La perspectiva didáctica con la que trabaja el profesor define el tipo de evaluación que realiza con sus estudiantes. “En ella observa determinados indicadores para decir si han aprendido o no, y es fundamental, porque lo que evalúa depende de lo que entiende como aprendizaje”.
Así lo señaló Marina Kriscautzky, quien junto con Elizabeth Martínez y Arturo Muñiz, de la Dirección de Tecnologías para la Educación (H@bitat Puma), dictaron la conferencia “La evaluación de aprendizajes y el papel de la retroalimentación en entornos virtuales”, como parte de las actividades del diplomado Didáctica en Línea. Educación a Distancia y Aprendizaje, del Centro de Formación Continua del CCH.
Los especialistas definieron lo que significa calificar y evaluar. Lo primero tiene que ver con la acreditación de una asignatura en un nivel determinado, un mecanismo que permite a la institución entregar un comprobante que acredite al estudiante que ha alcanzado ciertos conocimientos. Pero la evaluación de los aprendizajes es un proceso que se da de manera permanente, durante la interacción que tienen profesores con los estudiantes y entre los propios alumnos.
“Evaluar el aprendizaje y para el aprendizaje son dos procesos que tienen que ver con cómo hacer para que docentes y estudiantes monitoreen el grado de avance en el aprendizaje de distintas disciplinas, de acuerdo con lo que se espera que aprendan los chicos en un nivel y asignatura”, consideraron.
“Es un proceso, un conjunto de actividades que deben producir aprendizajes que permitan ver cómo se va avanzando en el aprendizaje y ofrecer elementos para continuar aprendiendo”.
Así, describieron los tipos de evaluación: la Diagnóstica, que se aplica al principio del curso para saber los conocimientos y habilidades que tienen los alumnos. En la actual situación a distancia, sirve para conocer los recursos tecnológicos con los que cuentan los estudiantes y así adecuar el curso.
También están la evaluación Sumativa y la Formativa, esta última monitorea el progreso del aprendizaje de los alumnos y con ello da una retroalimentación formal o informal.
En cuanto a los instrumentos de evaluación cuantitativos están el examen objetivo; el quiz, que está conformado por preguntas breves y se toma en consideración el tiempo de respuesta; lista de cotejo, que se utiliza principalmente en asignaturas de matemáticas, física, biología, y la rúbrica, que permite conocer el proceso de aprendizaje del estudiante.
Existen otros de nivel cualitativo, como el portafolio, la demostración, la exposición oral, la simulación, el ensayo, el estudio de caso, la resolución de problemas. “Cuando se entiende la evaluación como un proceso todos los instrumentos sirven para recabar información y seguir evaluando”, señalaron.
Así, la evaluación está implicada desde el diseño curricular y “por supuesto desde la planificación que cada profesor hace de sus actividades con las cuales quiere alcanzar esos objetivos. Hay que ser coherentes entre lo que entendemos por aprendizaje, cómo pensamos las actividades ya que en esas está implicada la idea de evaluación”.
El problema, precisaron los ponentes, no es que los objetivos estén formulados bien o mal, sino lo que se entiende por aprender, ya que eso hará que el profesor los interprete y proponga sus actividades y cómo evaluarlos. “Muchas veces no se hace caso a la concepción de aprendizaje, sino que se va directamente a la formulación de actividades y los instrumentos con los que se evaluará, como si el instrumento solo fuera la solución para la evaluación”.
Finalmente, destacaron considerar al alumno como interlocutor de su proceso, generar preguntas que los orienten hacia la reflexión y el autoaprendizaje, y en la búsqueda de soluciones, la formulación de hipótesis, la argumentación y socialización de las ideas y la colaboración, que requiere de una evaluación permanente del proceso, formativa; es decir, una interacción cognitiva, una realimentación que enriquezca el proceso de aprendizaje. Por ello es importante buscar canales de comunicación efectivas.
