Novelista y poeta chileno

Roberto Bolaño, el escritor salvaje que reinventó la novela

Fundador del infrarrealismo y autor de obras de la magnitud de ‘Los detectives salvajes’ y ‘2666’, Roberto Bolaño renovó el género novelístico en español y se convirtió en una de las voces más importantes de la literatura latinoamericana posterior al Boom.

Roberto Bolaño

Roberto Bolaño

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A los dieciséis años, Roberto Bolaño decidió que quería ser escritor. Afincado junto a sus padres y su hermana menor en Ciudad de México, el joven nacido en Santiago de Chile el 28 de abril de 1953 abandonó los estudios de secundaria y se entregó en cuerpo y alma a dos tareas que determinarían su vida: la lectura y la escritura.

Antes de trasladarse a la capital mexicana, la familia formada por León Bolaño, transportista y boxeador, y Victoria Ávalos, profesora, había vivido entre Valparaíso, Viña del Mar y la comuna de Los Ángeles, en la provincia de Biobío. Dejaron Chile por insistencia de la madre que, entusiasmada tras haber visitado México en varias ocasiones, convenció a su esposo e hijos para probar suerte en aquel nuevo destino. De ahí que fuera entre las calles y las bibliotecas públicas de Ciudad de México y no en Chile donde Roberto Bolaño decidió, con una determinación implacable, que sería escritor.

Fundador del infrarrealismo 

Durante aquellos años, Bolaño devoró compulsivamente las páginas de los libros que llegaban a sus manos: clásicos, literatura mexicana, thrillers policíacos… Escribió sus primeras obras de teatro, poesía y artículos que publicó en algunos periódicos del país. 

A los veinte años, regresó a Chile poco antes de que estallara el golpe de Estado de Augusto Pinochet. Habiéndose incorporado a la resistencia, el joven fue arrestado y pasó ocho días entre barrotes hasta que un antiguo compañero del colegio, que curiosamente formaba parte del grupo de policías que debían vigilarlo, consiguió que lo liberaran. Atravesado por aquella experiencia, Bolaño viajó de vuelta a México y se sumergió de nuevo en sus universos literarios. 

En 1976, Bolaño publicó 'Reinventar el amor', su primer libro de poesía.

En México, Bolaño conoció a dos de sus grandes amigos, el poeta Mario Santiago Papasquiaro y al chileno Bruno Montané, con quienes compartió largas conversaciones y debates que les llevaron a fundar, junto a otros poetas mexicanos, el infrarrealismo. Este movimiento de vanguardia se caracterizaba por rechazar los cánones literarios del momento, encarnados por Octavio Paz, y rebelarse contra los poderes dominantes de la poesía mexicana, algo parecido a lo que habían hecho los escritores de la generación beat años antes en los Estados Unidos.

Los veinte poetas que formaban el grupo se solían reunir en el Café La Habana de la Avenida Bucareli para cruzar sus ideas y discutir sobre las ambiciones que cada uno volcaba sobre el movimiento. En 1975, el grupo publicó una antología poética bajo el título Poetas infrarrealistas mexicanos y en 1976 Bolaño firmó el primer manifesto infrarrealista, que cerraba con la célebre provocación: “Déjenlo todo, nuevamente, láncense a los caminos”.

Poco después, el escritor se estrenó en solitario con su primer libro de poesía, Reinventar el amor, editado en la imprenta de un amigo suyo. En aquel momento álgido, Lisa Johnson, su pareja, rompió la relación entre ambos y Bolaño decidió cambiar de aires y de continente. Viajó por Europa, encontró trabajo en Suecia y, finalmente, se instaló en Barcelona, la ciudad a la que su madre se había mudado tras separarse de su esposo, que se quedo en México y formó una nueva familia. 

México

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Catedral de Ciudad de México.

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Abriendo nuevos horizontes en Barcelona

El aterrizaje en Barcelona no fue fácil. Sin papeles, ni dinero, el joven escritor se aferró a cualquier trabajo que le permitiera subsistir económicamente: camarero, lavaplatos, vendimiador en verano e incluso vigilante nocturno en el campamento La Estrella de Mar en Castelldefels. Primero vivió en un piso de 25 metros cuadrados en la calle Tallers, a pocos pasos de Plaza Catalunya, frente a la Imprenta Llenas, en la que compraba sus libretas Miquelrius, y al lado del Café Cèntric, que frecuentaba con sus amigos. Después se trasladó, junto a su hermana y su madre, a un piso en Gran Vía, cerca de Plaza España.

Durante aquel tiempo, Bolaño fundó con su amigo Bruno Montané una revista de poesía llamada RVAC (Rimbaud vuelve a casa), en la que ambos se despidieron formalmente del infrarrealismo, y publicó varios de sus poemas en antologías como Algunos poetas en Barcelona, Novísima poesía latinoamericana y Muchachos desnudos bajo el arcoíris de fuego

Bolaño prosperó gracias a los premios literarios municipales.

En 1980 dejó la capital catalana para instalarse en Girona, habiendo escrito ya su primera novela, Amberes, y con la intención de priorizar su producción narrativa frente a la poética. En aquella ciudad, Roberto Bolaño conoció a Carolina López, su futura esposa, y escribió de manera conjunta con Antoni García Porta Consejo de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, obra con la que ganaría el premio Ámbito literario.

Bolaño escribía y reescribía todos los días, acompañado música de rock de los años 70, su clásica infusión de manzanilla con miel y muchos cigarrillos. Gracias a los premios literarios municipales, el autor empezó a ganar dinero y consolidó su principal fuente de ingresos. En 1985, se casó con su pareja, Carolina López, y ambos se fueron a vivir a Blanes, donde tuvieron a sus dos hijos: Lautaro y Alexandra. 

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Literatura, a propósito y a pesar de la enfermedad

1993 fue un año difícil para el escritor, ya que los médicos le diagnosticaron una grave enfermedad hepática. Sin embargo, lejos de paralizarle, esta difícil noticia le dio a Bolaño el impulso definitivo para entregarse enteramente a su literatura: meses más tarde publicó las novelas Los perros románticos y La pista de hielo, además de un recopilatorio de poemas escritos entre 1977 y 1990. 

Los años siguientes vieron la luz La literatura nazi en América, Estrella distante y la recopilación de cuentos Llamadas telefónicas, que le valió el Premio Municipal de Santiago de Chile, el más importante del país. Justo después, el escritor publicó la obra que lo catapultaría a la fama y que haría que su nombre se reconociera a nivel internacional: la novela Los detectives salvajes. 

Con esta historia, que narra las aventuras de Arturo Belano y Ulises Lima, dos hombres enzarzados en la búsqueda de una escritora mexicana desaparecida durante la revolución, Bolaño ganó el premio Herralde de novela, siendo el primer escritor chileno en alzarse con tal reconocimiento. Después, visitó Chile tras veinticinco años alejado de su país natal, gestando en aquel viaje la inspiración que daría forma a Nocturno en Chile

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Retrato de Roberto Bolaño.

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Un legado inagotable

Pese a su impulso vital y creativo, pese a su fuerza y obsesión por dejar un legado literario importante, poco a poco, Bolaño se fue apagando a causa de su enfermedad. Mientras esperaba un transplante de hígado que no llegaría nunca, el novelista escribió su última obra: 2666, un texto de mil páginas que se terminó publicando de manera póstuma, después de que el autor falleciera el 14 de julio de 2003. “Lo brutal siempre es la muerte”, afirmó en una ocasión, “ahora y hace años y dentro de unos años: lo brutal siempre es la muerte”.

Bolaño: "La literatura se parece mucho a las peleas de los samuráis".

Así finalizó la vida del escritor y se prendió la llama de la leyenda literaria en la que se convertiría con el paso del tiempo. Encumbrado como uno de los novelistas más importantes, Bolaño no hizo más que expandirse por las librerías, las editoriales y las traducciones internacionales, logrando que su preciada tarea creativa cristalizara como un hito en la historia de la literatura y se posicionara junto a los títulos de los escritores más grandes. 

“La literatura se parece mucho a las peleas de los samuráis, pero un samurái no pelea contra otro samurái; pelea contra un monstruo”, aseguró Roberto Bolaño, “Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tiene el valor sabiendo previamente que va a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura”.