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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A.

CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

TRIBUNAL ARBITRAL

DE

AUTOMOTORA NACIONAL S.A.

- AUTONAL S.A.-

CONTRA

SOCIEDAD DE FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A.

-SOFASA S.A.-

LAUDO

Bogotá D.C., veinticinco (25) de abril de dos mil diecisiete (2017).

Surtidas como se encuentran la totalidad de las actuaciones procesales previstas en


la ley 1563 de 2012 para la debida instrucción del trámite arbitral, y siendo la fecha
señalada para llevar a cabo la audiencia de fallo, el Tribunal Arbitral profiere el
Laudo que pone fin al proceso convocado para dirimir las diferencias entre
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SOCIEDAD DE FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA
S.A., surgidas con ocasión del contrato de concesión suscrito el 1 de abril de 2013,
previos los siguientes y preliminares antecedentes:

1. ANTECEDENTES

1.1. PARTES PROCESALES

1.1.1. Parte Convocante

La parte Convocante en el presente trámite arbitral es AUTONAL S.A. (en lo


sucesivo, Autonal o la Convocante), sociedad comercial domiciliada en Bogotá
D.C., identificada tributariamente con el NIT 860.007.884-6 y, comercialmente,

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con la matrícula mercantil No. 14036 del 5 de abril de 1972 inscrita en el registro
mercantil que lleva la Cámara de Comercio de Bogotá, representada legalmente por
LUIS FELIPE LÓPEZ PÉREZ, mayor de edad, domiciliado en la ciudad de
Bogotá, cuya condición está acreditada con el certificado de existencia y
representación legal expedido por la Cámara de Comercio de Bogotá.

En el presente proceso arbitral está representada por el doctor MARIO SUÁREZ


MELO, abogado en ejercicio, portador de la tarjeta profesional número 6703-D1
del Ministerio de Justicia, de acuerdo con el poder visible a folio 9 del Cuaderno
Principal No. 1.

1.1.2 Parte Convocada

La parte Convocada es SOFASA S.A. (en lo sucesivo, Sofasa o la Convocada),


sociedad comercial domiciliada en la ciudad de Envigado (Antioquia), identificada
comercialmente con la Matrícula Mercantil No. 00168195 del registro mercantil
que lleva la Cámara de Comercio del Aburrá Sur y con el NIT 860.025.792-3,
representada legalmente por LUIS FERNANDO PELÁEZ mayor de edad, con
domicilio en Bogotá, condición debidamente acreditada en el expediente.

En el presente proceso arbitral está representada judicialmente por el doctor


HERNÁN FABIO LÓPEZ BLANCO, abogado en ejercicio y portador de la
tarjeta profesional número 515 del Consejo Superior de la Judicatura, de acuerdo
con el poder visible a folio 63 del Cuaderno Principal No. 1.

1.2. EL CONTRATO

El 1º de abril de 2013, las partes celebraron el Contrato de Concesión Renault


2013, cuyo objeto, según la cláusula 4.1. consiste en “La compra por parte del
CONCESIONARIO, en su propio beneficio y por su cuenta y riesgo de los vehículos
ensamblados e importados así como los repuestos y accesorios comercializados por SOFASA S.A

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para su posterior venta al público dentro de territorio colombiano en los puntos autorizados para
ello dispuestos en el artículo 5.1. de este contrato (…)”.

1.3. EL PACTO ARBITRAL

Las partes acordaron pacto arbitral en la modalidad de cláusula compromisoria,


contenida en la cláusula 13.14 del texto contractual suscrito por AUTONAL Y
SOFASA, el día 1 de abril de 2013, que dispone:

“13.14 CLÁUSULA COMPROMISORIA

Las diferencias que surjan entre las partes contratantes en relación con la
celebración, ejecución, interpretación o terminación del presente contrato, cuando no
hubieren sido solucionadas directamente entre las partes en un plazo mínimo de 3
meses de negociaciones directas sinceras y de buena fe, serán dirimidas por un
Tribunal de Arbitramento integrado por tres abogados colombianos quienes
fallarán en derecho y serán designados de común acuerdo por las partes. El
Tribunal sesionará en la ciudad de Bogotá D.C. En lo no previsto aquí se
aplicará en lo pertinente lo consagrado en la Ley 23 de 1991, en los Decretos
2279 de 1989 y 2651 de 1991 y demás normas concordantes, teniendo en cuenta
el reglamento del centro de arbitraje de la Cámara de Comercio de Bogotá.”

1.4. INICIACIÓN DEL TRÁMITE

1.4.1. Con fundamento en la cláusula compromisoria antes transcrita, AUTONAL


S.A presentó el veintiuno (21) de mayo de dos mil quince (2015), solicitud de
convocatoria a Tribunal de Arbitraje y demanda arbitral contra la sociedad
SOFASA S.A.1

1 Cuaderno Principal No. 1, folios 1 a 8.

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1.4.2. Previa designación de los árbitros de común acuerdo y su aceptación


oportuna2, el día dos (2) de septiembre de dos mil quince (2015), Acta No. 1,
con la presencia de todos los árbitros GUILLERMO ZEA
FERNÁNDEZ, FERNANDO PABÓN SANTANDER y SERGIO
MUÑOZ LAVERDE, las partes y sus apoderados, se instaló el Tribunal de
Arbitraje, se designó como Presidente al doctor GUILLERMO ZEA
FERNÁNDEZ, y como Secretaria a JEANNETTE NAMÉN
BAQUERO y se profirió el Auto No. 1, fijándose como lugar de
funcionamiento y secretaría la sede Chapinero del Centro de Arbitraje y
Conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá, ubicada en la Calle 67
No. 8- 32, piso 5 de Bogotá. Adicionalmente, mediante el Auto No. 2 se
inadmitió la solicitud de convocatoria y demanda arbitral de conformidad
con el artículo 206 del Código General del Proceso, por cuanto en ella no se
estimó razonadamente la cuantía de las pretensiones, en la forma indicada en
el citado artículo.3

1.4.3. El día ocho (8) de septiembre de dos mil quince (2015), el apoderado de la
parte Convocante subsanó la demanda, estimando, bajo la gravedad de
juramento, la cuantía de sus pretensiones en la suma de $ 25.680.297.289.4

1.4.4. Mediante Auto No. 3 de diecisiete (17) de septiembre de dos mil quince
(2015), el Tribunal admitió la demanda y ordenó su traslado y notificación a
la Convocada. 5

1.4.5. El día veintiocho (28) de septiembre de 2015, la secretaria notificó el


contenido del auto No. 3 de diecisiete (17) de septiembre de 2015, al
apoderado de la parte Convocada. 6

2Cuaderno Principal No. 1, folios 46 y ss.


3Cuaderno Principal No. 1, folios 159 a 162.
4Cuaderno Principal No. 1, folios 166 a 168.
5Cuaderno Principal No. 1, folios 169 a 172.
6Cuaderno Principal No. 1, folio 173.

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1.4.6. Oportunamente, el día veintitrés (23) de octubre de 2015, el apoderado de la


parte Convocada contestó la demanda, interpuso excepciones de mérito y
solicitó la práctica de pruebas. 7

1.4.7. El día veintisiete (27) de octubre de 2015, la secretaria fijó en lista el traslado
de las excepciones de mérito y de la objeción al juramento estimatorio.

1.4.8. Mediante escrito radicado el día veintisiete (27) de octubre de 2015, el


apoderado de la parte Convocante reformó la demanda. 8

1.4.9. Mediante Auto No. 4 de tres (3) de noviembre de dos mil quince (2015), el
Tribunal admitió la reforma de la demanda y ordenó su notificación y
traslado a la Convocada. 9

1.4.10. El día cinco (5) de noviembre de 2015, la secretaria notificó el auto No. 4
de tres (3) de noviembre de 2015, al apoderado de la parte Convocada.

1.4.11. El día diez (10) de noviembre de 2015, el apoderado de la parte Convocada


interpuso recurso de reposición contra el auto No. 4 y adicionalmente
solicitó su aclaración.

1.4.12. El día doce (12) de noviembre de 2015, se fijó en lista el traslado del recurso.

1.4.13. Mediante escrito radicado el día trece (13) de noviembre de 2015, el


apoderado de la Convocante descorrió el mencionado traslado.

1.4.14. El día veintitrés (23) de noviembre de 2015, la secretaria notificó el auto No.
5 de 20 de noviembre de 2015.

7Cuaderno Principal No. 1, folios 174 a 177.


8Cuaderno Principal No. 1, folios 178 a 230.
9Cuaderno Principal No. 1, folios 231 a 233.

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1.4.15. El día cuatro (4) de diciembre de 2015, en oportunidad, el apoderado de la


parte Convocada contestó la reforma de la demanda. 10

1.4.16. Por secretaría, el diez (10) de diciembre de 2015 se fijó en lista el traslado de
las excepciones propuestas en la contestación a la reforma de la demanda y
de la objeción al juramento estimatorio.

1.4.17. El día diecisiete (17) de diciembre de 2015, el apoderado de la parte


Convocante descorrió el mencionado traslado. 11

1.4.18. Mediante Auto No. 6 del diecinueve (19) de enero de dos mil dieciséis
(2016), se fijó fecha y hora para la audiencia de conciliación, que fue
suspendida mediante Auto No. 8 del veintiocho (28) de enero de dos mil
dieciséis (2016).12

1.4.19. Por Auto No. 8, Acta No. 5, de veintidós (22) de febrero de dos mil dieciséis
(2016), el Tribunal declaró fallida la audiencia de conciliación, y dispuso la
continuación del trámite. El mismo día, mediante Auto No. 9, fijó la suma
correspondiente a los gastos y honorarios del Tribunal, la cual fue
consignada en proporciones iguales por cada una de las partes. 13

1.4.20. Mediante Auto No. 9, Acta 5, de veintidós (22) de febrero de dos mil
dieciséis (2016), se fijó el quince (15) de marzo de 2016, para llevar a cabo la
primera audiencia de trámite.

1.5. TRÁMITE ARBITRAL

1.5.1. Primera audiencia de trámite

10Cuaderno Principal No. 1, folios 256 a 310.


11Cuaderno Principal No. 1, folios 311 a 319.
12Cuaderno Principal No. 1, folios 320 a 322.
13Cuaderno Principal No. 1, folios 327 a 332.

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El quince (15) de marzo de dos mil dieciséis (2016), Acta No. 8, se realizó la
Primera Audiencia de Trámite de conformidad con el artículo 30 de la ley 1563 de
2012. 14

Previo análisis de la cláusula compromisoria, la existencia y debida representación


de cada una de las partes y las pretensiones formuladas por la parte Convocante en
la reforma de la demanda, así como la contestación a la demanda y su reforma, el
Tribunal, mediante Auto No. 10 de la misma fecha, se declaró competente para
conocer y decidir en derecho todas las controversias sometidas a su conocimiento
en relación con el contrato celebrado entre las mismas.

1.5.2. Audiencias de instrucción del proceso

Definida la competencia del Tribunal, se procedió a decretar las pruebas solicitadas


por las partes mediante Auto No. 11 proferido en la audiencia del quince (15) de
marzo de dos mil dieciséis (2016).15

El trámite se desarrolló en treinta y dos (32) sesiones, en las cuales se asumió


competencia, se decretaron y practicaron las pruebas solicitadas, se recibieron
alegatos de conclusión y se profirió este Laudo.

1.5.3. Pruebas decretadas y solicitadas

Mediante Auto No. 11, proferido en la audiencia del quince (15) de marzo de dos
mil dieciséis (2016), el Tribunal decretó las pruebas solicitadas por las partes, las
cuales se practicaron de la siguiente manera:

1.5.3.1. Documentales

Se tuvieron como medios de prueba, con el mérito legal probatorio que a cada cual
corresponde, los documentos allegados con la solicitud de convocatoria y demanda

14Cuaderno Principal No. 1, folios 334 a 350.


15 Cuaderno Principal No. 1, folios 334 a 350.

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arbitral y su reforma y sus respectivas contestaciones y el escrito que descorrió el


traslado de las excepciones de mérito.

1.5.3.2. Oficios:

Se ordenó oficiar:

• A la DIAN, para que informara “si han existido o existen en la actualidad


investigaciones y/o sanciones con ocasión de las declaraciones de renta, IVA, retenciones o
cualquier otra circunstancia respecto de SOFASA S.A., NIT 860.025.792-3, en los
últimos diez años”. De igual forma, “para que informara si han existido o existen en
la actualidad investigaciones y/o sanciones con ocasión de las declaraciones de renta, iva,
retenciones o cualquier otra circunstancia respecto de AUTONAL S.A., NIT.
860007884-6, en los últimos diez años”.

El día veinte (20) de abril de 2016, la DIAN se manifestó respecto del oficio No.
001 de 2016 señalando que había dado traslado a la división competente, y el día
veintitrés (23) de mayo de 2016, la aludida entidad contestó el oficio.

• A la Superintendencia de Industria y Comercio, con el fin de que enviara


“copia auténtica de la Resolución 34440 de 2 de diciembre de 2003, mediante
la cual se archivó una investigación por fijación de precios adelantada en
contra de SOFASA”.

El día trece (13) de abril de 2016, la Superintendencia de Industria y Comercio


respondió el oficio No. 002 de 2016.

1.5.3.3. Testimoniales

El Tribunal decretó y practicó los testimonios de los Señores ALEJANDRO


BOTERO ESCOBAR, el día veinte (20) de abril de dos mil dieciséis (2016).

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ADRIAN MARTÍN VERA, HERNANDO LÓPEZ JIMÉNEZ, ANTONIO


NAVIA BARRERA, SONIA RODRÍGUEZ ARDILA, el día veinticinco (25)
de abril de dos mil dieciséis (2016). PABLO ECHEVERRY JARAMILLO,
JUAN CARLOS BUITRAGO GUERRERO, el día veintiséis (26) de abril de
dos mil dieciséis (2016). JOHN CABEZAS DELGADO, FLOR ALBA RUIZ
RIVERA, el día veintisiete (27) de abril de dos mil dieciséis (2016). ISMAEL
RAMIREZ HERNANDEZ, JEAN MICHEL FERRAND, SUSANA
VELEZ CADAVID, el día seis (6) de mayo de dos mil dieciséis (2016). JHON
JAIRO ARIAS LONDOÑO, el día diez (10) de mayo de dos mil dieciséis (2016),
CARLOS ANGARITA ANGARITA, SAULO ARBOLEDA GÓMEZ,
ALIRIO ALARCÓN CEPEDA, JESSICA MARTÍNEZ DIAZ, el día trece
(13) de mayo de dos mil dieciséis (2016). RUBÉN BAQUERO DEL CAMPO, el
día veinte (20) de junio de dos mil dieciséis (2016). DANIEL DÍAZ HURTADO,
ANDRÉS FERNANDO PIETRO, ENRIQUE VIVES LACOUTURE, el día
veintidós (22) de junio de dos mil dieciséis (2016). ALEJANDRA RESTREPO
MARTÍNEZ, el día primero (1º) de diciembre de dos mil dieciséis (2016).

Las transcripciones de las grabaciones de estos testimonios se pusieron a disposición


de las partes y se agregaron al Cuaderno de Pruebas No. 5 del expediente.

El día veintisiete (27) de abril de dos mil dieciséis (2016), los apoderados de las
partes desistieron de los siguientes testigos comunes: BRUNO HOMNAN,
STEPHEN COTTIN, OLIVIERE MURGUET. Adicionalmente, el mismo
día el apoderado de la Convocada manifestó que desistía del testimonio de
CLARA ARIAS. El Tribunal mediante Auto No. 15 de la misma fecha aceptó los
aludidos desistimientos.

De igual forma, el apoderado de la parte Convocante desistió de los siguientes


testimonios: ERWIN BARREIRO, IGNACIO JOSÉ BORJA, GUILLERMO
BURBANO, MARTHA YIBI CEPEDA, GUILLERMO FERNÁNDEZ,
DIANA GARNICA, LILIANA GÓMEZ, ALVARO JARAMILLO
ARANGO, MARK ANDREAS GREWE GOULD, DAVID KREISBERGER,

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OSCAR ANDRÉS LÓPEZ, CRISTINA MEJÍA, FREDDY POVEDA,


FERNANDO RUEDA, MARGARITA URIBE, LILIA MARÍA VÉLEZ,
ANDRÉS VILLEGAS. El Tribunal, mediante Auto No. 16 de seis (6) de mayo de
dos mil dieciséis (2016), aceptó su desistimiento.

El apoderado de la parte Convocada desistió de los testimonios de EMILIO


JOSÉ ARCHILA, DORA JARAMILLO, NATALIA MARTÍNEZ,
EDUARD CARDONA y el apoderado de la parte Convocante manifestó que
desistía del testimonio de FERNANDO PELÁEZ. El Tribunal mediante Auto
No. 17 de trece (13) de mayo de dos mil dieciséis (2016), aceptó su desistimiento.

El día veinte (20) de junio de dos mil dieciséis (2016) el apoderado de la parte
Convocante desistió del testimonio de MARCELA JIMÉNEZ. El Tribunal
mediante Auto No. 18 de veinte (20) de junio de dos mil dieciséis (2016), aceptó su
desistimiento.

Posteriormente, en audiencia de veintidós (22) de junio de dos mil dieciséis (2016),


el apoderado de la parte Convocante desistió del testimonio de FERNANDO
AMADO. De igual forma el apoderado de la parte Convocada desistió del
testimonio de LUZ ELENA DEL CASTILLO. Mediante Auto No. 19 de
veintidós (22) de junio de dos mil dieciséis (2016) se aceptó su desistimiento.

El día tres (3) de febrero de 2017, el apoderado de la parte Convocante desistió del
testimonio de Sebastián López. El Tribunal mediante Auto No. 29 de ocho (8) de
febrero de dos mil diecisiete (2017), aceptó su desistimiento.

De otra parte, en audiencia del día seis (6) de mayo de 2016, el apoderado de la
parte Convocada tachó como sospechoso, de conformidad con el artículo 211 del
CGP, el testimonio del señor ISMAEL RAMÍREZ HERNÁNDEZ.

1.5.3.4. Interrogatorios de parte

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Se decretaron y practicaron el interrogatorio del representante legal de la parte


Convocada PABLO URREGO HERNÁNDEZ, y el interrogatorio del
Representante legal de la parte Convocante LUIS FELIPE LÓPEZ PÉREZ, el
día cinco (5) de abril de 2016. Las transcripciones de las grabaciones de estos
interrogatorios se pusieron a disposición de las partes y se agregaron al Cuaderno de
Pruebas No. 5 del expediente.

1.5.3.5. Dictamen pericial Contable

Se decretó la práctica de un dictamen pericial contable rendido por el perito JEGA


ACCOUNTING HOUSE LTDA., que fue entregado el día veintiuno (21) de
octubre de 2016. 16

Mediante escritos radicados el día ocho (8) de noviembre de 2016, los apoderados
de las partes solicitaron la aclaración y complementación al dictamen pericial. El
escrito presentado por el perito fue entregado el día veintitrés (23) de diciembre de
2016.

Mediante escrito radicado el día veinticinco (25) de enero de 2017, el apoderado de


la parte Convocada descorrió el traslado del informe de aclaraciones y
complementaciones al dictamen pericial, objetando parcialmente el dictamen y
solicitando al Tribunal un término para aportar otro dictamen que controvierta el
objetado.

El 7 de febrero de 2017, el apoderado de la Convocada presentó la experticia


elaborada por la firma Deloitte.

1.5.3.6. Exhibición de documentos

De conformidad con el artículo 265 del Código General del Proceso, se decretaron
las siguientes exhibiciones de documentos:

16Cuaderno de Pruebas No. 6.

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1. Por parte de SOFASA, la que debía exhibir los documentos solicitados en la


petición de la prueba contenida en la reforma de la demanda y en el escrito
que descorre el traslado de las excepciones de mérito. (Folios 222 y 316 del
Cuaderno Principal No. 1).
2. Por parte de AUTONAL S.A, la que debía exhibir los documentos
solicitados en la petición de la prueba. (Cuaderno Principal No. 1 folio 295).

En audiencia del día ocho (8) de febrero de 2017, el apoderado de la parte


Convocada entregó los documentos exhibidos por AUTONAL, con el fin de que
se incorporaran al expediente, adjuntando la lista y los documentos.

En la misma audiencia, los apoderados de las partes solicitaron al Tribunal


incorporar los documentos seleccionados que reposan en sendos discos compactos
y solicitaron declarar cerrada y concluida la exhibición de documentos por parte de
SOFASA y AUTONAL.

En memorial de 12 de enero de 2017, presentado por la parte Convocante, se


solicitaron unos documentos a SOFASA por parte de AUTONAL y el apoderado
de la Convocada, en la audiencia, manifestó que solo fue posible encontrar un
correo suscrito por Diana Garnica, que aportó, y adicionalmente, aportó unas
certificaciones en las que se expresa que no se encontraron los demás correos
solicitados.

El Tribunal, mediante Auto 30 de ocho (8) de febrero de 2017 ordenó incorporar


los documentos allegados por las partes y en consecuencia, se declararon
concluidas las diligencias de exhibición de documentos por parte de SOFASA y
AUTONAL.

De igual forma, se decretaron las siguientes exhibiciones:

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• Por parte de ALIANZA MOTOR S.A., la que debía exhibir los


documentos solicitados en la petición de la prueba en el escrito que descorre
el traslado de las excepciones de mérito. (Folios 317 del Cuaderno Principal
No. 1).

El día primero (1º) de septiembre de 2016, ALIANZA MOTOR, respondió el


oficio enviado por el Tribunal y allegó la documentación requerida.

• Por parte de ASOCOR, la que debía exhibir los documentos solicitados en


la petición de la prueba contenida en la reforma de la demanda núm. 17
(Folio 224 del Cuaderno Principal No. 1).

Las partes de común acuerdo manifestaron que para cumplir con el objeto de las
pruebas de exhibición de documentos decretadas por el Tribunal por parte de
ALIANZA MOTOR Y ASOCOR, se libraran oficios a dichas sociedades, por lo
cual el Tribunal, mediante Auto No. 19 de 22 de junio de 2016, dispuso oficiar a
dichas sociedades.

En audiencia del día ocho (8) de febrero de dos mil diecisiete (2017) y ante la falta
de respuesta de ASOCOR, las partes desistieron de dichas pruebas y el Tribunal
mediante Auto No. 32 de la misma fecha, aceptó su desistimiento.

1.5.3.7. Inspección judicial con exhibición de documentos e


intervención de perito

De conformidad con el artículo 236 inc 4 del CGP, se negó el decreto de la


inspección judicial en las oficinas de SOFASA ubicadas en Carrera 49 No. 39 Sur –
100 de Envigado (Antioquia) y, en su lugar, se decretó la exhibición de documentos
solicitada en la petición de la prueba y el dictamen pericial solicitado (folio 225 del
Cuaderno Principal No.1).

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De igual forma, de conformidad con el artículo 236 inc 4 del CGP se negó el
decreto de la inspección judicial en las oficinas de AUTONAL S.A., y en su lugar
se decretó la exhibición de los documentos enunciados en la petición de la prueba y
el dictamen pericial solicitado (Cuaderno Principal No. 1 folio 295).

Mediante Auto No. 34 de la misma fecha el Tribunal declaró cerrado y concluido el


periodo probatorio y fijó fecha para la audiencia de alegatos de conclusión.

1.5.4. Audiencia de alegatos de conclusión

Concluida la etapa probatoria, los señores apoderados de las partes en audiencia


celebrada el día quince (15) de marzo de dos mil diecisiete (2017), expusieron sus
alegatos de manera oral y se agregaron al expediente los correspondientes escritos.

1.6. AUDIENCIA DE FALLO

Mediante Auto No. 35, Acta No. 31, de quince (15) de marzo de 2017, el Tribunal
señaló el presente día y hora para la audiencia de fallo.

1.7. TÉRMINO PARA FALLAR

De conformidad con el artículo 10 de la ley 1563 de 2012, cuando las partes no


señalan el término para la duración del proceso arbitral, este será de seis (6) meses
contados a partir de la finalización de la primera audiencia de trámite; “Al término
del proceso se adicionarán los días de suspensión, así como los de interrupción por causas legales”.
(Artículo 11 ley 1563 de 2012)

El Tribunal se encuentra en término para fallar, conforme con las siguientes


circunstancias:

a. El día quince (15) de marzo de 2016 se efectúo la primera audiencia de


trámite y mediante providencias números 10 y 11, proferidas en la misma

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audiencia y fecha (Acta No. 8), se asumió competencia y decretaron las


pruebas solicitadas por las partes.

b. Posteriormente las partes solicitaron la suspensión de términos en las


siguientes oportunidades: Primera Suspensión: Auto No. 12, del dieciséis
(16) de marzo de 2016 hasta el día cuatro (4) de abril de 2016, ambas fechas
inclusive. Segunda Suspensión: Auto 14: del día seis (6) de abril de 2016
hasta el día diecinueve (19) de abril de 2016, ambas fechas inclusive. Tercera
Suspensión: Auto No. 15 del veintiocho (28) de abril de 2016 hasta el día
cinco (5) de mayo de 2016, ambas fechas inclusive. Cuarta Suspensión: Auto
17, desde el día catorce (14) de mayo de 2016 hasta el día diecinueve (19) de
junio de 2016, ambas fechas inclusive. Quinta Suspensión: Auto 19: desde el
día veintitrés (23) de junio hasta el día dieciocho (18) de julio de 2016,
ambas fechas inclusive. Sexta Suspensión: Auto No. 21: del 6 de agosto de
2016 al treinta (30) de septiembre de 2016, ambas fechas inclusive.

c. En audiencia del veintiocho (28) de octubre de 2016, Acta No. 23, el


Representante legal de la parte Convocante junto con su apoderado judicial
y el apoderado de la parte Convocada solicitaron al Tribunal la prórroga del
término de duración del proceso, en dos (2) meses, contados a partir del
vencimiento del término inicial; el Tribunal, mediante Auto No. 23 de la
misma fecha prorrogó el término por dos meses más. El día treinta (30) de
octubre de 2016, el representante legal de Sofasa, envió escrito mediante el
cual ratificó la prórroga solicitada por su apoderado.

d. Posteriormente, los apoderados de las partes solicitaron al Tribunal la


suspensión de los términos del proceso desde el día dieciséis (16) de febrero
de 2017 hasta el día siete (7) de marzo de 2017, ambas fechas inclusive
(Auto No. 34).

Para un total, conforme a lo anterior, de ciento veinte (120) días hábiles de


suspensión.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

Culminada la primera audiencia de trámite el quince (15) de marzo de 2016, el


término de los seis meses calendario vencería el quince (15) de septiembre de 2016
y sumadas las suspensiones y la prórroga solicitada, el término vencería el día ocho
(8) de mayo de 2017. Por consiguiente, el Tribunal se encuentra en la oportunidad
legal para proferir el fallo.

1.8. La reforma de la Demanda y su Contestación

1.8.1. Pretensiones
En la reforma de la demanda arbitral AUTOMOTORA NACIONAL S.A.
AUTONAL S.A., formula las siguientes pretensiones:

III. “PRETENSIONES
(Art. 75, núm. 5º del C. de P. C.) (Art. 82, núm. 4º del C.G.P).

En la presente demanda se formulan las pretensiones que surgen de la relación


contractual sometida al conocimiento de este Tribunal al cual se solicita:

A. PRETENSIONES DECLARATIVAS.

1. PRETENSIONES RELATIVAS A LA EXISTENCIA Y


NATURALEZA DEL CONTRATO

PRIMERA: Declarar que LA CONVOCANTE y SOFASA


celebraron EL CONTRATO, desarrollado por varios reglamentos
contractuales.

SEGUNDA: Declarar con fundamento en los artículos 1501 CC, 864


CCO y las demás normas concordantes, que entre las partes existió una única
relación jurídico patrimonial (EL CONTRATO) que se rigió, como mínimo,
por los siguientes reglamentos contractuales: (i) convención de 1998 y otrosí que

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

lo prorrogó hasta el año 2000. (ii) convención 2000-2001 (R-2000). (iii)


convención 2001 (R-2000-2001A). (iv) convención 2002 (R-2002). (v)
convención y otrosíes 2004 a 2010 (R-2004). (vi) convención y otrosí 2011 a
2013 (R-2011). (vii) convención 2013 a 2015 (R-2013).

TERCERA: Declarar que las cláusulas que integraron EL


CONTRATO fueron extendidas, dictadas y dispuestas por SOFASA, de tal
manera que este negocio jurídico, respecto de LA CONVOCANTE, fue de
adhesión.

CUARTA: Declarar que las cláusulas 3.a. y 13.2. del último reglamento
(convención 2013-2015) que rigió EL CONTRATO, así como las demás
disposiciones contractuales incorporadas en dicha convención o en reglamentos
anteriores, y en las que se excluyó a la Agencia Comercial como calificación de
EL CONTRATO, o en las que éste se calificó como un negocio atípico e
innominado de concesión o como un negocio de compraventa de bienes para su
posterior reventa, son estipulaciones contractuales antinómicas en relación con
aquellas otras estipulaciones que comprenden los elementos esenciales de un
contrato típico y nominado de Agencia Comercial.

QUINTA: Declarar, con fundamento en la interpretación hecha a favor del


adherente y en aplicación del principio del Contrato Realidad, que la antinomia
a que se refiere la pretensión anterior se resuelve a favor de la calificación de EL
CONTRATO como un contrato típico y nominado de Agencia Comercial.

SEXTA:

a. Declarar con fundamento en el artículo 1330 del Código de


Comercio, que los actos de distribución de vehículos, partes, accesorios y
repuestos Renault que LA CONVOCANTE cumplió a favor de
SOFASA, y los cuales se ejecutaron a través de suministros, no
desnaturalizaron el agenciamiento comercial existente entre las partes.

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b. Declarar que durante las primeras etapas de ejecución de EL


CONTRATO se pactó exclusividad a favor de SOFASA, pacto
que posteriormente fue modificado y por tanto, que LA
CONVOCANTE estuvo contractualmente autorizada para
promover y explotar, en la misma zona y en el mismo ramo, negocios
de dos o más competidores de SOFASA, todo lo cual, con
fundamento en el artículo 1319 del Código de Comercio, no
desnaturalizó el agenciamiento comercial existente entre las partes.

SÉPTIMA: Declarar, en consecuencia, que entre SOFASA como


agenciado, y LA CONVOCANTE como agente, se celebró y se ejecutó una
relación jurídico negocial típica y nominada de agencia comercial, la cual está
regulada en los artículos 1317 y siguientes del Código de Comercio.

2. PRETENSIONES RELATIVAS A LA PRESTACIÓN


MERCANTIL DEL INCISO 1º DEL ART. 1324 CCO

OCTAVA: Declarar que a partir de la terminación de EL


CONTRATO, se hizo exigible la obligación que tiene SOFASA de pagarle
a LA CONVOCANTE la prestación mercantil prevista en el inciso primero
del artículo 1324 CCO.

NOVENA: Declarar, que SOFASA incumplió con su obligación de


pagarle a AUTONAL la prestación mercantil regulada en el inciso 1º del
artículo 1324 CCO.

DÉCIMA: Declarar que SOFASA, por concepto de la prestación


mercantil prevista en el inciso primero del artículo 1324 CCO, le debe pagar a
LA CONVOCANTE una suma equivalente a la doceava parte del
promedio de las comisiones, regalías y utilidades que LA CONVOCANTE
recibió durante los últimos tres años de ejecución de EL CONTRATO,

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cuociente que se debe multiplicar por cada año de vigencia del Agenciamiento
Comercial.

UNDÉCIMA: Para efectos del cálculo de la prestación mercantil a que se


refiere el inciso 1º del artículo 1324 CCO, se le solicita al H. Tribunal:

a. DECLARAR que la relación jurídico negocial de Agencia Comercial


que vinculó a SOFASA con LA CONVOCANTE, terminó el 15
de marzo de 2015.

b. DECLARAR que la relación jurídico negocial de Agencia Comercial


que vinculó a SOFASA con LA CONVOCANTE estuvo vigente
desde el primero de enero de 1998, o desde la fecha anterior que resulte
probada.

DUODÉCIMA: Declarar que los márgenes de utilidad que LA


CONVOCANTE obtuvo con la comercialización de vehículos nuevos, partes,
accesorios y repuestos Renault, al haber sido recibidos como una consecuencia
directa de las actividades de promoción y explotación que LA
CONVOCANTE ejecutó como agente comercial de SOFASA, constituyen
una contraprestación que debe ser promediada para efectos del cálculo de la
prestación mercantil prevista en el inciso primero del artículo 1324 CCO.

DÉCIMA TERCERA: Declarar que los bonos, apoyos, reintegros y


demás ingresos análogos causados durante y con ocasión de la ejecución de EL
CONTRATO, y que LA CONVOCANTE recibió provenientes de
SOFASA a título remuneratorio, al haber sido percibidos como una
consecuencia directa de las actividades de promoción y explotación que LA
CONVOCANTE ejecutó como agente comercial de SOFASA, deben ser
promediados para efectos del cálculo de la prestación mercantil prevista en el
inciso primero del artículo 1324 CCO.

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DÉCIMA CUARTA: Declarar que los ingresos que LA


CONVOCANTE percibió provenientes de SOFASA por concepto de
servicios prestados para la satisfacción de las garantías de los productos Renault
(vehículos y repuestos), así como los ingresos que aquella obtuvo con la
explotación de sus talleres frente a los clientes Renault, fueron recibidos como
una consecuencia directa de las actividades de promoción y explotación que LA
CONVOCANTE ejecutó como agente comercial de SOFASA, motivo por el
cual deben ser promediados para efectos del cálculo de la prestación mercantil
prevista en el inciso primero del artículo 1324 CCO.

DÉCIMA QUINTA: Declarar la nulidad absoluta de la cláusula 12.5 y


del inciso 2º de la cláusula 13.2. de la última convención (R-2013) que hizo
parte de EL CONTRATO, estipulaciones que se repiten en otras convenciones
anteriores, y en las que se estableció que: (i) La terminación del contrato,
cualquier que fuese su causa, no generará indemnización alguna para LA
CONVOCANTE. (ii) LA CONVOCANTE renuncia de manera
irrevocable a cualquier derecho que tenga o pudiera tener, a reclamar prestación
o indemnización alguna, así como a las acciones que pudieran existir a su favor
para exigir el pago de prestaciones e indemnizaciones por la terminación de este
contrato.

3. PRETENSIONES RELATIVAS A LA TERMINACIÓN


DEL CONTRATO

DÉCIMA SEXTA: Se le solicita al H. Tribunal:

a. Declarar que SOFASA, mediante carta fechada el 15 de septiembre


de 2014, le comunicó a LA CONVOCANTE su decisión de revocar
y/o dar por terminado, de manera unilateral y anticipada, EL
CONTRATO.

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b. Declarar que la terminación unilateral y anticipada de EL


CONTRATO se perfecionó al sexto mes de librada la referida carta de
terminación.

c. Declarar, en consecuencia, que EL CONTRATO terminó el 15 de


marzo de 2015.

DÉCIMA SÉPTIMA: A propósito de lo establecido en la cláusula 11.4.4.1


de la última convención vigente (R-2013):

a. Declarar, con fundamento en la comunicación enviada por SOFASA


el 7 de mayo de 2013 y lo que ella significa, que LA
CONVOCANTE ingresó en el año 2013 a la etapa 1 del
denominado “Plan Escalada”.

b. Declarar, con fundamento en la comunicación enviada por SOFASA


el 17 de junio de 2014 y lo que ella significa, que LA
CONVOCANTE superó satisfactoriamente las tres etapas del
denominado “Plan Escalada”, lo que representó su salida exitosa de este
proceso.

c. Declarar, que LA CONVOCANTE, con posterioridad al mes de


mayo de 2014, no volvió a ingresar al denominado “Plan Escalada”.

DÉCIMA OCTAVA: A propósito de lo establecido en la cláusula 11.4.4.2


de la última convención vigente (R-2013):

a. Declarar que durante el traslado del taller de colisión, LA


CONVOCANTE mantuvo siempre en operación un taller de colisión
(servicios de carrocería) que cumplía con los lineamientos establecidos por
SOFASA, lo que significó que siempre mantuvo el respectivo servicio a
disposición de los clientes Renault.

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b. Declarar que previamente al 15 de septiembre de 2014, SOFASA no le


notificó a LA CONVOCANTE la existencia de un incumplimiento
contractual asociado al referido traslado del taller de colisión, como
tampoco asociado a cualquier otra obligación contractual, de tal manera
que nunca empezó a correr el plazo de treinta (30) días a que se refiere la
cláusula 11.4.4.2 ibídem.

DECIMA NOVENA: A propósito de lo establecido en la cláusula 11.4.4


(Procedimiento por Incumplimiento) del último reglamento contractual vigente
(contrato 2013-2015):

a. Frente a la Cláusula 11.4.4.1: Declarar que ante un eventual


incumplimiento en los resultados de desempeño, calidad y rentabilidad que
SOFASA le exigía a LA CONVOCANTE, aquella únicamente
podía dar por terminado EL CONTRATO con justa causa
comprobada, si se reunían las siguientes dos condiciones: (1) Que se
agotaran las tres etapas del denominado “Plan Escalada”, cada una de
las cuales tenía una duración de cuatro meses, para un total de doce
meses. (2) Que LA CONVOCANTE no cumpliera con los planes de
acción ni con los objetivos trazados durante el respectivo “Plan
Escalada”, de tal manera que al finalizar el proceso permaneciera en la
denominada “Zona Escalada” del Ades.

b. Frente a la Cláusula 11.4.4.1: Declarar que para el momento en que


SOFASA decidió revocar y/o terminar anticipada y unilateralmente
EL CONTRATO, no se cumplían las dos condiciones a que se refiere
el literal a. anterior.

c. Frente a la Cláusula 11.4.4.2: Declarar que ante un hipotético


incumplimiento contractual de LA CONVOCANTE, SOFASA,
primero, debía notificárselo y, como segunda medida, LA

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CONVOCANTE tenía un plazo no mayor de treinta (30) días para


adoptar los correctivos a que hubiere lugar. Únicamente si LA
CONVOCANTE no subsanaba el eventual incumplimiento dentro del
plazo establecido, podía SOFASA dar por terminado el
CONTRATO con justa causa comprobada.

d. Frente a la Cláusula 11.4.4.2: Declarar que para el momento en que


SOFASA decidió revocar y/o terminar anticipada y unilateralmente EL
CONTRATO, no se cumplían las condiciones a que se refiere el literal c.
anterior.

e. Consecuencial: Declarar, en consecuencia, que EL CONTRATO


terminó porque SOFASA, motu propio y de manera anticipada, así lo
decidió, y no porque hubiera existido una justa causa comprobada para
ello.

4. PRETENSIONES RELATIVAS A LOS


INCUMPLIMIENTOS Y ABUSOS IMPUTABLES A
SOFASA

VIGÉSIMA PRINCIPAL: Se le solicita al H. Tribunal:

a. Declarar la nulidad de la cláusula 11.2 de la última convención vigente


(contrato 2013-2015).

b. Declarar que SOFASA, ante la nulidad de dicha cláusula y ante su


negativa de ejecutar el negocio celebrado hasta el 31 de diciembre de 2015,
incumplió EL CONTRATO.

c. Declarar que SOFASA, también incumplió lo establecido en la cláusula


4.2. de la última convención que determinó EL CONTRATO (R-2013),

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al frustrar el procedimiento que permitiría prorrogar EL CONTRATO


hasta el 31 de diciembre de 2017.

d. Declarar, con fundamento en los artículos 1546 CC, 1613 CC, 870
CCO y demás normas concordantes, que SOFASA por el incumplimiento
del CONTRATO, es contractualmente responsable frente a LA
CONVOCANTE y, por ende, que está obligada a indemnizarle los
perjuicios directos y previsibles que le fueron causados.

PRIMERA SUBSIDIARIA A LA VIGÉSIMA PRINCIPAL: Si el


H. Tribunal determina que la cláusula 11.2 de la última convención vigente
(R-2013) es válida, en subsidio se le solicita:

a. Declarar, con fundamento en el artículo 1279 CCO, norma a la cual


remite el artículo 1330 CCO, que EL CONTRATO se confirió también
en interés de LA CONVOCANTE, motivo por el cual SOFASA
únicamente podía revocarlo y/o terminarlo anticipada y unilateralmente por
justa causa comprobada.

b. Declarar que SOFASA revocó y/o terminó sin justa causa comprobada
el negocio celebrado, situación que constituye un incumplimiento de EL
CONTRATO por vía de la violación de obligaciones que emanan del principio
de la buena fe contractual (artículos 871 CCO y 1603 CC), y por vía de la
violación del artículo 1279 CCO.

c. Respecto de los incumplimientos que SOFASA le imputó a LA


CONVOCANTE en la carta de septimbre (sic) 15 de 2014 mediante la
cual le comunicó su decisión de revocar EL CONTRATO, declarar que
SOFASA, no respetó los lineamientos establecidos en la cláusula 11.4.4
(Procedimiento por Incumplimiento), situación que le impidió a LA
CONVOCANTE, o agotar nuevamente todo un “Plan Escalada”, o
remediar cualquier hipotético incumplimiento contractual. Bajo esta hipótesis, se

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deberá declarar que la inobservancia del procedimiento establecido en la cláusula


11.4.4, así como la correlativa violación de obligaciones que emanan del
principio de la buena fe contractual (artículos 871 CCO y 1603 CC),
constituyen un incumplimiento contractual imputable a SOFASA.

d. A partir de dichos incumplimientos contractuales imputables a


SOFASA, declarar, con fundamento en los artículos 1546 CC, 1613 CC,
870 CCO y demás normas concordantes, que SOFASA es contractualmente
responsable frente a LA CONVOCANTE y, por ende, que está obligada a
indemnizarle los perjuicios directos y previsibles que le fueron causados.

SEGUNDA SUBSIDIARIA A LA VIGÉSIMA PRINCIPAL: Si


el H. Tribunal determina que la cláusula 11.2 de la última convención vigente
(R-2013) es válida, y si establece que el derecho consagrado en tal cláusula
constituía causa suficiente para revocar o terminar anticipadamente EL
CONTRATO, en subsidio se le solicita:

a. Declarar que SOFASA, en ausencia de una justa causa comprobada


para terminar anticipadamente EL CONTRATO, abusó del derecho
consagrado en la cláusula 11.2 ibídem.

b. Ante la presencia de un eventual incumplimiento contractual imputable a


LA CONVOCANTE, declarar que la decisión de SOFASA de
acogerse directamente a la cláusula 11.2 ibídem en lugar de haber aplicado los
procedimientos regulados en la cláusula 11.4.4. ibídem, constituyó un abuso del
derecho.

c. A partir de dichos abusos del derecho imputables a SOFASA,


declarar, con fundamento en los artículos 830 CCO, 1280 CCO (a la cual
remite expresamente el Art. 1330 CCO) y las demás normas concordantes, que
SOFASA es civilmente responsable frente a LA CONVOCANTE y, por

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ende, que está obligada a indemnizarle los perjuicios directos que le fueron
causados.

B. PRETENSIONES DE CONDENA.

1. CESANTIA COMERCIAL.

VIGÉSIMA PRIMERA: Condenar a SOFASA a pagar a favor de


LA CONVOCANTE, por concepto del pago de la prestación establecida en
el inciso primero del artículo 1324 CCO, la suma de DOCE MIL
SETECIENTOS VIENTI (sic) CINCO MILLONES
TRESCIENTOS SIETEMIL CINCO PESOS ( $12.725.307.005.oo);
o aquella otra que resulte probada en el presente proceso arbitral.

VIGÉSIMA SEGUNDA PRINCIPAL: Condenar a SOFASA a


pagar a favor de LA CONVOCANTE los intereses moratorios causados
sobre la suma dineraria a que se refiere la pretensión inmediatamente anterior,
los cuales se calcularán a partir del momento en el cual se hizo exigible esta
obligación, es decir, a partir del 16 de marzo de 2015, fecha que corresponde al
día siguiente a la fecha de terminación de EL CONTRATO, aplicando para
ello una tasa equivalente a una y media veces el interés bancario corriente
certificado por la Superintendencia Financiera de Colombia. Así mismo, y una
vez cumplido el primer año desde que se presentó la demanda, los intereses
moratorios causados hasta ese momento se deberán capitalizar, para liquidar los
nuevos intereses moratorios a partir de la suma dineraria así obtenida.

SUBSIDIARIA A LA VIGÉSIMA SEGUNDA PRINCIPAL: Si


el H. Tribunal rechaza la pretensión principal que antecede, en subsidio se le
solicita: condenar a SOFASA a pagar a favor de LA
CONVOCANTE los intereses moratorios causados sobre la suma dineraria
a que se refiere la pretensión inmediatamente anterior, los cuales se calcularán a
partir de la fecha en que SOFASA se constituyó en mora con base en el

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artículo 90 CPC o 94 CGP, aplicando para ello una tasa equivalente a una y
media veces el interés bancario corriente certificado por la Superintendencia
Financiera de Colombia. Así mismo, y una vez cumplido el primer año desde
que se presentó la demanda, los intereses moratorios causados hasta ese
momento se deberán capitalizar, para liquidar los nuevos intereses moratorios a
partir de la suma dineraria así obtenida.

2. INDEMNIZATORIAS.

VIGÉSIMA TERCERA. Como consecuencia de lo que el H. Tribunal


resuelva a partir de la Pretensión Vigésima Principal o a partir de sus
Subsidiarias, se solicita Condenar a SOFASA a pagarle a LA
CONVOCANTE las siguientes indemnizaciones:

a. A título de la indemnización equitativa y especial que regula el inciso 2º


del Artículo 1324 CCO, la suma dineraria que resulte probada en este
proceso, con la cual se retribuyan los esfuerzos que LA CONVOCANTE
realizó para acreditar la marca Renault, la línea de productos (vehículos y
repuestos) y lo servicios (cubrimiento de garantías y servicios de taller) a que se
refiere EL CONTRATO.

b. A título de daño emergente, las inversiones que LA


CONVOCANTE, confiando en que el negocio celebrado continuaría vigente,
hizo de buena fe para ejecutar el CONTRATO. Este daño corresponde con
las porciones de los respectivos activos que, según resulte probado, restaban por
ser depreciados o amortizados con fecha de corte al 15 de marzo de 2015,
momento de terminación de la relación negocial entre las partes.

c. A título de daño emergente, las inversiones que LA CONVOCANTE


tuvo que realizar para desmontar y/o readaptar los locales comerciales (salas de
venta y talleres) a través de los cuales ejecutó EL CONTRATO.

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d. A título de daño emergente, la suma que resulte probada y que es


compensatoria de la pérdida de valor en la empresa de LA
CONVOCANTE.

e. A título de daño emergente, la suma que resulte probada y que es


compensatoria de las liquidaciones e indemnizaciones laborales que LA
CONVOCANTE tuvo que pagar, y que son una consecuencia directa y
previsible de la terminación de EL CONTRATO.

f. A título de lucro cesante, la suma que resulte probada en el presente


proceso arbitral que es compensatoria de los ingresos que LA
CONVOCANTE hubiera percibido con la normal ejecución de EL
CONTRATO. La cuantía de este daño se deberá calcular a partir de la fecha
de terminación del CONTRATO, y hasta el momento en que el H. Tribunal
dicte el Laudo Arbitral con el que se le pondrá fin a la presente controversia o,
en subsidio, hasta el 31 de diciembre de 2017.

VIGÉSIMA CUARTA: Condenar a SOFASA a pagar a favor de


LA CONVOCANTE los intereses moratorios causados sobre las sumas
dinerarias a que se refiere la pretensión inmediatamente anterior, los cuales se
calcularán a partir de la fecha en que SOFASA se constituyó en mora con
base en el artículo 90 CPC o 94 CGP, aplicando para ello una tasa
equivalente a una y media veces el interés bancario corriente certificado por la
Superintendencia Financiera de Colombia. Así mismo, y una vez cumplido el
primer año desde que se presentó la demanda, los intereses moratorios causados
hasta ese momento se deberán capitalizar, para liquidar los nuevos intereses
moratorios a partir de la suma dineraria así obtenida.

VIGESIMA QUINTA: En cuanto a las costas y agencias en derecho, se le


solicita al H. Tribunal: (i) Condenar a SOFASA a pagar a favor de LA
CONVOCANTE las costas procesales. (ii) De conformidad con lo
establecido en el Acuerdo número 1887 de Junio 26 de 2003, modificado por el

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Acuerdo 2222 de 2003, ambos del Consejo Superior de la Judicatura, y


porque el proceso arbitral se asemeja al proceso verbal que regula el CPC y al
proceso declarativo (oral) de la Ley 1395, se le solicita al H. Tribunal decretar,
a título de agencias en derecho, el quince (15%) de la suma total de las
condenas resultantes que le fueren impuestas a SOFASA.

C. PRETENSIONES FINALES.

VIGÉSIMA SEXTA: Declarar extinguidas todas las obligaciones que


tenían por fuente a EL CONTRATO y a LA CONVOCANTE como
deudora.

VIGÉSIMA SÉPTIMA: Como consecuencia de lo anterior, que se le


ordene a SOFASA: (i) La destrucción de todo título valor suscrito por la
CONVOCANTE y/o por sus socios o administradores, con los cuales se
respaldó el cumplimiento de las obligaciones que tenían por fuente a EL
CONTRATO. (ii) La cancelación de toda garantía real constituida por la
CONVOCANTE y/o por sus socios o administradores, con las cuales se
respaldó el cumplimiento de las obligaciones que tenían por fuente a EL
CONTRATO.

VIGÉSIMA OCTAVA: Declarar la nulidad abosoluta (sic) del inciso


3º y parágrafo de la Cláusula 9.2 de la última convención (R-2013) que hizo
parte de EL CONTRATO, estipulaciones que se repiten en otras convenciones
anteriores, y en las que se estableció que: (i) “El dominio/propiedad y derecho
de disposición sobre los vehículos pasará a LA CONVOCANTE una vez
sea emitida por parte de SOFASA S.A. la respectiva factura con la que se
materializa el contrato de compraventa.”; y, (ii) “Declaran las partes que las
ventas de vehículos entre SOFASA S.A. y LA CONVOCANTE como
contratos consensuales, no son ventas comunes de vehículos automotores a cliente
final (consumidor) por lo que la tradición de los vehículos como bienes muebles
no se considera sujeta a lo dispuesto en el parágrafo del artículo 922 del Código

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de Comercio ni al artículo 47 de la ley 769 de 2002, las normas que los


complementen, modifiquen o sustituyan.”

1.8.2 Los hechos de la demanda y su respectiva contestación

Las pretensiones formuladas por la parte convocante están fundamentadas en los


hechos que se resumen a continuación, con su respectiva respuesta.

En la reforma de la demanda, se relatan, en primer lugar, los hechos relativos a la


existencia y calidad de las partes. Sobre SOFASA, se reseñan los datos de su
creación y operación en Colombia, que fue determinada por los contratos de
ensamblaje con la Nación y los contratos celebrados con las sociedades del Grupo
Renault. Expresa que desde diciembre de 1974 SOFASA contaba con la Red
Renault, de la cual hacía parte la convocante. Relata que en año 2014, ocupó el
puesto 27 dentro de las 100 empresas más grandes de Colombia.

Sobre AUTONAL, también resalta su fecha de creación, su objeto social y las


diferentes fusiones que ha realizado con otras sociedades. Expresa que desde
agosto de 2009 además de la marca Renault, explotaba los negocios de las marcas
Ford, Volkswagen y Volvo. Finaliza señalando que Autonal ocupó el sexto (6º)
lugar entre los agentes que más ventas le representaban a SOFASA.

Posteriormente, relata los hechos relativos a la existencia y naturaleza del contrato,


manifestando que entre las partes se “constituyó una única relación jurídico-patrimonial
regulada por múltiples convenciones, entre las cuales están: (i) Convención R-2013, la cual fue la
última que determinó a EL CONTRATO. (ii) Convención R-2011. (iii) Convención R-2004.
(iv) Convención R-2002. (v) Convención R-2000-2001A. (v) Convención R-2000, etcetera”

Manifiesta que la Convocada, en las diferentes convenciones suscritas, conservaba


sus elementos esenciales y modificaba solo los accidentales. Adicionalmente, que el
modelo del contrato obedecía a uno de adhesión que suscribió con cada uno de los
miembros de la Red Renault; quienes en el 2012 se unieron a través ASOCOR
(Asociación Colombiana de Concesionarios Renault).

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
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Expresa que SOFASA, con los contratos suscritos intentó eludir la figura de la
agencia mercantil, incluyendo en sus cláusulas elementos que intentaban
desvirtuarla, como por ejemplo, la denominación de contrato de concesión, así
como la indicación de ser un negocio atípico e innominado. El apoderado en su
reforma a la demanda, ilustra varias cláusulas de las diferentes convenciones (desde
el año 1998 al 2015) suscritas, en las que se incluía la calificación del contrato como
uno de concesión.

Reitera que la Convocada en varias cláusulas excluyó expresamente la agencia


comercial como calificación del negocio, y nuevamente distingue las cláusulas de las
convenciones de 1998 a 2015, en las que se incluía dicha manifestación. Así como
cláusulas en las que se estipuló la renuncia a reclamar prestación o indemnización
derivada de su actividad comercial.

Manifiesta la reforma a la demanda que en las diversas convenciones se incluyó el


concepto de “compra para la reventa” en su objeto contractual (convenciones años
2000 a 2015).

Posteriormente hace un relato sobre los elementos esenciales del contrato, y


expresamente manifiesta que se encuentran acreditados todos los elementos
esenciales del de Agencia Comercial, entre ellos, la calidad de las partes, la
independencia, la estabilidad o permanencia – el contrato se ejecutó de manera
continua y permanente, hasta el 15 de marzo de 2015-, el encargo de promover y
explotar el negocio de Sofasa- comprendía los productos- vehículos nuevos Renault
y repuestos y accesorios, servicios posventa (asistencia técnica y atención de
garantías), la zona prefijada del territorio nacional, actuación por cuenta del
empresario. Aunado a lo anterior, expresa que Sofasa no vende directamente sus
productos al cliente final, no tiene establecimientos de comercio de sus propiedad
abiertos al público-.

Sobre el elemento de remuneración del agente, manifestó que Sofasa, remuneraba a


la Convocante de dos maneras: “(i) Con un componente fijo que era el Margen que LA

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

CONVOCANTE percibía por cada Vehículo Nuevo Renault o por cada parte o accesorio
comercializados. (ii) Con un componente variable, denominado Bono Volumen, el cual se pagaba
en función del cumplimiento de los objetivos de ventas”. Adicionalmente, se remuneraba con
diferentes bonos su actividad-mayorista, calidad, desarrollo, etc.

Agrega la demanda que se pagaba una comisión por las ventas de vehículos nuevos
que se colocaban masivamente ante un solo cliente. De igual forma, se le daba un
bono plus, se pagaba una comisión por cada millón de pesos financiado por
SOFASA que Autonal colocaba entre los clientes Renault. También se pagaba una
Comisión RENAULT SEGURO por cada póliza de seguros que Autonal
colocaba entre los clientes Renault.

Posteriormente, la demanda alude a los ingresos durante los tres últimos tres años
de ejecución del Contrato por concepto de cada uno de las remuneraciones antes
descritas.

Expresa que los servicios de posventa por atención de garantías eran asumidos por
SOFASA. De igual foma, relata que Autonal debía utilizar el Know How que
SOFASA la suministraba; y toda la operación era por cuenta y riesgo de la
Convocada.

Luego, narra los hechos relacionados con la ejecución del Contrato, manifestando
que “para la colocación de vehículos nuevos Renault desde SOFASA (importador y/o
ensamblador) hasta el cliente final (consumidor), contempló tres mecanismos diferentes de
ejecución: (i) La intermediación de un patrimonio autónomo (Fiducia Mercantil). (ii) El
Suministro a la Red Renault por parte de SOFASA (iii) La Consignación a la Red Renault”.
Y explica cada uno de esos mecanismos.

Acto seguido, la demanda relata los hechos relativos a la nulidad de las cláusulas de
renuncia de derechos y acciones, manifestando que SOFASA introdujo en el
contrato cláusulas de renuncia tanto de las prestaciones e indemnizaciones que le

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corresponde reclamar a la Convocante, como de las acciones que esta puede ejercer
en defensa de sus derechos.

Manifiesta que la prestación mercantil descrita en el artículo 1324 del Código de


Comercio es irrenunciable, resalta que en el caso en concreto no se reúnen los
supuestos señalados por la Corte Suprema de Justicia en la sentencia de octubre 19
de 2011, para que la renuncia a la cesantía comercial se tenga como válida.

Adicionalmente, en el contrato SOFASA también incluyó cláusulas que le


permitían revocarlo sin que mediara justa causa para ello y cláusulas de exoneración
de responsabilidad.

Sobre los hechos relativos a la exigibilidad de la prestación comercial, expresa que


según el artículo 1324 del Código de Comercio, se hace exigible al momento de la
terminación del contrato de Agencia Comercial.

Agrega que el 15 de septiembre de 2014, SOFASA le comunicó a la Convocante su


decisión de dar por terminado unilateral y anticipadamente el Contrato. Según la
cláusula 11.2 de la Convención R-2013, la terminación del Contrato se perfeccionó
al sexto (6º) mes de enviada la mencionada carta de terminación, es decir el 15 de
marzo de 2015, en ese momento se hizo exigible la prestación mercantil antes
descrita.

Sobre la terminación del contrato, expresa que el mismo estuvo vigente hasta el 15
de marzo de 2015. Agrega que el acuerdo al que invita la cláusula 11.2 nunca fue
suscrito pues SOFASA incluía una transacción que la Convocante no aceptó.

Relata que el 11 de marzo de 2015, las partes firmaron un documento señalando los
lineamientos, acuerdos generales y cronogramas que deberían cumplirse para el
cierre de la operación de la Convocante. Dicho documento fue enviado el 13 de
marzo de 2015, en el cual la Convocante hizo la salvedad que estaban pendientes de
liquidación algunos aspectos del contrato.

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El 15 de marzo de 2015, SOFASA retomó los vehículos nuevos Renault que


estaban bajo tenencia de AUTONAL. El 16 de marzo de 2015, SOFASA publicó
en el periódico El Tiempo y en el diario La República avisos que dieron cuenta de
la terminación del Contrato.

Posteriormente, relata la demanda que el día 16 de abril de 2015, AUTONAL le


envió a SOFASA una comunicación en la cual, le reclamó el pago de la cesantía
comercial y de otras indemnizaciones adicionales pendientes, que Sofasa rechazó el
día 24 de abril de 2015.

El 28 de abril de 2015, AUTONAL convocó a SOFASA a una audiencia de


conciliación, celebrada el día el 19 de mayo de 2015, la cual resultó fallida.

Sobre los motivos de terminación, manifiesta la demanda que la única razón que
SOFASA le dio a AUTONAL para terminar el contrato fue el cierre del servicio
de carrocería.

Expresa que “SOFASA justificó la decisión de terminar EL CONTRATO en tres razones


concretas: (i) Cierre del Taller de Colisión por parte de LA CONVOCANTE. (ii) Reingreso
en agosto de 2014 a la Etapa 0 del Plan Escalada. (iii) La influencia que LA
CONVOCANTE ejerció sobre los demás miembros de la RED RENAULT, lo que dificultó
el manejo de las relaciones entre SOFASA y la RED”.

Sobre los hechos relativos a la participación de la Convocante en Asocor, expresa


que a partir del 14 de enero de 2008, Felipe López asumió en propiedad la gerencia
de la Convocante, y desde el año 2009, empezó a promover la unión entre los
distribuidores de SOFASA de la ciudad de Bogotá, frente a objetivos comunes y
como mecanismo de interlocución con SOFASA. En el año 2012, Felipe López,
asumió la presidencia de ASOCOR.

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Para el año 2014, ASOCOR se convirtió en una importante organización, sin


embargo, relata la demanda que Sofasa desde el año 2014, quiso debilitarla dejando
de asistir a las reuniones que esta celebraba y realizando otras acciones.

Posteriormente la demanda señala los hechos relativos a ausencia de las razones


técnicas, financieras y comerciales que justificaran la terminación del contrato.

Sobre los hechos relativos a los incumplimientos contractuales imputables a


SOFASA, expresó que la vigencia del contrato se extendía hasta el día 31 de
diciembre de 2015 y, según la cláusula 4.2., existía un mecanismo negocial que
habría permitido una prórroga del contrato por dos años más.

No obstante lo anterior, SOFASA, decidió, de manera unilateral y anticipada,


terminar el contrato. Con esa terminación, la Convocante estima que SOFASA
incumplió la cláusula 11.4.4.1 y la cláusula 11.4.4.2 del contrato e incumplió el
principio de la buena fe contractual.

1.8.3. La contestación a la reforma de la demanda.

SOFASA, al contestar la reforma de la demanda, se opuso expresamente a las


pretensiones, aceptó unos hechos, negó otros, solicitó la práctica de pruebas y
propuso excepciones de mérito denominadas:

1. Inexistencia de contrato de agencia mercantil.

Sustenta su excepción, manifestando que los contratos suscritos entre las partes,
evidencian que no ha existido agencia mercantil, sino un contrato de concesión,
razón por cual, la Convocante, solicita la nulidad de ciertas cláusulas para que se
concluya que la naturaleza del contrato es otra diferente a la convenida.

Agrega que la misma Convocante aceptó que el contrato no es una agencia mercantil,
pues quedó plasmado en la cláusula tercera del citado contrato.

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Posteriormente, manifiesta que los elementos del contrato de agencia no se


encuentran acreditados en la relación que mantuvieron las partes y trae a colación
varias sentencias de la Corte Suprema de Justicia al respecto.

2. Imposibilidad de coexistencia de un contrato de agencia mercantil y un


contrato de concesión entre las mismas partes y respecto de los mismos
bienes.

Sustenta esta excepción, manifestando que la característica central del contrato de


concesión “es la de que el titular de la marca se obliga a venderle al concesionario productos
marcados para que este los revenda siguiendo una serie de pautas y políticas comerciales que se
definen y acuerdan con el titular de la marca, asumiendo el concesionario los riesgos propios de la
operación por ser su negocio”.

3. Transacción, finiquito o paz y salvo.

Manifiesta que con independencia de si se trató de una relación contractual única o


varias relaciones autónomas, como en la realidad ocurrió, las partes con el fin de
evitar cualquier discusión sobre aspectos pasados y dar claridad y certeza a la
relación jurídica para el futuro, hicieron acuerdos que hasta la fecha de suscripción
del documento pertinente no existían recíprocas obligaciones y así quedó plasmado
en el contrato de abril 1 de 2013, en la cláusula 13.5.

4. Ir en contra de los actos propios.

Sustenta esta excepción, manifestando que en todas las etapas de los contratos se
debe respetar el principio de la buena fe consagrado en los artículos 83 de la C.P.,
1603 del C.C. y 803 del C. de Co., “porque la buena fe contractual implica un deber de
conducta que obliga a observar en el futuro el comportamiento que los actos anteriores permitían
prever, en elemental secuela de la protección de la confianza legítima que fundadamente se crea en
el co-contratante”.

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Lo anterior por cuanto, durante la vigencia de los diferentes contratos, la


Convocante nunca alegó que había dado su consentimiento para un contrato de
agencia mercantil y tampoco negó haber celebrado uno de concesión.

Sin embargo, la Convocante, alegó la existencia de una agencia comercial tiempo


después de comunicada la decisión de SOFASA de dar por terminado el contrato.

5. Inexistencia de nulidad absoluta de la cláusula 11.2 del contrato de


concesión de 2013, de abuso del derecho por aplicarla y la consecuente
terminación válida del mismo.

Expresa que la cláusula 11.2 del contrato de concesión 2013 no es contraria a


norma imperativa, ni contiene objeto o causa ilícita o cualquier elemento que la
convierta en nula; razón por la cual no existe causal prevista en el artículo 899 del
Código de Comercio, para que el Tribunal declare la nulidad absoluta de la misma.

6. Inexistencia de nulidad absoluta de las cláusula 12.5, aparte del inciso


segundo de la cláusula 13.2.2 e inciso tercero y parágrafo de la 9.2 del
contrato de concesión de 2013.

De igual forma, reitera que las citadas cláusulas, tampoco contienen elemento
alguno que vicie su validez, razón por la cual, no existe causal en el artículo 889 del
Código de Comercio, que sustente su nulidad.

7. Prescripción de las acciones derivadas del supuesto contrato de


agencia mercantil para todas las pretensiones soportadas en los
contratos anteriores al R-2004 firmado el 1 de enero de 2004 y
terminado después de varias prórrogas el 31 de diciembre de 2010.

Manifiesta que el 1º de enero de 2004 las partes celebraron un contrato de


concesión que estuvo vigente hasta el 31 de diciembre de 2010, fecha a partir de la
cual se reemplazó por la Convención R-2011, que a su vez fue reemplazada por la
de 2013 objeto del presente proceso arbitral.

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Aclara que el Contrato R-2004 canceló y sustituyó todos los acuerdos anteriores y
en cuya cláusula 13.2 se dispuso que “las partes reconocen el presente convenio como el
contrato vigente que rige las relaciones comerciales entre ellas; cualquier otro convenio anterior que
exista o pueda existir entre los mismos contratantes expresamente se da por terminado (…)”.

Agrega que a pesar de estar demostrado que no existió un contrato de agencia


comercial entre las partes, invoca la PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN
amparada en la existencia de contrato de agencia comercial, de cualquier derecho
emanado de los contratos celebrados entre las partes anteriores al 1 de enero de
2004, pues, dicha convención fue reemplazada en su totalidad, por lo que ya
transcurrió un plazo superior a cinco (5) años desde la fecha de terminación de los
contratos anteriores al 2004 hasta el día de la formulación de la demanda.

8. Inexistencia de perjuicios imputables a SOFASA S.A.

Por último, sustenta su excepción, manifestando que como no existe contrato de


agencia comercial, la Convocante carece del derecho a reclamar los diversos rubros
que presenta en la demanda originados en su existencia, por lo que sus pretensiones
de condena deben ser negadas.

2.- CONSIDERACIONES

Una vez precisada la controversia planteada por las partes, para su decisión en
derecho, el Tribunal:

I. En primer lugar, se referirá a los presupuestos procesales.

II. En segundo término, la tacha por sospecha del testigo.

III. En tercer lugar, el estudio de las pretensiones de la demanda.

IV. En cuarto lugar, las restantes excepciones planteadas por la parte


Convocada.

V. Finalmente, el pronunciamiento sobre el juramento estimatorio.

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I. LOS PRESUPUESTOS PROCESALES

La totalidad de los denominados “presupuestos procesales” 17 concurren en este


proceso, así:

1. DEMANDA EN FORMA

Si bien es cierto este requisito dejó de ser considerado como presupuesto procesal,
destaca el Tribunal que la solicitud de convocatoria y demanda arbitral, así como su
reforma, se ajustan, en lo formal, a la plenitud de las exigencias normativas
consagradas por el artículo 82 del Código General del Proceso.

2. COMPETENCIA

El Tribunal, según analizó detenidamente en la providencia proferida el quince (15)


de marzo de 2016, Auto No. 12, como consta el Acta No. 8, es competente para el
juzgamiento y decisión de la controversia planteada en las pretensiones de la
demanda reformada, así como de las excepciones propuestas.

Las partes de este proceso, en ejercicio del derecho constitucional fundamental de


acceso a la Administración de Justicia, al tenor de los artículos 116 de la
Constitución Política 18 , y las normas previstas en la ley 1563 de 2012, están
facultadas para acudir al arbitraje como mecanismo judicial de solución de las
controversias, y ante la imposibilidad de solucionarlas por la vía del arreglo directo,
en efecto han promovido el presente arbitraje y comparecido por conducto de sus
representantes legales y apoderados judiciales, con concurrencia de la plenitud de
las exigencias normativas, para efectos de someter el conflicto al conocimiento y
juzgamiento de árbitros.
Es sabido que la justicia arbitral, como expresión de la jurisdicción del Estado,
encuentra reconocimiento y legitimidad constitucional, y por su virtud se confiere

17 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, Sentencia de 19 de agosto de 1954.


18 El Artículo 116, inciso 4º, modificado por el artículo 1º del Acto Legislativo Número 003 de 2002, establece: “Los
particulares pueden ser investidos transitoriamente de la función de administrar justicia en la condición de jurados en las causas criminales,
conciliadores o en la de árbitros habilitados por las partes para proferir fallos en derecho o en equidad, en los términos que determine la ley”.

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transitoriamente la función pública de administrar justicia a sujetos habilitados por


las partes y el ordenamiento jurídico, según el artículo 116 de la Constitución
Política.

Los árbitros investidos de la función de administrar justicia, por mandato


constitucional, en el ejercicio de su actividad integran la jurisdicción del Estado,
ostentan para el caso concreto el carácter de juzgadores, están sujetos a idénticos
deberes y responsabilidades y como verdaderos jueces con iurisdictio, profieren
providencias judiciales 19
, autos de trámite, interlocutorios y una sentencia
denominada laudo.

3. CAPACIDAD DE PARTE

AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. y SOCIEDAD DE


FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A. son sujetos
plenamente capaces y, por tratarse de un arbitramento en derecho, han
comparecido al proceso por conducto de sus representantes legales y de sus
apoderados, abogados titulados, debidamente constituidos y, por ende, con
“capacidad procesal” o “para comparecer a proceso”.

Conviene señalar, por último, que el Laudo que pone fin al litigio, conforme a lo
pactado, se profiere en derecho, y dentro del término para su pronunciamiento.

II. LA TACHA TESTIMONIAL DEL TESTIGO ISMAEL


RAMÍREZ HERNÁNDEZ

En audiencia del día seis (6) de mayo de 2016, el apoderado de la parte Convocada
tachó como sospechoso al testigo ISMAEL RAMÍREZ HERNÁNDEZ,
conforme a las reglas previstas en el artículo 211 del Código General del Proceso y
cuya declaración se decretó a instancia de ambas partes, en los siguientes términos:

19Concepto de 24 de septiembre de 1975, la Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado, Ponente, Samuel
Arango Reyes; J. BENETTI S., El Arbitraje en el Derecho Colombiano, 2ª éd., Bogotá, Temis, 2001, pp.129 ss; R.
BEJARANO G, Los procesos declarativos, Bogotá, Temis, 1998, pp. 355 ss.

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“DR. LÓPEZ: Bueno, señor Presidente, señores Árbitros, en este momento


quiero manifestar que hago uso de la facultad que me otorga el artículo 211,
Código General del Proceso que textualmente dice: “Imparcialidad del testigo:
cualquiera de las partes podrá tachar el testimonio de las personas que se
encuentren en circunstancias que afecten su credibilidad o imparcialidad en razón
de parentesco, dependencias, sentimientos o interés en relación con las partes o sus
apoderados, antecedentes personales u otros casos. La tacha deberá formularse con
expresión de las razones en que se funda, el Juez analizará el testimonio en el
momento de fallar de acuerdo con las circunstancias en cada caso.”

“Las razones que yo doy para hacer la tacha que en este momento es simplemente
dejarlas expuestas son precisamente esa relaciones de dependencia que
indudablemente han quedado demostradas y cuando venga la versión escrita se
verificaran que existen, en mi opinión, entre el declarante y el representante legal de
la parte demandante, como es un punto simplemente adicional ya quedó
mencionando”.

Al respecto, el apoderado de la parte Convocante manifestó:

“DR. SUÁREZ: No, yo tendría más que una aclaración al testigo, me parece el
momento oportuno para decir que me opongo a la solicitud de tacha del testigo que se
ha hecho, también soy consciente de que eso quedará para otro momento procesal pero
quiero dejar constancia de que me opongo, que no creo que se den ninguno de los
factores que menciona el artículo 211 en relación con este caso pero que me atengo a
lo que pruebe la contraparte”.

Teniendo en cuenta los hechos procesales que se acaban de describir, recuerda el


Tribunal el artículo 211 del Código General del Proceso, que dispone:

“Artículo 211. Imparcialidad del testigo. Cualquiera de las partes podrá


tachar el testimonio de las personas que se encuentren en circunstancias que afecten

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

su credibilidad o imparcialidad, en razón de parentesco, dependencias, sentimientos


o interés en relación con las partes o sus apoderados, antecedentes personales u otras
causas.
La tacha deberá formularse con expresión de las razones en que se funda. El juez
analizará el testimonio en el momento de fallar de acuerdo con las circunstancias de
cada caso”.

Según la jurisprudencia que a continuación se citará, la versión que rinde el testigo


sobre el cual recae algún viso de sospecha, no tiene por qué desecharse de entrada,
sino que le impone al juzgador un mayor cuidado en su valoración, para precisar su
causa y el valor del testimonio.

En este sentido la Corte Suprema de Justicia en Sentencia del 12 de febrero de


1980, con ponencia del Dr. José María Esguerra Samper, expresó:

“Si existen o no esos motivos de sospecha es cosa que debe indagar el juez a través
del interrogatorio que debe formularse de conformidad con la primera parte del
artículo 228-1 ibídem, pues de haberlos, lo probable, lo que suele ocurrir, es que el
testigo falta a la verdad movido por los sentimientos que menciona la disposición
arriba transcrita (C. de P.C., art. 217).

‘La ley no impide que se reciba la declaración de un testigo sospechoso, pero la


razón y la crítica del testimonio aconsejan que se le aprecie con mayor severidad,
que al valorarla se someta a un tamiz más denso de aquél por el que deben pasar
las declaraciones de personas libres de sospecha.
‘Cuando existe un motivo de sospecha respecto del testigo, se pone en duda, que esté
diciendo la verdad al declarar; se desconfía de su relato o de que sus respuestas
corresponden a la realidad de lo que ocurrió; se supone que en él pesa más su
propio interés en determinado sentido que prestar su colaboración a la justicia para
esclarecer los hechos debatidos. El valor probatorio de toda declaración de un
testigo sospechoso de antemano se halla contrarrestado por la suposición de que sus

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afirmaciones sean no verídicas y por consiguiente, por sí solas, jamás pueden


producir certeza en el juez.

‘Uno de los motivos de sospecha más comunes es el parentesco que exista entre el
testigo y una de las partes, porque ese vínculo familiar presupone afecto, como
generalmente ocurre, y el afecto puede llevar a que el testigo mienta al rendir su
declaración en su afán de favorecer a su pariente”.

De igual forma en sentencias del 19 de septiembre de 2001, abril 29 y mayo 16 de


2002 (Exp. No. 6228), la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, señaló
lo siguiente:

“… el recelo o la severidad con que el fallador debe examinar estos testimonios, no


lo habilita para desconocer, a priori, su valor intrínseco, debido a que la sospecha
no descalifica de antemano –pues ahora se escucha al sospechoso- sino que
simplemente se mira con cierta aprehensión a la hora de auscultar qué tanto crédito
merece”.

Con respecto a la tacha formulada por el apoderado de la parte Convocada, el


Tribunal encuentra que, si bien la condición del testigo al ser dependiente de la
parte Convocante podría llegar a afectar su imparcialidad así sea de manera
involuntaria al declarar, sin que esta afirmación implique juicio alguno respecto de
las calidades profesionales y éticas del testigo, dicha circunstancia será tenida en
cuenta al efectuar la valoración de esta prueba con las demás obrantes en el
proceso, tal y como lo establece el estatuto procesal, encontrando que dicho
testimonio coincide con las demás versiones rendidas en este y por ende merece
credibilidad. Por tal razón se despachará negativamente la tacha formulada por el
apoderado de la parte Convocada.

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III. ESTUDIO DE LAS PRETENSIONES DE LA DEMANDA

A. ANÁLISIS DEL CONTRATO CELEBRADO ENTRE LAS PARTES

Punto de partida indispensable es el estudio pormenorizado del contrato celebrado


entre las partes. El debate que en este laudo se resuelve gira en torno a las diversas
comprensiones que Convocante y Convocada tienen acerca de distintos tópicos
cuyo esclarecimiento es determinante para arribar a las correspondientes
conclusiones.

Dichos tópicos son, (i) en primer lugar la determinación de si existió un único


vínculo contractual surgido “como mínimo” desde 1998, postura de la Convocante,
o si, como lo afirma la Convocada, las partes celebraron a lo largo del tiempo una
pluralidad de contratos que “se terminaron y finiquitaron de acuerdo con la
vigencia pactada en cada uno de ellos”; (ii) la calificación jurídica del contrato que
vinculó a las partes, puesto que para la Convocante se trata de uno de agencia
comercial, mientras que para la Convocada es la figura atípica de concesión
mercantil la que fue seleccionada por las partes para regir sus relaciones negociales
y (iii) el carácter de contrato celebrado por adhesión, calificación que asigna la
Convocante y que niega la Convocada.

Aunque se trata de asuntos que tienen claras relaciones entre sí, para completa
claridad del análisis, el Tribunal los abordará separadamente.

1. Debate sobre si existió un único contrato o varios

1.1. Contratos de ejecución sucesiva. Duración. Alcance y efectos de los


conceptos de renovación y prórroga

Con independencia de la calificación jurídica que deba tener la relación jurídica


celebrada entre las partes, asunto este al que se dedicará el Tribunal en líneas
posteriores, es preciso comenzar por definir si entre ellas existió un único negocio

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surgido “como mínimo” desde 1998, según palabras de la Convocante, o si las partes
celebraron a lo largo del tiempo una pluralidad de contratos que “se terminaron y
finiquitaron de acuerdo con la vigencia pactada en cada uno de ellos”.

La temática sometida a consideración del Tribunal sitúa el análisis en el terreno de


la vigencia de los contratos de ejecución sucesiva -como lo fue el celebrado entre
las partes de este proceso- y especialmente en los efectos que el plazo o término
tenga en estos.

Para abordar el asunto conviene recordar que los contratos de ejecución sucesiva
son aquellos en los que la naturaleza misma de las prestaciones que de ellos
emergen, hace que sea indispensable el transcurso del tiempo para efectos de la
ejecución o cumplimiento del acuerdo, a diferencia de los contratos de ejecución
diferida en los que tal cumplimiento, siendo de suyo susceptible de ser instantáneo
(ejecución instantánea), resulta aplazado o pospuesto en el tiempo por
estipulaciones de los contratantes, como ocurriría por ejemplo en una compraventa
con estipulación de plazo para el pago del precio.

Con base en esta clasificación de los contratos, el Tribunal destaca la diferencia


fundamental que existe entre el plazo suspensivo, como modalidad que pueden
tener las obligaciones derivadas de cualquier contrato, del plazo o término de
duración del contrato mismo.

Una cosa es el plazo entendido como hecho futuro y cierto del cual pende la
exigibilidad de una obligación (art. 1551 C.C.) y otra el término que marca la
extinción de su fuente, extinción que, por tanto, impide el nacimiento de nuevas
obligaciones.

La regulación legal del plazo contenida en el título V del libro IV del Código Civil
no menciona el plazo extintivo. Dicha regulación se limita al plazo suspensivo
como modalidad de las obligaciones que difiere la exigibilidad de las mismas.

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El plazo extintivo de los contratos, es una noción distinta que se refiere a su


vigencia o duración como fuente de la obligación. Ospina Fernández y Ospina
Acosta, lo conciben así:

“Predicado este concepto (se refiere al plazo extintivo) en relación con la


eficacia de los actos jurídicos, podría definirse así: el término o plazo es un hecho
futuro y cierto del que pende la extinción de la eficacia de un acto jurídico”.20

El vencimiento de un plazo extintivo, predicado del contrato, trae como


consecuencia la cesación, hacia el futuro, del nacimiento o generación de las
correspondientes obligaciones. Estas, más que extinguirse, dejan de producirse
como consecuencia del cumplimiento del plazo al que quedó sujeta la vigencia del
negocio que les sirvió de fuente.

Así se pronuncia autorizada doctrina del derecho civil:

“El término extintivo (…) no es modo de extinguir obligaciones, sino hecho


futuro cuya ocurrencia no permite que nazcan nuevas obligaciones de las pactadas
para la primera etapa de los contratos de ejecución continua o sucesiva (…)”21

“En este plazo, (se refiere al extintivo) desde que el acto se ha formado y es su
extinción (la del acto) la que está subordinada a él por el cumplimiento del
plazo, el derecho existe y puede ejercitarse dentro del plazo”22

Ahora bien, al plazo extintivo de los contratos -que no de las obligaciones


individualmente consideradas- aluden diversas disposiciones legales, entre las cuales
se destacan, por vía de ejemplo, los artículos 2008, ordinal 2º (arrendamiento de
cosas), 2189, ord. 2º (mandato) y 2366 (fianza) del Código Civil y 977 (suministro),
1047, ord. 6º (Seguro) y 1320 (agencia comercial) del Código de Comercio.

20 Ospina Fernández Guillermo, Ospina Acosta Eduardo. Teoría General del Contrato y del Negocio Jurídico.
Séptima Edición, Bogotá. Editorial Temis, 2005. Página 531
21 Uribe-Holguin, Ricardo. De las Obligaciones y del Contrato en General. Editorial Temis. Bogotá, 1982. Pág. 141.
22 Alessandri Rodríguez, Arturo. Derecho Civil. Teoría de las Obligaciones. Ediciones Librería del Profesional.

Bogotá, 1983. Pág. 230.

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En estos casos la concepción que del plazo tiene el legislador se refiere al término
de duración del acuerdo de voluntades, vencido el cual terminarán hacia el futuro,
los efectos del correspondiente negocio jurídico. Dicho con otras palabras, el plazo
acordado por las partes viene a constituir el término de vigencia del acuerdo de
voluntades, por lo cual, vencido dicho plazo, opera una causa legal extintiva del
negocio. Por supuesto, los efectos producidos durante dicha vigencia, es decir antes
del cumplimiento del plazo extintivo, se mantienen y deben ser cumplidos por las
partes, aún después de terminada la vigencia del contrato.

En los contratos de ejecución sucesiva es altamente frecuente que las partes


acuerden un plazo dentro del cual ellas quieren que se produzcan sus efectos. Se
trata, como quedó dicho, de un término que marca la finalización de la fuerza
obligatoria del negocio.23

Para lo que corresponde decidir al Tribunal, se debe precisar que la llegada del
plazo extintivo del negocio es causa de terminación del mismo, de manera que a
partir de ese momento (ex nunc) cesa la producción de los efectos que el contrato
venía produciendo. La terminación del contrato entonces se refiere a sus efectos
futuros.

Sin embargo, las partes pueden evitar el efecto extintor del negocio como
consecuencia del cumplimiento del término, mediante las figuras de prórroga o de
renovación, que se estudiarán enseguida.

La ley colombiana no define, como concepto general, prórroga ni renovación, y la


escasa doctrina y jurisprudencia que sobre el punto se encuentra, no se pronuncia
uniformemente sobre la distinción entre una y otra figuras. Por eso, es necesario
que el Tribunal deje expresadas las más significativas consideraciones que tiene
sobre este particular.

23Con todo, no es indispensable siempre el pacto expreso de término extintivo de los negocios de ejecución
sucesiva. Cuando las partes han guardado silencio sobre la materia, el legislador dispone reglas tendientes, ora a la
implantación sobreviniente del correspondiente término, como ocurre con la figura del desahucio (art. 2009 C.C.),
ora a permitir la terminación unilateral con preaviso, como ocurre en el contrato de suministro (art. 977 C.Co.).

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Para comenzar el punto conviene poner de presente que la mencionada falta de


uniformidad conceptual se debe tanto a la ausencia de regulación legal, como al
alcance particular que las expresiones tienen en el seno de específicos contratos.
Valgan, para ilustrar lo que se comenta, los siguientes ejemplos:
Efrén Ossa, al referirse a la renovación del contrato de seguro, señala:

“La renovación es un acuerdo de las partes que tiene como único objeto ampliar la
vigencia del contrato. Versa, por tanto, sobre una sola de las condiciones particulares
de la póliza, la requerida por el ord. 6 del art. 1047 del Código de Comercio.
Recoge el seguro, tal como aparece concebido en la fecha y horas previstas para su
vencimiento, y sin solución de continuidad, lo proyecta hacia el futuro por un término
adicional durante el cual –como contrato de ejecución sucesiva- ha de seguir
produciendo exactamente los mismos efectos.”24

Y, más adelante, agrega:

“Lejos de distinguirlas, la ley más bien identifica la renovación y la prórroga. Así


el Código de Comercio tras conferir al arrendatario de un establecimiento comercial
el derecho a la renovación del contrato a su vencimiento (art. 518) y señalar el
procedimiento verbal como mecanismo para dirimir las diferencias que surjan entre
las partes en el momento de la renovación en el artículo 519, dispone que, de no
producirse el desahucio oportuno del arrendatario en dos de los supuestos en que su
derecho a la renovación es improcedente (art. 518 ords. 2 y 3), el contrato se
considera renovado o prorrogado en las mismas condiciones y por el mismo término
del contrato inicial”25.

De otra parte, el referido autor se manifiesta en relación con la figura de la


renovación en los siguientes términos:

“La renovación es, claro está, expresión jurídica de un nuevo acuerdo de voluntades
circunscrito en su proyección a la vigencia técnica del seguro, esto es, a una sola de

24 Ossa G. Efrén. G. Teoría General del Seguro – El contrato. Editorial Temis. Bogotá, Colombia. 1984. Pág. 240
25 Op. Cit. Ossa G. Efrén. G. Pág. 243.

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sus condiciones particulares. Porque el acuerdo sobre sus elementos esenciales quedó
formalizado a la celebración inicial del contrato, continúa vigente y no puede
decirse extinguido en el momento de la renovación ….”26 y, más
adelante, afirma “… llámese de un modo u otro, la renovación no solo no está
concebida para “extinguir” las obligaciones derivadas del contrato de seguro, sino
precisamente para preservarlas en el tiempo con sus respectivos derechos (…)” 27
(subraya fuera del texto)

De idéntica opinión es Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo quien, al analizar también


el contrato de seguro, se manifiesta respecto de la renovación así:

“Como se observa, son muy variados los usos que de los anexos se pueden dar.
Ellos representan una herramienta fundamental para el desarrollo del negocio
jurídico previamente concluido, pues las diversas circunstancias que se pueden
presentar en el desarrollo del contrato exigen la posibilidad de modificar su
contenido inicial, sin que ello dé pie para suponer que, en estos
supuestos, se está en presencia de un nuevo y por demás
distinto contrato de seguro.

“La aclaración anterior la hacemos en consideración a que un reducido sector de la


doctrina estima que la renovación del contrato de seguro importa la celebración de
un nuevo contrato de seguro, olvidando que el negocio jurídico destinado a mantener
la vigencia del contrato de seguro dista del negocio jurídico que se pretende
conservar. Uno es el negocio que está próximo a terminar, y otro muy distinto el
que se celebre para mantener sus efectos en el tiempo.

“El primero es un contrato de seguro y el segundo un negocio


jurídico orientado a salvaguardar al primero, pero sin que por
esto sea un contrato de seguro, pues de lo contrario habría tantos

26 Ibídem.
27 Op. Cit. Ossa G. Efrén. G. Página 244

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contratos de seguros como tantas renovaciones de él se hubieren efectuado, con los


agravantes que de ello pudieran presentarse”.28 (subraya fuera del texto)

La Corte Suprema de Justicia, al estudiar la regulación que en el Código de


Comercio tiene el arrendamiento de locales comerciales, se manifiesta respecto de
los conceptos de prórroga y renovación en los siguientes términos:

“El derecho a la renovación del contrato para el comerciante que haya ocupado el
inmueble con un mismo establecimiento mercantil por lapso no inferior a dos años
consecutivos, derecho este respecto del cual, precisó la Corte en sentencia de su Sala
Plena proferida el 20 de noviembre de 1971, que no ha de confundirse con la
prórroga del contrato, pues el renovado es uno nuevo, que puede
acordarse o celebrarse con sujeción a las circunstancias especialmente en cuanto a precio
y utilización de la cosa arrendada”.29 (subraya fuera del texto)

En similar sentido volvió a referirse la Corte Suprema de Justicia en sentencia


posterior, en la que puntualiza que en la renovación del contrato de arrendamiento
de local comercial “no es el primitivo contrato el que va a seguir rigiendo, sino uno nuevo,
que puede acordarse o celebrarse con sujeción a las circunstancias, especialmente en cuanto a precio
y condiciones de utilización de la cosa arrendada.”30 (subraya fuera del texto)

Por su parte, el Consejo de Estado, tras aclarar que el asunto sometido a su


consideración se regía por las normas del derecho común, se manifestó en relación
con las diferencias que existen entre la prórroga y la renovación, en los siguientes
términos:

“… La cláusula de prórroga automática del contrato consiste en el acuerdo


de voluntades en virtud del cual las partes convienen en que al vencimiento
del plazo inicialmente previsto y ante el silencio de las mismas partes, se
extenderá la vigencia del contrato por el período previsto en la respectiva

28 Jaramillo J. C Ignacio. Derecho de Seguros – Tomo II. Editorial: Temis 2011. Págs. 536 – 537.

29 Corte Suprema de Justicia. Sentencia 8 de octubre de 1997. Expediente: No. 4818
30 Corte Suprema de Justicia. Sentencia 27 de abril de 2010. Expediente: 2006-00728

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cláusula -usualmente por un período igual al inicial-, sin necesidad de


manifestación o formalidad adicional alguna.

“Se trata de un acuerdo que existe desde el inicio del contrato, que otorga un
efecto contractual al silencio de las partes y que extiende en el tiempo el
mismo contrato preexistente entre esas partes.

“La renovación del contrato, por el contrario, constituye una


modificación del acuerdo inicial en cuanto se trata de un nuevo
vínculo contractual, esto es se configura la celebración de
un nuevo contrato –aunque de ordinario con características similares,
al menos en parte, al contrato anterior- puesto que precisamente la re-
novación equivale a re-hacer, volver a hacer, o mejor volver a celebrar el
contrato, cuestión que puede tener lugar cuando mediante el acuerdo de
voluntades y ante el vencimiento de un contrato similar pre-existente, en
ejercicio de su libertad negocial, las partes convienen un nuevo vínculo en
relación con el cual puede mantenerse vigente la regulación básica o genérica
del contrato inicial.”31 (subraya fuera del texto)

De otra parte, con ocasión del derecho a la renovación del arrendamiento de


locales comerciales, se advierten los siguientes pronunciamientos doctrinales.

Bonivento Fernández sostiene sobre el particular:

“En verdad, el Código de Comercio diferencia entre prórroga y renovación del


contrato de arredramiento de locales comerciales, (…) La renovación lo ubica
bajo el concepto de nuevo contrato, (…)

“La figura de la prórroga tiene una proyección sustancial diferente: mantener el


contrato existente, con todas sus consecuencias y efectos, bajo las mismas
condiciones de tiempo y precio del contrato prorrogado. En la renovación hay

31 Consejo de Estado. Sentencia del 12 de febrero de 2014. Expediente: 32716

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un nuevo contrato; en la prórroga es el mismo el que regirá las


relaciones de los contratantes (…)”32 (la negrilla no es del texto original)

Jaime Alberto Arrubla afirma:


“Es conveniente aclarar que no se trata de una prórroga, sino de un derecho a la
renovación del contrato. El antiguo contrato no continúa en los
mismos términos, pues con la renovación se produce una efectiva variación de
las circunstancias económicas, de plazo, garantía e incluso de destinación del bien
raíz arrendado…”33 (la negrilla no es del texto original)

Cuando en esta cita se afirma que el “antiguo contrato no continúa en los mismos
términos” ¿podría interpretarse, contrario sensu que el antiguo contrato continúa,
pero bajo diferentes términos? O ¿la palabra “antiguo” significa que habrá otro
“nuevo”?

Muchas preguntas caben en torno a este problema. Por ejemplo, ¿la renovación de
un contrato supone necesariamente su terminación y la celebración de uno nuevo?
¿Podría sostenerse, en cambio, que la renovación consiste en la modificación tanto
del plazo de vigencia como de otros contenidos de un único contrato que
permanece vigente? ¿Qué efectos se producen en uno u otro evento? ¿Cuál es el
alcance específico de la expresión “nuevo contrato”?

Ya se vio que la respuesta de la doctrina y de la jurisprudencia no son ni mucho


menos coincidentes.

Para el Tribunal, aunque la prórroga y la renovación comparten elementos


comunes, son instituciones jurídicas independientes y diferenciables.

La prórroga supone un negocio jurídico modificatorio de un contrato ya celebrado,


en cuya virtud se extiende su plazo de vigencia, de tal forma que el contrato queda

32 Bonivento Fernández, José Alejandro. Los Principales Contratos Civiles y su Paralelo con los Comerciales. Décima
tercera edición. Ediciones Librería del Profesional. Bogotá, 1999, págs. 462 y 463.
33 Arrubla Paucar, Jaime Alberto. Contratos Mercantiles. Contratos Típicos. Decimotercera edición. Legis. Bogotá,

2012.

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sujeto a un redefinido término que, de no ser nuevamente ampliado, su


vencimiento traerá consigo la extinción del negocio.

Las prórrogas así entendidas pueden celebrarse expresa o tácitamente, siempre, en


este último evento, que los comportamientos de las partes resulten inequívocos en
el sentido de que su voluntad se endereza a la ampliación del término de vigencia
de la relación contractual.

El acuerdo de prórroga puede tener lugar antes del vencimiento del plazo inicial e,
incluso, en algunos eventos excepcionales aún después de que este haya vencido.
En efecto, si no existe disposición legal que lo prohíba, en desarrollo de la
autonomía de la voluntad, las partes pueden dotar retroactivamente de efectos a un
vínculo respecto del cual ya había operado el vencimiento del plazo extintivo.

Mención especial merece la llamada cláusula de prórroga automática en virtud de la


cual, como con acierto fue descrito por el Consejo de Estado, “… las partes convienen
en que al vencimiento del plazo inicialmente previsto y ante el silencio de las mismas partes, se
extenderá la vigencia del contrato por el período previsto en la respectiva cláusula -usualmente por
un período igual al inicial-, sin necesidad de manifestación o formalidad adicional alguna.”34(…).
“Se trata de un acuerdo que existe desde el inicio del contrato, que otorga un efecto contractual al
silencio de las partes y que extiende en el tiempo el mismo contrato preexistente entre esas
partes”.35

Sea cualquiera la forma que revista el acuerdo de prórroga, lo cierto es que tal figura
limita su esfera de acción al plazo de vigencia del contrato. Las restantes
condiciones del negocio permanecen incólumes. Bajo ese entendimiento, la
prórroga no hace que el contrato cuyo plazo resultó ampliado, sea uno nuevo.

La renovación del contrato, por su parte, es también un negocio jurídico y


comparte con la prórroga lo relativo a la ampliación del plazo de vigencia, pero se
diferencia de aquel en que las partes convienen, además, nuevos contenidos

34 Sentencia de 12 de Febrero de 2014, de Consejo de Estado - Sección Tercera.


35 Ibídem.

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negociales de muy variada índole como el ajuste del precio o contraprestación del
contrato, la inclusión de garantías antes no previstas, o de otro tipo de cláusulas
(cláusulas penales, intereses, formas de pago, etc.)

A diferencia de lo que ocurre con la prórroga, no es claro si la renovación de un


contrato da siempre origen a uno nuevo, distinto del inicial, el cual terminaría por
vencimiento del plazo original, o si por el contrario cabe hablar de renovación de
un contrato sin extinción del mismo. Al respecto, como quedó dicho, no hay
completa claridad en la doctrina, ni en la jurisprudencia.

Aun cuando las citas a las que antes ha hecho mención el Tribunal corresponden a
pronunciamientos que han sido efectuados por la jurisprudencia y por la doctrina
con ocasión del análisis de contratos de naturaleza diversa al que aquí nos ocupa, lo
cierto es que con ellas se pone en evidencia la divergencia de posturas que existen
sobre el alcance y efectos de la renovación y la prórroga y la dificultad que supone
resolver de forma general y absoluta los precitados cuestionamientos.

A juicio del Tribunal no existen respuestas únicas y definitivas. Todo dependerá de


cada caso y de lo que se pruebe sea la intención de las partes. Ante la ausencia de
regulación legal, los interrogantes se podrán responder de una o de otra manera,
todo a la luz de los principios generales.

La pregunta sobre si la renovación, a diferencia de la prórroga, envuelve la


celebración de un nuevo contrato, debe ser respondida luego de una necesaria
acotación. Salvo el evento de la cláusula de prórroga automática, en el que, según se
dijo, basta el silencio de las partes con anterioridad al vencimiento del plazo
contractual para entenderlo ampliado, tanto prórroga como renovación suponen
necesariamente un nuevo acuerdo de voluntades de tal manera que, desde ese
punto de vista, se trata, en los dos casos, de negocios jurídicos diferentes del
contrato originalmente celebrado. Lo que deberá examinarse es si en la renovación
ese nuevo acuerdo trae consigo la extinción del primer contrato y la celebración de
otro.

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Para el Tribunal, no puede descartarse de plano que la renovación constituya un


nuevo contrato. En efecto, a tal conclusión podría llegarse si del comportamiento
de las partes se desprende inequívocamente que su voluntad se endereza a la
terminación del vínculo inicial y al nacimiento de uno nuevo, como ocurriría, por
ejemplo, en caso que los contratantes procedan a la liquidación y finiquito de los
efectos del contrato original para darle paso a una nueva relación contractual que,
aunque sobre el mismo objeto, se encontrará regida por nuevas condiciones
contractuales.

En estos eventos no habría duda de que la “renovación” supondría la terminación


de un contrato y la celebración de uno nuevo.

Pero no siempre las cosas se presentan con esa claridad. Por el contrario, hay
eventos en los que sería contraevidente afirmar que las partes han querido
efectivamente celebrar un negocio distinto tras el vencimiento del plazo extintivo
de su contrato.

Si por ejemplo, con anterioridad al vencimiento del plazo de vigencia del contrato
las partes convienen en la extensión de dicho plazo y adicionalmente modifican
algunas de sus cláusulas, introducen otras novedosas pero se sigue cumpliendo el
objeto negocial, sin solución de continuidad, o incluso si vencido el plazo extintivo
del contrato las partes continuaron, de hecho, en ejecución del mismo y
posteriormente, también sin solución de continuidad, acuerdan, con efecto
retroactivo, los ajustes en el plazo y en los demás frentes que a bien tengan
convenir, no podría afirmarse que el primer contrato terminó y que se celebró otro
distinto e independiente del primero.

La autonomía privada, potente para dar nacimiento a un contrato, lo es también


para modificarlo. Y una renovación puede ser vista, precisamente, como una
modificación de un único contrato y no como la celebración de otro enteramente
nuevo, siempre que la intención de las partes apunte en ese sentido y, claro está,
que no haya variación en la esencia misma del negocio.

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Así pues, para el Tribunal, la renovación de un contrato no necesariamente significa


la celebración de un contrato diferente desligado del anterior. Perfectamente puede
envolver, como en los ejemplos referidos, una simple modificación al único
contrato celebrado, modificación que versa no solamente sobre el término o plazo
de vigencia sino también sobre otros componentes contractuales.

Sobre estas bases, procederá el Tribunal a examinar la situación fáctica y jurídica del
negocio o negocios celebrados por las partes, de cara a su eventual unidad o
pluralidad, a efectos de despachar las pretensiones correspondientes.

1.2. Análisis del caso concreto

1.2.1. Relación y descripción de los “contratos”, “prórrogas” y


“otrosíes” suscritos entre las partes desde 1998

Hechas las anteriores precisiones conceptuales, procede el Tribunal a analizar si


entre las partes existió una única relación contractual que, como lo afirma la
Convocante, se forjó “como mínimo” desde el año 1998 o si, por el contrario,
entre ellas se celebraron diversos vínculos, que se sucedieron en sus vigencias,
según lo sostiene la Convocada.

Aunque el Tribunal centrará su atención en la documentación que fue suscrita entre


las partes a partir de 1998, pues tal es el año que la Convocante plantea en la
pretensión segunda declarativa, en este punto resulta pertinente hacer una breve
referencia a las pruebas que en el expediente dan cuenta de los “contratos”,
“otrosíes” y “prórrogas”, cuya vigencia se remonta al 1 de enero de 1980.

Para tal efecto es preciso indicar que el primer contrato del que hay constancia en el
expediente se denominó Concesión Tipo A y su vigencia se extendió desde el 1 de
enero de 1980 hasta el 1 de enero de 1982. Con posterioridad, se advierte un
período de 4 años en relación con el cual no obra en el expediente evidencia de
ningún tipo de prórroga o de contrato suscrito entre las partes, pues el que sigue en

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el tiempo se suscribió el 10 de abril de 1986, bajo la denominación de Concesión,


con vigencia del 1 de enero de 1986 al 1 de enero de 1987. Luego del aludido
documento, se suscribieron de manera sucesiva varios contratos denominados de
Concesión cuyas vigencias se extendieron de forma ininterrumpida así: (i) del 1 de
enero de 1987 al 1 de enero de 1988, (ii) del 1 de enero de 1988 al 1 de enero de
1989, (iii) del 1 de enero de 1989 al 1 de enero de 1990, (iv) del 1 de enero de 1990
al 1 de enero de 1991 y (v) del 1 de enero de 1991 al 1 de enero de 1992. Vencida la
vigencia del último de los precitados contratos, existe un período de
aproximadamente tres meses en el que no medió entre las partes ningún
documento, pues el siguiente contrato, denominado también de Concesión se
refiere a la vigencia comprendida entre el 2 de abril de 1992 y el 31 de diciembre de
ese mismo año. Concluido el referido plazo se advierte un nuevo período de
aproximadamente 6 meses en relación con el cual no hay constancia en el
expediente de prórrogas, otrosíes o nuevos contratos, pues el que sigue en el
tiempo corresponde a un contrato de Concesión que estuvo vigente desde el 24 de
junio de 1993 hasta el 31 de diciembre de ese mismo año. Terminada la vigencia de
este último se evidencia un nuevo período de cuatro años respecto del cual no obra
en el expediente constancia de ningún tipo de prórroga, otrosí o contrato suscrito
entre las partes, pues el siguiente documento del que da cuenta el material
probatorio se refiere a la vigencia comprendida entre el 1 de enero de 1998 y el 31
de diciembre de 1999 que, como quedó ya antes dicho, es el periodo a partir del
cual centrará el Tribunal su atención, en la medida en que la Convocante señala que
la relación surgió como mínimo a partir de 1998.

Hecha la anterior síntesis, es preciso señalar que los documentos que fueron
suscritos por las partes a partir del 1 de enero de 1998 son de muy diversa índole,
por lo que comenzará el Tribunal por hacer un recuento de los mismos, para
proceder luego al análisis de sus alcances y efectos, de cara a lo que en este trámite
se discute.

Antes de ello conviene precisar que aun cuando algunos de los “contratos”,
“prórrogas” y “otrosíes” que obran en el expediente sólo se encuentran firmados

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por la Convocada, el Tribunal les reconocerá el debido valor probatorio, en la


medida en que se trata de documentos que fueron aportados, sin queja, reproche ni
desconocimiento alguno, por parte de la Convocante.

Los documentos que, bajo la denominación de “contrato”, “prórroga” u “otrosí”


obran en el expediente a partir de 1998 son los siguientes:

a. “Contrato de concesión”, cuya fecha de suscripción no consta en el


respectivo documento36, en el que se estableció que su vigencia estaría
comprendida entre el 1 de enero de 1998 y el 31 de diciembre de 1999
(cláusula sexta).

b. “Prórroga al contrato de concesión celebrado entre Sofasa S.A. y


Automotora Nacional S.A. Autonal S.A.” suscrita el 4 de abril de
200037, en la que además de extenderse la vigencia del contrato hasta el
31 de Mayo de 2000, el denominado concesionario se comprometió a
adelantar algunas modificaciones en su vitrina, sin incluir ninguna otra
modificación al texto inicial del contrato (cláusula segunda).

c. “Contrato de Concesión R-2000” cuya fecha de suscripción no consta


en el respectivo documento, en el que se estableció que tendría
vigencia desde el 1 de junio del año 2000 hasta el 31 de mayo del año
2001 (cláusula cuarta).

d. “Contrato de concesión R-2000-2001” cuya fecha de suscripción no


consta en el respectivo documento 38 , en el que se estableció que
estaría vigente desde el 1 de junio de 2001 hasta el 31 de diciembre del
mismo año (cláusula cuarta).

36 El documento que obra en el expediente solo contiene la firma de la Convocada, y fue aportado por la
Convocante.
37 Ibídem.
38 Ibídem.

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e. “Contrato de Concesión R-2002” cuya fecha de suscripción no consta


en el respectivo documento, en el que se estableció que estaría vigente
desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 2002 (cláusula cuarta).

f. “Contrato de concesión Renault 2004” cuya fecha de suscripción no


consta en el respectivo documento, en el que se estableció que tendría
vigencia desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 2004 (cláusula
5.2.).

g. “Modificación (Prórroga) al contrato de concesión R-2004 celebrado


entre Sofasa S.A. y Automotora Nacional S.A. Autonal S.A.” cuya
fecha de suscripción no consta en el respectivo documento, en el que
exclusivamente se prorrogó el plazo contractual hasta el 31 de marzo
del año 2005 (cláusula tercera).

h. “Modificación No. 2 (Prórroga) al contrato de concesión R-2004


celebrado entre Sofasa S.A. y Automotora Nacional S.A. Autonal
S.A.” suscrita el 5 de junio de 2005, en el que las partes acordaron
prorrogar la vigencia del contrato hasta el 31 de diciembre del año
2005 (cláusula tercera), sin incluir ninguna otra modificación a las
condiciones de la relación contractual.

i. “Modificación No. 3 (Prórroga) al contrato de concesión R-2004


celebrado entre Sofasa S.A. y Automotora Nacional S.A. Autonal
S.A.” suscrita el 2 de febrero de 2007, en el que las partes convinieron
prorrogar la vigencia del contrato hasta el 30 de junio del año 2007
(cláusula tercera), sin introducir ninguna modificación al resto de las
condiciones contractuales.

j. “Modificación No. 4 (Prórroga) al contrato de concesión R-2004


celebrado entre Sofasa S.A. y Automotora Nacional S.A. Autonal
S.A.” suscrita el 27 de junio de 2007, en el que solamente se amplió la

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

vigencia del contrato hasta el 31 de diciembre del año 2007 (cláusula


tercera).

k. “Modificación al contrato de concesión R-2004 celebrado entre Sofasa


S.A. y Automotora Nacional S.A. Autonal S.A.” suscrita el 20 de
diciembre de 2007, en el que únicamente se extendió el plazo del
contrato hasta el 31 de diciembre del año 2008 (cláusula tercera).

l. “Otrosí al contrato de concesión R-2004 celebrado entre la Sociedad


de Fabricación de Automotores S.A. – Sofasa S.A. y Automotora
Nacional S.A. o Autonal S.A. (Dic 31 de 2010)” cuya fecha de
suscripción no consta en el documento, en la que las partes
exclusivamente acordaron prorrogar la vigencia del contrato hasta el
31 de diciembre de 2010 (cláusula segunda).

m. “Contrato de concesión Renault 2011” suscrito el 16 de diciembre de


2010, en el que se estableció que el mismo estaría vigente por un
período de dos (2) años contados a partir del 1 de enero de 2011,
hasta el 1 de enero de 2013 (cláusula 4.2.).

n. “Otrosí 1 al contrato de concesión Renault 2011 celebrado entre


Sofasa y Autonal (Ene – Mar 2013)” cuya fecha de suscripción no
consta en el documento, en la que las partes acordaron prorrogar la
vigencia del contrato hasta el 31 de marzo de 2013 (cláusula tercera),
sin introducir ninguna modificación a las restantes condiciones
contractuales.

o. “Contrato de concesión Renault 2013” suscrito el 1 de abril de 2013,


cuya vigencia se acordó a partir del 1 de abril de 2013, hasta el 31 de
diciembre de 2015 (cláusula 4.2.).

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

Para abordar el análisis que en este punto compete desarrollar al Tribunal, se ha


estudiado y cotejado el contenido de cada uno de los precitados documentos, y con
base en ello se ha podido establecer la existencia de seis textos o modelos
contractuales, en la medida en que, aunque desde el año 1998 hasta la fecha se
suscribieron entre las partes siete contratos de concesión, el que estuvo vigente
entre el 31 de mayo y el 31 de diciembre de 2001 es idéntico al que rigió en el
período inmediatamente anterior (del 1 de junio del 2000 al 31 de mayo del 2001).

Comenzará el Tribunal por estudiar el sentido general de las previsiones de cada


uno de los aludidos modelos contractuales y la evolución que estos tuvieron a lo
largo del tiempo:

a. El “Contrato de concesión”, cuya vigencia inicial se pactó del 1 de enero de


1998 al 31 de diciembre de 1999, corresponde al primer texto contractual
que suscribieron las partes en el período en el que, por las consideraciones ya
expuestas, centrará su atención el Tribunal.

En el referido modelo el objeto contractual se concibió en los siguientes


términos:

“Sofasa se obliga a enajenar, en forma periódica, a título de venta, a favor de


El Concesionario, y éste se obliga a adquirir a título de compra y con el
propósito de revenderlos los vehículos marca Renault, repuestos y accesorios
que aquella produce o importa, a los precios, en las condiciones y cantidades
que se estipulan en este contrato. Además, el concesionario se obliga a
mantener en existencia cantidades apropiadas de vehículos, de repuestos y
accesorios; a prestar los servicios de taller de reparación y mantenimiento que
garanticen la eficiencia en el funcionamiento de los vehículos y a observar las
demás instrucciones y recomendaciones que le formule Sofasa, en relación con
la venta de vehículos, repuestos, accesorios y operación de talleres de reparación
y mantenimiento”.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 61


LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

A la luz del precitado objeto, las partes hicieron constar la estructura del contrato
en diversas disposiciones en las que:

i. Destacaron el carácter intuitu personae de la relación y declararon la


acreditación de Sofasa y de Renault como instituciones serias y
respetables, con gran aceptación y reconocimiento de sus productos.

ii. Dispusieron la adquisición de vehículos por parte del concesionario a


través de compraventas independientes al contrato de concesión y
agregaron que, una vez los vehículos fueran puestos a disposición del
denominado concesionario, éste asumía los riesgos inherentes a la
propiedad de los mismos.

iii. Acordaron que Autonal estaba autorizado, durante la vigencia del


contrato, para distinguir sus establecimientos comerciales y su
papelería con las marcas, diseños comerciales, emblemas y demás
derechos de propiedad industrial de Renault sobre los que tuviera
licencia de uso Sofasa, y dispusieron las condiciones de uso de los
mismos.

iv. Establecieron un pacto de exclusividad en favor de Sofasa, en virtud


del cual, salvo autorización escrita de esta, Autonal no podía adquirir,
promocionar ni vender vehículos nuevos, repuestos o accesorios que
no le fueran suministrados por Sofasa y previeron la correspondiente
sanción en caso de incumplimiento.

v. Sofasa se reservó la posibilidad de llevar a cabo algunas ventas


directas, tales como las destinadas a sus empleados, a municipios y
corporaciones públicas, entre otras.

vi. Previeron que periódicamente las partes debían concertar los objetivos
de ventas al público, según propuesta de Sofasa, y acordaron que,

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

salvo objeción formulada por Autonal dentro de los 10 días siguientes


a la respectiva comunicación, se entenderían por esta aceptados.

vii. Acordaron que Autonal debía prestar, por cuenta y a cargo de Sofasa,
el servicio de garantía con el que esta ampara los vehículos que ella
produjera, ensamblara o importara.

viii. Para efectos de procurar el cumplimiento de los objetivos de ventas


fijados por las partes, Autonal se obligó, entre otras, a disponer de un
local debidamente adecuado, a contratar el personal necesario, a llevar
a cabo el alistamiento de los vehículos y a abstenerse de introducir en
ellos modificaciones no autorizadas por Sofasa.

ix. En lo atinente a la publicidad, acordaron las partes que: (i) la que


tuviera alcance nacional sería pagada por Sofasa, (ii) la que Sofasa
planeara y dirigiera con carácter nacional y regional para llevar a cabo
conjuntamente con los denominados concesionarios sería sufragada
entre estos y aquella y (iii) la que fuera directamente planeada por cada
uno de los denominados concesionarios, con la aprobación previa
Sofasa, sería sufragada de manera individual por cada uno de ellos.

x. Señalaron que, en lo no previsto en el contrato, el mismo se regía por


lo establecido en la Ley 80 de 1993 respecto del contrato de concesión
y agregaron que la actuación del denominado concesionario debía ser
adelantada por su propia cuenta y riesgo.

Según quedó indicado líneas atrás, las condiciones del contrato que en este punto
se analiza fueron objeto de una prórroga que extendió su vigencia hasta el 31 de
mayo de 2000.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 63


LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

b. Entre el 1 de junio de 2000 y el 31 de mayo de 2001, estuvo vigente el


denominado “Contrato de Concesión R-2000”, cuyo objeto se concibió en
los siguientes términos:

“El presente contrato tiene por objeto la compra y posterior comercialización por
parte del concesionario, de los productos ensamblados o importados por Sofasa, la
prestación de los servicios necesarios para el mantenimiento y la reparación de
estos productos, así como el respeto y el mantenimiento de la imagen de marca
Renault. En desarrollo de lo anterior Sofasa, otorga a El Concesionario durante
la vigencia de este contrato y sujeto a los términos y condiciones del mismo, los
siguientes derechos:

“3.1. El derecho temporal y no exclusivo de vender a terceros vehículos


automotores de la marca Renault, así como repuestos y accesorios producidos o
importados por Sofasa, que el concesionario hubiere adquirido de Sofasa, a través
de contratos de compraventa autónomos e independientes del presente contrato de
concesión, los cuales se materializarán en una factura, documento que también es
independiente del presente contrato de concesión. Éste derecho podría ser ejercido
por el concesionario a través de la celebración de contratos de fiducia mercantil,
mediante los cuales se constituyan patrimonios autónomos.

“3.2. El derecho a prestar los servicios de taller de reparación y mantenimiento


que garanticen la eficiencia el funcionamiento de los vehículos automotores, los
estándares de calidad, el mantenimiento de la marca Renault y el buen servicio al
cliente, conforme con las expectativas y requerimientos del mercado y dentro del
marco de la reglamentación legal.

“3.3. El derecho de utilizar en su propio beneficio, dentro de los términos de este


acuerdo, el conjunto de intangibles relacionados en la cláusula primera y relativos
a los derechos de propiedad industrial y/o intelectual de Sofasa y los de Renault,
sobre los cuales haya otorgado licencia de uso a Sofasa.”

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

Aunque con una redacción distinta de la que se empleó en el contrato vigente en el


período inmediatamente anterior, en el que el se describía de manera menos
extensa el objeto contractual, encuentra el Tribunal que tanto aquel como este
comparten, en su esencia, la misma finalidad negocial.

En efecto, sin perjuicio de las anotadas diferencias, en uno y otro contrato se


previó que Autonal se obligaba a adquirir, para su posterior comercialización, los
vehículos, repuestos y accesorios producidos o importados por Sofasa y que debía
prestar los servicios necesarios para su mantenimiento y reparación, en tanto que
Sofasa otorgaba a aquella el derecho a usar la marca Renault y demás intangibles
relacionados con esta, en los específicos términos establecidos para tal fin.

Al amparo del precitado objeto, el modelo de contrato que en este punto se analiza
evidencia, con diferencias que pueden calificarse como menores, importantes
coincidencias respecto del contrato que estuvo vigente en el período
inmediatamente anterior, en lo atinente a: (i) el carácter intuitu personae de la relación
y el reconocimiento de los esfuerzos de Sofasa para acreditar la marca Renault, (ii)
las condiciones de uso de la marca, (iii) la existencia de objetivos de ventas
acordados por las partes, (iv) la prohibición para Autonal de comercializar
vehículos nuevos distintos de los suministrados por Sofasa – pacto de exclusividad
en favor de Sofasa-, (v) la posibilidad de Sofasa de llevar a cabo ventas directas,
(vi) la obligación a cargo de Autonal de prestar el servicio de garantía por cuenta de
Sofasa, (vii) la adquisición de los vehículos por parte de Autonal mediante
compraventas independientes del contrato de concesión, (viii) la indicación de que
estos serían de su propiedad en la medida en que le fueran siendo entregados por
Sofasa, y de que Autonal asumía todos los riesgos inherentes a la propiedad, y (ix)
la declaración de que la actuación del denominado concesionario debía ser
adelantada por su propia cuenta y riesgo, entre otras.

El aspecto en el que advierte el Tribunal una variación significativa tiene que ver
con la inclusión de algunas previsiones contractuales, en virtud cuales se estableció
que Autonal podía celebrar contratos de fiducia mercantil, que tendrían por objeto

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

la adquisición de los vehículos que serían luego comercializados por aquella a través
de contratos de consignación (cláusula segunda). Según lo previsto en el contrato,
el referido esquema tenía como fin servir de fuente de financiación para la
operación de Autonal, por lo que Sofasa aceptaba facturar al patrimonio autónomo
los vehículos que Autonal decidiera adquirir. (Cláusula 11.1.2).

En el mismo sentido, se evidencia una modificación importante en lo que respecta


a la figura de la reserva de dominio, que no se encontraba contemplada en el
contrato que vinculó a las partes en la vigencia inmediatamente anterior. En virtud
de la mencionada figura, contenida en la cláusula 11.1.1, se acordó que en
desarrollo de los contratos de compraventa celebrados entre las partes para la
adquisición de los vehículos, Sofasa se reservaba el derecho de dominio hasta tanto
recibiera el pago de su precio por parte de Autonal, quien, en todo caso, debía
asegurarlos contra todo riesgo.

Aunado a lo anterior, encuentra el Tribunal que, aunque en términos generales se


mantuvieron las condiciones que en el contrato anterior se habían fijado respecto a
la publicidad, en el que en este punto se analiza se introdujo una variación en virtud
de la cual Sofasa podía vender o entregar en comodato a Autonal, a través de
contratos independientes, elementos y material publicitario de la marca Renault.

Para concluir, hay que resaltar que en el modelo contractual que aquí se analiza se
previó que en caso que las partes no llegaran a un acuerdo respecto del objetivo de
ventas el contrato se resolvería de pleno derecho, aunado a lo cual se excluyeron las
referencias que en el modelo anterior existían respecto de la ley 80 de 1993.

El “Contrato de concesión R-2000-2001” cuya vigencia se pactó desde el 1 de junio


hasta el 31 de diciembre del año 2001 corresponde al mismo texto contractual
relativo al período anterior, por lo que no es necesario adelantar ningún análisis
comparativo en este punto.

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

c. Por su parte, en lo que atañe con el “Contrato de Concesión R-2002” que


estuvo vigente entre el 1 de enero y el 31 de diciembre del año 2002, hay que
indicar que su objeto se concibió en términos prácticamente iguales a los que
quedaron señalados en los contratos que estuvieron vigentes en los dos
períodos anteriores39.

Consistente con las coincidencias que se advierten en el objeto contractual, es


preciso señalar que muchas de las cláusulas del modelo que en este punto se analiza
son similares a las que se incluyeron en los dos períodos anteriores, tal como, a
título de ejemplo, ocurre con las relativas a: (i) los presupuestos del contrato, (ii) su
carácter intuitu personae, (iii) las condiciones de comercialización y entre ellas el
convenio de objetivos de ventas de vehículos así como el efecto resolutorio
derivado de la eventual imposibilidad de un acuerdo en dicho frente, (iv) la
definición del contrato de fiducia mercantil y su finalidad dentro del esquema
negocial, (v) las condiciones de adquisición de vehículos nuevos y de repuestos,
(vi) la prohibición de comercializar productos distintos de los suministrados por
Sofasa, sin autorización de esta – pacto de exclusividad en favor de Sofasa- y (vii)
la posibilidad para Sofasa de efectuar ventas directas en ciertos casos, entre otras.

39 “El presente contrato tiene por objeto la compra y posterior comercialización por parte del concesionario, de los
productos ensamblados o importados por Sofasa, la prestación de los servicios necesarios para atender la garantía, el
mantenimiento y la reparación de estos productos, así como el respeto y el mantenimiento de la imagen de marca
Renault. En desarrollo de lo anterior Sofasa, otorga a el concesionario durante la vigencia de este contrato y sujeto a
los términos y condiciones del mismo, los siguientes derechos: 3.1. El derecho temporal y no exclusivo de vender a
terceros vehículos automotores de la marca Renault, así como repuestos y accesorios originales nacionales o
importados por Sofasa, que el concesionario hubiere adquirido de Sofasa, a través de contratos de compraventa
autónomos e independientes del presente contrato de concesión, los cuales se materializarán en una factura,
documento que también es independiente del presente contrato de concesión. Éste derecho podrá ser ejercido por el
concesionario a través de la celebración de contratos de fiducia mercantil, mediante los cuales se constituyan
patrimonios autónomos, de los cuales debe informar a Sofasa de la celebración de contratos de fiducia mercantil y de
las condiciones especiales de despacho de los documentos y vehículos que se adquieran bajo esta modalidad especial.
3.2. El derecho de anunciarse como parte de la Red Renault. 3.3. El derecho a prestar asistencia que incluye el
servicio de taller, la atención de garantías, la reparación, mantenimiento y seguimiento que garanticen la eficiencia el
funcionamiento de los vehículos automotores, los estándares de calidad, el mantenimiento de la imagen de la marca
Renault y el buen servicio al cliente, conforme con las expectativas y requerimientos del mercado y dentro del marco
de la reglamentación legal. 3.4. El derecho de utilizar en su propio beneficio, dentro de los términos de este acuerdo,
el conjunto de intangibles relacionados en la cláusula primera y relativos a los derechos de propiedad industrial y/o
intelectual de Sofasa y los de Renault, sobre los cuales haya otorgado licencia de uso a Sofasa.”
(Los apartes subrayados corresponden a los puntos en los que el Tribunal advierte diferencias respecto del objeto
contemplado en los contratos de los períodos anteriores).

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

Con todo, advierte el Tribunal que existen diferencias en algunos aspectos tales
como: (i) la inclusión del concepto de Red Renault, (ii) la ampliación de la
reglamentación relativa a la señalización (iii) la inclusión del sistema de prepago,
(iv) la indicación de que la consignación es una figura excepcional y (v) la
ampliación de la reglamentación respecto de la asistencia técnica y de la forma en la
que se debían atender las garantías por parte de Autonal.

d. Concluida la vigencia del contrato al que alude el anterior ordinal y hasta el


31 de diciembre de 2003 no medió entre las partes ningún contrato, prórroga
u otrosí o, a lo menos, no hay constancia de ello en el expediente. En este
punto es pertinente señalar que aun cuando, como se señala en el dictamen
rendido por Jega Accounting House Ltda. 40 , obra en el expediente un
contrato de Fiducia que estuvo vigente en el año 2003, lo cierto es que, en la
medida en que Sofasa no fue parte de dicho contrato, sus términos y
condiciones nada tienen que ver con el estudio que aquí se aborda respecto
de la unidad o no de la relación contractual tejida entre las partes desde 1998.

e. Posteriormente celebraron las partes el “Contrato de concesión Renault


2004” cuya vigencia inicial se pactó desde el 1 de enero hasta el 31 de
diciembre del año 2004, y cuyo objeto se concibió en los siguientes términos:

“El presente contrato tiene por objeto:

“La compra y posterior comercialización por parte del concesionario, de los


productos ensamblados o importados por Sofasa.

“La prestación de los servicios necesarios para atender la garantía, el


mantenimiento y la reparación de estos productos

“El respeto y el mantenimiento de la imagen de la marca Renault

40 Página 33 del dictamen inicial.

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

“El concesionario no adquiere derecho, ni título de propiedad, respecto a los


métodos de operación, ni sobre el nombre comercial, marcas de productos y marcas
de servicios que se licencian mediante el presente contrato, a excepción de los
derechos de concesión otorgados para hacer uso y aprovechamiento de ellos, de
acuerdo con los términos del contrato.”

Una vez más advierte el Tribunal que aunque hay variaciones en la forma en que se
presenta el objeto del contrato, su naturaleza y finalidad son, en realidad, las
mismas que quedaron consignadas en los documentos suscritos por las partes en
los períodos anteriores.

En efecto, las partes previeron nuevamente que el contrato se enderezaba a la


compra para posterior comercialización de los vehículos por parte de Autonal, la
prestación de los servicios necesarios para su garantía; y la autorización del uso de
la marca Renault por parte de esta.

Sin que sea del caso entrar a hacer una pormenorizada comparación de cada una de
las estipulaciones contractuales, encuentra el Tribunal que muchas de ellas, aunque
con una ubicación y numeración distintas, son, en términos generales, iguales a las
que se consignaron en el contrato que estuvo vigente en el 2002, como ocurre por
ejemplo con las relativas a: (i) los presupuestos del contrato, (ii) su carácter intuitu
personae, (iii) las condiciones de comercialización y entre ellas el convenio de
objetivos de ventas de vehículos y el efecto resolutorio en caso de no acuerdo, (iv)
la definición del contrato de fiducia mercantil y su finalidad dentro del esquema
negocial, (v) las condiciones de adquisición de vehículos nuevos y repuestos, (vi) la
prohibición de vender productos de marcas distintas de Renault, sin que mediara
un acuerdo sobre el particular –pacto de exclusividad en favor de Sofasa-, (vii) la
posibilidad de Sofasa de efectuar ventas directas en ciertos casos, (viii) la de
suspensión de despachos, así como la de (ix) no representación, entre otras.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 69


LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

Las diferencias más significativas que evidencia entonces el Tribunal entre el


contrato que aquí se analiza y los que estuvieron vigentes en periodos anteriores
tienen que ver con la inclusión de: (i) el concepto de contrato marco que se le
otorga a la concesión suscrita entre las partes, (ii) nuevas definiciones en relación,
entre otros, con los términos de “catálogo de concesionarios”, “manual de
fundamentales”, “manual de métodos comerciales”, “servicio autorizado”, “servicio
postventa”, (iii) una nueva condición respecto de la señalización, en virtud de la
cual en los casos excepcionales en los que esta fuera adquirida por Autonal, Sofasa
le reembolsaría el 50% del valor pagado menos una depreciación del 10% por cada
año de uso y (iv) la posibilidad para cualquiera de las partes de dar por terminado el
contrato de manera anticipada mediante aviso dirigido con cuatro meses de
antelación a la fecha de terminación.

Según quedó ya indicado, las condiciones del contrato que en este punto se
analizan fueron objeto de sucesivas prórrogas con las cuales se extendió su vigencia
hasta el 31 de diciembre de 2010.

f. El 16 de diciembre de 2010 suscribieron las partes el “Contrato de concesión


Renault 2011”, cuyo objeto las partes dejaron consignado en los siguientes
términos:

“El presente contrato tiene por objeto:

“La compra por parte del concesionario, en su propio beneficio y por su


cuenta riesgo de los vehículos ensamblados o importados, así como los
repuestos y accesorios comercializados por Sofasa, para su posterior venta al
público dentro del territorio colombiano.

“Los términos y condiciones de las compras que se realicen en desarrollo de


este contrato serán pactadas a través de contratos de compraventa autónomos
e independientes del presente contrato de concesión y se materializará en
facturas, al tenor de lo dispuesto por el Código de Comercio.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

“La prestación de los servicios necesarios para atender los servicios de


postventa, la garantía, el mantenimiento y la reparación de estos productos.

“El respeto y el mantenimiento de la imagen de la marca Renault.

“Parágrafo: Las comunicaciones oficiales que Sofasa envíe a la Red


Renault, acorde con las expresas facultades que le corresponden según los
términos del contrato, emitidas por la presidencia y la dirección comercial
(incluida la postventa), realizadas en desarrollo del presente contrato, harán
parte integral del mismo.”

Como se advierte, nuevamente quedó recogido, aunque con modificaciones


formales, el mismo objeto negocial que las partes habían acordado en períodos
anteriores.

Muchas de las cláusulas que constan en el contrato que aquí se analiza son en su
contenido general coincidentes con las que se incluyeron en periodos anteriores.
Baste con citar, entre otras, las relativas a: (i) los presupuestos generales del
contrato, (ii) su carácter intuitu personae, (iii) la naturaleza del contrato entre Sofasa
y el concesionario, (iv) la imposibilidad de comercializar vehículos nuevos de otras
marcas, salvo autorización expresa de Sofasa; (v) la publicidad, (vi) la posibilidad
para Sofasa de efectuar ventas directas, (vii) las condiciones de comercialización, y
(viii) las condiciones de prestación del servicio de posventa y de atención de
garantías.

Sin perjuicio de las preanotadas similitudes, encuentra el Tribunal que en el texto


contractual que en este punto se analiza se incluyeron variaciones significativas en
relación, entre otros, con los siguientes aspectos:

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

i. Se excluyó la condición resolutoria contenida en textos de períodos


anteriores, según la cual, de no llegarse a un acuerdo sobre las metas
de ventas, el contrato se resolvería de pleno derecho.
ii. Se incluyó la exigencia para Autonal de mantener los niveles de
capitalización convenidos mutuamente entre las partes, para efectos
de garantizar que fuera financieramente solvente para cumplir con sus
obligaciones.
iii. Se estableció una nueva cláusula denominada precios de venta al
público, en virtud de la cual estos serían los que resultaren del estudio
de costos propio de Autonal y de las condiciones del mercado.
iv. Se acordó una nueva cláusula relativa a la retoma de vehículos usados,
en virtud de la cual el concesionario estaba autorizado para retomar
vehículos usados de cualquier marca con el fin de facilitar la
comercialización de vehículos nuevos marca Renault.

El modelo contractual aquí analizado estuvo vigente desde el 1 de enero de 2011


hasta el 31 de marzo de 2013.

g. Finalmente, el 1 de abril de 2013 las partes procedieron a la suscripción del


“Contrato de concesión Renault 2013”, cuya vigencia se acordó desde la
aludida fecha hasta el 31 de diciembre de 2015, y cuyo objeto se concibió en
términos prácticamente iguales a los que quedaron indicados en el contrato
del período inmediatamente anterior.41

41 “El presente contrato tiene por objeto: La compra por parte del concesionario, en su propio beneficio y por su
cuenta riesgo de los vehículos ensamblados o importados, así como los repuestos y accesorios comercializados por
Sofasa, para su posterior venta al público dentro del territorio colombiano en los puntos autorizados para ello
dispuestos en el artículo 5.1 este contrato. Los términos y condiciones de las compras que se realicen en desarrollo de
este contrato serán pactadas a través de contratos de compraventa autónomos e independientes del presente contrato
de concesión y se materializará en facturas, al tenor de lo dispuesto por el Código de Comercio. La prestación de los
servicios necesarios para atender los servicios de postventa, la garantía, el mantenimiento y la reparación de estos
productos en los puntos autorizados para ello dispuestos en el artículo 5.1 este contrato. El respeto y el
mantenimiento de la imagen de la marca Renault. Parágrafo: Las comunicaciones oficiales que Sofasa envíe a la Red
Renault, acorde con las expresas facultades que le corresponden según los términos del contrato, emitidas por la
presidencia y la dirección comercial (incluida la postventa), realizadas en desarrollo del presente contrato, harán parte
integral del mismo; no obstante, las comunicaciones de que trata este parágrafo no podrán modificar, desmejorar,
alterar en forma alguna los derechos y obligaciones del concesionario, lo cual sólo podrá realizarse en conformidad
con los términos acordados por las partes en el numeral 13.12.2 de este contrato, salvo que se refieran a la
notificación de terminación del contrato en conformidad con lo acordado por las partes en el texto del mismo.”
(Los apartes subrayados corresponden a los puntos en los que el Tribunal advierte diferencias respecto del objeto
contemplado en el período inmediatamente anterior).

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

A pesar de que la estructura general del contrato que se analiza en este punto es casi
idéntica a la del que fue suscrito en el 2011, al cotejar uno y otro documento se
advierten entre otras, las siguientes diferencias:

i. Aun cuando en las definiciones del contrato que aquí se analiza se


siguió haciendo referencia a la fiducia mercantil, lo cierto es que el
contenido del contrato dejó de hacer alusión sobre dicho particular, a
punto que se excluyó la cláusula que en el contrato del año 2011 se
denominaba “Vehículos en consignación / Reserva de dominio”
ii. Para la comercialización de marcas diferentes a Renault, se incluyó
una nueva previsión según la cual dicha comercialización, requería de
un establecimiento distinto del que se empleaba para la concesión
Renault, cuando el concesionario recibiera la correspondiente
autorización.
iii. Se estableció una nueva condición según la cual Sofasa podía incluir
en la publicidad nacional el nombre del concesionario sin necesidad de
su autorización.
iv. Se introdujo el concepto de “Plan mayor” definido como un esquema
de financiación otorgado por una entidad financiera al concesionario
para la compra de productos a Sofasa.

Para concluir, vale indicar que muchas de las modificaciones introducidas apuntan a
abonar en claridad o hacer énfasis en distintos aspectos, sin que por ello suponga
regulaciones enteramente novedosas respecto de lo previsto en el contrato suscrito
en el año 2011.

1.2.2. Análisis de las variaciones contractuales

Según quedó expuesto, en desarrollo de la ejecución contractual las partes


suscribieron “contratos”, “prórrogas” y “otrosíes” cuyas vigencias, salvo en lo
atinente con el año 2003, se siguieron de manera ininterrumpida.

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Como se indicó ya, en el expediente no consta soporte documental de la vigencia


comprendida entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2003.

A juicio del Tribunal la referida ausencia no puede ser interpretada como un


período en el que no existió ejecución contractual, pues lo cierto es que ni las
manifestaciones de las partes en conflicto, ni el material probatorio que obra en el
expediente apuntan en tal sentido. Por el contrario, de lo que hay noticia es de una
ejecución ininterrumpida que en este punto compete definir al Tribunal si obedeció
a un único vínculo negocial, como lo ha sostenido la Convocante, o si, por
oposición, correspondió a diversas relaciones encadenadas de manera subsecuente
en el tiempo.

En relación con los documentos que las partes suscribieron bajo las
denominaciones de “prórroga”, “modificación” u “otrosí”, y que tuvieron como
elemento común y exclusivo prolongar en el tiempo la aplicación de los contenidos
contractuales que para el momento de su otorgamiento estaban vigentes, el
Tribunal estima pertinente dejar señalado que algunos de ellos fueron suscritos con
posterioridad a la fecha en la que vencía el plazo del contrato o prórroga
inmediatamente anterior.

Tal es el caso de la “Prórroga” que se suscribió el 4 de abril de 2000, la cual estuvo


precedida por el contrato de concesión cuyo plazo vencía el 31 de diciembre de
1999. Igual situación se advierte con la “Modificación No. 2” suscrita el 5 de junio
de 2005, la cual se encontraba antecedida de la “Modificación al contrato R-2004”
cuyo plazo vencía el 31 de marzo de 2005. Otro tanto hay que decir respecto de la
“Modificación No. 3” firmada el 2 de febrero de 2007, en la medida en que la
“Modificación No. 2” inmediatamente anterior vencía el 31 de diciembre de 2005.

Pues bien, el hecho de que las prórrogas y modificaciones antes referidas hayan
sido suscritas en las anotadas condiciones, no implica de forma alguna que, por tal
causa, haya habido solución de continuidad en la relación contractual. En efecto,

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según quedó ya antes indicado, cuando de contratos consensuales se trate – como


lo serían el de concesión y el de agencia42-, el acuerdo de prórroga puede recogerse
por escrito después del vencimiento del plazo inicial, pues en ejercicio de la
autonomía de la voluntad es dable a las partes, mediante manifestaciones
inequívocas de ejecución contractual, mantener la vigencia del acuerdo. Por tanto,
si vencido formalmente hablando el término previsto, subsiste de hecho y sin
solución de continuidad la ejecución contractual no operaría el vencimiento del
plazo como causa extintiva del negocio, y por tanto, mantendría este pleno vigor.
Otra cosa es que las partes, en documento ulterior, pueden plasmar con efecto
retroactivo, las ampliaciones, prórrogas o modificaciones que a bien tengan.

Es que no debe olvidarse que, de conformidad con la disposición contenida en el


artículo 824 del Código de Comercio, “los comerciantes podrán expresar su voluntad de
contratar u obligarse verbalmente, por escrito o por cualquier modo inequívoco”, salvo que la ley
imponga solemnidades o formas específicas para las declaraciones de voluntad.

Con fundamento en lo anterior, resulta claro para el Tribunal que el punto


neurálgico de la cuestión aquí debatida no se centra en lo concerniente a las
denominadas prórrogas o modificaciones, en la medida en que es claro que ellas
tuvieron como exclusivo propósito ampliar la vigencia de la relación, sin servir de
origen al nacimiento de un nuevo contrato. La complejidad de la cuestión estriba en
definir si los diversos documentos que las partes suscribieron bajo la denominación
de “contratos” y que, como quedó ya indicado, se hicieron constar en seis distintos
modelos, supusieron o no la ruptura de la unidad negocial.

Lo primero que estima pertinente resaltar el Tribunal para resolver el punto que
aquí se debate es que, según se desprende del material probatorio que obra en el
expediente, la voluntad de las partes no se encaminó nunca al nacimiento de
nuevos contratos.

42Aun cuando no desconoce el Tribunal que, de conformidad con lo previsto en el artículo 1320 del Código de
Comercio,el contrato de agencia requiere un principio de escrito para efectos de su inscripción en el registro
mercantil, la sanción que se genera por la ausencia del referido registro es la de la inoponibilidad. No se puede
concluir, entonces, que la agencia comercial sea un contrato de forma impuesta o solemne.

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Ciertamente, del estudio comparativo de los modelos contractuales se evidencia


que, salvo en lo que respecta al último contrato suscrito entre las partes, en los
restantes hay una cláusula que, bajo la denominación de “efectos de la
terminación”, se incluyó en idénticos términos, así:

“A la terminación de este contrato por el vencimiento del plazo, se


liquidarán las respectivas obligaciones y se expedirán las respectivas
constancias de paz y salvo, sin lugar a requerimiento judicial o privado de
ninguna naturaleza. (…)”

Pues bien, según lo informado por el perito Jega Accounting House Ltda. en
desarrollo de la ejecución contractual las partes no procedieron a la expedición de
las referidas liquidaciones y paz y salvos.

El citado perito se refirió sobre este punto así:

“De conformidad con la información y documentación suministrada por Autonal


S.A. y Sofasa S.A. , entre 1998 y 2014, no se observó que exista entre las partes
documento alguno de terminación o liquidación de la relación
contractual”43 (negrilla y subraya original del texto)

El hecho de que, no obstante lo indicado en la disposición contractual que se


analiza, las partes no hubieran procedido nunca a la liquidación de las cuentas y al
otorgamiento de las correspondientes constancias de paz y salvo tras la conclusión
de las vigencias previstas en cada uno de los diversos contratos entre ellas suscritos,
evidencia que su intención no se encaminó a la existencia de relaciones
contractuales independientes, sino a la de una única e interrumpida relación
negocial que, a pesar de las modificaciones de las que fue objeto, nunca perdió su
unidad.

43 Página 34 del dictamen inicial.

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En efecto, si lo pretendido por las partes hubiera sido la existencia de diversas


relaciones contractuales individuales e independientes entre sí, lo consistente con
tal querer habría sido que, a la terminación de cada una de ellas por vencimiento del
plazo, se hubieran generado la liquidación y finiquito de las cuentas. Pero no fue
ello lo que ocurrió. De lo que, por el contrario, sí hay constancia es de una relación
que sin ningún tipo de solución de continuidad se extendió en el tiempo de manera
ininterrumpida. Ciertamente, el perito Jega Accounting House Ltda., tras relacionar
los contratos y documentos suscritos entre las partes entre los años 1998 y 2015,
señaló que “ … no se advierte alguna interrupción en las actividades de preventa, venta y
posventa adelantadas por Autonal S.A. en desarrollo de la relación contractual con Sofasa”44

Y tal forma de ejecución ininterrumpida se encuentra además respaldada por lo que


se sobre el particular señaló el representante legal de la sociedad Convocada al
rendir el correspondiente interrogatorio de parte:

“DR. SUÁREZ: Pregunta No.2. Sírvase contestar cómo es cierto, sí o no, que la
relación jurídico patrimonial que existió entre Sofasa y Autonal se ejecutó de manera
permanente desde por lo menos enero de 1998 hasta el día 15 de marzo del año
2.015?

“SR. URREGO: Desde el punto de vista contractual se ejecutaron contratos desde


mi conocimiento en el área jurídica y de los cuales tengo memoria del 2.000, 2.002,
2.004, 2.011, tal vez hubo uno en el intermedio y 2.013, eso desde el punto de vista
de los contratos y la relación jurídico-patrimonial o jurídico – contractual.

“DR. SUÁREZ: Considero Presidente que no está contestada la pregunta, la


repito?

“DR. ZEA: La repite es tan amable.

44 Página 34 del dictamen inicial.

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“DR. SUÁREZ: La pregunta dice, Sírvase contestar cómo es cierto, sí o no, que la
relación jurídico - patrimonial que existió entre Sofasa y Autonal se ejecutó de
manera permanente desde enero de 1998 hasta el día 15 de marzo del año 2.015?

“SR. URREGO: Sí, pero aclaro que la permanencia fue en distintos contratos
establecidos a través del tiempo desde 1.998 hasta el 2.015 fecha en que se terminó el
contrato.”45

En el mismo sentido hay que anotar que la cláusula que se hizo constar en todos
los modelos contractuales, según la cual “las partes reconocen el presente convenio como el
único contrato vigente que rige las relaciones comerciales entre ellas; cualquier otro convenio anterior
que exista o pueda existir entre los mismos contratantes expresamente se da por terminado. (…)”,
tiene que encontrarse acompañada de los consecuentes comportamientos
contractuales – liquidación y expedición de paz y salvos, por ejemplo- para poder
producir el mencionado efecto de terminación.

La verdadera terminación de un contrato supone la extinción de sus efectos, con las


consiguientes consecuencias liquidatorias, si a ello hay lugar, y la cesación, a futuro,
del nacimiento de las obligaciones correspondientes. Pero si, lejos de tales secuelas,
las partes perseveran en la ejecución del contrato y sin solución de continuidad
siguen adecuando su comportamiento al cumplimiento del mismo, la conclusión no
puede ser la misma.

El texto de la cláusula que se analiza, desprovisto de los aludidos comportamientos


coherentes con la extinción del vínculo contractual, es decir sin que en realidad se
haya producido solución de continuidad en la ejecución del acuerdo, debe ser
rectamente interpretado como la manifestación según la cual las partes establecen
en documento un único y completo clausulado, para reunir en un solo texto la
totalidad de los contenidos contractuales, iguales algunos a los que venían rigiendo,
ajustados o modificados otros, pero en un solo documento que evite el tener que
acudir a numerosos escritos previos. Esto no incide de forma alguna en la

45 Página 3 de la declaración.

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continuidad de la relación, pues, como ha quedado ya expuesto, bien puede ocurrir


que un mismo vínculo experimente variaciones en sus condiciones, sin que ello
suponga el nacimiento de otro por completo novedoso.

Así las cosas, lo que queda claro es que con la suscripción de cada “nuevo
contrato” quedaban íntegramente recogidas las condiciones que gobernarían la
relación contractual nacida desde períodos anteriores, con el consecuente
decaimiento o pérdida de vigencia de pretéritos clausulados.

Aunado a lo anterior es preciso señalar que, al analizar la evolución que en el curso


de la relación tuvieron los diversos modelos contractuales, se advierte que, aunque
sus textos no fueron siempre idénticos y, por el contrario, evidenciaron
modificaciones de diversa índole, ninguna de ellas fue de la entidad suficiente para
alterar la unidad contractual.

A juicio del Tribunal, las modificaciones que desde el año de 1998 fueron incluidas
por las partes en los contratos por ellas suscritos son el reflejo de la necesidad de
evolucionar que tienen la mayoría de relaciones contractuales de larga duración.

Las dinámicas del mercado, las constantes variaciones que hay en el comercio e,
incluso, los aprendizajes que las partes van teniendo a lo largo de sus relaciones,
hacen preciso que en muchas ocasiones, como la que aquí nos ocupa, los
contenidos contractuales sean objeto de variación, sin que ello signifique,
necesariamente, el nacimiento de un nuevo vínculo por completo desligado del
anterior.

La autonomía privada, potente para la creación y extinción de negocios jurídicos, lo


es también, por supuesto, para modificar los existentes, en especial aquellos de
ejecución sucesiva. Y, claro está, las modificaciones o variaciones contractuales no
suponen la aniquilación de los negocios en ellos introducidas, sino simplemente su
ajuste a variadas necesidades.

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Tales variaciones o ajustes pueden, incluso, versar sobre algún elemento esencial de
la relación negocial. Piénsese, por ejemplo, en un contrato de arrendamiento en el
que el valor del canon es objeto de periódicos incrementos, que resultan necesarios
para efectos de que la relación se acompase con las condiciones del mercado.
También pueden consistir en modificaciones que versen sobre formas de pago,
garantías, cuantías de diversas prestaciones, plazos de cumplimiento etc. En tales
casos aunque ciertamente puede haber modificaciones importantes de variados
elementos del negocio, no por ello puede decirse que se ha perdido la unidad o, lo
que es lo mismo, que ha habido lugar al surgimiento de otro y novedoso contrato.

En cada caso hay que consultar y analizar pues, la naturaleza de la modificación


introducida, el impacto que la misma tiene en la ejecución contractual y,
naturalmente, la finalidad perseguida por las partes.

Pues bien, según lo anticipó el Tribunal, a su juicio las variaciones que tuvieron
lugar en el caso bajo análisis no alcanzaron nunca a modificar el objeto negocial
perseguido por las partes y mostraron, más bien, un mismo objeto contractual,
cuyas condiciones específicas de cumplimiento fueron evolucionando sobre la
implementación de algunos nuevos esquemas, la inclusión de condiciones más
detalladas y específicas y la precisión de algunos términos y conceptos.

En efecto, según quedó indicado en líneas precedentes, aunque con redacciones


distintas, el objeto del contrato consistió siempre, de modo general, en la
adquisición de vehículos, repuestos y accesorios por parte de Autonal a Sofasa, para
su posterior venta al público. De igual forma, fue siempre una constante de la
relación contractual la prestación de los servicios de mantenimiento y garantía por
parte del denominado concesionario, así como la permisión a este, por parte de
Sofasa, de usar la marca Renault, bajo las condiciones por esta última indicadas.

Ahora bien, en lo que atañe con las condiciones específicas de ejecución


contractual, vale destacar que fue común a todas las estipulaciones contractuales:

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(i) la fijación acordada de objetivos de ventas, (ii) la asunción por Autonal de los
riesgos de los vehículos desde el momento de su entrega, (iii) las condiciones de
pago de la publicidad, (iv) el carácter intuitu personae del contrato, (v) la
imposibilidad de Autonal de comercializar vehículos distintos de los suministrados
por Sofasa, salvo autorización expresa de esta, (vi) la obligación de Autonal de
emplear la marca Renault en las condiciones señaladas por el denominado
concedente, (vii) la indicación de que la actuación de Autonal era adelantada bajo
su cuenta y riesgos propios y (viii) la posibilidad de Sofasa de adelantar ventas
directas en algunos casos específicos, entre otras.

Sin desconocer que en el curso de la relación tuvieron lugar importantes


modificaciones que pasará enseguida a analizar el Tribunal, encuentra este
sumamente indicativo el hecho de que el objeto hubiera sido el mismo, así como el
que hubieran coincidido parte importante de sus condiciones específicas durante el
tiempo que la relación estuvo vigente.

Sin que resulte del caso analizar todas y cada una de las diversas modificaciones que
a lo largo de la relación fueron introducidas por las partes, las cuales, como antes se
anotó, son de muy variada índole, pasando desde la inclusión de definiciones, hasta
la implementación de esquemas fiduciarios, se referirá el Tribunal en este punto
solo a las que considera de mayor entidad.

Para comenzar, advierte el Tribunal que una de las variaciones más significativas
consistió en la posibilidad de que Autonal constituyera un patrimonio autónomo al
que Sofasa facturaría los vehículos que serían luego comercializados por el
concesionario, mediante contratos de consignación.

No es esta la oportunidad para entrar a hacer un detenido análisis de la forma en la


que operaba la aludida figura fiduciaria; baste con indicar que, como las mismas
partes lo reconocieron en los contratos por ellas suscritos, el referido esquema tenía
como finalidad exclusiva servir de fuente de financiación a Autonal.

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Aunque de innegable significación es la intervención de un nuevo partícipe en la


escena contractual, es lo cierto que ese nuevo actor -el patrimonio autónomo-, no
era más que un mero vehículo de quien de tiempo atrás venía siendo, y seguía
siendo, parte del contrato: Autonal.

Así, aunque es claro que la participación de la figura del patrimonio autónomo


marcó un hito, por así decirlo, en la relación contractual, no encuentra el Tribunal
que ella haya supuesto una ruptura del contrato, pues, se insiste, su intervención se
limitó a servir como una figura de financiación para una de las partes.

Otro tanto hay que decir en lo que hace a la reserva del derecho de dominio que
surgió de la mano con la implementación del esquema fiduciario. Se trataba, una
vez más, de un elemento que aunque de significación, resultaba insuficiente para
entender que, a propósito de su inclusión, tenía lugar el nacimiento de una diferente
y nueva relación.

En suma, además de que la voluntad de las partes no se encaminó al nacimiento de


nuevos contratos, en la medida en que no hay evidencia de que las partes hayan
efectuado en la realidad el finiquito y liquidación de las cuentas al vencimiento de
los diversos plazos pactados, hay que decir que ninguna de las variaciones que en
desarrollo de la relación contractual se presentaron supuso la ruptura de la unidad
contractual, por lo que resulta forzoso concluir que entre las partes existió una
única relación.

1.3. Conclusiones respecto de la unidad del vínculo

Es pues por las consideraciones expuestas, que el Tribunal declarará que entre las
partes hubo una única relación contractual iniciada a lo menos desde 1998, regida
por diversos modelos contractuales, con lo cual se accederá a las pretensiones
primera y segunda declarativas de la demanda.

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Corresponderá, enseguida, determinar si esa única relación fue de agencia mercantil,


como lo sostiene la Convocante, o de concesión al decir de la Convocada.

2. Calificación del contrato celebrado entre las partes

Antes de darle paso al análisis de la calificación jurídica del contrato celebrado,


resulta pertinente señalar que tanto el contrato de agencia comercial, como el de
concesión mercantil son formas negociales que, con las diferencias que pasan a
analizarse, buscan satisfacer una misma necesidad económica, cual es la de la
distribución.

Dada la función esencialmente instrumental que tienen los contratos respecto de


los intereses económicos que están llamados a regular, existen tantas formas
negociales, como intereses económicos posibles de satisfacción. Así, se advierte la
presencia de contratos de intercambio de bienes, de prestación de servicios, de
sustitución e intermediación, de garantía, de crédito, de colaboración y de
prevención de riesgos, entre muchos otros.

Pues bien, dada la especialización y globalización de los mercados y su consecuente


complejidad, una de las necesidades económicas que de manera cada día más fuerte
reclama su atención es la de la distribución, la cual puede verse instrumentalizada
mediante un muy nutrido abanico de vías contractuales, como son,
fundamentalmente: (i) el llamado “contrato de distribución” que suele consistir
realmente en un contrato de suministro con pacto de distribución, (ii) el contrato
de consignación o estimatorio, (iii) el contrato de agencia mercantil para la
distribución y (iv) el contrato de concesión mercantil. Dependiendo de las
especificidades de cada caso, de la realidad económica y jurídica que rodea la
celebración del contrato y, por supuesto, de la intención de las partes, deberá
seleccionarse la forma contractual idónea para regular las respectivas relaciones
jurídicas.

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La vocación que los precitados contratos comparten en el sentido de estar


destinados a la satisfacción de la necesidad económica de la distribución, ha hecho
que en no pocas ocasiones se susciten diferencias entre las partes en torno a la
calificación de la relación jurídica entre ellas celebrada, máxime cuando, como
ocurre en este caso, de la aludida diferencia se derivan importantes implicaciones
económicas para los contratantes.

Determinar la calificación que merece la relación jurídica celebrada es labor que,


como se verá, no se agota con el análisis de lo que fue pactado por las partes, sino
que debe extenderse a la forma en la que el contrato fue ejecutado por estas en la
realidad. Es solo desde el examen del análisis conjunto de tales elementos que
puede arribarse a una soportada conclusión sobre el tipo negocial que ató a las
partes.

Para ello, sin embargo, corresponde dejar previamente plasmadas las más
significativas consideraciones acerca del concepto y características de las figuras
contractuales debatidas en este proceso, para lo cual el Tribunal comenzará su
análisis con el examen del contrato de agencia comercial, que, como quedó dicho,
es la figura típica que la parte Convocante afirma se dio en el presente caso.

2.1. El contrato de agencia comercial

La agencia comercial se encuentra regulada en Capítulo V del Título XIII del libro
IV del Código de Comercio, en cuyo artículo 1317 se define el aludido contrato así:

“Por medio del contrato de agencia un comerciante asume en forma independiente y


de manera estable el encargo de promover o explotar negocios en un determinado
ramo y dentro de una zona prefijada del territorio nacional, como representante o
agente de un empresario nacional o extranjero o como fabricante o distribuidor de
uno o varios productos del mismo.”

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De la precitada norma se evidencian las diversas modalidades en las que puede


manifestarse la agencia comercial, según el agente obre como (i) representante de
un empresario nacional o extranjero, (ii) fabricante, o (iii) distribuidor de uno o
varios productos del mismo.

Pues bien, en la medida en que uno de los asuntos a los que se refiere el presente
trámite tiene que ver con la calificación del negocio por medio del cual se buscó la
satisfacción de la necesidad de distribución de la Convocada, el Tribunal
circunscribirá su atención a la agencia como figura contractual idónea para
satisfacer dicha necesidad, sin detenerse en consideraciones relativas a las otras
formas en las que puede desarrollarse el contrato de agencia.

En concordancia con lo que sostiene la doctrina y jurisprudencia mayoritaria, el


Tribunal comparte la tesis de que hacen parte esencial del contrato de agencia, sin
los cuales, por ende, el contrato deja de existir o degenera en otro, los siguientes
elementos:

a. Encargo de promover o explotar negocios del agenciado


b. Independencia en la actividad del agente
c. Estabilidad en la actividad del agente
d. Remuneración del agente
e. Actuación del agente por cuenta del agenciado

Antes de abordar el análisis particular de cada uno de los aludidos elementos,


conviene destacar que la comprensión de aquellos a los que atañen los precitados
ordinales a), b), c) y d) no reviste mayor complejidad, no sólo porque puede
considerarse sencilla la determinación de su alcance, sino además porque respecto
de su condición de esenciales no existe discusión o duda.

Sin embargo, no puede sostenerse lo propio en cuanto hace al elemento de la


“actuación por cuenta ajena”. En efecto, aunque es un sector ciertamente
minoritario el que sostiene que el referido elemento no es esencial para la

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configuración del contrato de agencia, mal podría desconocerse que hacen parte de
dicha corriente autores de reconocida talla, cuya opinión no puede dejar de ser
considerada al momento de abordar un análisis integral y detenido de la cuestión.

Aunque se trata de elementos que, naturalmente, están relacionados entre sí, para
efectos de mayor claridad, a continuación procede el Tribunal a analizar su alcance
por separado.

a. Encargo de promover o explotar negocios

De la definición legal contendida en el artículo 1317 del Código de Comercio se


desprende con claridad el hecho de que la agencia comercial supone el encargo de
promover o explotar los negocios del empresario.

Sin perjuicio de las consideraciones detalladas que sobre este particular expondrá
más adelante el Tribunal, conviene, desde ya, anunciar su opinión en el sentido de
que la agencia comercial es un tipo de mandato, lo que supone la existencia de un
encargo designado por el mandante y aceptado por el mandatario.

Pues bien, el Tribunal encuentra en la determinación del encargo de promover o


explotar los negocios del empresario parte de la justificación de que la agencia,
como forma especial de mandato, tenga una regulación propia. En efecto, a
diferencia de lo que acontece con el mandato simple, que puede encarnar diversos
tipos de encargos, el de la agencia comercial se encuentra predefinido en la
actividad de promoción o explotación que debe adelantar el agente con miras a
conquistar, ampliar o conservar la clientela del agenciado, lo que, según será
analizado más adelante, supondrá una permanente labor de intermediación a su
cargo. Es, pues, dicho elemento junto con el de la estabilidad el que, a juicio del
Tribunal, ha hecho que la agencia comercial merezca una particular regulación por
parte del legislador.

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Ahora bien, en la medida en que el artículo 1317 hace referencia al encargo de


“promoción” o “explotación” de negocios del agenciado, se han suscitado debates
en relación con el alcance que debe tener la conjunción “o”, pues hay quienes
estiman que en el contexto de la norma dicha expresión se emplea en forma
disyuntiva para denotar la existencia de diversas opciones excluyentes entre sí, en
tanto que otros son de la idea de que el legislador quiso indicar términos
equivalentes para designar una misma realidad.

A juicio del Tribunal, la promoción y explotación denotan actividades


conceptualmente diferentes, que en la práctica pueden coexistir, según lo indica
autorizada doctrina.

Felipe Vallejo García sostiene sobre este punto lo siguiente:

“El agente puede limitar su actividad a realizar la promoción y a impulsar


negociaciones. En tal caso el empresario se reserva la valoración de la
conveniencia del negocio y el poder de autorizar o no al agente para concluir
los contratos. Pero también puede recibir el encargo de explotar los negocios del
empresario, o sea de concluir ventas, compras, arrendamientos o prestar
servicios. Con más frecuencia hace ambas cosas: promueve, negocia, concluye
contratos, y aún supervisa su ejecución.”46

En el mismo sentido se manifiesta Enrique Gaviria Gutiérrez:

“Si se lee con todo detenimiento el artículo 1317 del Código de Comercio, se
encontrará que el agente puede asumir una cualquiera de estas muy diferentes
posiciones: puede ser simplemente promotor y en tal caso no actuará más que
como un instrumento comercial de impulso, de incentivo y de preparación de
contratos que sólo vendrán a ser celebrados, después de esta labor promocional
previa, por el empresario y el cliente. Pero el agente puede ser no sólo promotor

46 Vallejo García, Felipe. El Contrato de Agencia Comercial. 1ª edición. Legis, Bogotá. 1999. p.p. 46 y 47.

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sino también mandatario 47, es decir, su responsabilidad puede consistir, no


únicamente en preparar los negocios e interesar a los clientes, sino también en
realizarlos él mismo, por cuenta del empresario; encontramos allí un agente
que es promotor y además mandatario, con la posibilidad adicional de serlo
con o sin la representación del empresario…” 48

Por su parte, William Namén se refiere sobre este asunto así:

“Esencialmente, la agencia comercial se caracteriza por la promoción de


negocios; sin embargo, el agente puede explotarlos por cuenta de su principal,
es decir obtener ganancia, utilidad o provecho para la empresa e industria del
agenciado y para él”49

Aunque muchas más podrían ser las referencias doctrinarias, en lo que a este punto
respecta concluirá el Tribunal con la opinión de Jaime Arrubla, quien señala:

“Las modalidades que puede revestir la actividad que desempeña el agente en


el cumplimiento de su encargo son diversas, la definición legal trae un abanico
de posibilidades:

“Únicamente promover, lo cual implica que el agente no tiene que realizar


acto jurídico alguno, ni preparativo siquiera, su función como mediador
auxiliar puede agotarse con la mera actividad promocional. (…)

“La actividad del agente puede ir más allá de la simple promoción, que es la
actividad principal, e implicar concluir los negocios promovidos, actuando como
mandatario del empresario o como representante de él50, es decir, actuando por
cuenta y a nombre del empresario”51

47 El Tribunal estima que en la actividad de promoción de negocios también hay mandato.


48 Gaviria Gutiérrez, Enrique. Lecciones de Derecho Comercial. 3ª edición. Diké. Medellín. 1989. p.p. 298 y 299.
49 Namén Vargas, William. Contrato de agencia comercial en el libro Derecho de la Distribución Comercial. El

Navegante Editores, Bogotá. 1995. Página 211.


50 Tal como quedó ya antes expuesto, el Tribunal es de la idea de que en la actividad de promoción de negocios

también hay mandato.


51 Arrubla Paucar, Jaime Alberto. Contratos mercantiles. Contratos típicos. 13ª edición, Legis. Bogotá, 2012. Páginas

226 y 227.

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Coincidente con lo antes anotado, la jurisprudencia ha indicado:

“Dicho en otros términos, lo determinante en la agencia comercial no son los


contratos que el agente logre perfeccionar, concluir o poner a disposición del
agenciado, sino el hecho mismo de la promoción del negocio de éste, lo que supone
una ingente actividad dirigida —en un comienzo— a la conquista de los mercados
y de la potencial clientela, que debe —luego— ser canalizada por el agente para
darle continuidad a la empresa desarrollada —a través de él— por el agenciado,
de forma tal que, una vez consolidada, se preserve o aumente la clientela del
empresario, según el caso”52.

Según se desprende de lo antes expuesto, el contrato de agencia puede limitarse a


actos tendientes a promover negocios del agenciado, sin que el agente los celebre,
en cuyo caso se hablará del encargo de promoción, o puede conllevar su
celebración por parte del agente, quien para el efecto puede actuar con o sin
representación del agenciado, y quien bajo tal premisa estará, en todo caso,
explotando el negocio del empresario.

Así las cosas, la promoción supone una activa labor del agente encaminada a la
consecución de negocios, cuya celebración definitiva será definida por el
empresario; en tanto que la explotación, que podrá darse con o sin representación,
conlleva además la celebración misma de los negocios cuya búsqueda ha sido
emprendida por el agente.

La labor de promoción o explotación de negocios del agenciado, entendida con los


precitados alcances, debe estar definida, según lo exige la ley, a negocios en un
determinado ramo y dentro de una zona prefijada en el territorio nacional, dentro
de los cuales el agente deberá desarrollar su encargo.

52 Corte Suprema de Justicia. Sentencia de febrero de 2005. Expediente No. 750.

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b. Independencia en la actuación del agente

El requisito que en este punto se analiza adopta particular importancia cuando el


agente es una persona natural, pues es con base en la actuación independiente de
este que puede distinguirse el vínculo de la agencia comercial del que tiene lugar en
una relación de naturaleza laboral.

El agente comercial, sea persona natural o jurídica, es un comerciante


independiente respecto de quien, en tal sentido, no es dable predicar ningún tipo de
subordinación por parte del empresario, quien carece de la facultad de impartir
órdenes o ejercer potestades de dirección sobre el agente que excedan las que le
serían propias al mandante. En efecto, las instrucciones que el empresario puede
impartir, como mandante que es, a fin de que se logre el cumplimiento del encargo,
no significan que el agente pierda su independencia jurídica, para pasar a ser un
subalterno del agenciado.

La independencia del agente supone que este, a pesar de actuar en interés y por
cuenta del agenciado, lo hace a través de su propia empresa, cuya dirección y
administración están, por ende, bajo su exclusivo cargo sin que medie
subordinación jerárquica respecto del empresario agenciado.

La independencia, según lo expone Juan Pablo Cárdenas, significa que “… entre


agenciado y agente se establezca una relación de coordinación y no de subordinación …”53 o lo
que es lo mismo, según lo explica José Armando Bonivento, que “el agente está
relacionado con el agenciado, en virtud del contrato celebrado, debiendo cumplir las obligaciones de
esa relación emanadas, pero no depende de él, no le está subordinado”54.

53 Juan Pablo Cárdenas. El contrato agencia mercantil. Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario Monografías
Jurídicas No.1. Bogotá, 1984. Página 25.
54 Bonivento, José Armando. Contratos Mercantiles de Intermediación. Segunda edición. Ediciones Librería del

Profesional. Bogotá. 1999. Página 138.

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c. Estabilidad en la actividad del agente

A diferencia de lo que ocurre con el mandato simple, no se configura la agencia


comercial por la realización de encargos esporádicos o simplemente ocasionales.
Para que haya lugar a una agencia comercial es preciso que el agente reciba el
encargo de promover o explotar el negocio del agenciado de manera continua en el
tiempo.

Y tal es así porque, como se indicó líneas atrás, el encargo de promoción o


explotación que recibe el agente va encaminado a la conquista, ampliación o, por lo
menos, conservación de la clientela del agenciado y tal labor no puede agotarse de
forma puramente casual, puntual o esporádica. Es, por el contrario, necesario que
el encargo se extienda en el tiempo, de suerte que, con la permanencia y
continuidad temporal de la actividad del agente pueda llevarse a cabo la finalidad
negocial última de la agencia.

Para determinar que la actuación del agente sea estable no existen plazos objetivos,
ni tiempos mínimos durante los cuales deba extenderse el vínculo obligacional. Mal
podría haberlos. Es el análisis integral de la relación contractual y la forma en la que
haya sido ejecutada por las partes la que permitirá determinar si se configuró o no
el elemento al que viene haciéndose alusión.

Para efectos de que el agente reciba el encargo de manera estable, no es necesario


que el contrato que lo vincule con el agenciado tenga, pues, carácter indefinido o
que goce de una duración específica. Lo que permite la configuración del elemento
que se analiza es que el agente se haya obligado a promover o explotar el negocio
del agenciado con vocación de permanencia, sin solución de continuidad y no de
forma intermitente esporádica o meramente ocasional.

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En tal sentido, José Armando Bonivento anota que la estabilidad “supone continuidad
en el ejercicio de la actividad del agente; excluye la realización de encargos esporádicos y
ocasionales”55

d. Remuneración del agente

Aunque este elemento no se encuentra específicamente indicado en el artículo 1317


del Código de Comercio, su existencia en el contrato de agencia comercial resulta
incuestionable en atención al carácter oneroso de los negocios mercantiles y habida
cuenta de la expresa mención que sobre el particular consta en el artículo 1324 del
precitado estatuto, en el sentido de que la denominada cesantía comercial se calcula
sobre “la comisión, regalía o utilidad” recibida por el agente durante el período que en
la citada norma se señala.

La remuneración del agente por la labor de promover o explotar negocios del


agenciado es susceptible de ser pactada de diversas formas, que pueden estar o no
atadas al volumen de las ventas efectivamente logradas.

Está claro que cuando la remuneración está fijada en función de las ventas lo que el
agente recibe es una comisión que, como ya se anunció, es la primera modalidad a
la que se refiere el artículo 1324 del Código de Comercio cuando señala la base
sobre la cual debe ser calculada la denominada cesantía comercial.

De otra parte, no resulta tan clara la mención que en la aludida norma se hace a la
“regalía” que se supone puede recibir el agente como contraprestación por la
ejecución del encargo a él conferido. En verdad, no resulta fácilmente explicable en
qué eventos pueda recibir su pago tal denominación, la cual parece en principio
reservada para otro tipo de eventos56.

55Op. Cit. Bonivento, José Armando. Página 139.


56En el marco de la legislación nacional, las regalías obedecen a la contraprestación que debe ser pagada en favor del
Estado por la explotación de recursos naturales no renovables de su propiedad. Y, por su parte, en el ámbito del
derecho sobre la propiedad intelectual, aunque no existe definición legal expresa, en la doctrina de la Organización
Mundial de la Propiedad Mundial (OMPI) se ha entendido que las regalías se fijan generalmente como precio o
remuneración en favor del titular del derecho: (i) en la propiedad industrial como cuantía que se determina en
función de la utilización o el resultado económico; (ii) en los derechos de autor como un porcentaje del precio al por
menor de la publicación de cada ejemplar de la obra o producción, cuyo pago es periódico, o de su recaudación bruta

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Finalmente, se refiere el artículo 1324 del Código de Comercio a la “utilidad” que


puede recibir el agente.

Para el Tribunal el concepto de “utilidad” empleado en la precitada norma debe


entenderse como el provecho, ventaja o contraprestación contractual que recibe el
agente, y no la que, en términos contables, haya podido generar la operación de su
empresa. En efecto, tal es el alcance que del concepto de utilidad se deriva del
artículo 1497 del Código Civil en el que se señala que el contrato recibe la
calificación de oneroso “cuando tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes,
gravándose cada uno en beneficio del otro”.

En suma, para el Tribunal las expresiones “comisión”, “regalía” o “utilidad” son


términos que emplea indistintamente el legislador para referirse a la
contraprestación que recibe el agente por adelantar de manera estable e
independiente la promoción y explotación de los negocios del agenciado.

Aunque sobre dicho particular pasará a manifestarse de manera específica el


Tribunal en el aparte inmediatamente siguiente, conviene recordar en este punto lo
dicho por la Corte Suprema de Justicia, en el sentido de que el hecho de “que el
comerciante [se refiere al agente] actúa por cuenta del empresario es cuestión que corrobora el
hecho de que perciba una remuneración por su gestión”57

En tal sentido, según lo anota la aludida corporación, “ninguna duda queda, pues, de
que son elementos estructurales de toda agencia comercial, en primer lugar, que el comerciante
intermediario actúe por cuenta ajena, esto es, del empresario que le efectúa el encargo, premisa de
la que se sigue que todos los efectos económicos que se deriven de la gestión realizada por aquél,
positivos y negativos, deben trasladarse al último y, por ende, reflejarse en su patrimonio; y, en
segundo término, que el agente, como contraprestación de su actividad, perciba una remuneración,
requisito que guarda íntima conexión con el anterior.”58

(teatros, conciertos, espectáculos), en ambos casos en las condiciones de tiempo, modo y lugar acordadas entre las
partes.
57 Sentencia de casación civil dictada por la Corte Suprema de Justicia el día 15 de diciembre de 2006, en el proceso

ordinario instaurado por LOPER AUTOMOVILIARIA ANDINA S.A. contra a SUZUKI MOTOR CO. LTDA.
58 Sentencia de casación civil dictada por la Corte Suprema de Justicia el día 26 de julio de 2016, en el proceso

ordinario instaurado por Mágnum Video S.A. contra Buena Vista Home Entertainment Inc.

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e. Actuación por cuenta del agenciado

Tal como se dejó anunciado en líneas precedentes, el Tribunal estima, junto con la
postura mayoritaria de la doctrina y de la jurisprudencia, que la agencia comercial es
una forma de mandato, lo que supone que la actuación del agente, sea que se
adelante con o sin representación del agenciado, es por cuenta de este, toda vez
que, según lo previsto en el artículo 1262 del Código de Comercio, la gestión del
mandatario es siempre llevada a cabo por cuenta del mandante.

Antes de entrar a señalar las consideraciones en las que el Tribunal soporta tal
postura, resulta conveniente dejar sentadas algunas bases sobre el alcance y efectos
que tiene el concepto de actuación por cuenta ajena.

Una vez definido dicho concepto, el Tribunal procederá a indicar las razones por
las que estima que la actuación del agente siempre debe ser adelantada por cuenta
del agenciado, y hará una breve síntesis de las opiniones que tanto en la doctrina
como en la jurisprudencia apoyan dicha tesis.

i. Alcance y efectos del concepto de “actuación por cuenta ajena”

En esencia, actuar por cuenta y riesgo ajeno significa que las consecuencias
patrimoniales de una determinada gestión recaen, se trasladan o deben trasladarse,
sobre persona diferente de quien la ha llevado a cabo.

Son dos, específicamente, los criterios que a juicio del Tribunal configuran el
concepto que se comenta. De un lado, la atribución patrimonial de una
determinada actuación, y de otro, que es consecuencia del anterior, la identificación
de quién ha de soportar los riesgos, o reportar las ventajas de una específica
actuación jurídica.

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En este punto el Tribunal estima pertinente traer a colación la opinión de


autorizada doctrina sobre este particular.

Gabriel Escobar Sanín explica que,

“El sentido de esa expresión (se refiere a la actuación por cuenta y riesgo
ajeno) ... es el de la afectación patrimonial que recae sobre el
mandante, como efecto del negocio jurídico celebrado por el mandatario” 59 (se
resalta)

José Armando Bonivento, por su parte, sostiene que:

“... la actuación por cuenta de otro, como concepto jurídico involucrado en la noción
misma de mandato, hace referencia, como aspecto primordial, a una consideración
según la cual los efectos de los actos y negocios realizados por el
intermediario (encargado), así no sea representante, se trasladan,
o se deben trasladar, a la órbita patrimonial del dueño del
negocio, de manera que es éste quien está llamado a asumir los
riesgos (pérdida de la mercancía o cartera morosa, por ejemplo) y
las ventajas (aumento de precios de venta al público, por
ejemplo) de las operaciones efectuadas por aquél.”60 (se resalta)

Por su parte, Juan Pablo Cárdenas opina:

“Que se actúe por cuenta de otro significa que se pretende obtener para un
tercero, en este caso el agenciado, las utilidades del negocio”61 (se resalta)

En sentido contrario, actuar por cuenta y riesgo propios significa que todos los
efectos patrimoniales, pérdidas o utilidades de un determinado negocio, afectan
exclusivamente a la persona que ha manifestado su voluntad y no a otra.

59 Escobar Sanín, Gabriel. “Negocios Civiles y Comerciales. Negocios de Sustitución”. Universidad Externado de
Colombia. Bogotá, 1985.
60 Op. Cit. Bonivento, José Armando. Páginas 140 y 141
61 Ob. Cit.

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Ahora bien, la actuación “por cuenta” (propia o ajena) no puede confundirse con
la actuación “en nombre” (propio o ajeno) ni con la actuación “en interés de”
(otro o de uno mismo), aunque puedan coincidir.

En efecto, la actuación “en nombre” de otro, es propia de la intervención


contractual representativa. Se representa a una persona cuando se actúa “en su
nombre” y dentro de los límites fijados por la ley o por la voluntad privada. La
expresión “en nombre” de otro la emplea el legislador colombiano para referirse,
precisamente, a la figura de la representación. Así los artículos 832 y 833 del Código
de Comercio disponen, respectivamente, que “habrá representación voluntaria cuando
una persona faculta a otra para celebrar en su nombre uno o varios negocios jurídicos” y que
“los negocios jurídicos propuestos o concluidos por el representante en nombre del representado,
dentro del límite de sus poderes, producirán directamente efectos en relación con este”.

Con igual terminología, el Código Civil dispone en su artículo 1505 que “lo que una
persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla,
produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo”.

Y actuar “en interés de otro”, tampoco tiene necesariamente que coincidir con la
actuación por cuenta ni en nombre de otro. La noción de actuación en interés de
otro alude a que el negocio de que se trate convenga a los propósitos u objeto
jurídico de un tercero, independientemente de la atribución patrimonial de un
determinado negocio, de sus utilidades o pérdidas, y de la eventual representación.
Los artículos 2145 y 2146 del Código Civil, hacen referencia, a propósito del
contrato de mandato, a la llamada actuación “en interés” propio o ajeno.

Se puede, en consecuencia, actuar por cuenta de otro y en interés ajeno, o por


cuenta propia, pero en interés ajeno, y en cualquier caso en nombre propio o de
otro.

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ii. Razones para considerar que la actuación del agente es adelantada por
cuenta ajena

Aclarado en los anteriores términos el alcance del concepto de “actuación por


cuenta ajena” procede el Tribunal a exponer las consideraciones por las que estima
que es de dicha forma que el agente materializa su actuar.

Como punto de partida es preciso reconocer que en la disposición contenida en el


artículo 1317 del Código de Comercio no hay referencia expresa a que la actuación
del agente deba ser adelantada por cuenta del agenciado.

Tal circunstancia, sin embargo, no es óbice para sostener que el referido elemento
es necesario para la configuración del contrato de agencia. En efecto, en la
definición contenida en el precitado artículo 1317 tampoco se señala que la labor
del agente deba ser remunerada y, como es apenas natural, no por ello puede
concluirse que su actuación deba ser gratuita para que se entienda configurado el
contrato que se analiza.

Pues bien, además de que, como se verá más adelante, la posición mayoritaria de la
doctrina y de la jurisprudencia considera que es la actuación por cuenta ajena el
elemento que permite diferenciar la agencia comercial de otras modalidades
negociales de distribución, el Tribunal estima que tal conclusión es la acertada, de
una parte porque ello se desprende diáfanamente de la ubicación que dentro del
Código de Comercio mereció el referido contrato y de otra porque, como pasa a
indicarse, es desde dicha perspectiva que encuentra justificación la denominada
cesantía comercial a que alude el artículo 1324 del Código de Comercio.

Sin que se trate del argumento central con base en el cual el Tribunal soporta su
conclusión, hay que aceptar que la ubicación misma de la regulación de la agencia
en el Código de Comercio es, a lo menos, indicativa de que para el legislador dicho
contrato es una especie del mandato. En efecto, la regulación positiva de la agencia
se encuentra a partir del artículo 1317 hasta el 1331, textos que hacen parte del

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capítulo V del título XIII del libro IV del Código de Comercio, que es el que regula
el mandato mercantil.

Al consultar las memorias de la Comisión Revisora del Código de Comercio se


hace evidente que la referida ubicación, lejos de obedecer a un descuido o a una
cuestión puramente azarosa, tuvo por causa el hecho de que la Comisión consideró
la agencia comercial como una forma o especie del mandato, según se desprende,
sin lugar a equívocos, de los siguientes apartes:

“ … Otra de las especies del mandato es el de la agencia comercial. El agente obra en


forma independiente, aunque de manera estable, por cuenta de su principal. Esa
independencia que caracteriza su gestión diferencia la agencia del contrato de trabajo.
El agente promueve y explota los negocios del principal, en determinada zona …

“… lo más importante es que el agente promueva o explote los negocios respectivos por
cuenta del principal … toda utilidad o beneficio que directa o indirectamente reciba el
principal de las actividades del agente, cuando tal utilidad o beneficio constituyan una
de las consideraciones del contrato, implicarán la presencia del requisito por cuenta, en
referencia. Por consiguiente, cuando el distribuidor obre en alguna forma por cuenta del
fabricante o del despachador extranjero, tal distribuidor será igualmente agente de su
principal.”62

Si bien el hecho de encontrarse la agencia dentro de la regulación del mandato es


un buen punto de partida, máxime si se tienen en cuenta los precitados apartes de
la Comisión Redactora del Código de Comercio, lo cierto es que existen razones
adicionales para considerar que el aludido tipo contractual es una forma de
mandato.

A juicio del Tribunal lo que hace que una figura tenga una determinada naturaleza,
más que su ubicación legislativa, es si reúne los requisitos esenciales necesarios para

Comisión Revisora del Código de Comercio. Citada por Arrubla Paucar, Jaime Alberto. Contratos Mercantiles.
62

Contratos típicos. Legis, 13ª edición. Bogotá, 2012. Páginas 229 y 230.

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el efecto y ello ciertamente es lo que se advierte al analizar la regulación legal de la


agencia de cara a los elementos que tipifican el mandato.

El mandato, como es bien sabido, tiene regulación tanto civil como mercantil.

El Código Civil, en su artículo 2142 dispone que,

“El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más
negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera.
(se resalta)

“...”
Por su parte, el Código de Comercio, en su artículo 1262, concibe al mandato de la
siguiente manera:

“El mandato comercial es un contrato por el cual una parte se obliga a celebrar o
ejecutar uno o más actos de comercio por cuenta de otra” (se resalta)

Para no entrar en lucubraciones que son ajenas a los fines de este proceso, baste
con decir que son elementos esenciales del contrato de mandato, con base en los
textos legales antes transcritos, los siguientes: (i) El encargo por parte de una
persona (mandante) a otra (mandatario) para que esta última gestione (celebre o
ejecute) negocios jurídicos y, (ii) que dicho encargo lo lleve a cabo el mandatario
por cuenta y riesgo del mandante.

Frente al contrato de agencia el elemento de encargo para la celebración o


ejecución de negocios jurídicos no tiene discusión. Es evidente. Basta la lectura de
la definición legal, para llegar a esa conclusión. Además otros textos legales son
específicos al respecto. (Véanse, por ejemplo, los artículos 1321 y 1322 del Código
de Comercio).

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Lo que resulta complejo es dilucidar si el elemento “actuación por cuenta de


otro”, es o no elemento esencial del contrato de agencia.
Si se concluye que el agente actúa por cuenta del agenciado habrá que decir que el
contrato de agencia ostenta la naturaleza de mandato. No así en caso contrario.

Pues bien, según tuvo oportunidad de anunciarlo el Tribunal, la denominada


cesantía comercial, cuya regulación está prevista en el artículo 1324 del Código de
Comercio, y cuyo pago debe efectuar el empresario tras la terminación del contrato,
encuentra soporte si se entiende que la actuación del agente lo es por cuenta del
agenciado. Es una forma de retribuir una gestión estable desarrollada por el agente,
cuyos beneficios han aprovechado al empresario agenciado.

La cesantía comercial se caracteriza por que hay lugar a su pago con independencia
de la causa que haya motivado la terminación de la relación contractual. Es así
como, aun cuando el contrato haya concluido por causas legítimas o, incluso, por
mutuo acuerdo entre las partes, el agenciado está obligado a pagar al agente el valor
previsto en el primer inciso del artículo 1324 del Código de Comercio.

Se sigue de lo anterior que la denominada cesantía comercial no busca ni resarcir un


perjuicio, ni tiene por ende carácter indemnizatorio pues, se insiste, se produce aun
cuando no haya reproches qué hacerle al agenciado por la terminación del contrato.

Pues bien, si tal es la forma de operar de la cesantía comercial, cabe entonces


preguntarse ¿cuál es su causa u origen?, ¿cuál es el hecho económico que pudo
tener en cuenta el legislador para gravar de tal forma al agenciado en favor del
agente?

A juicio del Tribunal, la respuesta, como quedó dicho radica en la necesidad de


retribuir la actuación que ha sido desarrollada por el agente por cuenta del
agenciado. Veamos.

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En la medida en que la actividad del agente se encamina a la promoción o


explotación del negocio del agenciado, con el propósito ya sea de conquistar,
ampliar o, a lo menos, conservar la clientela de este último, es claro para el Tribunal
que dicho activo, que es quizá uno de los intangibles más importantes de cualquier
empresario, permanecerá en la órbita del agenciado, aun después de la terminación
del contrato de agencia que lo vinculaba con el agente.

La clientela, a cuya conservación, ampliación o conquista se encamina el contrato


de agencia, no es del agente, por más de que esta sea obra de su actuar. Al
desarrollar su encargo, el agente no está consiguiendo clientela para su propio
negocio, sino que lo está haciendo para el de un tercero denominado agenciado, en
cuyo patrimonio se radican o deberán radicarse, dependiendo de si media o no
representación, los efectos de la consecución de la aludida clientela.

Pues bien, la cesantía comercial tiene relación con la clientela según lo ha explicado
la jurisprudencia:

Al manifestarse respecto de la posibilidad de pagar anticipadamente la cesantía


comercial, la aludida corporación ha señalado:

“Si se considera que el derecho a esa prestación de tipo económico [se refiere a la
cesantía comercial] se encuentra estrechamente ligado a la clientela que
preserva el agenciado, aún después de terminar el contrato de
agencia, no se ve la razón para no autorizar una cláusula que, a partir del
reconocimiento de aquel, permita que el agente, ex ante, vea retribuido –o, si se
quiere- compensado su esfuerzo por la formación de una clientela
que, en principio, no se desdibuja por la terminación del negocio
jurídico, desde luego que ese pago anticipado tendrá un efecto extintivo total o
parcial ….”63 (subraya fuera del texto)

63 Corte Suprema de Justicia, Sala Civil. Sentencia del 28 de febrero de 2005. Exp. 7504.

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Por último, vale recordar lo señalado por la Corte Suprema de Justicia, en el sentido
de que la clientela a cuya conquista, ampliación o conservación se dedica el agente,
no es de este, sino del agenciado:

“Y aunque en la definición no esté expresado de manera contundente que el encargo


que asume el comerciante independiente por el contrato de agencia, es el de promover o
explotar negocios que han de ser realizados en beneficio exclusivo del empresario, los
que éste ha de celebrar directamente si al agente no se le dio la facultad de
representarlo, es lo cierto que estas características surgen de lo dispuesto en los
artículos 1321 y 1322 del Código de Comercio, donde se estatuye, sin perjuicio de la
independencia de que goza, que el agente debe ceñirse, al ejecutar el encargo, a las
instrucciones que le haya dado el empresario a quien debe rendir las informaciones
relativas a las condiciones del mercado en la zona asignada y las demás que sean
útiles a dicho empresario para valorar la conveniencia de cada negocio; que el agente
tiene derecho a la remuneración pactada aunque el negocio no se lleve a efecto por
causas imputables al empresario o cuando éste lo efectúe directamente o cuando dicho
empresario se ponga de acuerdo con la otra parte para no concluir el negocio, todo lo
cual indica que el agente conquista, reconquista, conserva o
amplía para el empresario y no para él mismo, la clientela del ramo
…”64 (subraya fuera del texto)

Como se advierte, entonces, existen sólidos fundamentos para considerar que la


cesantía comercial encuentra como una de sus causas el hecho de que la gestión de
conquista, ampliación o conservación de la clientela se adelanta por cuenta del
agenciado.

iii. Postura de la jurisprudencia y la doctrina

Según ha tenido oportunidad de anunciarse en líneas precedentes, la postura que ha


venido siendo expuesta en relación con la naturaleza de la agencia comercial es
coincidente con la que prohíja la mayoría de la doctrina y la jurisprudencia.

64Corte Suprema de Justicia, Sala Civil. Sentencia del 2 de diciembre de 1980. Gaceta Judicial, Tomo CLXVI. Pág.
251.

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En efecto, sin que puedan desconocerse las importantes manifestaciones que en


sentido contrario tienen algunos expositores como, por ejemplo, Álvaro Pérez
Vives, Gustavo de Greiff o Jaime Arrubla Paucar, lo cierto es que el sentir
mayoritario se inclina por considerar que la actuación por cuenta ajena es elemento
esencial para la configuración del contrato de agencia, para lo cual resultan
ilustrativas las siguientes opiniones:

- José Armando Bonivento.

“Aunque no podemos desconocer, obviamente, la seriedad de los


planteamientos que sustentan la tesis según al cual el elemento de actuación
‘por cuenta de’ no es de la esencia del contrato de agencia mercantil, pensamos
que la conclusión acertada es la contraria: la tipificación legal de la
agencia comercial, entre nosotros, exige la actuación del
agente por cuenta del agenciado”65 (se resalta)

- Gabriel Escobar Sanín.

“Una documentada opinión señala que en el proceso evolutivo han intervenido


cuatro clases de colaboradores del empresario: ... b) personas independientes,
con autonomía de diverso grado, al menos jurídica, y que promueven la venta y
la distribución sirviendo de puente entre el productor y el consumidor, pero
actuando por cuenta y riesgo del empresario, que son propiamente los
agentes.

“...

“... el agente, como especie de sustituto que es, celebra negocios por
cuenta del empresario, quien corre con los riesgos como propietario de

65 Ob. Cit.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

los bienes y en tal calidad puede dirigir ampliamente las actividades del
sustituto...”66 (se resalta)

- Juan Pablo Cárdenas.

“Este elemento (se refiere a la actuación por cuenta del agenciado)


aparece en forma expresa en casi todas las definiciones legislativas y
doctrinarias. La legislación colombiana no lo exige explícitamente (aunque el
proyecto de 1958 lo hacía), pero es necesario concluir que la actuación por
cuenta del agenciado es un requisito indispensable, porque si,
de acuerdo con la legislación colombiana, el contrato de agencia es una forma
de mandato, este implica la actuación por cuenta de otro” 67 (se resalta)

- Ignacio Sanín Bernal.

“En la agencia, el agente actúa por cuenta del agenciado y cuando


celebra los contratos a que se refiere su labor de promoción, lo hace, en
principio, en nombre de éste, de tal manera que no adquiere los productos a
que se refiere su actividad...” 68 (se resalta)

- William Namén Vargas.

“El agente asume el encargo de gestión por cuenta ajena, término común
en los contratos como el de trabajo, depósito, transporte, corretaje, obra,
arrendamiento de servicios y a todos los negocios de gestión de intereses
ajenos...” 69 (se resalta)

66 Ob. Cit.
67 Ob. Cit.
68 Sanín Bernal, Ignacio. “Contrato de Suministro” en “Derecho de la Distribución Comercial”. Millennio Bogotá,

1995.
69 Namén Vargas William. “Contrato de Agencia Comercial” en “Derecho de la Distribución Comercial”. Millennio

Bogotá, 1995.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

- Felipe Vallejo García.

“Pues bien, la diferencia específica del contrato de agencia comercial, destacada


por la Corte, y que constituye la esencia misma del mandato, está recogida por
las palabras finales del artículo 1317: ‘Productos del mismo’. Con la cual se
denota que el agente comercial es verdadero mandatario en cuanto obra ‘por
cuenta de otro’...” 70 (se resalta)

La reseña anterior es suficientemente representativa sobre la concepción


mayoritaria de la doctrina, en el sentido de que de manera esencial los agentes
actúan por cuenta de los empresarios a quienes agencian. En igual dirección
apuntan las sentencias de la Corte Suprema de Justicia y los fallos en sede arbitral,
que se reseñan a continuación.

En aras de la brevedad y para evitar inútiles citas textuales que se enderezan en


idéntico sentido, se limitará el Tribunal en este punto a hacer referencia a las
providencias en las que consta la opinión anotada.

- Sentencia de casación civil dictada por la Corte Suprema de Justicia el


día 2 de diciembre de 1980, en el proceso ordinario instaurado por
Cacharrería Mundial contra Iván Merizalde Soto y Gilberto Merizalde
Uribe. Magistrado ponente Dr. Germán Giraldo Zuluaga. (Gaceta
Judicial. Tomo CLXVI, número 2407)
- Sentencia de casación civil dictada por la Corte Suprema de Justicia el
día 2 de diciembre de 1980, en el proceso ordinario instaurado por
Eduardo González contra Ico Pinturas S.A. Magistrado ponente Dr.
Germán Giraldo Zuluaga. (Gaceta Judicial. Tomo CLXVI, número
2407)
- Sentencia de casación civil dictada por la Corte Suprema de Justicia el
día 31 de octubre de 1995, en el proceso ordinario instaurado por
Distrimora Ltda contra Shell Colombia S.A. Magistrado ponente Dr.

70 Vallejo García Felipe. “El Contrato de Agencia Comercial”. Legis. Bogotá, 1999.

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Pedro Lafont Pianetta. (Gaceta Judicial. Tomo CCXXXVII, número


2476)
- Laudo arbitral de 1 de julio de 1992. Árbitros Drs. José Enrique
Arboleda, Fernando Hinestrosa y Jorge Suescún. Proceso de Roberto
Cavelier y Cía Ltda contra Flota Mercante Grancolombiana.
- Laudo arbitral de 19 de marzo de 1993. Árbitros Drs. Guillermo
Gamba, Necty Gutiérrez y Carlos Vejarano. Proceso de Carlos Rincón
Duque e Hijos Ltda, contra Vecol S.A.
- Laudo arbitral de febrero 19 de 1997. Árbitros Drs. Ernesto Gamboa,
María Clara Michelsen y Carlos Enrique Marín. Proceso de Daniel
Fernández y Cía Ltda. contra Fiberglass Colombia S.A.
- Laudo arbitral de mayo 23 de 1997. Árbitros Drs. Hernando Tapias,
William Salazar y Francisco Zuleta. Proceso de Prebel S.A. contra L’
Oreal.
- Laudo arbitral de marzo 31 de 1998. Árbitros Drs. Carlos Holguín,
Beatriz Leyva y Carlos Enrique Marín. Proceso de Supercar Ltda
contra Sofasa S.A.
- Laudo arbitral de noviembre 27 de 1998 Árbitros Drs. Rodrigo Puyo,
Jesús Vallejo y Javier Tamayo. Proceso de Alitur contra Air Aruba.
- Laudo arbitral de noviembre 26 de 2002. Árbitros Carlos Esteban
Jaramillo Schloss, Juan Pablo Cárdenas y Héctor Marín. Proceso de
Ideas Celular Colombia contra Bellsouth.
- Laudo arbitral de diciembre 17 de 2003. Árbitros Sergio Rodríguez
Azuero, Gilberto Peña Castrillón y Álvaro Mendoza Ramírez (quien
salvó el voto). Proceso de Prepagos J.M. Ltda. contra Comcel.
- Laudo arbitral de julio 19 de 2005. Árbitros. Carlos Esteban Jaramillo
Schloss, Carlos Manrique y Mauricio Plazas Vega. Proceso de 5HI
contra Comcel.
- Laudo arbitral de Diciembre 1º de 2006. Árbitros. Carlos Esteban
Jaramillo Schloss, Juan Pablo Cárdenas Mejía, Gabriel Jaime Arango
Restrepo. Proceso Concelular S.A. (en liquidación) contra
Comunicación Celular S.A., Comcel S.A.

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- Sentencia de casación civil dictada por la Corte Suprema de Justicia el


día 15 de diciembre de 2006, en el proceso ordinario instaurado por
Loper Automoviliaria Andina S.A. contra a Suzuki Motor CO. LTDA.
Magistrado ponente Dr. Pedro Octavio Munar Cadena.
- Laudo arbitral de 26 de marzo de 2007. Árbitros. Martha Clemencia
Cediel Peña, Juan Pablo Cárdenas Mejía, Jorge Eduardo Narváez
Bonnet. Proceso de Distribuidora Marwill Ltda. contra Comestibles
Ricos Ltda.
- Laudo arbitral de Junio 9 de 2011. Árbitros. Humberto De La Calle
Lombana, José Guillermo Peña González y Enrique Díaz Ramírez.
Proceso de Globaltronics de Colombia S.A. contra Comunicación
Celular S.A. Comcel S.A.
- Sentencia de casación civil dictada por la Corte Suprema de Justicia el
día 24 de julio de 2012, en el proceso ordinario instaurado por
INVET LTDA contra American Home Products Corporation.
Magistrado ponente Dr. Fernando Giraldo Gutiérrez
- Laudo arbitral de mayo 6 de 2013. Árbitros. Ivan Ramirez
Wurttemberger, Hernando Alfonso Diaz Quintero y Hugo Jaramillo
Gutierrez. Proceso de Carlos Alberto Castro Ayobi y Carlos Castro
Asesores E.U. contra Coomeva EPS S.A.
- Sentencia de casación civil dictada por la Corte Suprema de Justicia el
día 26 de julio de 2016, en el proceso ordinario instaurado por
Mágnum Video S.A. contra Buena Vista Home Entertainment Inc.
Magistrado ponente Dr. Álvaro Fernando García Restrepo.
- Laudo arbitral de 30 de agosto de 2016. Árbitros Antonio José Núñez
Trujillo, Jaime Humberto Tobar Ordóñez y Juan Caro Nieto. Proceso
de Distribuidora Los Coches La Sabana S.A. contra GM Colmotores
S.A.

De la enumeración anterior se concluye que la tendencia jurisprudencial y arbitral


se plantea francamente en la línea de considerar que el elemento de la actuación por
cuenta ajena es esencial en la agencia, por ser esta una forma de mandato.

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De la relación de providencias antes reseñadas, resulta pertinente destacar la que


tuvo lugar el 30 de agosto de 2016, pues, además de ser la más reciente, tuvo como
origen una controversia en la que, al igual que ocurre en este caso, se discutió sobre
la naturaleza de un contrato de concesión en el sector automotriz. En apartes
posteriores de este laudo, se harán algunas referencias particulares a las
consideraciones en las que se soportó el tribunal que dirimió la aludida disputa.

2.2. El contrato de concesión en derecho privado

a. Concepto y elementos esenciales

Es bien sabido que el contrato de concesión en derecho privado no tiene


regulación en nuestro ordenamiento positivo 71 . Con todo, el postulado de
autonomía privada, que reconoce y protege la ley, es la base para que los
particulares puedan celebrar los contratos que requieran para la satisfacción de sus
necesidades, aunque no tengan tipificación legal, con tal que se respeten los límites
que la referida autonomía encuentra en el orden público (que incluye la ley
imperativa) y las buenas costumbres (art. 16 del Código Civil)

La necesidad de conquistar, mantener y ampliar mercados y las dificultades -


particularmente los altos costos que la distribución demanda- llevaron de tiempo
atrás a la paulatina estructuración de esta forma contractual que, no obstante el
auge que tiene, no ha sido todavía tratada legalmente.

Ante la ausencia de regulación legal que en nuestro país tiene el contrato de


concesión, en este punto resulta pertinente traer a colación lo que sobre el
particular han señalado la doctrina, tanto nacional como extranjera, así como las
legislaciones foráneas, para lo cual el Tribunal centrará su análisis en la llamada
concesión propiamente dicha, y dejará de lado, por no tener directa relación con el
conflicto que en este trámite se decide, otras modalidades como son la concesión
de espacio y la franquicia (Franchising).

71El contrato de concesión en derecho público tiene regulación en el ordinal 4º del artículo 32 de la ley 80 de 1993,
con significado y alcance distintos de los que tiene en derecho privado.

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Puede sostenerse que hay tantas definiciones como autores se han ocupado del
tema. No se trata, entonces, de citarlas todas, pero sí las que se juzgan más
significativas.

Muy extendida ha sido la concepción de Claude Champaud, para quien se está en


presencia de esta figura cuando:
“...un comerciante, llamado concesionario, pone su empresa de distribución –o de
venta- en su caso, al servicio de otro comerciante o industrial, llamado concedente,
para asegurar exclusivamente, en un territorio determinado, durante un período de
tiempo limitado y bajo vigilancia del concedente, la distribución de sus productos, de
los que le ha sido concedido el monopolio de reventa”72

Por su parte el también autor francés Jean Guyenot sostiene del contrato de
concesión que,

“... permite llegar a una comercialización organizada gracias al impulso del


productor que agrupa en torno a su firma, un número, más o menos importante de
comerciantes que aceptan seguir sus directivas, a cambio de la concesión exclusiva de
sus productos”73

La doctrina española también se ha ocupado del tema. El contrato de concesión,


llamado por la mayoría de los autores de ese país “contrato de distribución”, es
igualmente atípico en España. Broseta Pont lo describe como,

“...contrato atípico, de naturaleza mixta, de extraordinario auge en el tráfico actual,


en virtud del cual las grandes empresas fraccionan su mercado en pequeñas zonas
asignadas a concesionarios o distribuidores, con ventaja sobre la utilización de
agentes. A diferencia del contrato de agencia, en que las mercancías viajan y se
entregan por cuenta y riesgo de la casa representada y ésta responde del saneamiento
frente a la clientela y soporta el riesgo de impagados e insolvencias, el concesionario
adquiere en firme la mercancía de la casa representada. En consecuencia, todos los

72 Campaud, Claude. “La Concesión Comercial” en Revista Trimestral de Derecho Comercial, 1963.
73 Guyenot, Jean Pierre. “¿Qué es la Franquicia?”. Concesiones Comerciales. EJEA. Buenos Aires, 1977.

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riesgos del viaje, cobro y saneamiento de la entrega al cliente suelen pesar sobre él.
Por lo demás, a través de una serie de imposiciones o cargas (en cuanto al precio,
forma de cobro, servicio postventa publicidad de marca etc.), el concedente se asegura
que la distribución se hará en las condiciones que más prestigien sus productos”74

Para Javier Arce Gargollo, quien denomina también a la concesión “contrato de


distribución”,

“...es aquél por el cual el distribuidor (concesionario) se obliga a adquirir,


comercializar y revender, a nombre y por cuenta propia, los productos del fabricante o
productor (concedente) en los términos y condiciones de reventa que éste señale. El
productor tendrá la facultad de imponer al distribuidor, además, determinadas
obligaciones sobre la organización del negocio para la comercialización y reventa de
los productos”75

Carlos Alberto Ghersi plantea su noción sobre la concesión en los siguientes


términos:

“Contrato según el cual un comerciante o empresario (concedente) otorga a otro


comerciante (concesionario) el derecho a la compra de sus productos para la posterior
reventa a nombre y por cuenta propia de éste último, que pone su empresa a
disposición de aquél en forma exclusiva, y sujeto a un conjunto de normas que
establece el concedente por medio de un reglamento”76

Dentro de la literatura jurídica nacional, Jaime Alberto Arrubla Paucar afirma:

“Por el contrato de concesión mercantil podemos entender aquél, en virtud del cual,
un empresario llamado concedente, se obliga a otorgar a otro llamado concesionario,
la distribución de sus productos o servicios o la utilización de sus marcas y licencias o
sus espacios físicos, a cambio de una retribución que podrá consistir en un precio o

74 Broseta Pont, Manuel. “Manual de Derecho Mercantil”. Tecnos, Madrid 1978.


75 Arce Gargollo, Javier. “Contratos Mercantiles Atípicos”. Trillas, México, 1989.
76 Ghersi, Carlos Alberto. “Contratos Civiles y Comerciales” Astrea, Buenos Aires, 1992

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porcentaje fijo, o en una serie de ventajas indirectas que benefician sus rendimientos y
su posición en el mercado”77

Para finalizar este breve recuento de nociones sobre el contrato de concesión cabe
destacar algunas concepciones legales. La ley belga del 27 de julio de 1961 dispuso
en su artículo primero que,
“El concesionario de venta exclusiva es el comerciante que ostenta el derecho a vender
a título exclusivo los artículos o productos de un fabricante concedente, en su propio
nombre y por su propia cuenta”.

El Código Civil y Comercial de la República Argentina, dispone en su artículo 1502


que,

“Hay contrato de concesión cuando el concesionario, que actúa en nombre y por


cuenta propia frente a terceros, se obliga mediante una retribución a disponer de su
organización empresaria para comercializar mercaderías provistas por el concedente,
prestar los servicios y proveer los repuestos y accesorios según haya sido convenido”

Aunque en términos generales son coincidentes las nociones transcritas, conviene


identificar lo que en ellas resulta común y lo que, por el contrario, evidencia
diversos matices.

Mucho se ha discutido en torno a si la exclusividad es elemento esencial o no de la


concesión. Tal dicotomía de posturas se advierte con nitidez de los conceptos antes
citados, en la medida en que en algunos de ellos se hace expresa alusión al referido
elemento, en tanto que en otros se omite cualquier mención sobre el particular.

A juicio del Tribunal, la existencia de un pacto de exclusividad, aunque puede


presentarse y quizá sea de usual ocurrencia, no resulta necesario para que haya lugar
a la configuración del contrato de concesión. En efecto, en virtud de un pacto de la
referida naturaleza se impone a una o a ambas partes una restricción que puede

77 Arrubla Paucar, Jaime Alberto. “Contratos Mercantiles” Tomo II. Diké, Medellín 1998.

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presentarse en muy diversos tipos negociales, sin que sea su presencia la que
permita definir la calificación jurídica que pueda dársele a determinada relación
negocial encaminada a la distribución de bienes.

Es así como, para citar un ejemplo, Joaquín Garrigues sostiene sobre este asunto
que “el concesionario goza normalmente de la exclusiva de la venta de los productos en una
determinada zona; pero este elemento no se considera esencial para la delimitación del contrato, por
un lado porque pueden existir contratos de concesión sin esa exclusiva, y, por otro porque la
cláusula de exclusiva se establece en otros contratos sin que por ello pierdan su naturaleza (así,
venta, suministro, comisión o agencia)”78

En el mismo sentido, Ernesto Rengifo, al analizar las “notas calificativas” de la


concesión señala,

“El contrato puede contener la cláusula de exclusiva en favor del concesionario, del
productor o de ambos, para una zona o producto determinado y durante un plazo
específico, pero esto no es un elemento esencial …”79

De conformidad con lo anterior, concluye el Tribunal que, a pesar de que en


algunas definiciones se incluye como elemento esencial la exclusividad a favor del
concesionario, en el derecho colombiano ello no es así, en la medida en que la
ausencia de un factor de exclusividad en un contrato de concesión no hace que el
acuerdo no exista o degenere en otro contrato diferente, por lo que puede
sostenerse, sin duda ninguna, la existencia de una relación jurídica de concesión sin
exclusividad.

En el contrato de concesión, la exclusividad comporta un elemento meramente


accidental que podrá ser pactado por las partes siempre que con el mismo, valga la
aclaración, no se transgredan normas imperativas, en especial las que regulan el
derecho de la competencia.

78 Garrigues, Joaquín. Curso de derecho mercantil. Editorial Temis, Bogotá, T. IV, séptima edición, 1987. Pág 128,
citado por Rengifo García, Ernesto. Derecho de la distribución comercial. Editorial el Navegante, Bogotá, 1995. Pág
93.
79 Op. Cit. Rengifo García, Ernesto. Pág. 95.

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Ahora bien, lo que sí resulta esencial para la configuración del contrato de


concesión mercantil es el hecho de que la actuación del concesionario sea
adelantada por su propia cuenta y riesgo, toda vez que el objeto del referido
contrato consiste en la promoción de la reventa de los productos del concedente, lo
que, por regla general, supone que éste se obliga a transferir al concesionario los
productos de cuya distribución se trata y, correlativamente, que el concesionario se
obliga a adquirirlos, con el propósito indicado.

Sin perjuicio de lo que más adelante indicará el Tribunal sobre este particular, vale
anticipar desde este punto que aunque la adquisición para posterior reventa es la
forma que usualmente adopta la concesión, no es tal elemento el que, por sí mismo,
da lugar a la configuración de la referida forma negocial, sino el hecho de que la
actuación del concesionario se dé por su propia cuenta y riesgo y no por la del
concedente.

En el mismo sentido, es preciso indicar que el carácter oneroso de la relación


resulta esencial para la configuración del contrato de concesión, por lo que procede
el Tribunal a analizar el alcance y efectos tanto del aludido elemento, como el de la
actuación por cuenta y riesgo propios.

i. Actuación por cuenta propia del concesionario

Sin perjuicio de las consideraciones que más adelante tendrán lugar respecto de las
implicaciones que se derivan del hecho de que el concesionario actúe por su propia
cuenta y riesgo, el Tribunal estima oportuno, para comenzar, traer a líneas algunas
autorizadas opiniones sobre la necesidad de la presencia del aludido elemento para
que se configure el contrato de concesión mercantil:

José Armando Bonivento sostiene que,

“(…) tanto en la concesión como en la franquicia –en forma semejante a lo que


ocurre en el suministro con distribución, pero diferente a lo que acontece con la

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agencia- el intermediario o distribuidor actúa por cuenta propia. Lo


anterior significa, que aunque en todos los contratos antedichos el productor elimina
los gastos propios del establecimiento de la organización para las ventas y la
comercialización de los productos, los cuales corren a cargo del distribuidor, la
cuestión varía en materia de quién asume los riesgos del negocio de venta al
consumidor o minorista, pues cuando se acude a la figura de la agencia comercial,
como el distribuidor actúa en nombre o por cuenta del productor, es éste quien
soporta tales riesgos, mientras que, en tratándose de una distribución,
concesión o franquicia, el productor traslada esas contingencias
al distribuidor, quien explota el negocio por su cuenta y riesgo, y
a nombre propio.”80 (se resalta)

Ernesto Rengifo, advierte sobre el tema:

“el concesionario siempre obra en nombre propio y por cuenta propia.”81

Juan Pablo Cárdenas opina en idéntico sentido:

“… el concesionario se obliga a adquirir determinado número de unidades para


revenderlas a su vez, es decir actúa por cuenta propia, corriendo con los riesgos
del producto desde que el concedente se lo enajena y obteniendo como utilidad la
diferencia entre el precio de compra y el de reventa”82 (se resalta)

Sobre la actuación del concesionario por su propia cuenta, cabe recordar además,
las ya citadas definiciones de Javier Arce, Carlos Alberto Ghersi, de la ley Belga y
del Código Civil y Comercial Argentino.

La actuación por cuenta propia en el contrato de concesión, es pues, según la tesis


más difundida, elemento esencial del mismo.

80 Bonivento, José Armando. “Contratos Mercantiles de Intermediación” Librería del Profesional. Segunda edición.
Bogotá, 1999.
81 Ob. Cit.
82 Cárdenas, Juan Pablo. “El Contrato de Agencia Mercantil”. Temis Bogotá, 1984.

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Según quedó indicado líneas atrás, actuar por cuenta propia supone que todos los
efectos patrimoniales, pérdidas o utilidades de un determinado negocio, afectan
exclusivamente a la persona que ha manifestado su voluntad y no a otra.

En tal sentido, señalar que el concesionario actúa por su propia cuenta y riesgo,
significa que en la gestión de reventa de los productos para los cuales se concedió la
distribución, él asume todos los efectos de los contratos de compraventa que
celebre con terceros, que ha de soportar los riesgos de pérdida de la mercancía, que
se verá exclusivamente afectado por la cartera morosa de sus clientes, que las
utilidades de esas ventas serán de su exclusiva propiedad y, en fin, que los efectos
de sus negocios y contratos con terceros en nada afectarán el patrimonio del
concedente.

En materia de concesión hay que concluir que el concesionario en sus negocios de


reventa de los productos cuya distribución le ha sido concedida, debe actuar en su
propio nombre (no representa jurídicamente hablando al concedente), por su
propia cuenta (los efectos de sus negocios frente a terceros, sus utilidades o
pérdidas, se circunscriben a su exclusivo patrimonio) y en interés tanto propio
como del concedente porque la gestión de reventa conviene a los propósitos del
concedente, al ampliar, mantener y conquistar mercados, por aumentar sus
volúmenes de colocación de productos, por asegurar su presencia en muy variados
puntos, por consolidar el prestigio de su marca, etc.

Tal como quedó expuesto al analizar el contrato de agencia comercial, una cosa es
actuar por cuenta ajena y otra, distinta, hacerlo en interés ajeno. Según tuvo
oportunidad de dejarlo indicado el Tribunal, la actuación “en interés” de otro hace
referencia al hecho de que un determinado negocio sirva o convenga a los
propósitos u objeto jurídico de un tercero, sin que ello suponga que los efectos del
referido negocio se radiquen o deban radicarse en el patrimonio de dicho tercero,
que es lo que ocurre cuando se actúa por cuenta ajena.

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Así, se concluyó en el aparte al que, para evitar innecesarias repeticiones, se remite


el Tribunal, que bien puede actuarse en interés ajeno, pero por cuenta y en nombre
propios, como en efecto es lo que ocurre en el contrato de concesión, en el que
concedente y concesionario, aunque desde perspectivas negociales distintas, tienen
un interés económico común, cual es el de lograr el mayor número de ventas
posible.

En efecto, en la medida en que “en últimas, la empresa concesionaria no es sino el


instrumento del que la concedente se vale para comercializar sus productos”83, es claro que la
mayor cantidad de ventas que dicho distribuidor logre efectuar redundarán no sólo
en su propio beneficio, sino también en el del concedente, de donde se sigue que la
actividad del concesionario se adelanta no sólo en su propio interés, sino también
en el del concedente.

En otras palabras, con la gestión de reventa de los productos se pretende alcanzar


la finalidad primordial perseguida por el concedente, es decir la conquista, el
mantenimiento y la ampliación de sus mercados 84 , pero de tal forma que
jurídicamente hablando actúe el concesionario por su cuenta y riesgo, no obstante
el interés que en ello pueda tener el concedente.

Ahora bien, el que el concesionario actúe, según ha quedado expuesto, por cuenta
propia no obsta para que, según pasa a indicarse, el concedente esté legitimado para
imponerle requisitos al concesionario e, incluso, ejercer cierto poder de vigilancia y
control sobre su actividad.85

En la medida en que el contrato de concesión supone una relación contractual que


no se agota con la mera celebración de compraventas de bienes para su posterior
reventa, sino que le permite al concesionario anunciarse ante el público como un
distribuidor autorizado y, en general, beneficiarse de las marcas y reconocimiento
del concedente, éste último goza de la posibilidad de tener cierta injerencia en las

83 Op. Cit. Rengifo García, Ernesto. Pág. 90


84 Cfr. Arrubla Paucar, Jaime Alberto. Ob. Cit.
85 Cfr. Op. Cit. Rengifo García, Ernesto. Pág. 95

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condiciones en las que espera que sus productos resulten colocados en el mercado,
sin que ello suponga que la actividad del concesionario esté siendo adelantada por
cuenta del concedente.

En efecto, para el concedente es de gran importancia la protección de la imagen de


sus productos y la forma como lleguen estos a los consumidores finales. Por ello,
en los contratos de concesión es dable que se acuerden múltiples aspectos que
deben ser observados por el concesionario como son, por vía de ejemplo, las
técnicas mismas de mercadeo, la presentación de los productos y aún de los
establecimientos y del personal del concesionario, el uso de las marcas y de los
signos distintivos, la imagen corporativa del concedente, los precios de colocación
entre el público, las técnicas y procedimientos para el manejo de los productos,
entre otros.

Al analizar el contrato de concesión mercantil para el específico evento del


mercado automotriz, que es el asunto que en este proceso nos ocupa, Juan Pablo
Cárdenas indica que “en estos contratos se le reconoce al concedente una gran injerencia en las
ventas y operaciones del concesionario. En tal sentido se puede señalar, por ejemplo:

“a) Que el precio de reventa al público será fijado por el concedente.


“b) Que el concedente es quien debe autorizar las modificaciones en los vehículos o los
elementos que se les pueden adicionar.
“c) Que el concedente puede señalar unos sistemas de organización de ventas, de
prestación de servicios, de reparación y mantenimiento, a los cuales debe sujetarse el
concesionario.
“d) Que el concesionario debe informar constantemente al concedente sobre el volumen
de sus ventas, sus reformas estatutarias, sus cambios de personal directivo o
especialmente calificado.
“e) Se acuerda también que se requiere el consentimiento del concedente para cambiar
la ubicación del establecimiento de comercio e, inclusive, para introducir
modificaciones en este.

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“f) Por lo general, se le reconoce al concedente un poder de supervigilancia para


verificar el cumplimiento de tales obligaciones, la forma como el concesionario
desarrolla la promoción, las ventas, etc.”86

Con los alcances y efectos que han quedado expuestos, concluye el Tribunal que,
como caracterización esencial del contrato de concesión, está la actuación por
cuenta propia del concesionario.

ii. Onerosidad del contrato de concesión

Por último, para complementar las ideas sobre lo que para el Tribunal constituye la
esencia del contrato de concesión, hay que hacer referencia a su carácter oneroso,
habida cuenta de que se trata de un contrato que tiene por objeto la utilidad de
ambos contratantes, gravándose cada uno a beneficio del otro (Cfr. Art. 1497 del
Código Civil).

La utilidad que reporta el contrato para cada una de las partes es evidente. El
concedente, en virtud de la ejecución del contrato, obtiene un importante cauce
para la comercialización de sus productos, sin necesidad de una actuación personal
que le incrementaría sus costos. Así verá mantenidos e incluso incrementados sus
mercados.

Por su parte el concesionario, en la concesión propiamente dicha, reportará


utilidad, básicamente, por el diferencial entre el precio de compra de los productos
y el de reventa.

Sobre la onerosidad en el contrato de concesión, Arrubla Paucar sostiene:

“En la concesión propiamente dicha, en la cual el concesionario es un empresario


independiente, el beneficio se encuentra localizado en la diferencia que se le permite
al concesionario entre el precio de adquisición de los productos y el precio de venta al

86 Op. Cit. Cárdenas, Juan Pablo. El Contrato de Agencia Comercial. Pág. 149

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público, que también suela ir determinado por el concedente. No se trata entonces


de una comisión en el sentido gramatical de la palabra.

“A veces se pactan premios a favor de los concesionarios como reconocimiento a su


labor, generalmente deducida del volumen de ventas, que tampoco son propiamente
una comisión”87

b. Características

Precisada la esencia del contrato de concesión, conviene complementar con un


breve recuento de sus principales características. Son ellas:

i. La concesión mercantil es un contrato atípico

Como quedó dicho, la concesión no tiene tipificación legal como contrato, pero
con base en la autonomía privada que reconoce y tutela nuestro ordenamiento
jurídico, los particulares pueden llegar a cualquier acuerdo contractual, para la
autorregulación de sus intereses, con tal de no violentar con ello la ley imperativa, el
orden público y las buenas costumbres.

La consecuencia primordial de estar frente a un contrato atípico, radica en la


necesidad de poder llegar a conclusiones claras acerca de la normatividad que lo
regula. En efecto, no por ser atípico podría decirse que no hay normas legales que
le sean aplicables. Para ello la doctrina ha ideado diversos mecanismos y teorías.

Sin entrar en pormenores que si bien resultarían interesantes, no hacen parte del
asunto aquí debatido, vale la pena indicar que la mejor manera de encontrar la
disciplina del negocio atípico, como lo es el de concesión, consiste en precisar lo
que podríamos llamar una “pirámide” indicativa de los rangos de disposiciones
legales y convencionales aplicables.

87Arrubla Paucar, Jaime Alberto. “Contratos Mercantiles” Tomo II. Diké, Medellín 1998. Tercera edición. Página
290

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Tal “pirámide” la concibe el Tribunal de la siguiente manera:

a. Normas de carácter imperativo sobre obligaciones y contratos, como por


ejemplo las relacionadas con la capacidad de las partes, la licitud del objeto y
de la causa, etc.
b. Estipulaciones de los contratantes.
c. Disposiciones supletivas y dispositivas en materia contractual, que se refieran
tanto a las generalidades de los contratos como a elementos que pertenezcan
a negocios típicos relacionados o semejantes.
d. Costumbre mercantil local o general.
e. Tratados internacionales no ratificados.
f. Costumbre internacional.
g. Principios generales del derecho mercantil.
h. Analogía general.

En cuanto hace a la aplicación de las disposiciones de los contratos típicos, según


se indica en el ordinal c. anterior, cabe destacar que ello obedece a la aplicación de
la denominada “teoría de la combinación”, según la cual si en el negocio atípico hay
involucrados elementos de figuras típicas, será procedente aplicar las normas y
reglas de éstas, en lo conducente.88

Con todo, hay que agregar que la aplicación normativa de contratos típicos en
cualquier caso debe hacerse sin menoscabo de la significación propia y novedosa de
la figura atípica, para que no resulte lesionada la autonomía que los contratantes
han buscado con su celebración.

ii. La concesión mercantil es un contrato oneroso

Las explicaciones anteriormente dadas a propósito de los elementos esenciales del


contrato de concesión, son más que suficientes para fundamentar esta indudable
característica.

Esta postura se ha acogido en fallos arbitrales, como el que decidió el proceso de Carlos Rincón Duque contra
88

Vecol. Laudo de marzo 19 de 1993.

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Además de otros efectos, que no es del caso profundizar, la principal consecuencia


de esta característica radica en la manera de aplicar la denominada teoría de la
prestación de las culpas.

En efecto, el artículo 1604 del Código Civil dispone que en los contratos que tienen
por objeto la utilidad de ambas partes (onerosos), cada una de ellas responde hasta
de la culpa leve en la ejecución del contrato.

Entonces, salvo que se estipulara lo contrario, en el contrato de concesión las


partes responden de la culpa grave, pues de ella siempre se responde y de la leve.
No de culpa levísima.

iii. La concesión mercantil es un contrato bilateral

En virtud del contrato de concesión las partes contraen recíprocas obligaciones,


circunstancia que, de conformidad con el artículo 1496 del Código Civil, pone en
evidencia la bilateralidad del contrato.

La bilateralidad tiene como consecuencias fundamentales, de un lado, la tácita


inclusión de la condición resolutoria por incumplimiento, según lo establecen los
artículos 1546 del Código Civil y 870 del Código de Comercio, y de otro, la
procedencia de la excepción de contrato no cumplido, de conformidad con la
previsión legal del artículo 1609 del Código Civil.

iv. La concesión mercantil es un contrato de forma libre (consensual)

En razón del principio que ha dado en denominarse de “consensualidad” de los


contratos, reconocido desde hace ya mucho tiempo y explícitamente consagrado en
el artículo 824 del Código de Comercio, los contratantes son libres para escoger la
forma de manifestar o declarar su voluntad en sus contratos, salvo que norma de
carácter imperativo, o la propia autonomía privada, ordenen otra cosa.

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Pues bien, como el contrato de concesión no tiene una específica regulación legal,
mal podría afirmarse que exista norma imperativa que imponga una determinada
formalidad o solemnidad, razón por la cual tiene que enmarcarse a la concesión
dentro de los contratos “consensuales” o, como prefiere denominarlos la moderna
doctrina, “de forma libre”.

Lo anterior no significa que las partes, en ejercicio de su libertad contractual


(autonomía privada), no puedan acordar un formalismo voluntario, de tal manera
que sea con base en la convención, que no en la ley, como pueda encontrarse el
fundamento de una forma impuesta para el perfeccionamiento del negocio.

v. La concesión mercantil es un contrato que normalmente se celebra por


adhesión

Esta característica proviene de la circunstancia de tener un mismo concedente una


más o menos importante red de concesionarios, razón por la cual, con el propósito
de tener reglas uniformes en relación con todos ellos, los contratos que se celebran
suelen ser iguales y bajo condiciones que vienen de la previa elaboración por parte
del concedente, quien normalmente las impone a quienes aspiran a que les sea
adjudicada una concesión.

La característica de ser un contrato que casi siempre se celebra por adhesión, tiene,
como se verá más adelante, importantes consecuencias en materia de interpretación
del contrato y en la eventual configuración de cláusulas abusivas.

En la medida en que uno de los asuntos debatidos entre las partes tiene que ver con
el hecho de que el contrato se haya celebrado por adhesión, el Tribunal volverá con
detenimiento sobre este punto cuando se aborde el estudio particular del citado
aspecto.

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vi. La concesión mercantil es un contrato intuitu personae

Las relaciones de concesión tienen como causa impulsiva la consideración de la


persona con quien se contrata. Para el concedente son esenciales las condiciones
personales del empresario que pretende ser su concesionario: su seriedad, buen
nombre y crédito, profesionalismo, etc. Ahora bien, para el concesionario, será
fundamental la calidad misma de fabricante, importador, etc. de los productos cuya
distribución se pretende.

Esta característica tiene como uno de los efectos de mayor relevancia la


improcedencia de la cesión del contrato, sin la aceptación del contratante que
resulte cedido (artículo 887 del Código de Comercio), salvo estipulación en
contrario.

vii. La concesión mercantil es un contrato de ejecución sucesiva

Dada la naturaleza misma de los efectos que produce el contrato, en especial por la
naturaleza de las obligaciones y de las prestaciones que constituyen el objeto de
éstas, resulta necesario el transcurso del tiempo para su debida ejecución. En otras
palabras, el contrato de concesión es imposible de ser ejecutado o cumplido de
manera instantánea.

El hecho de ser un contrato de tracto o ejecución sucesiva implica que de


presentarse ciertos eventos extintivos como la nulidad, la anulabilidad y la
resolución, éstos solamente afectarán la eficacia y vigencias futuras (terminación ex
nunc), de tal forma que los efectos consumados antes de la ocurrencia de la causa
extintiva permanecen incólumes. En otras palabras, los citados eventos extintivos
no producen efectos retroactivos (ex tunc).

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2.3. Diferenciación del contrato de concesión y de agencia comercial

Precisadas las anteriores consideraciones sobre los contratos de agencia mercantil y


de concesión, corresponde ahora esquematizar y puntualizar las más significativas
diferencias entre ellos, así como determinar las consecuencias que se siguen del
hecho de celebrar uno u otro tipo negocial.

Las formas contractuales referidas tienen grandes parecidos y afinidades cuando la


agencia se emplea para efectos de distribución, a tal punto que un sector de la
doctrina afirma que pueden incluso confundirse. En cambio, para otros, la mayoría,
no obstante las similitudes, existen diferencias sustanciales que hacen imposible la
coexistencia o la identificación de los contratos.

Cuando el contrato de agencia se utiliza para la distribución de los productos de


otro comerciante, el objeto básico del negocio consiste, al igual que en la concesión,
en la conquista, reconquista, mantenimiento y ampliación de mercados, según
quedó ya suficientemente expuesto por el Tribunal.

Desde la concepción misma de la agencia puede verse una notable coincidencia con
la idea de concesión. De ahí la imperiosa necesidad de estudiar las dos figuras para
poder concluir si difieren o no.

Advierte el Tribunal que si se llega a la conclusión de que los negocios son


diferentes, tendrá que sostenerse que a la concesión no le pueden ser aplicados los
efectos propios de la agencia, en especial las prestaciones que tienen lugar a la
terminación del contrato. En caso contrario, sí. Tales prestaciones, según lo
establece el artículo 1324 del Código de Comercio, son:

- La denominada “cesantía comercial” que, según ya tuvo oportunidad


de indicarlo el Tribunal, consiste en una suma equivalente a la doceava
parte del promedio de la comisión, regalía o utilidad recibida en los

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tres últimos años, por cada uno de vigencia del contrato, o al


promedio de todo lo recibido, si el tiempo del contrato fuere menor, y
- Una indemnización equitativa, que se fija por el juez con intervención
de peritos, si el agenciado revoca el contrato, sin justa causa
comprobada o si el agente lo termina por causa provocada por el
empresario (agenciado). Esta indemnización pretende retribuir los
esfuerzos para acreditar una marca, la línea de productos o los
servicios objeto del contrato.

Como se advierte, entonces, la calificación del contrato celebrado tiene importantes


repercusiones para las partes, sobre todo cuando se presenta la terminación del
vínculo contractual, en la medida en que desde allí se hacen exigibles las
preanotadas prestaciones e indemnizaciones.

Tal como quedó expuesto en líneas precedentes, según la tesis mayoritaria de la


doctrina y de la jurisprudencia, la cual comparte el Tribunal, la agencia comercial es
una forma de mandato que para su configuración requiere de la coexistencia de los
siguientes elementos esenciales: (i) el encargo de promoción o explotación de
negocios del agenciado, (ii) la independencia del agente, (iii) la estabilidad en la
relación, (iv) la remuneración del agente y (v) que la actuación de este último sea
adelantada por cuenta y riesgo del agenciado, en quien se radican o deben radicarse,
dependiendo de si hay o no representación, los efectos patrimoniales de los
negocios encomendados al agente.

El contrato de concesión, por su parte, aunque es un negocio atípico que, en tal


sentido, carece de regulación legal, según la tesis mayoritaria de la doctrina y de la
jurisprudencia, se estructura sobre la base de los siguientes elementos esenciales (i)
la gestión estable de promoción de reventa del concesionario, (ii) la actuación por
cuenta y riesgo propios de éste y (ii) el carácter oneroso de la relación contractual.

Desde la referida línea de pensamiento, brota con nitidez que entre concesión y
agencia existen grandes similitudes, aunque una distinción esencial.

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Son evidentes similitudes los elementos de estabilidad e independencia tanto de


agentes como de concesionarios; también la circunstancia de que ambos contratos
pueden ser usados como instrumentos para la comercialización o distribución de
productos; así mismo el hecho de que con ambos contratos se pretende conquistar,
mantener, ampliar o reconquistar mercados y el consecuente interés que tanto
agenciados como concedentes tienen en la labor de los agentes y concesionarios.

Pero se diferencian en que mientras en la agencia, por ser una especie de mandato,89
el agente actúa por cuenta y riesgo del agenciado, el concesionario obra por su
propia cuenta y riesgo, de donde forzoso es concluir, a juicio del Tribunal, que
agencia y la concesión comportan formas negociables distintas.

Explícitamente advierten la mencionada diferencia autores como José Armando


Bonivento y Juan Pablo Cárdenas, quienes se refieren sobre el asunto en los
siguientes términos:

Bonivento sostiene:

“Para nosotros –ya lo hemos dicho reiteradamente- la consagración inequívoca, en el


estatuto mercantil, de la agencia como modalidad del contrato de mandato, y su
propia tipificación referida al encargo que asume un comerciante para promocionar y
explotar negocios de un empresario, obliga a concluir conforme a la primera
respuesta, a la luz de la cual, formas contractuales como la concesión y
la franquicia no pueden ser tenidos como eventos específicos de
agencia comercial, sino como contratos de naturaleza jurídica
diferente...” 90
(se resalta)

Por su parte, Cárdenas concluye:

89 La única modalidad de agencia que no podría catalogarse de mandato es aquella en la que el encargo se hace
únicamente para fabricar productos del empresario, ya que la fabricación es un acto material y bien sabido es que el
objeto del mandato, y por ello el de sus especies, lo constituyen negocios jurídicos. Por eso la agencia para la
fabricación, está más asociada a distintos tipos negociales y a lo que algunos denominan “contrato de maquila”.
90 Ob. Cit.

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“Es entonces muy clara la diferencia con la agencia (se refiere a la


concesión), ya que el agente promueve un negocio ajeno creando una clientela
para aquél, en tanto que el concesionario promueve su propio negocio, como lo
haría cualquier empresario; por ello el agente no asume los riesgos del negocio que
fomenta y solo sufre los que corresponden a su actividad de estímulo, mientras que el
concesionario sufre los riesgos del negocio. El agente obra por cuenta ajena,
el concesionario por cuenta propia.” (se resalta)91

Aunque, en honor a la verdad, el sentir mayoritario de la doctrina y la


jurisprudencia consideran que para que pueda configurarse un contrato de agencia
comercial se requiere que el agente se obligue a actuar por cuenta del agenciado, de
donde se sigue que sea más difundida la idea de que agencia y concesión sean
formas contractuales incompatibles, no podría el Tribunal hacer una exposición
completa del asunto si se deja de lado el hecho de que quienes consideran que la
agencia no es una forma de mandato, han llegado a identificar los contratos de
agencia y concesión o, a lo menos, a plantear que pueden coexistir.

Así, por ejemplo, Arrubla Paucar al abordar el tema de la naturaleza jurídica de la


concesión, sostiene lo siguiente:

“Son dos figuras diferentes, obedecen a funciones económicas distintas, pero no se


oponen y por el contrario pueden coexistir al mismo tiempo.

“Lo fundamental de la agencia mercantil es la conquista de un mercado, incluso su


mantenimiento por parte del agente y a favor del productor. Una de las modalidades
que puede caracterizar la actividad que desempeña el agente para este propósito es
precisamente la de distribuir los productos del empresario, adquiriéndolos en
propiedad o no.

“Por su lado, la concesión mercantil, también pretende conquistar un mercado,


además de muchas otras cosas, como proteger marcas, asegurar el servicio de

91 Ob. Cit.

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postventa; regular los precios finales de los productos, etc. De allí, que la
mayoría de las veces, la concesión y la agencia se presenten al
mismo tiempo y la inutilidad que significa tratar de ocultar la
agencia con una concesión para sustraerse a las prestaciones
propias de la primera y que consagra el artículo 1324 del Código
de Comercio.”92 (se resalta)

De similar parecer es Ernesto Rengifo:

“Ambas figuras (concesión y agencia) persiguen la conquista de un mercado, lo


cual hace que puedan coexistir al mismo tiempo” 93 (se resalta)

Como ya ha quedado suficientemente expuesto, para el Tribunal la actuación por


cuenta ajena es elemento esencial del contrato de agencia comercial, lo cual
constituye el elemento básico diferenciador con el contrato de concesión.

En consecuencia, y reiterando las conclusiones a las que llega el sector mayoritario,


no comparte el Tribunal la idea de que la agencia no sea un mandato y menos la
posibilidad de su coexistencia con el contrato de concesión, hecho que, por lo
demás, no se ha debatido en el caso que aquí nos ocupa, en la medida en que
entienden ambas partes que la agencia comercial comporta una forma de mandato.

A juicio del Tribunal, no es posible que los referidos tipos negociales coexistan,
habida cuenta que no se advierte posible que, respecto de un mismo objeto, se
pueda actuar por cuenta ajena y, a la vez, por cuenta propia.

Ahora bien, en este punto conviene señalar que mucho más que una idea, o una
formulación jurídica, en la práctica será la realidad misma en la concepción y
ejecución del contrato lo que indique frente a qué tipo de contrato se está.

92 Arrubla Paucar. Ob. Cit. Tomo II.


93 Rengifo. Ob. Cit.

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En otras palabras, aunque formalmente se estipule en un contrato (aparentemente


de concesión) que el pretendido concesionario deba actuar por su cuenta y riesgo,
si de la realidad se desprende otra cosa, es decir si por la manera como se ejecuta el
negocio puede concluirse que en verdad no está el distribuidor obrando
verdaderamente por su propia cuenta y bajo su propio riesgo, el negocio ya no será
de concesión. Por el contrario, podrá haber lugar a la configuración del referido
tipo negocial si, coincidente o no con la denominación dada por las partes al
contrato, se advierte que la labor del distribuidor es adelantada bajo su propia
cuenta y riesgo.

Por lo anterior, lo crucial y definitivo para saber, en la práctica, si se está en


presencia de un contrato de agencia o de concesión, será inexcusablemente la
manera como se ha ejecutado el negocio. Si con base en dicha ejecución puede
asegurarse que ha habido actuación por cuenta ajena el negocio será de agencia, en
caso contrario, será de concesión u otras figuras de distribución.

Como ya quedó dicho por el Tribunal, la actuación por cuenta ajena supone:

a. Que las consecuencias patrimoniales de una determinada gestión


recaen o deben recaer (se trasladan o se deben trasladar) sobre
persona diferente de quien la ha llevado a cabo. Es decir, se atribuyen
efectos patrimoniales a quien por su cuenta otro ha actuado.
b. Que, por eso mismo, tanto riesgos como utilidades o pérdidas, que se
produzcan a propósito o como consecuencia de la actuación por
cuenta de otro, afectarán única y exclusivamente a ese otro y no a
quien llevó a cabo la respectiva gestión.

Por el contrario, actuar por cuenta y riesgo propios se refiere a que los efectos
patrimoniales, así como las pérdidas o utilidades que un determinado negocio
pueda representar afectan exclusivamente el ámbito patrimonial de quien actúa.

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En este punto estima pertinente señalar el Tribunal que es muy difundida la idea
según la cual quien vende productos propios, por ese solo hecho, actúa por cuenta
propia.

Con todo, para algún sector de la doctrina y en sentir de algunos fallos arbitrales,
ello no necesariamente es así.

En la ya referida sentencia de la Corte Suprema de Justicia, de octubre 31 de 1995,


el entonces magistrado Javier Tamayo Jaramillo, aclaró su voto específicamente en
la materia que se comenta, así:

... Por tanto si el distribuidor que compra para revender, adicionalmente se obliga a
ser distribuidor oficial del suministrador, a representarlo ante las autoridades
públicas, a realizar campañas publicitarias y de demostración, a cumplir garantías
de calidad de los productos y, en general, a realizar gestiones que, en principio son las
que habitualmente hace el mismo suministrador como un empresario diligente que
quiere introducirse y mantenerse dentro del mercado, es indudable que
paralelo a la compraventa, se da el contrato de agencia mercantil,
así, todos los productos vendidos por el distribuidor hayan sido
comprados por él al suministrador" (se resalta)
Bonivento Jiménez, opina:

“Es la actuación por su propia cuenta, y no el hecho de ser el propietario


de los bienes que coloca, lo que distingue radicalmente, desde el punto de
vista jurídico, al simple distribuidor de bienes adquiridos en virtud de un suministro
–o de meras compras sucesivas para la reventa-, del verdadero agente comercial; éste,
que incluso tiene aptitud para adquirir propiedad de los bienes que distribuye –
máxime, por ejemplo, si es agente sin representación-, puede estar colocando
productos propios, sin que deje, por ello, de ser agente, siempre que
su gestión sea realizada por cuenta del empresario interesado en la distribución, con

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concurrencia, claro, de los demás requisitos estructurales de esta modalidad


particular” 94 (se resalta)

Opiniones como las anteriores y otras del mismo corte que no es del caso entrar a
añadir, ponen en evidencia que no es claro para todos que la sola titularidad del
derecho de propiedad excluya la posibilidad de que se esté configurando la
actuación por cuenta ajena, y, así una agencia mercantil.

Para el Tribunal, el solo hecho de que se venda un bien sobre el cual se tenga
dominio o propiedad, no significa, de suyo, que se esté actuando por cuenta propia.
Vender productos propios, si bien aleja o dificulta la configuración de actuación
por cuenta ajena, no la imposibilita, como sostienen algunos. Piénsese, para no ir
más lejos, en un mandato que se celebra para ser ejecutado sin representación del
mandante, en el que para facilitar la labor del mandatario frente a terceros, el
mandante transfiere formalmente la propiedad de bienes que quiere vender. En tal
caso es indudable que el mandatario ostentará la propiedad para cumplir la finalidad
señalada por el mandante (transferir a terceros), y ello no es óbice para decir, como
siempre hay que sostenerlo, que el mandatario obra por cuenta de su mandante.

Por eso, es riesgoso creer que basta que un distribuidor adquiera, vía compraventas
o suministros, los productos que revende, para que no exista la posibilidad de
estructuración del contrato de agencia.

En el mismo sentido hay que anotar que, así como no es posible descartar la
configuración de una agencia comercial por el mero hecho de que el distribuidor
adquiera la propiedad de los bienes que serán objeto de comercialización, tampoco
es dable circunscribir la concesión a los eventos en los que el distribuidor adquiera
la titularidad de los bienes que pretenden ser colocados en el mercado.

Aunque usualmente el concesionario adquiere la propiedad de los bienes que serán


objeto de comercialización, tal como ya tuvo oportunidad de anunciarlo el

94 Bonivento Jiménez, José Armando. Ob. Cit. Páginas 200 y 201

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Tribunal, es posible que en ocasiones, ya sea por la naturaleza de los bienes, o por
condiciones particulares del negocio, no resulte conveniente o necesario que ello
ocurra así.

Así las cosas, no basta con que no le sea transferida la propiedad de los bienes al
distribuidor para, con base en esa única consideración, estimar que no puede haber
lugar a la configuración de una concesión mercantil.

El análisis que se requiere para determinar la naturaleza jurídica de tal tipo de


negocios no puede contraerse a simples tarifas, según las cuales la adquisición del
producto por parte del distribuidor descarte la configuración de una agencia, o el
mero hecho de no hacerse el distribuidor titular de las mismas sirva, por sí solo,
para descartar la configuración de una concesión mercantil.

Para determinar si la actuación de un distribuidor se ha adelantado por su propia


cuenta y riesgo que, como ha quedado expuesto, es el elemento que permite
diferenciar la agencia comercial de la concesión mercantil, hacen falta esfuerzos
mucho más profundos.

Según tuvo oportunidad ya de mencionarlo el Tribunal, para sostener que


determinado distribuidor actuó o no por su propia cuenta y riesgo es preciso
identificar si, por ejemplo, asumió por sí mismo los efectos de los contratos de
compraventa que celebró con terceros, si era él el llamado a soportar los riesgos de
pérdida de la mercancía, si era él quien resultaba exclusivamente afectado por la
cartera morosa de sus clientes, si las utilidades de sus ventas eran de su exclusiva
propiedad, etc.

Es pues por lo anterior que, para efectos de decidir sobre la disputa que se ha
presentado entre las partes sobre la calificación del negocio jurídico, se hace
imperioso para el Tribunal adentrarse en el estudio y análisis no solo de lo que fue
acordado por las partes en el contrato entre ellas suscrito, sino también en la forma
en la que dicha relación se ejecutó en la realidad.

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2.4. Calificación de la relación jurídica celebrada entre las partes, en el


caso particular

Aspecto central de la controversia que debe resolver el Tribunal radica en la


calificación jurídica del contrato que vinculó a las partes pues no sobra recordar que
mientras la Convocante sostiene que se trató de un contrato típico de agencia
comercial, la Convocada afirma que lo fue de concesión. De las conclusiones a las
que se arribe en este aspecto medular del debate, dependerá la suerte de un
importante grupo de pretensiones de la demanda.

La calificación consiste en el pormenorizado análisis de variados frentes que


conducen al fallador a encuadrar la forma negocial, típica o atípica, sujeta a su
escrutinio. Se trata de una labor, algunas veces compleja, que busca determinar la
especificidad del contrato correspondiente, a fin de fijar la integración normativa –
legal y convencional- del acuerdo. La calificación conduce, entonces, a la adecuada
selección de normas, principios y reglas que deben ser aplicadas para la resolución
de una controversia contractual, y exige una labor interpretativa sobre distintos
aspectos previos, concomitantes y posteriores a la celebración de un contrato.

Para lograr este cometido en el caso bajo examen, inevitable punto de partida
constituye el análisis de lo formalmente previsto por las partes a lo largo de su
historia contractual, en especial lo acordado en el último “contrato” suscrito, dado
que, como quedó ya dicho, ellas celebraron una única relación contractual que se
rigió por diversos textos que, a medida que entraban en vigencia, iban
reemplazando, en su integridad, las condiciones previstas en los anteriores.

Sin que pueda dejarse de lado el hecho de que la ejecución contractual resulta
determinante al momento de establecer la naturaleza de un vínculo negocial, no
puede desconocerse que el análisis debe comenzar por evaluar lo que las mismas
partes dijeron haber celebrado.

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El primer elemento orientador que el intérprete debe tener en cuenta para calificar
un contrato sometido a su consideración, es la denominación misma o
identificación que las partes dan a su acuerdo de voluntades. Aunque
hipotéticamente tal denominación o rótulo acordado puede resultar desvirtuado
cuando de la ejecución práctica del negocio o incluso del contenido mismo de los
pasajes contractuales fijados por los contratantes se desprende que no se reúnen los
elementos esenciales del negocio que las partes dijeron o creyeron celebrar, lo
cierto es que mal puede el intérprete hacer caso omiso de tal elemento orientador.

Pues bien, según quedó ya indicado al analizar lo concerniente a la unidad del


vínculo contractual, las partes suscribieron varios contratos que ellas denominaron
de concesión, por lo que el análisis que le compete adelantar al Tribunal en este
punto se endereza a determinar si las estipulaciones previstas por las partes, y más
aún, si la ejecución práctica que de ellas hicieron, coinciden o no con la aludida
calificación de concesión.

Como tuvo ya oportunidad de señalarlo el Tribunal, el contrato de concesión y el


de agencia comercial pueden compartir finalidades comunes así como algunos
elementos característicos, que hacen que no sea siempre sencilla su diferenciación.

En efecto, tanto el contrato de agencia como el de concesión, cuando tienen por


objeto la satisfacción de la necesidad de distribución, se encaminan a la conquista,
reconquista, mantenimiento y ampliación de mercados y en ambos se advierte que
agente y concesionario, según el caso, desarrollan su actividad de manera estable e
independiente en procura de lograr la comercialización de productos.

Lo que, según quedó suficientemente expuesto en líneas precedentes, permite


distinguir uno y otro contrato, que es además admitido por las dos partes en
disputa, es el elemento relativo a la actuación por cuenta ajena. Sin que sea del caso
entrar aquí en innecesarias reiteraciones, baste con recordar que, según la postura
mayoritaria que comparte el Tribunal, al ser la agencia comercial una forma de
mandato, la actuación del agente tiene que adelantarse por cuenta del agenciado, a

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 134


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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

diferencia de lo que ocurre en el contrato de concesión, en el que el concesionario


actúa por cuenta y riesgo propios.

Como quedó suficientemente explicado, actuar por cuenta y riesgo ajeno, en lo


fundamental, implica que las consecuencias patrimoniales y, en general, los riesgos
de una determinada gestión se trasladan, ya sea de manera mediata o inmediata, a
persona diferente de quien ha adelantado la respectiva gestión.

Así las cosas, para establecer si en el caso en cuestión se ha presentado una


actuación de Autonal por cuenta de Sofasa, o si aquella en desarrollo del contrato
actuó por su propia cuenta y riesgo, es preciso analizar, si los efectos patrimoniales
de los negocios celebrados por Autonal con terceros, en desarrollo de la relación
negocial trabada con Sofasa -compraventas de vehículos y de repuestos y
prestación de servicios de garantía y mantenimiento técnico-, se radicaron o
debieron radicarse en el patrimonio de Sofasa y si fue esta quien,
consecuencialmente, asumió los riesgos de la operación adelantada por aquella.

Si logra establecerse que la actuación de Autonal tuvo el mencionado efecto en el


patrimonio de Sofasa, es decir si los efectos de los aludidos contratos celebrados
por Autonal frente a terceros se radicaron o debieron radicarse en el patrimonio de
Sofasa, habrá que concluir que lo celebrado entre las partes fue una agencia
comercial. Si, por el contrario, se establece que la Convocante, en desarrollo y
ejecución del contrato actuó frente a terceros por su propia cuenta, es decir si los
efectos de los contratos celebrados por Autonal con los compradores finales y
propietarios de los vehículos se produjeron interpartes sin traslado directo o
indirecto a Sofasa, se tendrá que concluir que fue adecuada la denominación de
concesión inveteradamente dada por las partes a su acuerdo.

Según se verá en detalle más adelante, la Convocante funda su postura en lo que a


la calificación del contrato se refiere, en el señalamiento de una serie de hechos y
consideraciones que, a su juicio, permiten establecer que entre ella y Sofasa medió
un contrato de agencia comercial y no uno de concesión, en la medida en que (i) su

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actuación se adelantó por cuenta ajena, (ii) entre las partes no hubo compraventas
y (iii) su gestión fue remunerada por la Convocada.

La Convocada, por su parte, sostiene que la calificación de concesión dada por las
partes al contrato resulta ajustada a su objeto y a su ejecución práctica, habida
consideración que, según su decir, Autonal actuó “en nombre propio, compraba los
bienes, asumía los riesgos de ellos y podía revenderlos a quien quisiera y en el precio que las
condiciones temporales del mercado lo permitieran, pues igualmente se probó que Sofasa sugería
unos precios de venta, pero jamás eran únicos ni constitutivos de camisa de fuerza para el
comprador que los iba a destinar a la reventa (…)”95

Procede, entonces, el Tribunal en este punto a analizar cada uno de los argumentos
y defensas esgrimidas por las partes respecto de la naturaleza contractual del
vínculo entre ellas celebrado para, con base en ello, determinar si la calificación
dada por las partes al vínculo fue o no adecuada.

a. Análisis del elemento relativo a la actuación por cuenta ajena

Con las variaciones que quedaron expuestas al analizar lo concerniente a la unidad


del vínculo, se advierte que a lo largo de la ejecución contractual el objeto del
contrato consistió, en muy resumida síntesis, en la adquisición de vehículos,
repuestos y accesorios por parte de Autonal a Sofasa, con miras a su posterior
venta al público, para lo cual esta autorizó a aquella a emplear la marca Renault. De
igual forma, hizo parte del objeto contractual la prestación, a cargo de la
Convocante, de los servicios necesarios para atender las garantías y el
mantenimiento de los vehículos comercializados por esta o por cualquier otro
miembro de la red Renault.

No es del caso traer a este punto todas las diversas formas en las que quedó
concebido el objeto del contrato a lo largo de la relación; baste con recordar los
términos en los que el mismo fue redactado en el contrato del 1 de abril de 2013, el

95 Página 40 de los alegatos de conclusión de la convocada.

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cual, por lo demás, coincide en lo esencial con lo señalado en los restantes modelos
contractuales:

“El presente contrato tiene por objeto:

“La compra por parte del concesionario, en su propio beneficio y por su cuenta y
riesgo los vehículos ensamblados o importados, así como los repuestos y accesorios
comercializados por Sofasa, para su posterior venta al público dentro del territorio
colombiano en los puntos autorizados para ello dispuestos en el artículo 5.1 este
contrato.

“Los términos y condiciones de las compras que se realicen en desarrollo de este


contrato serán pactadas a través de contratos de compraventa autónomos e
independientes del presente contrato de concesión y se materializarán en facturas, al
tenor de lo dispuesto por el Código de Comercio.

“La prestación de los servicios necesarios para atender los servicios de postventa, la
garantía, el mantenimiento y la reparación de estos productos en los puntos
autorizados para ello dispuestos en el artículo 5.1 este contrato.

“El respeto y el mantenimiento de la imagen de la marca Renault.

“Parágrafo: Las comunicaciones oficiales que Sofasa envíe a la Red Renault, acorde
con las expresas facultades que le corresponden según los términos del contrato,
emitidas por la presidencia y la dirección comercial (incluida la postventa),
realizadas en desarrollo del presente contrato, harán parte integral del mismo; no
obstante, las comunicaciones de que trata este parágrafo no podrán modificar,
desmejorar, alterar en forma alguna los derechos y obligaciones del concesionario, lo
cual sólo podrá realizarse en conformidad con los términos acordados por las partes
en el numeral 13.12.2 de este contrato, salvo que se refieran a la notificación de
terminación del contrato en conformidad con lo acordado por las partes en el texto
del mismo.” (subraya fuera del texto original)

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De otra parte, cabe señalar que en la cláusula 13.2 del contrato, -cuyas condiciones
fueron recogidas en los modelos contractuales relativos a vigencias anteriores con
algunas variaciones menores-, se previó que “el concesionario no podrá celebrar ninguna
clase de contratos por cuenta de Sofasa, ni será su representante, agente comercial, intermediario o
mandatario en relación con las actividades incluidas dentro del objeto social de Sofasa, ni con las
que tengan alguna relación con este contrato” .” (subraya fuera del texto original)

Finalmente, vale indicar en este punto que en la cláusula tercera del contrato,
denominada “naturaleza del contrato entre Sofasa S.A. y el concesionario”, se
estableció que “tanto Sofasa S.A. como el concesionario son empresas comerciales
independientes, que en su propio nombre y por su cuenta y riesgo desarrollan el objeto del presente
contrato de concesión, en los términos que a continuación se indica. En consecuencia el presente
contrato no genera vínculo diferente al de CONCESIÓN, es decir, el concesionario no podrá
actuar como agente, mandatario, apoderado o bajo ninguna modalidad de intermediación y Sofasa
S.A. no habilita al concesionario para representarla a ningún título.” (subraya fuera del texto
original)

No obstante lo indicado en las precitadas cláusulas en el sentido de que la


Convocante actuaría por cuenta y riesgo propios, esta ha señalado que las referidas
cláusulas resultan antinómicas, en la medida en que, aunque en ellas se descarta la
configuración de la agencia comercial, hay “otra voluntad que se extrae a partir de los
elementos esenciales incorporados en las obligaciones, causas y finalidades del contrato celebrado y
ejecutado, que permiten deducir que el contrato es un típico y nominado agenciamiento comercial”96

Los hechos que, a juicio de la Convocante, permiten concluir que su actuación se


adelantó por cuenta y riesgo de la Convocada, fueron resumidos por ella misma así:

“1. Las utilidades o beneficios para Sofasa fueron una de las consideraciones del
contrato.
“2. Sofasa recibió los principales efectos positivos derivados de la gestión desarrollada
por Autonal.

96 Página 120 de los alegatos de conclusión de la Convocante

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“3. Sofasa asumió los riesgos y los efectos negativos derivados del funcionamiento de
los vehículos y repuestos Renault.
“4. Sofasa quedó contractualmente vinculada al desarrollo de los contratos
celebrados.
“5. Sofasa asumió los riesgos de mercado y de fluctuación de precios de sus productos.
“6. Sofasa asumió el riesgo de tasa de cambio.
“7. Sofasa asumió los riesgos de crédito y de cartera del cliente Renault y Autonal
no asumió ningún riesgo de cartera.
“8. Sofasa tuvo a su cargo la operación de la cadena de valor a través de la cual se
promovió y explotó su negocio.
“9. Sofasa asumió patrimonialmente la publicidad de impacto nacional y parte de la
hecha por Autonal para su zona de influencia.
“10. A la terminación del contrato, los clientes gestionados por Autonal
permanecieron con Sofasa”97

Sin perjuicio de las consideraciones detalladas que respecto de cada uno de los
precitados aspectos pasan a desarrollarse, estima el Tribunal oportuno anticipar
desde ya que, a su juicio, ninguna de las alegaciones que en este frente formula la
Convocante conducen a la conclusión de que su actuación se adelantó por cuenta y
riesgo de la Convocada. Veamos:

i) Como punto de partida es preciso indicar que el hecho que dentro de las
consideraciones del contrato se hubiesen tenido en cuenta “las utilidades o
beneficios para Sofasa”, no permite concluir que la actuación de Autonal se
haya llevado a cabo por cuenta de la Convocada.

En lo que a este aspecto atañe, señala la Convocante que Sofasa en “el


encargo conferido tenía un propósito económico pues de la compra y su posterior venta
al público esperaba recibir utilidades o beneficios” y seguidamente anota que “así
quedó claramente pactado el interés de Sofasa de recibir utilidades provenientes de la

97 Página 74 de los alegatos de conclusión de la Convocante.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

venta de los vehículos y repuestos y de Autonal de recibir una remuneración por esta
labor de intermediación”.98

Sin perjuicio de las consideraciones que más adelante serán objeto de


análisis en lo concerniente a la remuneración, vale señalar en este punto
que el hecho de que con la ejecución del contrato Sofasa esperara recibir
beneficios económicos, resulta insuficiente para derivar de ello que la
actuación de Autonal se adelantó por cuenta de aquella.

La persecución de un provecho económico es una constante en los


contratos mercantiles y es claro que, en tal sentido, su presencia no sirve
de elemento diferenciador entre los diversos tipos contractuales de los
que pueden hacer uso los comerciantes.

Según quedó indicado en líneas precedentes, una cosa es la actuación


“por cuenta ajena” y otra distinta, aunque eventualmente concurrente, la
actuación “en interés” propio o ajeno, según la previsión que a propósito
del contrato de mandato está contenida en los artículos 2145 y 2146 del
Código Civil.

La actuación en interés de otro supone que el negocio de que se trate


convenga a los propósitos u objeto jurídico de un tercero, como ocurrió
en este caso, en la medida en que interesaba a Sofasa que Autonal
comprara sus vehículos y repuestos para luego revenderlos a los
consumidores finales. El aumento de la participación en el mercado, la
conquista de mayor clientela y, en general, el posicionamiento de la marca
son cuestiones que, como concedente, interesaban a Sofasa.

Ello, sin embargo, no implica que Autonal actuara por cuenta de aquella,
pues lo cierto es que los efectos patrimoniales de las ventas que la
Convocante celebraba con los consumidores finales no se radicaban, de

98 Página 57 de los alegatos de la Convocante.

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forma directa ni indirecta, en el patrimonio de Sofasa, quien, como se


verá más adelante, recibía el pago de los vehículos (por ella enajenados a
Autonal), con independencia de las negociaciones que esta pudiera llegar
a celebrar con posterioridad con los clientes finales.

ii) Con similar alcance hay que referirse a la afirmación de la Convocante en


cuanto hace a que Sofasa recibió los principales efectos positivos de la
gestión de Autonal.

En lo atinente a este punto sostiene la convocante que “por cada vehículo


Renault nuevo que Autonal comercializó, Sofasa recibió entre el 87% y el 90% del
precio pagado por el cliente Renault (consumidor). Autonal, por su labor de
intermediación, únicamente fue remunerada con un porcentaje que osciló entre el 10% y
el 13% más un bono volumen que oscila entre el 0% y el 3%, en obedecimiento a lo
dispuesto en los documentos de política comercial”99

Y, en lo que respecta a repuestos y accesorios, agrega que “Autonal obtuvo


una participación remuneratoria del 29%, de tal manera que Sofasa recibió, en
últimas, el 71% restante”100

Al margen de las consideraciones en las que se detendrá el Tribunal más


adelante respecto de la “remuneración” que la Convocante sostiene le fue
pagada por Sofasa, es preciso distinguir en este punto los efectos y
alcance de las operaciones de compraventa celebradas entre las partes, de
las que Autonal celebró con los consumidores finales.

Sin perjuicio del análisis que en otro punto de este laudo se señala
respecto de las compraventas celebradas entre Sofasa y Autonal, y su
relación con el discutido tema de la propiedad de los vehículos nuevos,
hay que indicar aquí que los efectos de dichas operaciones en el
patrimonio de cada una las partes son enteramente distintos de los

99 Página 58 de los alegatos de la Convocante.


100 Página 58 los alegatos de conclusión de la Convocante.

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derivados de las compraventas que se celebraron con los consumidores


finales.

En efecto, al paso que de las compraventas celebradas entre Autonal y


Sofasa se seguía para esta última la obtención del respectivo precio,
ningún efecto tenía en su patrimonio el hecho de las posteriores reventas
que pudiera efectuar la Convocante.

Así se desprende con claridad de lo señalado por el testigo Jhon Jairo


Arias Londoño, Gerente de la División de Contabilidad y Tesorería de
Sofasa, quien indicó sobre la forma en la que se efectuaban los pagos a
esta por parte de Autonal que:

“ … El cliente de Sofasa es Autonal, Sofasa le factura a Autonal


y es Autonal quien le paga a Sofasa con medios propios o a través
del plan mayor, financiado por una entidad financiera que financia a
Autonal, en esta operación no hay absolutamente ninguna cosa que
vincule al cliente final.”101

Y más adelante prosiguió la declaración del testigo así:

“DRA. LÓPEZ: Dependía Sofasa para que le pagaran de la


venta a su vez que de esos vehículos se hiciera Autonal a terceros?

“SR. ARIAS: No, absolutamente, el pago de Autonal a Sofasa es


totalmente independiente y ajeno de lo que el negocio que tenga
Autonal con el cliente, en el área contable ni siquiera conocemos la
información de la venta que Autonal pueda hacer al cliente, el pago
es directo de Autonal como cliente directo de Sofasa, no consumidor
final pero es el cliente al que Sofasa le vende y al que Sofasa declara

101 Página 7 de la declaración.

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como ingresos recibidos del concesionario. Entonces para concretar,


Sofasa no conoce el pago que haga el cliente de Autonal como
usuario final del vehículo a Autonal, conoce es el pago que hace
Autonal a Sofasa por el vehículo que Sofasa le vendió y que es una
factura incluso diferente, porque la factura de Sofasa es Sofasa a
Autonal, Autonal debe hacer una factura diferente al cliente donde
sí lo debe tratar como un consumidor final y ahí debe liquidar el
impuesto al consumo incorporado en las normas tributarias
recientemente.”102

Por su parte, Alirio de Jesús Alarcón Cepeda, gerente de Autostop, señaló


respecto de la forma en la que los concesionarios de la red Renault le pagan a
Sofasa, lo siguiente:

“(…) Hay dos modalidades de pago de los vehículos, ya sea con


plan mayor con los cupos que uno tenga con el banco o si uno
decide pagarlos de contado uno los paga de contado, son las dos
formas que hay para pagarlos, con los cupos que tenga en el
banco o de contado si los quiere pagar, lo mismo con los
repuestos.”103

Y, seguidamente, al referirse al denominado Plan Mayor, indicó:

“El plan mayor es un cupo que tiene el banco, que le da a uno


cualquier banco, (…), es para comprarle carros a la fábrica ese
cupo; cuando la fábrica los factura esa factura se la damos al
banco, el banco le paga a la fábrica y nosotros le pagamos al
Banco de acuerdo a los plazos que tengamos o al crédito que
tengamos.”

102 Página 8 de la declaración.


103 Página 66 de la declaración.

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“DR. LÓPEZ: Podríamos decir que este plan mayor significa


que utiliza un banco como medio de pagarle el Concesionario a
Sofasa?

“SR. ALARCÓN: Sí, el plan mayor lo hace el banco, es el


cupo que le da a uno el banco para poderle pagar los carros a la
fábrica y ahí ya negocia uno los plazos con el Banco, al banco se
le paga depende el cupo como lo tenga, por lo general son cupos a
180 días y va uno liberando de acuerdo a como vaya vendiendo
y va abonando los carros al mismo banco.”104

En la medida en que, según las consideraciones antes expuestas, los efectos


patrimoniales de las ventas que Autonal celebraba con los consumidores
finales no tenían ninguna repercusión en el patrimonio de Sofasa, quien
recibía el pago de los vehículos y repuestos por ella enajenados a la
Convocante, con independencia de las negociaciones que esta lograra luego
efectuar, no es precisa la afirmación de Autonal en el sentido de que “Sofasa
recibió los principales efectos positivos derivados de la gestión desarrollada por Autonal”.
En otras palabras, se trataba de operaciones negociales distintas, cuyos
efectos patrimoniales eran, según quedó indicado, independientes entre sí.

iii) Tampoco comparte el Tribunal la afirmación de la Convocante cuando


sostiene que su actuación fue adelantada por cuenta de Sofasa, en la
medida en que esta asumió “los efectos negativos derivados del funcionamiento de
los vehículos y repuestos Renault”

Manifiesta la Convocante que “en el contrato se pactó expresamente que Sofasa


asumía el costo de las garantías”105 y, seguidamente, agrega que “la atención de
garantías la hizo Autonal por cuenta de Sofasa y fue remunerado por ésta”106

104 Ibídem.
105 Página 59 de los alegatos de conclusión de la Convocante.
106 Ibídem.

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Así, concluye la Convocante que “cada vez que Autonal prestó un servicio de
posventa por atención de garantías, Sofasa la remuneró. Todos los efectos económicos
derivados de la atención de garantías, entonces, repercutieron directa y negativamente en
el patrimonio de Sofasa”107

Si bien es cierto que actuar por cuenta ajena supone que los riesgos de
una determinada gestión se trasladan o deben trasladarse en una persona
diferente de quien ha adelantado la respectiva gestión, es preciso indicar
que, tratándose de los riesgos derivados del mal funcionamiento o del
mal estado de los productos, dicho derrotero debe ser interpretado con
especial precaución.

La ley 1480 de 2011, -también denominada Estatuto del Consumidor-


impone a cargo del productor y/o del importador el deber de atender las
garantías. Con base en esta norma puede concluirse que no le es dable a
este excusare de tal obligación por el hecho de que el consumidor final
haya adquirido el bien de alguien que no actuaba por cuenta de aquel. En
efecto, según se analizará seguidamente, el artículo 10 de la citada ley
establece que, frente al consumidor, el productor y/o importador es
solidariamente responsable de la garantía junto con el proveedor, sin
entrar a distinguir la calidad o forma en la que este actúe.

En otras palabras, la ley dispone que Sofasa, en su calidad de importador


y/o productor de los bienes que fueron comercializados con ocasión del
contrato que aquí se analiza, está obligada a asumir, por esa sola
consideración, los efectos patrimoniales adversos que se deriven de los
defectos o del mal funcionamiento de los aludidos bienes.

Y así lo entiende, por lo demás, la Convocante, quien, al formular sus


alegatos de conclusión señaló que a través de ella, Sofasa “cumplió con la

107 Ibídem.

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obligación que la ley le impone de atender las garantías por defectos de sus
productos”108
En este punto es pertinente agregar que aunque es cierto que, en procura
de salvaguardar los intereses del consumidor final, el artículo 10 de la Ley
1480 de 2011 establece que, respecto de este, tanto proveedor como
productor son solidariamente responsables por la garantía, ello no obsta
para que entre quienes son solidariamente obligados se estipule, como
ocurrió en el caso que nos ocupa, que el responsable de los costos
derivados de la garantía será el productor, por ser él quien, según lo
establecido en el artículo 6 de la pluricitada ley, “debe asegurar la idoneidad y
seguridad de los bienes y servicios que ofrezca o ponga en el mercado, así como la
calidad ofrecida.”

La obligación a cargo de Sofasa como productora y/o importadora de los


vehículos, en el sentido de atender las garantías por defectos de los
productos, la tendría de cualquier manera sea cual fuese la forma
contractual empleada para la distribución. Bajo la figura de concesión, de
agencia o de suministro con pacto de distribución, siempre el productor
tiene, ex lege la referida obligación. Y, en el mismo orden de ideas, el
correspondiente “proveedor” –para emplear la expresión legal- es frente
al consumidor obligado solidario, de tal manera que siendo agente,
concesionario o, en general, distribuidor, está en la obligación de
responder por la correspondiente garantía, y, en cualquier caso, dicho
proveedor podrá repetir contra el productor quien, en últimas, es el
responsable final por el buen funcionamiento de la cosa (art. 20 ley 1480
de 2011). La responsabilidad solidaria de Autonal frente a los
consumidores, no se desprende entonces de un encargo que se le haya
hecho para ser adelantado por cuenta de Sofasa, sino de una obligación
que cualquier intermediario, distribuidor, agente o concesionario tiene
por mandato legal. Por lo tanto, la actuación de Autonal frente a los
adquirentes de los vehículos, dado su papel de vendedor en la cadena de

108 Página 59 de los alegatos de conclusión de la Convocante.

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responsabilidad frente a los consumidores en materia de atención de


garantías por defectos o mal funcionamiento, es insuficiente para, con
base en ella, concluir que hay actuación por cuenta ajena derivada de un
encargo contractual. Insiste el Tribunal, tal actuación y responsabilidad de
cualquier manera habría tenido lugar por mandato legal,
independientemente del vínculo jurídico del proveedor respecto del
productor. La fuente legal de la responsabilidad de los proveedores,
frente a los consumidores, salvo en lo que hace a la solidaridad con los
productores, estaba concebida desde el anterior estatuto del consumidor
(Decreto 3466 de 1982)

La obligación que sobre la Convocada recae respecto del específico tema


de las garantías encuentra pues causa en su calidad de productor o
importador, por lo cual no puede el Tribunal concluir que la actuación de
la Convocante en desarrollo del contrato se haya hecho, en general, por
cuenta de Sofasa.

iv) Tampoco encuentra el Tribunal que sean fundadas las alegaciones de la


Convocante cuando sostiene que su actuación se adelantó por cuenta
ajena, en atención a que “Sofasa quedó contractualmente vinculada al desarrollo
de los contratos celebrados”.

Como soporte de su planteamiento afirma la Convocante que “los contratos


celebrados por el concesionario con los compradores finales vincularon la
responsabilidad de Sofasa en las etapas posteriores a la venta y entrega del vehículo.
Éstos contratos no se agotaban con la entrega del vehículo al comprador final, como
hubiera sucedido en una compraventa simple. Alguien quedaba ligado al comprador
final para seguirlo atendiendo y para responder por la garantía de su funcionamiento,
por el suministro oportuno de los repuestos que requieran y por las reparaciones
periódicas que demandara el vehículo por defectos de fabricación. Fue Sofasa y no

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Autonal, quien quedó comprometida, a través de cualquiera de los integrantes de su


red, al cumplimiento de estos aspectos”109

Si bien es cierto que Sofasa se encuentra obligada frente a los


consumidores finales a responder por la garantía de los vehículos y
repuestos que Autonal hubiere vendido, tal situación encuentra su causa,
según quedó ya expuesto, en el estatuto de protección al consumidor –
Ley 1480 de 2011-, en virtud del cual se establece que el productor está
en la obligación de responder por la garantía legal, la cual comprende,
entre otros aspectos, el suministro oportuno de los repuestos.

La obligación de cumplimiento de la garantía no supone, pues, que


Autonal haya actuado, frente a terceros por cuenta de Sofasa. Se trata,
simplemente, de una obligación que por virtud de la ley debe ser atendida
por la Convocada, quien, según quedó dicho ya, debe responder con
independencia de que el titular del bien lo haya adquirido de alguien que
actúe o no por cuenta de aquella.

Piénsese, por ejemplo, en un caso en que un ciudadano cualquiera le


vende a otro un vehículo cuya garantía está aún vigente y, estando en
manos del nuevo adquiriente, el bien presenta una falla que hace exigible
la garantía. Es claro que en tal evento el productor y/o importador tendrá
que cumplir con la garantía del producto, pero no porque el vendedor del
vehículo haya actuado por cuenta de aquel, ni porque el productor y/o
importador haya quedado atado a los efectos de la venta celebrada entre
las partes, sino simplemente porque así se lo impone la ley dada su
calidad de productor y/o importador.

De conformidad con lo anterior, hay que concluir que el hecho de que


Sofasa se encuentre obligado a cumplir la garantía frente al consumidor

109 Páginas 60 de los alegatos de conclusión de la Convocante

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final, resulta insuficiente para afirmar que Autonal en su gestión actuó


por cuenta de aquella.

v) Otro de los pilares en los que la Convocante soporta la afirmación de que


su actuación se adelantó por cuenta ajena, radica en que, según su decir,
fue Sofasa quien asumió los riesgos del mercado, relativos a: (i) la
competencia y (ii) a la degradación del desempeño comercial110.

Como fundamento de lo anterior señala la Convocante que “en un mercado


altamente competido, la disminución del precio de un producto afecta directa y
positivamente su demanda. En otras palabras, entre más bajo sea el precio de un
producto, más unidades se venden. Sofasa, para mitigar los riesgos de mercado,
mantener o incrementar su participación en él y/o contrarrestar las promociones de su
competencia, tuvo que reducir los precios de sus vehículos ante el cliente final”111

Y, más adelante, agrega que “cada vez que Sofasa, asumiendo el riesgo de
mercado, empleó esta estrategia comercial, se activó la figura contractual de
compensación denominada Apoyo.”112, en virtud del cual “Sofasa, por su cuenta, le
restituía Autonal el margen remuneratorio sacrificado”113 como consecuencia de
la reducción del precio al cliente final.

Aunque planteado como un argumento adicional, encuentra el Tribunal


que, en lo concerniente a la variación de precios, la Convocante aduce
nuevamente lo relativo al esquema de Apoyos e, insiste, en que a través
de ellos Sofasa “… asumió directamente la pérdida (menor ingreso) causada por la
necesidad de reducir el precio de colocación de sus productos”114

Además de que, según se verá más adelante, Autonal era libre de


determinar el precio de venta al público de los productos, en la medida en

110 Cfr. Página 62 de los alegatos de conclusión de la Convocante.


111 Página 63 de los alegatos de conclusión de la Convocante.
112 Ibídem.
113 Ibídem.
114 Página 65 de los alegatos de conclusión de la Convocante.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 149


LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

que los valores sugeridos por Sofasa no eran para aquella obligatorios,
hay que anotar que el esquema de apoyos que la referida empresa
implementó encuentra su razón de ser en los esfuerzos promocionales
que bien pueden ser adelantados por un productor con miras a ensanchar
su mercado o como mecanismo para manejar sus propios inventarios,
según se desprende de la declaración rendida por Rubén Humberto
Baquero del Campo, quien fue gerente de Marcali:

“Importante, para aliviar inventarios en Sofasa, Sofasa estaba inventariada,


ellos tienen una normatividad de manejo mínimo de inventarios, entonces hay
que salir a colocar esos vehículos al concesionario, entonces habían esos apoyos,
si usted me compra tantos vehículos más de este tipo, tome, yo le doy este otro
incentivo adicional, 200, 300, 500 mil pesos o le doy un plazo mayor o le
doy un plazo para que pague estos vehículos, todo eso existía, digámosle un
desarrollo comercial.”115

En otras palabras, no hay bases para sostener que el esquema de apoyos


se hubiese empleado con el específico propósito de mitigar un riesgo de
mercado, o que, con ocasión de su implementación, Sofasa hubiera
tenido que asumir pérdidas producidas como consecuencia de las
compraventas celebradas con terceros. Los referidos apoyos, como ya se
dijo, simplemente aparecen como un mecanismo de promoción de los
productos, lo cual resulta compatible con el interés de protección de la
marca que le asiste al concedente, según lo declarado sobre el particular
por Susana Vélez Cadavid, -gerente de desarrollo de red de Sofasa.116

Así las cosas, concluye el Tribunal que el empleo de los denominados


apoyos no se contrapone a la naturaleza de concesión que las partes le
otorgaron a la relación negocial, en la medida en que no se puede
sostener que, por esa vía, la gestión de Autonal se haya adelantado, frente
a terceros, por cuenta ajena.

115 Página 10 de la declaración.


116 Cfr. página 6 de la declaración.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 150


LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

En este punto es preciso indicar que en el laudo que dirimió las


controversias que se presentaron entre Distribuidora Los Coches La
Sabana S.A. y GM Colmotores S.A. en un asunto de naturaleza similar al
que aquí se ventila, al referirse a los apoyos que se le otorgaban al
concesionario, se señaló que “lo crucial es observar que el efecto era indirecto y los
mecanismos funcionaban como incentivos a las conductas de los concesionarios, quienes
escogían la manera como reaccionaban a ellos, al incorporarlos al conjunto de variables
que debían considerar en sus decisiones” , tras lo cual el tribunal concluyó que
“los mecanismos aquí descritos, (…) no mutaron el rol de LOS COCHES [el
concesionario en ese caso] poniendo a la sociedad a actuar por cuenta y para
beneficio de GM. [el concedente en ese caso]”117

vi) De otra parte, sostiene la Convocante que, a su juicio, su actuación se


adelantó por cuenta de Sofasa, dado que fue esta quien “asumió el riesgo de
la variación de la tasa de cambio”.

Como fundamento de su planteamiento, transcribe un aparte del informe


anual de Sofasa del año 2015, el cual fue exhibido en desarrollo del
presente trámite, en el que se señala que el “Grupo Renault” está
expuesto al riesgo de moneda en los siguientes términos:

“El grupo está expuesto al riesgo de moneda en las ventas, las compras y los
préstamos denominados en una moneda distinta a la moneda funcional,
principalmente el Dólar Americano y el Euro. El grupo realiza operaciones de
cobertura de tasa de cambio únicamente sobre créditos financieros en moneda
extranjera, ocasionalmente tomados a corto plazo. Respecto de otros activos y
pasivos monetarios denominados en monedas extranjeras, la política del grupo
es asegurar que su exposición neta se mantenga en un nivel aceptable

Laudo arbitral del 30 de agosto de 2016, proferido dentro del trámite de Distribuidora Los Coches La Sabana S.A.
117

contra GM Colmotores S.A.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 151


LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

comprando o vendiendo monedas extranjeras a tasas al contado cuando sea


necesario para abordar los desequilibrios de corto plazo. Según la política del
Grupo Renault, no es permitido realizar operaciones de cobertura cambiaria
sobre activos o pasivos operacionales.”118 (subraya fuera del texto original)

Y más adelante anota la Convocante que resulta ajeno a los temas


fundamentales de este litigio “si Sofasa aumentó el precio de los vehículos al
mismo ritmo de la devaluación de la moneda”119, pues “lo importante de señalar es
que siempre las variaciones de la tasa de cambio fueron asumidas por Sofasa que se
cubría con los mecanismos a que se refiere el informe ya citado”120, de tal forma
que, concluye, “Autonal siempre percibió el mismo margen remuneratorio”121 y
“no asumió nunca los riesgos derivados de las variaciones en la tasa de cambio.”122

Lo primero que resulta oportuno destacar en este punto es que nada


hay en el expediente que evidencie que las operaciones de compraventa
que vincularon a Sofasa con Autonal se hubieran celebrado en moneda
distinta de la colombiana, de donde se sigue, entonces, que la política
de riesgos que Sofasa hizo constar en su informe anual del año 2015,
resulta inaplicable para estas operaciones, en la medida en que, según se
desprende de su texto, el riesgo de moneda tiene lugar en las
operaciones pactadas “en una moneda distinta a la funcional”.

Pero más aún. Advierte el Tribunal que en la política que se analiza se


prevé que “no es permitido realizar operaciones de cobertura cambiaria sobre
activos o pasivos operacionales”, de donde se sigue que las compraventas
celebradas con Autonal no podían ser objeto de cobertura, en la
medida en que los activos o pasivos que de ellas se derivaran para
Sofasa tenían que ser, necesariamente, operacionales.

118 Página 67 de los alegatos de conclusión de la Convocante.


119 Ibídem.
120 Ibídem.
121 Ibídem.
122 Ibídem.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 152


LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

Como bien lo indica la Convocante, escapa al ámbito de este trámite si


Sofasa decidió o no aumentar el precio de los vehículos al ritmo de la
devaluación. Si, no obstante el aludido fenómeno económico, la
Convocada decidió mantener a Autonal los precios con los que venía
operando, no por ello puede concluirse que la actuación de esta se
adelantó por cuenta de aquella. Es claro para el Tribunal que dentro de
las estrategias que pueden ser fijadas por un productor que se sirve de
una red de concesionarios para la colocación de sus productos en el
mercado, puede estar la de no aumentar los precios de los productos al
compás de la devaluación.

Es pues, por lo anterior, que tampoco en este frente encuentra acreditado


el Tribunal la actuación por cuenta ajena.

vii) Otra de las premisas en las que se apoya la Convocante para sostener
la configuración del elemento de actuación por cuenta ajena que viene
siendo objeto de análisis, apunta a que, según su decir, “Sofasa asumió los
riesgos de crédito y cartera”.

Tras anotar que es posible que el agente soporte el riesgo de cartera de su


gestión, señala la Convocante que “Autonal nunca asumió el riesgo de cartera
del cliente Renault, pues todos los vehículos los comercializó siempre de contado” 123 y
seguidamente indica que tal situación no obedeció a que todos los
consumidores finales tuvieran la solvencia necesaria para pagar de
contado la adquisición de sus vehículos, sino al “programa Renault Crédito
que creó Sofasa para financiar a los compradores de vehículos Renault”124

Así, concluye la Convocante que “en síntesis, Autonal prácticamente pagaba por
anticipado a Sofasa los vehículos que esta le facturaba y los vendía [a] los clientes de
contado que podían obtener financiación con garantía del vehículo en el sistema

123Página 68 de los alegatos de conclusión de la Convocante.


124 Ibídem.

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

propuesto por Sofasa”125, por lo que, en su opinión, “fue el grupo empresarial de


Sofasa y no Autonal, el que asumió el riesgo de cartera asociado a los clientes
Renault”126

No comparte el Tribunal la conclusión a la que arriba la Convocante en


este frente, habida cuenta que aunque es cierto que, según quedó
acreditado en el expediente, Autonal estructuró su operación de forma tal
que no tuviera riesgo de cartera, ello no obedeció a que el aludido riesgo
fuera, en cambio, asumido por Sofasa.

Según se desprende de los informes anuales que la Convocante transcribe


en sus alegaciones127, el riesgo de cartera de los créditos contraídos por
los consumidores finales fue asumido por las entidades bancarias que,
como en el caso de Bancolombia o del Banco BBVA, se vincularon al
sistema de financiación de los clientes finales. Fueron dichas entidades
financieras y no Sofasa quienes, en desarrollo de su objeto social,
otorgaron préstamos a los consumidores finales, asumiendo, por lo tanto,
el consecuente riesgo de cartera.

Según quedó ya expuesto en apartes anteriores, las condiciones de


adquisición de los vehículos por parte de los consumidores finales en
nada afectaban el ingreso o cartera de Sofasa, quien recibía el pago de los
vehículos enajenados a Autonal ora de contado, ora mediante el esquema
del plan mayor que, si bien suponía un crédito a favor de la Convocante,
el acreedor del mismo era, según quedó expuesto por el testigo Alirio de
Jesús Alarcón, una entidad financiera128.

Sofasa, entonces, no tenía ningún riesgo de crédito ni de cartera, pues, de


una parte, los acreedores de los créditos otorgados a los consumidores

125 Ibídem.
126 Ibídem
127 Cfr. páginas 69 y 70 de los alegatos de conclusión de la Convocante
128 Cfr. numeral ii) del presente capítulo

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 154


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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

finales eran las entidades financieras y, de otra, en las operaciones de


compraventa celebradas con Autonal no había lugar a la generación de
cartera a su cargo.

viii) Manifiesta la Convocante que “Sofasa conformó y operó una cadena de valor
a través de la cual manejó y dirigió la promoción y explotación de su negocio”129

Comienza la Convocante por indicar que, según la experticia rendida por


Jega Accounting House Ltda., “las empresas que integran verticalmente la cadena
de valor en el mercado colombiano de la marca Renault; son Renault S.A.S., Sofasa
S.A., los proveedores y la Red de Concesionarios.” y que “la empresa encargada de
administrar, dirigir e impartir los lineamientos promocionales y comerciales que
determinan las actividades de esta cadena de valor en Colombia, es Sofasa”130

Con fundamento en lo anterior señala Autonal que “las actividades de


promoción y explotación se realizaron por cuenta de Sofasa”131, en la medida en
que: (i) “Sofasa asumió patrimonialmente el ensamblaje industrial y la importación
de vehículos nuevos Renault” 132 , (ii) “Sofasa asumió patrimonialmente el pago del
licenciamiento de la marca Renault y los demás signos distintivos empleados en la
promoción y explotación de los productos Renault” 133
(iii) “Sofasa asumió
patrimonialmente el aporte del software y el know how que Autonal y los demás
miembros de la Red Renault utilizaron para ejecutar las actividades de preventa, venta
y pos venta de los productos y servicios Renault” 134 y (iv) “Sofasa asumió
patrimonialmente la elaboración, distribución y supervisión de la aplicación de los 28
manuales en que se establecía la metodología para la promoción y explotación de su
negocio”135

129 Página 70 de los alegatos de conclusión de la Convocante.


130 Página 70 de los alegatos de conclusión de la Convocante.
131 Página 71 de los alegatos de conclusión de la Convocante.
132 Ibídem.
133 Ibídem.
134 Ibídem.
135 Página 72 de los alegatos de conclusión de la Convocante.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 155


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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

El Tribunal no encuentra que el hecho que Sofasa haya asumido el costo


patrimonial de los precitados aspectos, sirva de base para sostener que la
actuación de Autonal frente a terceros se adelantó por cuenta de aquella.

En efecto, de conformidad con lo señalado por Jega Accounting House


Ltda.136, es claro que los vehículos, repuestos y accesorios sobre los que
versaba el contrato suscrito entre las partes eran producidos o
importados por la Convocada, de donde se sigue que era ella quien
necesariamente tenía que asumir el costo derivado de las actividades de
ensamblaje industrial y de importación.

Tales costos, lejos de configurar una actuación por cuenta ajena de


Autonal, lo que ponen en evidencia es que los vehículos eran producidos
por Sofasa, situación perfectamente compatible con el contrato de
concesión que las partes señalaron celebrar.

En el mismo sentido hay que referirse a los costos relativos al


licenciamiento de la marca Renault. Está claro y se trata además de un
aspecto pacífico entre las partes, que según el contrato quien tiene la
licencia en Colombia de la marca Renault es Sofasa, por lo que es lógico
que era a ella, y no a la red de concesionarios, a quien correspondía pagar
su costo.

La referida licencia constituye, según lo señalado en la cláusula 4.2.1.1. del


contrato, una de las condiciones de vigencia del mismo. Sobre el
particular, la aludida cláusula dispone: “la vigencia de este contrato depende de la
vigencia del contrato firmado entre Sofasa S.A. y Renault y de la vigencia de las
licencias que se requieran para dar cumplimiento a las obligaciones adquiridas en
virtud de este contrato”.

136 Cfr. Página 42 de la experticia inicial.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 156


LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

Además de lo anterior, es preciso indicar que dentro de las


consideraciones del contrato se dejó señalado que “en desarrollo de su
actividad, Sofasa S.A. utiliza procedimientos (…) y en general derechos de propiedad
intelectual e industrial de su propiedad y de propiedad de Renault, empresa que le ha
autorizado su uso legítimo”.

Con apoyo en lo anterior es dable concluir que la licencia que respecto de


la marca Renault tiene Sofasa es un hecho que antecede y que sirve de
causa a la celebración del contrato de concesión suscrito por las partes.

Así pues, los derechos de licencia que la Convocada tenga sobre la marca
Renault, y más aún, los pagos que haya tenido que efectuar por tal
concepto, no permiten concluir que las gestiones de Autonal frente a
terceros hayan sido adelantadas por cuenta de la Convocada.

En el mismo sentido hay que anotar que tampoco es constitutivo de una


actuación por cuenta ajena el hecho de que Sofasa haya elaborado y
distribuido los manuales que debían ser atendidos por la red de
concesionarios.

Según quedó señalado en líneas precedentes, la doctrina es coincidente


en que es perfectamente posible que el concedente señale sistemas de
organización de ventas y de prestación de servicios a los cuales debe
sujetarse el concesionario, aunado o lo cual indica que, por lo general, se
le reconoce al concedente un poder de supervigilancia para verificar la
forma en la que el concesionario desarrolla la promoción y las ventas137.

En suma, los costos en los que incurrió Sofasa son los propios de un
productor o ensamblador que ha adquirido respecto de una marca los
derechos de representación en un determinado territorio, sin que tal

137 Cfr. Cárdenas Mejía, Juan Pablo. Ob. Cit. pág. 149

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 157


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situación permita sostener que se configuró una actuación por cuenta


ajena en su red de concesionarios.

ix) Otro de los argumentos que la Convocante ha expuesto como


fundamento de que su actuación se adelantó por cuenta ajena tiene que
ver con el hecho de que, en su decir, “Sofasa asumió patrimonialmente la
publicidad de impacto nacional y parte de la publicidad local”138

Como soporte de su planteamiento cita la Convocante algunos apartes de


la experticia rendida por Jega Accounting House Ltda., en los que se da
cuenta de importantes sumas de dinero que fueron invertidas por la
Convocada en campañas publicitarias orientadas al público en general.139

Y, más adelante, al referirse a la publicidad de alcance local, señala que,


según las cifras reportadas en el dictamen rendido por Jega Accounting
House Ltda., los valores invertidos por Autonal para tal propósito
significaron solamente el 27 % del costo de la misma.140

Lo establecido por el perito en el dictamen que la Convocante invoca


como sustento de su postura, resulta coincidente con lo que, respecto de
la publicidad, se estableció en la cláusula 6.1.4 del contrato, en la que se
indica que “el concesionario adquiere el derecho a beneficiarse de la publicidad sobre
la marca Renault” y se anota que existen tres tipos de publicidad: (i) la que
tiene alcance nacional cuyo costo es sufragado enteramente por Sofasa,
(ii) la de alcance nacional o regional que Sofasa planee, dirige o lleve a
cabo conjuntamente con los concesionarios y (iii) la realizada
directamente por el concesionario.

Sobre la forma en que operó la publicidad en desarrollo del contrato


obran en el expediente varias declaraciones de las que, según pasa a

138 Página 72 de los alegatos de conclusión de la Convocante.


139 Cfr. Página 73 de los alegatos de conclusión de la Convocante.
140 Ibídem.

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indicarse, se desprende que si bien Sofasa asumió el pago de material


publicitario, dicho material se encaminaba a la promoción de la marca en
general, y no a la de los concesionarios individualmente considerados.

Alejandro Botero Escobar, Director Comercial de Sofasa Renault, se


refirió sobre el particular en los siguientes términos:

“DR. LÓPEZ: Quiero preguntarle lo siguiente, si lo sabe, quién realizaba y


pagaba la publicidad y la promoción para la marca Renault, para la marca
Renault?

“SR. BOTERO: Nosotros hacemos la publicidad de la marca Renault, o


sea cuando ustedes abren un periódico en donde no explícitamente aparece
ningún concesionario o no aparece la lista de uno, dos o tres concesionarios
sino la generalidad de la marca, un aviso de publicidad sobre un vehículo o
sobre una acción, o una actividad promocional de total país, o una
propaganda de televisión, o una cuña radial la paga Renault.

“DR. LÓPEZ: (…) realizaba Autonal publicidad para Sofasa?

“SR. BOTERO: No señor.

“DR. LÓPEZ: En qué casos el concesionario, específicamente Autonal,


aportaba para publicidad?

“SR. BOTERO: Para acciones específicamente definidas para el


concesionario Autonal que necesitara o para la publicidad cooperada que
hablaba el doctor ahora en donde los concesionarios de la ciudad se ponían de
acuerdo en hacer un tipo de publicidad.”141

141 Páginas 39 y 40 de la declaración.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 159


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Por su parte, Adrián Martín Vera, director de marketing de Sofasa en


Colombia, rindió su declaración sobre este asunto en los siguientes
términos:

“DR. LÓPEZ: Le ruego le describa al Tribunal qué tipo de publicidad se


realizaba para la marca Renault?

“SR. MARTÍN: Básicamente hay 3 tipos de publicidad, una publicidad


que llamamos normalmente publicidad nacional o publicidad de la marca
porque es la publicidad que hace directamente Renault, que la paga Renault,
que la desarrolla Renault y que es a nivel nacional, vamos a decir, que cubre
la gran mayoría de las plazas donde está el mercado total, esta es típicamente
la publicidad que ustedes pueden ver cuando se lanza un nuevo producto, y
hay una publicidad de televisión, de nuevo Duster, del nuevo… y de más.

“Después hay una publicidad que nosotros internamente la llamamos


cooperada, es una publicidad que tiene el concepto de unir las fuerzas de la red
de concesionarios de Renault y hacer una publicidad en conjunto en una
ciudad en donde coparticipa el 50% de la inversión la red de concesionarios de
esa ciudad y el otro 50% Renault y sacamos un aviso en donde bajo tiene lo
que llamamos un pie de página que están todos los concesionarios de la
ciudad, generalmente es una publicidad un poquito más táctica que va a la
necesidad comercial del mes o a la necesidad específica de algún modelo.

“Y luego hay una tercer publicidad más local, sí más local que es una
publicidad específica del concesionario, es una publicidad que hace el
concesionario y que paga de su presupuesto ya sea para promocionar la marca
del concesionario o para alguna necesidad muy específica que el concesionario
pueda tener, en algunos casos hay un concesionario que tiene mucho stop (sic)
de una versión y no es el caso a nivel nacional, entonces el concesionario
trabaja para su necesidad específica.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 160


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“DR. LÓPEZ: Dentro de este proceso se ha hablado en materia de la


publicidad, de una participación del 0.5% por parte del concesionario en
publicidad, usted quisiera ilustrar al Tribunal en qué consiste ese 0.5%, todo
lo que sepa de ese 0.5?

“SR. MARTÍN: Sí, el 0.5, llamado en la jerga de la publicidad 0.5, las


actividades 0.5 es una provisión que el concesionario hace, se llama 0.5
porque es el 0.5% de la cifra de compra de vehículos nuevos, entonces es una
provisión que toda la red de concesionarios a nivel nacional realiza y a partir
de ahí se utiliza ese dinero para hacer publicidad o promoción en sus
activaciones para aumentar la participación o para objetivos específicos de salir
del stop (sic) y de promocionar la marca mes a mes.

“Entonces hay reuniones en donde normalmente una ciudad, el grupo de


concesionarios de una ciudad propone alguna actividad específica y la red
utiliza ese 0.5 que es una provisión como explique para, o salir de una
problemática de stop (sic) como dije o promocionar una actividad en
particular, no sé si se ha entendido cualquier cosa me pregunta.”142

Del contenido del contrato y de las explicaciones emitidas por los


precitados testigos, advierte el Tribunal que la publicidad íntegramente
pagada por Sofasa correspondió a aquella en la que se promocionaba la
marca Renault de manera general, al paso que cuando su pago fue
compartido entre la Convocada y la red de concesionarios, a través del
denominado esquema del “0.5”, la campaña se dirigió a atender la
necesidad que los concesionarios hubieran convenido en lo que el testigo
Adrián Martín denominó la “publicidad cooperada”, y finalmente, fue
pagada de manera exclusiva por Autonal cuando se encaminó a atender
una necesidad específica de este.

142 Página 4 de la declaración.

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 161


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De lo anterior se sigue, entonces, que Autonal no adelantó campañas


publicitarias a favor de Sofasa, sino que impulsó actuaciones publicitarias
tendientes a la promoción de su propio negocio, lo que descarta que su
actuación en este frente se hubiera efectuado por cuenta ajena.

x) Finalmente, sostiene la Convocante que es prueba de que su actuación se


adelantó por cuenta de la Convocada el hecho de que “Sofasa conservó la
clientela obtenida por Autonal”143

Afirma la Convocante que la “clientela que se creó por la ejecución del contrato
pertenece a la marca Renault y, por consiguiente, es de Sofasa” 144 y puntualiza,
como sustento de lo anterior, que: (i) a la terminación del contrato se le
informó al público que Autonal no continuaría representando la marca
Renault y que los clientes serían atendidos por los restantes integrantes de
la red de concesionarios145, (ii) en desarrollo de la ejecución contractual,
Sofasa verificó que los clientes fueran correctamente atendidos por
Autonal146, (iii) tras la terminación del contrato se le asignó la zona de
influencia en que la que venía operando Autonal a otro miembro de la
red de concesionarios, a quien Sofasa le entregó la base de datos de los
“clientes prospecto que manifestaron estar interesados en comprar vehículo en este
concesionario [se refiere a Autonal], clientes My Renault que compraron un carro
en Autonal y clientes en general que hayan comprado un vehículo en Autonal”147

Para abordar el análisis de la cuestión, es preciso destacar, como punto de


partida, que si bien es cierto que la agencia comercial tiene como
propósito la conquista, ampliación y conservación de la clientela, dicha
finalidad negocial no es exclusiva del aludido tipo contractual. Como
quedó indicado en líneas precedentes, tanto el contrato de agencia como

143 Página 73 de los alegatos de conclusión de la Convocante.


144 Ibídem.
145 Cfr. Página 107 de los alegatos de conclusión de la Convocante.
146 Ibídem.
147 Página 107 de los alegatos de conclusión de la Convocante.

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el de concesión, cuando tienen por objeto la satisfacción de la necesidad


de distribución, comparten la aludida finalidad.

De conformidad con lo anterior hay que decir que el mencionado


propósito aunque presente en la agencia comercial, no es elemento
diferenciador del referido tipo contractual, habida cuenta que puede
también lograrse mediante un contrato de concesión. En efecto, aunque
con ocasión de la gestión del concesionario pueden y deben resultar
ampliados los mercados del concedente, ello no significa que la actuación
de aquel sea adelantada por cuenta de este que, como ha quedado
suficientemente expuesto, es lo que permite diferenciar uno y otro tipo
contractual.

La actuación por cuenta ajena, como ya se ha dicho, supone que las


consecuencias patrimoniales y, en general, los riesgos de una determinada
gestión se trasladan o deben trasladarse a una persona diferente de quien
ha adelantado tal gestión y lo cierto es que dicho efecto no se genera por
el hecho de que durante la ejecución del contrato Sofasa haya velado por
la adecuada atención de los clientes por parte de Autonal, ni porque a la
terminación de la relación contractual se le informara al público que sería
otro miembro de la red de concesionarios quien los atendería, ni tampoco
por razón de que Sofasa le haya entregado a este las respectivas bases de
datos.

La consecución de clientela, presente también en la concesión, no


suponía que los efectos de los contratos de compraventa celebrados por
Autonal con terceros, se trasladaran o debieran trasladarse a Sofasa. Los
compradores, en su calidad de tales, eran clientes de Autonal, tanto así
que, según quedó expuesto, Autonal tenía a su cargo y pagaba la
publicidad de su propio negocio, esto es aquella que buscaba atraer a sus
propios clientes. Afirmar que un concesionario tiene su propia clientela,
no se contrapone a que ello interese o sirva a los propósitos del

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 163


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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

concedente. En esta forma contractual el concedente tiene como sus


compradores directos e inmediatos a los concesionarios y estos, en
cuanto vendedores por su propia cuenta de los bienes correspondientes,
tienen en sus compradores su propia clientela. Ahora bien, la adecuada
gestión de un concesionario redundará, y de eso se trata, en el gusto,
afición o interés de los consumidores por una marca o tipo de bienes, lo
que, por supuesto se traducirá en el incremento en las ventas y en la
ampliación de mercados del concedente. En ese sentido, los
consumidores o clientes finales, desde esa perspectiva, son “clientes” de
una marca, más que del concedente mismo, con quien no tienen
relaciones contractuales.

Tal como quedó expuesto al analizar las funciones que el concedente


puede ejercer, es claro que a aquel le es dado desplegar un estricto control
sobre la forma en que el concesionario atienda a su clientela, en la medida
en que, en últimas, con ello está protegiendo su marca. Así, se pronuncia
autorizada doctrina. Juan Pablo Cárdenas, para el específico caso de la
concesión automotriz, anota “que el concedente puede señalar unos sistemas de
organización de ventas, de prestación de servicios, (…) a los cuales debe sujetarse el
concesionario”148, por lo que, agrega el autor, “por lo general, se le reconoce al
concedente un poder de supervigilancia para verificar el cumplimiento de tales
obligaciones, la forma como el concesionario desarrolla la promoción, las ventas,
etc.”149, con lo que, por supuesto, estará asegurando que, con la buena
atención del concesionario a sus clientes, se logre el aumento en las
ventas y ampliación de sus mercados.

Así las cosas no es extraño ver que en desarrollo de contratos de


concesión el concedente establezca precisas y estrictas condiciones de
atención al cliente, sin que ello de forma ninguna desdibuje la naturaleza
contractual del vínculo, ni lo haga tornar en uno distinto.

148 Op. Cit. Cárdenas, Juan Pablo. El Contrato de Agencia Comercial. Pág. 149.
149 Ibídem.

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Por el contrario, se ha dicho en otras decisiones arbitrales que en la


medida en que “ … el contrato de concesión usualmente versa sobre productos o
servicios identificados con marcas de especial renombre por sus particulares atributos,
[ello] implica que las condiciones de exhibición de los productos, el entrenamiento del
personal comercial y técnico, las características de la publicidad del concesionario, sus
sistemas informáticos, los precios y descuentos, etc., deban someterse a reglas
establecidas por el concedente con el fin de asegurar el funcionamiento global de la red
de concesionarios y preservar la integridad de la marca de la cual es guardián.”150

De otra parte, hay que anotar que la información que respecto de la


terminación del contrato se le dio al público, en el sentido de que Autonal
ya no era parte de la red de distribuidores y que, por ende, sería otro
miembro de dicha red quien estaría dispuesto a ofrecer a la clientela los
servicios por esta requeridos, tampoco puede ser tenido como un
argumento para entender configurada la actuación por cuenta ajena.

Es claro que a la terminación del contrato con Autonal, los consumidores


no podían quedar desatendidos y por ello la necesidad de informarles de
lo ocurrido y de poner a su disposición a otro miembro de la red
preparado para ofrecerles los servicios requeridos. Así, los clientes que
eran de Autonal, pasarían a ser clientes de otro u otros concesionarios.

Pero de ello no se desprende que la actuación general de Autonal frente a


terceros se haya adelantado por cuenta de Sofasa. Se insiste en que los
compradores de vehículos y de repuestos eran, desde la perspectiva de los
contratos de compraventa, clientes de Autonal, vinculados
contractualmente solo con dicha compañía.

Finalmente, tampoco encuentra el Tribunal que la entrega de las bases de


datos al concesionario a quien se asignó la zona de influencia en la que

150 Op. Cit. Laudo arbitral del 30 de agosto de 2016.

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antes venía operando Autonal, sirva de base para entender configurado el


elemento tipificador de la agencia comercial.

Según quedó señalado por varios de los declarantes que rindieron


testimonio en el curso del proceso, la entrega de las bases de datos a
Sofasa por parte de los concesionarios tenía como finalidad, entre otras,
que aquella dispusiera de un registro de los clientes para efectos de poder
prestar de manera adecuada los servicios de garantía.
En efecto, así se desprende de lo señalado por Adrián Martín Vera,
director de marketing de Sofasa en Colombia, quien rindió su declaración
sobre este asunto en los siguientes términos:

“DR. SUÁREZ: Esa base de datos cómo se forma?

“SR. MARTÍN: Es una base de datos que se llama Scout en el


mundo Renault, es una base mundial de Renault, no es una cosa
específica de Colombia sino es una base mundial en donde se genera la
activación de la entrega del vehículo y el vehículo y el cliente entran en
esa base, es una base que se usa para múltiples necesidades, criterios,
activaciones de garantía y demás porque el vehículo que sale a la calle
tiene que activarse la garantía y demás.

Luego hay una base que, el cliente que acepta formar parte de un
programa de fidelización que se llama MyRenault entra en esa base y
acepta recibir información o promoción de la marca. Entonces,
concretamente cuando lanzamos un nuevo producto por ejemplo le
hacemos llegar una comunicación diciendo que existe un nuevo
producto, si hay una acción específica, una financiación o lo que sea,
bueno, una propuesta comercial.

“DR. SUÁREZ: A quién pertenece esa base de datos?

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“SR. MARTÍN: Es una base de datos que pertenece a Renault”151

En el mismo sentido, vale traer a colación lo declarado por Pablo


Echeverry Jaramillo, funcionario de Sofasa, quien se refirió sobre el
particular así:

“DR. ZEA: Aquí nos han contado algunos otros testigos que los
concesionarios reciben información de los compradores de vehículos y
que esa información va a ser incluida en un sistema de base de datos
que puede llegar a Sofasa, ese contact center utiliza esas bases de datos
para contactar a clientes?

“SR. ECHEVERRY: Sí señor, hay dos canales de alimentación de


la base de datos, hay un primer canal que es en el momento en que se
ejecuta la venta del vehículo nuevo por parte del concesionario hay un
ingreso de datos para la activación de la garantía porque ese vehículo
tiene que quedar registrado en un sistema para quedar la garantía
vigente.

“Además hay un segundo canal de alimentación de base de datos que


es una vez esos vehículos que ya se vendieron empiezan a ingresar a los
distintos talleres a recibir servicios de postventa, garantías o
mantenimiento que es el gran volumen de la atención que hacen los
talleres en el día a día, esos dos canales alimentan bases de datos y
específicamente la base de datos que se toma en el ingreso de los
vehículos a los talleres es la que es utilizada por el contact center
obviamente para hacerle la encuesta de satisfacción a aquel cliente que
utilizó el servicio del taller, siempre y cuando tengamos la autorización
de habeas data por parte del cliente para hacer la encuesta.”152

151 Página 22 de la declaración.


152 Página 23 de la declaración.

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Carlos Enrique Angarita Angarita, asesor de la Red Renault de la ciudad


de Bogotá, señaló en su declaración:

“DR. LÓPEZ: Cuál es la finalidad de que cada vez que se hace


una venta por parte de un Concesionario le dé todos los datos de la
venta al concedente, en este caso Autonal a Sofasa.

“SR. ANGARITA: Pienso que es para activar la garantía”.153

De conformidad con lo anterior, a juicio del Tribunal tampoco queda


acreditada la actuación por cuenta ajena de la Convocante con base en los
argumentos por esta esgrimidos en este punto, pues lo cierto es que
todos ellos, al compás que son insuficientes para tal propósito, resultan
compatibles con la calificación de concesión que de manera constante le
dieron las partes al contrato entre ellas celebrado.

Ahora bien, además de que, por las consideraciones antes expuestas, el


Tribunal no encuentra acreditado que la actuación de Autonal se dio por
cuenta ajena, observa, por el contrario, que hay constancia en el
expediente de variados elementos que, de manera consistente con la
denominación de concesión dada por las partes, acreditan que Autonal
actuó por cuenta propia, según pasa a indicarse:
i) Respecto de la forma de pago y transmisión de riesgo de los vehículos se
previó en el contrato lo siguiente:

“9.2.1. Forma de pago

“Los vehículos que solicite El Concesionario deberán pagarse de contado.


Sofasa S.A. expedirá las correspondientes facturas de venta que
cumplirán con las normas comerciales y tributarias aplicables. Los riesgos
inherentes a la propiedad y posesión de los mismos, así como los riesgos de

153 Página 31 de la declaración.

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las operaciones de ventas celebradas con sus clientes son del Concesionario
desde su despacho por parte de Sofasa S.A.

“El concesionario deberá pagar a Sofasa S.A., el valor de los vehículos,


a más tardar el segundo día hábil siguiente, contado a partir de la fecha
de factura del vehículo. En caso de incumplimiento de la obligación de
pago, El Concesionario deberá pagar los intereses de mora sobre el cargo
impagado a la tasa del DTF más 12 puntos o a la tasa legal de mora
más alta vigente cuando la primera supere la segunda la cual no podrá
ser mayor al doble del interés corriente bancario vigente. Los intereses
serán aplicables desde la fecha en que la obligación de pago que esté
vencida.

“Parágrafo. Sofasa S.A. hará sus mejores esfuerzos para dar acceso a
El Concesionario a un Plan Mayor que permita financiar sus compras a
Sofasa S.A. en las mejores condiciones que el mercado pueda ofrecer
conforme la situación El Concesionario.

“En caso de incumplimiento de los pagos por parte de El Concesionario


al Banco con el que se desarrolle el Plan Mayor, El Concesionario acepta
que Sofasa S.A. pueda suspenderle facturación y despacho de Productos
cuando el Banco así lo solicite a Sofasa S.A., sin que se requiera aviso
previo a El Concesionario.”

Según se desprende de las declaraciones rendidas por Jhon Jairo Arias


Londoño y Alirio de Jesús Alarcón Cepeda, es claro que lo previsto en la
precitada cláusula coincidió con la ejecución práctica que de ella hicieron
las partes en desarrollo del contrato.

Jhon Jairo Arias Londoño, Gerente de la División de Contabilidad y


Tesorería de Sofasa, indicó sobre la forma en la que se efectuaban los
pagos a esta por parte de Autonal que:

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“ … El cliente de Sofasa es Autonal, Sofasa le factura a Autonal y


es Autonal quien le paga a Sofasa con medios propios o a través del
plan mayor, financiado por una entidad financiera que financia a
Autonal, en esta operación no hay absolutamente ninguna cosa que
vincule al cliente final.”154

Y más adelante prosiguió la declaración del testigo así:

“DRA. LÓPEZ: Dependía Sofasa para que le pagaran de la venta a su


vez que de esos vehículos se hiciera Autonal a terceros?

“SR. ARIAS: No, absolutamente, el pago de Autonal a Sofasa es


totalmente independiente y ajeno de lo que el negocio que tenga Autonal
con el cliente, en el área contable ni siquiera conocemos la información de
la venta que Autonal pueda hacer al cliente, el pago es directo de Autonal
como cliente directo de Sofasa, no consumidor final pero es el cliente al que
Sofasa le vende y al que Sofasa declara como ingresos recibidos del
concesionario. Entonces para concretar, Sofasa no conoce el pago que haga
el cliente de Autonal como usuario final del vehículo a Autonal, conoce es
el pago que hace Autonal a Sofasa por el vehículo que Sofasa le vendió y
que es una factura incluso diferente, porque la factura de Sofasa es Sofasa
a Autonal, Autonal debe hacer una factura diferente al cliente donde sí lo
debe tratar como un consumidor final y ahí debe liquidar el impuesto al
consumo incorporado en las normas tributarias recientemente.”155

Por su parte, Alirio de Jesús Alarcón Cepeda, gerente de Autostop, señaló


respecto de la forma en la que los concesionarios de la red Renault le
pagan a Sofasa, lo siguiente:

154 Página 7 de la declaración


155 Página 8 de la declaración.

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“(…) Hay dos modalidades de pago de los vehículos, ya sea con plan
mayor con los cupos que uno tenga con el banco o si uno decide pagarlos
de contado uno los paga de contado, son las dos formas que hay para
pagarlos, con los cupos que tenga en el banco o de contado si los quiere
pagar, lo mismo con los repuestos.”156

Y, seguidamente, al referirse al denominado Plan Mayor, indicó:

“El plan mayor es un cupo que tiene el banco, que le da a uno


cualquier banco, (…), es para comprarle carros a la fábrica ese cupo;
cuando la fábrica los factura esa factura se la damos al banco, el banco
le paga a la fábrica y nosotros le pagamos al Banco de acuerdo a los
plazos que tengamos o al crédito que tengamos.”

“DR. LÓPEZ: Podríamos decir que este plan mayor significa que
utiliza un banco como medio de pagarle el Concesionario a Sofasa?

“SR. ALARCÓN: Sí, el plan mayor lo hace el banco, es el cupo


que le da a uno el banco para poderle pagar los carros a la fábrica y
ahí ya negocia uno los plazos con el Banco, al banco se le paga
depende el cupo como lo tenga, por lo general son cupos a 180 días y
va uno liberando de acuerdo a como vaya vendiendo y va abonando los
carros al mismo banco.”157
También vale destacar en este punto el hecho de que, en la medida en
que los pagos debían ser efectuados por Autonal a Sofasa con
independencia de las ventas que aquella lograra efectuar, no había lugar a
la devolución de los productos que los denominados concesionarios no
lograran vender. Sobre el particular se refirió el testigo Antonio Navia
Barrera, Gerente de División Ventas de Sofasa, quien indicó:

156 Página 66 de la declaración.


157 Ibídem

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“DR. LÓPEZ: Estaba obligada Sofasa a recibir en devolución por


parte de Autonal inventario de vehículos, repuestos y accesorios que
se le facturaron y entregaron y por cualquier motivo Autonal no
pudo vender?

“SR. NAVIA: No, Sofasa no estaba obligada, cuando algún


concesionario por ejemplo Autonal tuvo problemas de inventario, me
refiero a muchos meses de ventas de un solo vehículo, tal vez lo
máximo que llegamos a hacer fue hablar con otros concesionarios que
tal vez les pudieran interesar y propiciar el intercambio de vehículos
entre ellos o la venta de vehículos entre ellos, en realidad era un
intercambio era vendido y facturado de un concesionario a otro, pero
no estábamos en obligación de recibir.

“Incluso en la ejecución de la operatividad de la terminación del


contrato los últimos vehículos de Autonal, Autonal los vendió a
otros concesionarios, Autogalias y Alianza Motor, y los facturó
directamente Autonal al concesionario; y los repuestos que quedaron
al final en inventario fue un acuerdo al interior de la compañía que
Sofasa se los iba a recomprar a Autonal, Autonal nos los facturó a
un precio acordado de costo más 2 si no estoy mal y fueron
recomprados.”158

De conformidad con lo indicado por los precitados testigos, es preciso


concluir que Sofasa recibía el pago de las ventas hechas a Autonal, sin
que dicho pago dependiera de forma alguna de las ventas que, a su turno,
Autonal celebrara con los consumidores finales. Así, según lo expuesto
por los señores Alarcón y Arias, al margen de las ventas que Autonal
lograra efectuar, esta debía pagarle a Sofasa el valor de los vehículos, bien
fuera de contado o mediante el denominado Plan Mayor.

158 Página 7 de la declaración

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El sistema de pago que se previó en la cláusula 9.2.1 y que en la práctica


se implementó en los términos ya expuestos, pone de presente que,
coincidente con la calificación que las partes dieron al contrato, Autonal
adelantó su gestión por cuenta y riesgo propios, en tanto que era esta la
única llamada a asumir los efectos adversos derivados de una eventual
falta de rotación de sus inventarios, pues, se insiste, si no lograba vender
los vehículos a los consumidores finales, tal situación no la eximía de sus
obligaciones de pago con Sofasa, a quien no se trasladaban, de manera
mediata ni inmediata, los efectos patrimoniales de las ventas celebradas
por la Convocante con los clientes finales.

ii) De otra parte, resulta pertinente recordar en este punto lo dicho por Flor
Alba Ruiz Rivera, Directora contable de Autonal, respecto de la forma de
llevar a cabo los registros contables de los vehículos en dicha compañía:

“DR. LÓPEZ: Le ruego explique al Tribunal desde el punto de vista


contable lo que a usted le conste, cuando Autonal le hace un pedido de
compra de vehículos a Sofasa, qué documentos se generan por parte de
Autonal, cuál se genera por parte de Sofasa y cómo obra eso dentro de la
contabilidad?

“SRA. RUIZ: Yo tengo entendido que la parte comercial era la que hacía
el pedido de vehículos porque eso no nos compete a la parte contable, (…) y
una vez que ya la fábrica establecía qué le iba a facturar a la compañía,
dependiendo del pedido y dependiendo de las existencias, me imagino, que
tuviese Sofasa se generaban unas facturas, unas facturas a nombre de
Autonal y esas facturas las registraba en la contabilidad como un inventario
contra una cuenta por pagarle a Sofasa.

(…)

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“DR. LÓPEZ: Le pongo de presente, están aportadas al expediente, 4


facturas, son todas iguales, y le ruego informe al Tribunal si esas son las
facturas que recibía Autonal por parte de Sofasa como respuesta al pedido
de automóviles o de repuestos, lo que fuera, el pedido que hicieran?

“SRA. RUIZ: Sí, estas eran las facturas que Sofasa le generaba a
Autonal y con estos documentos, con estas facturas es que yo afectaba mi
inventario, ya entraban a la contabilidad de Autonal.

“DR. LÓPEZ: Le ruego que sea más precisa, cómo se contabiliza esa
factura, cómo se vierte esa factura en la contabilidad de Autonal, usted dijo
que entraba a su inventario, por favor amplíe ese concepto?

“SRA. RUIZ: Sofasa le factura a Autonal, le factura un vehículo, cuál


era el registro contable, el registro contable va a una cuenta de inventarios,
una 1435 mercancías no fabricadas por la empresa,

(…)

“DR. LÓPEZ: Esos inventarios corresponden a activos de Autonal?

“SRA. RUIZ: Está dentro del activo de la compañía.”159

Y, por otra parte, añadió la testigo:

“La norma contable me dice que si Sofasa le factura un vehículo a Autonal


y de acuerdo con el 2649 yo debo registrarlo en una cuenta de inventarios, si
ya es de propiedad de Autonal la tenencia o no la tenencia del vehículo eso
ya no es un tema contable, eso ya es más tema de los abogados jurídicamente

159 Página 26 y siguientes de la declaración.

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mirar de quién es el vehículo pero contablemente sí debo registrarlo dentro de


una cuenta de inventarios.”160

En este punto es pertinente señalar que tal forma de proceder respecto de


los registros contables no era exclusiva de Autonal, sino que también es
empleada por otros concesionarios, tal como se desprende de la
declaración rendida por Sonia Rodríguez, representante legal de
Autogalias, quien indicó:

“DR. LÓPEZ: Esos vehículos tan pronto ingresan a Autogalias se


contabilizan como activo de Autogalias o de Sofasa?

“SRA. RODRÍGUEZ: No, de Autogalias, entran a ser parte de mi


inventario.”161

Aun cuando es claro que la propiedad de los vehículos no era adquirida


por Autonal, en la medida en que estos no eran matriculados a su
nombre, no es menos cierto que, como será analizado en detalle más
adelante, entre Convocante y Convocada se celebraron compraventas en
virtud de las cuales Autonal pagó a Sofasa el precio íntegro de los
vehículos, los cuales pasaron a hacer parte de sus inventarios y de su
activo lo que, unido a los restantes elementos de la forma en que se
ejecutó la relación contractual, confirma su actuación por cuenta y
riesgos propios.

iii) También resulta pertinente recordar en este punto lo declarado en el


proceso en relación con los seguros tomados por Sofasa y por Autonal
para amparar los vehículos de la ocurrencia de posibles siniestros.

160 Página 28 de la declaración.


161 Página 6 de la declaración.

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Alejandra María Restrepo Martínez, Gerente Comercial de Willis


Watson, corredor de pólizas de seguros de Sofasa, se refirió a las
condiciones en las que esta contrata sus amparos así:

“(…) Tenemos pólizas nacionales e internacionales, las pólizas


nacionales básicamente cubren el interés asegurable de Sofasa que son los
vehículos cuando estén en movilización, me explico, desde que salen de la
planta hasta su destino final, entiéndase destino final el cliente, cuando yo
le entrego a mi cliente, que en este caso son los concesionarios o en el
exterior porque también vendo al exterior, en el momento en que yo le
entregue a mi cliente el producto que es el vehículo como tal, ahí cesa la
responsabilidad de la póliza de transportes de mercancías que tiene
Sofasa contratada para asegurar sus vehículos en el tema de movilización,
incluyendo en cargue y el descargue de estos en los sitios que se designa.

(…)

“Hay amparo, desde que sale de la planta de Sofasa en Envigado hasta


que llega al concesionario como tal, hasta ahí cesa la cobertura, cuando yo
lo descargo en el concesionario cesa la cobertura de la póliza de transportes
porque se entiende que ya el vehículo llegó a su destino final que es el cliente
de Sofasa.” (subraya fuera del texto original)

Hernando López Jiménez, presidente de la Junta Directiva de Autonal,


señaló respecto de los seguros tomados por dicha empresa lo siguiente:

“DR. LÓPEZ: Pero mientras los vehículos estaban en poder de


Autonal, se recibían por Autonal, usted los ponía en su vitrina para
venderlos, ¿mientras los vendía qué seguros tenía, si es que tenía?

“SR. LÓPEZ: Tenía un seguro, no me acuerdo cómo se llama, es un


seguro que cobija todos esos riesgos internos de las compañías, no me
acuerdo cómo se llama, es algo muy…

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“DR. LÓPEZ: ¿Contratado por Sofasa o contratado por Autonal?

“SR. LÓPEZ: Contratado por Autonal, custodia.”162

De igual forma, vale señalar en este punto lo indicado por Sonia


Rodríguez, representante legal de Autogalias:

“DR. LÓPEZ: En ese momento en que Sofasa entrega los vehículos en los
sitios que usted ha dicho, los riesgos que corren sobre el vehículo en cabeza de
quién corren de Autogalias o de Sofasa?

“SRA. RODRÍGUEZ: Una vez los reciba en mi sitio y que haga el


conforme de recepción, o sea los vehículos se bajan de la niñera, existe un
recepcionista que hace el conforme de recepción, si hay alguna inconformidad
en ese conforme de recepción se le informa a Sofasa para que ellos le den la
garantía, pero una vez están dentro de mi concesionario o en las instalaciones
es responsabilidad de concesionario.

“DR. LÓPEZ: Y Autogalias tiene contratada pólizas de seguros como


tomadora para esos vehículos?

“SRA. RODRÍGUEZ: Sí, claro.” 163


(subraya fuera del texto
original)

Los riesgos que, según lo antes expuesto, asumía Autonal respecto de los
vehículos desde el momento de su entrega, en contraposición a la
cesación que en ese mismo momento se producía de los amparos que, a
su turno, había contratado Sofasa, pone en evidencia una vez más la
actuación por cuenta y riesgo propios de Autonal.
En efecto, ningún sentido tendría que Autonal contratara los aludidos
amparos si no es porque era ella la llamada a asumir los riesgos derivados

162 Página 39 de la declaración.


163 Página 6 de la declaración.

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de cualquier siniestro de los que pudieran ser objeto los vehículos desde
el momento de su entrega por parte de la Convocada.

Y es que aun cuando algunos de los testigos que fueron llamados a


declarar señalaron que los seguros contratados por Autonal eran los
propios de quien ostenta la mera custodia de un bien, lo cierto es que en
el contrato suscrito entre las partes nunca se impuso una obligación a
cargo de la Convocante en tal sentido. De ser cierto que las partes
entendían que la actuación de Autonal era adelantada por cuenta y riesgo
de Sofasa, lo previsible habría sido la inclusión de una cláusula en virtud
de la cual Autonal se obligara a amparar las mercancías de cualquier daño
de la que pudieran ser objeto en desarrollo de su “custodia”.

Pero lo cierto es que Autonal no obtuvo los amparos en desarrollo de


una obligación con Sofasa, sino que lo hizo para proteger su propio
inventario, pues de resultar este afectado la única llamada a asumir las
consecuentes pérdidas sería aquella, en la medida en que, como ha
quedado ya expuesto, Sofasa recibía el pago de los vehículos con
independencia de lo que respecto de ellos sucediera después de su
entrega.

Así se manifestó el testigo Antonio Navia Barrera:

“DR. LÓPEZ: Una vez entregados, hablemos ahora de los automóviles, una
vez entregados los automóviles facturados por Sofasa a Autonal de quién era la
propiedad de esos vehículos, de lo que usted conoce?

“SR. NAVIA: Del concesionario.

“DR. LÓPEZ: Por qué?

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“SR. NAVIA: Porque ya había una factura a nombre del concesionario,


porque él los tenía en su inventario, porque estaban bajo su responsabilidad,
tanto así que estaban aceptados bajo sus pólizas de concesionarios y porque al
final es el concesionario el que factura al cliente final el carro.”164

Lo hasta aquí expuesto permite concluir que no solamente no resultan fundadas las
consideraciones en las que la Convocante pretendió acreditar que su gestión se
había adelantado por cuenta de Sofasa sino que, por el contrario, hay evidencia de
que, consistente con la naturaleza de concesión que las partes le dieron al contrato,
su actuación se adelantó por su cuenta y riesgos propios, por lo que, según se
analizará en detalle más adelante, no se presentó la alegada antinomia de la cláusulas
que descartaban la configuración de una agencia.

Sin perjuicio de lo anterior, prosigue el Tribunal con el análisis de los restantes


argumentos en los que se fundó la Convocante para combatir la calificación dada a
la relación contractual que sirve de origen a la controversia.

b. Existencia de contratos de compraventa entre Sofasa y Autonal

Otro de los soportes fundamentales de la posición de la parte Convocante, en su


empeño por demostrar la configuración de un contrato de agencia comercial,
consiste en negar frontalmente la celebración de contratos de compraventa entre
Sofasa y Autonal.

En efecto, desde la demanda misma, el actor afirmó en el hecho 88 que “en virtud de
El Contrato, la Convocante no compró vehículos nuevos, ni partes ni accesorios Renault, para
posteriormente revenderlos”.

Por su parte, y aunque en la exposición oral en la audiencia de alegatos de


conclusión aseveró cosa distinta, en el documento escrito contentivo de dichos
alegatos dijo:

164 Página 7 de la declaración.

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“Entre Sofasa y Autonal no se celebraron contratos de compraventa. (…) Los


elementos esenciales de la compraventa son (i) La cosa. (ii) El precio en dinero. (iii)
La transferencia de propiedad” 165 Y, más adelante, agregó “las facturas que
Sofasa emitió a nombre de Autonal dan fe de los elementos “precio” y “cosa”, pero
como culminación y consecuencia de ellas ha debido cumplirse la “transferencia de la
propiedad” de los bienes facturados, elemento esencial para perfeccionar los contratos
de compraventa, que no se dio.”166

La Convocada, por el contrario, ha afirmado que ella, en desarrollo del negocio,


vendía a Autonal los vehículos y repuestos que habrían de ser, luego, vendidos por
Autonal a los clientes finales. Así contestó Sofasa el hecho 88: “No es cierto, se trata de
una flagrante contradicción con lo que siempre fue la actividad central de Autonal, vender vehículos
nuevos, no sólo de marca Renault, también Volvo, Ford y Volkswagen. La multitud de facturas
que documentan la operación de compra por parte de Autonal a Sofasa, evidencian que aquí
también se va en contra de los propios actos.”

Y en los alegatos de cierre afirmó: “Debo rechazar la forma como se ha querido traer
confusión acerca de que Autonal no compraba los vehículos destinados a la reventa y que no era
propietario de ellos, con la rebuscada explicación referente a que jamás estuvieron matriculados a su
nombre y sobre esa base tratar de desvirtuar la existencia del contrato de compraventa de los
automóviles (…)”167

Es, pues, indispensable abordar el punto, ya que de él se desprenden conclusiones


cardinales para resolver la controversia.

Para el Tribunal no existe asomo de duda de que, en desarrollo y ejecución del


contrato de cuya calificación jurídica se ocupa, Sofasa vendió a Autonal vehículos y
repuestos.

165 Página 140 de los alegatos de conclusión de la Convocante.


166 Ibídem.
167 Página 30 de los alegatos de conclusión de la Convocada

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Así se desprende con claridad del objeto del contrato que quedó indicado en líneas
precedentes y que, para facilidad del lector, se transcribe nuevamente en los apartes
que en este punto interesan:

“El presente contrato tiene por objeto:

- La compra por parte del concesionario, en su propio beneficio y por su cuenta y


riesgo los vehículos ensamblados o importados, así como los repuestos y accesorios
comercializados por Sofasa, para su posterior venta al público dentro del territorio
colombiano en los puntos autorizados para ello dispuestos en el artículo 5.1 este
contrato.

“Los términos y condiciones de las compras que se realicen en desarrollo de este


contrato serán pactadas a través de contratos de compraventa autónomos e
independientes del presente contrato de concesión y se materializarán en facturas, al
tenor de lo dispuesto por el Código de Comercio. (Subraya fuera del texto
original).
“…”

En la cláusula 6.1.1, al señalar los derechos que en virtud de la celebración del


contrato se otorgaban al concesionario, se indicó que a este le asistía el derecho de
comercialización en los siguientes términos:

“El derecho temporal y no exclusivo de adquirir vehículos automotores nuevos así


como sus repuestos, partes y accesorios, que sean distribuidos por Sofasa S.A.,
para su reventa por cuenta y riesgo del concesionario, mediante contratos de
compraventa autónomos e independientes del presente contrato de concesión.
(…)”Subraya fuera del texto original).

Por su parte la cláusula 9.2. del contrato, dispuso:

Cámara de Comercio de Bogotá, Corte de Arbitraje, Centro de Arbitraje y Conciliación 181


LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

“Adquisición de vehículos nuevos. La adquisición de los vehículos que el


concesionario solicite en conformidad con el objetivo anual acordado y solicitado a
través de SEDRE, se realizará mediante contratos de compraventa autónomos e
independientes del presente contrato de concesión. Estos contratos se materializarán
en una factura igualmente independiente de este contrato.

“Se despacharán los vehículos que el concesionario solicite y Sofasa S.A. se


encargará de poner los vehículos a disposición de El Concesionario en las
instalaciones del mismo.

“El dominio/propiedad y derecho de disposición sobre los vehículos pasará al


concesionario una vez se emita por parte de Sofasa S.A. la respectiva factura con la
que se materializa el contrato de compraventa

“Parágrafo. Declaran las partes que las ventas de vehículos entre Sofasa S.A. y El
Concesionario como contratos consensuales, no son ventas comunes de vehículos
automotores a cliente final (consumidor) por lo que la tradición de los vehículos como
bienes muebles no se considera sujeta a lo dispuesto en el parágrafo del artículo 922
del Código de Comercio ni al artículo 47 de la ley 769 2002, las normas que los
complementen, modifiquen o sustituyan” (Subraya fuera del texto original).

Sobre el contenido de esta última cláusula volverá más adelante el Tribunal, en la


medida en que la Convocante pretende que se declaren nulos el inciso tercero y el
parágrafo.

Por ahora, y para efectos de decidir si hubo o no compraventas celebradas entre las
partes en desarrollo del contrato que dio origen al presente arbitraje, baste con
recoger las estipulaciones no cuestionadas que dan cuenta de esa intención negocial.
Desde la celebración misma del contrato las partes convinieron en, permítase la
expresión, instrumentar su acuerdo, mediante compraventas de vehículos y de
repuestos para ser ulteriormente revendidas a los clientes finales.

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LAUDO DE AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

De ello, además hay nutrido soporte probatorio en el expediente. Para comenzar es


pertinente hacer referencia a las facturas de compraventa que, según quedó
acreditado en el proceso, eran expedidas por Sofasa a Autonal. Según lo señalado
por Jhon Jairo Arias Londoño, gerente de la división de Contabilidad y Tesorería de
Sofasa, luego de efectuado el pedido por parte de Autonal, se procedía a la etapa de
facturación, en el que se “genera una factura en un archivo PDF que puede ser consultada por
los concesionarios e impresa por cada uno de ellos”168. Como soporte de su decir, el testigo
aportó al proceso, a título de ejemplo, algunas de las facturas de compraventa que
Sofasa emitió a Autonal en desarrollo de la ejecución contractual.169

En el mismo sentido, es pertinente traer a colación las facturas de compraventa


aportadas por el testigo Antonio Navia Barrera 170, gerente de División Ventas de
Sofasa, quien al referirse al proceso de facturación de las ventas de dicha compañía a
Autonal, señaló:

“La facturación es una factura específica que se hace de Sofasa al concesionario,


aquí tengo algunas.” y, seguidamente, agregó “donde están todas las
características y los detalles del carro al nivel de número de VIN que es el número
específico que identifica un vehículo, y se hace la facturación al concesionario, la
factura incluye el IVA y ya, en ese caso no incluye el impuesto al consumo porque
en este caso ellos no son los consumidores finales, nosotros los vendemos para que
ellos después los vendan a los consumidores finales.”171

También apunta en ese sentido lo declarado por Rubén Humberto Baquero del
Campo, quien fue gerente de Marcali, otro de los concesionarios de la Red, quien
señaló en su declaración:

“DR. SUÁREZ: Con esa experiencia que nos ha relatado quiere describir usted
al Tribunal brevemente cuál es la función que cumple un concesionario de Sofasa?

168 Página 5 de la declaración.


169 Facturas 214152119 y 214146744, que reposan a folios 17 y 26 del C. de Pruebas 4.
170 Folio 440 a 444 del C. de Pruebas 3.
171 Página 5 de la declaración.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

“SR. BAQUERO: La función que cumple es básicamente comprar vehículos


para colocarlos en el mercado y Marcali obtiene un beneficio como fruto de una
intermediación, obtiene ese beneficio, esa es la función, no solamente en el área de
vehículos sino también en el área de repuestos, compramos repuestos para colocarlos
en el público obteniendo un margen de intermediación en esa operación, eso es en
línea generales lo que hace el concesionario. Por supuesto implícito ahí está una
cantidad de actividades como cumplir con normatividades, cumplir con honrar la
garantía que el fabricante da y por supuesto mantener el prestigio de la marca en el
más alto nivel, es eso en línea generales.”172

Por su parte, Alirio Alarcón Cepeda, gerente de Autostop, tras señalar que su
vinculación con Sofasa, como con otros representantes de marcas de vehículos, es
para la “compra de vehículos Renault” describió de manera detallada cómo se
adelanta el aludido proceso de compra entre las partes.173

El argumento fundamental de la Convocante para negar la existencia de


compraventas entre las partes lo hace consistir en la ausencia de tradición (modo
derivativo de adquisición de derechos reales). En el alegato escrito aseveró el señor
apoderado de AUTONAL:

“En el caso sub íudice, resultó probado que los vehículos nuevos Renault que Sofasa
le suministró a Autonal, no fueron inscritos a nombre de Autonal ante las
autoridades de tránsito. (…) El incumplimiento de esta solemnidad significa que
entre las partes no se perfeccionó una compraventa (…)”174 (subraya original del
texto)

Como se observa, de la ausencia de tradición entre Sofasa y Autonal, pretende


derivar la Convocante la ausencia de compraventas entre ellas, pues, a su juicio, sin
tal figura –la tradición- no puede perfeccionarse el contrato de compraventa.

172 Página 4 de la declaración.


173 Cfr. Página 64 de la declaración.
174 Página 141 de los alegatos de conclusión de la Convocante.

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No comparte el Tribunal esta línea de pensamiento. El perfeccionamiento del


contrato de compraventa se logra con el acuerdo entre las partes sobre cosa vendida
y precio (art. 1857 del Código Civil). Nada más se requiere. La tradición es uno de
los efectos que se producen como consecuencia de la celebración de la
compraventa. La definición misma de ese tipo contractual no deja la menor duda. El
artículo 905 del estatuto mercantil dispone que la compraventa “es un contrato en que
una de las partes se obliga a transmitir la propiedad de una cosa y la otra a pagarla en
dinero” (resalta el Tribunal).

Y la obligación de transmitir la propiedad, surgida del contrato ya perfeccionado


(título), se cumple con la tradición (modo). Así las cosas, sostener que la
compraventa se perfecciona con la tradición, es confundir la fuente de las
obligaciones con el cumplimiento de las mismas, o dicho con otras palabras, es
equiparar la causa con el efecto. Sostener lo contrario llevaría al contrasentido de
que si la tradición es elemento perfeccionador de la compraventa, carecería de
fuente la obligación de dar (transmitir la propiedad) a cargo del vendedor. O, aún
peor, bastaría que el vendedor se abstuviera de hacer tradición para poder afirmar la
inexistencia de la compraventa.

Insiste el Tribunal en que una cosa es el contrato de compraventa -uno de los


diversos títulos traslaticios de domino (art. 745 del Código Civil)-, y otra el modo
de adquisición, que para el caso que se analiza es la tradición. Este es efecto o
consecuencia de aquel. En suma, la existencia del contrato de compraventa debe
sostenerse independientemente del cumplimiento de las obligaciones nacidas del
mismo.

La tradición opera de diversa manera, según sea la clase del bien objeto del contrato.
Así por ejemplo, (i) la de bienes corporales muebles no sujetos a registro, puede
hacerse bajo cualquiera de las modalidades que establece el artículo 754 del Código
Civil, sin perjuicio de las especiales formas de entrega reguladas en el artículo 923
del Código de Comercio, para el caso de compraventas regidas por ese estatuto; (ii)
la de derechos personales, con la entrega del título por el cedente al cesionario (art.

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761 C.C.); (iii) la de bienes raíces, con la inscripción del título (escritura pública) en
el registro de instrumentos públicos (art. 756 C.C.), (iv) la de bienes raíces con
ocasión de la celebración de una compraventa mercantil, con la inscripción del título
en la correspondiente Oficina de Registro de Instrumentos Públicos, además de la
entrega material de la cosa (art. 922 C. de Co).
La tradición o transmisión de la propiedad de vehículos automotores, que es lo que
interesa en este conflicto, tiene régimen especial que exige, de manera análoga a la
tradición de inmuebles vendidos en compraventas regidas por el Código de
Comercio, además de la entrega material, la inscripción del título (contrato) en el
organismo de tránsito correspondiente, según lo dispone, para las compraventas
mercantiles, el parágrafo del artículo 922 del Código de Comercio y, en general, el
artículo 47 de la ley 796 de 2002. El Tribunal volverá sobre esta forma de tradición
más adelante.

Por ahora, se reitera que no debe confundirse el contrato de compraventa con la


tradición de la cosa vendida. Esta no constituye, como lo sostiene la Convocante, el
elemento perfeccionador de aquel. La tradición es el cumplimiento de una de las
obligaciones del vendedor, lo que presupone el perfeccionamiento previo de la
fuente de la obligación, es decir, el contrato. Por tanto, bien puede sostenerse la
existencia del contrato de compraventa sin que se haya producido la tradición.

Es más, dada la distinción entre título y modo que consagran las normas legales en
Colombia (art. 754 C.C.), tanto la ley civil como la mercantil permiten la venta de
cosa ajena (arts. 1871 C.C. y 907 C. de Co.). Tan no se requiere de la tradición para
perfeccionar el contrato, que explícitamente el legislador admite la figura. Si la
tradición fuese elemento esencial para perfeccionar el contrato, imposible sería la
validez de la venta de cosa ajena. Otra cosa será que el vendedor de cosa ajena, que
no adquiere después el dominio de ella (arts. 1875 C.C. y 908 C. Co), o que no
estipula de alguna manera que se liberará con la sola entrega material, procurando
con ello la posesión en el comprador, incumpla con su obligación de transferir la
propiedad de la cosa vendida.

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Para el Tribunal está demostrado que en desarrollo del contrato que dio origen al
presente litigio y de cuya calificación se está ocupando, Sofasa en calidad de
vendedora y Autonal como compradora celebraron múltiples y continuados
contratos de compraventa de vehículos y de repuestos que posteriormente serían
vendidos por la Convocante a los clientes finales.

Ahora bien, las aseveraciones de la demanda y de los alegatos finales de la


Convocante según las cuales entre las partes no mediaron múltiples y sucesivos
contratos de compraventas sino un suministro (hecho 83), no varían la conclusión a
la que llega el Tribunal. En efecto, además de que en el expediente no obra prueba
de que las partes hayan querido celebrar específicamente un contrato de suministro
de vehículos y/o repuestos, si el cúmulo de compraventas entre las partes se quisiera
ver como “prestaciones periódicas o continuadas de cosas” según la expresión empleada en
el artículo 968 del Código de Comercio, al definir el contrato de suministro, de
cualquier forma se estaría en presencia de un negocio jurídico dispositivo –como lo
es la compraventa- al que le serían aplicables las normas de este tipo negocial, por
razón del artículo 980 del Código de Comercio, según el cual “se aplicarán al
suministro, en cuanto sean compatibles con las disposiciones precedentes, las reglas que regulan los
contratos a que correspondan las prestaciones aisladas”. Por tanto, aún si se concluyera que
Sofasa suministraba a Autonal vehículos y repuestos para su posterior venta al
público, las normas aisladas sobre compraventa, incluidas por supuesto las relativas
a la tradición, serían las llamadas a ser aplicadas, razón por la cual las bases sobre las
que el Tribunal hace descansar sus conclusiones sobre todo este particular
permanecen incólumes.

Ahora bien, para abordar de manera completa el debatido asunto de la propiedad de


los vehículos y el nexo que esto tiene con la pretendida configuración de agencia
mercantil, considera necesario el Tribunal examinar los lazos o vínculos que
existieron entre el mecanismo contractual de distribución, hoy debatido en cuanto a
su naturaleza jurídica, y las compraventas celebradas entre Sofasa y Autonal. Ello,
como se verá, explicará completamente las razones por las cuales Autonal no

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adquirió, ni tenía que adquirir, la propiedad de los vehículos que vendió a los
clientes finales.

El examen e interpretación de las atrás referidas cláusulas 4.1 (objeto) y 9.2


(adquisición de vehículos nuevos) pone de presente que desde el inicio, las partes
establecieron claros nexos entre el contrato cuya naturaleza jurídica hoy disputan y
las compraventas.

Por su importancia conviene recordar las expresiones empleadas por las partes:

Desde el objeto mismo del contrato se previó que “El presente contrato tiene por objeto: -
La compra por parte del concesionario, en su propio beneficio y por su cuenta y riesgo los vehículos
ensamblados o importados, así como los repuestos y accesorios comercializados por Sofasa, para su
posterior venta al público”. Y a renglón seguido se dispuso: “Los términos y condiciones de
las compras que se realicen en desarrollo de este contrato serán pactadas a través de contratos de
compraventa autónomos e independientes del presente contrato de concesión y se materializarán en
facturas, al tenor de lo dispuesto por el Código de Comercio”. (Subraya fuera del texto
original).

Y en la cláusula 9.2 es estipuló: “La adquisición de los vehículos que el concesionario solicite
en conformidad con el objetivo anual acordado y solicitado a través de SEDRE, se realizará
mediante contratos de compraventa autónomos e independientes del presente contrato de concesión.
Estos contratos se materializarán en una factura igualmente independiente de este contrato”. (…)

Para el Tribunal resulta evidente, con base en las pruebas que obran en el
expediente, la conexidad o coligación entre el negocio básico y las compraventas
mediante las cuales se pondría en funcionamiento el sistema de distribución
acordado.

Por la importancia que el asunto reviste para la decisión que debe adoptar el
Tribunal, conviene a estas alturas del análisis, una breve mención a la coligación
contractual.

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En la contratación mercantil son muchas las operaciones que demandan la


intervención de pluralidad de contratos. Esta creciente realidad ha sido expuesta por
la doctrina bajo denominaciones no siempre coincidentes y modalidades diversas.
En ese sentido es frecuente ver expresiones como “unión de contratos”, contratos
“conexos”, “coligados” “relacionados”, “vinculados”, o “cadenas”, “redes”, o
“grupos” de contratos.

Operaciones como las de construcción, medicina prepaga, paquetes turísticos


vendidos por agencias de viaje, tarjeta de crédito, venta de productos con
financiación proveniente de sujeto diferente del vendedor, etc., son apenas unos
pocos ejemplos de eventos que requieren de una multiplicidad de contratos.

La distribución de bienes es una necesidad económica que frecuentemente demanda


un esquema complejo de contratos, conexos o coligados, que involucra acuerdos de
diversa naturaleza celebrados, algunos entre las mismas partes, otros, con terceras
personas, pero que evidencian heterogeneidad en su naturaleza y, sobre todo, lo que
la doctrina ha llamado una “finalidad económica supracontractual”.175

La conexidad o coligación contractuales no ha sido ajena a la doctrina. Para


completa claridad, conviene exponer algunas nociones.

Jorge Suescún Melo, citando a BRECCIA, UMBERTO; BIGLIAZZI, LINA;


NATOLI, UGO y BUSNELLI, FRANCESCO, Derecho Civil, tomo I, volumen 2.
Universidad Externado de Colombia, 1992, No. 122, expone:

“En sentido amplio, coligación significa coordinación entre varios negocios jurídicos
distintos para la ordenación de intereses que las partes pretenden atender y

175 Esta realidad ha empezado a ser regulada por distintas legislaciones. Así por ejemplo, el artículo 1073 del Código
Civil y Comercial de la República Argentina dispone: “Hay conexidad cuando dos o más contratos autónomos se hallan
vinculados entre sí por una finalidad económica común previamente establecida, de modo que uno de ellos ha sido determinante del otro
para el logro del resultado perseguido. Esta finalidad puede ser establecida por la ley, expresamente pactada, o derivada de la
interpretación, conforme con lo que se dispone en el artículo 1074”. A su turno el artículo 1074 establece que El 1074 establece:
“Los contratos conexos deben ser interpretados los unos por medio de los otros, atribuyéndoles el sentido apropiado que surge del grupo de
contratos, su función económica y el resultado perseguido”.

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desarrollar. Dicho fenómeno presupone, entonces, dos o más contratos diferentes y un


elemento de coligación jurídicamente relevante entre ellos”176

Messineo, para explicar la figura sostiene que:

“…se quiere indicar el caso en que se estipulan entre las mismas partes dos contratos en
relación de dependencia mutua (interdependencia), en el sentido de que la ejecución (o la
validez) del uno queda subordinada a la ejecución (o a la validez) del otro…”177

La coligación de contratos se refiere ora al influjo de uno sobre el


perfeccionamiento de otro, como ocurre entre contrato de promesa y contrato
prometido (coligación genética) ora al desarrollo de la relación que nace del otro
contrato”178, evento conocido como coligación “funcional”.

Esta última puede ser, básicamente, unilateral o bilateral según lo sea influjo, así:

“Habrá unión de contratos completos unidos por dependencia bilateral (recíproca),


cuando el propósito práctico tenido a la vista por las partes al tiempo de
perfeccionamiento de los mismos ha sido el de que uno dependa del otro. Inversamente, la
unión de contratos distintos y completos portará dependencia unilateral cuando sólo uno
dependa del otro”179

Las consecuencias de la coligación son variadas. Asuntos como la interpretación, la


eficacia, el cumplimiento de los contratos involucrados, requieren ser examinados
no de manera individual sino en su perspectiva de conexidad. Así, por ejemplo, el
incumplimiento de un contrato coligado, justifica la acción resolutoria del otro, la
ineficacia de uno podría determinar la extinción del otro. La interpretación de uno
de los contratos, requiere tener en consideración la existencia y propósito de los
demás, etc.

176 SUESCUN MELO, JORGE, La Coligación de los Contratos y sus Efectos, en Derecho Privado. Estudios de Derecho Civil y
Comercial Contemporáneo, tomo II, Segunda edición, Legis, Bogotá 2003. Pág 145.
177 MESSINEO, FRANCESCO, Doctrina general del Contrato, tomo I, EJEA, Buenos Aires, 1952, pág 402.
178 MESSINEO. Ob. Cit. Pág 403.
179 STIGLITZ, Rubén S. Contratos Civiles y Comerciales. Parte General. Abeledo – Perrot. Buenos Aires, 1998. Pág.

114.

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La coligación contractual fue abordada por nuestra Corte Suprema de Justicia en


sentencia de casación civil de mayo 31 de 1938, con ponencia del Magistrado Dr.
Juan Francisco Mújica (Gaceta Judicial número 1936 págs. 566 y ss), reiterada en
sentencia de casación civil del 11 de septiembre de 1984, con ponencia del
Magistrado Dr. Humberto Murcia Ballén (Gaceta Judicial número 2415, págs. 249 y
ss).

Con apoyo en las precedentes consideraciones encuentra el Tribunal un evento de


coligación funcional bilateral entre el contrato celebrado entre Sofasa y Autonal,
objeto de este arbitraje, y las compraventas tanto de vehículos como de repuestos
celebradas en desarrollo de aquel. En efecto, el negocio originador del esquema de
distribución (agencia para la Convocante, concesión para la Convocada), resultaría
apenas un marco vacío sin las compraventas posteriores, y estas no se explicarían
por sí mismas sin dicho marco que es el que, jurídicamente hablando, constituye su
causa.

Así pues, lo relativo a la tradición de los vehículos como efecto de las compraventas
celebradas entre las partes, asunto ampliamente debatido en este proceso, debe ser
analizado y entendido a la luz del propósito y objeto del referido contrato que
constituyó la base o marco del esquema negocial de distribución.

Bajo estas premisas conceptuales afirma el Tribunal que el esquema contractual


acordado por las partes, si bien partió de la celebración de contratos de compraventa
entre Sofasa (vendedora) y Autonal (compradora), no requirió que esta adquiriera la
propiedad de los vehículos, en la medida en que tal propiedad (de vehículos nuevos)
habría de ser radicada directamente en cabeza del denominado cliente final. Dicho
con otras palabras: comoquiera que Autonal compraba vehículos “para su posterior
venta al público”, y que dichos vehículos se comercializarían como nuevos o “cero
kilómetros”, el manejo de la propiedad misma de los vehículos, en el esquema
contractual, tuvo en cuenta que ella –la propiedad- no se concibió para radicarse en

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cabeza de Autonal para ser transferida luego a los clientes finales, sino, directamente
a ellos mediante el trámite administrativo de “matrícula”.

Varios testigos se pronunciaron en ese sentido:

Alirio de Jesús Alarcón Cepeda, gerente de Autostop, señaló:

“SR. ALARCÓN: Cuando el vehículo ya el cliente tiene aprobado el crédito o está


cancelado el vehículo, el cliente firma los documentos de matrícula y nosotros mismos
le hacemos la matricula al cliente, llevamos los papeles, los radicamos en el RUNT y
ellos expiden la tarjeta de propiedad a nombre del cliente con la reserva o el proceso
que se tenga que hacer, se entregan los documentos y con eso es que va al desembolso,
si no tiene desembolso se le entrega el vehículo al cliente con su tarjeta de propiedad a
nombre de él ya con todos sus papeles legalizados.

“DR. LÓPEZ: Entendería de lo que usted me ha dicho, que quién matricula, el


primer registro, es el cliente final?

“SR. ALARCÓN: Sí.

“DR. LÓPEZ: Por qué razón no se matricula a nombre de Autostop que fue
quien los compró?

“SR. ALARCÓN: Sería un doble trámite y nosotros según normas comerciales


debemos expedir la factura a nombre del cliente y matricularlo a nombre del cliente,
si lo matriculáramos a nombre de Autostop tocaría hacerle un traspaso, ya no se
manejaría como un vehículo nuevo sino como un vehículo usado, ya generaría un
traspaso.

“DR. LÓPEZ: Teniendo en cuenta ese conocimiento que nos ha mencionado tiene
no sólo con relación del caso de Sofasa sino de otras empresas fabricantes, sabe si eso

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que nos ha dicho en materia de matrícula de los vehículos nuevos es una práctica
comercial general en el país?

“SR. ALARCÓN: Es igual para todas las marcas y todos los concesionarios
aplican las mismas políticas.

“DR. PABÓN: Quién paga los derechos de matrícula?

“SR. ALARCÓN: El cliente.”180

En el mismo sentido, resulta pertinente recordar en este punto la declaración del


señor Daniel Díaz Hurtado, quien trabajó para Autonal durante 4 años, y quien
coincidió en lo señalado por el testigo Alarcón, en el sentido de que los vehículos no
podían ser matriculados a nombre de Autonal, en la medida en que ello supondría
un doble traspaso y la consecuente pérdida de su calidad de nuevos.

Sobre el aludido asunto se pronunció el señor Díaz, así:

“DR. LÓPEZ: Cuando el cliente adquiría el vehículo, ¿en materia de matrícula


del vehículo qué pasaba?

“SR. DÍAZ: Había una empresa con la cual el cliente compraba la matrícula del
vehículo que en un momento dado se hacía inicialmente a nombre de él, el vehículo
estaba sin matrícula, el vehículo se matriculaba a nombre del cliente a través de una
empresa que el cliente firmaba y autorizaba que hiciera los trámites de matrícula.

“DR. LÓPEZ: ¿Por qué razón no obstante que usted nos ha dicho que los
vehículos eran de Autonal, no estaban matriculados a nombre de Autonal?

“SR. DÍAZ: Porque si no serían vehículos usados, nosotros vendíamos vehículos


nuevos, cero kilómetros y la instrucción desde la misma marca era que los vehículos

180 Página 69 de la declaración

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se matriculaban a nombre del cliente, porque Autonal no compraba los carros para
él, para matricularlos y usarlos, Autonal los compraba para venderlos al cliente final
a nombre de quien se le matriculaba los carros, eso es lo que hacen todos los
concesionarios, todos los de todas las marcas, difícilmente hoy por qué, porque si
usted matricula un carro a nombre de una persona, cuando lo venda, la tarjeta de
propiedad ya le va a salir traspaso y automáticamente se conceptúa que ese vehículo
ya es usado y nosotros vendíamos vehículos nuevos.

“DR. LÓPEZ: Usted nos ha dicho o en la primera pregunta que hizo el señor
Presidente del Tribunal, que es empleado también de otra empresa de venta de
automóviles que se llama Colwagen, ¿allí es similar el trámite?

“SR. DÍAZ: Es lo mismo, el trámite financiero y administrativo puede ser


diferente, pero en últimas lo que hace el concesionario es tener unos vehículos y se
matriculan a nombre de personas, clientes finales, porque si no ya se conceptúa, en
Colombia por lo menos se conceptúa que un vehículo que sale con traspaso ya es
usado y ya tiene una depreciación, ya el carro no debe valer lo mismo porque ya no es
el primer propietario el cliente final.”181

De igual forma se pronunció Antonio Navia Barrera, director de ventas de Sofasa,


quien señaló:

“SR. NAVIA: Para mí Autonal no transfería un carro a un cliente, Autonal


vendía carros a clientes y lo que hacía era una matrícula, una venta de un vehículo
nuevo que nunca había sido matriculado y que se matriculaba por primera vez a
nombre del cliente, lo otro es un usado, un carro que se matricula y se vende es un
usado.

“DR. SUÁREZ: Para hacer esa matricula por primera vez usted dijo que se
necesitaba la factura de Autonal.

181 Páginas 4 y 5 de la declaración.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

“SR. NAVIA: Se necesita una factura a nombre del cliente a quien se va a


matricular.”182

En este punto es pertinente anotar que Sonia Rodríguez Ardila, gerente del
concesionario denominado Autogalias y Susana Vélez Cadavid, gerente de desarrollo
de Red de Sofasa, fueron coincidentes al señalar que, una vez el vehículo es
facturado por parte del concesionario al cliente final, se procede a matricularlo en
nombre de este último, para lo cual se requiere, entre otra documentación, la factura
que el concesionario le expide a su comprador.

Finalmente, vale recordar aquí lo señalado sobre el proceso de matrícula por el


testigo Carlos Enrique Angarita Angarita, asesor externo de ASOCOR, quien ante la
pregunta de si es necesario que el concesionario acredite la propiedad del vehículo
en el momento de realizar la matrícula del mismo a nombre del consumidor final,
indicó:

“SR. ANGARITA: No, la respuesta es no porque jamás es propietario el


Concesionario del vehículo, en términos del parágrafo del artículo 922 del Código
de Comercio, no hay tradición del dominio.”183

Y seguidamente, siguió su declaración así:

“DR. SUÁREZ: De acuerdo, eso está claro, pero la duda sigue, porque en el
momento de la matricula se pide un certificado de empadronamiento, que acredita
todo ese proceso descrito en la Resolución 03192, el debate, y yo como
Concesionario presento una factura, en esa factura no estoy acreditando la
propiedad del vehículo, estoy presentando la factura que le hago yo a ese señor, pero
cómo se establece la relación entre el titular de ese certificado de empadronamiento y
el que hace la factura, en este caso el Concesionario?

“SR. ANGARITA: Cómo se hace?

182 Página 27 de la declaración


183 Página 38 de la declaración.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

“DR. SUÁREZ: Sí, cuál es el eslabón para unir ese certificado de


empadronamiento con mi autoridad para hacer la factura, porque yo sí estoy
transfiriendo el dominio, yo Concesionario estoy matriculando el carro, de dónde,
cómo acredito mi derecho?

“SR. ANGARITA: La entidad de transito entiende que con el cumplimiento de


la entrega del certificado de empadronamiento y la factura donde consta la compra
del vehículo por parte del consumidor se reúnen los requisitos para hacer la
matricula”.184

De las declaraciones antes citadas se desprende que los vehículos que Autonal
comercializada no eran matriculados en su nombre, sino que, como quedó
expuesto por los testigos, dicho trámite se adelantada en favor del consumidor
final.

Tal hecho se encuentra, además, confirmado por la experticia rendida por Jega
Accounting House Ltda., entidad que señaló que “con excepción de los vehículos nuevos en
demostración destinados para la conducción de prueba para el cliente final, AUTONAL S.A.
no matriculó ningún vehículo nuevo a su nombre”185 Y más adelante se anotó en la referida
experticia “… los vehículos nuevos Renault que la Convocante comercializaba en sus salas de
ventas, se matriculaban (registro inicial) a nombre del cliente final”186

Ahora bien, que Autonal no se hiciera propietaria formal de los vehículos no quita
que fuera real compradora de los mismos frente a Sofasa y real vendedora frente a
los clientes finales. Está probado en el expediente que esas dos calidades las tuvo
Autonal. Otra cosa es que, por virtud de la operación integral convenida por las
partes, resultara innecesario, además de inconveniente, una doble transferencia del
derecho de dominio. Eso, como lo declararon los testigos, habría significado, y no

184 Ibídem.
185 Página 69 del dictamen pericial inicialmente rendido.
186 Página 70 del dictamen pericial.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

era esa la idea, que los clientes finales adquirieran vehículos que jurídicamente no
pudieran ser tenidos como nuevos.

En atención a que según el régimen legal colombiano, el vendedor no tiene


necesariamente que ser propietario de la cosa vendida, nada impedía que (i)
Autonal, comprara vehículos nuevos a Sofasa, sin que se hiciera un “traspaso” de la
propiedad a su nombre; (ii) que estos vehículos fueran luego vendidos por Autonal
a los clientes finales y (iii) que la propiedad de los mismos se radicara directamente
en cabeza de tales clientes por el procedimiento administrativo de matrícula.

Sobre este mecanismo e intención, son elocuentes las manifestaciones de las partes
en el parágrafo de la cláusula 9.2 del contrato objeto de este debate, según la cuales
“Declaran las partes que las ventas de vehículos entre Sofasa S.A. y El Concesionario como
contratos consensuales, no son ventas comunes de vehículos automotores a cliente final (consumidor)
…”

Y no podían ser ventas comunes a cliente final, porque la intención, plasmada con
claridad en la cláusula 4.2 (objeto), siempre fue que Autonal comprara “para su
posterior venta al público”.

Corrobora el que las ventas hechas por Sofasa a Autonal no fueran ventas a cliente
final, la demostrada circunstancia de que en las facturas correspondientes a dichas
ventas, no se incluyera el impuesto al consumo, a diferencia de las ventas de Autonal
a sus compradores (clientes finales).

Obran en el expediente copias de esos dos tipos de facturas. De conformidad con lo


dispuesto en el artículo 512-1 del Estatuto Tributario, “Créase el impuesto nacional al
consumo a partir del 1o de enero de 2013, cuyo hecho generador será la prestación o la venta al
consumidor final o la importación por parte del consumidor final, de los siguientes servicios y bienes:
(…) 2. Las ventas de algunos bienes corporales muebles, de producción doméstica o importados,
según lo dispuesto en los artículos 512-3, 512-4 y 512-5 de este Estatuto. El impuesto al consumo
no se aplicará a las ventas de los bienes mencionados en los artículos 512-3 y 512-4 si son activos

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fijos para el vendedor, salvo de que se trate de los automotores y demás activos fijos que se vendan a
nombre y por cuenta de terceros y para los aerodinos.” Para el Tribunal es evidente que si la
ley hace la aludida distinción es porque pueden existir ventas en las que los
compradores no sean clientes o consumidores finales. Pues bien, a juicio del
Tribunal, ello aconteció en el caso bajo examen.

Ahora bien, las normas legales contenidas en la ley 769 de 2002, diferencian con
nitidez la matrícula de un vehículo nuevo, de la tradición de un vehículo ya
matriculado. En efecto, de conformidad con el artículo 2 (definiciones) la matrícula
es el “procedimiento destinado a registro inicial de un vehículo automotor ante un organismo de
tránsito. En ella se consignan las características tanto internas como externas del vehículo, así como
los datos e identificación del propietario” (subraya fuera del texto original).

Por su parte, la tradición de vehículos ya matriculados la regula el artículo 47 en los


siguientes términos: “La tradición del dominio de los vehículos automotores requerirá, además
de su entrega material, su inscripción en el organismo de tránsito correspondiente, quien lo
reportará en el Registro Nacional Automotor en un término no superior a quince (15) días. La
inscripción ante el organismo de tránsito deberá hacerse dentro de los sesenta (60) días hábiles
siguientes a la adquisición del vehículo.”

En síntesis: con base en la estructura contractual acordada por las partes se tiene que
(i) Autonal compraba vehículos a Sofasa, no como cliente final sino “para su
posterior venta al público”; (ii) Autonal recibía materialmente de manos de Sofasa
los vehículos que le compraba; (iii) Autonal vendía y entregaba vehículos nuevos a
los clientes finales y, por tanto, (iv) el procedimiento de matrícula, como lo
explicaron los testigos, se adelantaba de manera tal que en el registro inicial de los
vehículos apareciera el cliente final.

Para el Tribunal es claro entonces que queda plenamente explicada la razón por la
cual Autonal no adquiría la propiedad de los vehículos para ser luego transmitida a
los clientes finales. Ello habría significado, frente a ellos, que no se les pudiera
vender, jurídicamente hablando, vehículos nuevos, además de un innecesario

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aumento de costos de operación, así como sobrante traslación de dominio a sujeto


en cuya causa impulsiva, con el consentimiento de su contraparte negocial, jamás
estuvo, ni era necesaria, el querer adquirir para sí el derecho de propiedad sobre los
bienes comercializados.

Pero este esquema, no significa ni por asomo, que Autonal, no haya sido
compradora de los vehículos frente a Sofasa. Claro que lo fue, como también fue
vendedora por su cuenta frente a los clientes finales.

Y no se diga que la operación jurídica, así concebida, signifique que Autonal hubiera
procedido por cuenta y mucho menos en nombre de Sofasa en los efectos de los
contratos de compraventa celebrados entre aquella y los clientes finales. Autonal no
hizo tradición de los vehículos nuevos por cuenta de SOFASA a los compradores
finales de los vehículos, simplemente porque, según el esquema contractual
acordado y en cumplimiento de las normas legales sobre matrícula de vehículos
automotores nuevos, ello era innecesario. Realmente nunca hubo, stricto sensu,
tradición de vehículos nuevos ni entre Sofasa y Autonal, ni entre Autonal y los
clientes finales.

Pero esto no afecta que Autonal comprara por su cuenta para posterior venta a
terceros y que, también por su cuenta vendiera como en efecto vendió a los clientes
finales en desarrollo de su labor como concesionario. El dominio se radicó en
cabeza de los aludidos clientes finales, no como consecuencia de la tradición de un
vehículo ya matriculado, sino mediante el trámite legal de la matrícula (art. 2, ley 769
de 2002).

Ahora bien, de cara a la eficacia del inciso tercero y del parágrafo de la cláusula 9.2,
cuya validez impugna la Convocante, el Tribunal considera que efectivamente dicho
inciso y parágrafo, en cuanto pretendieron sin real necesidad regular la forma como
se daría la tradición de los vehículos automotores, contrarían las disposiciones
imperativas contenidas en los artículos 922 del Código de Comercio y 47 de la ley

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769 de 2002, con lo que se configura la causal de nulidad absoluta prevista en el


ordinal 1º del artículo 899 del Código de Comercio.

Por tanto el Tribunal declarará la nulidad absoluta del inciso tercero de la cláusula
9.2 que dispone “El dominio/propiedad y derecho de disposición sobre los vehículos pasará a
EL CONCESIONARIO una vez sea emitida por parte de SOFASA S.A. la respectiva
factura con la que se materializa el contrato de compraventa”, y la expresión “por lo que la
tradición de los vehículos como bienes muebles no se considera sujeta a lo dispuesto en el parágrafo
del artículo922 del Código de Comercio ni al artículo 47 de la ley 769 de 2002, las normas que
los complementen, modifique (sic) o sustituyan”, contenida en el parágrafo de la cláusula 9.2,
del contrato objeto de este proceso.

Con todo, el Tribunal precisa que la declaración de nulidad de los referidos


contenidos contractuales se hace, dada la pretensión formulada por la Convocante,
de cara a la contemplación objetiva de la ilegalidad de la cláusula, como quiera que la
tradición de vehículos automotores se regula en normas imperativas que, por serlo,
no admiten estipulación en contrario. Sin embargo, ello no altera en nada las
conclusiones a las que se arribó sobre la celebración de contratos de compraventa
celebrados entre Sofasa y Autonal y entre esta y los clientes finales, ni las
conclusiones acerca de la manera como se procedía a la matrícula de los vehículos
nuevos a nombre de tales clientes, sin que legalmente fuera requerida una cadena de
tradiciones.

No puede el Tribunal terminar el examen de los contratos de compraventa


celebrados entre Sofasa (vendedora) y Autonal (compradora) sin hacer mención a lo
que la Convocante en sus alegatos de conclusión denominó como “el mito de la
‘compra para la reventa’ en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia”187

En su opinión, solo aparentemente en las sentencias en las que se ha negado la


existencia de contratos de agencia comercial son excluyentes la compra para la
reventa y dicho tipo contractual. En su argumentación la Convocante transcribe

187 Página 129 y siguientes de los alegatos de conclusión de la Convocante.

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apartes de multiplicidad de sentencias que en sus palabras “alimentan el mito” y luego,


frente a cada una, plantea lo que, en su parecer, constituyó la correspondiente ratio
decidenci.

Además de que el Tribunal no encuentra que, realmente, la ratio decidenci haya


excluido en todos los casos citados la compra para la reventa como fundamento
para negar la configuración de agencia comercial (v.gr sentencias del 18 de marzo de
1982 y del 31 de octubre de 1995), de cualquier manera, los pasajes citados por la
propia Convocante de un muy nutrido número de sentencias de la Corte Suprema
de Justicia, en los que la alta Corporación menciona las compras destinadas a la
reventa como incompatibles con la agencia comercial son ciertamente indicativas del
pensamiento de la jurisprudencia, aunque, en casos concretos, el soporte final de la
decisión haya consistido en consideraciones diferentes. Dicho con otras palabras, el
marco doctrinal de las sentencias de la Corte, puede abarcar asuntos y temas,
respecto de los cuales se deja clara la postura de la Corte, aunque para la decisión los
soportes sean de naturaleza diversa.

Para concluir, es preciso indicar que lo hasta aquí expuesto no se contradice con lo
que quedó señalado en líneas anteriores en el sentido de que el mandatario, sea que
actúe como agente o no, pueda en casos excepcionales detentar la propiedad de los
bienes relacionados con su encargo, siempre que se logre demostrar que su
actuación se adelanta por cuenta y riesgo del mandante. Insiste el Tribunal en que la
mera titularidad del dominio en cabeza de un intermediario, si bien aleja
considerablemente la posibilidad de configuración de un mandato, no basta, por sí
misma, para arribar a la conclusión. Será necesario siempre, para afirmar esto, que se
acredite, sin asomo de duda, que tal intermediario actuó por cuenta ajena.

c. Provecho económico o utilidad de la Convocante

Finalmente el otro fundamento capital en el que se soporta la Convocante para


señalar que lo celebrado entre las partes fue realmente un contrato de agencia
comercial y no uno de concesión, tiene que ver con el hecho de que, en su decir,

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Autonal fue remunerada por Sofasa por su gestión, lo que, a su juicio, resulta
incompatible con la calificación que las partes le dieron al contrato.

Lo primero que debe anotarse es que la existencia de una remuneración no


descarta, de suyo, la configuración de una concesión mercantil. En efecto, aunque
no hay definición legal en nuestro régimen del mencionado contrato, al consultarse
lo que sobre el particular opina la doctrina, así como lo que se prevé en la
legislación foránea, se advierte que la remuneración se concibe como un elemento
compatible con la concesión.188
En adición debe tenerse en cuenta que la onerosidad en los contratos, esto es, la
“utilidad” que tienen por objeto (art. 1497 del Código Civil), responde a la idea de
beneficio, ganancia o lucro que reporta para las partes lo que puede resultar de
pagos provenientes de la otra o de fuentes diversas. Dicho con otras palabras, la
utilidad buscada en los contratos onerosos, como lo son tanto la agencia comercial
como la concesión, no necesariamente proviene de erogaciones o pagos hechos por
una parte a la otra, sino también de otro tipo de ventajas como podría ser un
margen en la intermediación, lo que normalmente ocurre en la concesión y también
en otro tipo de negocios como por ejemplo el contrato de consignación o
estimatorio (art. 1379 del Código de Comercio) o del resultado de la explotación de
una empresa como en el contrato de sociedad o en el de cuentas en participación
(artículos 98 y 507 del Código de Comercio, respectivamente)

Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que en el caso que nos ocupa Autonal derivaba
la utilidad que para ella representaba el contrato con Sofasa de distintos conceptos,
y solo fue remunerada mediante pagos hechos por Sofasa en lo concerniente al

188 El Código Civil y Comercial de la República Argentina, dispone en su artículo 1502 que: “Hay contrato de concesión
cuando el concesionario, que actúa en nombre y por cuenta propia frente a terceros, se obliga mediante una retribución a disponer de su
organización empresaria para comercializar mercaderías provistas por el concedente, prestar los servicios y proveer los repuestos y accesorios
según haya sido convenido” . Y, por su parte, Jaime Alberto Arrubla Paucar, al definir el contrato de concesión, afirma:
“Por el contrato de concesión mercantil podemos entender aquél, en virtud del cual, un empresario llamado concedente, se obliga a otorgar a
otro llamado concesionario, la distribución de sus productos o servicios o la utilización de sus marcas y licencias o sus espacios físicos, a
cambio de una retribución que podrá consistir en un precio o porcentaje fijo, o en una serie de ventajas indirectas que benefician sus
rendimientos y su posición en el mercado”

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servicio de garantías. En los restantes frentes, la retribución de la Convocante no


obedeció a un pago efectuado por la Convocada, según pasa a indicarse:

i. En relación con la comercialización de vehículos, la Convocante obtuvo


su retribución por concepto del diferencial entre el valor de adquisición
de los mismos y el posterior precio de venta al consumidor final, que es a
lo que la Convocante se ha referido con la expresión de “margen”. De
igual forma, su gestión en este frente se vio retribuida por concepto del
denominado bono volumen, al que hará alusión más adelante el Tribunal.

ii. Respecto del servicio de asistencia técnica la retribución de la


Convocante, según ella misma lo señala en sus alegatos de conclusión, se
dio por conducto de “la diferencia en precios de repuestos (margen promedio del
29%) [y] por la mano de obra empleada, que era cancelada directamente por el cliente
Renault”189

iii. Como ya se dijo, fue solo en cuanto a la atención de garantías que la


retribución de la Convocante consistió en el pago, por parte de Sofasa, de
las tarifas establecidas para el efecto, según lo dispuesto en la cláusula
10.2.2.3 del contrato.

Provecho económico o utilidad de la Convocante por la venta de vehículos

En lo que atañe con el primero de los precitados aspectos, sostiene la Convocante


que el denominado margen correspondía en realidad a una remuneración
determinada por la Convocada, en la medida en que era ella quien establecía tanto
los valores de venta a Autonal, como los precios por los cuales estos podían ser
enajenados a los clientes finales190. En el mismo sentido, señala que los objetivos de
ventas, con base en los cuales se determinaba el bono volumen, eran fijados por la
Convocada.191

189 Página 81 de los alegatos de conclusión de la Convocante


190 Cfr. Página 80 de los alegatos de conclusión de la Convocante
191 Ibídem

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Como soporte de su planteamiento, la Convocante cita la comunicación DCR-


0155/09-DVR que el 24 de febrero de 2009 le fue remitida por Sofasa a la red de
concesionarios, así como la política comercial del año 2010, en las que, la
Convocada se refirió al “sistema de remuneración” de los concesionarios e indicó
que el mismo estaría conformado por un componente fijo, constituido por un
margen que podía variar entre el 10% y el 13%, y por un componente variable
consistente en el bono volumen que dependería del cumplimiento de los objetivos
de venta al público192.

Sin desconocer los términos de los precitados documentos, es preciso indicar que
son muchas las pruebas que ponen de relieve que el margen que recibía la
Convocante por su gestión en la venta de vehículos y repuestos obedecía, no a unas
condiciones de remuneración rígidamente determinadas por Sofasa, sino a las
variables que la propia Convocante definía, en ocasiones de manera individual y en
otras de forma acordada con la Convocada.

Para comenzar el punto conviene recordar la estipulación contenida en la cláusula


octava del contrato celebrado entre las partes, según la cual,

“EL CONCESIONARIO deberá atender en forma estricta las regulaciones


sobre libertad y promoción de la competencia vigentes y las que establezcan las
autoridades competentes, las sanas prácticas comerciales y se abstendrá de toda
práctica que viole las normas relativas a la promoción de la competencia y
competencia desleal. Tales normas regirán la interpretación de este contrato y las
relaciones de SOFASA S.A. con EL CONCESIONARIO o con otros
concesionarios.

“Los precios de venta de vehículos, repuestos, productos, insumos, partes, piezas y


accesorios al público serán los que resulten del estudio de costos propios del
CONCESIONARIO y las condiciones del mercado.

192 Cfr. Página 78 de los alegatos de conclusión de la Convocante

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“SOFASA S.A. podrá sugerir precios de venta al público, derivados de estudios


de mercado, los cuales en todo caso serán de libre aplicación por EL
CONCESIONARIO”.

Al preguntársele a Alejandro Botero Escobar, Director Comercial de Sofasa


Renault, sobre la forma en la que estaba concebida en el contrato “la ganancia, la
utilidad para Autonal en general”193 el testigo indicó:

“(…) nosotros decimos este es el precio el que le vendo, este es el precio sugerido de
venta al cliente final de este repuesto, unas pastillas de frenos, y el concesionario toma
la decisión si la vende a ese precio, la vende más barata o la vende más cara en el
taller que está definido y eso constituye toda la remuneración, la gran masa de
remuneraciones, el margen de los vehículos, el margen de los repuestos, el premio por
cumplir unos objetivos o unas bonificaciones que es un premio y el premio por
cumplir lo mismo en el área de postventa, pero la remuneración de los concesionarios
es una labor que es responsabilidad de ellos.”194 (subraya fuera del texto)

Según pasa a analizarse en detalle, el margen que la Convocante recibió por la


comercialización de los vehículos y repuestos estaba dado por el diferencial entre
el valor de su compra y el precio de venta al público, que era por ella misma
determinado. En efecto, si bien es cierto que Sofasa sugería un precio de venta al
consumidor final, en desarrollo del proceso logró acreditarse que dicho precio no
ataba a la Convocante, quien era libre de definir las condiciones de enajenación de
los vehículos y repuestos.
Sobre el particular se refirió Alejandro Botero Escobar, así:

“DR. LÓPEZ: Le ruego ilustre al Tribunal sobre el concepto de precio sugerido,


qué es precio sugerido?

193 Página 47 de la declaración.


194 Página 48 de la declaración.

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“SR. BOTERO: El precio sugerido es una recomendación que Sofasa coloca en su


página de internet para la venta del vehículo al cliente final, es decir nosotros en la
página de internet podemos entrar a una página de internet y mirar, dice Oroch, un
vehículo que tenemos hoy, precio sugerido: 57 millones de pesos, pero en el momento
de la negociación individual del cliente con el concesionario obviamente puede existir
una diferencia de ese precio por una decisión del concesionario.

O sea, normalmente la puede dar no necesariamente en un descuento, le puede


regalar algún tipo de accesorio que al final es un descuento, o le puede dar la
matricula, o le puede dar el seguro, o le puede dar una serie de accesorios si lo
considera conveniente o le puede dar un descuento, nosotros sugerimos, no tenemos
una política de precios única y se puede verificar en cualquier concesionario del país
que no facturan igual, tan es así que considero que no se debe hacer.”195

En idéntico sentido se pronunció Adrián Martín Vera, director de marketing de


Renault Sofasa Colombia:

“DR. LÓPEZ: La pregunta es qué utilidad o qué beneficio tiene Autonal y en


general cualquier concesionario?

“SR. MARTÍN: Sí, Renault da un margen sugerido dependiendo de los modelos,


por ejemplo, para hablar con cifras, Clio tiene 10% de margen sugerido, Logan,
Sandero, Duster tiene 12% de margen sugerido y Coleos tiene 13%, ese es el margen
sugerido, por qué es llamado sugerido, porque Renault sugiere un precio de venta de
ese vehículo.

“O sea toda la red de concesionarios compra al mismo precio, cualquiera que sea el
concesionario compra el mismo vehículo al mismo precio y lo vende a un precio que
Renault sugiere que es el precio que Renault considera que es el precio competitivo del
producto, precio sugerido, después cada concesionario vende a un precio que nunca sé
exactamente ese precio y que depende de la negociación que cada concesionario hace

195 Página 35 de la declaración.

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con cada cliente final, pero el precio sugerido promedio es ese y bueno, claramente ese
es el precio bruto, es decir sobre eso la red de concesionarios tiene toda la estructura de
costos asociados.

“DR. LÓPEZ: Entonces, el concepto de precio sugerido, no es un precio obligatorio


para el concesionario?

“SR. MARTÍN: No, para nada, para nada y eso es así en todo el mundo Renault
y en todo el mundo automotor, en todos los países hay un precio sugerido salvo a
excepciones, prácticamente en todos los países del mundo hay precios sugeridos y la
red vende al precio que, ni siquiera un concesionario vende el mismo modelo al mismo
precio a todos clientes porque ahí ya entra la negociación propia del concesionario a
cada cliente específico por eso se llama sugerido.”196

Por su parte, Sonia Rodríguez Ardila, gerente general de Autogalias, otro de los
concesionarios Renault, señaló:

“DR. LÓPEZ: Teóricamente se precio sugerido permitiría que el concesionario


vendiera el vehículo, de acuerdo a sus decisiones, por menos o por más?

“SRA. RODRÍGUEZ: Sí, o sea está una lista de precio sugerido a raíz de un
estudio de mercadeo que hace la marca y dice, los vehículos están posicionados en
este valor, entonces un vehículo cuesta x monto, ese sería el precio sugerido de
acuerdo al análisis que hacen de competencia y de mercado, pero un concesionario lo
puede venden en ese precio, pero con este tema de mercado muchos podrían decir, yo,
o lo doy por encima si estoy solo en una ciudad donde no tengo competencia o
termino dándole matrícula, película y eso ya tendría un valor diferente al precio
sugerido.

196 Página 11 de la declaración

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“DR. LÓPEZ: Es decir, podemos entender que el precio sugerido es simplemente


una posibilidad que establece Sofasa para que sobre esa base pueda el concesionario
determinar cuál es el precio final?

“SRA. RODRÍGUEZ: Sí, es una posibilidad que pone de acuerdo a un


análisis de competencia y de mercado para que podamos vender los vehículos.”197

Consistente con lo señalado por los precitados testigos, John Jairo Cabezas
Delgado, ex empleado de Sofasa, indicó:

“DR. LÓPEZ: Cuál era el concepto de precio sugerido al concesionario, que se ha


utilizado aquí por algunos declarantes, que hablan de precio sugerido al
concesionario por parte de Sofasa?

“SR. CABEZAS: Sí hay un precio sugerido de la marca, la marca sugiere un


precio e insiste porque es parte del ejercicio, si mantienen un precio sugerido pueden
ser rentables y se maneja rentabilidad pero cada concesionario es libre de dar
descuentos. Me preguntaba si hay gallos, sí hay gente este carro viene sin bloqueo o
sin alarma entonces yo se lo adiciono. El precio sugerido existe pero cada
concesionario puede a libre albedrío tomar decisiones de bajar o subir precios.

“En algunos casos suben y en otros casos bajan, yo tenía concesionarios que
vendían más caro, y yo: usted vende más caro, sí, yo vendo más caro, sí, soy más
rentable, punto. Es un tema que es un precio sugerido y se pueden mover los
concesionarios dependiendo, eso es todo dependiendo de su política comercial,
dependiendo qué quiera tener.”198

Alirio Alarcón Cepeda, gerente del Concesionario Renault Autostop, dijo:

197 Página 7 de la declaración.


198 Página 17 de la declaración.

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“DR. LÓPEZ: Se ha mencionado aquí mucho un tema y es el referente al precio


sugerido respecto de Sofasa frente a los Concesionarios con relación a los vehículos,
podría ilustrar al Tribunal qué es eso del precio sugerido, cómo opera en la práctica?

“SR. ALARCÓN: El precio sugerido es el precio de donde podemos vender el


carro, sí hay unos estudios en donde se maneja, eso lo hace la fábrica y el mismo
Concesionario tiene muy claro los márgenes que debe tener cada vehículo o cada
producto para poderlo vender, la fábrica le da a uno el precio sugerido para poderlo
vender al público pero no es un obligación de venderlo a lo que la fábrica le dice, el
precio sugerido es como su nombre lo dice sugerido, podemos vender el carro si quiere
mucho más caro o mucho más económico se puede hacer.

“DR. LÓPEZ: Desde el punto de vista de su experiencia con Autostop ha tenido


casos de vender vehículos por un mayor precio del sugerido o por un menor precio del
sugerido?

“SR. ALARCÓN: Claro, eso lo da el mercado muchas veces los carros que se le
van quedando a uno que no se mueven toca hacer acciones y venderlos más
económicos, por lo general es un poco más económicos de lo sugerido, más altos se sale
uno del mercado, pero se puede hacer o hay un alza de precio y esos carros los había
comprado más baratos los puede vender al precio sugerido que esté al final.”199

Sin que pueda desconocerse que en desarrollo del proceso algunos declarantes,
como Hernando López y Rubén Humberto Baquero, señalaron que el precio
sugerido resultaba obligatorio para los denominados concesionarios, el Tribunal
encuentra que existe claro material probatorio que apunta en sentido contrario.

En efecto, el hecho de que, como quedó visto, varios de los empleados encargados
del manejo del área comercial de la Convocada señalaran que los concesionarios
podían apartarse del denominado precio sugerido y que tal aseveración resultara
confirmada por los representantes legales de diversos concesionarios de la red

199 Página 67 de la declaración.

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Renault que fueron citados a declarar, ofrece al Tribunal razones suficientes para
estimar que, en consonancia con lo que se previó en el contrato, Autonal gozaba de
margen de maniobra para fijar las variables críticas de su negocio, dentro de las que
se encuentra la determinación de los precios de venta al público.

Así, hay que concluir que en la práctica el precio sugerido se limitó a ser, como su
nombre lo indica, una sugerencia de la Convocada a Autonal, quien estaba en
libertad de fijar las condiciones de venta al público, de donde se sigue que era ella
quien podía establecer las condiciones de su retribución por la comercialización de
los productos. En realidad, estima el Tribunal que no existe prueba inequívoca en
sentido contrario.

De otra parte resulta pertinente señalar que las metas de ventas que, como se ha
dicho, eran las que determinaban si el concesionario podía o no acceder al bono
volumen, no eran fijadas de manera unilateral por Sofasa. Dichas metas, según se
establece en el contrato y según lo que en la práctica ocurrió, eran definidas de
forma conjunta entre las partes, según pasa verse.

En lo que hace a las cantidades que debían ser adquiridas por Autonal a Sofasa, el
contrato, en condiciones similares a las que se habían previsto en modelos
contractuales anteriores, dispuso:

“4.2.1.3 Objetivos de Compras, Calidad y Satisfacción del Cliente. Sofasa S.A.


concertará con el concesionario, los objetivos anuales de compras de vehículos,
repuestos, piezas y accesorios y los de calidad, de satisfacción al cliente y cobertura de
servicio, teniendo en cuenta para ello los criterios establecidos por Sofasa S.A. que
considerarán las condiciones del mercado de los automotores en el país, el
posicionamiento de la marca, las proyecciones de crecimiento y la necesidad que el
concesionario derive un adecuado rendimiento para asegurar el servicio que se
demanda de este.

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“De igual manera Sofasa S.A. dará a conocer los Métodos Comerciales y la Política
Comercial anual aplicables.

“La Política Comercial y los objetivos anuales basados en dicha política, serán
propuestos por Sofasa S.A. y si no fueren objetados por el concesionario dentro de los
quince (15) días calendario siguientes a la fecha de la comunicación respectiva, se
entenderá que han sido aceptados y harán parte integrante del presente contrato.

“Si, el concesionario objeta los objetivos anuales, de no lograr un acuerdo al cabo de


los quince (15) [días] calendario siguientes a la objeción, se dará por terminado el
contrato.

“Los objetivos significarán un formal compromiso del concesionario [de] cumplir


tales objetivos. Siguiendo la concertación aquí prevista, este objetivo anual y/o
mensual se podrá ajustar de manera mensual de acuerdo a las condiciones del
mercado”.

En el marco de lo previsto en la precitada disposición, Alirio Alarcón Cepeda,


gerente general del concesionario Renault denominado Autostop, se refirió sobre el
proceso de compra de los vehículos en los siguientes términos:

“… uno hace el pedido de los vehículos que uno cree va a vender en el mes y la
fábrica de acuerdo a la cantidad o importación que tenga y la capacidad de
fabricación le devuelve una carta en donde le dice o una confirmación en donde dice le
vamos a vender tales carros, estos se los fabrico en tales días, en tal semana y se los
facturaré en tal semana, el mes siguiente ya sabe qué días le va a llegar cada carro,
cada vehículo.”200

Y más adelante, frente a la pregunta de si los concesionarios están obligados a


realizar pedidos mínimos a Sofasa, anotó el declarante:

200 Página 65 de su declaración.

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“No, siempre son los pedidos siempre han sido, siempre nosotros los hacemos, por
lo general el Concesionario es el que hace los pedidos de lo que uno cree va a vender,
hay un mercado que es lo que siempre se lleva con la fábrica que es el mercado que
existe de la posibilidad de ventas, así mismo la fábrica hace sus carros.”201

Finalmente, ante la pregunta de qué sucede en caso que las partes no lleguen a un
acuerdo respecto de la cantidad de productos que deben ser adquiridos, señaló el
testigo:

“No nada, uno tiene libertad de comprar los carros que quiera, la fábrica le
propone, es decir si vendemos 400 mensuales serían casi 5.500 al año, la fábrica le
puede decir para usted este año cuál es su proyección, quiero crecer a 5.500 pero eso
puede ir cambiando por el camino.

“Lo que pasó en este año, se hizo una proyección de 260 mil vehículos o 280 mil, y
el mercado no lo ha dado, que ha tocado hacer ir bajando la proyección
mensualmente a la forma como va el mercado, los acuerdo no se hacen para todo el
año ni son rígidos, siempre hay posibilidad de cambiarlos durante el tiempo de
ejecución de todas las proyecciones que se hagan.”202

Por su parte, Sonia Rodríguez Ardila, gerente general de Autogalias, ante la


pregunta que le formuló el Tribunal en el sentido de si era libre en determinar las
metas respecto del número de vehículos que adquiere de Sofasa, anotó:

“Sí, yo soy libre de decidir qué número de vehículos voy a comprar, sin embargo la
marca mensualmente me pone a mí como un objetivo de comprar, es decir subjetivo
[sic, entiéndase su objetivo] de comprar pero puede ser que sí o puede ser que
no, no es algo que yo mire el número y tenemos hoy que comprar, no, es dependiendo
mi nivel de stock.”

201 Página 67 de su declaración.


202 Página 78 de su declaración.

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Y, luego de ello, al ser interrogada sobre las consecuencias que se siguen de


incumplir los objetivos de compras, anotó la testigo que “no existen muchos
inconvenientes.”203

En el mismo sentido, cabe anotar la declaración de Susana Vélez Cadavid, gerente


de desarrollo de red de Sofasa quien señaló que los concesionarios no están
obligados a cumplir con ninguna meta específica de ventas204 y, tras ponérsele a su
disposición el texto de la cláusula 4.2.1.3 que es objeto de análisis en este punto,
ratificó tal opinión en los siguientes términos:

“ …vuelvo y le digo, los objetivos no son obligatorios, de hecho hoy tengo


concesionarios que no los cumplen y no pasa nada, no ha pasado nada”205

Por su parte, Juan Carlos Buitrago Guerrero, quien fue vicepresidente comercial de
Sofasa, señaló:

“Se parte de un cálculo donde se dice: el marcado total de vehículos, con varias
fuentes, proyecciones de la industria, digamos de las otras marcas, la proyección
propia de uno, fuente bancos, se establece un mercado total, dentro del mercado total
establezco cuál es mi participación de mercado objetivo, de cada 100 vehículos que se
venden en Colombia yo establezco que el 16% tiene que ser de mi marca, después se
toma ese objetivo y se ve por ciudades principales donde hay varios concesionarios y de
acuerdo al potencial que tiene en su zona de influencia el concesionario se le da un
objetivo que debe cumplir, se le anuncia, se negocia, se le da un plazo para estar o no
de acuerdo, y se hace ese objetivo.”206

Más adelante, al preguntársele por el proceso para acordar las cantidades que
debían ser adquiridas por Autonal, el testigo indicó:

203 Página 21 de su declaración.


204 Página 21 de su declaración.
205 Página 22 de su declaración.
206 Página 34 de la declaración.

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“SR. BUITRAGO: Se anunciaba al concesionario el objetivo y se daba un tiempo


para decir si estaba o no de acuerdo y se discutía y finalmente se le llegaba a tener
un número, digamos que estaban de acuerdo las dos partes.

“DR. SUÁREZ: Qué término se le daba al concesionario?

“SR. BUITRAGO: Generalmente más o menos 15 días para definir si estaba o


no de acuerdo.

“DR. SUÁREZ: Y si al término de esos 15 días no se había llegado a un


acuerdo qué sucedía, ya sé que se trataba de llegar a un acuerdo, eso es lo deseado.

“SR. BUITRAGO: Y generalmente se llegaba a un acuerdo.”207

De otra parte, al ser cuestionado sobre los efectos derivados de que las partes no
llegaran a un acuerdo sobre las cantidades que Autonal adquiriría de Sofasa, el
testigo anotó:

“Básicamente se vuelve hipotético porque finalmente nunca se dio esa situación,


siempre se lograba llegar a un acuerdo o simplemente como la participación de
mercado es la suma de las participaciones de toda la red uno puede sentarse con otro
concesionario y decirle y éste no acepta esto yo le subo su objetivo a usted y digamos
que hay concesionarios dispuestos a hacerlo, pero digamos que el sentarme y que haya
un concesionario que haya dicho no y me quedo ahí, nunca manejé la situación,
simplemente siempre se llegaba al final a un acuerdo.”208

Finalmente, al ser sometida a consideración del testigo la cláusula 4.2.1.3 que viene
siendo objeto de análisis por el Tribunal, este indicó lo siguiente:

207 Página 34 de la declaración.


208 Página 36 de la declaración.

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“SR. BUITRAGO: Lo que yo les decía, se hace toda una planeación de la


demanda, se ponen los objetivos y en todo momento llegamos a acuerdos, no hubo
necesidad de aplicar la cláusula de terminación de contrato porque siempre se… los
objetivos.

“DR. ZEA: Usted nos ha dicho que nunca pasó un caso donde un distribuidor,
un concesionario se negara a aplicar cláusulas y le diera la aplicación a esa cláusula?

“SR. BUITRAGO: En el tiempo en que estuve nunca pasó eso.”209

Sin desconocer que Daniel Díaz Hurtado, quien fue director comercial durante más
de 4 años de Autonal 210 , declaró en sentido distinto de lo indicado por los
precitados testigos, el que varios de los empleados relacionados con el área
comercial de la Convocada hubieran señalado que las metas eran acordadas por las
partes y que dos de los concesionarios que operan con la Red Renault hubieran
coincidido en manifestar que la Convocada no imponía a su red de distribuidores
las cantidades de compras, le ofrece al Tribunal serios motivos para estimar que en
la práctica se dio aplicación a lo previsto en la cláusula 4.2.1.3 en lo concerniente a
la forma de definir las metas de compras.

Ahora bien, en lo que atañe a la forma en la que operaba el denominado “bono


volumen”, Jhon Jairo Arias Londoño, gerente de la División de Contabilidad y
Tesorería de Sofasa, indicó:

“DRA. LÓPEZ: Explique en qué consiste el denominado bono volumen, cómo se


paga o cómo lo puede cobrar el concesionario contablemente, en fin, todo lo que usted
nos pueda decir al respecto del bono volumen?

“SR. ARIAS: Dentro de las acciones comerciales que establece la compañía a


través de sus áreas comerciales se establece lo que se llama un bono volumen, que es

209 Página 37 de la declaración.


210 Página 3 de la declaración.

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un bono por alcanzar algunos objetivos de ventas, es típicamente un descuento


condicionado a que hagan el volumen. Pueden existir, según la acción comercial o la
época, un valor o un porcentaje dependiendo del objetivo alcanzado.

“Contablemente ese es un descuento condicionado que Sofasa lo registra mediante


una nota crédito y lo revela fiscalmente como un menor valor de la venta pero incluso
como descuento condicionado no está sujeto al IVA sino que se hace por el valor
antes de IVA y así se lo traslada al concesionario, normalmente con la información
que pasa el área comercial de los cumplimientos u objetivos, le pasa al área de
contabilidad una información donde dice a cada concesionario cuánto hay que
abonarle mediante nota crédito por bono volumen a cada concesionario.”211

De las anteriores declaraciones forzoso resulta concluir, de una parte, que las metas
eran fijadas de manera concertada entre las partes y, de otra, que aunque Sofasa
señaló precios sugeridos al público los mismos no ataban a Autonal, quien era libre,
por ende de determinar las condiciones de enajenación de los productos y, por
contera, la retribución que recibiría por su gestión.

Así las cosas, hay que decir que aun cuando en la comunicación 0155/09-DVR del
24 de febrero de 2009 y en la política comercial del año 2010 Sofasa se refirió al
“sistema de remuneración” de los concesionarios, lo cierto es que la utilidad que
Autonal recibió por la comercialización de los vehículos y repuestos obedeció, de
una parte, al margen que obtuvo por su reventa según los precios que ella misma
estuvo en libertad de definir y, de otra, al bono volumen, que se calculó sobre las
metas de ventas que fueron acordadas entre esta y Sofasa y que, en la práctica,
suponía un descuento condicionado.

Provecho económico o utilidad de la Convocante por el servicio de asistencia


técnica

211 Página 13 de la declaración.

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En similar sentido hay que referirse a la retribución que recibió Autonal por
concepto de la asistencia técnica prestada a los consumidores.

Tal como quedó indicado en líneas precedentes, al alegar de conclusión señaló la


Convocante que lo recibido por Autonal por el aludido concepto obedeció, de una
parte, al diferencial en los precios de los repuestos y, de otra, al valor directamente
pagado por los clientes por la mano de obra empleada.212

En lo que respecta al diferencial, o al margen obtenido como consecuencia de la


venta de los repuestos, resultan aplicables las consideraciones arriba señaladas, por
lo cual el Tribunal se dispensa de incurrir en innecesarias reiteraciones.

Y, en lo que atañe a los pagos que eran directamente efectuados por los clientes
finales, sólo hay que indicar que los mismos no pueden ser tenidos como una
remuneración efectuada por parte de Sofasa, en la medida en que no era ella quien
incurría en la aludida erogación.

Para concluir lo que a este particular respecta, vale indicar que en la experticia
rendida por Jega Accounting House Ltda. no se especifica la fuente de los ingresos
que, según el perito, fueron recibidos por la Convocante por concepto de
“prestación de servicios de posventa por asistencia técnica”213.

Provecho económico o utilidad de la Convocante por el servicio garantía

El único servicio por el que Autonal resultó realmente remunerada por parte de
Sofasa fue el relativo a la atención de garantías.

Dicha remuneración, que quedó prevista en la cláusula 10.2.2.3, no desnaturaliza de


forma ninguna el contrato de concesión que fue celebrado entre las partes.

212 Cfr. Página 81 de los alegatos de conclusión de la Convocante.


213 Cfr. Página 30 de la experticia inicial.

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Según quedó indicado en líneas precedentes, la obligación de garantía a la que se


encuentra obligado el productor y/o importador frente al consumidor final es de
origen legal y por ello nada de particular agrega, en cuanto a la calificación del
contrato, el hecho de que Sofasa se hubiera obligado a pagarle a Autonal por los
servicios ofrecidos a los clientes por tal concepto, obligación que, se insiste, igual
habría tenido independiente de la naturaleza del contrato que vincule a Autonal con
Sofasa.

Conclusiones respecto del provecho económico o utilidad de la Convocante

Con apoyo en las consideraciones que han quedado expuestas, es preciso concluir
que el esquema con base en el cual resultó retribuida la gestión de Autonal de
forma ninguna repele o contradice la calificación de concesión que las partes dieron
al contrato por ellas celebrado.

En efecto, además de que no se opone a la aludida calificación la posibilidad de que


el concesionario sea remunerado 214 , lo cierto es que en el caso bajo análisis el
provecho económico de la Convocante no fue fijado por Sofasa, sino que obedeció
al diferencial entre el precio de compra y de reventa, que ella misma estuvo en
capacidad de definir, así como al cumplimiento de las metas en cuya determinación
también ella participó. Fue solo en lo tocante con la atención de garantías que se
fijaron unas tasas de retribución por parte de Sofasa, pero ya quedó suficientemente
expuesto por qué dicho frente nada agrega en cuanto a la calificación del contrato
hace.

Así las cosas, hay que concluir que el esquema de la retribución que la Convocante
recibió en desarrollo del contrato, viene a confirmar lo que ya ha quedado
establecido por el Tribunal, en el sentido de que su actuación se adelantó por
cuenta y riesgo propios.

214Ya quedó dicho que la doctrina reconoce la posibilidad de que el concesionario obtenga remuneración del
concedente. Cfr. Arrubla Paucar, Jaime Alberto. Ob. Cit. “Contratos Mercantiles” Página 290. Así pues,
conceptualmente hablando, en la concesión es posible una remuneración al concesionario. Así lo regula legislación
foránea.

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d. Inexistencia de mandato

En este punto resulta pertinente referirse a otro aspecto que ha sido ampliamente
debatido en el proceso, consistente en si las compraventas entre Autonal y los
clientes finales fueron o no celebradas en desarrollo de un mandato conferido a
esta por Sofasa.

A propósito de la pregunta que se le formuló al Perito Jega Accounting House,


respecto de si “la convocante matriculó a su nombre algún vehículo nuevo Renault suministrado
por Sofasa”215 Autonal le entregó al referido auxiliar, entre otras, una certificación
adiada a 21 de junio de 2016, en la que el representante legal, el revisor fiscal y el
contador de la aludida sociedad hicieron constar que:

“Autonal S.A., como agente intermediario de Sofasa y con fundamento en las


siguientes normas, fue el responsable de emitir a nombre del cliente final la factura de
compraventa del respectivo vehículo nuevo:

“Autonal S.A., como agente intermediario de Sofasa, fue el responsable de emitirle la


factura al cliente final. Artículo 30 del decreto 1514 de 1998: facturación en
mandato. En los contratos de mandato, las facturas deberán ser expedidas en todos
los casos por el mandatario”216 (resalta el Tribunal)

Tras recordar los términos de la precitada certificación en su experticia, el perito


agregó que “(…) sin hacer consideraciones de orden jurídico que no corresponde, frente al cliente
que consume un producto o un servicio quien debe emitir la factura es el mandatario.”217

Frente a dicha respuesta la parte Convocada solicitó la respectiva complementación


al dictamen, en virtud de la cual pidió que se aportara: (i) el contrato de mandato
celebrado entre Sofasa y Autonal, (ii) las certificaciones periódicas suscritas por el
revisor fiscal que soportaran los ingresos, costos, deducciones, impuestos

215 Página 68 del dictamen inicial.


216 Ibídem.
217 Página 74 del dictamen.

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descontables y retenciones en la fuente exigidos para los contratos de mandato, así


como (iii) la muestra de los registros contables que soportaran que las ventas
efectuadas por Autonal a los compradores finales se habían efectuado en calidad de
mandataria.218

Aunado a lo anterior, solicitó la Convocada que el perito aclarara si “Autonal


facturaba a sus clientes como mandataria de Sofasa, o si su respuesta es simplemente hipotética,
pero no predicable del caso concreto”219

En el escrito de aclaraciones y complementaciones al dictamen, el perito aportó las


certificaciones expedidas por Autonal, aunado a lo cual citó algunos apartes del
decreto 1514 de 1998, señalando que “la pregunta se hizo en términos generales, sin hacer
mención alguna al caso concreto entre AUTONAL S.A. y SOFASA S.A.”220 por lo que
“la respuesta a la pregunta fue realizada en los mismos términos, lo cual significa que no es
predicable de ningún caso en particular ” 221 , por lo que entiende el Tribunal que su
respuesta fue puramente hipotética.

Producidas las aclaraciones el dictamen fue controvertido por Sofasa, quien adujo
que el perito omitió y fue evasivo respecto de las aclaraciones pedidas en relación
con la pregunta No. 9. Como soporte de su desacuerdo, la Convocada presentó un
informe pericial de Deloitte Asesores y Consultores Ltda.

Para el Tribunal la objeción por omisión planteada por Sofasa buscaba poner de
presente que de haber el perito aclarado y complementado el dictamen, tendría que
descartarse la celebración de un mandato entre las partes.

Al respecto se observa, con base en la ya referida respuesta dada por el perito Jega
Accounting House al contestar las solicitudes de aclaración y complementación,
que en su dictamen no sostuvo que Autonal haya actuado como mandataria de
Sofasa ante los clientes finales. Las menciones hechas por el perito en relación con

218 Cfr. Página 67 del escrito de aclaraciones y complementaciones al dictamen.


219 Página 71 del escrito de aclaraciones y complementaciones al dictamen.
220 Ibídem.
221 Ibídem.

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este tipo contractual se produjeron de manera abstracta, referidas a las proyecciones


contables del contrato de mandato, con transcripción de disposiciones legales
generales no predicables de “ningún caso en particular”, para usar sus propias
palabras, razón por la cual no hay conclusiones en el dictamen, en el frente del
supuesto mandato entre Sofasa y Autonal, que el Tribunal encuentre reprochables.

Por su parte, en el informe pericial rendido por Deloitte Asesores y Consultores


Ltda., aportado por la Convocada para efectos de objetar el dictamen por lo que
llamó “error por omisión”, el experto concluyó que:

“Las manifestaciones económicas de todos los actos jurídicos (venta) realizados a


través de un contrato de mandato se reconocen en el mandante como si hubiesen sido
realizadas directamente por él mismo.”222

Con fundamento en lo anterior, agregó Deloitte Asesores y Consultores Ltda. que


tal situación se debe reflejar en “la contabilidad tanto del mandante como del
mandatario”223 y tras analizar los asientos contables de Autonal indicó que “Con base
en lo anterior, se concluye indefectiblemente que Autonal está reconociendo la venta de vehículos de
su relación con Sofasa como una operación propia y NO de un tercero (mandato). Lo anterior en
razón de los siguientes hechos probados:

• Autonal registra un ingreso operacional por el valor total de la factura de venta de


$21.824.680 (41350201). 

• Autonal afecta el inventario propio (14350201) por el valor del vehículo que
entrega $20.916.885, lo cual solo ocurre cuando se tiene la propiedad del activo que
se enajena.
• Autonal no registra ningún ingreso por concepto de comisión lo que usualmente
ocurre un contrato de intermediación. 


222 Página 6 de la experticia.


223 Ibídem.

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• Autonal calcula la autorretención del CREE sobre el valor de la venta del vehículo
y no sobre una comisión derivada del contrato de mandato (21.824.680 x 0,40 =
87.299).
• Autonal no se (sic) registra movimientos en la cuenta 28 (ingresos recibidos para
terceros) a través de la cual se reflejaría el valor que tendría que transferir el
mandatario a su mandante por la gestión de la labor encomendada (venta).”224


Con apoyo en el análisis de orden contable que Deloitte Asesores y Consultores


Ltda. adelantó sobre los registros contables de la Convocante y en el del restante
material probatorio que obra en el expediente, estima el Tribunal que quedó
demostrado que las ventas efectuadas por Autonal a los consumidores finales se
reflejaron en su contabilidad como operaciones propias, al ser registradas como
ingresos operacionales y al afectar el inventario de la Convocante, quien no registró
ningún movimiento en la cuenta destinada a reflejar los valores que deben
transferirse al mandante.

Además de lo anterior, encuentra el Tribunal que no obra en el expediente prueba


de la celebración de un contrato de mandato para la venta de los vehículos. Cosa
distinta es que hoy, en forma postrera, la Convocante alegue que el contrato de
concesión celebrado entre las partes, sea en realidad uno de agencia comercial que
es una sub especie del mandato.

Por tanto, no encuentra el Tribunal que la certificación remitida por la Convocante


al perito, pueda ser tomada como base probatoria para derivar de ella elementos
para la definición de la naturaleza jurídica del contrato que es objeto del presente
debate, ni que el dictamen, en cuanto hace mención abstracta al contrato de
mandato, signifique que en realidad esté demostrada la celebración de tal negocio,
entre otras cosas porque la definición jurídica correspondiente le compete, única y
exclusivamente al fallador.

224 Página 5 de la experticia.

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Esta conclusión brota con facilidad del material probatorio que obra en el
expediente; el contenido del dictamen de Deloitte Asesores y Consultores Ltda. no
hace sino confirmar lo que, de cualquier manera, habría sido la conclusión del
Tribunal.

Además, la norma tributaria según la cual en el caso del mandato, las facturas deben
ser expedidas por el mandatario suponen, para su aplicabilidad, que esté acreditada
la celebración de ese tipo negocial, lo que, como se ha dicho insistentemente, no ha
ocurrido en este debate.

Las consideraciones antes expuestas junto con el restante material probatorio


analizado en este laudo, ponen de presente que la actuación de la Convocante,
frente a terceros, no se adelantó por cuenta ajena, motivo por el cual no se
configuró ni una agencia comercial, ni tampoco un mandato, por lo que deben
entonces abrirse paso las excepciones de mérito que la Convocada formuló bajo las
denominaciones de (i) “Inexistencia de contrato de agencia mercantil” y de (ii)
“Imposibilidad de coexistencia de un contrato de agencia mercantil y un contrato de concesión entre
las mismas partes y respecto de los mismos bienes”.

e. Comportamientos de Autonal respecto de la naturaleza del contrato


celebrado

En lo que atañe con las pretensiones enderezadas a la declaratoria de un contrato


de agencia comercial, la Convocada, además de las precitadas excepciones, esgrimió
la que denominó “Ir en contra de los actos propios”, en la que señaló que “Autonal
durante la vigencia de los diferentes contratos nunca alegó que había dado su consentimiento para
un contrato de agencia mercantil y jamás negó haber celebrado uno de concesión”.225

Con el objeto de pronunciarse en este frente, el Tribunal trae a colación algunas


citas que dan cuenta del alcance de la llamada teoría o doctrina de los actos propios.

225 Página 33 de la contestación de la demanda.

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El expositor Alejandro Borda, al referirse a la aludida Teoría de los Actos Propios,


anota:

“Es una regla de derecho, derivada del principio general de la buena fe, que
sanciona como inadmisible toda pretensión lícita, pero objetivamente contradictoria
respecto de un comportamiento anterior efectuado por el mismo sujeto” 226 que “Se
funda en la confianza que se despierta en otro sujeto de buena fe a raíz de una
primera conducta realizada. Ésta buena fe quedaría vulnerada si fuese admisible
aceptar y dar curso a la posterior pretensión contradictoria”. 227

Por su parte, Enneccerus y Nipperdey, al estudiar la cuestión sostienen:

“A nadie le es lícito hacer valer un derecho en contradicción con su anterior


conducta, cuando esta conducta interpretada objetivamente según la ley, según las
buenas costumbres o la buena fe, justifica la conclusión de que no se hará valer el
derecho, o cuando el ejercicio posterior choque contra la ley, las buenas costumbres o
la buena fe.”228

José Puig Brutau, sobre el particular, afirma:

“La base de la doctrina está en el hecho de que se ha observado una conducta que
justifica la conclusión o la creencia de que no se hará valer un derecho, o que tal
derecho no existe.”229

De otro lado, es preciso señalar que la adecuada aplicación de la figura a la que


viene haciéndose mención supone la conjunción de las siguientes condiciones:

“1. Existencia de una conducta relevante, inequívoca y objetiva,

226 Borda, Alejandro. La teoría de los Actos Propios y el Silencio como Expresión de Voluntad en Instituciones de
Derecho Privado. Contratación Contemporánea. Palestra, Lima y Temis. Bogotá, 2000. Páginas 70 a 72
227 Borda, Alejandro. Ob. Cit. Páginas 70 a 72.
228 Enneccerus, Ludwing y Hans Carl Nipperdey. Derecho Civil. Parte General. Tomo I. Volumen II. Editorial

Bosch. Barcelona, 1981. Página 482.


229 Puig Brutau, José. Estudios de Derecho Comparado, la doctrina de los actos propios. Ariel, Barcelona. Página

101.

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“2. Surgimiento de una conducta ulterior de carácter contradictorio,


“3. Identidad de sujetos,
“4. Existencia de un perjuicio real o potencial”230.

Entre otras providencias231, vale indicar que también la Corte Constitucional se ha


ocupado de estudiar la cuestión, y al respecto se ha manifestado en los siguientes
términos:

“Un tema jurídico que tiene como sustento el principio de la buena fe es el del
respeto al acto propio, en virtud del cual, las actuaciones de los particulares y de las
autoridades públicas deberán ceñirse a los postulados de la buena fe. Principio
constitucional, que sanciona como inadmisible toda pretensión lícita, pero
objetivamente contradictoria, con respecto al propio comportamiento efectuado por el
sujeto. Se trata de una limitación del ejercicio de derechos que, en otras
circunstancias podrían ser ejercidos lícitamente; en cambio, en las circunstancias
concretas del caso, dichos derechos no pueden ejercerse por ser contradictorios respecto
de una anterior conducta, esto es lo que el ordenamiento jurídico no puede tolerar,
porque el ejercicio contradictorio del derecho se traduce en una extralimitación del
propio derecho”232.

“El principio de respeto del acto propio opera cuando un sujeto de derecho ha
emitido un acto que ha generado una situación particular, concreta y definida a
favor de otro. Tal principio le impide a ese sujeto de derecho modificar
unilateralmente su decisión, pues la confianza del administrado no se genera por la
convicción de la apariencia de legalidad de una actuación, sino por la seguridad de
haber obtenido una posición jurídica definida a través de un acto que creó
situaciones particulares y concretas a su favor.

“De ello se desprende que el respeto del acto propio comprende una limitación del
ejercicio de los derechos consistente en la fidelidad de los individuos a las decisiones

230 Cfr. Jaramillo Jaramillo, Carlos Ignacio. Op. Cit. Págs. 325 y siguientes
231 En igual sentido pueden consultarse las sentencias T-141 de 2003; T-323 de 2003; T-346 de 2003; T-544 de 2003;
T-546 de 2003; T-550 de 2003; T-705 de 2003; T-959 de 2003 y T-733 de 2004, entre otras.
232 Corte Constitucional. Sentencia T-295/99.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

que toman, sin que puedan revocarlas por sí mismos, más aún cuando el acto
posterior se funde en criterios irrazonables, desproporcionados o extemporáneos”233.

“Uno de los aspectos que comporta especial importancia, corresponde al principio del
respeto del acto propio dentro del desarrollo del debido proceso, según el cual, un
sujeto de derecho, generador de un acto jurídico cuyo alcance tiene efectos particulares
y concretos a favor de otro, no podrá modificar su acto de manera unilateral y
desconsiderada, en tanto ello afectaría otros principios jurídicos y derechos como la
buena fe, la confianza legítima y el debido proceso”234.

Con todo, la aplicación de la doctrina que se comenta no puede hacerse de


cualquier manera, en la medida en que ella tiene carácter residual o subsidiario y por
tanto solamente cabe en ausencia de regulación legal. Dicho con otras palabras, si
un determinado asunto tiene solución con apoyo en las fuentes formales, la
doctrina de los actos propios no es la llamada a ser la base de la decisión.

Así lo explica con claridad la doctrina. Carlos Ignacio Jaramillo sobre el aludido
asunto anota:

“De ahí que se diga que sea de aplicación subsidiaria o residual (…) puesto que lo
que persigue es resaltar la primacía jurídica y natural de otras figuras que in
concreto tienen vida propia que gobiernan la actuación incoherente de modo especial,
bien tolerándola, bien censurándola o impidiendo que despliegue algún efecto puntual
o específico”235

Por su parte, Mariana Bernal Fandiño sostiene:

“Se trata además de una regla [se refiere a la doctrina de los actos propios]
de aplicación residual o subsidiaria, pues no se utiliza en los casos en los que el

233 Corte Constitucional. Sala Cuarta de Revisión. Sentencia T-083/03 del 6 de febrero de 2003. Expediente T-
657.041.
234 Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-959/03 del 20 de octubre de 2003. Expediente T-

760580.
235 Jaramillo Jaramillo, Carlos Ignacio. La Doctrina de los Actos Propios. Significado y Proyección de la Regla venire contra factum

proprium en el ámbito contractual, Editorial La Ley. Madrid, 2014. Página 379.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

ordenamiento haya previsto una solución expresa para la contradicción a través de


figuras especiales, ya sea permitiéndola o sancionándola. Resulta, entonces, impropio
acudir a la regla que nos ocupa más allá de hipótesis residuales, en las que, a falta
de solución legal expresa, se impida que la conducta contradictoria opere a favor de
su autor” 236

En palabras de Fueyo Laneri:

“el principio jurídico que desaprueba las conductas contradictorias con las realizadas
anteriormente, tiene un carácter residual, y, por lo tanto, no es invocable cuando la
ley regula una solución expresa para la conducta contradictoria, sea impidiéndola,
sea permitiéndola”237

Pues bien, en el caso bajo examen encuentra el Tribunal que aunque la Convocada
ha puesto de presente una serie de comportamientos de Autonal que, a su juicio,
son contradictorios con otros anteriores, lo que la lleva a sostener que no hubo
buena fe en su proceder, no es necesario entrar a evaluar si respecto de cada uno
de dichos comportamientos se encuentran reunidas las condiciones necesarias para
dar aplicación a la institución de los actos propios, en la medida en que la
controversia sobre la naturaleza jurídica del contrato celebrado encuentra respuesta
directa en el ordenamiento jurídico colombiano, por lo que, según quedó ya
expuesto, se abrieron paso las excepciones de mérito que la Convocada formuló
bajo las denominaciones de (i) “Inexistencia de contrato de agencia mercantil” y de (ii)
“Imposibilidad de coexistencia de un contrato de agencia mercantil y un contrato de concesión entre
las mismas partes y respecto de los mismos bienes”.

El carácter subsidiario de la doctrina de los actos propios, hace que no deba ser
aplicada directamente a efectos de resolver una controversia cuando, como en el
presente caso, el debate encuentra solución expresa en el ordenamiento jurídico.

236 Bernal Fandiño, Mariana. El Deber de Coherencia en el Derecho Colombiano de los Contratos, Editorial Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, 2013. Página 255.
237 Fueyo Laneri, Fernando. La Doctrina de los Actos Propios en Instituciones de Derecho Civil Moderno, Editorial Jurídica de

Chile. Santiago, 1990. Pág. 309, citado por Jaramillo Jaramillo, Carlos Ignacio Op. Cit. 379.

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2.5. Conclusiones respecto de la calificación del contrato

De conformidad con todo cuanto ha quedado expuesto, el Tribunal despachará


desfavorablemente las pretensiones sexta A, sexta B y séptima declarativas, así
como la vigésima tercera A de condena, en la medida en que todas ellas se
estructuran sobre la base de que entre las partes medió un contrato de agencia
comercial.

Así las cosas, se acogen las excepciones que la Convocada formuló bajo la
denominación de (i) “Inexistencia de contrato de agencia mercantil” y (ii) “Imposibilidad de
coexistencia de un contrato de agencia mercantil y un contrato de concesión entre las mismas partes
y respecto de los mismos bienes”.

De conformidad con lo anterior, el Tribunal estima que no hay lugar a resolver de


fondo la excepción de “inexistencia de perjuicios imputables a Sofasa S.A.”, en la medida
en que en ella señaló la Convocada que “debido a que no existe contrato de agencia
comercial, carece la convocante de derecho a reclamar los diversos rubros (…) originados en su
existencia (…)”

De otra parte, se acoge la pretensión vigésima octava del capítulo de pretensiones


finales, encaminada a la declaratoria de invalidez del inciso 3 y del parágrafo de la
cláusula 9.2. y, en consecuencia, se niega la excepción denominada “inexistencia de
nulidad absoluta de las cláusula (sic) 12.5, aparte del inciso segundo de la cláusula 13.2.2. (sic)
e inciso tercero y parágrafo de la 9.2. del contrato de concesión de 2013”, en cuanto hace a la
cláusula 9.2.

Como consecuencia de la negación de la existencia de un contrato de agencia


comercial entre las partes, el Tribunal denegará las pretensiones declarativas octava,
novena, décima, undécima en sus ordinales A) y B), duodécima, décima tercera y
décima cuarta, así como las vigésima primera, vigésima segunda y subsidiaria de la
vigésima segunda de condena, por estar todas ellas relacionadas con la cesantía
comercial.

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3. Análisis respecto del pretendido carácter de adhesión del contrato

3.1. Marco conceptual sobre el alcance e implicaciones de la celebración


de contratos por adhesión a contenidos predispuestos

Otro de los aspectos que ha sido ampliamente debatido por las partes tiene que
ver con el hecho de si el contrato que las vinculó fue o no celebrado mediante la
adhesión que la Convocante hiciera a contenidos unilateralmente establecidos por
la Convocada.

Según lo que sobre el particular ha sostenido la Convocante, “todas las convenciones


que regularon el contrato coinciden con los modelos de reglamentos contractuales que Sofasa
extendió de manera uniforme y que suscribió con cada uno de los miembros de la red
Renault”238, motivo por el cual, en su opinión, debe declararse que “las cláusulas que
integraron el contrato fueron extendidas, dictadas y dispuestas por Sofasa.”239

Por su parte, la Convocada afirma que la uniformidad en los contenidos


contractuales obedece a que con todos los miembros de la red Renault se
celebraron contratos de concesión, así como al hecho de que en la negociación de
los textos éstos contaron con la asesoría de la Asociación Colombiana de
Concesionarios Renault –ASOCOR-, quien, actuando en nombre de los
concesionarios y bajo la asesoría de ilustrada opinión legal, negoció con Sofasa los
contenidos contractuales, sin que, a juicio de la Convocada, pueda sostenerse
entonces que los mismos fueron impuestos por ésta.

Para resolver la diferencia de posturas que en este aspecto se evidencia y para


determinar los efectos que de ello se siguen de cara a la interpretación del
contrato, es preciso dar paso a algunas consideraciones sobre las características,
alcance y efectos que en nuestro régimen legal tienen los contratos celebrados por
adhesión, para luego analizar lo sucedido en el caso concreto.

238 Hecho 18) de la demanda reformada.


239 Pretensión 3) declarativa principal.

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Como punto de partida, es preciso señalar que los contratos de adhesión, o por
adhesión, a los que también se les ha dado la denominación de “contratos con
cláusulas predispuestas” y otras análogas, encuentran su origen en la necesidad de
acompasar las instituciones jurídicas a las cada vez más ágiles dinámicas del
mercado, en las que la clásica forma de contratación, estructurada sobre la
posibilidad de la libre y detallada negociación de sus términos, ha tenido que ir
cediendo terreno a nuevas y más rápidas formas de contratación que, debe
admitirse, actualmente se han convertido en la regla general.

La contratación por adhesión a contenidos predispuestos parte de la base de


cláusulas o estipulaciones negociales previamente fijadas por una de las partes,
quien, normalmente, ejerce posición dominante de la relación, frente a la otra u
otras que adhieren a aquellos.

En este punto resulta pertinente señalar que la “posición dominante” que permite a
una de las partes predisponer las condiciones de la relación contractual no debe
confundirse con el alcance que la aludida expresión tiene en el derecho de la
competencia, pues una es la posición dominante en el mercado, y otra la que
pueda llegar a tenerse en una relación contractual. En efecto, al paso que la
primera consiste en “la posibilidad de determinar, directa o indirectamente, las condiciones
de un mercado”240, la segunda hace referencia a la posibilidad que, por razones de
superioridad de variada índole jurídica y/o económica, tiene una parte para dictar
o fijar los contenidos contractuales de un negocio y para guiar su ejecución, sin
que ello suponga que, necesariamente, goce también de una posición dominante
frente al mercado en general.

La posición dominante en la contratación es, en suma, aquella condición jurídico-


económica que, dadas las especiales características del caso, le permite a una de
las partes ejercer el control de la relación contractual y, por ende, definir sus

240 Artículo 45 del Decreto 2153 de 1992.

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condiciones contractuales, sin que a la otra le sea dado controvertirlas, ni


introducir variaciones de fondo al texto planteado.

Aunque más adelante el Tribunal se detendrá sobre este punto, conviene dejar
indicado desde ya que el hecho de que una de las partes ostente una superioridad
que le permita predefinir los contenidos negociales no implica, de suyo, que se
genere una situación de abuso. Si bien es cierto que la contratación por adhesión
en no pocos eventos ha servido de escenario para que quien ostenta la posición
de dominio abuse de esta mediante la inclusión de cláusulas que lo favorecen
injustificadamente o que eluden o limitan en grado sumo su responsabilidad,
también debe reconocerse que tal situación no tiene por qué ocurrir siempre.

Así lo reconoce la doctrina:

“Así pues, no todas las condiciones generales ni las cláusulas impuestas por un
contratante unilateralmente, ostentan, por sí mismas, la condición de abusivas, que
sólo lo serán en la medida en que involucren facultades o atribuciones que, en
general, desmejoren la situación del contratante más débil, o que limiten el ejercicio
de las acciones para hacer efectivas las prestaciones estipuladas a su favor, o que
restrinjan el reconocimiento de las indemnizaciones a que tiene derecho por
incumplimiento (…)”241.

La Corte Suprema de Justicia, al referirse a los contratos de adhesión, ha


identificado sus notas características en los siguientes términos:

“Son elementos característicos del contrato de adhesión, a saber: La imposición por


una de las partes de la “Ley del contrato”; el papel pasivo de una de ellas reducido
a la simple aceptación o rechazo de la oferta; la existencia de un formulario tipo; la
imposibilidad de discutir las estipulaciones y el hecho de que uno de los contratantes

241Santos Ballesteros Jorge. Instituciones de Responsabilidad Civil. Tomo II. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá
2004. p.116.

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ejerce un ascendente económico o moral que lo lleva a prestar su voluntad, sin


discutir”242.

Sobre la naturaleza contractual que debe reconocerse a los contratos


celebrados por vía de la adhesión, el profesor francés Christian Larroumet
se manifiesta en los siguientes términos:

“… en oposición al contrato libremente negociado, el contrato de adhesión somete la


libertad contractual de un contratante al querer de otro, que está en condiciones de
imponer al primero las estipulaciones del contrato. En contra de lo que a principios
de siglo pretendieron algunos autores que se negaron a ver en el contrato de adhesión
un contrato verdadero, la ausencia de libre negociación, no constituye un obstáculo
para hacer entrar el contrato de adhesión dentro del marco del concepto de contrato,
puesto que obedece a la característica común de todos los contratos, o sea, la
voluntad de vincularse jurídicamente. Por lo demás, el contrato de adhesión no es
un fenómeno de reciente aparición. Siempre ha existido. Lo que sí es reciente es su
considerable desarrollo debido a la distribución en cadena de productos y servicios”
243
.

Aceptada, como está, la naturaleza contractual que tienen tanto los contratos
celebrados por libre discusión como los que se han formado por vía de la
adhesión, es preciso indicar que la importancia de la aludida clasificación estriba
fundamentalmente en la forma en la que deben ser interpretadas las disposiciones
contractuales en uno y otro escenario (art. 1624 del Código Civil) y en la mayor o
menor posibilidad de configuración de contenidos abusivos.

En cuanto al primero de los efectos aludidos, no sobra recordar que el segundo


inciso del artículo 1624 del Código Civil consagra una regla objetiva de
interpretación según la cual las cláusulas ambiguas deben interpretarse contra
quien las extendió o dictó, si la ambigüedad resulta de una falta de explicación que
ha debido darse.

242 Corte Suprema de Justicia. Sentencia de mayo 8 de 1974.


243 Larroumet, Christian. Teoría General del Contrato. Vol I. Editorial Temis. Bogotá. 1993. p. 120.

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Por otro lado la doctrina coincide en que la predisposición unilateral de


contenidos negociales es frecuentemente el medio para la inclusión de cláusulas
abusivas cuya eficacia proscribe nuestro ordenamiento. Este último punto será
retomado por el Tribunal más adelante.

Como se advierte, la circunstancia de poder elaborar e imponer los términos y


condiciones de los contratos entraña responsabilidades que, dependiendo de
cómo se haya forjado el contrato, jugarán de una u otra forma al momento de
interpretar sus términos y al momento de definir si una determinada cláusula es o
no abusiva.

Ahora bien, es preciso destacar, por la importancia que para este caso tiene, que
aunque en la práctica la posición dominante contractual que ostenta una de las
partes suele traducirse en la predisposición de todos los contenidos negociales244,
ello no tiene necesariamente que ser así. Dicho con otras palabras, un contrato
puede contener algunas cláusulas extendidas o dictadas por una de las partes y
otras fruto de la negociación y libre discusión entre ellas. Aunque tal circunstancia
no sea quizá la regla general, desde la perspectiva estrictamente jurídica pueden
identificarse eventos de contratos que portan solo parcialmente contenidos
predispuestos. No es necesario, para que se produzcan las aludidas consecuencias
desfavorables al predisponente, que el contrato en su integridad haya sido
extendido o dictado por aquel. Pero en tales eventos, como es apenas lógico, la
interpretación contraria al predisponente y la configuración de posible abuso, se
circunscribirán a los contenidos efectivamente extendidos o dictados por una de
las partes y no podrán alcanzar a los restantes.

La afirmación anterior encuentra soporte de derecho positivo en el precitado


artículo 1624 del Código Civil, norma cuyo supuesto fáctico son “las cláusulas [y
no los contratos] que hayan sido extendidas o dictadas por una de las partes”. Es claro el
legislador, al referirse a “cláusulas” “extendidas o dictadas”, que pueden ser estas
estipulaciones individualmente consideradas y no necesariamente todas ellas. El

244 Como ocurre en la denominada contratación en masa o contratos bajo condiciones uniformes.

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efecto interpretativo que en dicha norma se establece, parte del supuesto de la


existencia de cláusulas (individualmente consideradas) extendidas o dictadas por
una de las partes, aspecto no necesariamente coincidente con que el negocio, en
su integridad, haya sido predispuesto por uno de los contratantes.

Sobre esta base legal es posible afirmar entonces, que un contrato puede
celebrarse por adhesión parcial a contenidos predispuestos.

Y es que, de no ser así, bastaría con que el predisponente admitiera la discusión


de ciertas cláusulas de importancia menor en el contrato, para alegar que en su
celebración hubo discusión o negociación y con ese pretexto excusarse tanto de la
carga de explicar los contenidos por él predispuestos y de soportar las
interpretaciones que en su contra se pudieran generar, como de afrontar la
ineficacia de las cláusulas abusivas.

Dicho lo anterior, procede el Tribunal a analizar las condiciones en las que se


celebró el contrato objeto de la controversia.

3.2. Análisis del caso concreto

Para comenzar el punto, resulta oportuno recordar que la Convocante solicita que
se declare: (i) que “las cláusulas que integraron el contrato fueron extendidas, dictadas y
dispuestas por Sofasa, de tal manera que este negocio jurídico, respecto de la Convocante, fue de
adhesión” (pretensión tercera); (ii) que “son estipulaciones antinómicas” las cláusulas 3.a y
13.2 del “último reglamento”, así como las disposiciones contractuales en las que se
excluyó a la agencia comercial como calificación del contrato (pretensión cuarta),
“en relación con aquellas otras estipulaciones que comprenden los elementos esenciales de un
contrato típico y nominado de Agencia Comercial” y (iii) que la referida antinomia debe
resolverse en favor del adherente, dándole al contrato la calificación de agencia
comercial (pretensión quinta).

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Sin perjuicio de las consideraciones que más adelante se expondrán para efectos de
resolver si el contrato que vinculó a las partes fue o no celebrado por adhesión a
contenidos predispuestos por Sofasa, debe comenzar el Tribunal por señalar que las
cláusulas 3.a y 13.2. del modelo contractual suscrito en el año 2013, así como las
restantes estipulaciones contractuales en las que se descartó la configuración de una
agencia comercial, no resultan antinómicas.

La cláusula 3.a. dispone:

“Tanto Sofasa S.A. como El Concesionario son empresas comerciales


independientes, que en su propio nombre y por su cuenta y riesgo desarrollan el
objeto del presente contrato de concesión, en los términos que a continuación se
estipula. En consecuencia el presente contrato no genera vínculo diferente al de
concesión, es decir, El Concesionario no podrá actuar como agente, mandatario,
apoderado o bajo ninguna modalidad de intermediación y Sofasa S.A. no habilita
al Concesionario para representarla a ningún título”

Por su parte, el inciso primero de la cláusula 13.2 establece:

“El Concesionario no podrá celebrar ninguna clase de contratos por cuenta de


Sofasa S.A., ni será su representante, agente comercial, intermediario o
mandatario en relación con las actividades incluidas dentro del objeto social de
Sofasa S.A., ni con las que tengan alguna relación con este contrato. En
consecuencia, El Concesionario reconoce expresamente que en desarrollo de sus
operaciones efectuadas en cumplimiento de este contrato está actuando en calidad de
comerciante independiente, en su propio nombre y por su cuenta y riesgo, para el
desarrollo de la concesión aporta sus propias instalaciones, patrimonio y capital de
trabajo y adquiere los automotores, repuestos, accesorios, herramientas y equipos en
propiedad mediante la celebración de contratos de compraventa autónomos e
independientes del presente contrato de concesión. (…)”245

245El segundo inciso de la cláusula 13.2, que fue atacado por la Convocante de nulidad absoluta y en virtud del cual
se establece que “De acuerdo con lo anterior, El Concesionario cargará sobre sí mismo con todas las obligaciones, gravámenes,
consecuencias y riesgos derivados de su actividad comercial y manifiesta expresamente que renuncia de manera irrevocable a cualquier

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Según quedó ya suficientemente expuesto, la calificación de concesión que de


manera inveterada recibió el contrato, coincide no solo con el alcance y efectos de
las cláusulas que fueron pactadas, sino con la ejecución práctica que de ellas
hicieron las partes. Sin que sea del caso reiterar aquí lo que ya quedó analizado en
detalle, baste con recordar que en el proceso no se acreditó que la actuación de
Autonal se hubiera adelantado por cuenta y riesgo ajenos, por lo cual el Tribunal
negó la configuración de una agencia comercial.

De conformidad con lo anterior, lo primero que corresponde señalar es que las


cláusulas que descartaron la configuración de la agencia comercial o de cualquier
efecto propio de dicho tipo contractual, aunque innecesarias y quizá llamativas, no
adolecen, de forma ninguna, de ambigüedad o de antinomia.

Las cláusulas que de manera expresa descartan un determinado tipo contractual y


que, hay que señalarlo, en algunas ocasiones pretenden esconder la verdadera
naturaleza del contrato celebrado, solo resultan antinómicas, ambiguas o incluso
abusivas, cuando logra comprobarse que efectivamente no existe consonancia entre
la denominación convencional del contrato y el verdadero alcance de las
prestaciones en él establecidas o ejecutadas, situación que, como quedó ya
suficientemente expuesto, no se presentó en el caso bajo análisis.

Así las cosas, y con independencia de lo que se defina en relación con la forma en
la que se determinaron los contenidos contractuales, no se consideran antinómicas
las cláusulas 3.a y 13.2, inciso primero del contrato, ni las que excluyen a la Agencia
Comercial como calificación del contrato. En ese sentido se despacharán
desfavorablemente las pretensiones cuarta y quinta declarativas.

derecho que tenga o pudiere tener, para reclamar prestación o indemnización alguna, antes, durante o al final de su ejecución, así como a
las acciones que pudieran existir a su favor para exigir el pago de prestaciones o indemnizaciones por la terminación de este contrato” será
objeto de posterior análisis por parte del Tribunal.

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Respecto del segundo inciso de la última de las aludidas cláusulas se manifestará


más adelante el Tribunal, en la medida en que dicho aparte específico fue acusado
de nulidad absoluta.

Ahora bien, dicho lo anterior, procede el Tribunal a definir si “el negocio jurídico,
respecto de la Convocante, fue de adhesión”, según lo sostiene la Convocante.

Para resolver la cuestión lo primero que resulta pertinente recalcar es que la


pretensión tercera de la demanda busca que se declare que el contrato, de manera
integral, esto es sin individualización de cláusulas específicas, fue de adhesión para
la Convocante.

Para resolver la pretensión así formulada, procede el Tribunal a analizar si todas las
cláusulas que conformaron el contrato fueron dictadas y dispuestas por Sofasa, de
forma tal que pueda sostenerse que el negocio jurídico, en su integridad, fue de
adhesión para la Convocante, según esta lo sostiene.

La prueba documental y las declaraciones testimoniales que obran en el expediente


son elocuentes.

Sonia Rodríguez Ardila, gerente de Autogalias, cuya declaración ha sido citada por
el Tribunal en diversos aspectos en atención a la credibilidad que su dicho
representa y al hecho de que las condiciones contractuales de los concesionarios
fueron finalmente establecidas de manera igual para todos ellos, señaló:

“DR. LÓPEZ: Para efectos de discutir los alcances de esos contratos, cuál era la
mecánica, Sofasa le decía, este es el contrato, fírmelo, o Sofasa previamente trataba
de buscar un acuerdo y cómo eran esas conversaciones, etc.?

“SRA. RODRÍGUEZ: Para el contrato que está vigente, (…) lo que se hizo es
que estaba el contrato y sobre ese se permitió que la red de concesionarios hiciera
como una revisión de ese trabajo en conjunto buscando tanto beneficios para la

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marca como beneficios para la red, o sea fue un trabajo en conjunto que se hizo, no
fue algo que la marca hubiera dicho, esto es unilateral, este es el contrato, no,
revisiones de ambas partes.

“DR. LÓPEZ: Recuerda si los concesionarios y Asocor participaron en esas


conversaciones?

“SRA. RODRÍGUEZ: Sí, sí participaron.

“DR. LÓPEZ: Lo que yo le quiero preguntar es, dentro de esa participación


usted cree que no se aceptó absolutamente nada de lo que pedían los concesionarios
y Asocor frente a las reformas del contrato?

“SRA. RODRÍGUEZ: No, por el contrario, se lograron acuerdo que pidió


Asocor y la red de concesionarios.

“DR. LÓPEZ: Y esos acuerdos, en su concepto, eran acuerdo de orden


importante o simplemente cuestiones de detallito?

“SRA. RODRÍGUEZ: No, orden importante porque beneficiaba también a la


red, lo que se buscaba era beneficios para la red, o sea se hablaban temas de
política comercial, de la entrega de los vehículos que es parte muy importante en la
red, pues los vehículos que salen nuevos de la planta a los concesionarios y varios
aspectos que obviamente en beneficio de la red, cuando se permitió que ellos
participaran era para buscar un beneficio común para todos.”246

De igual forma es pertinente recordar lo declarado por Carlos Angarita Angarita,


asesor de Asocor, quien indicó:

“(…) Conformamos el doctor Esguerra, el doctor Archila y el suscrito una


comisión para estudiar la versión del contrato Sofasa 2.010 y en desarrollo de esa

246 Página 10 de la declaración.

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comisión entramos a hacer un análisis de lo que era ese nuevo contrato, los
replanteamientos que tenía el contrato.

“Comenzamos unas reuniones con Sofasa a las cuales asistía la doctora Natalia
Martínez, en esa época continuaba ella ocupando el cargo de secretaria general en
cuanto tuvo un cambio de nombre, el doctor Urrego, la doctora Ana María Casas
por parte de Sofasa, por parte de Asocor el doctor Paulo (sic) Arboleda y el grupo
de los 3 abogados nombrados para este tema con el objeto de analizar el contrato de
concesión 2.010. Ese es a grandes rasgos cuál fue mi actuación o por qué aparecí
en esa comisión.

“DR. ZEA: Cuáles fueron las conclusiones de esa comisión con relación a ese
contrato?

“SR. ANGARITA: Como conclusiones se llegó a un acuerdo.” 247 (Subraya


fuera del texto orginal)

En el mismo sentido se manifestó Alirio Alarcón, gerente de Auto Stock, otro de


los concesionarios de la red Renault, cuyas declaraciones, por la neutralidad del
testigo y por su conocimiento directo respecto de la forma en la que se negociaron
los contratos, le ofrece credibilidad al Tribunal.

Se refirió sobre el asunto que viene tratándose así:

“DR. LÓPEZ: En el presente caso nos encontramos frente a un último contrato de


concesión que es del año 2.003, usted o Autostop (sic) de alguna manera participó
en la negociación de ese contrato de concesión que hoy está rigiendo todavía las
relaciones entre Sofasa y los diversos concesionarios?

“SR. ALARCÓN: Sí, hace unos años se hizo esa negociación en conjunto con la
marca, había unos puntos que fue conciliarlos y mirar qué era beneficioso para la

247 Página 5 de la declaración

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

marca y para el Concesionario, eso se hizo, esa negociación se hizo entre la marca y
los concesionarios.

“DR. LÓPEZ: Concretamente en lo que a usted le corresponde como Autostop


(sic) cómo fue su participación si lo sabe o lo recuerda con relación a ese contrato
2.013?

“SR. ALARCÓN: Todo el mundo tenía conocimiento del contrato y podía dar
uno opiniones qué podía estar mal y qué podía estar bien y se podían hacer algunos
ajustes, eso fue conciliado entre la marca y los concesionarios.

“DR. LÓPEZ: Recuerda y me corrige si para esa época todavía era miembro de
Asocor, 2.013, antes del 2.013 si los concesionarios le dieron autorización a Asocor
para negociar ese contrato?

SR. ALARCÓN: Sí, se hizo con la participación de Asocor, pero la participación


de Asocor y todos los concesionarios.”248

Consistente con lo anterior, obran en el expediente multiplicidad de


comunicaciones, correos electrónicos, versiones de textos contractuales con
modificaciones resaltadas mediante el sistema de control de cambios y actas de
reuniones de trabajo que, de manera inequívoca, dan cuenta de las negociaciones
que se llevaron a cabo entre Sofasa y Asocor, asociación gremial representante de
los concesionarios de la red Renault (incluida Autonal), para definir las condiciones
que habrían de regir los contratos suscritos en los años 2011 y 2013, siendo este
último en desarrollo del cual se generó la terminación que le sirve de origen a la
presente controversia.

En las actas que respecto de las reuniones celebradas por las partes obran en el
expediente, se dejó constancia de que su objetivo consistía en la “discusión y acuerdo

248 Página 70 de la declaración.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

del clausulado final del contrato de concesión”249 y, dentro de su contenido hay evidencia
de diversos puntos en relación con los cuales las partes dejaron la indicación de que
“se acoge la recomendación de los concesionarios por parte de Sofasa”250.

En lo que atañe con las precitadas actas advierte el Tribunal que si bien las mismas
no se encuentran suscritas, hay constancia de su envío a los correos electrónicos de
los abogados contratados por Asocor para asesorar a los concesionarios en la
negociación del contrato251, sin que exista prueba en el expediente de que estos se
hubieran opuesto a los términos en que quedaron redactadas las referidas actas.

Dentro de la multiplicidad de documentos que respecto de la negociación general


de los contenidos contractuales obran en el expediente, destaca también el Tribunal
la gran cantidad de correos electrónicos en los que se deja clara evidencia de las
discusiones que entre las partes se adelantaron para convenir los términos finales de
algunas cláusulas252.

Aunque no desconoce el Tribunal que en desarrollo del proceso hubo testigos que,
como ocurrió con el señor Juan Carlos Buitrago, señalaron que los acuerdos a los
que se llegó en desarrollo de la negociación versaron sobre temas menores, el
Tribunal encuentra que la copiosa información que consta en el expediente da
cuenta de lo contrario.

En efecto, de la prueba documental aportada253 se desprende que hubo acuerdos


que recayeron sobre asuntos de gran importancia en la relación contractual, y tal
conclusión, como quedó dicho ya, es confirmada por dos de los concesionarios de
la red Renault que, representados por Asocor, hicieron parte del proceso de
negociación contractual al que viene haciéndose mención.

249 Folio 335 del C. de Pruebas 2.


250 Ibídem.
251 Folios 346, 356 del C. de Pruebas 2.
252 Folios 336 a 582 del C. de Pruebas 2.
253 Folios 334 a 582 del C. de Pruebas 2.

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Consta en el expediente la existencia de correos electrónicos y actas de reuniones


(folios 336 a 582 del C. de Pruebas 2) con base en los cuales queda claro para el
Tribunal que los concesionarios (Autonal incluida) discutieron y negociaron, por
conducto de la entidad gremial que los asociaba, múltiples cláusulas de muy variada
naturaleza y alcance.

Quizá el ejemplo más claro de los temas de fondo discutidos y convenidos es el que
tiene que ver con la cláusula 11.2 relativa a la posibilidad de terminación anticipada
del contrato por cualquiera de las partes, asunto que, por su complejidad y por la
incidencia que ha tenido en el conflicto suscitado entre las partes, será objeto de
especial análisis. El detalle sobre cómo la cláusula mencionada fue objeto de
discusión, entre Sofasa y los asesores de Asocor, será presentado en el capítulo que
destinará el Tribunal a la terminación del contrato que vinculó a las partes. Por
ahora, se menciona para poner de presente un aspecto medular en el contenido
contractual que no fue extendido o dictado unilateralmente por Sofasa.

Ahora bien, en relación con otras estipulaciones, como ocurre, por ejemplo con las
cláusulas 13.2 y 12.5 que, por haber sido acusadas de nulidad absoluta serán
también objeto de particular estudio, hay constancia de que las solicitudes de
modificación de la Convocante no fueron atendidas por Sofasa, quien señaló que se
trataba de condiciones inmodificables, incluidas “en todos los contratos de dealers Renault
en el mundo”254, lo que lleva al Tribunal a concluir que su incorporación al contrato
se produjo por vía de adhesión a contenido predispuesto. El Tribunal presentará
con detalle las consideraciones que lo llevan al convencimiento de que estas dos
específicas estipulaciones fueron extendidas o dictadas por Sofasa cuando aborde
las pretensiones relacionadas con la nulidad absoluta de las que se las acusa.

Como se advierte, entonces, en desarrollo del contrato y particularmente a partir


del año 2010, existieron negociaciones que, respecto de ciertos aspectos,
condujeron a la variación de los contenidos predispuestos por Sofasa, cuya
inclusión, por ende, no fue producto de imposición unilateral, en tanto que en

254 Folio 506 del C. de Pruebas 2.

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otros se advierte que predominó la voluntad de aquella, configurándose por tanto


eventos de cláusulas extendidas o dictadas, a las cuales Autonal solo pudo adherir.

Así las cosas, y sin perjuicio de la incidencia que la ausencia de negociación pueda
tener respecto de las cláusulas que la Convocante acusa de nulidad absoluta y que
serán objeto de análisis posterior, el Tribunal no podrá acceder a la pretensión
tercera de la demanda, en la medida que en ella se solicita que se declare que el
contrato, en su integridad, fue celebrado por vía de la adhesión, situación que,
como quedó visto, se contrapone a la evidencia probatoria.

Es, pues, por las consideraciones antes expuestas que tampoco será acogida la
pretensión tercera declarativa de la demanda.

3.3. Conclusiones respecto del pretendido carácter de adhesión del


contrato

Con apoyo en lo expuesto, el Tribunal denegará las pretensiones declarativas


tercera, cuarta y quinta de la demanda en los términos y alcance que quedaron antes
expuestos.

B. LA TERMINACIÓN DEL CONTRATO

1. La posición de la Convocante

En el capítulo 3 de las pretensiones de la demanda, Autonal agrupa aquellas


relativas a la terminación del contrato. De modo general, en ellas solicita que se
declare que mediante comunicación de 15 de septiembre de 2014 Sofasa expresó a
la Convocante su decisión de terminar el contrato, determinación que tuvo efectos
el 15 de marzo siguiente, esto es, seis meses después.

Con referencia a la cláusula 11.4.4.1 del contrato, solicita que se declare que
Autonal ingresó en 2013 a la etapa 1 del Plan Escalada, del que salió

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“satisfactoriamente” y que no volvió a ingresar a dicho Plan con posterioridad a


mayo de 2014.

Así mismo, en relación con la cláusula 11.4.4.2. del contrato, la Convocante solicita
que se declare que mantuvo siempre en operación un taller de colisión que cumplía
con los lineamientos de Sofasa y, por consiguiente, siempre mantuvo el respectivo
servicio a disposición de los clientes Renault.

Pide también que se declare que antes del 15 de septiembre de 2014, Sofasa no le
notificó a Autonal la existencia de un incumplimiento contractual asociado al
traslado del referido taller de colisión, ni tampoco asociado a cualquier otra
obligación contractual, “de tal manera que nunca empezó a correr el plazo de treinta (30)
días a que se refiere la cláusula 11.4.4.2 ibídem”.

En lo que atañe con lo estipulado en la cláusula 11.4.4., relativa al procedimiento


para terminar el contrato por incumplimiento, Autonal solicita que se formule una
declaración en relación con las condiciones que debían cumplirse en caso de un
eventual incumplimiento en los resultados de desempeño, calidad y rentabilidad,
para que Sofasa pudiera dar por terminado el Contrato con justa causa. Solicita,
también, que se declare que en el presente caso no se cumplieron dichas
condiciones. Pide una declaración en relación con el procedimiento que debía
observarse por Sofasa en el evento de un incumplimiento por parte de Autonal y
que se declare que al dar por terminado el contrato Sofasa no se cumplían dichas
condiciones. En consecuencia, solicita que se declare que no existía una justa causa
comprobada para la terminación del contrato.

Como fundamento de este grupo de pretensiones la Convocante invoca, a partir del


hecho 100 de la demanda, las siguientes circunstancias fácticas.

El Contrato estuvo vigente hasta el 15 de marzo de 2015. Las partes no dieron


cumplimiento a lo estipulado en la cláusula 11.2 respecto de los acuerdos a los que
debían llegar con posterioridad a la presentación del documento de terminación del

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contrato en lo relativo a “objetivos de compras de vehículos, repuestos y accesorios” y al


“cronograma de liquidación de obligaciones, finiquito de cuentas, retiro de señalización”, toda
vez que según la demanda, Sofasa propuso un negocio de transacción, que la
Convocante rehusó suscribir. Solo hasta el 11 de marzo de 2015 las partes
suscribieron un documento con los acuerdos que debían cumplirse para el cierre de
la operación de la Convocante, respecto del cual Sofasa hizo la salvedad que se
encontraban pendientes de liquidación algunos asuntos del contrato. Con
posterioridad a dicha fecha (el 16 de abril siguiente) la Convocante le envió a Sofasa
reclamación del pago de la cesantía comercial y de otras indemnizaciones
adicionales, cobros que no fueron aceptados por la Convocada. Con el propósito
de obtener dicho pago en forma directa, Autonal convocó una audiencia de
conciliación que tuvo lugar el 19 de mayo de 2015, sin que en la misma se haya
logrado acuerdo alguno.

Por otra parte, según el hecho 111 de la demanda, Sofasa justificó la decisión de
terminar el contrato en tres razones: i) el cierre del taller de Colisión por parte de
Autonal; ii) el reingreso de Autonal a la Etapa 0 del Plan Escalada en agosto de
2014; iii) la influencia que Autonal ejerció sobre los demás miembros de la Red
Renault, “lo que dificultó el manejo de las relaciones entre SOFASA y la RED”.
En relación con el taller de colisión, Autonal señaló que Sofasa invocó un supuesto
cierre del mismo como causa para dar por terminado el contrato. Por su parte, la
Convocante adujo que prestó siempre el servicio de taller de colisión, de manera
ininterrumpida.

Respecto del Plan Escalada, Autonal invocó que “superó satisfactoriamente la Etapa 3
del PLAN ESCALADA, lo cual le significó el mejoramiento de sus indicadores de desempeño y
rentabilidad y su salida de la ZONA ESCALADA”. Agregó que para septiembre de
2014, oportunidad en la que Sofasa comunicó su decisión de dar por terminado el
Contrato, Autonal se hallaba fuera de la zona del Plan Escalada. Desde entonces,
hasta la terminación del Contrato, no inició proceso nuevo de Plan Escalada.

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En sus alegaciones finales la Convocante concluyó que la terminación del Contrato


se dio solamente bajo dos supuestos posibles: que Sofasa haya invocado causales
para la terminación del contrato, en cuyo caso no demostró la ocurrencia de las
mismas y por lo tanto incumplió el procedimiento aplicable. El otro escenario es
que Autonal haya prescindido de cualquier causal y haya aplicado la cláusula 11.2
para terminar el contrato; en tal caso, Autonal estima que la cláusula es nula y
aunque fuera válida, no era aplicable y su ejercicio fue abusivo.

Autonal estima que no es admisible la posición de Sofasa según la cual en la


comunicación de terminación se mencionaron las causales para ese propósito, pero
no se invocaron, en la medida en que con el solo hecho de mencionarlas Sofasa “las
convirtió en causales de terminación y por ello estaba obligado a demostrar su existencia, aplicando
el procedimiento contractual”255.

Vinculadas en forma necesaria con las pretensiones que se acaban de relacionar,


Autonal deduce otro grupo de súplicas cuyo objeto principal es impugnar la
cláusula 11.2., con apoyo en la cual se terminó el contrato. Con ese propósito se
formula, en primer lugar, la pretensión vigésima principal en su letra a. con la que
solicita que se declare la nulidad de la referida estipulación, así como las demás
súplicas (b. c. d.) que se deducen como consecuenciales de la declaración de nulidad
que se reclama.

De manera subsidiaria, se propone la pretensión primera subsidiaria a la vigésima


principal según la cual, en caso que no se acceda a la nulidad de la cláusula 11.2,
deberá declararse, con fundamento en el artículo 1279 del C. de Co. que remite al
1330 del C. de Co., que, en la medida en que el contrato se confirió también en
interés de la Convocante, solamente podía terminarse en forma unilateral por justa
causa comprobada y las consecuenciales contenidas en las letras b. c. y d.

De igual forma, la Convocante invoca un segundo grupo de pretensiones


subsidiarias a la pretensión vigésima principal, cuyo propósito es que se declare que

255 P. 190 de las alegaciones de Autonal.

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en caso que la cláusula 11.2 sea válida y por lo tanto que podía ejercerse por la
Convocada, ello se hizo con abuso del derecho al no haberse invocado una justa
causa para terminar el contrato y al no haberse observado lo estipulado en la
cláusula 11.4.4., que disciplina el procedimiento en caso de incumplimiento.

En sus alegaciones finales la Convocante desarrolló su argumentación relacionada


con la nulidad absoluta de la cláusula 11.2 del Contrato para lo cual sostuvo que
“El derecho a dar por terminado de manera anticipada y unilateral el CONTRATO sin que se
requiera la existencia de una causal, equivale a someter todas las obligaciones del negocio a una
condición resolutoria que depende únicamente de la mera voluntad de la persona que se obliga”256.

En ese orden de ideas, la Convocante concluyó que la cláusula referida es nula por
disposición del artículo 1535 del Código Civil, que consagra la nulidad de las
obligaciones contraídas bajo condición puramente potestativa.

Así mismo, la Convocante reforzó su pretensión de nulidad de la cláusula con


apoyo en los artículos 1279 y 1283 del Código Civil con el argumento de que
cuando el contrato de mandato (aplicable a la agencia comercial) se celebra en
interés de ambas partes, “la revocatoria o la renuncia requieren siempre y sin
excepción, una justa causa”257.

La Convocante sostuvo que no puede argumentarse que la cláusula en mención


contiene una forma de terminación por mutuo disenso, entre otras razones porque
la terminación por mutuo acuerdo entre las partes está tipificada en la cláusula 11.3
del Contrato y por tanto, no puede entenderse que la forma de terminación de la
cláusula 11.2. corresponda con la de la cláusula 11.3., que es por acuerdo entre las
partes.

Agregó la Convocante que la parte final del segundo inciso de la cláusula 11.2.,
según el cual por motivo de la terminación no se causaría ningún perjuicio y no

256 Página 192 ibídem.


257 Página 193 ibídem.

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habría lugar a ninguna indemnización, contiene una exclusión de responsabilidad


sin limitaciones y por lo tanto adolece de nulidad absoluta, para lo cual cita
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia. Así mismo, invoca en su favor la
prevalencia de la cláusula 12.3. que faculta a las partes para ejercer las acciones
legales para proteger sus derechos, en caso de que la terminación del contrato
obedezca a causas distintas al vencimiento del plazo.

Puntualiza la Convocante que la aplicación de la cláusula 11.2 fue abusiva amén de


que Autonal nunca reconoció la legalidad de la terminación del Contrato.

2. La posición de la Convocada

Respecto de los hechos en los que se fundan las pretensiones que se analizan, la
Convocada manifestó lo siguiente.

Mediante comunicación de 5 de noviembre de 2014, Autonal expresó que


consideraba más conveniente que el contrato terminara el 31 de diciembre de 2014
y no el 15 de marzo de 2015. Así mismo, señaló que se abstuvo de firmar
transacción con Sofasa en la medida en que, a su juicio, no tenía cuestión litigiosa
que ameritara terminarse de esa manera. La convocada agrega que al liquidarse el
contrato, Autonal no hizo alusión, ni invocó la existencia de un contrato de agencia
comercial, asunto que, según la contestación, por su trascendencia económica, no
podía pasarse por alto en los temas pendientes de liquidación. Solo hasta el 14 de
septiembre de 2014, esto es siete meses después de terminar el Contrato, Autonal
invocó por primera vez la existencia de un contrato de agencia mercantil. Agregó
Sofasa que los clientes eran de Autonal.

En relación con la terminación del Contrato, Sofasa señaló que “para evitar
innecesarias discusiones” optó por invocar únicamente “la justa causa de terminación
prevista en el aparte 11.2 de contrato”, esto es la facultad estipulada según la cual

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cualquier parte podría dar por terminado el contrato en cualquier momento, sin que
se requiera señalar causal alguna.

En lo que concierne al cierre del taller de colisión, Sofasa sostuvo que esa no fue
causal que se haya invocado para terminar el contrato, pero en todo caso, el cierre
del mismo se hizo sin su autorización, es decir sin ajustarse a lo previsto en el
Contrato.

Para oponerse a este grupo de pretensiones, la convocada propuso la excepción


que denominó “Inexistencia de nulidad absoluta de la cláusula 11.2 del contrato de concesión
de 2013, de abuso de derecho por aplicarla y la consecuente terminación válida del mismo”, cuyo
fundamento hace consistir en que la referida cláusula (11.2) no es contraria a norma
imperativa, ni adolece de objeto o causa ilícitos y fue estipulada por sujetos
plenamente capaces, por lo cual no se verifica ninguna de las causales del artículo
899 del Código de Comercio. Agregó que al no ser nula, la cláusula es aplicable y
vinculante para las partes, de tal modo que al haberse utilizado para terminar el
contrato “la invocación y aplicación de ella por SOFASA constituye una justa causa para dar
por terminado el contrato”.

En sus alegaciones finales Sofasa sostuvo que para terminar el contrato no invocó
incumplimiento alguno sino que se apoyó en la cláusula 11.2. que fue incorporada
al Contrato por iniciativa de los concesionarios de la Red Renault. Dicha
estipulación no adolece de ningún vicio, nulidad, invalidez o ineficacia, sino que es
una estipulación vinculante y legítima, que fue acordada por las partes en forma
válida. Adicionalmente, Autonal aceptó en su oportunidad el ejercicio de la facultad
pactada en dicha cláusula, con conductas que así lo corroboran, que se encuentran
reflejadas, de modo principal, en las comunicaciones remitidas en forma recíproca
por las partes con ocasión de la terminación del contrato. En aquellas
comunicaciones emanadas de Autonal, no hubo reclamo alguno por abuso, ni por
la existencia de un contrato de agencia mercantil, ni mucho menos por cesantía
comercial, ni por solicitud de indemnización alguna. En suma, Sofasa sostiene que
para terminar el negocio jurídico hizo uso legítimo de la opción de terminación

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unilateral del contrato prevista en la cláusula 11.2., con lo cual se opone a las
pretensiones correspondientes de la demanda, así como a las consecuencias
indemnizatorias deprecadas.

Agregó la convocada que Autonal, con desconocimiento de sus propios actos, el 6


de marzo de 2015 remitió comunicación en la que expresó que Sofasa ejerció de
manera abusiva el derecho de terminación del Contrato y advirtió la causación “de
múltiples daños, entre otros por la imposibilidad de explotar sus locales en el mismo negocio”258.

3. Los problemas jurídicos por resolver

En relación con la terminación del contrato efectuada por Sofasa son varios los
problemas jurídicos que se plantean y cuya definición debe adoptarse en esta
providencia. En primer lugar, como quiera que la decisión de terminar el contrato
de manera unilateral fue adoptada por la convocada con apoyo en la cláusula 11.2
del Contrato que contempla dicha facultad, resulta necesario resolver aquellas
pretensiones cuyo objeto es aniquilar dicha cláusula por nulidad, y las relativas al
supuesto ejercicio indebido o abusivo de la misma. Ello implica entonces resolver,
en un primer momento, la pretensión vigésima principal declarativa de la demanda
en su letra a. en la que se solicita que se declare la nulidad de la referida estipulación
y en las demás (b. c. d.) que se deducen como consecuenciales de la declaración de
nulidad que se reclama.

En caso que no prosperen las pretensiones contenidas en la vigésima principal,


deberá resolverse la pretensión primera subsidiaria según la cual, en el evento en
que no se acceda a la nulidad de la cláusula 11.2, deberá declararse que el contrato
solamente podía terminarse en forma unilateral por justa causa comprobada. Así
mismo, habrán de resolverse los pronunciamientos consecuenciales que se invocan
como subsidiarios.

258 Página 13 alegaciones Sofasa.

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De igual manera, según quedó ya dicho, la Convocante plantea otro grupo de


pretensiones subsidiarias cuyo propósito es que se declare que en caso que la
cláusula 11.2 sea válida y que, por lo tanto, podía ejercerse por la convocada, ello se
hizo con abuso del derecho al no invocarse una justa causa para terminar el
contrato y al no haberse observado lo dispuesto en la cláusula 11.4.4. del Contrato,
que disciplina el procedimiento en caso de incumplimiento.

Una vez definida la validez del marco jurídico de índole contractual que gobierna la
terminación del contrato, corresponderá examinar las circunstancias dentro de las
cuales se procedió a ella, y en particular, la forma como Sofasa de manera unilateral
la dispuso y los términos en los que la efectuó. Para ello se analizará la
comunicación de 15 de septiembre de 2014 por medio de la cual la convocada
expresó su determinación de finalizar el contrato y los términos de la misma, con el
objeto de definir si dicha expresión de voluntad se ajustó a las estipulaciones del
contrato, si resultaba necesario acudir a un procedimiento distinto, en particular, a
la invocación de una causal específica y a la demostración de un incumplimiento de
Autonal y, por lo tanto, a la observancia del trámite pactado para el caso de
incumplimiento, que la Convocante echa de menos. En suma, deberá definirse si a
la luz de las normas legales, las estipulaciones del contrato y los lineamientos
jurisprudenciales, Sofasa estaba facultada para terminar en forma unilateral el
contrato únicamente con apoyo en la cláusula 11.2 o si, como sostiene la
Convocante, el ejercicio de esa potestad se hizo en desmedro de sus derechos
contractuales y en perjuicio de sus intereses patrimoniales.

Por último, las determinaciones que habrán de adoptarse deberán conducir a la


definición de si la forma como se terminó el contrato se hizo con inobservancia de
los postulados legales y contractuales y si ello generó un perjuicio a Autonal, cuyo
resarcimiento deba disponer el Tribunal.

4. La pretendida nulidad de la cláusula 11.2 del Contrato

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Como quedó expuesto líneas atrás, antes de resolver acerca de la forma como
Sofasa terminó el contrato, resulta indispensable decidir las pretensiones que se
dirigen contra la validez de la cláusula 11.2 del Contrato, por ser esta la estipulación
con apoyo en la cual la convocada puso fin al negocio jurídico.

Según se precisó en la pretensión vigésima principal, la Convocante solicita que se


declare la nulidad de la referida cláusula 11.2 y a partir de dicha nulidad, que se
declare que Sofasa incumplió el negocio jurídico por no ejecutar el contrato hasta el
31 de diciembre de 2015. De igual manera, solicita que se declare que la convocada
incumplió la cláusula 4.2. del contrato “al frustrar el procedimiento que permitiría”
prorrogarlo hasta el 31 de diciembre de 2017. Como consecuencia, solicita que se
declare que Sofasa es responsable de la indemnización de los perjuicios causados
por el pretendido incumplimiento.

En forma subsidiaria, en la demanda se solicita que, con arreglo al artículo 1279 del
Código de Comercio, se declare que el contrato se celebró también en interés de
Autonal, por lo cual Sofasa únicamente podía terminarlo en forma anticipada y
unilateral por justa causa comprobada. En esa línea, solicita que se declare que
Sofasa terminó sin justa causa comprobada el contrato, lo que constituye un
incumplimiento del mismo, amén de no haber respetado lo estipulado en la cláusula
11.4.4. De igual manera, solicita que se declare que Sofasa es responsable de la
indemnización de los perjuicios causados por esa conducta.

Por último, también en forma subsidiaria Autonal solicita que al no existir justa
causa para terminar el contrato en forma anticipada, se declare que Sofasa abusó
del derecho consagrado en la cláusula 11.2 y que por lo tanto es civilmente
responsable de los perjuicios directos que le fueron causados a la Convocante.

La cláusula 11.2. del contrato se encuentra ubicada dentro del capítulo 11 que se
denomina “Terminación” y, como segundo evento de terminación del negocio
jurídico, bajo el título ‘ANTICIPADA’. Bajo el numeral 11 del clausulado, las
partes regularon los eventos de terminación del contrato, que en líneas generales

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son los siguientes: el primero (11.1) la terminación por expiración del término de
duración, lo que para efectos del contrato debía ocurrir el 31 de diciembre de 2015;
el segundo (11.2) la terminación anticipada del contrato por decisión de alguna de
las partes en los términos que más adelante se precisarán; el tercero (11.3) por el
acuerdo mutuo entre las partes; y el cuarto (11.4) la terminación unilateral del
contrato por parte de Sofasa, por parte del Concesionario o por cualquiera de las
partes, con sujeción al catálogo de justas causas estipuladas para que opere dicha
forma de terminación.

Así las cosas, la cláusula 11.2. del contrato es la segunda forma de terminación del
negocio jurídico estipulada por las partes y que cualquiera de ellas podía ejercer. Se
trata, en primera medida, de una estipulación convenida en favor de ambas partes,
de suerte que cualquiera de ellas podía hacer uso de la cláusula para dar por
terminado el contrato, según se desprende de su tenor literal:

“Cualquier parte podrá dar por terminado el presente contrato en cualquier


momento a través del aviso escrito dirigido a la otra parte con seis (6) meses de
antelación a la fecha de que se busque su terminación, término que las partes han
considerado suficiente y acorde con la naturaleza de las operaciones objeto de la
concesión.

“Para dar por terminado el contrato al amparo de lo que se prevé en este aparte, no
se precisará que exista, señalar ninguna causal y se entenderá que por motivo de la
terminación no se causa ningún perjuicio y no habrá lugar a ninguna indemnización.

“Una vez presentada la comunicación, las partes fijarán de común acuerdo los
objetivos de compras de vehículos, repuestos y accesorios hasta la finalización del
contrato y procederán a elaborar el cronograma de liquidación de obligaciones,
finiquito de cuentas, retiro de señalización (diseños comerciales, emblemas, enseñas,
nombres comerciales y demás derechos de propiedad industrial e intelectual de
Renault, cuyo uso Sofasa S.A. haya autorizado al concesionario), devolución de

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manuales técnicos y comerciales, herramientas o equipos que sean de propiedad de


Sofasa S.A.”

De la facultad estipulada en la cláusula 11.2. podía hacerse uso “en cualquier


momento”, lo cual significa que no existía límite de índole temporal al ejercicio de la
facultad de terminación unilateral, esto es, que podía ser empleada con
independencia del plazo de vigencia del contrato. En otras palabras, al igual que la
terminación por mutuo acuerdo entre las partes (cfr. cláusula 11.3.) no era
necesario observar el plazo de vigencia del contrato para proceder a la terminación
anticipada del contrato la cual, por estipulación de las partes, podía ser utilizada ‘en
cualquier momento’.

La decisión de terminación unilateral del contrato debía comunicarse en forma


escrita mediante aviso dirigido a la otra parte con seis meses de antelación a la fecha
en la que se pretendiera la conclusión efectiva de la relación. Se trataba, por
consiguiente, de un preaviso que debía extender quien pretendiera ejercer la
facultad de terminación unilateral y que se pactó en seis meses, antes de la fecha de
terminación. De conformidad con lo estipulado por las partes, dicho plazo fue
considerado “suficiente y acorde con la naturaleza de las operaciones objeto de la concesión”,
esto es que los contratantes efectuaron una valoración del término para realizar el
preaviso y convinieron que el plazo de seis meses era “suficiente y acorde” con las
prestaciones derivadas del contrato, para terminar el negocio jurídico en forma
unilateral por alguna de ellas. Conviene puntualizar, desde ahora, que dicho plazo
se entendía estipulado en favor de la parte a quien se le comunicara la terminación
del contrato, en tanto es ella quien al ser notificada de dicha determinación, debía
ejecutar acciones de diversa índole en orden a acatar la decisión de terminación del
negocio jurídico y de las actividades derivadas del contrato.

A renglón seguido, en el segundo párrafo de la cláusula y con una redacción que


carece de la precisión deseada, la estipulación dispuso que para dar por terminado
el contrato con apoyo en dicha facultad, “no se precisará que exista, señalar (sic) ninguna
causal”. De lo anterior y pese al descuido en la redacción de la cláusula, puede

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inferirse que las partes convinieron que para el ejercicio de la facultad de


terminación unilateral del contrato no haría falta “señalar” una causal con ese
propósito. En otras palabras, se estaba en presencia de una facultad discrecional
estipulada en favor de ambas partes, para cuyo ejercicio no se requería del
acaecimiento de alguna circunstancia o causal que la justificara, sino que ella
operaba ad-nutum.

En este punto es palmaria la diferencia con la cuarta forma de terminación del


contrato (cláusula 11.4.) en relación con la cual se pactaron justas causas
(básicamente incumplimientos) de terminación respecto de cada una de las partes
(cláusulas 11.4.1. y 11.4.2.) o respecto de cualquiera de ellas (11.4.3.), así como un
procedimiento que tenía por objeto, de modo general, darle oportunidad a la parte
incumplida para adoptar los correctivos que fueran necesarios con miras a conjurar
el incumplimiento que se hubiera invocado o a enervar la respectiva causal. Con
todo, en caso de que no se superara la situación que diera origen a la causal, la parte
cumplida procedería “a dar por terminado el contrato en la fecha de vencimiento del plazo
establecido para subsanar” (Cláusula 11.4.4.2.).

En suma, el ejercicio de la facultad de terminación unilateral del contrato convenida


en la cláusula 11.2. se pactó sin sujeción a causales tipificadas, ni a un
procedimiento específico distinto a la notificación escrita y al plazo de
anticipación de seis meses y sin que fuera necesario invocar, señalar o justificar la
decisión de terminación por haberse incurrido en alguna causal en concreto o por
algún motivo en particular. En otras palabras, bastaba el ejercicio del derecho al
arrepentimiento, sin abusar de él y cuya única causa podía ser la mera voluntad de la
parte que lo invocara ya que “quien de buena fe hace uso de dicho instituto, de inobjetable
origen volitivo (ad libitum), no tiene necesidad de consignar en el escrito de enteramiento respectivo
a su cocontratante, indefectiblemente, cuáles son las razones que, in casu, lo llevaron a tomar dicha
decisión. Le basta con comunicarla, en debida forma, al otro extremo de la relación negocial, sin
que su eficacia, per se, quede supeditada a la validez de una motivación específica y, menos aún, a

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la aceptación por parte de éste, quien ocupa un ‘rol’ enteramente divergente: destinatario de la
precitada determinación volitiva (ex voluntate), …”259.

Adicionalmente, es necesario advertir otra y sustancial diferencia entre la


terminación “anticipada” pactada en la cláusula 11.2 y la cuarta forma de
terminación (justa causa, cláusula 11.4), consistente en que en este último evento,
cuando se presentara incumplimiento por parte del concesionario, se producirían
adicionalmente los efectos previstos en la cláusula 12.1, esto es, la posibilidad para
Sofasa de detener o suspender el despacho de los vehículos no pagados por el
concesionario y de exigir la correspondiente indemnización de perjuicios.

De igual manera, las partes manifestaron entender que por motivo de la


terminación unilateral, no se causaría ningún perjuicio y no habría lugar a ninguna
indemnización. El entendimiento que recoge esta estipulación amerita algunas
precisiones para su recta aplicación. A juicio del Tribunal, lo que las partes
convinieron fue que, en principio, la sola terminación unilateral (“por motivo de la
terminación”) no causaría ningún perjuicio y no daría origen a ninguna
indemnización. Desde luego que el alcance de esta estipulación no puede ser
ilimitado hasta el punto de entender que las partes desterraron la posibilidad de que
con el ejercicio indebido de esta facultad se pudiera causar perjuicio a la otra parte.
Como lo ha puntualizado la jurisprudencia, todas aquellas formas de terminación
unilateral de los contratos resultan ser modos excepcionales de concluirlos y no
pueden ejercerse con desconocimiento de la buena fe, ni en perjuicio del otro
contratante: “En consecuencia, todas las expresiones específicas de terminación unilateral del
contrato, el ejercicio del derecho potestativo, incluso discrecional, se rigen por los principios de la
buena fe, evitación de abuso del derecho y está sujeto a control judicial, lo cual suprime la justicia
privada por mano propia. La buena fe y el abuso del derecho, constituyen límites al pacto y
ejercicio de estas facultades”260.

259 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de casación de 14 de diciembre de 2001, expediente
6230.
260 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de casación, 30 de agosto de 2011, expediente 01957.

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La anterior consideración se acompasa con lo estipulado por las partes en la


cláusula 12.3 del contrato en la que convinieron que “Cuando la terminación del contrato
obedezca a causas distintas del vencimiento del plazo, las partes podrán, además de proceder como
se mencionó anteriormente, ejercitar las acciones legales encaminadas a la protección de sus
derechos”. Expresado en otras palabras, con esta estipulación las partes dejaron a
salvo la posibilidad de acudir al juez del contrato en aquellos casos en los que este
último terminara por “causas distintas al vencimiento del plazo”, entre las que se
encuentra la terminación unilateral con apoyo en la cláusula 11.2.

Puestas así las cosas, es claro que la sola terminación unilateral del contrato no es
fuente de perjuicios pero, en cualquier caso, ambas partes salvaguardaron su
derecho de ejercer las acciones legales que fueran del caso con el propósito de
proteger o reivindicar los derechos que resultaren vulnerados con ocasión de la
terminación del contrato por causas ajenas a la expiración del plazo, como podría
ser el ejercicio de la facultad de terminación unilateral. Por consiguiente, en caso de
que alguna de ellas estimara que sus derechos le habían sido vulnerados con
ocasión de la terminación del contrato, tendría derecho a acudir al juez, como a la
postre lo hizo Autonal.

Por último, las partes pactaron un procedimiento enderezado a finiquitar y liquidar


el contrato, como consecuencia de la decisión de alguna de ellas de darlo por
terminado con arreglo a la cláusula 11.2.: puestos en ese escenario, las partes
elaborarían un cronograma de liquidación de obligaciones y finiquito de cuentas
con el propósito de llevar el contrato hasta su fin.

5. Los motivos de nulidad de la cláusula 11.2. invocados por Autonal.

5.1. El primer párrafo de la cláusula 11.2. (Primera regla).

A pesar de que la Convocante no precisó en la demanda las causas o los motivos de


la pretendida nulidad de la cláusula 11.2., en el Capítulo I del Libro II de sus

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alegaciones finales concretó dicha pretensión, así como las razones y fundamentos
de la nulidad demandada.

En relación con el derecho que tiene cualquiera de las partes a dar por terminado el
contrato en cualquier momento y mediante escrito remitido con un preaviso de seis
meses, la Convocante estima que esa estipulación equivale a someter el contrato a
una condición resolutoria, de carácter puramente potestativa, lo que a su juicio, la
hace nula, por disposición del artículo 1535 del Código Civil.

Respecto de esta alegación, el Tribunal considera que el pacto que permite a


cualquiera de las partes terminar el contrato no constituye una condición
meramente potestativa, de aquellas prohibidas por la ley, en los términos del
ordenamiento civil. En efecto, el Título IV del Código Civil regula las obligaciones
condicionales y modales y comienza por disponer en el artículo 1530 que es
obligación condicional “la que depende de una condición, esto es, de un acontecimiento futuro,
que puede suceder o no”; de esta suerte, obligación condicional, en general, es aquella
que está sujeta en cuanto a su nacimiento o a su extinción, al acaecimiento de una
condición.

Como es sabido, la regla general en materia de obligaciones es que surjan en forma


pura y simple, esto es que sean exigibles desde el momento en que nacen. 261 Sin
embargo, la ley autoriza a las partes a que sometan las obligaciones a modalidades,
vale decir a plazo o condición, lo que, por ser excepcional, debe hacerse en forma
expresa por los contratantes.

Por su parte, el artículo 1536 del Código Civil dispone que la condición es
suspensiva “si, mientras no se cumple, suspende la adquisición de un derecho” y resolutoria,
“cuando por su cumplimiento se extingue un derecho”. Así pues, la condición suspensiva
tiene por efecto suspender el nacimiento del derecho personal y de la obligación
correlativa mientras que por la condición resolutoria se extinguen tales derecho y
obligación. Dicho con otras palabras, por la condición suspensiva, el nacimiento

261 Salvo, claro está, los eventos de plazo tácito y de condición resolutoria tácita. (arts. 1551 y 1546 del C.C.)

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mismo de la obligación, su surgimiento, queda sujeto al acaecimiento del hecho


futuro e incierto que se haya convenido. No se adquiere el derecho, o lo que es lo
mismo, no se contrae la obligación correlativa, hasta tanto acaezca el hecho
condicionante, es decir hasta que se cumpla la condición. Si de condición
resolutoria se trata, su cumplimiento trae consigo la extinción de una obligación ya
existente junto con el derecho personal correlativo.

A su turno, el artículo 1546 consagra la condición resolutoria tácita que va envuelta


en los contratos bilaterales en caso de no cumplirse por uno de los contratantes lo
pactado, caso en el cual el otro contratante está facultado para pedir la resolución o
el cumplimiento del contrato con indemnización de perjuicios.

La Convocante estima que el pacto de terminación unilateral del contrato entraña


entonces “una condición resolutoria que depende únicamente de la mera voluntad de la persona
que se obliga”262, condición que califica de meramente potestativa “toda vez que depende
única y exclusivamente de la voluntad de una de las partes”263.

Para decidir este frente de la controversia conviene destacar que si de conformidad


con el artículo 1535 del Código Civil, “son nulas las obligaciones contraídas bajo una
condición potestativa que consista en la mera voluntad de la persona que se obliga” (resalta el
Tribunal), debe necesariamente concluirse que las condiciones prohibidas por el
legislador son aquellas suspensivas que dependen única y exclusivamente de que el
deudor quiera obligarse.

Aunque los pactos de terminación unilateral de contratos tienen en la doctrina


fisonomía y función propias, si se los examina desde la perspectiva de las
condiciones, podrían ser entendidos como hechos condicionantes de la existencia
misma del contrato que los contiene. Pero en este orden de ideas, si a un pacto
como el que se estudia se lo ve como condición, sería esta necesariamente extintora
(resolutoria); nunca suspensiva. Por lo tanto, si lo que la Convocante entiende
como condición es el ejercicio del derecho de terminar el contrato en forma

262 Página 192 de las alegaciones de Autonal.


263 Ibídem.

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unilateral por alguna de las partes, esa facultad se estipuló no para extinguir
obligaciones y derechos ya existentes, sino como una potestad de ambas partes para
poner fin, hacia el futuro, al negocio jurídico.

En consecuencia, no estima el Tribunal que el pacto de terminación unilateral del


contrato al que se refiere la cláusula 11.2. constituya una condición meramente
potestativa, de aquellas prohibidas por la ley, toda vez que no puede considerarse
que sea un hecho o acontecimiento acordado con el objeto de extinguir derechos o
prestaciones de alguna de las partes, previamente contraídos, sino como facultad
convenida en favor de ambas, cuyo fin era terminar en cualquier momento el
contrato, y hacia el futuro, sin necesidad de invocar causal o fundamento
específicos. Si bien, el ejercicio de tal potestad se hizo con el propósito de terminar
el contrato, ello no implicó la extinción de las obligaciones previamente adquiridas
por las partes.

No considera el Tribunal que la facultad de terminación pactada constituya una


condición meramente potestativa (conditio si voluero), esto es aquella que consiste en
la mera voluntad de la persona que se obliga (artículo 1535 del Código Civil) 264,
pues como fue convenida, dicha estipulación no tiene por objeto extinguir derecho
u obligación por la mera voluntad del deudor, sino brindar a ambos contratantes la
posibilidad de poner término al contrato en forma unilateral, sin afectar las
obligaciones contraídas y ejecutadas al amparo del negocio jurídico, que devienen
inalterables y consolidadas. Por consiguiente, la terminación unilateral del contrato
solo produce efectos hacia el futuro (ex nunc) y no puede alterar o modificar
obligaciones ya contraídas o ejecutadas.

Con todo, si llegara a considerarse en forma hipotética la posibilidad de que dicha


estipulación constituye una condición puramente potestativa, no puede perderse de
vista que desde antiguo la jurisprudencia ha sostenido que “La condición puramente
potestativa de parte del deudor no anula tampoco la convención cuando es resolutoria. En este caso

Sobre este particular, el artículo 1170 del Código Civil Francés después de la reciente reforma dispone sobre este
264

punto, con mayor precisión, que toda cláusula que priva de su esencia a la obligación sustancial del deudor, se tiene
por no escrita.

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el contrato es puro y simple; las obligaciones nacen inmediatamente, pero cada una de las partes se
reserva el derecho de terminarlo cuando quiera. La facultad de resolución no impide que el contrato
produzca sus efectos inmediatamente”265.

En pronunciamiento más reciente, la Corte Suprema de Justicia, después de


relacionar los eventos en los que la legislación colombiana contempla los casos de
terminación o revocación unilateral de distintos contratos, con el propósito de
ilustrar que no se trata de figuras extrañas al derecho contractual, sino que tienen
variadas manifestaciones, concluye respecto de este tipo de cláusulas de
terminación unilateral y de sus consecuencias que “El contrato a partir de su existencia
genera efectos vinculantes para las partes, atadas u obligadas al cumplimiento, sea espontáneo, sea
forzado, y fenece por decisión exclusiva de una porque la ley concede el derecho o se pacta
accidentalia negotii, con las cláusulas resolutorias expresas, con o sin preaviso e, incluso, casos hay,
donde la común negativa se ha tomado como dissensus o distrato o concluye en éste (cas. civ.
sentencia de 12 de marzo de 2004). El contrato existe ex ante, engendra efectos, termina ex post
sin eficacia retroactiva y sólo hacia el futuro. Además, cumplimiento y terminación son distintos.
Aquél, no queda al simple arbitrio o mera voluntad de una parte, la última se produce por
decisión unilateral de una u otra sin afectar las obligaciones cumplidas”266.

Por otra parte, en sus alegatos de conclusión la Convocante sostiene que por
disposición de los artículos 1279 y 1283 del Código de Comercio, normas propias
del contrato de mandato comercial, aplicables a su vez al contrato de agencia por
remisión del artículo 1330 del Código de Comercio, existe nulidad de la cláusula
11.2 en tanto al haberse celebrado el negocio jurídico en interés de ambas partes, la
revocatoria o la renuncia requieren de una justa causa. En ese orden de cosas, a su
juicio, la cláusula 11.2 es nula por disposición del artículo 899 del Código de
Comercio según el cual el contrato es nulo absolutamente, entre otros casos,
cuando contraría una norma imperativa, salvo que la ley disponga otra cosa.

Como quedó definido líneas atrás, al Contrato celebrado entre las partes no le son
aplicables las normas de la agencia mercantil, ni tampoco las del mandato como lo

265 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de 22 de noviembre de 1945, G.J., t. LIX, pág. 795.
266 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de casación, 30 de agosto de 2011, expediente 01957.

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invoca Autonal. Las razones fueron ya expuestas con amplitud en esta providencia
y no es del caso reiterarlas en este acápite. Ello es suficiente para desestimar la
nulidad de la cláusula 11.2. cuya declaración se pretende con apoyo en las
disposiciones legales que disciplinan el contrato de agencia y de mandato, que se
refieren a la necesidad de terminar el contrato, solamente por justas causas.
Conviene, en todo caso, reiterar que la facultad de terminación unilateral de la
cláusula 11.2., por estipulación de las partes, opera en forma discrecional y sin
necesidad de invocar ninguna causal. En consecuencia, se descarta la nulidad de la
cláusula que se alega con fundamento en las normas legales de la agencia y del
mandato.

Por otra parte, la Convocante señala que la nulidad de la cláusula 11.2. no puede
enervarse con la alegación que, a su juicio, hace Sofasa relativa a que la cláusula de
terminación entraña un mutuo disenso anticipado y por lo tanto, al haberse
incorporado en el contrato, configura “una terminación por mutuo acuerdo en la que el
consentimiento mutuo se otorgó de manera anticipada y concomitante con la celebración del
contrato”267.

En relación con esta alegación, conviene hacer las siguientes precisiones. No se


advierte que en las defensas de Sofasa que fueron expresadas en las distintas
oportunidades legales para ese propósito se haya invocado la existencia de un
mutuo disenso anticipado como causal de terminación. Ese argumento lo infiere la
propia Convocante de una respuesta que brindó el representante legal de Sofasa al
perito, de modo que en estricto sentido, no forma parte de las defensas aducidas
por la convocada en este proceso, sino que es una expresión del representante legal
que consta en las pruebas practicadas268.

En ese contexto, al no ser una verdadera defensa material de la convocada, no se


estima necesario profundizar respecto de dicha argumentación, lo que no impide
dejar sentado, en todo caso, que la facultad de terminación unilateral del contrato
no constituye un mutuo disenso anticipado de las partes, en la medida en que se

267 Página 194, de las alegaciones de Autonal.


268 Vd. Página 194 de las alegaciones de Autonal.

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trata de instrumentos o figuras de distinta estirpe. Como ya se ha expuesto, aquella


se refiere a la expresión legítima de voluntad de una de las partes de terminar el
contrato en forma unilateral, libre y sin que para ello requiera del beneplácito o la
aquiescencia de la otra parte, al paso que el segundo supone la existencia de la
voluntad coincidente de las partes respecto del acuerdo extintivo del negocio
jurídico. En ese orden de ideas, a pesar de que ambas tengan por objeto extinguir el
contrato, existe incompatibilidad entre ambas figuras.

Puestas así las cosas, es preciso lo que argumenta la Convocante en el sentido de


señalar que la terminación por mutuo acuerdo del contrato se encuentra tipificada
en la cláusula 11.3., disposición que regula una situación jurídica diferente a la
terminación unilateral del contrato.

5.2. El segundo párrafo de la cláusula 11.2. (Segunda regla).

Respecto de lo que la Convocante denomina la segunda regla de la cláusula 11.2.,


según la cual, por una parte, para aplicarla no hace falta invocar ninguna causal y,
por otra, “se entenderá que por motivo de la terminación no se causa ningún perjuicio y no habrá
lugar a ninguna indemnización”, Autonal estima que dicha cláusula adolece de objeto
ilícito por contener una exclusión de responsabilidad “general y total, sin limitaciones,
calificaciones o exclusiones” 269 y porque a su juicio, dicha cláusula contiene una
condonación del dolo futuro, circunstancia proscrita por el artículo 1522 del
Código Civil.

Sin que sea necesario reproducir los pronunciamientos jurisprudenciales que han
proscrito las cláusulas de exoneración de responsabilidad de carácter absoluto,
conviene recordar en este punto que, en términos generales, dichas providencias
han desterrado del ordenamiento jurídico aquellas cláusulas que de manera general,
abierta e ilimitada exoneran de responsabilidad al deudor por el incumplimiento de
las prestaciones a su cargo, en la medida en que entrañan una condonación del dolo
futuro que, en últimas, permite que el deudor incumpla la prestación, sin

269 Pág. 197 ibídem.

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responsabilidad alguna por dicha inejecución. Por consiguiente, ese tipo de


estipulaciones adolecen de nulidad no solo por incurrir en la prohibición de una
norma legal (artículo 1522 Código Civil), sino porque dicha prohibición encuentra
raíces en una regla ética superior que no permite que el deudor incumpla la
obligación por su sola voluntad y sin justificación alguna. Es así como, “La razón
nos enseña que un pacto de semejante naturaleza haría inútil la obligación, porque destruiría el
vínculo jurídico que constituye el extremo sustancial. Si el pacto, en verdad, fue concluido en el acto
mismo que debía nacer la obligación (hipótesis concebible sólo en las obligaciones contractuales), el
pacto entonces se halla en contradicción con la voluntad de concluir la obligación, que será nula e
ineficaz por falta de seria voluntad de las partes contratantes”270.

Bajo esta perspectiva y dentro de este marco conceptual, a juicio del Tribunal, la
cláusula 11.2. no contiene una exoneración de responsabilidad de carácter general y
omnímoda, sino que dispone que “por motivo de la terminación” no se causa
ningún perjuicio, es decir que se refiere en forma concreta y específica al ejercicio
de la facultad de terminación anticipada que, por sí solo no genera perjuicio, ni es
fuente de indemnización. No puede deducirse de esa expresión concreta y singular
de los contratantes que su voluntad haya sido exonerar de responsabilidad de
manera general y abierta al deudor por el incumplimiento de sus prestaciones,
cuando con claridad la cláusula se refiere únicamente a que “por motivo de la
terminación” no se causa perjuicio, ni hay lugar a indemnización. El alcance de dicha
estipulación no es el que pretende atribuirle la Convocante en sus alegaciones, sino
que su inteligencia ha de ser que por el solo hecho de que alguna de las partes
termine en forma anticipada el contrato, dicha circunstancia no genera
responsabilidad, ni obligación indemnizatoria.

Como ya se ha puntualizado, la cláusula bajo examen no contiene una exoneración


de responsabilidad general, abierta e ilimitada de tal modo que envuelva una
condonación del dolo futuro del deudor que, por consiguiente, le permita a este
incumplir la prestación y resultar exonerado por dicha inejecución. No se trata de
una exoneración de carácter general, ilimitada y sin exclusiones respecto de la

270 Teoría de las Obligaciones. Jorge Giorgi. Editorial Reus S.A. 1977. Volumen II, pág. 81.

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responsabilidad de una de las partes, sino que se refiere a que el solo hecho de la
terminación unilateral que ejerza cualquiera de ellas no causa perjuicio, ni da lugar a
indemnizar. Esta estipulación y sus efectos propios como se expuso líneas
atrás no puede leerse e interpretarse en forma aislada, sino que dicho ejercicio
debe hacerse al amparo del postulado consagrado en el artículo 1622 del Código
Civil271 que recoge el canon de interpretación sistemática del negocio jurídico, según el
cual, las cláusulas de un contrato se interpretarán unas por otras, dándosele a cada
una el sentido que mejor convenga al contrato en su totalidad. Recuérdese sobre
este particular que en el estado actual de la doctrina, los principios de interpretación
no son simples enunciados o sugerencias teóricas, sino que constituyen verdaderas
disposiciones que obligan al juez, en la medida en que “… las reglas legales de
interpretación son normas jurídicas, y son también normas técnicas cuando se adecuan a los
cánones comunes de la lógica y de la experiencia. La violación de las reglas legales de interpretación
por parte del juez de conocimiento comporta, como se vio, la posibilidad de censura ante
casación…”272.

Es así como la estipulación bajo examen debe interpretarse dentro del marco de las
demás cláusulas convenidas por las partes y, en particular, en armonía con lo
previsto en la cláusula 12.3. en la que se señaló que “Cuando la terminación del contrato
obedezca a causas distintas del vencimiento del plazo, las partes podrán, además de
proceder como se mencionó anteriormente, ejercitar las acciones legales encaminadas a la protección
de sus derechos” (énfasis agregado).

En acatamiento de las reglas legales de interpretación y en el marco hermenéutico


decantado por la jurisprudencia, “… las diversas estipulaciones de un negocio jurídico no
pueden considerarse como expresiones aisladas o insulares para efectos de determinar la intención
común de los contratantes, pues el contrato todo es un conjunto de disposiciones que tiene como
propósito la realización de la finalidad práctica querida por ellos y es claro que tal finalidad o
propósito no se realiza con una sola disposición convencional. Lo anterior, por cuanto, por regla
general, ‘una convención constituye un todo indivisible, y hay que tomarla en su totalidad para

Artículo 1189 del Código Civil Francés.


271

Derecho Civil. El Contrato. Massimo Bianca. Universidad Externado de Colombia. Bogotá. 2007. Págs. 437 y
272

438.

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conocer también por entero la intención de las partes. No pueden tomarse aisladamente sus
cláusulas porque se ligan unas a otras y se encadenan entre sí limitando o ampliando el sentido
que aisladamente pudiera corresponderles, explicándose recíprocamente. En consecuencia, para
penetrar el sentido de cada una de las cláusulas, es indispensable examinarlas todas’ (Claro Solar,
Luis. Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado. De las Obligaciones. Volumen VI.
Pág. 26. Editorial Jurídica de Chile. Santiago de Chile. 1979)…”273.

A partir de lo expuesto, puede concluirse que en la cláusula 11.2. no solamente no


se estipuló una exoneración de responsabilidad general e ilimitada, sino que en la
cláusula 12.3. las partes se reservaron el derecho de acudir al juez del contrato en
aquellos casos en los que este último terminara por “causas distintas al vencimiento del
plazo”, entre las que invariablemente se encuentra la terminación unilateral con
apoyo en la cláusula 11.2. Por consiguiente, en esa línea de interpretación, las
referidas estipulaciones no envuelven una contradicción como lo sostiene la
Convocante274, antes bien se complementan y no se excluyen.

En suma, el sentido que mejor conviene al contrato en su integralidad, es que no


solamente la cláusula 11.2 no contempla una exoneración de responsabilidad
ilimitada y absoluta, sino que el propio negocio jurídico prevé la posibilidad de
someter al control judicial aquellos eventos en los que termine por causas distintas
al vencimiento del término, con el propósito de reivindicar o salvaguardar los
derechos de la parte que los estime conculcados275.
6. Conclusión respecto de la validez de la cláusula 11.2

Por las razones expuestas, el Tribunal no declarará la nulidad de la cláusula 11.2 del
Contrato 2013-2015 (pretensión vigésima principal letra a). Además de que no se
configuraron las causas de nulidad alegadas por la Convocante, según quedó
explicado, no observa tampoco el Tribunal causa de nulidad absoluta que deba ser

273 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia del 19 de diciembre de 2008.
274 Página 201 de las alegaciones de Autonal.
275 En relación con este punto, no puede soslayarse lo que se encuentra reconocido por las partes en el proceso,

relativo a que Autonal es un concesionario multimarca, esto es que vende otras marcas de vehículos distintas a
Renault. Esa circunstancia, en cualquier caso, debería atenuar los eventuales efectos que pudiera tener en el
concesionario la terminación unilateral anticipada del contrato, que no serían los mismos si el concesionario vendiera
vehículos de una sola marca.

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oficiosamente declarada. La cláusula 11.2 está contenida en contrato celebrado por


sujetos plenamente capaces y no adolece de causa o de objeto ilícitos, ni vulnera
norma imperativa. De igual modo, por ser una súplica de carácter consecuencial a la
anterior, tampoco accederá a declarar el incumplimiento de Sofasa deducido en la
pretensión vigésima principal letra b., en el entendimiento de que al haber
terminado el contrato con arreglo a la cláusula 11.2., Sofasa no incurrió en
incumplimiento al no haberlo ejecutado hasta el 31 de diciembre de 2015, pues la
terminación produjo los efectos convenidos por las partes en la tantas veces
referida cláusula. Por esas mismas consideraciones y por haberse terminado el
contrato mediante el ejercicio de una facultad estipulada en él, no hay lugar a
declarar que Sofasa frustró el procedimiento que permitía la prórroga del contrato
hasta el 31 de diciembre de 2017 (pretensión vigésima letra c.), ni tampoco a
deducir responsabilidad contractual, ni a imponer obligación de indemnizar como
se reclama en la pretensión vigésima letra d.

7. Pretensión primera subsidiaria a la vigésima principal

Al no cobrar fuerza la pretensión vigésima principal de la demanda, corresponde


ocuparse de la primera pretensión subsidiaria a la vigésima principal.

En ese grupo de súplicas, la demanda pide, en primer lugar, bajo la letra a. que se
declare “con fundamento en el artículo 1279 CCO, norma a la cual remite el artículo 1330
CCO, que EL CONTRATO se confirió también en interés de LA CONVOCANTE,
motivo por el cual SOFASA únicamente podía revocarlo y/o terminarlo anticipada y
unilateralmente por justa causa comprobada”.

Como quedó precisado en capítulo anterior de esta providencia y por las


consideraciones expuestas con ese propósito, al contrato celebrado entre las partes
no le son aplicables las normas de la agencia comercial, ni las del mandato en las
que se apoya esta pretensión, por tratarse de un contrato de naturaleza diferente.
Por consiguiente, al no haberse acogido que el contrato celebrado participe de la
naturaleza del mandato, el régimen y las consecuencias del mandato en interés

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común, tampoco resultan aplicables en este asunto. Por ese motivo, amén de las
consideraciones a las que se ha hecho referencia en este laudo para desestimar la
existencia de un contrato de agencia comercial, se declarará que no prospera la
pretensión primera subsidiaria a la vigésima principal, letra a.

Bajo la letra b. de la misma pretensión subsidiaria a la vigésima principal, la


demanda solicita que se declare que Sofasa revocó y/o terminó sin justa causa
comprobada el contrato, lo que constituye incumplimiento del mismo por violación
del principio de buena fe contractual y por violación del artículo 1279 del Código
de Comercio.

Para resolver esta súplica resulta suficiente reiterar, en primer lugar, que el artículo
1279 del Código de Comercio no resulta aplicable como lo pretende la Convocante,
toda vez que el negocio jurídico celebrado entre las partes no participa de la
naturaleza jurídica del mandato, ni de la agencia mercantil.

Por otra parte, de conformidad con lo expuesto en esta providencia, al tomar pie
Sofasa en la cláusula 11.2. para terminar el contrato en forma unilateral, por
disposición de la propia cláusula y del acuerdo de las partes que en ella se recoge,
no hacía falta invocar, ni acreditar la existencia de una justa causa para dar por
terminado el contrato, en tanto dicha estipulación consagra una potestad
discrecional que podía ejercerse “en cualquier momento” y sin que fuera necesario
“señalar ninguna causal”. En ese orden de ideas, haber ejercido una facultad
convenida en el contrato, con observancia de las formalidades estipuladas en la
cláusula que la consagra, sin haber invocado una justa causa para terminar el
contrato, no configura un incumplimiento del mismo.

Por las mismas consideraciones y bajo la misma línea de análisis, se concluye que
para terminar el contrato en forma unilateral con apoyo en la cláusula 11.2, no era
necesario dar cumplimiento a la cláusula 11.4.4. En efecto, esta última disposición
disciplina el procedimiento por incumplimiento en aquellos casos en los que la
terminación del contrato fuera por justa causa (cláusula 11.4.), evento que, como

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quedó visto, no es del que se ocupa esta providencia en tanto el contrato terminó
por decisión unilateral de Sofasa. Por consiguiente, la ‘hipótesis’ a la que se refiere
la primera pretensión subsidiaria a la vigésima principal en su letra c. no
corresponde con los hechos alegados y demostrados en el proceso y por lo tanto, la
pretensión no tiene vocación de prosperidad.

Como quiera que no encuentran prosperidad las súplicas contenidas bajo las letras
a. b. y c. de la primera pretensión subsidiaria a la vigésima principal y no hay lugar a
declarar los incumplimientos que en ellas se reclaman, de manera consecuencial, no
hay lugar a declarar la responsabilidad contractual y la obligación indemnizatoria
que se deducen en la letra d. de la pretensión bajo examen.

En consecuencia, se declarará que no prospera la pretensión primera subsidiaria a la


vigésima principal en sus letras a. b. c. y d.

8. Pretensión segunda subsidiaria a la vigésima principal.

Con este grupo de pretensiones Autonal pretende que se declare que Sofasa “en
ausencia de una justa causa comprobada” abusó del derecho consagrado en la cláusula
11.2. para terminar en forma anticipada el contrato (letra a.) De igual manera,
solicita que ante un eventual incumplimiento de la Convocante, se declare que la
decisión de Autonal de acudir a la cláusula 11.2., en lugar de aplicar los
procedimientos de la cláusula 11.4.4., constituyó un abuso del derecho (letra b.)
Como consecuencia de tales declaraciones, se solicita que se declare que Sofasa es
civilmente responsable y está obligada a la indemnización de perjuicios directos
(letra c.)

En sus alegaciones finales, la Convocante concretó los fundamentos de esta


pretensión que se refiere a la aplicación abusiva de la cláusula por parte de Sofasa.
Para sustentar dichas pretensiones la Convocante señala que para que la aplicación

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de la cláusula 11.2. no hubiera sido abusiva, “tendría que haberse hecho partiendo de las
siguientes dos (sic) premisas276:

a) Que no se aplicara como condición meramente potestativa;


b) Que no se excluyera la responsabilidad por dolo y culpa grave de la parte que la invoca;
c) Que al aplicarse no se hubiera violado el derecho del concesionario a explicar su conducta
utilizando los procedimientos contractuales establecidos…”.

En relación con las circunstancias contenidas bajo las letras a) y b) se encuentra


definido en esta providencia que la cláusula 11.2. no reviste una condición
meramente potestativa, ni contiene exoneración de responsabilidad por dolo o
culpa grave. Por consiguiente, con fundamento en las consideraciones expuestas en
el acápite pertinente de este laudo en relación con estas dos ‘premisas’ que se
señalan en las alegaciones de la Convocante, la pretensión enderezada a declarar
que la cláusula 11.2. se ejerció de manera abusiva por Sofasa, no está llamada a
prosperar.

Autonal aduce también que la aplicación de la cláusula 11.2. por parte de Sofasa
violó el derecho que tenía a explicar su conducta mediante los procedimientos
contractuales convenidos, lo que, a su juicio, constituye una conducta abusiva.

El procedimiento que según Autonal se pretermitió en desmedro de sus derechos


se refiere a aquel que está consagrado en la cláusula 11.4.4. (procedimiento por
incumplimiento), dentro del acápite 11.4. del Contrato que regula la terminación
por justa causa. En efecto, dicho procedimiento tiene como fin, entre otros,
implementar planes de acción para mejorar los resultados, amén de que la parte
incumplida pudiera adoptar los correctivos a que hubiera lugar, antes de darse por
terminado el contrato.

Sin embargo, tales procedimientos y planes de acción se convinieron para el caso


de terminación del contrato por alguna de las justas causas estipuladas en la cláusula

276 Página 201 de las alegaciones de Autonal.

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11.4. Ha quedado establecido que el Contrato terminó por decisión unilateral de


Sofasa tomada al amparo de la cláusula 11.2., para lo cual no hacía falta ni la
invocación de una justa causa, ni justificaciones adicionales. Eran suficientes la
notificación escrita por parte de Sofasa y la fijación del plazo de seis meses para
terminar el contrato. Por consiguiente, al no existir obligación contractual de
invocar una justa causa, ni de observar el procedimiento estipulado para la
terminación por incumplimiento, no hubo desconocimiento del derecho de
Autonal “a explicar su conducta” y, por ende, no se abre paso la pretensión relativa a
la aplicación abusiva de la cláusula 11.2. por esta circunstancia.

Sin perjuicio de lo anterior y en relación con la pretendida declaración de ejercicio


abusivo de la cláusula 11.2. por parte de Sofasa, estima el Tribunal conveniente
adicionar a las anteriores consideraciones algunas reflexiones en torno al abuso de
derecho.

Sabido es que son muchas las aproximaciones que en este tema tiene la doctrina.
Bajo las llamadas tesis positivas (que admiten la figura), unas se inclinan por
criterios subjetivos y otras, quizá mayoritarias, por los de índole objetiva.

“Para los que sustentan este criterio [el subjetivo], hay abuso del derecho cuando
el derecho subjetivo se pone en ejercicio con el sólo ánimo e intención de perjudicar a
otro sujeto, o en cualquier caso, sin que su actuación origine un beneficio propio.

“El acto es abusivo cuando su móvil principal es dañar a otro, aún cuando puedan
existir otros fines secundarios.

“RIPERT (ob.cit. No. 93) sostiene que lo importante en el abuso del derecho es
la intención de causar daño a un tercero, y entiende que este instituto no está tanto
enmarcado dentro del universo de la responsabilidad civil sino que se está más bien
ante un deber moral de cumplir y ejecutar los derechos como los concede el orden
jurídico.

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“…

“Según este enfoque para que exista abuso de derecho se necesita la existencia de
una conciencia de que se está actuando no para satisfacer el propio interés sino para
perjudicar el ajeno.

“En esta categoría subjetiva se ubica también el criterio que propone determinar el
abuso de derecho cuando se actúa sin un interés serio o legítimo. Si el
derecho subjetivo se toma como el interés jurídicamente protegido (Ihering), el abuso
estaría en actuar sin interés.”277 (las negrillas son del texto original)

No pocas críticas ha recibido el enfoque subjetivo. La dificultad probatoria, la


complejidad en la demostración de la intención dañina harían prácticamente
inaplicable la teoría. Adicionalmente, se considera que el propósito o designio de
causar daño no corresponde realmente a la noción de abuso del derecho, porque tal
proceder no puede acompasarse con la idea de ejercer un derecho, así este ejercicio
sea anómalo.

El llamado criterio objetivo, denominado también finalista o funcional, gira en


torno de la finalidad que cada derecho subjetivo está llamado a cumplir, de manera
tal que cuando se ejerce por fuera o en contravía de tal finalidad, se abusa del
correspondiente derecho.

“Cada derecho subjetivo es reconocido y respalda su exigibilidad para realizar un


fin o cumplir determinada función (social o económica); lo que importa es el
apartamiento del fin económico o social a que responde el derecho.

“(…)

“Se debe comparar el móvil perseguido por el que ejerce el derecho subjetivo y el
fin de la norma por la que éste fue reconocido. Si existe concordancia, el derecho se

277Ordoqui Castilla, Gustavo. Abuso de Derecho. Pontificia Universidad Javeriana, Universidad Católica del
Uruguay, Grupo Editorial Ibañez, Bogotá, 2010. Págs. 54 y 55.

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ejerció normalmente y si hay discordancia, se configura abuso de derecho.” 278 (las


negrillas son del texto original)

En palabras de Ricardo de Ángel Yagüez,

“… incurre en abuso del derecho el titular del mismo que lo ejercita de forma
contraria a su finalidad”279.

El Tribunal comparte este criterio, que en estricto sentido no es puramente


objetivo, para detectar casos constitutivos de abuso del derecho. Así pues, en cada
caso corresponde identificar la finalidad legal o convencional que tiene el
correspondiente derecho subjetivo, para compararla con el ejercicio que el titular
hizo de ese derecho. En caso de discordancia, esto es si el titular ejerció su derecho
por fuera de su finalidad, se habrá configurado un evento de abuso.

De lo anterior se sigue que el fallador tiene la delicada y ardua tarea de establecer


con precisión la finalidad jurídica o espíritu que legal o convencionalmente debe
tener el derecho subjetivo bajo su escrutinio y definir, con base en el acervo
probatorio, si el ejercicio de ese derecho, por parte de su titular, estuvo o no
alineado con tal finalidad. Lo crucial entonces empieza con la identificación del
objetivo que el legislador o los contratantes si el derecho subjetivo es de fuente
convencional le asignaron.

Sobre estas breves bases conceptuales, procede el Tribunal a examinar el supuesto


abuso del derecho por parte de Sofasa en la terminación del contrato.

Como quedó puntualizado en consideraciones que anteceden, la facultad unilateral


de dar por terminados los contratos se admite en general por la doctrina y la
jurisprudencia280. En materia de terminación unilateral por facultad estipulada en el

278 Ibídem, pág. 56.


279 Citado por Jaramillo Jaramillo, Carlos Ignacio. Derecho Privado. Estudios y Escritos de Derecho Patrimonial.
Tomo III, volumen 1. Pontificia Universidad Javeriana, Grupo Editorial Ibañez, Bogotá, 2014, pág. 327.
280 En algunos casos es la propia ley la que confiere ese derecho. Tales son, por ejemplo, los casos del contrato de

arrendamiento de vivienda urbana (arts. 22 ord. 7 y 24 ord. 4 de la ley 820 de 2003), del contrato de mandato (art.

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contrato, la posibilidad de configuración de abuso del derecho tiene que examinarse


a partir del alcance y forma de la correspondiente estipulación. No es lo mismo la
terminación de un contrato con apoyo en una cláusula que consagre la facultad de
manera abierta, sin término de preaviso, que con base en una que sí señale una
mínima antelación. Tampoco puede juzgarse con el mismo rasero la terminación
unilateral en contratos intuitu personae, respecto de negocios que no tienen tal
carácter. La terminación unilateral en contratos de ejecución sucesiva difiere de
aquella que se presente en aquellos de ejecución instantánea. En fin, cada caso, cada
modalidad, ofrecerá al intérprete los necesarios elementos de juicio para decidir.

En el caso bajo examen, la cláusula 11.2 del contrato celebrado por las partes
permitía a cualquiera de ellas darlo por terminado de manera anticipada, con un
aviso de seis meses de antelación y sin que fuese necesaria justificación o
explicación ninguna. Como quedó ya expuesto, la facultad de terminación se pactó
explícitamente para ser ejercida de manera discrecional (ad nutum), circunstancia
central en el presente caso. Si la cláusula 11.2 hubiera limitado su contenido a lo
pactado en su inciso primero, la finalidad del derecho así consagrado debería
evaluarse, de cara a un eventual abuso en su ejercicio, a la luz de si existieron o no
causas específicas o motivos de la decisión. Pero en este caso las partes de manera
libre y recíproca acordaron sin asomo de duda la posibilidad de poder dar por
terminado el contrato en cualquier momento, sin necesidad de aducir razón alguna.

Este tipo de prerrogativa constituye lo que se ha denominado como “derechos


incausados” o abstractos “que se ejercen sin tener que dar explicaciones o fundamentos”281.
En palabras de Josserand, “Existen (…) derechos abstractos (non causés), por lo menos en su
realización, en su aprovechamiento, (…). … pueden ejercitarse en cualquier condición y por
cualquier fin, sin que su titular tenga que dar cuenta de los motivos que lo inspiren y sin que por
causa de ellos pueda incurrir nunca en responsabilidad…”282.

2189, ordinales 3 y 4 del Código Civil), del contrato de suministro sin estipulación de plazo (art. 977 del Código de
Comercio).
281 Ordoqui Castilla. Ob cit. Pág. 110.
282 Josserand, Louis. El Espíritu de los Derechos y su Relatividad. Editorial José M. Cajica Jr. Puebla, México, 1946.

Pág. 328.

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Para el Tribunal, la finalidad del derecho subjetivo creado por la norma contractual
era clara: dejar la posibilidad de terminación contractual sin necesidad de
justificación; eso sí, dando un aviso con antelación que juzgaron suficiente en seis
meses. Lo anterior, aunque excepcional, es plenamente válido según quedó
explicado. Las partes crearon con esa amplitud el derecho subjetivo y no puede
hacerse abstracción de esa circunstancia. La cláusula (norma convencional creadora
del derecho subjetivo sub examine) es clara en su tenor literal y en su sentido.

Por otra parte, la cláusula bajo examen no revela ningún tipo de disparidad o
desequilibrio en la medida en que fue convenida a favor de ambas partes, de suerte
que cualquiera de ellas podía hacer uso de la facultad de terminación unilateral del
contrato. Además fue estipulada o convenida en pie de igualdad y no denota o
suscita una superioridad o preeminencia de una parte en relación con la otra. Así se
deduce, entre otras pruebas, de la declaración del abogado Carlos Angarita, quien
informó al Tribunal que fueron los concesionarios Renault agrupados en Asocor
quienes lograron la modificación de la cláusula: “… la cláusula daba un tiempo de 2
meses para que se finalizara a partir del momento de la notificación se finalizara el contrato, como
gran conquista se logró que fueran 6 meses y se estableció que fuera de doble vía, tanto fuera un
cambio de dos palabras, las partes podrán dar por terminado, y así quedó la cláusula que en ese
momento quedó establecida en el contrato”283.

En el mismo sentido señaló el aludido testigo que la cláusula que para el modelo
contractual del año 2004 preveía que “cualquier parte podrá dar por terminado el presente
contrato a través de aviso escrito dirigido a la otra parte con 4 meses de antelación a la fecha de
terminación”, para el modelo contractual que operó en el año 2011 y para el que fue
definido para el año 2013 “se amplió en 6 meses esa cláusula y se le complementó dos párrafos
posteriores” 284 por la solicitud que en tal sentido formuló Asocor285.

Aunado a lo anterior, es preciso indicar que en el expediente obra un correo


electrónico del 25 de octubre de 2010 que, bajo el asunto de “cláusula de terminación

283 Folio 488 del cuaderno de pruebas No. 5.


284 Página 12 de la declaración.
285 Cfr. Ibídem.

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revisada” le remitió Carlos Angarita Angarita a Pablo Urrego, de Sofasa, en la que se


anuncia la remisión de “la cláusula de terminación para la incorporación al contrato de
concesión.”286

Tras ponérsele de manifiesto al testigo la existencia del aludido correo electrónico,


este señaló que “la cláusula como tal se presentó y fue aceptada por Sofasa con estos mínimos
cambios (…)287.

Con apoyo en lo anterior, encuentra acreditado el Tribunal que, en lo relativo a la


cláusula 11.2 que viene siendo objeto de análisis, se presentó entre las partes una
negociación que condujo a la definición de su contenido final.

No se observa, entonces, que la terminación unilateral del contrato por parte de


Sofasa, haya constituido ejercicio de un derecho por fuera de la finalidad que
contractualmente las partes libremente y de común acuerdo dieron al mismo.

Por otra parte, no pueden perderse de vista principios cardinales que informan la
celebración y ejecución de todo negocio jurídico y que, por consiguiente, resultan
también mandatorios para el juez del contrato, en asuntos como los que se debaten
en este arbitraje y que son de plena aplicación en materia mercantil, por disposición
de la remisión general que hace el artículo 822 del Código de Comercio. En primer
término, el principio de normatividad de los contratos, según el cual “Todo contrato
legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su
consentimiento mutuo o por causas legales” (artículo 1602 del Código Civil), cuya principal
consecuencia se manifiesta en que al haberse celebrado con observancia de la ley, el
contrato y sus cláusulas se tornan forzosas para las partes, quienes, por
consiguiente, quedan obligadas a cumplir lo estipulado288.

286 Folio 353 del C. de Pruebas 2 .


287 Página 13 de la declaración.
288 Esta norma recoge el principio universal de lex contractus o pacta sunt servanda que también tiene consagración

positiva en el artículo 1193 del código civil francés, el 1372 del código civil italiano y el numeral I.3 de los Principios
Unidroit.

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En segundo término, el postulado de buena fe que gobierna la ejecución de los


contratos, según el cual estos “deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo
a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la
obligación, o que por la ley pertenecen a ella” (artículo 1603 del Código Civil)289, o, según
la disposición mercantil directamente aplicable al caso bajo examen, “deberán [los
contratos] celebrarse y ejecutarse de buena fe y, en consecuencia, obligan no sólo a lo pactado
expresamente en ellos, sino a todo lo que corresponda a la naturaleza de los mismos, según la ley,
la costumbre o la equidad natural”.

Respecto de este mandato de hondas raíces en nuestro ordenamiento jurídico y su


relación con el ejercicio de las cláusulas de terminación unilateral del contrato, la
jurisprudencia ha precisado que las partes conservan la posibilidad de acudir a la
jurisdicción con el objeto que sea el juez quien valore y defina si la terminación del
negocio jurídico se hizo con sujeción al principio de buena fe, en la medida en que
dichas cláusulas no pueden excluir el derecho fundamental de acceder a la justicia
para dirimir cualquier diferencia relacionada con la forma como se hizo uso de la
potestad de terminación del contrato, en tanto “la estipulación podrá contrariar una
norma imperativa, resultar abusiva, comportar el ejercicio de posición dominante contractual, abuso
del derecho, vulneración de la confianza legítima, el acto propio (venire contra factum proprium) o
la buena fe, o incluso una conducta formalmente ajustada al ordenamiento jurídico o al contenido
de la estipulación de terminación unilateral valorada en el marco fáctico concreto de circunstancias,
puede devenir abusiva e ilegítima (…), aspectos que en función de la justicia, imponen cuidadoso
examen del marco de circunstancias fáctico por los jueces dentro de su autonomía hermenéutica y la
discreta valoración de los elementos de convicción.”290

El ejercicio de la facultad de terminación unilateral por parte de alguno de los


contratantes no configura por sí mismo abuso del derecho en los términos del
artículo 830 del Código de Comercio, aunque puede ocurrir el caso que dicha
atribución se ejerza en detrimento de los derechos del otro contratante. Por
consiguiente, el uso de este tipo de cláusulas o de potestades contractuales no

289 Artículo 1194 del Código Civil Francés, en cuya reciente reforma se prescindió en esta materia de la referencia a la
buena fe.
290 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de casación, 30 de agosto de 2011, expediente 01957.

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puede hacerse en forma arbitraria o abusiva, caso en el cual, de llegar a causarse


vulneración de los derechos del otro contratante, debe deducirse la responsabilidad
por esa circunstancia, en la medida en que “todas las expresiones específicas de terminación
unilateral del contrato, el ejercicio del derecho potestativo, incluso discrecional, se rigen por los
principios de la buena fe, evitación de abuso del derecho y está sujeto a control judicial, lo cual
suprime la justicia privada por mano propia. La buena fe y el abuso del derecho, constituyen
límites al pacto y ejercicio de estas facultades”291.

El ejercicio de la facultad de terminación anticipada del contrato por parte de


Sofasa, que se concretó en la comunicación de 15 de septiembre de 2014 y los
elementos de prueba relativos a las circunstancias de tiempo y modo en que dicha
determinación se adoptó y se comunicó, no acreditan que la convocada haya hecho
uso abusivo, indebido o arbitrario de dicha potestad. Para lo que debe examinarse
en este punto, se considera que la convocada ejerció la facultad de terminación del
contrato con apego a los términos convenidos en la propia cláusula y sin
desconocimiento de los principios de buena fe y corrección, ni de los derechos de
Autonal, con lo cual no se encuentra acreditado el abuso que alega la Convocante.

En abono de lo expuesto, se tiene también decantado que “La doctrina ha venido


destacando el ‘deber de prudencia’ en el ejercicio de la facultad de rescindir unilateralmente el
contrato, y, a la vez, ha enfatizado acerca de la necesidad del preaviso para evitar una ruptura
intempestiva, o el ejercicio irregular o abusivo del derecho, que acarrea la obligación de indemnizar
los daños causados, tanto el daño emergente como el lucro cesante y, en ocasiones, el daño moral
originado en esa ruptura injustificada”292.

De conformidad con lo expuesto se denegará la pretensión segunda subsidiaria a la


vigésima principal, en sus ordinales a, b y c.

Puestos en el terreno de las indemnizaciones que solicita la Convocante, en


particular aquellas a las que se refiere el Capítulo B. “Pretensiones de Condena”, se
encuentra que dichas súplicas indemnizatorias, se deducen “Como consecuencia de lo

291 Ibídem.
292 La Extinción del Contrato. Jorge Mosset Iturraspe y Miguel A. Piedecasas. Rubinzal – Culzoni Editores, pág. 216.

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que el H. Tribunal resuelva a partir de la Pretensión Vigésima Principal o a partir de sus


Subsidiarias”. En otras palabras, las aspiraciones resarcitorias de Autonal se reclaman
supeditadas a la prosperidad de las pretensiones declarativas examinadas y resueltas
en este capítulo. Pues bien, en la medida en que no prosperan las “Pretensiones
relativas a los incumplimiento y abusos imputables a Sofasa”, esto es la pretensión
vigésima principal, ni los dos grupos de pretensiones subsidiarias, amén de que se
encuentra definido que, en lo que concierne a la terminación del contrato por parte
de Sofasa, esta ocurrió conforme a una estipulación válida y con sujeción a lo
acordado en ella y en la medida en que esta conducta de la convocada no constituye
incumplimiento contractual, ni se hizo con abuso, ni desapego de las estipulaciones
contractuales, es forzoso concluir que tampoco hay lugar a indemnización de
perjuicios a favor de Autonal, en tanto la terminación del contrato se dio dentro de
los cauces contractuales, circunstancias que se analizaron in extenso al estudiar y
desestimar, en particular, las pretensiones vigésima principal, letra d., primera
subsidiaria a la vigésima principal, letra d. y segunda subsidiaria a la vigésima
principal, letra d., cuyo objeto central era imponerle a Sofasa la obligación de
indemnizar los perjuicios reclamados por Autonal. En armonía con todo lo anterior
y por los mismos motivos, se declarará que no prosperan los rubros
indemnizatorios contenidos bajo las letras b., c., d., e. y f. de la pretensión vigésima
tercera, ni aquella contenida en la pretensión vigésima cuarta, cuyo objeto es los
intereses de mora sobre las condenas que se llegaran a imponer.

Con base en las consideraciones expuestas, se le reconocerá mérito a la excepción


de Sofasa denominada “Inexistencia de nulidad absoluta de la cláusula 11.2 del contrato de
concesión de 2013, de abuso de derecho por aplicarla y la consecuente terminación válida del
mismo”.

Definidas como han quedado la validez y licitud de la cláusula 11.2. con base en la
cual Autonal dio por terminado el Contrato, a partir de las consideraciones
expuestas y bajo los postulados teóricos que se acaban de trazar, corresponde ahora
resolver las primeras pretensiones (décima sexta a décima novena) contenidas en el

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capítulo 3 de la demanda atinentes a la terminación del contrato y cuyo contenido y


alcance se ha sintetizado líneas atrás.

9. Pretensión décima sexta

En relación con esta súplica que tiene por objeto principal que se declare que con
motivo de la comunicación con fecha 15 de septiembre de 2014 remitida por
Sofasa, el contrato terminó el 15 de marzo de 2015, se encuentra que desde el inicio
del litigio no existe diferencia entre las partes en este aspecto y antes bien, ellas
coinciden al punto que al contestar la reforma de la demanda, Sofasa expresó que
“Con excepción de las pretensiones decima (sic) sexta a), b) y c) no tengo objeción pues
corresponden a lo realmente ocurrido respecto del contrato de abril 1 de 2013”.

Sirva así pues lo anterior para no extenderse en este punto y, por consiguiente, para
declarar que prospera la pretensión décima sexta de la demanda, en sus ordinales a,
b y c.

10. Pretensión décima séptima

Con esta súplica, la Convocante pretende declaraciones relacionadas con el ingreso


de Autonal al Plan Escalada y con el hecho de haber superado posteriormente
dicha condición. La convocada no se opuso a esta pretensión; respecto de ella
manifestó “nada tengo que decir”, por considerar que Sofasa no invocó
incumplimiento del Plan Escalada para terminar el contrato. Si bien se trata
entonces de un punto que, en principio, no luce ser objeto de controversia entre las
partes, al no haberse aceptado en forma explícita por la convocada y al existir
elementos probatorios relacionados con el objeto de dicha pretensión, es del caso
resolver las solicitudes contenidas en ella, siendo de señalar que vistos los aspectos
medulares de esta providencia y los asuntos litigiosos que se han despejado, las
declaraciones que se deducen en las pretensiones décima séptima y décima octava
podrían ser inanes para la definición de la controversia. Sin embargo, el Tribunal

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debe acatar lo dispuesto en el artículo 280 del Código General del Proceso, por lo
cual procede a su estudio y definición.

Según lo acreditan varios testimonios rendidos en el proceso y las intervenciones de


las partes, el fundamento u origen del Plan Escalada se encuentra en la cláusula
11.4.4.1. que consagra el procedimiento que debía adelantarse en caso que Autonal
incurriera en incumplimiento de alguna de las siguientes prestaciones: i) de las
obligaciones relacionadas con el desempeño comercial (cláusula 11.4.1.1.); ii) de
cualquier obligación que afecte de manera significativa el interés económico de
Sofasa (cláusula 11.4.1.2.) y iii) “de los objetivos y/o resultados de la tasa de retorno e índice
de recomendación (RECO) comercial y/o postventa y/o servicio al cliente” o de métodos de
aseguramiento de calidad recomendados por la convocada (cláusula 11.4.1.3.).

En tales eventos, las partes convinieron que Autonal debía implementar planes de
acción, que fueran validados por Sofasa, para mejorar los resultados de su
desempeño. En caso de no lograrse el mejoramiento de resultados, se diseñaría un
plan con la participación de expertos de Sofasa, a costa del concesionario.

De igual manera, acordaron trabajar en forma conjunta como máximo en tres


etapas de cuatro meses cada una, para lograr los objetivos acordados. Dichos
planes de acción serían de aplicación inmediata y las obligaciones que surgieran por
fuerza de ellos serían parte del contrato y en caso de no cumplirse darían derecho a
Sofasa de terminarlo de manera inmediata, sin necesidad de notificación previa.

En relación con estos hechos, son copiosas las declaraciones provenientes de


empleados de Sofasa que resultan pertinentes. El representante legal describió este
proceso en los siguientes términos:

“SR. URREGO: El proceso de escalada consiste en 3 indicadores generales que


Sofasa lleva con toda la red de Concesionarios, una es la rentabilidad, la otra es las
ventas o la participación de mercado conforme al objetivo que se le pone al

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Concesionario de las ventas a cliente final, no sé si me hice entender en ese último


punto, y la calidad, son 3 ejes que se miden”293.

En relación con la situación específica de Autonal, el mismo representante legal de


la convocada explicó que la Convocante, en efecto, ingresó al Plan Escalada, pero
logró salir del mismo con dificultad:

“Inicialmente todo empezó con una relación muy compleja, una relación muy difícil
en la cual siempre hubo manifestaciones de Autonal de inconformidad frente a las
políticas generales de la marca, de la marca como tal que no son políticas solo
avaladas por Sofasa sino por su casa matriz Renault y después de eso siguió un
particular proceso de escalada que ustedes encontrarán en el contrato y en algún
punto la política comercial en donde Autonal entró en el proceso de escalada e incluso
llegó hasta la tercera etapa y salió del proceso de escalada, pero salió de una manera
compleja y difícil de describir en términos del arreglo o de los arreglos que hizo a su
rentabilidad”294.

En el mismo sentido, el testigo Antonio José Navia Barrera, Gerente de División


de Ventas de Sofasa, confirmó que Autonal ingresó al Plan Escalada y
posteriormente salió de él:

“No, no recuerdo, sé que estuvo y sé que salió y sé que hay una carta de Sofasa
confirmando que salió del Plan Escalada.”295

El testigo John Jairo Cabezas Delgado, quien para la época de los hechos que se
examinan en este punto trabajaba en Sofasa y tenía relación directa con Autonal,
también precisó en relación con estos hechos que:

293 Página 16 de la declaración.


294 Ibídem.
295 Página 34 de la declaración.

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“SR. CABEZAS: Para el proceso de escalada, hasta donde recuerdo se hizo lo que
se había definido, hasta cuando yo estuve se tomaron las decisiones que pidió la
marca y fue lo que se trabajó en conjunto como usted los llamó, los hallazgos que se
dieron dentro del tema del proceso de escalada se trabajaron la mayoría, no en todos
se llegó al objetivo pero en el tema más relevante que era rentabilidad, que era lo que
más persigue la marca que los concesionarios tengan, en ese se cumplió.

DR. SUÁREZ: La pregunta obvia de conclusión, el plan de escalada terminó en


forma satisfactoria?

SR. CABEZAS: Cuando yo salí sí alcanzamos a salir del proceso de escalada, sí


señor.

DR. SUÁREZ: En forma satisfactoria para Sofasa?

SR. CABEZAS: Sí señor.”296

Jean Michel Ferrand, encargado de la división de ventas para América de Renault,


puntualizó:

“SR. FERRAND: De memoria Autonal entró al proceso de Escalada en octubre,


noviembre del año 2013, salió del plano de Escalada en abril de 2014; entró en el
plano de Escalada por el tema de satisfacción de cualidad de vehículos nuevos en el
tema de contabilidad.

DRA. LÓPEZ: Se superó ese Plan Escalada por parte de Autonal?

SR. FERRAND: Sí señora.”297

296 Página 9 de la declaración.


297 Página 6 de la declaración.

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A partir de las declaraciones que se han transcrito en lo pertinente así como lo


expresado en el peritaje en relación con este mismo asunto298, se considera que, en
efecto, Autonal ingresó al Plan Escalada en 2013 y logró salir en forma airosa del
mismo en 2014, sin que exista ninguna circunstancia que permita sostener que con
posterioridad a esa fecha, volvió a ingresar a dicho Plan Escalada.

Por las razones expuestas, se declarará que prospera la pretensión décima séptima
en sus letras a., b. y c.

11. Pretensión décima octava

Esta pretensión se refiere a lo estipulado en la cláusula 11.4.4.2. del Contrato que


disciplina el procedimiento convenido en caso de incumplimiento de las demás
prestaciones que no debieran tramitarse bajo el Plan Escalada estipulaciones
cuyo propósito es, también, que la parte incumplida pueda adoptar los correctivos a
que haya lugar. En caso que no se superen los incumplimientos o que los
correctivos no sean satisfactorios, la parte cumplida podía dar por terminado el
contrato en la fecha de vencimiento del plazo señalado para subsanar las
contravenciones.

El hecho al que se refiere esta pretensión, de modo principal, es el traslado del taller
de colisión que Autonal efectuó, según Sofasa, sin su autorización previa. El hecho
consistente en el traslado del taller de colisión está acreditado en el proceso. Así
mismo, algunos testimonios dan cuenta de que dicho traslado se hizo sin la
autorización previa de Sofasa, lo que fue objeto de reproche por esta última, al
punto tal de haberse referido a esa circunstancia en la comunicación de 15 de
septiembre de 2014 por la que se puso fin al contrato.

La comunicación con fecha 29 de agosto de 2014 remitida por el Gerente General


de Autonal (Felipe López) vía correo electrónico el 2 de septiembre de 2014 a
Sofasa contiene una descripción detallada hecha por la Convocante de la

298 Páginas 105 y 106 del peritaje de JEGA.

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situación relativa al taller de colisión, que brinda elementos de juicio sobre esa
problemática. En lo que resulta pertinente, Autonal reconoce que el traslado del
taller de colisión se hizo en agosto de 2014, tenía carácter transitorio y que Sofasa
tuvo conocimiento de esa circunstancia, entre otras, por intermedio de Diana
Garnica (gerente de Zona de Sofasa), quien concurrió a las nuevas instalaciones del
taller.

Por su parte, el señor Jean Michel Ferrand declaró lo siguiente sobre este hecho:

“DRA. LÓPEZ: Pasando a otro tema, podría también ilustrar a este Tribunal
lo que le conste específicamente frente al cierre de un taller de colisión por parte de
Autonal ubicado en el norte de Bogotá, qué sabe frente a ese tema específico, si
Sofasa autorizó ese cierre, qué sucedió?

SR. FERRAND: Yo sabía del problema de contabilidad del taller de carrocería


que estaba impactando la contabilidad del concesionario pero nunca se autorizó
oficialmente el cierre de ese taller.

DRA. LÓPEZ: Y ese taller se cerró sin autorización de Sofasa?

SR. FERRAND: Oficialmente sí, nunca se entregó una autorización oficial.

DRA. LÓPEZ: Pero a qué se refiere usted, oficialmente?

SR. FERRAND: Una carta.

DRA. LÓPEZ: Y tenía que ser a través de escrito?

SR. FERRAND: Sí, siempre hay una carta para una apertura o un cierre de
un punto.”299

299 Ibídem.

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El testigo Alejandro Botero Escobar, se refirió, en términos generales a las


circunstancias que precedieron la terminación del contrato por parte de Sofasa y
entre ellas al cierre del taller de colisión, sin autorización de parte de la convocada.

“Yo entré en Sofasa el 1º de marzo del año 2013 y de ese momento para acá
Autonal estaba como un concesionario Renault pero desafortunadamente en los
diferentes comités, en las diferentes actividades que teníamos siempre se consideraba
que la relación con Autonal era una relación difícil porque no estaba de acuerdo en
muchos aspectos con la forma de trabajar de Renault, eso lo llevamos siempre a
través de los conductos regulares con Autonal y hasta el momento en que Autonal
toma la decisión de cerrar un taller que estaba inscrito dentro de los talleres de la
lista que él tenía autorizada para trabajar y cambia ese local de sitio sin previa
comunicación a la marca.”300

A partir de lo expuesto, puede concluirse que Autonal dispuso el traslado del taller
de colisión por circunstancias relacionadas con la operación de su negocio. Así
mismo, dicho traslado se hizo sin autorización previa de Sofasa, como lo reprocha
la convocada, aunque también es del caso precisar que esta no demostró que dicha
autorización fuera una exigencia contractual o un requisito que debía satisfacerse,
con lo cual su reproche carece de sustento jurídico. Sin embargo, no está acreditado
que el traslado del taller de colisión haya implicado una interrupción de los servicios
prestados en él. En efecto, no existe prueba de que la decisión de Autonal de
trasladar el taller de colisión se haya hecho en perjuicio de los clientes, en tanto no
está demostrado que la prestación del servicio se haya suspendido por cuenta de esa
decisión empresarial. Por el contrario, la prueba documental número 73 que se
aportó con la demanda contiene los Informes de Colisión correspondientes al lapso
entre agosto y diciembre de 2014 y en ella se acredita que durante ese período el
servicio se prestó en forma ininterrumpida, según lo demuestran el número de
vehículos que fueron atendidos y las horas facturadas por ese concepto.

300 Página 5 de la declaración.

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Por otra parte, las pruebas del proceso no dan cuenta de que la convocada, con
anterioridad al 15 de septiembre de 2014, le haya comunicado, notificado o
advertido a Autonal acerca de algún incumplimiento en que esta última haya
incurrido en la ejecución del contrato, con ocasión del traslado del taller de colisión,
ni tampoco respecto de cualquier otra prestación que la Convocante haya
incumplido.

Como ya se ha puntualizado en esta providencia, al margen de que Sofasa, para


ponerle fin al contrato haya hecho uso de la cláusula 11.2. que la facultaba para
hacerlo en forma unilateral y sin invocar un motivo específico, no puede pasar
desapercibida la circunstancia puesta de relieve por la Convocante en el sentido de
que en la comunicación de 15 de septiembre de 2014, Sofasa aludió en el primer
párrafo de la misma al cierre del servicio de carrocería y que a renglón seguido haya
calificado esta circunstancia como “un incumplimiento de las obligaciones derivadas del
contrato de concesión”, para posteriormente tomar pie en la cláusula 11.2. para dar por
terminado el negocio jurídico. Si bien, la decisión de terminar el contrato en forma
unilateral se hizo con fundamento jurídico, en tanto se adoptó con apoyo en una
estipulación válida que consagraba dicha facultad, no es menos cierto que la
ejecución de la misma mediante la comunicación de 15 de septiembre de 2014,
tantas veces referida, se aparta del rigor y de la asertividad que una decisión de tal
magnitud debería haber tenido. Si, como quedó acreditado en el curso del proceso,
la terminación del contrato obedeció a la facultad discrecional que ostentaba
Sofasa, no era necesario que invocara simultáneamente el cierre del taller de
colisión, ni que lo calificara de incumplimiento, con lo cual el contenido de la
comunicación de 15 de septiembre de 2014 fue equívoco e impreciso.

Hecha la anterior salvedad, se declarará que prospera la pretensión décima octava


de la demanda en sus letras a. y b., con el alcance y bajo los lineamientos precisados
en este acápite.

A propósito de este asunto, no pasa desapercibido que con ocasión de la exhibición


de documentos por parte de Sofasa, la convocante hizo constar en autos que, a su

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juicio, dicha diligencia no se había cumplido en su integridad, en la medida en que


Sofasa había dejado de exhibir documentación que, según Autonal, se encontraba
en su poder y cuya exhibición fue solicitada en oportunidad. Autonal echó de
menos correos electrónicos relacionados con la terminación del contrato de 2013,
en particular aquel de 14 de septiembre de 2014, que según la convocante, contiene
una justificación interna de Sofasa de la decisión de dar por terminado el Contrato
(pág. 226 de las alegaciones de Autonal).

En relación con este reproche, el Tribunal encuentra que, en primer lugar, Sofasa
no se opuso dentro de la oportunidad a la que se refiere el artículo 267 del Código
General del Proceso a la exhibición decretada a instancias de Autonal. Solo vino a
expresar la renuencia a exhibir aquellos correos específicos que solicitó la
convocante, mediante el recurso de reposición que presentó el 23 de enero de
2017301, en el que alegó, de modo general, que la petición de documentos tenía un
carácter general y no singularizaba los correos electrónicos que posteriormente vino
a solicitar Autonal. Así las cosas, no existió formulación de reparo o de oposición
oportuna de Sofasa a la exhibición de documentos decretada por solicitud de la
convocante.

Ahora bien, al no haberse formulado oposición oportuna y al no haber exhibido


parte de la documentación que fue objeto de dicha prueba, con arreglo al artículo
267 ibídem, Sofasa contaba con tres días para acreditar “siquiera sumariamente,
causa justificativa de su renuencia” y en seguida, proceder a la exhibición. Sin
embargo, frente a esa situación se limitó a expresar que no logró precisar la
existencia de esos específicos correos, sin haber demostrado tampoco la ocurrencia
de una causa justificativa de la afirmación hecha por su apoderado.

Puestos en ese escenario, el Tribunal encuentra que la conducta renuente de Sofasa,


consistente en no haber exhibido correos electrónicos respecto de los cuales
Autonal tenía interés legítimo en obtener, debe analizarse a la luz de la disposición
contenida en el artículo 267 del Código General del Proceso. Por tratarse de

301 Folios 518 a 521 del C. Principal No. 1.

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información que se encontraba en su poder, estaba obligada a exhibirla y al no


haber acreditado, siquiera en forma sumaria, la existencia de justificación alguna
para no hacerlo, su actuación es censurable302.

Sin perjuicio de lo anterior, los efectos probatorios de dicha actuación están


contemplados en el propio artículo 267 del Código General del Proceso, según si el
hecho concreto objeto de la prueba admite o no prueba de confesión, caso en el
cual la oposición se apreciará como indicio en contra del opositor.

De los planteamientos de la Convocante aparece que los hechos de la demanda que


serían objeto de prueba tendrían relación con lo que denominó las “justificaciones”
para la decisión de Sofasa de dar por terminado el contrato (hecho 111). Con todo,
si todo ello hubiera resultado demostrado con el aludido correo de 14 de
septiembre de 2014 y con el resto de documentación relativa a los antecedentes de
la terminación, que según Autonal, la convocada dejó de exhibir, el Tribunal
encuentra que de conformidad con la valoración de las demás pruebas relacionadas
en esta providencia y a la luz de las consideraciones sustanciales desarrolladas en
ella, no hay lugar a deducir un efecto probatorio de utilidad a esta conducta de la
convocada, en tanto, como quedó expuesto en su oportunidad, aun cuando esta
haya tenido motivos para poner término al contrato, tomó dicha decisión con
arreglo a la cláusula 11.2., con las consecuencias ya examinadas en este laudo.

12. Pretensión décima novena

La pretensión décima novena de la demanda descansa sobre el procedimiento por


incumplimiento estipulado en la cláusula 11.4.4. al que se ha hecho referencia en los
párrafos anteriores. Para resolver lo que se pide en dichas pretensiones, resulta
pertinente reiterar a riesgo de ser repetitivos que el contrato terminó por
decisión unilateral de Sofasa, conforme a la cláusula 11.2., razón por la cual no
hacía falta invocar o acreditar causal alguna de incumplimiento, ni mucho menos

302El artículo 78 del Código General del Proceso consagra, entre otros, como deber de las partes, adoptar medidas
para conservar en su poder las pruebas y la información contenida en mensajes de datos que tenga relación con el
proceso y exhibirla cuando sea exigida por el juez (numeral 11).

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dar aplicación al proceso al que se refiere la cláusula 11.4.4. En ese orden de ideas,
las declaraciones que de manera intrincada se deducen en la pretensión décima
novena tendrían utilidad y relevancia en el evento en que hubiera sido otra la
orientación general de esta providencia y, en particular, la decisión respecto de la
forma de terminación del contrato. Con todo, dentro de ese preciso contexto,
procede el Tribunal a resolver la pretensión.

Letra a.: la pretensión tiene por objeto que el Tribunal haga una declaración en
relación con una cláusula del contrato y respecto de una situación eventual; en la
medida en que retoma en líneas generales el contenido de lo dispuesto en la
cláusula 11.4.4.1. En dicho sentido, la pretensión tiene vocación de prosperidad,
con prescindencia de la expresión “con justa causa comprobada”, que es de la cosecha
del demandante, pero no consta en la referida estipulación.

Letra b.: se declarará que la pretensión prospera, con el alcance señalado, esto es
que Autonal logró salir del Plan Escalada al que había ingresado, como quedó
puntualizado conforme a los elementos probatorios reseñados en acápite anterior.

Letra c.: al igual que la pretensión contenida en la letra a., esta también tiene por
objeto que se haga una declaración respecto de una cláusula del contrato y en
relación con una situación hipotética; en la medida en que retoma en líneas
generales el contenido de lo dispuesto en la cláusula 11.4.4.2. En tal sentido, la
pretensión tiene vocación de prosperidad, con prescindencia de la expresión “con
justa causa comprobada”, que también es de la cosecha del demandante.

Letra d.: la pretensión está llamada a prosperar, con la salvedad ya reiterada que al
haberse apoyado Sofasa en la cláusula 11.2. del Contrato para terminarlo, no hacía
falta que se diera cumplimiento al procedimiento estipulado en la cláusula 11.4.4.2.,
ni que invocara las causales correspondientes a dicho trámite.

Letra e.: Corolario de lo expuesto en esta providencia y por las razones y con el
alcance tantas veces citados, es que la pretensión contenida bajo la letra e., en la que

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se solicita que se declare que el contrato fue terminado por Sofasa motu proprio y de
manera anticipada, está llamada a prosperar.

C. ANÁLISIS DE LA NULIDAD DE CIERTAS CLÁUSULAS

Con esta pretensión, la Convocante solicita que se declare la nulidad absoluta de la


cláusula 12.5 y del inciso segundo de la cláusula 13.2. del Contrato celebrado en
2013, que disponen, en su orden:

“12.5. La terminación del contrato, cualquiera que fuese su causa, no generará


indemnización alguna para EL CONCESIONARIO”.

“13.2. NO REPRESENTACIÓN

De acuerdo con lo anterior, EL CONCESIONARIO cargará sobre si mismo


con todas las obligaciones, gravámenes, consecuencias y riesgos derivados de su
actividad comercial y manifiesta expresamente que renuncia de manera irrevocable
a cualquier derecho que tenga o pudiera tener, para reclamar prestación o
indemnización alguna, antes, durante o al final de su ejecución, así como a las
acciones que pudieran existir a su favor para exigir el pago de prestaciones o
indemnizaciones por la terminación de este contrato”.

Al contestar la demanda, Sofasa se opuso a esta pretensión en la medida en que no


precisa el motivo de la nulidad, por lo cual el Tribunal debía “adivinar cual pudo ser, si
es que existió”.

En sus alegaciones finales, al referirse a algunas cláusulas del contrato y, en


particular a aquellas que entrañan una renuncia anticipada a sus derechos, la
Convocante sostuvo en un primer momento que “las cláusulas de renuncia extendidas
por SOFASA deben ser declaradas como INEFICACES” 303 . Posteriormente, en el

303 Página 118 de las alegaciones de Autonal.

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capítulo III de sus alegatos, en relación con la pretensión décima quinta, Autonal
sostuvo que las cláusulas cuya validez impugna son abusivas y deben ser anuladas.
En particular, respecto de la cláusula 12.5. señaló que “contiene una exclusión general y
total de responsabilidad civil de SOFASA, sin limitaciones, calificaciones o condicionamientos en
caso de terminación del CONTRATO” 304 , razón por la cual, a su juicio, adolece de
nulidad absoluta por objeto ilícito.

Por su parte, Sofasa en sus alegaciones finales manifestó que la declaración que se
pretende con esta súplica es innecesaria por cuanto la convocada “jamás ha hecho uso
de dicho pacto en la relación con AUTONAL”305, por lo cual es intrascendente. A pesar
de esta afirmación, que en lo material resulta cierta toda vez que la convocada no
ha hecho uso de esas estipulaciones ni ha invocado su aplicación, no es menos
cierto que existe una pretensión concreta de la demanda enderezada a aniquilar
dichas cláusulas, motivo suficiente para que el Tribunal se ocupe de su decisión.

La cláusula 12.5. transcrita dispone, de antemano, que la terminación del contrato,


por cualquier motivo, no generará indemnización alguna para el concesionario. Se
trata de una estipulación que, según quedó atrás anunciado, fue impuesta por
Sofasa, quien dentro de las negociaciones que se llevaron a cabo entre las partes en
el año 2013 para definir el texto del contrato, señaló que:

“Renault ha solicitado la inclusión del siguiente texto sin excepción o posibilidad de


cambio por ser una cláusula incluida en todos los contratos de dealers de Renault en
el mundo en la actualidad: ‘12.5 la terminación del contrato, cualquiera que fuese
su causa, no generará indemnización alguna para el concesionario’”306

Además de que con apoyo en lo anterior resulta indiscutible que la cláusula 12.5 se
fijó por vía de la adhesión que Autonal hizo al texto predispuesto por Sofasa, es
claro que no podría haber sido de otra manera, en la medida en que no tendría
lógica que fuera el propio concesionario quien haya introducido y auspiciado una
cláusula en la que declina el derecho a la indemnización que pueda tener por la

304 Página 170 ibídem.


305 Página 68 de las alegaciones de Sofasa.
306 Folio 506 del C. de Pruebas 2.

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terminación del contrato. En todo caso, con ella se dispuso una renuncia ex ante del
concesionario a su derecho a obtener una indemnización por la terminación del
contrato, por cualquier causa.

En la misma línea, en el inciso segundo de la cláusula 13.2. se consagra una


renuncia anticipada e irrevocable del concesionario (no de Sofasa) a “cualquier
derecho que tenga o pudiere tener para reclamar prestación o indemnización alguna”, así como a
las acciones que tenga a su favor para exigir el pago de prestaciones o
indemnizaciones por la terminación del contrato. Esta estipulación participa del
mismo linaje que la 12.5. y ambas tienen como objeto una renuncia a priori del
concesionario a reclamar sus derechos o una eventual indemnización a la
terminación del contrato, lo que implica, a la postre, el desistimiento anticipado a
ejercer los eventuales derechos que el concesionario pueda tener con ocasión de la
terminación del contrato.

Aunado a lo anterior, vale agregar aquí que el contenido de la cláusula 13.2 también
se fijó mediante la adhesión que Autonal hizo a los términos que respecto de dicha
disposición habían sido dispuestos por Sofasa.

En efecto, consta en el expediente el acta de una reunión que tuvo como objetivo
“la discusión y acuerdo del clausulado final del contrato de concesión” en la que Sofasa,
refiriéndose a la cláusula 13.2, señaló que “no acepta eliminación de la cláusula, se acuerda
dejar así”.307

De conformidad con lo anterior, hay que decir que las dos cláusulas que son objeto
de ataque en la pretensión que en este punto se analiza fueron predispuestas por
Sofasa, sin que se le concediera a Autonal posibilidad de modificación alguna, por
lo que tuvo esta que manifestar su adhesión a aquellas, con las consecuencias que,
según quedó ya analizado por el Tribunal, se desprenden de tal situación al

307Folio344 del C. de Pruebas 2.


En este punto es preciso indicar que aun cuando el acta en la que se dejó la precitada constancia es del 21 de agosto
de 2010, lo cierto es que el texto de la cláusula 13.2 que se hizo constar en el modelo contractual que fue suscrito el
16 de diciembre de 2010, es idéntico al que se incorporó en el modelo contractual celebrado el 1 de abril de 2013.

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momento de interpretar las disposiciones contractuales y de establecer si son o no


abusivas.

El marco teórico dentro del cual se examinará y resolverá la pretensión es el


concerniente a la renuncia anticipada al ejercicio de derechos del concesionario, en
concreto, aquellos que pueda tener cuando termine el contrato. Si bien, la
Convocante en sus alegaciones finales ha invocado en abono de la prosperidad de
esta súplica fallos jurisprudenciales relacionados con las cláusulas de exoneración de
responsabilidad, se estima que, en estricto rigor, si bien el asunto puede tener
puntos en común con dicha problemática ampliamente debatida en la
jurisprudencia, examinadas en contexto, las cláusulas que se impugnan entrañan
una renuncia ex ante de los derechos del concesionario, más que una exoneración de
responsabilidad. Ello no significa que, a la postre, el efecto de las cláusulas que se
impugnan pudiera ser exonerar a Sofasa por su eventual responsabilidad en la
terminación del contrato; sin embargo, en rigor, el examen de las referidas
estipulaciones debe hacerse bajo la óptica de la renuncia anticipada del
concesionario a ejercer los derechos, al terminarse el contrato por cualquier causa.

Así mismo, comoquiera que la Convocante ha señalado que se trata de cláusulas


abusivas, el Tribunal recoge lo que en no pocos laudos se ha señalado en relación
con el marco jurídico de esta problemática, esto es “En el segundo caso, cuando se invoca
que las cláusulas son inválidas o ineficaces por ser abusivas, considera el Tribunal necesario
distinguir varios supuestos: en primer lugar, pueden existir cláusulas respecto de las cuales se puede
predicar que existe una conducta reprochada por el ordenamiento por la forma en que se pactaron;
en segundo lugar, ciertas cláusulas por su contenido mismo puede no ser aceptable para el
ordenamiento y, finalmente, en otros casos, el pacto de la cláusula en sí mismo no es susceptible de
reproches que afecten su eficacia o validez, sino que lo puede suceder es que el ejercicio de los
derechos o prerrogativas que la misma confiere se haya realizado de manera abusiva. En efecto,
siempre será necesario distinguir la cláusula que en sí misma se considera abusiva, de la cláusula
cuyas prerrogativas son ejercidas en forma abusiva”308.

308 Cámara de Comercio de Bogotá, Laudo de Comcelulares F.M. Ltda. contra Comcel, 4 de diciembre de 2006.

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Según quedó indicado, las cláusulas que ahora se examinan se incorporaron por
adhesión del concesionario, en tanto se trata de estipulaciones que, según la propia
Sofasa, o bien son inmodificables y se incluyen en la mayoría de contratos de
distribución de vehículos Renault, en el orden internacional, o bien simplemente no
puede aceptarse su eliminación. Así las cosas, la línea de análisis respecto de la
validez de las cláusulas sub examine se hará sobre la base de que dichas
estipulaciones se incorporaron por adhesión de Autonal, ya que fueron
predispuestas por Sofasa.

Lo primero que se advierte al examinar las estipulaciones acusadas es que ellas


entrañan una renuncia ex ante del concesionario a sus derechos a reclamar cualquier
indemnización o prestación que pueda surgir con ocasión de la terminación del
contrato, por cualquier causa que ella ocurra. El principal efecto de ese tipo de
estipulaciones es hacer nugatorios los eventuales derechos que pueda tener el
concesionario ante la terminación del contrato por cualquier causa. En ese sentido,
al proscribir en forma anticipada y abierta el ejercicio de tales derechos, se
introduce un desequilibrio en un contrato como el que es materia de este laudo, que
resulta reprochable, máxime si se tiene en consideración que, como ha quedado
expuesto, fueron cláusulas impuestas por parte de quien se favorece de la aludida
renuncia. En efecto, pugna con el sentido de equilibrio y de justicia que debe
informar las relaciones contractuales que se disponga por una de las partes la
renuncia anticipada de la otra a reclamar sus derechos, a la terminación del contrato
por cualquier causa, por cuanto este tipo de estipulaciones, en el caso concreto,
impediría al concesionario ejercer su derecho de acción aún en aquellos casos en los
que el contrato se termine, por ejemplo, sin observancia de los procedimientos
acordados y en perjuicio de sus intereses. En ese orden de ideas, una previsión
contractual que prive a una de las partes de reclamar sus derechos contraviene el
equilibrio de los contratos y pugna con los postulados de buena fe, corrección y
lealtad que deben regir la celebración y ejecución de los negocios jurídicos.

La Corte Suprema de Justicia, en sentencia del 2 de febrero de 2001 (expediente


5670), sostuvo, citando a Stiglitz y a otros autores que,

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“En este sentido, la calificación de abusiva, leonina o vejatoria -entre otras


denominaciones más enderezadas a relievar el resquebrajamiento o erosión de la
justicia contractual- (…) responde, preponderantemente, al hecho de que ella socava
el equilibrio prestacional que, en línea de principio, debe existir en todo contrato,
(…)”

Y más adelante agregó en esa misma providencia:

“De ahí que la doctrina especializada haya calificado como abusiva -y de indiscutida
inclusión en las llamadas “listas negras”, contentivas de las estipulaciones que, in
radice, se estiman vejatorias-, aquella cláusula que ‘favorece excesiva o
desproporcionalmente la posición contractual del predisponente y perjudica
inequitativa y dañosamente la del adherente’ ”.

Señala la sentencia comentada, como características de las cláusulas abusivas, las


siguientes:

“(…) se advierten como características arquetípicas de las cláusulas abusivas –


primordialmente-: a) que su negociación no haya sido individual; b) que lesionen los
requerimientos emergentes de la buena fe negocial -vale decir, que se quebrante este
postulado rector desde una perspectiva objetiva: buena fe, probidad o lealtad-, y c)
que genere un desequilibrio significativo de cara a los derechos y las obligaciones que
contraen las partes”.

Adicionalmente a lo anterior, corresponde tener en cuenta que, según precedentes


arbitrales, “la evaluación que siempre ha de hacerse, [de la cláusula] en el nivel de agresión del
principio de la buena fe entendido en su contenido más amplio, supone la carencia de
razonabilidad y/o de justificación de la regla incorporada al contrato, (…)”309

309Laudo arbitral de junio 4 de 2002 dictado para dirimir las controversias entre Valores y Descuentos Ltda y
Bellsouth S.A. (antes Celumóvil).

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Así, en una sola idea, entiende el Tribunal que “…son abusivas las cláusulas que,
incluidas por regla general en un contrato de contenido predispuesto, establecen, sin explicación
seria, proporción ni razonabilidad, ventajas o prerrogativas excesivas para el predisponente, o
cargas, obligaciones o gravámenes injustificados para el adherente, todo ello en detrimento del
principio de celebración y ejecución de buena fe contractual y del normal y razonable equilibrio
contractual”310

Sobre el particular, conviene traer a colación pronunciamientos jurisprudenciales de


gran valía según los cuales el concepto de la cláusula abusiva no solamente se
verifica en las relaciones de consumo sino que también se extiende a contratos por
adhesión en los que una parte abusa de su poder para imponer condiciones que
alteran el equilibrio propio de las relaciones contractuales y que no tienen
justificación en el ordenamiento jurídico. Estipulaciones como las que son objeto
de examen en este punto, resultan inaceptables en los negocios jurídicos en tanto
sitúan a una de las partes en posición de inferioridad o de debilidad frente a la otra.
En el presente caso, tal circunstancia resulta comprobable con facilidad en la
medida en que las cláusulas bajo examen pretendieron promover, sin justificación
ni razonabilidad ningunas, la renuncia ex ante del concesionario a reclamar sus
derechos y a ejercer acciones frente a Sofasa en caso de terminación del contrato,
por cualquier causa. Dicha situación resulta además contradictoria con otras
disposiciones contractuales que ya fueron analizadas en esta providencia, en
particular con la cláusula 12.3. que pone a salvo los derechos de las partes cuando la
terminación ocurra por causas distintas al vencimiento del plazo, estipulación que
debe preferirse en la medida en que privilegia el ejercicio de los derechos de los
contratantes, interpretación que además resulta eficaz.

Desde la perspectiva de la limitación o eventual exoneración de responsabilidad,


como uno de los efectos propios de este tipo de estipulaciones, las cláusulas
acusadas también son objeto de censura en la medida que exceden aquellos límites
que en esa materia ha trazado la jurisprudencia en tanto, “… si bien, en ejercicio de

Laudo arbitral de febrero 23 de 2007 dictado para dirimir las controversias entre Punto Celular Ltda y
310

Comunicación Celular S.A. Comcel S.A.

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la autonomía privada, las partes están facultadas por el ordenamiento jurídico para
establecer límites a su responsabilidad negocial o debitoria, y más concretamente,
por un riesgo propio del negocio, tal facultad no es absoluta, sino sujeta a límites de
orden público. Y sobre todo no puede utilizarse jamás como herramienta para
patrocinar directa o indirectamente, que las partes del contrato respectivo, eludan
su responsabilidad por culpa grave o dolo, vulneren normas jurídicas imperativas
(ius cogens), las buenas costumbres, o materias sustraídas de su esfera dispositiva,
verbi gratia, los derechos de la personalidad, la vida, la salud e integridad de las
personas” . Puestas así las cosas, que una de las partes del contrato predisponga en
una de las cláusulas que la otra renuncia ex ante a algunos de sus derechos
derivados del negocio jurídico e incluso a derechos de raigambre constitucional
como el de acción (artículo 89 de la Constitución Política y 2º del Código General
del Proceso), es una conducta censurable que amerita ser objeto de corrección
judicial, mediante la anulación de las estipulaciones correspondientes.

De igual manera, a modo de referencia, y a sabiendas de que se trata de una


disposición legal que no resulta aplicable al presente asunto, pero cuyos postulados
son de gran relevancia en el ordenamiento jurídico nacional en tanto contiene un
catálogo enunciativo de conductas que el legislador reputa como constitutivas de
abuso de posición dominante, la ley 142 de 1994 en el artículo 133, presume que
hay abuso de la posición dominante de la empresa de servicios públicos en las
cláusulas que imponen al suscriptor o usuario una renuncia anticipada a cualquiera
de los derechos que le concede (numeral 133.6). Este tipo de cláusulas, así como
otras de las 25 que tipifica la misma disposición, resultan censurables en la medida
en que desquician el equilibrio que debe existir en los contratos bilaterales.

Por su parte, el artículo 3.2.7. de los principios de Unidroit consagra la posibilidad


de que una de las partes de un negocio jurídico solicite la anulación del contrato o
de cualquiera de sus cláusulas, si alguna de ellas otorga a la otra “una ventaja
excesiva”, para lo cual debe tenerse en cuenta, entre otros factores, el hecho que la
otra parte “se haya aprovechado injustificadamente de la dependencia…”. En tales
casos, procede la anulación del contrato o de las cláusulas pertinentes.

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Por las razones expuestas, se considera que las cláusulas impugnadas resultan ser
factor desequilibrante entre los contratantes y representan una desventaja para el
concesionario en la medida en que disponen injustificadamente, sin razón atendible
y de manera anormal, la renuncia anticipada al ejercicio de sus derechos con
ocasión de la terminación del contrato.

Constata así el Tribunal la configuración de cláusulas cuya predisposición,


extensión o dictado se hizo con abuso del derecho a la autonomía contractual, lo
cual y desde esta sola perspectiva, constituye transgresión de la norma imperativa
contenida en el ordinal primero del artículo 95 de la Constitución Nacional, así
como del artículo 871 del Código de Comercio que dispone que los contratos
deben celebrarse y ejecutarse de buena fe, todo lo cual configura la causal de
nulidad absoluta prevista en el artículo 899 del Código de Comercio.

Ahora bien, desde la óptica del contenido material de las cláusulas que se
comentan, encuentra también el Tribunal reproche por contener una renuncia
anticipada e irrevocable de los derechos del concesionario a reclamar
indemnizaciones o a ejercer su derecho de acción, estipulación que envuelve objeto
ilícito, con lo que, desde esta perspectiva configura la causal de nulidad absoluta
prevista en el ordinal 2º del artículo 899 del Código de Comercio.

En conclusión se declarará la nulidad absoluta de la cláusula 12.5. y de la expresión


“y manifiesta expresamente que renuncia de manera irrevocable a cualquier derecho que tenga o
pudiera tener, para reclamar prestación o indemnización alguna, antes, durante o al final de su
ejecución, así como a las acciones que pudieran existir a su favor para exigir el pago de
prestaciones o indemnizaciones por la terminación de este contrato” contenida en el segundo
inciso de la cláusula 13.2. en tanto contienen una renuncia irrevocable a cualquier
derecho para reclamar prestación o indemnización alguna, así como a las acciones
que pudieran existir a favor del concesionario para exigir el pago de prestaciones o
indemnizaciones por la terminación del contrato. En tal sentido, se acogerá la
pretensión décima quinta de la demanda.

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Por las mismas consideraciones, no se le reconocerá fundamento a la excepción de


Sofasa rotulada “Inexistencia de nulidad absoluta de las cláusula (sic) 12.5, aparte del inciso
segundo de la cláusula 13.2.2. (sic) e inciso tercero y parágrafo de la 9.2 del contrato de concesión
de 2013”, en lo que atañe a las cláusulas cuya nulidad se decreta en este acápite.

D. ANÁLISIS SOBRE LAS PRETENSIONES VIGÉSIMA SEXTA


Y VIGÉSIMA SÉPTIMA

1. Consideraciones respecto de la pretensión vigésima sexta de la demanda

En la pretensión vigésima sexta de la demanda se solicita que se declaren


“extinguidas todas las obligaciones que tenían por fuente el contrato y a la Convocante como
deudora”.

Entiende el Tribunal que la pretensión busca la declaratoria de extinción de


obligaciones que, habiendo nacido antes del contrato, quedaron pendientes de
cumplimiento luego de terminado este. Como es apenas lógico al desaparecer el
vínculo contractual que servía de causa al nacimiento de las obligaciones, no podían
surgir nuevas entre las partes.

Así entendida la pretensión considera el Tribunal que no tiene vocación de


prosperidad puesto que, además de que no se ha debatido en el proceso y no hay
prueba de que una o más de las obligaciones que Autonal contrajo en desarrollo del
contrato hubieran quedado pendientes de ejecución luego de terminado el vínculo
contractual, tampoco hay fundamento fáctico o jurídico que se enderece a declarar
su extinción.

De conformidad con lo anterior, el Tribunal denegará la pretensión vigésima sexta


de la demanda.

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2. Consideraciones respecto de la pretensión vigésima séptima de la


demanda

Por su parte, en la pretensión vigésima séptima de la demanda solicita la


Convocante “como consecuencia de lo anterior, que se le ordene a Sofasa: (i) la destrucción de
todo título valor suscrito por la convocante y/o por sus socios o administradores, con los cuales se
respaldó el cumplimiento de las obligaciones que tenían por fuente a El contrato. (ii) La
cancelación de toda garantía real constituida por la Convocante y/o por sus socios o
administradores, con las cuales se respaldó el cumplimiento de las obligaciones que tenían por
fuente a el Contrato”

Al haber sido formulada la precitada pretensión vigésima séptima como


consecuencial de la vigésima sexta que, según quedó ya indicado, no será acogida
por el Tribunal, es claro que aquella debe correr la misma suerte de esta.

Aunque lo anterior resultaría suficiente para denegar el pedimento de la


Convocante, resulta pertinente agregar que en el expediente existe constancia de
que el 7 de octubre de 2015 Sofasa remitió a Autonal una comunicación en la que
anunció la devolución de los pagarés números AUT 002/2003 y AUT 003/2003,
debidamente cancelados, junto con sus respectivas cartas de instrucciones – de los
cuales hay copia en el expediente- 311 . Según la prueba documental aportada, la
aludida comunicación fue recibida por parte de Autonal el 15 de octubre del mismo
año312.
En relación con uno de los precitados pagarés, -el identificado con el número
AUT-003/2003-, encuentra el Tribunal que en desarrollo de la ejecución
contractual, y más específicamente el 20 de noviembre de 2003, el mismo fue
remitido por Autonal a Sofasa, junto con una comunicación en la que se indicó:

“De acuerdo a lo convenido estamos remitiendo el original del pagaré AUT-


003/2003 y carta de instrucciones, con el fin de que actualicen la garantía de
nuestro Concesionario Autonal. Cabe resaltar que este nuevo pagaré anula y

311 Folio 311 del C de Pruebas 1.


312 Ibídem.

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reemplaza al firmado hace varios (sic) por el Dr. Samuel Jaramillo, Representante
legal en ese entonces”313

En la misma comunicación Autonal indicó “solicitamos nos hagan llegar debidamente


anulado el pagaré AA 7685756 y su carta de instrucciones”314.

De conformidad con lo anterior se advierte que en el expediente hay referencia a


los pagarés AUT-003/2003, AUT-002/2003 y AA 7685756, sin que, con todo,
pueda tener certeza el Tribunal sobre la existencia de este último, en la medida en
que en la precitada comunicación del 20 de noviembre de 2003 solo se alude a él,
sin adjuntar su texto.

Así las cosas, y dado que respecto de los pagarés de los que hay copia en el
expediente obra la comunicación del 7 de octubre de 2015 en la que Sofasa anuncia
su devolución, la cual no ha sido negada ni refutada por Autonal, quien nada dijo
sobre el particular al formular sus alegatos de conclusión, concluye el Tribunal que
no hay mérito para ordenar a la Convocada la destrucción de ningún título valor,
máxime si se tiene en consideración que en la pretensión que se analiza no se
especifican los títulos sobre los que versa la solicitud del extremo activo.

En el mismo sentido, hay que indicar que no existe mérito para ordenar la
cancelación de las garantías reales a las que alude la pretensión, pues, además de no
haber quedado individualizadas en el pedimento que se analiza, no hay prueba
sobre la existencia de hipotecas o de prendas (garantías reales) constituidas por
Autonal para garantizar sus obligaciones y tampoco fueron objeto de mención por
la Convocante en sus alegatos de conclusión.

Con fundamento en lo expuesto, el Tribunal denegará la pretensión vigésima


séptima de la demanda.

313 Folio 318 del C de Pruebas 1.


314 Ibidem.

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IV. EXCEPCIONES NO RESUELTAS PREVIAMENTE

Además de las excepciones que se han venido decidiendo a propósito del análisis
de las pretensiones de la demanda, la convocada formuló las que denominó:

“Transacción, finiquito o paz y salvo” y

“Prescripción de las acciones derivadas del supuesto contrato de agencia mercantil PARA
TODAS LAS PRETENSI0NES SOPORTADAS EN LOS CONTRATOS
ANTERIORES AL R-2004 FIRMADO EL 1 DE ENERO DE 2004 Y
TERMINADO DESPÚES DE VARIAS PRORROGAS EL 31 DE
DICIEMBRE DE 2010”.

Procede a continuación el Tribunal a decidir los referidos medios exceptivos.

1. Excepción de “Transacción, finiquito o paz y salvo”

El objeto de esta excepción según su planteamiento en la contestación de la


reforma de la demanda, fue establecer que entre las partes existió un finiquito en la
fecha en que se suscribieron cada uno de los contratos celebrados entre las partes.
De esta forma, la convocada sostiene que hubo una renuncia recíproca a las
acciones y derechos derivados de contratos anteriores, razón por la cual Autonal no
puede reclamar nada con anterioridad al 1 de abril de 2013, “pues en el remoto caso de
que el contrato fuese de agencia, que no lo es, todo lo anterior esta (sic) finiquitado, declarado
mutuamente a paz y salvo”.

El alcance de este medio exceptivo según la propia convocada debe


entenderse bajo el supuesto de que hubieran prosperado las pretensiones de la
demanda relacionadas con la agencia comercial y, en particular, con las condenas
que se derivan de esas declaraciones. Es en ese marco procesal en el que tendría
mérito real lo alegado por Sofasa como transacción, finiquito o paz y salvo. Sin
embargo, como ha quedado definido, al no haber prosperado las pretensiones cuyo

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objeto era la declaración de un contrato de agencia comercial y por lo tanto, al no


haber lugar a decretar los efectos indemnizatorios correspondientes, no es
necesario resolver acerca del mérito de las circunstancias que Sofasa invoca como
constitutivas de transacción, finiquito o paz y salvo. En ese orden de ideas, por las
razones brevemente expuestas, que en lo esencial se predican también de la
excepción de prescripción que a continuación se trata, al amparo de lo dispuesto en
el artículo 280 del Código General del Proceso, el Tribunal estima que no procede
resolver sobre estos medios exceptivos.

2. Excepción de “Prescripción de las acciones derivadas del supuesto


contrato de agencia mercantil PARA TODAS LAS PRETENSI0NES
SOPORTADAS EN LOS CONTRATOS ANTERIORES AL R-2004
FIRMADO EL 1 DE ENERO DE 2004 Y TERMINADO DESPUÉS DE
VARIAS PRÓRROGAS EL 31 DE DICIEMBRE DE 2010”

El análisis de esta excepción habría sido necesario si se hubieran abierto camino las
pretensiones enderezadas a la declaración de que el contrato celebrado por las
partes era uno de agencia comercial. En ese evento, se tendría que evaluar el
fenómeno de la prescripción liberatoria respecto de los contratos anteriores al R-
2004.

Pero en la medida en que ha quedado claro que el contrato celebrado y ejecutado


entre las partes corresponde efectivamente a uno de concesión, el Tribunal, por
sustracción de materia, se abstendrá de pronunciamiento respecto de esta
excepción. En efecto, frente a una controversia en la que se encontraron prósperas
las excepciones de “Inexistencia de contrato de agencia mercantil” y de “Imposibilidad de
coexistencia de un contrato de agencia mercantil y un contrato de concesión entre las mismas partes
y respecto de los mismos bienes”, no procede decidir si prescribieron o no las acciones
derivadas de un contrato que nunca existió.

V. PRONUNCIAMIENTO SOBRE EL JURAMENTO


ESTIMATORIO

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En lo que concierne al juramento estimatorio hecho por la convocante en la


demanda y a las eventuales consecuencias que pudieran derivarse del mismo, el
Tribunal considera pertinentes las siguientes consideraciones.

El artículo 206 del Código General del Proceso dispone que quien pretenda el
reconocimiento de una indemnización, compensación o el pago de frutos o
mejoras deberá estimarlo en forma razonada, bajo juramento, en la demanda y
deberá discriminar cada uno de los conceptos que reclama. Dicho juramento hará
prueba del monto de los perjuicios mientras su cuantía no sea objetada por la parte
contraria dentro del traslado respectivo.

En el presente caso, al contestar la demanda Sofasa formuló objeción general al


juramento e hizo precisiones adicionales en relación con algunos rubros
indemnizatorios.

Las consecuencias que se derivan por la estimación excesiva de los perjuicios se


consagran en el artículo 206 ibídem, modificado por la Ley 1743 de 2014, en los
siguiente términos:

“Si la cantidad estimada excediere en el cincuenta por ciento (50%) a la que resulte
probada, se condenará a quien hizo el juramento estimatorio a pagar al Consejo
Superior de la Judicatura, Dirección Ejecutiva de Administración Judicial, o quien
haga sus veces, una suma equivalente al diez por ciento (10 %) de la diferencia entre
la cantidad estimada y la probada”.

Igualmente, la disposición consagra una sanción para el demandante, ya no en los


casos en que exista una notable asimetría entre lo estimado en el juramento y lo
probado en el proceso, sino para las hipótesis en que las súplicas de la demanda
sean denegadas por ausencia de prueba del perjuicio reclamado, es decir, cuando no
se concede lo pedido por no haberse demostrado la existencia del daño cuya

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indemnización se reclama, siempre que la aludida falta de demostración obedezca al


actuar negligente o temerario de la parte. El parágrafo de la misma norma dispone:

“También habrá lugar a la condena a la que se refiere este artículo a favor del
Consejo Superior de la Judicatura, Dirección Ejecutiva de Administración
Judicial, o quien haga sus veces, en los eventos en que se nieguen las pretensiones
por falta de demostración de los perjuicios. En este evento, la sanción equivaldrá al
cinco por ciento (5 %) del valor pretendido en la demanda cuyas pretensiones fueron
desestimadas.

“La aplicación de la sanción prevista en el presente parágrafo sólo procederá


cuando la causa de la falta de demostración de los perjuicios sea imputable al
actuar negligente o temerario de la parte”.

En relación con la aplicación de las consecuencias sancionatorias previstas en la


norma transcrita, la jurisprudencia ha precisado que ellas no operan ni pueden
imponerse de manera indefectible y sin tener en consideración las actuaciones
procesales de cada caso. En otras palabras, no basta una simple constatación de la
diferencia aritmética entre lo estimado y la condena que se imponga, en tanto las
referidas penalidades tipificadas en la ley tienen como objeto sancionar conductas
temerarias, descuidadas y reprochables de quien formule pretensiones
indemnizatorias exageradas y desprovistas de los estudios, análisis y razonamientos
que deben justificar esa clase de súplicas.

Así lo señaló la Corte Constitucional, en la sentencia C-279 de 2013, en la cual se


indicó que “Esta sanción tiene finalidades legítimas, tales como preservar la lealtad procesal de
las partes y condenar la realización de demandas ‘temerarias’ y ‘fabulosas’ en el sistema procesal
colombiano”, lo cual implica, como es elemental, el análisis de la conducta desplegada por el
demandante y no simplemente la imposición casi inmediata de la sanción cuando quiera que lo
probado en el proceso resulte ser inferior a lo estimado, en la proporción indicada en la norma”.

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Dicho planteamiento se armoniza con lo señalado por la Corte Constitucional en la


sentencia C-157 de 2013, en la que al analizarse la constitucionalidad de la sanción
prevista en el parágrafo de la disposición, consideró que “si la carga de la prueba no se
satisface pese al obrar diligente y esmerado de la parte sobre la cual recae, valga decir, por
circunstancias o razones ajenas a su voluntad y que no dependen de ella, como puede ser la
ocurrencia de alguna de las contingencias a las que están sometidos los medios de prueba”, no
puede operar la sanción en comento, habida cuenta que en esa medida ella
vulneraría “el principio de buena fe y los derechos a acceder a la administración de justicia y a un
debido proceso, pues castiga a una persona por un resultado en cuya causación no media culpa
alguna de su parte.”

Bajo los lineamientos jurisprudenciales invocados y habida consideración que para


la verificación de la procedencia de la sanción es necesario analizar la conducta de
la parte, el Tribunal considera que si bien en este caso no se impondrá condena a la
convocada, ello no obedece a que la cuantificación estimada por la convocante haya
sido desbordada o infundada, ni tampoco a que esta haya incurrido en temeridad o
abuso al estimar los perjuicios que reclamó en la demanda.

Como quedó expuesto en capítulos anteriores de esta providencia, el Tribunal


concluyó que las pretensiones declarativas medulares de la demanda no alcanzan
prosperidad a la luz de las disposiciones legales y contractuales referidas en cada
caso y conforme a las pruebas que obran en el expediente y que fueron reseñadas.
Por consiguiente y en simple lógica, las pretensiones indemnizatorias deducidas por
la convocante tampoco alcanzan prosperidad por tratarse, precisamente, de
consecuencias indemnizatorias por hechos y alegaciones que no encontraron
respaldo demostrativo en el proceso, pero sin que ello obedezca a un actuar
negligente o temerario de la convocante. Expresado en otras palabras, la decisión
referida obedeció a consideraciones jurídicas en torno a la improcedencia sustantiva
de las pretensiones correspondientes.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

Por las razones expuestas, el Tribunal no impondrá sanción alguna con


fundamento en el artículo 206 del Código General del Proceso.

3. COSTAS Y SU LIQUIDACIÓN

Habiendo prosperado parcialmente las pretensiones de la Convocante y, así como


algunas de las excepciones formuladas por la Convocada, el Tribunal dispone con
fundamento en lo previsto en el numeral 5 del artículo 365 del Código General del
Proceso, condenar en costas, con inclusión de las agencias en derecho, a
AUTONAL en un setenta y cinco por ciento (75 %) del valor que SOFASA tuvo
que sufragar por concepto de gastos y honorarios del Tribunal:

Con base en lo anterior, las costas son las que a continuación se liquidan:

Honorarios de los Árbitros, Secretaria, Gastos del Tribunal y otros Gastos:

Concepto MONTO
Honorarios de los árbitros $1.245.613.378
IVA sobre honorarios de los árbitros $217.982.341
Honorarios de la Secretaria $207.602.229
IVA sobre los honorarios de la Secretaria $36.330.390
Gastos de funcionamiento y administración
del Centro de Arbitraje y Conciliación con $240.818.586
IVA
Otros $20.000.000
Sub-Total gastos y honorarios $1.968.346.924
50% pagado por cada parte $984.173.462

Honorarios del Perito financiero con IVA $139.200.000


70% pagado por la parte convocante $97.440.000
30% pagado por la parte convocada $41.760.000

Gastos anticipados de pericia $20.000.000


70% pagado por la convocante $14.000.000

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30% pagado por la convocada $6.000.000

Total $2.127.546.924

Suma total pagada por SOFASA: $1.031.933.462

Agencias en Derecho:

El Tribunal fija como valor de las agencias en derecho, tomando como parámetro
la tarifa señalada para un árbitro, la suma de $ 415.204.459, de conformidad con el
numeral 4º del artículo 366 del Código General del Proceso.

Suma pagada por SOFASA por concepto de gastos y honorarios del Tribunal, y
gastos de perito: $ 1.031.933.462

• 75 % por concepto de costas a favor de SOFASA: $ 773.950.096

• 75 % por concepto de agencias en derecho: $ 311.403.344

En estas condiciones, la Convocante deberá pagar a SOFASA la suma de


($1.085.353.440)

Respecto de las sumas que no se utilicen de la partida “Otros Gastos”, se ordenará


su devolución si a ello hubiere lugar.

Por útimo, el Tribunal, de conformidad con el artículo 280 del Código General del
Proceso, constató que la conducta procesal de las partes a lo largo del proceso, fue
ajustada a derecho y atendió los postulados inherentes a los principios de buena fe
y probidad, por lo que no deduce ningún indicio en contra de ellas.

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4. PARTE RESOLUTIVA

En mérito de lo expuesto, el Tribunal Arbitral convocado por AUTOMOTORA


NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A. contra SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A., administrando
justicia en nombre de la República de Colombia, por habilitación de las partes y por
autoridad de la Ley,

RESUELVE:

Primero.- Declarar que AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A.


y SOCIEDAD DE FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. - SOFASA
S.A. celebraron el contrato desarrollado por varios reglamentos contractuales, al
que se refiere esta providencia. En ese sentido, prospera la pretensión primera.

Segundo.- Declarar que, por las razones expuestas en la parte motiva, el contrato
al que se refiere la decisión anterior constituyó una relación jurídico patrimonial
única, que se rigió, como mínimo, por los siguientes reglamentos contractuales: (i)
convención de 1998 y otrosí que lo prorrogó hasta el año 2000. (ii) convención
2000-2001 (R-2000). (iii) convención 2001 (R-2000-2001A). (iv) convención 2002
(R-2002). (v) convención y otrosíes 2004 a 2010 (R-2004). (vi) convención y otrosí
2011 a 2013 (R-2011). (vii) convención 2013 a 2015 (R-2013). En ese sentido,
prospera la pretensión segunda.

Tercero.- Por las razones expuestas en la parte motiva, declarar la nulidad absoluta
de la cláusula 12.5. y de la expresión “y manifiesta expresamente que renuncia de manera
irrevocable a cualquier derecho que tenga o pudiera tener, para reclamar prestación o
indemnización alguna, antes, durante o al final de su ejecución, así como a las acciones que
pudieran existir a su favor para exigir el pago de prestaciones o indemnizaciones por la
terminación de este contrato” contenida en el segundo inciso de la cláusula 13.2. del
contrato al que se refiere la decisión primera. En ese sentido, prospera la pretensión
décima quinta.

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FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.

Cuarto.- Por las razones expuestas en la parte motiva y con el alcance señalado en
dichas consideraciones, declarar que prosperan las pretensiones décima sexta,
décima séptima, décima octava y décima novena de la demanda de
AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A.

Quinto.- Por las razones expuestas en la parte motiva, declarar la nulidad absoluta
del inciso 3º de la cláusula 9.2 del último contrato celebrado en 2013, que dispuso
“El dominio/propiedad y derecho de disposición sobre los vehículos pasará a EL
CONCESIONARIO una vez sea emitida por parte de SOFASA S.A. la respectiva factura
con la que se materializa el contrato de compraventa”. Así mismo declarar la nulidad
absoluta de la expresión “… por lo que la tradición de los vehículos como bienes muebles no se
considera sujeta a lo dispuesto en el parágrafo del artículo 922 del Código de Comercio ni al
artículo 47 de la ley 769 de 2002, las normas que los complementen, modifiquen o sustituyan”
contenida en el parágrafo de la cláusula 9.2. del contrato al que se refiere la primera
decisión. En ese sentido, prospera la pretensión vigésima octava.

Sexto.- Declarar que no prosperan las demás pretensiones de la demanda de


AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A.

Séptimo.- Reconocer fundamento a las excepciones rotuladas “Inexistencia de


contrato de agencia mercantil”, “Imposibilidad de coexistencia de un contrato de agencia mercantil
y un contrato de concesión entre las mismas partes y respecto de los mismos bienes” e “Inexistencia
de nulidad absoluta de la cláusula 11.2 del contrato de concesión de 2013, de abuso del derecho
por aplicarla y la consecuente terminación válida” propuestas por SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. - SOFASA S.A.

Octavo.- Desestimar por falta de mérito la excepción de “Inexistencia de nulidad


absoluta de las cláusula (sic) 12.5, aparte del inciso segundo de la cláusula 13.2.2. (sic) e inciso
tercero y parágrafo de la 9.2 del contrato de concesión de 2013.” propuesta por SOCIEDAD
DE FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. - SOFASA S.A.

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Noveno.- Por las razones expuestas en la parte motiva, no es procedente resolver


sobre las demás excepciones de SOCIEDAD DE FABRICACIÓN DE
AUTOMOTORES S.A. - SOFASA S.A.

Décimo.- Condenar a AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A.


a pagar a SOCIEDAD DE FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -
SOFASA S.A. la suma de un mil ochenta y cinco millones trescientos cincuenta y
tres mil cuatrocientos cuarenta pesos ($ 1.085.353.440) por concepto de costas del
proceso.

Décimo Primero.- Declarar causados los honorarios de los árbitros y de la


secretaria, por lo que se realizará el pago del saldo en poder del presidente del
Tribunal, quien procederá a rendir cuentas de las sumas puestas a su disposición
para los gastos de funcionamiento del Tribunal.

Décimo Segundo.- Disponer que por secretaría se expidan copias auténticas del
presente laudo arbitral con destino a cada una de las partes con las constancias de
ley y que se remita el expediente para su archivo al Centro de Arbitraje y
Conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE.
Esta providencia quedó notificada en audiencia.

GUILLERMO ZEA FERNÁNDEZ SERGIO MUÑOZ LAVERDE


Presidente Árbitro

FERNANDO PABÓN SANTANDER JEANNETTE NAMÉN BAQUERO


Árbitro Secretaria

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