Retrospectiva: La Caricatura Política de Helguera

Por Brenda Pichardo Hernández

«La caricatura lo que hace es destapar, ponerles el dedo en la llaga”.

—Helguera.

Antonio Helguera (8 de noviembre de 1965 – 25 de junio de 2021) desarrolló desde la infancia su vocación por el cartón político: el enfoque que fue adquiriendo el humor de sus caricaturas tiene raíz en la postura ideológica de izquierda de su familia. Además, estudió grabado en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, La Esmeralda. Entre sus influencias se encuentra el reconocido cartonista Rafael Barajas, El Fisgón, de quien fue alumno en un taller de caricatura. Su trabajo como caricaturista inició en 1983, en las publicaciones El DíaSiempre! y Proceso —donde hizo junto con José Hernández la sección Mono Sapiens—, y en 1985 en La Jornada. También, fue codirector de las revistas de humor El Chahuistle y El Chamuco, así como coautor, junto con El Fisgón, de los libros El Sexenio me da Risa (1994), El Sexenio ya no me da Risa (1994); y con El Fisgón y Hernández El Sexenio me da Pena (2000) y El Sexenio se me hace Chiquito (2003). De sólida trayectoria, el afamado caricatirusta fue galardonado en dos ocaciones con el Premio Nacional de Periodismo de México, en 1996 y en 2002.

Recuerdo que justo antes de comenzar la entrevista aquella mañana de hace varios ayeres, Helguera reflejaba un semblante de tranquila disposición. Después, comenzó a mostrarse más alegre y un poco ansioso: situado en el confort del sillón, en medio de la calidez matutina de su hogar, expresaba curiosidad con los dedos de su mano hurgando en la punta de su barbilla. Iniciamos la charla sobre su trayectoria como cartonista y su visión en torno a esta en el contexto mexicano de aquel entonces, con sagaces pero asertivas críticas sobre el contexto político en torno al ejercicio de la caricatura.

Desafortunadamente, este año Antonio Helguera partió hacia otro plano, sin embargo, nos dejó un legado en el cartón político mexicano que aún nos invita a reflexionar. Compartimos esta entrevista hecha en 2014 como una especie de conmemoración a su pensamiento político y a su quehacer creativo en la caricatura política. 

Foto: https://www.antoniohelguera.com/bioFS.html

De sus inicios en la caricatura

Brenda Pichardo: ¿Qué fue lo que te llamó la atención de la caricatura?

Helguera: No es que haya surgido espontáneamente. A mí ya me gustaba mucho el dibujo desde chico; me sentía muy a gusto con el lenguaje gráfico, me gustaban mucho las historietas. Tuve la fortuna de que en mi casa hubiera historietas de calidad que me influenciaron muchísimo, me refiero por ejemplo a Asterix, a Tintín, que era una historieta fantástica. Fueron hechas en principios de los setentas, muy viejas. Había algunos libros de Rius en mi casa, a donde llegaban siempre los periódicos, como el Excélsior; había caricaturas de Abel Quezada, de Naranjo. 

Recuerdo, además, a mis papás comentando las caricaturas. Desde entonces me llamaba enormemente la atención; y, en la escuela, la verdad lo que más me gustaba era dibujar, sobre todo en la primaria. A mí lo que  más me fascinaba era empezar el día con una pequeña viñetita en un cuadrito. Llené hojas y cuadernos en la secundaria de historietas que inventaba. Imitaba cosas que veía en las historietas. Llegué a hacer caricaturas pornográficas muy burdas y bobas, eran muy demandadas por mis compañeros.

BP: ¿Cómo iniciaste en el cartón político?

Helguera: Cuando decidí dedicarme a la caricatura tenía 17 años. Todavía no podía trabajar, obviamente porque era menor de edad, pero fue una decisión que tomé sin pensarlo mucho.

Originalmente iba a estudiar Derecho, inclusive había hecho el examen de admisión a la UNAM y había sido aprobado. En ese lapso me reencontré con un amigo que ahora es colega mío, Rocha, el caricaturista de La Jornada. Él estaba en esa época empezando a hacer caricaturas, tenía un taller de grabado junto con Sergio Arau; entonces, yo llegué ahí y me dieron trabajo como impresor de sus grabados. Ahí aprendí a hacer todo el proceso del grabado; en el mismo lugar conocí a otros caricaturistas que en esa época trabajaban en el Uno Más UnoEl Fisgón estaba impartiendo un taller de caricatura y me invitó a sumarme a su taller; fui su alumno un tiempo.

Deserté de la Facultad de Derecho, más tarde entré a La Esmeralda, donde estudié Grabado y empecé a publicar por mi propia cuenta en el periódico El Día, en la sección internacional. Eran unas caricaturas horrorosas, pero El Día pagaba muy mal y no tenían dinero para contratar un caricaturista bueno; me dieron chamba ahí. Así fue como empecé.

BP: ¿Recuerdas el primer cartón que publicaste?

Helguera: Sí, inclusive en algún lugar lo tengo guardado y recortado, en papel amarillento y todo cuarteado, pero lo conservo. Tenía que ver con la toma de la Isla de Granada en el Caribe; en aquella época, a finales de 1983, Estados Unidos invadió Granada, decidió que era una amenaza comunista en el contexto de la Guerra Fría.

BP: ¿En dónde lo publicaste?

Helguera: En El Día.

El Inocente – Helguera. (La Jornada, 17 de junio 2021)

De creatividad y algo de técnica

BP: A lo largo de tu trayectoria, ¿has visto cambios en cuanto a la técnica, es decir, en los materiales y formas para hacer caricatura?


Helguera: Lo que he visto es que ser caricaturista es un oficio muy libre; con la llegada de las tecnologías digitales hay más posibilidades de hacer cosas nuevas. Un caricaturista hoy en día puede trabajar con un plumón o un lápiz y papel, o puede trabajar directamente sobre una computadora. Técnicamente hablando es muy versátil y puedes usarlo como quieras.

A mí me gusta dibujar a mano. Escaneo los dibujos y en la computadora les agrego sombra, color, textura, para alterar la composición del original. Es una combinación de técnica tradicional con lo que aporta la computadora.

BP: En cuanto a la creatividad, ¿tienes alguna dinámica?

Helguera: Los que hacemos caricatura política necesariamente tenemos que estar amarrados a los temas de actualidad. El tema de tu trabajo tiene que ser el tema del día o de la semana, de otra forma tu trabajo queda desfasado. El chiste es que la información esté al día con el tema más importante. Por ejemplo, a lo largo del gobierno de Calderón, su famosa guerra contra el narcotráfico; es un tema recurrente, es un ejemplo de una temática de años. Para hacer un cartón de esos tendría que haber algo que me diera un motivo. Tienes que estar muy apegado al tema del día.

De censura y posturas políticas en el cartonismo mexicano

BP: Tu trabajo tiene tu sello, una postura ideológica, ¿cómo la definirías?

Helguera: El cartón político es un género de opinión necesariamente. Hay gente que te reclama que no eres objetivo, y no lo eres por tratarse de un género de opinión. Ahí expreso mi opinión muy particular y subjetiva. Lo que sí se te debe exigir como caricaturista es objetividad en el enfoque de los temas, no creo que se valga tergiversar el fondo de un tema. Eso sí sería falta de ética. Los hechos son como son y tú a partir de ellos haces una interpretación desde tu punto de vista y tu criterio.

Personalmente, tengo una posición de izquierda, es algo tradicional en mi familia. Soy descendiente de republicanos españoles. Mi abuelo fue diputado socialista en España, funcionario del gobierno republicano. Mi familia tiene una historia de izquierda y esa es mi postura, y lo que reflejan mis cartones es esa posición ideológica. No lo escondo ni lo disimulo, es algo de lo que estoy orgulloso. Mal haría yo en avergonzarme de eso.

BP: Y en relación a tu postura de ideológica, durante tu trayectoria, ¿has atravesado algún tipo de censura como caricaturista?

Helguera: La censura es algo mucho más común de lo que la gente cree; no es algo esporádico. Es algo con lo que un caricaturista tiene que aprender a lidiar, es parte de tu trabajo, aprender a defenderlo y esquivar la censura. Tengo la fortuna de publicar en lugares donde tengo un margen de libertad muy grande. Publico en Proceso y en La Jornada. Eventualmente, también, colaboro con mis colegas en El Chamuco.

No siempre ha sido así, llevo en La Jornada trabajando más de un cuarto de siglo, ha habido épocas muy complicadas para el periódico. En el sexenio de Salinas fue especialmente duro, porque era un gobierno represor; ahí  me di cuenta que a Salinas le acomplejaba su propia imagen. No era fácil publicar caricaturas del presidente en esa época. Los periódicos no podían publicar caricaturas del presidente, so pena de tener un altercado muy grave con el secretario de gobernación, que en ese tiempo era el temible Fernando Gutiérrez Barrios.

La libertad de expresión sí se tiene que abrir a patadas. En el sexenio con Calderón, estuvo muy amenazada, creo que es muy renuente a la crítica. Ha tenido una actitud muy hostil hacia los medios críticos. Tampoco creo que sea muy diferente con Peña Nieto.

Decodificando el mensaje – Helguera. (La Jornada, 26 de mayo 2021)

BP: En relación con la libertad de expresión en el cartón político, ¿ha habido alguna diferencia en cuanto a la transición de un partido a otro en el gobierno?

Helguera: Considero que no existe transición alguna. Desde hace muchos años, lo que se instauró en México es un gobierno neoliberal con dos facetas: la priísta y la panista, pero son lo mismo, es una dictadura neoliberal en donde se nos han impuesto unas políticas económicas de saqueo para privilegiar a las trasnacionales. Alternancia sería  que hubiera un gobierno de izquierda. Es preferible para ellos un fraude electoral, que una transición de verdad.

Y la libertad de expresión está permanentemente amenazada con el PRI o con el PAN. Los márgenes de libertad de expresión son muy pequeños. Lo que predomina es una alineación mediática al poder neoliberal.

BP: Para finalizar, ¿podrías darnos un concepto de lo que es el cartón político en México, en la actualidad?

Helguera: Es una pregunta difícil. El cartón político, en pocos lugares como en México, tiene una historia tan rica y tanta presencia. Hay caricatura en México desde el siglo XIX, muy combativa, ideologizada, con mucha presencia entre la sociedad. El trabajo de los caricaturistas es muy buscado por los lectores. Tienen mayor credibilidad entre la gente. Hay países donde no existe, donde es mal vista, y hay países donde es solo un accesorio de la prensa. En México es una excepción.

La caricatura es un arma formidable, tiene un contenido político muy claro y duro. Además, tiene un arma que es inigualable: es el humor que penetra en la mente hasta el fondo, no nada más por el hecho de reírte, sino reírse de una situación política retratada con un criterio crítico muy preciso, cosa que nada más puede hacer un buen caricaturista.

El humor y el lenguaje gráfico son muy accesibles para la mente, en algunos lugares hay escándalos provocados por caricaturistas. La caricatura lo que hace es destapar, ponerles el dedo en la llaga.

Narcoestado – Helguera. (La Jornada, 24 de junio 2021)

Brenda Pichardo (Ciudad de México). Ciencias de la Comunicación, en Facultad de Ciencias Política y Sociales, UNAM. Egresada del Seminario Género, Filosofía y Pensamiento Crítico en 17, Instituto de Estudios Críticos, donde también cursé el Seminario Cine Documental e Historia: confluencias. Renunciando a mi androcentrismo literario. Descubriendo la literatura diversa: otras narrativas, otras voces.

brendapich@gmail.com 

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