», 1963, vinílica sobre cartulina.
Estos elementos no son una casualidad. Varo sabía perfectamente lo que quería representar aunque, a propósito, solía dar explicaciones simplistas cuando hablaba de sus obras. Ella poseía muchos conocimientos sobre el pensamiento medieval, la filosofía oriental, la mitología comparada, la botánica, la moda y el psicoanálisis; incluso homenajea Freud, Jung y Alfred Adler en Mujer saliendo del psicoanalista (1961), una de sus obras más personales. La artista empezó su obra artística haciendo collages como Catalogue de sombres[2] (1935) y de cierta forma continuó haciéndolo, sólo que ahora eran collages en cuanto a fondo y temática más que a forma, y estaban magistralmente integrados.
Remedios Varo, «Catalogue de Sombres/ Catálogo de Sombras», 1935, collage sobre papel.
Remedios, como otras famosas pintoras mexicanas, hizo del autorretrato el eje de su obra; pero al mismo tiempo contó la historia de el héroe universal, atemporal, andrógino. Es comprensible que una refugiada que nunca regresó a su país, pero que consiguió éxito en otro, se sintiera identificada con el mito del héroe. Varo logró lo que pocos, contando su propia vida al mismo tiempo que contaba una historia que rebasa épocas y latitudes.
Remedios Varo, «Personaje Libélula», 1955, gouache sobre cartón.
Fin.
[1] El Agente Doble.
* El nahual, de acuerdo a muchas culturas mesoamericanas, es un espíritu guía, generalmente animal, que acompaña al hombre desde que nace y se encarga de protegerlo y cuidarlo.
[2] Catálogo de sombras
Referencias:
Campbell, J. (2008), The Hero with a Thousand Faces, Third Edition, Novato, California, New World Library.
Gil, J. A. y Rivera, M. (2015), Remedios Varo. El hilo invisible., Ciudad de México, Siglo Veintiuno Editores y Universidad Autónoma de Nuevo León.
Kaplan, J. A. (1998), Viajes Inesperados. El arte y la vida de Remedios Varo, Ciudad de México, Eva, Título Original: Unexpected Journeys: The Art and Life of Remedios Varo, Traducción de Amalia Martín-Gamero, año de publicación original: 1988.
Carlos Reyes Vega.
Estudió Historia y Diseño y Comunicación Visual, ambas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Apasionado de la Historia del Arte. Habla fluidamente español, inglés, sueco y coreano.
Las opiniones expresadas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de los autores y no expresan la opinión de Mujeres Artistas/ Female Artists.
Me has dado un panorama amplio y general de Remedios para comprender sus obras.
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