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CONTRA SOCIEDAD DE
FABRICACIÓN DE AUTOMOTORES S.A. -SOFASA S.A.
TRIBUNAL ARBITRAL
DE
- AUTONAL S.A.-
CONTRA
-SOFASA S.A.-
LAUDO
1. ANTECEDENTES
con la matrícula mercantil No. 14036 del 5 de abril de 1972 inscrita en el registro
mercantil que lleva la Cámara de Comercio de Bogotá, representada legalmente por
LUIS FELIPE LÓPEZ PÉREZ, mayor de edad, domiciliado en la ciudad de
Bogotá, cuya condición está acreditada con el certificado de existencia y
representación legal expedido por la Cámara de Comercio de Bogotá.
1.2. EL CONTRATO
para su posterior venta al público dentro de territorio colombiano en los puntos autorizados para
ello dispuestos en el artículo 5.1. de este contrato (…)”.
Las diferencias que surjan entre las partes contratantes en relación con la
celebración, ejecución, interpretación o terminación del presente contrato, cuando no
hubieren sido solucionadas directamente entre las partes en un plazo mínimo de 3
meses de negociaciones directas sinceras y de buena fe, serán dirimidas por un
Tribunal de Arbitramento integrado por tres abogados colombianos quienes
fallarán en derecho y serán designados de común acuerdo por las partes. El
Tribunal sesionará en la ciudad de Bogotá D.C. En lo no previsto aquí se
aplicará en lo pertinente lo consagrado en la Ley 23 de 1991, en los Decretos
2279 de 1989 y 2651 de 1991 y demás normas concordantes, teniendo en cuenta
el reglamento del centro de arbitraje de la Cámara de Comercio de Bogotá.”
1.4.3. El día ocho (8) de septiembre de dos mil quince (2015), el apoderado de la
parte Convocante subsanó la demanda, estimando, bajo la gravedad de
juramento, la cuantía de sus pretensiones en la suma de $ 25.680.297.289.4
1.4.4. Mediante Auto No. 3 de diecisiete (17) de septiembre de dos mil quince
(2015), el Tribunal admitió la demanda y ordenó su traslado y notificación a
la Convocada. 5
1.4.7. El día veintisiete (27) de octubre de 2015, la secretaria fijó en lista el traslado
de las excepciones de mérito y de la objeción al juramento estimatorio.
1.4.9. Mediante Auto No. 4 de tres (3) de noviembre de dos mil quince (2015), el
Tribunal admitió la reforma de la demanda y ordenó su notificación y
traslado a la Convocada. 9
1.4.10. El día cinco (5) de noviembre de 2015, la secretaria notificó el auto No. 4
de tres (3) de noviembre de 2015, al apoderado de la parte Convocada.
1.4.12. El día doce (12) de noviembre de 2015, se fijó en lista el traslado del recurso.
1.4.14. El día veintitrés (23) de noviembre de 2015, la secretaria notificó el auto No.
5 de 20 de noviembre de 2015.
1.4.16. Por secretaría, el diez (10) de diciembre de 2015 se fijó en lista el traslado de
las excepciones propuestas en la contestación a la reforma de la demanda y
de la objeción al juramento estimatorio.
1.4.18. Mediante Auto No. 6 del diecinueve (19) de enero de dos mil dieciséis
(2016), se fijó fecha y hora para la audiencia de conciliación, que fue
suspendida mediante Auto No. 8 del veintiocho (28) de enero de dos mil
dieciséis (2016).12
1.4.19. Por Auto No. 8, Acta No. 5, de veintidós (22) de febrero de dos mil dieciséis
(2016), el Tribunal declaró fallida la audiencia de conciliación, y dispuso la
continuación del trámite. El mismo día, mediante Auto No. 9, fijó la suma
correspondiente a los gastos y honorarios del Tribunal, la cual fue
consignada en proporciones iguales por cada una de las partes. 13
1.4.20. Mediante Auto No. 9, Acta 5, de veintidós (22) de febrero de dos mil
dieciséis (2016), se fijó el quince (15) de marzo de 2016, para llevar a cabo la
primera audiencia de trámite.
El quince (15) de marzo de dos mil dieciséis (2016), Acta No. 8, se realizó la
Primera Audiencia de Trámite de conformidad con el artículo 30 de la ley 1563 de
2012. 14
Mediante Auto No. 11, proferido en la audiencia del quince (15) de marzo de dos
mil dieciséis (2016), el Tribunal decretó las pruebas solicitadas por las partes, las
cuales se practicaron de la siguiente manera:
1.5.3.1. Documentales
Se tuvieron como medios de prueba, con el mérito legal probatorio que a cada cual
corresponde, los documentos allegados con la solicitud de convocatoria y demanda
1.5.3.2. Oficios:
Se ordenó oficiar:
El día veinte (20) de abril de 2016, la DIAN se manifestó respecto del oficio No.
001 de 2016 señalando que había dado traslado a la división competente, y el día
veintitrés (23) de mayo de 2016, la aludida entidad contestó el oficio.
1.5.3.3. Testimoniales
El día veintisiete (27) de abril de dos mil dieciséis (2016), los apoderados de las
partes desistieron de los siguientes testigos comunes: BRUNO HOMNAN,
STEPHEN COTTIN, OLIVIERE MURGUET. Adicionalmente, el mismo
día el apoderado de la Convocada manifestó que desistía del testimonio de
CLARA ARIAS. El Tribunal mediante Auto No. 15 de la misma fecha aceptó los
aludidos desistimientos.
El día veinte (20) de junio de dos mil dieciséis (2016) el apoderado de la parte
Convocante desistió del testimonio de MARCELA JIMÉNEZ. El Tribunal
mediante Auto No. 18 de veinte (20) de junio de dos mil dieciséis (2016), aceptó su
desistimiento.
El día tres (3) de febrero de 2017, el apoderado de la parte Convocante desistió del
testimonio de Sebastián López. El Tribunal mediante Auto No. 29 de ocho (8) de
febrero de dos mil diecisiete (2017), aceptó su desistimiento.
De otra parte, en audiencia del día seis (6) de mayo de 2016, el apoderado de la
parte Convocada tachó como sospechoso, de conformidad con el artículo 211 del
CGP, el testimonio del señor ISMAEL RAMÍREZ HERNÁNDEZ.
Mediante escritos radicados el día ocho (8) de noviembre de 2016, los apoderados
de las partes solicitaron la aclaración y complementación al dictamen pericial. El
escrito presentado por el perito fue entregado el día veintitrés (23) de diciembre de
2016.
De conformidad con el artículo 265 del Código General del Proceso, se decretaron
las siguientes exhibiciones de documentos:
Las partes de común acuerdo manifestaron que para cumplir con el objeto de las
pruebas de exhibición de documentos decretadas por el Tribunal por parte de
ALIANZA MOTOR Y ASOCOR, se libraran oficios a dichas sociedades, por lo
cual el Tribunal, mediante Auto No. 19 de 22 de junio de 2016, dispuso oficiar a
dichas sociedades.
En audiencia del día ocho (8) de febrero de dos mil diecisiete (2017) y ante la falta
de respuesta de ASOCOR, las partes desistieron de dichas pruebas y el Tribunal
mediante Auto No. 32 de la misma fecha, aceptó su desistimiento.
De igual forma, de conformidad con el artículo 236 inc 4 del CGP se negó el
decreto de la inspección judicial en las oficinas de AUTONAL S.A., y en su lugar
se decretó la exhibición de los documentos enunciados en la petición de la prueba y
el dictamen pericial solicitado (Cuaderno Principal No. 1 folio 295).
Mediante Auto No. 35, Acta No. 31, de quince (15) de marzo de 2017, el Tribunal
señaló el presente día y hora para la audiencia de fallo.
1.8.1. Pretensiones
En la reforma de la demanda arbitral AUTOMOTORA NACIONAL S.A.
AUTONAL S.A., formula las siguientes pretensiones:
III. “PRETENSIONES
(Art. 75, núm. 5º del C. de P. C.) (Art. 82, núm. 4º del C.G.P).
A. PRETENSIONES DECLARATIVAS.
CUARTA: Declarar que las cláusulas 3.a. y 13.2. del último reglamento
(convención 2013-2015) que rigió EL CONTRATO, así como las demás
disposiciones contractuales incorporadas en dicha convención o en reglamentos
anteriores, y en las que se excluyó a la Agencia Comercial como calificación de
EL CONTRATO, o en las que éste se calificó como un negocio atípico e
innominado de concesión o como un negocio de compraventa de bienes para su
posterior reventa, son estipulaciones contractuales antinómicas en relación con
aquellas otras estipulaciones que comprenden los elementos esenciales de un
contrato típico y nominado de Agencia Comercial.
SEXTA:
cuociente que se debe multiplicar por cada año de vigencia del Agenciamiento
Comercial.
d. Declarar, con fundamento en los artículos 1546 CC, 1613 CC, 870
CCO y demás normas concordantes, que SOFASA por el incumplimiento
del CONTRATO, es contractualmente responsable frente a LA
CONVOCANTE y, por ende, que está obligada a indemnizarle los
perjuicios directos y previsibles que le fueron causados.
b. Declarar que SOFASA revocó y/o terminó sin justa causa comprobada
el negocio celebrado, situación que constituye un incumplimiento de EL
CONTRATO por vía de la violación de obligaciones que emanan del principio
de la buena fe contractual (artículos 871 CCO y 1603 CC), y por vía de la
violación del artículo 1279 CCO.
ende, que está obligada a indemnizarle los perjuicios directos que le fueron
causados.
B. PRETENSIONES DE CONDENA.
1. CESANTIA COMERCIAL.
artículo 90 CPC o 94 CGP, aplicando para ello una tasa equivalente a una y
media veces el interés bancario corriente certificado por la Superintendencia
Financiera de Colombia. Así mismo, y una vez cumplido el primer año desde
que se presentó la demanda, los intereses moratorios causados hasta ese
momento se deberán capitalizar, para liquidar los nuevos intereses moratorios a
partir de la suma dineraria así obtenida.
2. INDEMNIZATORIAS.
C. PRETENSIONES FINALES.
Expresa que SOFASA, con los contratos suscritos intentó eludir la figura de la
agencia mercantil, incluyendo en sus cláusulas elementos que intentaban
desvirtuarla, como por ejemplo, la denominación de contrato de concesión, así
como la indicación de ser un negocio atípico e innominado. El apoderado en su
reforma a la demanda, ilustra varias cláusulas de las diferentes convenciones (desde
el año 1998 al 2015) suscritas, en las que se incluía la calificación del contrato como
uno de concesión.
CONVOCANTE percibía por cada Vehículo Nuevo Renault o por cada parte o accesorio
comercializados. (ii) Con un componente variable, denominado Bono Volumen, el cual se pagaba
en función del cumplimiento de los objetivos de ventas”. Adicionalmente, se remuneraba con
diferentes bonos su actividad-mayorista, calidad, desarrollo, etc.
Agrega la demanda que se pagaba una comisión por las ventas de vehículos nuevos
que se colocaban masivamente ante un solo cliente. De igual forma, se le daba un
bono plus, se pagaba una comisión por cada millón de pesos financiado por
SOFASA que Autonal colocaba entre los clientes Renault. También se pagaba una
Comisión RENAULT SEGURO por cada póliza de seguros que Autonal
colocaba entre los clientes Renault.
Posteriormente, la demanda alude a los ingresos durante los tres últimos tres años
de ejecución del Contrato por concepto de cada uno de las remuneraciones antes
descritas.
Expresa que los servicios de posventa por atención de garantías eran asumidos por
SOFASA. De igual foma, relata que Autonal debía utilizar el Know How que
SOFASA la suministraba; y toda la operación era por cuenta y riesgo de la
Convocada.
Luego, narra los hechos relacionados con la ejecución del Contrato, manifestando
que “para la colocación de vehículos nuevos Renault desde SOFASA (importador y/o
ensamblador) hasta el cliente final (consumidor), contempló tres mecanismos diferentes de
ejecución: (i) La intermediación de un patrimonio autónomo (Fiducia Mercantil). (ii) El
Suministro a la Red Renault por parte de SOFASA (iii) La Consignación a la Red Renault”.
Y explica cada uno de esos mecanismos.
Acto seguido, la demanda relata los hechos relativos a la nulidad de las cláusulas de
renuncia de derechos y acciones, manifestando que SOFASA introdujo en el
contrato cláusulas de renuncia tanto de las prestaciones e indemnizaciones que le
corresponde reclamar a la Convocante, como de las acciones que esta puede ejercer
en defensa de sus derechos.
Sobre la terminación del contrato, expresa que el mismo estuvo vigente hasta el 15
de marzo de 2015. Agrega que el acuerdo al que invita la cláusula 11.2 nunca fue
suscrito pues SOFASA incluía una transacción que la Convocante no aceptó.
Relata que el 11 de marzo de 2015, las partes firmaron un documento señalando los
lineamientos, acuerdos generales y cronogramas que deberían cumplirse para el
cierre de la operación de la Convocante. Dicho documento fue enviado el 13 de
marzo de 2015, en el cual la Convocante hizo la salvedad que estaban pendientes de
liquidación algunos aspectos del contrato.
Sobre los motivos de terminación, manifiesta la demanda que la única razón que
SOFASA le dio a AUTONAL para terminar el contrato fue el cierre del servicio
de carrocería.
Sustenta su excepción, manifestando que los contratos suscritos entre las partes,
evidencian que no ha existido agencia mercantil, sino un contrato de concesión,
razón por cual, la Convocante, solicita la nulidad de ciertas cláusulas para que se
concluya que la naturaleza del contrato es otra diferente a la convenida.
Agrega que la misma Convocante aceptó que el contrato no es una agencia mercantil,
pues quedó plasmado en la cláusula tercera del citado contrato.
Sustenta esta excepción, manifestando que en todas las etapas de los contratos se
debe respetar el principio de la buena fe consagrado en los artículos 83 de la C.P.,
1603 del C.C. y 803 del C. de Co., “porque la buena fe contractual implica un deber de
conducta que obliga a observar en el futuro el comportamiento que los actos anteriores permitían
prever, en elemental secuela de la protección de la confianza legítima que fundadamente se crea en
el co-contratante”.
De igual forma, reitera que las citadas cláusulas, tampoco contienen elemento
alguno que vicie su validez, razón por la cual, no existe causal en el artículo 889 del
Código de Comercio, que sustente su nulidad.
Aclara que el Contrato R-2004 canceló y sustituyó todos los acuerdos anteriores y
en cuya cláusula 13.2 se dispuso que “las partes reconocen el presente convenio como el
contrato vigente que rige las relaciones comerciales entre ellas; cualquier otro convenio anterior que
exista o pueda existir entre los mismos contratantes expresamente se da por terminado (…)”.
2.- CONSIDERACIONES
Una vez precisada la controversia planteada por las partes, para su decisión en
derecho, el Tribunal:
1. DEMANDA EN FORMA
Si bien es cierto este requisito dejó de ser considerado como presupuesto procesal,
destaca el Tribunal que la solicitud de convocatoria y demanda arbitral, así como su
reforma, se ajustan, en lo formal, a la plenitud de las exigencias normativas
consagradas por el artículo 82 del Código General del Proceso.
2. COMPETENCIA
3. CAPACIDAD DE PARTE
Conviene señalar, por último, que el Laudo que pone fin al litigio, conforme a lo
pactado, se profiere en derecho, y dentro del término para su pronunciamiento.
En audiencia del día seis (6) de mayo de 2016, el apoderado de la parte Convocada
tachó como sospechoso al testigo ISMAEL RAMÍREZ HERNÁNDEZ,
conforme a las reglas previstas en el artículo 211 del Código General del Proceso y
cuya declaración se decretó a instancia de ambas partes, en los siguientes términos:
19Concepto de 24 de septiembre de 1975, la Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado, Ponente, Samuel
Arango Reyes; J. BENETTI S., El Arbitraje en el Derecho Colombiano, 2ª éd., Bogotá, Temis, 2001, pp.129 ss; R.
BEJARANO G, Los procesos declarativos, Bogotá, Temis, 1998, pp. 355 ss.
“Las razones que yo doy para hacer la tacha que en este momento es simplemente
dejarlas expuestas son precisamente esa relaciones de dependencia que
indudablemente han quedado demostradas y cuando venga la versión escrita se
verificaran que existen, en mi opinión, entre el declarante y el representante legal de
la parte demandante, como es un punto simplemente adicional ya quedó
mencionando”.
“DR. SUÁREZ: No, yo tendría más que una aclaración al testigo, me parece el
momento oportuno para decir que me opongo a la solicitud de tacha del testigo que se
ha hecho, también soy consciente de que eso quedará para otro momento procesal pero
quiero dejar constancia de que me opongo, que no creo que se den ninguno de los
factores que menciona el artículo 211 en relación con este caso pero que me atengo a
lo que pruebe la contraparte”.
“Si existen o no esos motivos de sospecha es cosa que debe indagar el juez a través
del interrogatorio que debe formularse de conformidad con la primera parte del
artículo 228-1 ibídem, pues de haberlos, lo probable, lo que suele ocurrir, es que el
testigo falta a la verdad movido por los sentimientos que menciona la disposición
arriba transcrita (C. de P.C., art. 217).
‘Uno de los motivos de sospecha más comunes es el parentesco que exista entre el
testigo y una de las partes, porque ese vínculo familiar presupone afecto, como
generalmente ocurre, y el afecto puede llevar a que el testigo mienta al rendir su
declaración en su afán de favorecer a su pariente”.
Aunque se trata de asuntos que tienen claras relaciones entre sí, para completa
claridad del análisis, el Tribunal los abordará separadamente.
surgido “como mínimo” desde 1998, según palabras de la Convocante, o si las partes
celebraron a lo largo del tiempo una pluralidad de contratos que “se terminaron y
finiquitaron de acuerdo con la vigencia pactada en cada uno de ellos”.
Para abordar el asunto conviene recordar que los contratos de ejecución sucesiva
son aquellos en los que la naturaleza misma de las prestaciones que de ellos
emergen, hace que sea indispensable el transcurso del tiempo para efectos de la
ejecución o cumplimiento del acuerdo, a diferencia de los contratos de ejecución
diferida en los que tal cumplimiento, siendo de suyo susceptible de ser instantáneo
(ejecución instantánea), resulta aplazado o pospuesto en el tiempo por
estipulaciones de los contratantes, como ocurriría por ejemplo en una compraventa
con estipulación de plazo para el pago del precio.
Una cosa es el plazo entendido como hecho futuro y cierto del cual pende la
exigibilidad de una obligación (art. 1551 C.C.) y otra el término que marca la
extinción de su fuente, extinción que, por tanto, impide el nacimiento de nuevas
obligaciones.
La regulación legal del plazo contenida en el título V del libro IV del Código Civil
no menciona el plazo extintivo. Dicha regulación se limita al plazo suspensivo
como modalidad de las obligaciones que difiere la exigibilidad de las mismas.
“En este plazo, (se refiere al extintivo) desde que el acto se ha formado y es su
extinción (la del acto) la que está subordinada a él por el cumplimiento del
plazo, el derecho existe y puede ejercitarse dentro del plazo”22
20 Ospina Fernández Guillermo, Ospina Acosta Eduardo. Teoría General del Contrato y del Negocio Jurídico.
Séptima Edición, Bogotá. Editorial Temis, 2005. Página 531
21 Uribe-Holguin, Ricardo. De las Obligaciones y del Contrato en General. Editorial Temis. Bogotá, 1982. Pág. 141.
22 Alessandri Rodríguez, Arturo. Derecho Civil. Teoría de las Obligaciones. Ediciones Librería del Profesional.
En estos casos la concepción que del plazo tiene el legislador se refiere al término
de duración del acuerdo de voluntades, vencido el cual terminarán hacia el futuro,
los efectos del correspondiente negocio jurídico. Dicho con otras palabras, el plazo
acordado por las partes viene a constituir el término de vigencia del acuerdo de
voluntades, por lo cual, vencido dicho plazo, opera una causa legal extintiva del
negocio. Por supuesto, los efectos producidos durante dicha vigencia, es decir antes
del cumplimiento del plazo extintivo, se mantienen y deben ser cumplidos por las
partes, aún después de terminada la vigencia del contrato.
Para lo que corresponde decidir al Tribunal, se debe precisar que la llegada del
plazo extintivo del negocio es causa de terminación del mismo, de manera que a
partir de ese momento (ex nunc) cesa la producción de los efectos que el contrato
venía produciendo. La terminación del contrato entonces se refiere a sus efectos
futuros.
Sin embargo, las partes pueden evitar el efecto extintor del negocio como
consecuencia del cumplimiento del término, mediante las figuras de prórroga o de
renovación, que se estudiarán enseguida.
23Con todo, no es indispensable siempre el pacto expreso de término extintivo de los negocios de ejecución
sucesiva. Cuando las partes han guardado silencio sobre la materia, el legislador dispone reglas tendientes, ora a la
implantación sobreviniente del correspondiente término, como ocurre con la figura del desahucio (art. 2009 C.C.),
ora a permitir la terminación unilateral con preaviso, como ocurre en el contrato de suministro (art. 977 C.Co.).
“La renovación es un acuerdo de las partes que tiene como único objeto ampliar la
vigencia del contrato. Versa, por tanto, sobre una sola de las condiciones particulares
de la póliza, la requerida por el ord. 6 del art. 1047 del Código de Comercio.
Recoge el seguro, tal como aparece concebido en la fecha y horas previstas para su
vencimiento, y sin solución de continuidad, lo proyecta hacia el futuro por un término
adicional durante el cual –como contrato de ejecución sucesiva- ha de seguir
produciendo exactamente los mismos efectos.”24
“La renovación es, claro está, expresión jurídica de un nuevo acuerdo de voluntades
circunscrito en su proyección a la vigencia técnica del seguro, esto es, a una sola de
24 Ossa G. Efrén. G. Teoría General del Seguro – El contrato. Editorial Temis. Bogotá, Colombia. 1984. Pág. 240
25 Op. Cit. Ossa G. Efrén. G. Pág. 243.
sus condiciones particulares. Porque el acuerdo sobre sus elementos esenciales quedó
formalizado a la celebración inicial del contrato, continúa vigente y no puede
decirse extinguido en el momento de la renovación ….”26 y, más
adelante, afirma “… llámese de un modo u otro, la renovación no solo no está
concebida para “extinguir” las obligaciones derivadas del contrato de seguro, sino
precisamente para preservarlas en el tiempo con sus respectivos derechos (…)” 27
(subraya fuera del texto)
“Como se observa, son muy variados los usos que de los anexos se pueden dar.
Ellos representan una herramienta fundamental para el desarrollo del negocio
jurídico previamente concluido, pues las diversas circunstancias que se pueden
presentar en el desarrollo del contrato exigen la posibilidad de modificar su
contenido inicial, sin que ello dé pie para suponer que, en estos
supuestos, se está en presencia de un nuevo y por demás
distinto contrato de seguro.
26 Ibídem.
27 Op. Cit. Ossa G. Efrén. G. Página 244
“El derecho a la renovación del contrato para el comerciante que haya ocupado el
inmueble con un mismo establecimiento mercantil por lapso no inferior a dos años
consecutivos, derecho este respecto del cual, precisó la Corte en sentencia de su Sala
Plena proferida el 20 de noviembre de 1971, que no ha de confundirse con la
prórroga del contrato, pues el renovado es uno nuevo, que puede
acordarse o celebrarse con sujeción a las circunstancias especialmente en cuanto a precio
y utilización de la cosa arrendada”.29 (subraya fuera del texto)
28 Jaramillo J. C Ignacio. Derecho de Seguros – Tomo II. Editorial: Temis 2011. Págs. 536 – 537.
29 Corte Suprema de Justicia. Sentencia 8 de octubre de 1997. Expediente: No. 4818
30 Corte Suprema de Justicia. Sentencia 27 de abril de 2010. Expediente: 2006-00728
“Se trata de un acuerdo que existe desde el inicio del contrato, que otorga un
efecto contractual al silencio de las partes y que extiende en el tiempo el
mismo contrato preexistente entre esas partes.
Cuando en esta cita se afirma que el “antiguo contrato no continúa en los mismos
términos” ¿podría interpretarse, contrario sensu que el antiguo contrato continúa,
pero bajo diferentes términos? O ¿la palabra “antiguo” significa que habrá otro
“nuevo”?
Muchas preguntas caben en torno a este problema. Por ejemplo, ¿la renovación de
un contrato supone necesariamente su terminación y la celebración de uno nuevo?
¿Podría sostenerse, en cambio, que la renovación consiste en la modificación tanto
del plazo de vigencia como de otros contenidos de un único contrato que
permanece vigente? ¿Qué efectos se producen en uno u otro evento? ¿Cuál es el
alcance específico de la expresión “nuevo contrato”?
32 Bonivento Fernández, José Alejandro. Los Principales Contratos Civiles y su Paralelo con los Comerciales. Décima
tercera edición. Ediciones Librería del Profesional. Bogotá, 1999, págs. 462 y 463.
33 Arrubla Paucar, Jaime Alberto. Contratos Mercantiles. Contratos Típicos. Decimotercera edición. Legis. Bogotá,
2012.
El acuerdo de prórroga puede tener lugar antes del vencimiento del plazo inicial e,
incluso, en algunos eventos excepcionales aún después de que este haya vencido.
En efecto, si no existe disposición legal que lo prohíba, en desarrollo de la
autonomía de la voluntad, las partes pueden dotar retroactivamente de efectos a un
vínculo respecto del cual ya había operado el vencimiento del plazo extintivo.
Sea cualquiera la forma que revista el acuerdo de prórroga, lo cierto es que tal figura
limita su esfera de acción al plazo de vigencia del contrato. Las restantes
condiciones del negocio permanecen incólumes. Bajo ese entendimiento, la
prórroga no hace que el contrato cuyo plazo resultó ampliado, sea uno nuevo.
negociales de muy variada índole como el ajuste del precio o contraprestación del
contrato, la inclusión de garantías antes no previstas, o de otro tipo de cláusulas
(cláusulas penales, intereses, formas de pago, etc.)
Aun cuando las citas a las que antes ha hecho mención el Tribunal corresponden a
pronunciamientos que han sido efectuados por la jurisprudencia y por la doctrina
con ocasión del análisis de contratos de naturaleza diversa al que aquí nos ocupa, lo
cierto es que con ellas se pone en evidencia la divergencia de posturas que existen
sobre el alcance y efectos de la renovación y la prórroga y la dificultad que supone
resolver de forma general y absoluta los precitados cuestionamientos.
Pero no siempre las cosas se presentan con esa claridad. Por el contrario, hay
eventos en los que sería contraevidente afirmar que las partes han querido
efectivamente celebrar un negocio distinto tras el vencimiento del plazo extintivo
de su contrato.
Si por ejemplo, con anterioridad al vencimiento del plazo de vigencia del contrato
las partes convienen en la extensión de dicho plazo y adicionalmente modifican
algunas de sus cláusulas, introducen otras novedosas pero se sigue cumpliendo el
objeto negocial, sin solución de continuidad, o incluso si vencido el plazo extintivo
del contrato las partes continuaron, de hecho, en ejecución del mismo y
posteriormente, también sin solución de continuidad, acuerdan, con efecto
retroactivo, los ajustes en el plazo y en los demás frentes que a bien tengan
convenir, no podría afirmarse que el primer contrato terminó y que se celebró otro
distinto e independiente del primero.
Sobre estas bases, procederá el Tribunal a examinar la situación fáctica y jurídica del
negocio o negocios celebrados por las partes, de cara a su eventual unidad o
pluralidad, a efectos de despachar las pretensiones correspondientes.
Para tal efecto es preciso indicar que el primer contrato del que hay constancia en el
expediente se denominó Concesión Tipo A y su vigencia se extendió desde el 1 de
enero de 1980 hasta el 1 de enero de 1982. Con posterioridad, se advierte un
período de 4 años en relación con el cual no obra en el expediente evidencia de
ningún tipo de prórroga o de contrato suscrito entre las partes, pues el que sigue en
Hecha la anterior síntesis, es preciso señalar que los documentos que fueron
suscritos por las partes a partir del 1 de enero de 1998 son de muy diversa índole,
por lo que comenzará el Tribunal por hacer un recuento de los mismos, para
proceder luego al análisis de sus alcances y efectos, de cara a lo que en este trámite
se discute.
Antes de ello conviene precisar que aun cuando algunos de los “contratos”,
“prórrogas” y “otrosíes” que obran en el expediente sólo se encuentran firmados
36 El documento que obra en el expediente solo contiene la firma de la Convocada, y fue aportado por la
Convocante.
37 Ibídem.
38 Ibídem.
A la luz del precitado objeto, las partes hicieron constar la estructura del contrato
en diversas disposiciones en las que:
vi. Previeron que periódicamente las partes debían concertar los objetivos
de ventas al público, según propuesta de Sofasa, y acordaron que,
vii. Acordaron que Autonal debía prestar, por cuenta y a cargo de Sofasa,
el servicio de garantía con el que esta ampara los vehículos que ella
produjera, ensamblara o importara.
Según quedó indicado líneas atrás, las condiciones del contrato que en este punto
se analiza fueron objeto de una prórroga que extendió su vigencia hasta el 31 de
mayo de 2000.
“El presente contrato tiene por objeto la compra y posterior comercialización por
parte del concesionario, de los productos ensamblados o importados por Sofasa, la
prestación de los servicios necesarios para el mantenimiento y la reparación de
estos productos, así como el respeto y el mantenimiento de la imagen de marca
Renault. En desarrollo de lo anterior Sofasa, otorga a El Concesionario durante
la vigencia de este contrato y sujeto a los términos y condiciones del mismo, los
siguientes derechos:
Al amparo del precitado objeto, el modelo de contrato que en este punto se analiza
evidencia, con diferencias que pueden calificarse como menores, importantes
coincidencias respecto del contrato que estuvo vigente en el período
inmediatamente anterior, en lo atinente a: (i) el carácter intuitu personae de la relación
y el reconocimiento de los esfuerzos de Sofasa para acreditar la marca Renault, (ii)
las condiciones de uso de la marca, (iii) la existencia de objetivos de ventas
acordados por las partes, (iv) la prohibición para Autonal de comercializar
vehículos nuevos distintos de los suministrados por Sofasa – pacto de exclusividad
en favor de Sofasa-, (v) la posibilidad de Sofasa de llevar a cabo ventas directas,
(vi) la obligación a cargo de Autonal de prestar el servicio de garantía por cuenta de
Sofasa, (vii) la adquisición de los vehículos por parte de Autonal mediante
compraventas independientes del contrato de concesión, (viii) la indicación de que
estos serían de su propiedad en la medida en que le fueran siendo entregados por
Sofasa, y de que Autonal asumía todos los riesgos inherentes a la propiedad, y (ix)
la declaración de que la actuación del denominado concesionario debía ser
adelantada por su propia cuenta y riesgo, entre otras.
El aspecto en el que advierte el Tribunal una variación significativa tiene que ver
con la inclusión de algunas previsiones contractuales, en virtud cuales se estableció
que Autonal podía celebrar contratos de fiducia mercantil, que tendrían por objeto
la adquisición de los vehículos que serían luego comercializados por aquella a través
de contratos de consignación (cláusula segunda). Según lo previsto en el contrato,
el referido esquema tenía como fin servir de fuente de financiación para la
operación de Autonal, por lo que Sofasa aceptaba facturar al patrimonio autónomo
los vehículos que Autonal decidiera adquirir. (Cláusula 11.1.2).
Para concluir, hay que resaltar que en el modelo contractual que aquí se analiza se
previó que en caso que las partes no llegaran a un acuerdo respecto del objetivo de
ventas el contrato se resolvería de pleno derecho, aunado a lo cual se excluyeron las
referencias que en el modelo anterior existían respecto de la ley 80 de 1993.
39 “El presente contrato tiene por objeto la compra y posterior comercialización por parte del concesionario, de los
productos ensamblados o importados por Sofasa, la prestación de los servicios necesarios para atender la garantía, el
mantenimiento y la reparación de estos productos, así como el respeto y el mantenimiento de la imagen de marca
Renault. En desarrollo de lo anterior Sofasa, otorga a el concesionario durante la vigencia de este contrato y sujeto a
los términos y condiciones del mismo, los siguientes derechos: 3.1. El derecho temporal y no exclusivo de vender a
terceros vehículos automotores de la marca Renault, así como repuestos y accesorios originales nacionales o
importados por Sofasa, que el concesionario hubiere adquirido de Sofasa, a través de contratos de compraventa
autónomos e independientes del presente contrato de concesión, los cuales se materializarán en una factura,
documento que también es independiente del presente contrato de concesión. Éste derecho podrá ser ejercido por el
concesionario a través de la celebración de contratos de fiducia mercantil, mediante los cuales se constituyan
patrimonios autónomos, de los cuales debe informar a Sofasa de la celebración de contratos de fiducia mercantil y de
las condiciones especiales de despacho de los documentos y vehículos que se adquieran bajo esta modalidad especial.
3.2. El derecho de anunciarse como parte de la Red Renault. 3.3. El derecho a prestar asistencia que incluye el
servicio de taller, la atención de garantías, la reparación, mantenimiento y seguimiento que garanticen la eficiencia el
funcionamiento de los vehículos automotores, los estándares de calidad, el mantenimiento de la imagen de la marca
Renault y el buen servicio al cliente, conforme con las expectativas y requerimientos del mercado y dentro del marco
de la reglamentación legal. 3.4. El derecho de utilizar en su propio beneficio, dentro de los términos de este acuerdo,
el conjunto de intangibles relacionados en la cláusula primera y relativos a los derechos de propiedad industrial y/o
intelectual de Sofasa y los de Renault, sobre los cuales haya otorgado licencia de uso a Sofasa.”
(Los apartes subrayados corresponden a los puntos en los que el Tribunal advierte diferencias respecto del objeto
contemplado en los contratos de los períodos anteriores).
Con todo, advierte el Tribunal que existen diferencias en algunos aspectos tales
como: (i) la inclusión del concepto de Red Renault, (ii) la ampliación de la
reglamentación relativa a la señalización (iii) la inclusión del sistema de prepago,
(iv) la indicación de que la consignación es una figura excepcional y (v) la
ampliación de la reglamentación respecto de la asistencia técnica y de la forma en la
que se debían atender las garantías por parte de Autonal.
Una vez más advierte el Tribunal que aunque hay variaciones en la forma en que se
presenta el objeto del contrato, su naturaleza y finalidad son, en realidad, las
mismas que quedaron consignadas en los documentos suscritos por las partes en
los períodos anteriores.
Sin que sea del caso entrar a hacer una pormenorizada comparación de cada una de
las estipulaciones contractuales, encuentra el Tribunal que muchas de ellas, aunque
con una ubicación y numeración distintas, son, en términos generales, iguales a las
que se consignaron en el contrato que estuvo vigente en el 2002, como ocurre por
ejemplo con las relativas a: (i) los presupuestos del contrato, (ii) su carácter intuitu
personae, (iii) las condiciones de comercialización y entre ellas el convenio de
objetivos de ventas de vehículos y el efecto resolutorio en caso de no acuerdo, (iv)
la definición del contrato de fiducia mercantil y su finalidad dentro del esquema
negocial, (v) las condiciones de adquisición de vehículos nuevos y repuestos, (vi) la
prohibición de vender productos de marcas distintas de Renault, sin que mediara
un acuerdo sobre el particular –pacto de exclusividad en favor de Sofasa-, (vii) la
posibilidad de Sofasa de efectuar ventas directas en ciertos casos, (viii) la de
suspensión de despachos, así como la de (ix) no representación, entre otras.
Según quedó ya indicado, las condiciones del contrato que en este punto se
analizan fueron objeto de sucesivas prórrogas con las cuales se extendió su vigencia
hasta el 31 de diciembre de 2010.
Muchas de las cláusulas que constan en el contrato que aquí se analiza son en su
contenido general coincidentes con las que se incluyeron en periodos anteriores.
Baste con citar, entre otras, las relativas a: (i) los presupuestos generales del
contrato, (ii) su carácter intuitu personae, (iii) la naturaleza del contrato entre Sofasa
y el concesionario, (iv) la imposibilidad de comercializar vehículos nuevos de otras
marcas, salvo autorización expresa de Sofasa; (v) la publicidad, (vi) la posibilidad
para Sofasa de efectuar ventas directas, (vii) las condiciones de comercialización, y
(viii) las condiciones de prestación del servicio de posventa y de atención de
garantías.
41 “El presente contrato tiene por objeto: La compra por parte del concesionario, en su propio beneficio y por su
cuenta riesgo de los vehículos ensamblados o importados, así como los repuestos y accesorios comercializados por
Sofasa, para su posterior venta al público dentro del territorio colombiano en los puntos autorizados para ello
dispuestos en el artículo 5.1 este contrato. Los términos y condiciones de las compras que se realicen en desarrollo de
este contrato serán pactadas a través de contratos de compraventa autónomos e independientes del presente contrato
de concesión y se materializará en facturas, al tenor de lo dispuesto por el Código de Comercio. La prestación de los
servicios necesarios para atender los servicios de postventa, la garantía, el mantenimiento y la reparación de estos
productos en los puntos autorizados para ello dispuestos en el artículo 5.1 este contrato. El respeto y el
mantenimiento de la imagen de la marca Renault. Parágrafo: Las comunicaciones oficiales que Sofasa envíe a la Red
Renault, acorde con las expresas facultades que le corresponden según los términos del contrato, emitidas por la
presidencia y la dirección comercial (incluida la postventa), realizadas en desarrollo del presente contrato, harán parte
integral del mismo; no obstante, las comunicaciones de que trata este parágrafo no podrán modificar, desmejorar,
alterar en forma alguna los derechos y obligaciones del concesionario, lo cual sólo podrá realizarse en conformidad
con los términos acordados por las partes en el numeral 13.12.2 de este contrato, salvo que se refieran a la
notificación de terminación del contrato en conformidad con lo acordado por las partes en el texto del mismo.”
(Los apartes subrayados corresponden a los puntos en los que el Tribunal advierte diferencias respecto del objeto
contemplado en el período inmediatamente anterior).
A pesar de que la estructura general del contrato que se analiza en este punto es casi
idéntica a la del que fue suscrito en el 2011, al cotejar uno y otro documento se
advierten entre otras, las siguientes diferencias:
Para concluir, vale indicar que muchas de las modificaciones introducidas apuntan a
abonar en claridad o hacer énfasis en distintos aspectos, sin que por ello suponga
regulaciones enteramente novedosas respecto de lo previsto en el contrato suscrito
en el año 2011.
En relación con los documentos que las partes suscribieron bajo las
denominaciones de “prórroga”, “modificación” u “otrosí”, y que tuvieron como
elemento común y exclusivo prolongar en el tiempo la aplicación de los contenidos
contractuales que para el momento de su otorgamiento estaban vigentes, el
Tribunal estima pertinente dejar señalado que algunos de ellos fueron suscritos con
posterioridad a la fecha en la que vencía el plazo del contrato o prórroga
inmediatamente anterior.
Pues bien, el hecho de que las prórrogas y modificaciones antes referidas hayan
sido suscritas en las anotadas condiciones, no implica de forma alguna que, por tal
causa, haya habido solución de continuidad en la relación contractual. En efecto,
Lo primero que estima pertinente resaltar el Tribunal para resolver el punto que
aquí se debate es que, según se desprende del material probatorio que obra en el
expediente, la voluntad de las partes no se encaminó nunca al nacimiento de
nuevos contratos.
42Aun cuando no desconoce el Tribunal que, de conformidad con lo previsto en el artículo 1320 del Código de
Comercio,el contrato de agencia requiere un principio de escrito para efectos de su inscripción en el registro
mercantil, la sanción que se genera por la ausencia del referido registro es la de la inoponibilidad. No se puede
concluir, entonces, que la agencia comercial sea un contrato de forma impuesta o solemne.
Pues bien, según lo informado por el perito Jega Accounting House Ltda. en
desarrollo de la ejecución contractual las partes no procedieron a la expedición de
las referidas liquidaciones y paz y salvos.
“DR. SUÁREZ: Pregunta No.2. Sírvase contestar cómo es cierto, sí o no, que la
relación jurídico patrimonial que existió entre Sofasa y Autonal se ejecutó de manera
permanente desde por lo menos enero de 1998 hasta el día 15 de marzo del año
2.015?
“DR. SUÁREZ: La pregunta dice, Sírvase contestar cómo es cierto, sí o no, que la
relación jurídico - patrimonial que existió entre Sofasa y Autonal se ejecutó de
manera permanente desde enero de 1998 hasta el día 15 de marzo del año 2.015?
“SR. URREGO: Sí, pero aclaro que la permanencia fue en distintos contratos
establecidos a través del tiempo desde 1.998 hasta el 2.015 fecha en que se terminó el
contrato.”45
En el mismo sentido hay que anotar que la cláusula que se hizo constar en todos
los modelos contractuales, según la cual “las partes reconocen el presente convenio como el
único contrato vigente que rige las relaciones comerciales entre ellas; cualquier otro convenio anterior
que exista o pueda existir entre los mismos contratantes expresamente se da por terminado. (…)”,
tiene que encontrarse acompañada de los consecuentes comportamientos
contractuales – liquidación y expedición de paz y salvos, por ejemplo- para poder
producir el mencionado efecto de terminación.
45 Página 3 de la declaración.
Así las cosas, lo que queda claro es que con la suscripción de cada “nuevo
contrato” quedaban íntegramente recogidas las condiciones que gobernarían la
relación contractual nacida desde períodos anteriores, con el consecuente
decaimiento o pérdida de vigencia de pretéritos clausulados.
A juicio del Tribunal, las modificaciones que desde el año de 1998 fueron incluidas
por las partes en los contratos por ellas suscritos son el reflejo de la necesidad de
evolucionar que tienen la mayoría de relaciones contractuales de larga duración.
Las dinámicas del mercado, las constantes variaciones que hay en el comercio e,
incluso, los aprendizajes que las partes van teniendo a lo largo de sus relaciones,
hacen preciso que en muchas ocasiones, como la que aquí nos ocupa, los
contenidos contractuales sean objeto de variación, sin que ello signifique,
necesariamente, el nacimiento de un nuevo vínculo por completo desligado del
anterior.
Tales variaciones o ajustes pueden, incluso, versar sobre algún elemento esencial de
la relación negocial. Piénsese, por ejemplo, en un contrato de arrendamiento en el
que el valor del canon es objeto de periódicos incrementos, que resultan necesarios
para efectos de que la relación se acompase con las condiciones del mercado.
También pueden consistir en modificaciones que versen sobre formas de pago,
garantías, cuantías de diversas prestaciones, plazos de cumplimiento etc. En tales
casos aunque ciertamente puede haber modificaciones importantes de variados
elementos del negocio, no por ello puede decirse que se ha perdido la unidad o, lo
que es lo mismo, que ha habido lugar al surgimiento de otro y novedoso contrato.
Pues bien, según lo anticipó el Tribunal, a su juicio las variaciones que tuvieron
lugar en el caso bajo análisis no alcanzaron nunca a modificar el objeto negocial
perseguido por las partes y mostraron, más bien, un mismo objeto contractual,
cuyas condiciones específicas de cumplimiento fueron evolucionando sobre la
implementación de algunos nuevos esquemas, la inclusión de condiciones más
detalladas y específicas y la precisión de algunos términos y conceptos.
(i) la fijación acordada de objetivos de ventas, (ii) la asunción por Autonal de los
riesgos de los vehículos desde el momento de su entrega, (iii) las condiciones de
pago de la publicidad, (iv) el carácter intuitu personae del contrato, (v) la
imposibilidad de Autonal de comercializar vehículos distintos de los suministrados
por Sofasa, salvo autorización expresa de esta, (vi) la obligación de Autonal de
emplear la marca Renault en las condiciones señaladas por el denominado
concedente, (vii) la indicación de que la actuación de Autonal era adelantada bajo
su cuenta y riesgos propios y (viii) la posibilidad de Sofasa de adelantar ventas
directas en algunos casos específicos, entre otras.
Sin que resulte del caso analizar todas y cada una de las diversas modificaciones que
a lo largo de la relación fueron introducidas por las partes, las cuales, como antes se
anotó, son de muy variada índole, pasando desde la inclusión de definiciones, hasta
la implementación de esquemas fiduciarios, se referirá el Tribunal en este punto
solo a las que considera de mayor entidad.
Para comenzar, advierte el Tribunal que una de las variaciones más significativas
consistió en la posibilidad de que Autonal constituyera un patrimonio autónomo al
que Sofasa facturaría los vehículos que serían luego comercializados por el
concesionario, mediante contratos de consignación.
Otro tanto hay que decir en lo que hace a la reserva del derecho de dominio que
surgió de la mano con la implementación del esquema fiduciario. Se trataba, una
vez más, de un elemento que aunque de significación, resultaba insuficiente para
entender que, a propósito de su inclusión, tenía lugar el nacimiento de una diferente
y nueva relación.
Es pues por las consideraciones expuestas, que el Tribunal declarará que entre las
partes hubo una única relación contractual iniciada a lo menos desde 1998, regida
por diversos modelos contractuales, con lo cual se accederá a las pretensiones
primera y segunda declarativas de la demanda.
Para ello, sin embargo, corresponde dejar previamente plasmadas las más
significativas consideraciones acerca del concepto y características de las figuras
contractuales debatidas en este proceso, para lo cual el Tribunal comenzará su
análisis con el examen del contrato de agencia comercial, que, como quedó dicho,
es la figura típica que la parte Convocante afirma se dio en el presente caso.
La agencia comercial se encuentra regulada en Capítulo V del Título XIII del libro
IV del Código de Comercio, en cuyo artículo 1317 se define el aludido contrato así:
Pues bien, en la medida en que uno de los asuntos a los que se refiere el presente
trámite tiene que ver con la calificación del negocio por medio del cual se buscó la
satisfacción de la necesidad de distribución de la Convocada, el Tribunal
circunscribirá su atención a la agencia como figura contractual idónea para
satisfacer dicha necesidad, sin detenerse en consideraciones relativas a las otras
formas en las que puede desarrollarse el contrato de agencia.
configuración del contrato de agencia, mal podría desconocerse que hacen parte de
dicha corriente autores de reconocida talla, cuya opinión no puede dejar de ser
considerada al momento de abordar un análisis integral y detenido de la cuestión.
Aunque se trata de elementos que, naturalmente, están relacionados entre sí, para
efectos de mayor claridad, a continuación procede el Tribunal a analizar su alcance
por separado.
Sin perjuicio de las consideraciones detalladas que sobre este particular expondrá
más adelante el Tribunal, conviene, desde ya, anunciar su opinión en el sentido de
que la agencia comercial es un tipo de mandato, lo que supone la existencia de un
encargo designado por el mandante y aceptado por el mandatario.
“Si se lee con todo detenimiento el artículo 1317 del Código de Comercio, se
encontrará que el agente puede asumir una cualquiera de estas muy diferentes
posiciones: puede ser simplemente promotor y en tal caso no actuará más que
como un instrumento comercial de impulso, de incentivo y de preparación de
contratos que sólo vendrán a ser celebrados, después de esta labor promocional
previa, por el empresario y el cliente. Pero el agente puede ser no sólo promotor
46 Vallejo García, Felipe. El Contrato de Agencia Comercial. 1ª edición. Legis, Bogotá. 1999. p.p. 46 y 47.
Aunque muchas más podrían ser las referencias doctrinarias, en lo que a este punto
respecta concluirá el Tribunal con la opinión de Jaime Arrubla, quien señala:
“La actividad del agente puede ir más allá de la simple promoción, que es la
actividad principal, e implicar concluir los negocios promovidos, actuando como
mandatario del empresario o como representante de él50, es decir, actuando por
cuenta y a nombre del empresario”51
226 y 227.
Así las cosas, la promoción supone una activa labor del agente encaminada a la
consecución de negocios, cuya celebración definitiva será definida por el
empresario; en tanto que la explotación, que podrá darse con o sin representación,
conlleva además la celebración misma de los negocios cuya búsqueda ha sido
emprendida por el agente.
La independencia del agente supone que este, a pesar de actuar en interés y por
cuenta del agenciado, lo hace a través de su propia empresa, cuya dirección y
administración están, por ende, bajo su exclusivo cargo sin que medie
subordinación jerárquica respecto del empresario agenciado.
53 Juan Pablo Cárdenas. El contrato agencia mercantil. Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario Monografías
Jurídicas No.1. Bogotá, 1984. Página 25.
54 Bonivento, José Armando. Contratos Mercantiles de Intermediación. Segunda edición. Ediciones Librería del
Para determinar que la actuación del agente sea estable no existen plazos objetivos,
ni tiempos mínimos durante los cuales deba extenderse el vínculo obligacional. Mal
podría haberlos. Es el análisis integral de la relación contractual y la forma en la que
haya sido ejecutada por las partes la que permitirá determinar si se configuró o no
el elemento al que viene haciéndose alusión.
En tal sentido, José Armando Bonivento anota que la estabilidad “supone continuidad
en el ejercicio de la actividad del agente; excluye la realización de encargos esporádicos y
ocasionales”55
Está claro que cuando la remuneración está fijada en función de las ventas lo que el
agente recibe es una comisión que, como ya se anunció, es la primera modalidad a
la que se refiere el artículo 1324 del Código de Comercio cuando señala la base
sobre la cual debe ser calculada la denominada cesantía comercial.
De otra parte, no resulta tan clara la mención que en la aludida norma se hace a la
“regalía” que se supone puede recibir el agente como contraprestación por la
ejecución del encargo a él conferido. En verdad, no resulta fácilmente explicable en
qué eventos pueda recibir su pago tal denominación, la cual parece en principio
reservada para otro tipo de eventos56.
En tal sentido, según lo anota la aludida corporación, “ninguna duda queda, pues, de
que son elementos estructurales de toda agencia comercial, en primer lugar, que el comerciante
intermediario actúe por cuenta ajena, esto es, del empresario que le efectúa el encargo, premisa de
la que se sigue que todos los efectos económicos que se deriven de la gestión realizada por aquél,
positivos y negativos, deben trasladarse al último y, por ende, reflejarse en su patrimonio; y, en
segundo término, que el agente, como contraprestación de su actividad, perciba una remuneración,
requisito que guarda íntima conexión con el anterior.”58
(teatros, conciertos, espectáculos), en ambos casos en las condiciones de tiempo, modo y lugar acordadas entre las
partes.
57 Sentencia de casación civil dictada por la Corte Suprema de Justicia el día 15 de diciembre de 2006, en el proceso
ordinario instaurado por LOPER AUTOMOVILIARIA ANDINA S.A. contra a SUZUKI MOTOR CO. LTDA.
58 Sentencia de casación civil dictada por la Corte Suprema de Justicia el día 26 de julio de 2016, en el proceso
ordinario instaurado por Mágnum Video S.A. contra Buena Vista Home Entertainment Inc.
Tal como se dejó anunciado en líneas precedentes, el Tribunal estima, junto con la
postura mayoritaria de la doctrina y de la jurisprudencia, que la agencia comercial es
una forma de mandato, lo que supone que la actuación del agente, sea que se
adelante con o sin representación del agenciado, es por cuenta de este, toda vez
que, según lo previsto en el artículo 1262 del Código de Comercio, la gestión del
mandatario es siempre llevada a cabo por cuenta del mandante.
Antes de entrar a señalar las consideraciones en las que el Tribunal soporta tal
postura, resulta conveniente dejar sentadas algunas bases sobre el alcance y efectos
que tiene el concepto de actuación por cuenta ajena.
Una vez definido dicho concepto, el Tribunal procederá a indicar las razones por
las que estima que la actuación del agente siempre debe ser adelantada por cuenta
del agenciado, y hará una breve síntesis de las opiniones que tanto en la doctrina
como en la jurisprudencia apoyan dicha tesis.
En esencia, actuar por cuenta y riesgo ajeno significa que las consecuencias
patrimoniales de una determinada gestión recaen, se trasladan o deben trasladarse,
sobre persona diferente de quien la ha llevado a cabo.
Son dos, específicamente, los criterios que a juicio del Tribunal configuran el
concepto que se comenta. De un lado, la atribución patrimonial de una
determinada actuación, y de otro, que es consecuencia del anterior, la identificación
de quién ha de soportar los riesgos, o reportar las ventajas de una específica
actuación jurídica.
“El sentido de esa expresión (se refiere a la actuación por cuenta y riesgo
ajeno) ... es el de la afectación patrimonial que recae sobre el
mandante, como efecto del negocio jurídico celebrado por el mandatario” 59 (se
resalta)
“... la actuación por cuenta de otro, como concepto jurídico involucrado en la noción
misma de mandato, hace referencia, como aspecto primordial, a una consideración
según la cual los efectos de los actos y negocios realizados por el
intermediario (encargado), así no sea representante, se trasladan,
o se deben trasladar, a la órbita patrimonial del dueño del
negocio, de manera que es éste quien está llamado a asumir los
riesgos (pérdida de la mercancía o cartera morosa, por ejemplo) y
las ventajas (aumento de precios de venta al público, por
ejemplo) de las operaciones efectuadas por aquél.”60 (se resalta)
“Que se actúe por cuenta de otro significa que se pretende obtener para un
tercero, en este caso el agenciado, las utilidades del negocio”61 (se resalta)
En sentido contrario, actuar por cuenta y riesgo propios significa que todos los
efectos patrimoniales, pérdidas o utilidades de un determinado negocio, afectan
exclusivamente a la persona que ha manifestado su voluntad y no a otra.
59 Escobar Sanín, Gabriel. “Negocios Civiles y Comerciales. Negocios de Sustitución”. Universidad Externado de
Colombia. Bogotá, 1985.
60 Op. Cit. Bonivento, José Armando. Páginas 140 y 141
61 Ob. Cit.
Ahora bien, la actuación “por cuenta” (propia o ajena) no puede confundirse con
la actuación “en nombre” (propio o ajeno) ni con la actuación “en interés de”
(otro o de uno mismo), aunque puedan coincidir.
Con igual terminología, el Código Civil dispone en su artículo 1505 que “lo que una
persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla,
produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo”.
Y actuar “en interés de otro”, tampoco tiene necesariamente que coincidir con la
actuación por cuenta ni en nombre de otro. La noción de actuación en interés de
otro alude a que el negocio de que se trate convenga a los propósitos u objeto
jurídico de un tercero, independientemente de la atribución patrimonial de un
determinado negocio, de sus utilidades o pérdidas, y de la eventual representación.
Los artículos 2145 y 2146 del Código Civil, hacen referencia, a propósito del
contrato de mandato, a la llamada actuación “en interés” propio o ajeno.
ii. Razones para considerar que la actuación del agente es adelantada por
cuenta ajena
Tal circunstancia, sin embargo, no es óbice para sostener que el referido elemento
es necesario para la configuración del contrato de agencia. En efecto, en la
definición contenida en el precitado artículo 1317 tampoco se señala que la labor
del agente deba ser remunerada y, como es apenas natural, no por ello puede
concluirse que su actuación deba ser gratuita para que se entienda configurado el
contrato que se analiza.
Pues bien, además de que, como se verá más adelante, la posición mayoritaria de la
doctrina y de la jurisprudencia considera que es la actuación por cuenta ajena el
elemento que permite diferenciar la agencia comercial de otras modalidades
negociales de distribución, el Tribunal estima que tal conclusión es la acertada, de
una parte porque ello se desprende diáfanamente de la ubicación que dentro del
Código de Comercio mereció el referido contrato y de otra porque, como pasa a
indicarse, es desde dicha perspectiva que encuentra justificación la denominada
cesantía comercial a que alude el artículo 1324 del Código de Comercio.
Sin que se trate del argumento central con base en el cual el Tribunal soporta su
conclusión, hay que aceptar que la ubicación misma de la regulación de la agencia
en el Código de Comercio es, a lo menos, indicativa de que para el legislador dicho
contrato es una especie del mandato. En efecto, la regulación positiva de la agencia
se encuentra a partir del artículo 1317 hasta el 1331, textos que hacen parte del
capítulo V del título XIII del libro IV del Código de Comercio, que es el que regula
el mandato mercantil.
“… lo más importante es que el agente promueva o explote los negocios respectivos por
cuenta del principal … toda utilidad o beneficio que directa o indirectamente reciba el
principal de las actividades del agente, cuando tal utilidad o beneficio constituyan una
de las consideraciones del contrato, implicarán la presencia del requisito por cuenta, en
referencia. Por consiguiente, cuando el distribuidor obre en alguna forma por cuenta del
fabricante o del despachador extranjero, tal distribuidor será igualmente agente de su
principal.”62
A juicio del Tribunal lo que hace que una figura tenga una determinada naturaleza,
más que su ubicación legislativa, es si reúne los requisitos esenciales necesarios para
Comisión Revisora del Código de Comercio. Citada por Arrubla Paucar, Jaime Alberto. Contratos Mercantiles.
62
Contratos típicos. Legis, 13ª edición. Bogotá, 2012. Páginas 229 y 230.
El mandato, como es bien sabido, tiene regulación tanto civil como mercantil.
“El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más
negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera.
(se resalta)
“...”
Por su parte, el Código de Comercio, en su artículo 1262, concibe al mandato de la
siguiente manera:
“El mandato comercial es un contrato por el cual una parte se obliga a celebrar o
ejecutar uno o más actos de comercio por cuenta de otra” (se resalta)
Para no entrar en lucubraciones que son ajenas a los fines de este proceso, baste
con decir que son elementos esenciales del contrato de mandato, con base en los
textos legales antes transcritos, los siguientes: (i) El encargo por parte de una
persona (mandante) a otra (mandatario) para que esta última gestione (celebre o
ejecute) negocios jurídicos y, (ii) que dicho encargo lo lleve a cabo el mandatario
por cuenta y riesgo del mandante.
La cesantía comercial se caracteriza por que hay lugar a su pago con independencia
de la causa que haya motivado la terminación de la relación contractual. Es así
como, aun cuando el contrato haya concluido por causas legítimas o, incluso, por
mutuo acuerdo entre las partes, el agenciado está obligado a pagar al agente el valor
previsto en el primer inciso del artículo 1324 del Código de Comercio.
Pues bien, la cesantía comercial tiene relación con la clientela según lo ha explicado
la jurisprudencia:
“Si se considera que el derecho a esa prestación de tipo económico [se refiere a la
cesantía comercial] se encuentra estrechamente ligado a la clientela que
preserva el agenciado, aún después de terminar el contrato de
agencia, no se ve la razón para no autorizar una cláusula que, a partir del
reconocimiento de aquel, permita que el agente, ex ante, vea retribuido –o, si se
quiere- compensado su esfuerzo por la formación de una clientela
que, en principio, no se desdibuja por la terminación del negocio
jurídico, desde luego que ese pago anticipado tendrá un efecto extintivo total o
parcial ….”63 (subraya fuera del texto)
63 Corte Suprema de Justicia, Sala Civil. Sentencia del 28 de febrero de 2005. Exp. 7504.
Por último, vale recordar lo señalado por la Corte Suprema de Justicia, en el sentido
de que la clientela a cuya conquista, ampliación o conservación se dedica el agente,
no es de este, sino del agenciado:
64Corte Suprema de Justicia, Sala Civil. Sentencia del 2 de diciembre de 1980. Gaceta Judicial, Tomo CLXVI. Pág.
251.
“...
“... el agente, como especie de sustituto que es, celebra negocios por
cuenta del empresario, quien corre con los riesgos como propietario de
65 Ob. Cit.
los bienes y en tal calidad puede dirigir ampliamente las actividades del
sustituto...”66 (se resalta)
“El agente asume el encargo de gestión por cuenta ajena, término común
en los contratos como el de trabajo, depósito, transporte, corretaje, obra,
arrendamiento de servicios y a todos los negocios de gestión de intereses
ajenos...” 69 (se resalta)
66 Ob. Cit.
67 Ob. Cit.
68 Sanín Bernal, Ignacio. “Contrato de Suministro” en “Derecho de la Distribución Comercial”. Millennio Bogotá,
1995.
69 Namén Vargas William. “Contrato de Agencia Comercial” en “Derecho de la Distribución Comercial”. Millennio
Bogotá, 1995.
70 Vallejo García Felipe. “El Contrato de Agencia Comercial”. Legis. Bogotá, 1999.
71El contrato de concesión en derecho público tiene regulación en el ordinal 4º del artículo 32 de la ley 80 de 1993,
con significado y alcance distintos de los que tiene en derecho privado.
Puede sostenerse que hay tantas definiciones como autores se han ocupado del
tema. No se trata, entonces, de citarlas todas, pero sí las que se juzgan más
significativas.
Por su parte el también autor francés Jean Guyenot sostiene del contrato de
concesión que,
72 Campaud, Claude. “La Concesión Comercial” en Revista Trimestral de Derecho Comercial, 1963.
73 Guyenot, Jean Pierre. “¿Qué es la Franquicia?”. Concesiones Comerciales. EJEA. Buenos Aires, 1977.
riesgos del viaje, cobro y saneamiento de la entrega al cliente suelen pesar sobre él.
Por lo demás, a través de una serie de imposiciones o cargas (en cuanto al precio,
forma de cobro, servicio postventa publicidad de marca etc.), el concedente se asegura
que la distribución se hará en las condiciones que más prestigien sus productos”74
“Por el contrato de concesión mercantil podemos entender aquél, en virtud del cual,
un empresario llamado concedente, se obliga a otorgar a otro llamado concesionario,
la distribución de sus productos o servicios o la utilización de sus marcas y licencias o
sus espacios físicos, a cambio de una retribución que podrá consistir en un precio o
porcentaje fijo, o en una serie de ventajas indirectas que benefician sus rendimientos y
su posición en el mercado”77
Para finalizar este breve recuento de nociones sobre el contrato de concesión cabe
destacar algunas concepciones legales. La ley belga del 27 de julio de 1961 dispuso
en su artículo primero que,
“El concesionario de venta exclusiva es el comerciante que ostenta el derecho a vender
a título exclusivo los artículos o productos de un fabricante concedente, en su propio
nombre y por su propia cuenta”.
77 Arrubla Paucar, Jaime Alberto. “Contratos Mercantiles” Tomo II. Diké, Medellín 1998.
presentarse en muy diversos tipos negociales, sin que sea su presencia la que
permita definir la calificación jurídica que pueda dársele a determinada relación
negocial encaminada a la distribución de bienes.
Es así como, para citar un ejemplo, Joaquín Garrigues sostiene sobre este asunto
que “el concesionario goza normalmente de la exclusiva de la venta de los productos en una
determinada zona; pero este elemento no se considera esencial para la delimitación del contrato, por
un lado porque pueden existir contratos de concesión sin esa exclusiva, y, por otro porque la
cláusula de exclusiva se establece en otros contratos sin que por ello pierdan su naturaleza (así,
venta, suministro, comisión o agencia)”78
“El contrato puede contener la cláusula de exclusiva en favor del concesionario, del
productor o de ambos, para una zona o producto determinado y durante un plazo
específico, pero esto no es un elemento esencial …”79
78 Garrigues, Joaquín. Curso de derecho mercantil. Editorial Temis, Bogotá, T. IV, séptima edición, 1987. Pág 128,
citado por Rengifo García, Ernesto. Derecho de la distribución comercial. Editorial el Navegante, Bogotá, 1995. Pág
93.
79 Op. Cit. Rengifo García, Ernesto. Pág. 95.
Sin perjuicio de lo que más adelante indicará el Tribunal sobre este particular, vale
anticipar desde este punto que aunque la adquisición para posterior reventa es la
forma que usualmente adopta la concesión, no es tal elemento el que, por sí mismo,
da lugar a la configuración de la referida forma negocial, sino el hecho de que la
actuación del concesionario se dé por su propia cuenta y riesgo y no por la del
concedente.
Sin perjuicio de las consideraciones que más adelante tendrán lugar respecto de las
implicaciones que se derivan del hecho de que el concesionario actúe por su propia
cuenta y riesgo, el Tribunal estima oportuno, para comenzar, traer a líneas algunas
autorizadas opiniones sobre la necesidad de la presencia del aludido elemento para
que se configure el contrato de concesión mercantil:
Sobre la actuación del concesionario por su propia cuenta, cabe recordar además,
las ya citadas definiciones de Javier Arce, Carlos Alberto Ghersi, de la ley Belga y
del Código Civil y Comercial Argentino.
80 Bonivento, José Armando. “Contratos Mercantiles de Intermediación” Librería del Profesional. Segunda edición.
Bogotá, 1999.
81 Ob. Cit.
82 Cárdenas, Juan Pablo. “El Contrato de Agencia Mercantil”. Temis Bogotá, 1984.
Según quedó indicado líneas atrás, actuar por cuenta propia supone que todos los
efectos patrimoniales, pérdidas o utilidades de un determinado negocio, afectan
exclusivamente a la persona que ha manifestado su voluntad y no a otra.
En tal sentido, señalar que el concesionario actúa por su propia cuenta y riesgo,
significa que en la gestión de reventa de los productos para los cuales se concedió la
distribución, él asume todos los efectos de los contratos de compraventa que
celebre con terceros, que ha de soportar los riesgos de pérdida de la mercancía, que
se verá exclusivamente afectado por la cartera morosa de sus clientes, que las
utilidades de esas ventas serán de su exclusiva propiedad y, en fin, que los efectos
de sus negocios y contratos con terceros en nada afectarán el patrimonio del
concedente.
Tal como quedó expuesto al analizar el contrato de agencia comercial, una cosa es
actuar por cuenta ajena y otra, distinta, hacerlo en interés ajeno. Según tuvo
oportunidad de dejarlo indicado el Tribunal, la actuación “en interés” de otro hace
referencia al hecho de que un determinado negocio sirva o convenga a los
propósitos u objeto jurídico de un tercero, sin que ello suponga que los efectos del
referido negocio se radiquen o deban radicarse en el patrimonio de dicho tercero,
que es lo que ocurre cuando se actúa por cuenta ajena.
Ahora bien, el que el concesionario actúe, según ha quedado expuesto, por cuenta
propia no obsta para que, según pasa a indicarse, el concedente esté legitimado para
imponerle requisitos al concesionario e, incluso, ejercer cierto poder de vigilancia y
control sobre su actividad.85
condiciones en las que espera que sus productos resulten colocados en el mercado,
sin que ello suponga que la actividad del concesionario esté siendo adelantada por
cuenta del concedente.
Con los alcances y efectos que han quedado expuestos, concluye el Tribunal que,
como caracterización esencial del contrato de concesión, está la actuación por
cuenta propia del concesionario.
Por último, para complementar las ideas sobre lo que para el Tribunal constituye la
esencia del contrato de concesión, hay que hacer referencia a su carácter oneroso,
habida cuenta de que se trata de un contrato que tiene por objeto la utilidad de
ambos contratantes, gravándose cada uno a beneficio del otro (Cfr. Art. 1497 del
Código Civil).
La utilidad que reporta el contrato para cada una de las partes es evidente. El
concedente, en virtud de la ejecución del contrato, obtiene un importante cauce
para la comercialización de sus productos, sin necesidad de una actuación personal
que le incrementaría sus costos. Así verá mantenidos e incluso incrementados sus
mercados.
86 Op. Cit. Cárdenas, Juan Pablo. El Contrato de Agencia Comercial. Pág. 149
b. Características
Como quedó dicho, la concesión no tiene tipificación legal como contrato, pero
con base en la autonomía privada que reconoce y tutela nuestro ordenamiento
jurídico, los particulares pueden llegar a cualquier acuerdo contractual, para la
autorregulación de sus intereses, con tal de no violentar con ello la ley imperativa, el
orden público y las buenas costumbres.
Sin entrar en pormenores que si bien resultarían interesantes, no hacen parte del
asunto aquí debatido, vale la pena indicar que la mejor manera de encontrar la
disciplina del negocio atípico, como lo es el de concesión, consiste en precisar lo
que podríamos llamar una “pirámide” indicativa de los rangos de disposiciones
legales y convencionales aplicables.
87Arrubla Paucar, Jaime Alberto. “Contratos Mercantiles” Tomo II. Diké, Medellín 1998. Tercera edición. Página
290
Con todo, hay que agregar que la aplicación normativa de contratos típicos en
cualquier caso debe hacerse sin menoscabo de la significación propia y novedosa de
la figura atípica, para que no resulte lesionada la autonomía que los contratantes
han buscado con su celebración.
Esta postura se ha acogido en fallos arbitrales, como el que decidió el proceso de Carlos Rincón Duque contra
88
En efecto, el artículo 1604 del Código Civil dispone que en los contratos que tienen
por objeto la utilidad de ambas partes (onerosos), cada una de ellas responde hasta
de la culpa leve en la ejecución del contrato.
Pues bien, como el contrato de concesión no tiene una específica regulación legal,
mal podría afirmarse que exista norma imperativa que imponga una determinada
formalidad o solemnidad, razón por la cual tiene que enmarcarse a la concesión
dentro de los contratos “consensuales” o, como prefiere denominarlos la moderna
doctrina, “de forma libre”.
La característica de ser un contrato que casi siempre se celebra por adhesión, tiene,
como se verá más adelante, importantes consecuencias en materia de interpretación
del contrato y en la eventual configuración de cláusulas abusivas.
En la medida en que uno de los asuntos debatidos entre las partes tiene que ver con
el hecho de que el contrato se haya celebrado por adhesión, el Tribunal volverá con
detenimiento sobre este punto cuando se aborde el estudio particular del citado
aspecto.
Dada la naturaleza misma de los efectos que produce el contrato, en especial por la
naturaleza de las obligaciones y de las prestaciones que constituyen el objeto de
éstas, resulta necesario el transcurso del tiempo para su debida ejecución. En otras
palabras, el contrato de concesión es imposible de ser ejecutado o cumplido de
manera instantánea.
Desde la concepción misma de la agencia puede verse una notable coincidencia con
la idea de concesión. De ahí la imperiosa necesidad de estudiar las dos figuras para
poder concluir si difieren o no.
Desde la referida línea de pensamiento, brota con nitidez que entre concesión y
agencia existen grandes similitudes, aunque una distinción esencial.
Pero se diferencian en que mientras en la agencia, por ser una especie de mandato,89
el agente actúa por cuenta y riesgo del agenciado, el concesionario obra por su
propia cuenta y riesgo, de donde forzoso es concluir, a juicio del Tribunal, que
agencia y la concesión comportan formas negociables distintas.
Bonivento sostiene:
89 La única modalidad de agencia que no podría catalogarse de mandato es aquella en la que el encargo se hace
únicamente para fabricar productos del empresario, ya que la fabricación es un acto material y bien sabido es que el
objeto del mandato, y por ello el de sus especies, lo constituyen negocios jurídicos. Por eso la agencia para la
fabricación, está más asociada a distintos tipos negociales y a lo que algunos denominan “contrato de maquila”.
90 Ob. Cit.
91 Ob. Cit.
postventa; regular los precios finales de los productos, etc. De allí, que la
mayoría de las veces, la concesión y la agencia se presenten al
mismo tiempo y la inutilidad que significa tratar de ocultar la
agencia con una concesión para sustraerse a las prestaciones
propias de la primera y que consagra el artículo 1324 del Código
de Comercio.”92 (se resalta)
A juicio del Tribunal, no es posible que los referidos tipos negociales coexistan,
habida cuenta que no se advierte posible que, respecto de un mismo objeto, se
pueda actuar por cuenta ajena y, a la vez, por cuenta propia.
Ahora bien, en este punto conviene señalar que mucho más que una idea, o una
formulación jurídica, en la práctica será la realidad misma en la concepción y
ejecución del contrato lo que indique frente a qué tipo de contrato se está.
Como ya quedó dicho por el Tribunal, la actuación por cuenta ajena supone:
Por el contrario, actuar por cuenta y riesgo propios se refiere a que los efectos
patrimoniales, así como las pérdidas o utilidades que un determinado negocio
pueda representar afectan exclusivamente el ámbito patrimonial de quien actúa.
En este punto estima pertinente señalar el Tribunal que es muy difundida la idea
según la cual quien vende productos propios, por ese solo hecho, actúa por cuenta
propia.
Con todo, para algún sector de la doctrina y en sentir de algunos fallos arbitrales,
ello no necesariamente es así.
... Por tanto si el distribuidor que compra para revender, adicionalmente se obliga a
ser distribuidor oficial del suministrador, a representarlo ante las autoridades
públicas, a realizar campañas publicitarias y de demostración, a cumplir garantías
de calidad de los productos y, en general, a realizar gestiones que, en principio son las
que habitualmente hace el mismo suministrador como un empresario diligente que
quiere introducirse y mantenerse dentro del mercado, es indudable que
paralelo a la compraventa, se da el contrato de agencia mercantil,
así, todos los productos vendidos por el distribuidor hayan sido
comprados por él al suministrador" (se resalta)
Bonivento Jiménez, opina:
Opiniones como las anteriores y otras del mismo corte que no es del caso entrar a
añadir, ponen en evidencia que no es claro para todos que la sola titularidad del
derecho de propiedad excluya la posibilidad de que se esté configurando la
actuación por cuenta ajena, y, así una agencia mercantil.
Para el Tribunal, el solo hecho de que se venda un bien sobre el cual se tenga
dominio o propiedad, no significa, de suyo, que se esté actuando por cuenta propia.
Vender productos propios, si bien aleja o dificulta la configuración de actuación
por cuenta ajena, no la imposibilita, como sostienen algunos. Piénsese, para no ir
más lejos, en un mandato que se celebra para ser ejecutado sin representación del
mandante, en el que para facilitar la labor del mandatario frente a terceros, el
mandante transfiere formalmente la propiedad de bienes que quiere vender. En tal
caso es indudable que el mandatario ostentará la propiedad para cumplir la finalidad
señalada por el mandante (transferir a terceros), y ello no es óbice para decir, como
siempre hay que sostenerlo, que el mandatario obra por cuenta de su mandante.
Por eso, es riesgoso creer que basta que un distribuidor adquiera, vía compraventas
o suministros, los productos que revende, para que no exista la posibilidad de
estructuración del contrato de agencia.
En el mismo sentido hay que anotar que, así como no es posible descartar la
configuración de una agencia comercial por el mero hecho de que el distribuidor
adquiera la propiedad de los bienes que serán objeto de comercialización, tampoco
es dable circunscribir la concesión a los eventos en los que el distribuidor adquiera
la titularidad de los bienes que pretenden ser colocados en el mercado.
Tribunal, es posible que en ocasiones, ya sea por la naturaleza de los bienes, o por
condiciones particulares del negocio, no resulte conveniente o necesario que ello
ocurra así.
Así las cosas, no basta con que no le sea transferida la propiedad de los bienes al
distribuidor para, con base en esa única consideración, estimar que no puede haber
lugar a la configuración de una concesión mercantil.
Es pues por lo anterior que, para efectos de decidir sobre la disputa que se ha
presentado entre las partes sobre la calificación del negocio jurídico, se hace
imperioso para el Tribunal adentrarse en el estudio y análisis no solo de lo que fue
acordado por las partes en el contrato entre ellas suscrito, sino también en la forma
en la que dicha relación se ejecutó en la realidad.
Para lograr este cometido en el caso bajo examen, inevitable punto de partida
constituye el análisis de lo formalmente previsto por las partes a lo largo de su
historia contractual, en especial lo acordado en el último “contrato” suscrito, dado
que, como quedó ya dicho, ellas celebraron una única relación contractual que se
rigió por diversos textos que, a medida que entraban en vigencia, iban
reemplazando, en su integridad, las condiciones previstas en los anteriores.
Sin que pueda dejarse de lado el hecho de que la ejecución contractual resulta
determinante al momento de establecer la naturaleza de un vínculo negocial, no
puede desconocerse que el análisis debe comenzar por evaluar lo que las mismas
partes dijeron haber celebrado.
El primer elemento orientador que el intérprete debe tener en cuenta para calificar
un contrato sometido a su consideración, es la denominación misma o
identificación que las partes dan a su acuerdo de voluntades. Aunque
hipotéticamente tal denominación o rótulo acordado puede resultar desvirtuado
cuando de la ejecución práctica del negocio o incluso del contenido mismo de los
pasajes contractuales fijados por los contratantes se desprende que no se reúnen los
elementos esenciales del negocio que las partes dijeron o creyeron celebrar, lo
cierto es que mal puede el intérprete hacer caso omiso de tal elemento orientador.
actuación se adelantó por cuenta ajena, (ii) entre las partes no hubo compraventas
y (iii) su gestión fue remunerada por la Convocada.
La Convocada, por su parte, sostiene que la calificación de concesión dada por las
partes al contrato resulta ajustada a su objeto y a su ejecución práctica, habida
consideración que, según su decir, Autonal actuó “en nombre propio, compraba los
bienes, asumía los riesgos de ellos y podía revenderlos a quien quisiera y en el precio que las
condiciones temporales del mercado lo permitieran, pues igualmente se probó que Sofasa sugería
unos precios de venta, pero jamás eran únicos ni constitutivos de camisa de fuerza para el
comprador que los iba a destinar a la reventa (…)”95
Procede, entonces, el Tribunal en este punto a analizar cada uno de los argumentos
y defensas esgrimidas por las partes respecto de la naturaleza contractual del
vínculo entre ellas celebrado para, con base en ello, determinar si la calificación
dada por las partes al vínculo fue o no adecuada.
No es del caso traer a este punto todas las diversas formas en las que quedó
concebido el objeto del contrato a lo largo de la relación; baste con recordar los
términos en los que el mismo fue redactado en el contrato del 1 de abril de 2013, el
cual, por lo demás, coincide en lo esencial con lo señalado en los restantes modelos
contractuales:
“La compra por parte del concesionario, en su propio beneficio y por su cuenta y
riesgo los vehículos ensamblados o importados, así como los repuestos y accesorios
comercializados por Sofasa, para su posterior venta al público dentro del territorio
colombiano en los puntos autorizados para ello dispuestos en el artículo 5.1 este
contrato.
“La prestación de los servicios necesarios para atender los servicios de postventa, la
garantía, el mantenimiento y la reparación de estos productos en los puntos
autorizados para ello dispuestos en el artículo 5.1 este contrato.
“Parágrafo: Las comunicaciones oficiales que Sofasa envíe a la Red Renault, acorde
con las expresas facultades que le corresponden según los términos del contrato,
emitidas por la presidencia y la dirección comercial (incluida la postventa),
realizadas en desarrollo del presente contrato, harán parte integral del mismo; no
obstante, las comunicaciones de que trata este parágrafo no podrán modificar,
desmejorar, alterar en forma alguna los derechos y obligaciones del concesionario, lo
cual sólo podrá realizarse en conformidad con los términos acordados por las partes
en el numeral 13.12.2 de este contrato, salvo que se refieran a la notificación de
terminación del contrato en conformidad con lo acordado por las partes en el texto
del mismo.” (subraya fuera del texto original)
De otra parte, cabe señalar que en la cláusula 13.2 del contrato, -cuyas condiciones
fueron recogidas en los modelos contractuales relativos a vigencias anteriores con
algunas variaciones menores-, se previó que “el concesionario no podrá celebrar ninguna
clase de contratos por cuenta de Sofasa, ni será su representante, agente comercial, intermediario o
mandatario en relación con las actividades incluidas dentro del objeto social de Sofasa, ni con las
que tengan alguna relación con este contrato” .” (subraya fuera del texto original)
Finalmente, vale indicar en este punto que en la cláusula tercera del contrato,
denominada “naturaleza del contrato entre Sofasa S.A. y el concesionario”, se
estableció que “tanto Sofasa S.A. como el concesionario son empresas comerciales
independientes, que en su propio nombre y por su cuenta y riesgo desarrollan el objeto del presente
contrato de concesión, en los términos que a continuación se indica. En consecuencia el presente
contrato no genera vínculo diferente al de CONCESIÓN, es decir, el concesionario no podrá
actuar como agente, mandatario, apoderado o bajo ninguna modalidad de intermediación y Sofasa
S.A. no habilita al concesionario para representarla a ningún título.” (subraya fuera del texto
original)
“1. Las utilidades o beneficios para Sofasa fueron una de las consideraciones del
contrato.
“2. Sofasa recibió los principales efectos positivos derivados de la gestión desarrollada
por Autonal.
“3. Sofasa asumió los riesgos y los efectos negativos derivados del funcionamiento de
los vehículos y repuestos Renault.
“4. Sofasa quedó contractualmente vinculada al desarrollo de los contratos
celebrados.
“5. Sofasa asumió los riesgos de mercado y de fluctuación de precios de sus productos.
“6. Sofasa asumió el riesgo de tasa de cambio.
“7. Sofasa asumió los riesgos de crédito y de cartera del cliente Renault y Autonal
no asumió ningún riesgo de cartera.
“8. Sofasa tuvo a su cargo la operación de la cadena de valor a través de la cual se
promovió y explotó su negocio.
“9. Sofasa asumió patrimonialmente la publicidad de impacto nacional y parte de la
hecha por Autonal para su zona de influencia.
“10. A la terminación del contrato, los clientes gestionados por Autonal
permanecieron con Sofasa”97
Sin perjuicio de las consideraciones detalladas que respecto de cada uno de los
precitados aspectos pasan a desarrollarse, estima el Tribunal oportuno anticipar
desde ya que, a su juicio, ninguna de las alegaciones que en este frente formula la
Convocante conducen a la conclusión de que su actuación se adelantó por cuenta y
riesgo de la Convocada. Veamos:
i) Como punto de partida es preciso indicar que el hecho que dentro de las
consideraciones del contrato se hubiesen tenido en cuenta “las utilidades o
beneficios para Sofasa”, no permite concluir que la actuación de Autonal se
haya llevado a cabo por cuenta de la Convocada.
venta de los vehículos y repuestos y de Autonal de recibir una remuneración por esta
labor de intermediación”.98
Ello, sin embargo, no implica que Autonal actuara por cuenta de aquella,
pues lo cierto es que los efectos patrimoniales de las ventas que la
Convocante celebraba con los consumidores finales no se radicaban, de
Sin perjuicio del análisis que en otro punto de este laudo se señala
respecto de las compraventas celebradas entre Sofasa y Autonal, y su
relación con el discutido tema de la propiedad de los vehículos nuevos,
hay que indicar aquí que los efectos de dichas operaciones en el
patrimonio de cada una las partes son enteramente distintos de los
104 Ibídem.
105 Página 59 de los alegatos de conclusión de la Convocante.
106 Ibídem.
Así, concluye la Convocante que “cada vez que Autonal prestó un servicio de
posventa por atención de garantías, Sofasa la remuneró. Todos los efectos económicos
derivados de la atención de garantías, entonces, repercutieron directa y negativamente en
el patrimonio de Sofasa”107
Si bien es cierto que actuar por cuenta ajena supone que los riesgos de
una determinada gestión se trasladan o deben trasladarse en una persona
diferente de quien ha adelantado la respectiva gestión, es preciso indicar
que, tratándose de los riesgos derivados del mal funcionamiento o del
mal estado de los productos, dicho derrotero debe ser interpretado con
especial precaución.
107 Ibídem.
obligación que la ley le impone de atender las garantías por defectos de sus
productos”108
En este punto es pertinente agregar que aunque es cierto que, en procura
de salvaguardar los intereses del consumidor final, el artículo 10 de la Ley
1480 de 2011 establece que, respecto de este, tanto proveedor como
productor son solidariamente responsables por la garantía, ello no obsta
para que entre quienes son solidariamente obligados se estipule, como
ocurrió en el caso que nos ocupa, que el responsable de los costos
derivados de la garantía será el productor, por ser él quien, según lo
establecido en el artículo 6 de la pluricitada ley, “debe asegurar la idoneidad y
seguridad de los bienes y servicios que ofrezca o ponga en el mercado, así como la
calidad ofrecida.”
Y, más adelante, agrega que “cada vez que Sofasa, asumiendo el riesgo de
mercado, empleó esta estrategia comercial, se activó la figura contractual de
compensación denominada Apoyo.”112, en virtud del cual “Sofasa, por su cuenta, le
restituía Autonal el margen remuneratorio sacrificado”113 como consecuencia de
la reducción del precio al cliente final.
que los valores sugeridos por Sofasa no eran para aquella obligatorios,
hay que anotar que el esquema de apoyos que la referida empresa
implementó encuentra su razón de ser en los esfuerzos promocionales
que bien pueden ser adelantados por un productor con miras a ensanchar
su mercado o como mecanismo para manejar sus propios inventarios,
según se desprende de la declaración rendida por Rubén Humberto
Baquero del Campo, quien fue gerente de Marcali:
“El grupo está expuesto al riesgo de moneda en las ventas, las compras y los
préstamos denominados en una moneda distinta a la moneda funcional,
principalmente el Dólar Americano y el Euro. El grupo realiza operaciones de
cobertura de tasa de cambio únicamente sobre créditos financieros en moneda
extranjera, ocasionalmente tomados a corto plazo. Respecto de otros activos y
pasivos monetarios denominados en monedas extranjeras, la política del grupo
es asegurar que su exposición neta se mantenga en un nivel aceptable
Laudo arbitral del 30 de agosto de 2016, proferido dentro del trámite de Distribuidora Los Coches La Sabana S.A.
117
vii) Otra de las premisas en las que se apoya la Convocante para sostener
la configuración del elemento de actuación por cuenta ajena que viene
siendo objeto de análisis, apunta a que, según su decir, “Sofasa asumió los
riesgos de crédito y cartera”.
Así, concluye la Convocante que “en síntesis, Autonal prácticamente pagaba por
anticipado a Sofasa los vehículos que esta le facturaba y los vendía [a] los clientes de
contado que podían obtener financiación con garantía del vehículo en el sistema
125 Ibídem.
126 Ibídem
127 Cfr. páginas 69 y 70 de los alegatos de conclusión de la Convocante
128 Cfr. numeral ii) del presente capítulo
viii) Manifiesta la Convocante que “Sofasa conformó y operó una cadena de valor
a través de la cual manejó y dirigió la promoción y explotación de su negocio”129
Así pues, los derechos de licencia que la Convocada tenga sobre la marca
Renault, y más aún, los pagos que haya tenido que efectuar por tal
concepto, no permiten concluir que las gestiones de Autonal frente a
terceros hayan sido adelantadas por cuenta de la Convocada.
En suma, los costos en los que incurrió Sofasa son los propios de un
productor o ensamblador que ha adquirido respecto de una marca los
derechos de representación en un determinado territorio, sin que tal
137 Cfr. Cárdenas Mejía, Juan Pablo. Ob. Cit. pág. 149
“Y luego hay una tercer publicidad más local, sí más local que es una
publicidad específica del concesionario, es una publicidad que hace el
concesionario y que paga de su presupuesto ya sea para promocionar la marca
del concesionario o para alguna necesidad muy específica que el concesionario
pueda tener, en algunos casos hay un concesionario que tiene mucho stop (sic)
de una versión y no es el caso a nivel nacional, entonces el concesionario
trabaja para su necesidad específica.
Afirma la Convocante que la “clientela que se creó por la ejecución del contrato
pertenece a la marca Renault y, por consiguiente, es de Sofasa” 144 y puntualiza,
como sustento de lo anterior, que: (i) a la terminación del contrato se le
informó al público que Autonal no continuaría representando la marca
Renault y que los clientes serían atendidos por los restantes integrantes de
la red de concesionarios145, (ii) en desarrollo de la ejecución contractual,
Sofasa verificó que los clientes fueran correctamente atendidos por
Autonal146, (iii) tras la terminación del contrato se le asignó la zona de
influencia en que la que venía operando Autonal a otro miembro de la
red de concesionarios, a quien Sofasa le entregó la base de datos de los
“clientes prospecto que manifestaron estar interesados en comprar vehículo en este
concesionario [se refiere a Autonal], clientes My Renault que compraron un carro
en Autonal y clientes en general que hayan comprado un vehículo en Autonal”147
148 Op. Cit. Cárdenas, Juan Pablo. El Contrato de Agencia Comercial. Pág. 149.
149 Ibídem.
Luego hay una base que, el cliente que acepta formar parte de un
programa de fidelización que se llama MyRenault entra en esa base y
acepta recibir información o promoción de la marca. Entonces,
concretamente cuando lanzamos un nuevo producto por ejemplo le
hacemos llegar una comunicación diciendo que existe un nuevo
producto, si hay una acción específica, una financiación o lo que sea,
bueno, una propuesta comercial.
“DR. ZEA: Aquí nos han contado algunos otros testigos que los
concesionarios reciben información de los compradores de vehículos y
que esa información va a ser incluida en un sistema de base de datos
que puede llegar a Sofasa, ese contact center utiliza esas bases de datos
para contactar a clientes?
las operaciones de ventas celebradas con sus clientes son del Concesionario
desde su despacho por parte de Sofasa S.A.
“Parágrafo. Sofasa S.A. hará sus mejores esfuerzos para dar acceso a
El Concesionario a un Plan Mayor que permita financiar sus compras a
Sofasa S.A. en las mejores condiciones que el mercado pueda ofrecer
conforme la situación El Concesionario.
“(…) Hay dos modalidades de pago de los vehículos, ya sea con plan
mayor con los cupos que uno tenga con el banco o si uno decide pagarlos
de contado uno los paga de contado, son las dos formas que hay para
pagarlos, con los cupos que tenga en el banco o de contado si los quiere
pagar, lo mismo con los repuestos.”156
“DR. LÓPEZ: Podríamos decir que este plan mayor significa que
utiliza un banco como medio de pagarle el Concesionario a Sofasa?
ii) De otra parte, resulta pertinente recordar en este punto lo dicho por Flor
Alba Ruiz Rivera, Directora contable de Autonal, respecto de la forma de
llevar a cabo los registros contables de los vehículos en dicha compañía:
“SRA. RUIZ: Yo tengo entendido que la parte comercial era la que hacía
el pedido de vehículos porque eso no nos compete a la parte contable, (…) y
una vez que ya la fábrica establecía qué le iba a facturar a la compañía,
dependiendo del pedido y dependiendo de las existencias, me imagino, que
tuviese Sofasa se generaban unas facturas, unas facturas a nombre de
Autonal y esas facturas las registraba en la contabilidad como un inventario
contra una cuenta por pagarle a Sofasa.
(…)
“SRA. RUIZ: Sí, estas eran las facturas que Sofasa le generaba a
Autonal y con estos documentos, con estas facturas es que yo afectaba mi
inventario, ya entraban a la contabilidad de Autonal.
“DR. LÓPEZ: Le ruego que sea más precisa, cómo se contabiliza esa
factura, cómo se vierte esa factura en la contabilidad de Autonal, usted dijo
que entraba a su inventario, por favor amplíe ese concepto?
(…)
(…)
“DR. LÓPEZ: En ese momento en que Sofasa entrega los vehículos en los
sitios que usted ha dicho, los riesgos que corren sobre el vehículo en cabeza de
quién corren de Autogalias o de Sofasa?
Los riesgos que, según lo antes expuesto, asumía Autonal respecto de los
vehículos desde el momento de su entrega, en contraposición a la
cesación que en ese mismo momento se producía de los amparos que, a
su turno, había contratado Sofasa, pone en evidencia una vez más la
actuación por cuenta y riesgo propios de Autonal.
En efecto, ningún sentido tendría que Autonal contratara los aludidos
amparos si no es porque era ella la llamada a asumir los riesgos derivados
de cualquier siniestro de los que pudieran ser objeto los vehículos desde
el momento de su entrega por parte de la Convocada.
“DR. LÓPEZ: Una vez entregados, hablemos ahora de los automóviles, una
vez entregados los automóviles facturados por Sofasa a Autonal de quién era la
propiedad de esos vehículos, de lo que usted conoce?
Lo hasta aquí expuesto permite concluir que no solamente no resultan fundadas las
consideraciones en las que la Convocante pretendió acreditar que su gestión se
había adelantado por cuenta de Sofasa sino que, por el contrario, hay evidencia de
que, consistente con la naturaleza de concesión que las partes le dieron al contrato,
su actuación se adelantó por su cuenta y riesgos propios, por lo que, según se
analizará en detalle más adelante, no se presentó la alegada antinomia de la cláusulas
que descartaban la configuración de una agencia.
En efecto, desde la demanda misma, el actor afirmó en el hecho 88 que “en virtud de
El Contrato, la Convocante no compró vehículos nuevos, ni partes ni accesorios Renault, para
posteriormente revenderlos”.
Y en los alegatos de cierre afirmó: “Debo rechazar la forma como se ha querido traer
confusión acerca de que Autonal no compraba los vehículos destinados a la reventa y que no era
propietario de ellos, con la rebuscada explicación referente a que jamás estuvieron matriculados a su
nombre y sobre esa base tratar de desvirtuar la existencia del contrato de compraventa de los
automóviles (…)”167
Así se desprende con claridad del objeto del contrato que quedó indicado en líneas
precedentes y que, para facilidad del lector, se transcribe nuevamente en los apartes
que en este punto interesan:
“Parágrafo. Declaran las partes que las ventas de vehículos entre Sofasa S.A. y El
Concesionario como contratos consensuales, no son ventas comunes de vehículos
automotores a cliente final (consumidor) por lo que la tradición de los vehículos como
bienes muebles no se considera sujeta a lo dispuesto en el parágrafo del artículo 922
del Código de Comercio ni al artículo 47 de la ley 769 2002, las normas que los
complementen, modifiquen o sustituyan” (Subraya fuera del texto original).
Por ahora, y para efectos de decidir si hubo o no compraventas celebradas entre las
partes en desarrollo del contrato que dio origen al presente arbitraje, baste con
recoger las estipulaciones no cuestionadas que dan cuenta de esa intención negocial.
Desde la celebración misma del contrato las partes convinieron en, permítase la
expresión, instrumentar su acuerdo, mediante compraventas de vehículos y de
repuestos para ser ulteriormente revendidas a los clientes finales.
También apunta en ese sentido lo declarado por Rubén Humberto Baquero del
Campo, quien fue gerente de Marcali, otro de los concesionarios de la Red, quien
señaló en su declaración:
“DR. SUÁREZ: Con esa experiencia que nos ha relatado quiere describir usted
al Tribunal brevemente cuál es la función que cumple un concesionario de Sofasa?
Por su parte, Alirio Alarcón Cepeda, gerente de Autostop, tras señalar que su
vinculación con Sofasa, como con otros representantes de marcas de vehículos, es
para la “compra de vehículos Renault” describió de manera detallada cómo se
adelanta el aludido proceso de compra entre las partes.173
“En el caso sub íudice, resultó probado que los vehículos nuevos Renault que Sofasa
le suministró a Autonal, no fueron inscritos a nombre de Autonal ante las
autoridades de tránsito. (…) El incumplimiento de esta solemnidad significa que
entre las partes no se perfeccionó una compraventa (…)”174 (subraya original del
texto)
La tradición opera de diversa manera, según sea la clase del bien objeto del contrato.
Así por ejemplo, (i) la de bienes corporales muebles no sujetos a registro, puede
hacerse bajo cualquiera de las modalidades que establece el artículo 754 del Código
Civil, sin perjuicio de las especiales formas de entrega reguladas en el artículo 923
del Código de Comercio, para el caso de compraventas regidas por ese estatuto; (ii)
la de derechos personales, con la entrega del título por el cedente al cesionario (art.
761 C.C.); (iii) la de bienes raíces, con la inscripción del título (escritura pública) en
el registro de instrumentos públicos (art. 756 C.C.), (iv) la de bienes raíces con
ocasión de la celebración de una compraventa mercantil, con la inscripción del título
en la correspondiente Oficina de Registro de Instrumentos Públicos, además de la
entrega material de la cosa (art. 922 C. de Co).
La tradición o transmisión de la propiedad de vehículos automotores, que es lo que
interesa en este conflicto, tiene régimen especial que exige, de manera análoga a la
tradición de inmuebles vendidos en compraventas regidas por el Código de
Comercio, además de la entrega material, la inscripción del título (contrato) en el
organismo de tránsito correspondiente, según lo dispone, para las compraventas
mercantiles, el parágrafo del artículo 922 del Código de Comercio y, en general, el
artículo 47 de la ley 796 de 2002. El Tribunal volverá sobre esta forma de tradición
más adelante.
Es más, dada la distinción entre título y modo que consagran las normas legales en
Colombia (art. 754 C.C.), tanto la ley civil como la mercantil permiten la venta de
cosa ajena (arts. 1871 C.C. y 907 C. de Co.). Tan no se requiere de la tradición para
perfeccionar el contrato, que explícitamente el legislador admite la figura. Si la
tradición fuese elemento esencial para perfeccionar el contrato, imposible sería la
validez de la venta de cosa ajena. Otra cosa será que el vendedor de cosa ajena, que
no adquiere después el dominio de ella (arts. 1875 C.C. y 908 C. Co), o que no
estipula de alguna manera que se liberará con la sola entrega material, procurando
con ello la posesión en el comprador, incumpla con su obligación de transferir la
propiedad de la cosa vendida.
Para el Tribunal está demostrado que en desarrollo del contrato que dio origen al
presente litigio y de cuya calificación se está ocupando, Sofasa en calidad de
vendedora y Autonal como compradora celebraron múltiples y continuados
contratos de compraventa de vehículos y de repuestos que posteriormente serían
vendidos por la Convocante a los clientes finales.
adquirió, ni tenía que adquirir, la propiedad de los vehículos que vendió a los
clientes finales.
Por su importancia conviene recordar las expresiones empleadas por las partes:
Desde el objeto mismo del contrato se previó que “El presente contrato tiene por objeto: -
La compra por parte del concesionario, en su propio beneficio y por su cuenta y riesgo los vehículos
ensamblados o importados, así como los repuestos y accesorios comercializados por Sofasa, para su
posterior venta al público”. Y a renglón seguido se dispuso: “Los términos y condiciones de
las compras que se realicen en desarrollo de este contrato serán pactadas a través de contratos de
compraventa autónomos e independientes del presente contrato de concesión y se materializarán en
facturas, al tenor de lo dispuesto por el Código de Comercio”. (Subraya fuera del texto
original).
Y en la cláusula 9.2 es estipuló: “La adquisición de los vehículos que el concesionario solicite
en conformidad con el objetivo anual acordado y solicitado a través de SEDRE, se realizará
mediante contratos de compraventa autónomos e independientes del presente contrato de concesión.
Estos contratos se materializarán en una factura igualmente independiente de este contrato”. (…)
Para el Tribunal resulta evidente, con base en las pruebas que obran en el
expediente, la conexidad o coligación entre el negocio básico y las compraventas
mediante las cuales se pondría en funcionamiento el sistema de distribución
acordado.
Por la importancia que el asunto reviste para la decisión que debe adoptar el
Tribunal, conviene a estas alturas del análisis, una breve mención a la coligación
contractual.
“En sentido amplio, coligación significa coordinación entre varios negocios jurídicos
distintos para la ordenación de intereses que las partes pretenden atender y
175 Esta realidad ha empezado a ser regulada por distintas legislaciones. Así por ejemplo, el artículo 1073 del Código
Civil y Comercial de la República Argentina dispone: “Hay conexidad cuando dos o más contratos autónomos se hallan
vinculados entre sí por una finalidad económica común previamente establecida, de modo que uno de ellos ha sido determinante del otro
para el logro del resultado perseguido. Esta finalidad puede ser establecida por la ley, expresamente pactada, o derivada de la
interpretación, conforme con lo que se dispone en el artículo 1074”. A su turno el artículo 1074 establece que El 1074 establece:
“Los contratos conexos deben ser interpretados los unos por medio de los otros, atribuyéndoles el sentido apropiado que surge del grupo de
contratos, su función económica y el resultado perseguido”.
“…se quiere indicar el caso en que se estipulan entre las mismas partes dos contratos en
relación de dependencia mutua (interdependencia), en el sentido de que la ejecución (o la
validez) del uno queda subordinada a la ejecución (o a la validez) del otro…”177
Esta última puede ser, básicamente, unilateral o bilateral según lo sea influjo, así:
176 SUESCUN MELO, JORGE, La Coligación de los Contratos y sus Efectos, en Derecho Privado. Estudios de Derecho Civil y
Comercial Contemporáneo, tomo II, Segunda edición, Legis, Bogotá 2003. Pág 145.
177 MESSINEO, FRANCESCO, Doctrina general del Contrato, tomo I, EJEA, Buenos Aires, 1952, pág 402.
178 MESSINEO. Ob. Cit. Pág 403.
179 STIGLITZ, Rubén S. Contratos Civiles y Comerciales. Parte General. Abeledo – Perrot. Buenos Aires, 1998. Pág.
114.
Así pues, lo relativo a la tradición de los vehículos como efecto de las compraventas
celebradas entre las partes, asunto ampliamente debatido en este proceso, debe ser
analizado y entendido a la luz del propósito y objeto del referido contrato que
constituyó la base o marco del esquema negocial de distribución.
cabeza de Autonal para ser transferida luego a los clientes finales, sino, directamente
a ellos mediante el trámite administrativo de “matrícula”.
“DR. LÓPEZ: Por qué razón no se matricula a nombre de Autostop que fue
quien los compró?
“DR. LÓPEZ: Teniendo en cuenta ese conocimiento que nos ha mencionado tiene
no sólo con relación del caso de Sofasa sino de otras empresas fabricantes, sabe si eso
que nos ha dicho en materia de matrícula de los vehículos nuevos es una práctica
comercial general en el país?
“SR. ALARCÓN: Es igual para todas las marcas y todos los concesionarios
aplican las mismas políticas.
“SR. DÍAZ: Había una empresa con la cual el cliente compraba la matrícula del
vehículo que en un momento dado se hacía inicialmente a nombre de él, el vehículo
estaba sin matrícula, el vehículo se matriculaba a nombre del cliente a través de una
empresa que el cliente firmaba y autorizaba que hiciera los trámites de matrícula.
“DR. LÓPEZ: ¿Por qué razón no obstante que usted nos ha dicho que los
vehículos eran de Autonal, no estaban matriculados a nombre de Autonal?
se matriculaban a nombre del cliente, porque Autonal no compraba los carros para
él, para matricularlos y usarlos, Autonal los compraba para venderlos al cliente final
a nombre de quien se le matriculaba los carros, eso es lo que hacen todos los
concesionarios, todos los de todas las marcas, difícilmente hoy por qué, porque si
usted matricula un carro a nombre de una persona, cuando lo venda, la tarjeta de
propiedad ya le va a salir traspaso y automáticamente se conceptúa que ese vehículo
ya es usado y nosotros vendíamos vehículos nuevos.
“DR. LÓPEZ: Usted nos ha dicho o en la primera pregunta que hizo el señor
Presidente del Tribunal, que es empleado también de otra empresa de venta de
automóviles que se llama Colwagen, ¿allí es similar el trámite?
“DR. SUÁREZ: Para hacer esa matricula por primera vez usted dijo que se
necesitaba la factura de Autonal.
En este punto es pertinente anotar que Sonia Rodríguez Ardila, gerente del
concesionario denominado Autogalias y Susana Vélez Cadavid, gerente de desarrollo
de Red de Sofasa, fueron coincidentes al señalar que, una vez el vehículo es
facturado por parte del concesionario al cliente final, se procede a matricularlo en
nombre de este último, para lo cual se requiere, entre otra documentación, la factura
que el concesionario le expide a su comprador.
“DR. SUÁREZ: De acuerdo, eso está claro, pero la duda sigue, porque en el
momento de la matricula se pide un certificado de empadronamiento, que acredita
todo ese proceso descrito en la Resolución 03192, el debate, y yo como
Concesionario presento una factura, en esa factura no estoy acreditando la
propiedad del vehículo, estoy presentando la factura que le hago yo a ese señor, pero
cómo se establece la relación entre el titular de ese certificado de empadronamiento y
el que hace la factura, en este caso el Concesionario?
De las declaraciones antes citadas se desprende que los vehículos que Autonal
comercializada no eran matriculados en su nombre, sino que, como quedó
expuesto por los testigos, dicho trámite se adelantada en favor del consumidor
final.
Tal hecho se encuentra, además, confirmado por la experticia rendida por Jega
Accounting House Ltda., entidad que señaló que “con excepción de los vehículos nuevos en
demostración destinados para la conducción de prueba para el cliente final, AUTONAL S.A.
no matriculó ningún vehículo nuevo a su nombre”185 Y más adelante se anotó en la referida
experticia “… los vehículos nuevos Renault que la Convocante comercializaba en sus salas de
ventas, se matriculaban (registro inicial) a nombre del cliente final”186
Ahora bien, que Autonal no se hiciera propietaria formal de los vehículos no quita
que fuera real compradora de los mismos frente a Sofasa y real vendedora frente a
los clientes finales. Está probado en el expediente que esas dos calidades las tuvo
Autonal. Otra cosa es que, por virtud de la operación integral convenida por las
partes, resultara innecesario, además de inconveniente, una doble transferencia del
derecho de dominio. Eso, como lo declararon los testigos, habría significado, y no
184 Ibídem.
185 Página 69 del dictamen pericial inicialmente rendido.
186 Página 70 del dictamen pericial.
era esa la idea, que los clientes finales adquirieran vehículos que jurídicamente no
pudieran ser tenidos como nuevos.
Sobre este mecanismo e intención, son elocuentes las manifestaciones de las partes
en el parágrafo de la cláusula 9.2 del contrato objeto de este debate, según la cuales
“Declaran las partes que las ventas de vehículos entre Sofasa S.A. y El Concesionario como
contratos consensuales, no son ventas comunes de vehículos automotores a cliente final (consumidor)
…”
Y no podían ser ventas comunes a cliente final, porque la intención, plasmada con
claridad en la cláusula 4.2 (objeto), siempre fue que Autonal comprara “para su
posterior venta al público”.
Corrobora el que las ventas hechas por Sofasa a Autonal no fueran ventas a cliente
final, la demostrada circunstancia de que en las facturas correspondientes a dichas
ventas, no se incluyera el impuesto al consumo, a diferencia de las ventas de Autonal
a sus compradores (clientes finales).
fijos para el vendedor, salvo de que se trate de los automotores y demás activos fijos que se vendan a
nombre y por cuenta de terceros y para los aerodinos.” Para el Tribunal es evidente que si la
ley hace la aludida distinción es porque pueden existir ventas en las que los
compradores no sean clientes o consumidores finales. Pues bien, a juicio del
Tribunal, ello aconteció en el caso bajo examen.
Ahora bien, las normas legales contenidas en la ley 769 de 2002, diferencian con
nitidez la matrícula de un vehículo nuevo, de la tradición de un vehículo ya
matriculado. En efecto, de conformidad con el artículo 2 (definiciones) la matrícula
es el “procedimiento destinado a registro inicial de un vehículo automotor ante un organismo de
tránsito. En ella se consignan las características tanto internas como externas del vehículo, así como
los datos e identificación del propietario” (subraya fuera del texto original).
En síntesis: con base en la estructura contractual acordada por las partes se tiene que
(i) Autonal compraba vehículos a Sofasa, no como cliente final sino “para su
posterior venta al público”; (ii) Autonal recibía materialmente de manos de Sofasa
los vehículos que le compraba; (iii) Autonal vendía y entregaba vehículos nuevos a
los clientes finales y, por tanto, (iv) el procedimiento de matrícula, como lo
explicaron los testigos, se adelantaba de manera tal que en el registro inicial de los
vehículos apareciera el cliente final.
Para el Tribunal es claro entonces que queda plenamente explicada la razón por la
cual Autonal no adquiría la propiedad de los vehículos para ser luego transmitida a
los clientes finales. Ello habría significado, frente a ellos, que no se les pudiera
vender, jurídicamente hablando, vehículos nuevos, además de un innecesario
Pero este esquema, no significa ni por asomo, que Autonal, no haya sido
compradora de los vehículos frente a Sofasa. Claro que lo fue, como también fue
vendedora por su cuenta frente a los clientes finales.
Y no se diga que la operación jurídica, así concebida, signifique que Autonal hubiera
procedido por cuenta y mucho menos en nombre de Sofasa en los efectos de los
contratos de compraventa celebrados entre aquella y los clientes finales. Autonal no
hizo tradición de los vehículos nuevos por cuenta de SOFASA a los compradores
finales de los vehículos, simplemente porque, según el esquema contractual
acordado y en cumplimiento de las normas legales sobre matrícula de vehículos
automotores nuevos, ello era innecesario. Realmente nunca hubo, stricto sensu,
tradición de vehículos nuevos ni entre Sofasa y Autonal, ni entre Autonal y los
clientes finales.
Pero esto no afecta que Autonal comprara por su cuenta para posterior venta a
terceros y que, también por su cuenta vendiera como en efecto vendió a los clientes
finales en desarrollo de su labor como concesionario. El dominio se radicó en
cabeza de los aludidos clientes finales, no como consecuencia de la tradición de un
vehículo ya matriculado, sino mediante el trámite legal de la matrícula (art. 2, ley 769
de 2002).
Ahora bien, de cara a la eficacia del inciso tercero y del parágrafo de la cláusula 9.2,
cuya validez impugna la Convocante, el Tribunal considera que efectivamente dicho
inciso y parágrafo, en cuanto pretendieron sin real necesidad regular la forma como
se daría la tradición de los vehículos automotores, contrarían las disposiciones
imperativas contenidas en los artículos 922 del Código de Comercio y 47 de la ley
Por tanto el Tribunal declarará la nulidad absoluta del inciso tercero de la cláusula
9.2 que dispone “El dominio/propiedad y derecho de disposición sobre los vehículos pasará a
EL CONCESIONARIO una vez sea emitida por parte de SOFASA S.A. la respectiva
factura con la que se materializa el contrato de compraventa”, y la expresión “por lo que la
tradición de los vehículos como bienes muebles no se considera sujeta a lo dispuesto en el parágrafo
del artículo922 del Código de Comercio ni al artículo 47 de la ley 769 de 2002, las normas que
los complementen, modifique (sic) o sustituyan”, contenida en el parágrafo de la cláusula 9.2,
del contrato objeto de este proceso.
Para concluir, es preciso indicar que lo hasta aquí expuesto no se contradice con lo
que quedó señalado en líneas anteriores en el sentido de que el mandatario, sea que
actúe como agente o no, pueda en casos excepcionales detentar la propiedad de los
bienes relacionados con su encargo, siempre que se logre demostrar que su
actuación se adelanta por cuenta y riesgo del mandante. Insiste el Tribunal en que la
mera titularidad del dominio en cabeza de un intermediario, si bien aleja
considerablemente la posibilidad de configuración de un mandato, no basta, por sí
misma, para arribar a la conclusión. Será necesario siempre, para afirmar esto, que se
acredite, sin asomo de duda, que tal intermediario actuó por cuenta ajena.
Autonal fue remunerada por Sofasa por su gestión, lo que, a su juicio, resulta
incompatible con la calificación que las partes le dieron al contrato.
Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que en el caso que nos ocupa Autonal derivaba
la utilidad que para ella representaba el contrato con Sofasa de distintos conceptos,
y solo fue remunerada mediante pagos hechos por Sofasa en lo concerniente al
188 El Código Civil y Comercial de la República Argentina, dispone en su artículo 1502 que: “Hay contrato de concesión
cuando el concesionario, que actúa en nombre y por cuenta propia frente a terceros, se obliga mediante una retribución a disponer de su
organización empresaria para comercializar mercaderías provistas por el concedente, prestar los servicios y proveer los repuestos y accesorios
según haya sido convenido” . Y, por su parte, Jaime Alberto Arrubla Paucar, al definir el contrato de concesión, afirma:
“Por el contrato de concesión mercantil podemos entender aquél, en virtud del cual, un empresario llamado concedente, se obliga a otorgar a
otro llamado concesionario, la distribución de sus productos o servicios o la utilización de sus marcas y licencias o sus espacios físicos, a
cambio de una retribución que podrá consistir en un precio o porcentaje fijo, o en una serie de ventajas indirectas que benefician sus
rendimientos y su posición en el mercado”
Sin desconocer los términos de los precitados documentos, es preciso indicar que
son muchas las pruebas que ponen de relieve que el margen que recibía la
Convocante por su gestión en la venta de vehículos y repuestos obedecía, no a unas
condiciones de remuneración rígidamente determinadas por Sofasa, sino a las
variables que la propia Convocante definía, en ocasiones de manera individual y en
otras de forma acordada con la Convocada.
“(…) nosotros decimos este es el precio el que le vendo, este es el precio sugerido de
venta al cliente final de este repuesto, unas pastillas de frenos, y el concesionario toma
la decisión si la vende a ese precio, la vende más barata o la vende más cara en el
taller que está definido y eso constituye toda la remuneración, la gran masa de
remuneraciones, el margen de los vehículos, el margen de los repuestos, el premio por
cumplir unos objetivos o unas bonificaciones que es un premio y el premio por
cumplir lo mismo en el área de postventa, pero la remuneración de los concesionarios
es una labor que es responsabilidad de ellos.”194 (subraya fuera del texto)
“O sea toda la red de concesionarios compra al mismo precio, cualquiera que sea el
concesionario compra el mismo vehículo al mismo precio y lo vende a un precio que
Renault sugiere que es el precio que Renault considera que es el precio competitivo del
producto, precio sugerido, después cada concesionario vende a un precio que nunca sé
exactamente ese precio y que depende de la negociación que cada concesionario hace
con cada cliente final, pero el precio sugerido promedio es ese y bueno, claramente ese
es el precio bruto, es decir sobre eso la red de concesionarios tiene toda la estructura de
costos asociados.
“SR. MARTÍN: No, para nada, para nada y eso es así en todo el mundo Renault
y en todo el mundo automotor, en todos los países hay un precio sugerido salvo a
excepciones, prácticamente en todos los países del mundo hay precios sugeridos y la
red vende al precio que, ni siquiera un concesionario vende el mismo modelo al mismo
precio a todos clientes porque ahí ya entra la negociación propia del concesionario a
cada cliente específico por eso se llama sugerido.”196
Por su parte, Sonia Rodríguez Ardila, gerente general de Autogalias, otro de los
concesionarios Renault, señaló:
“SRA. RODRÍGUEZ: Sí, o sea está una lista de precio sugerido a raíz de un
estudio de mercadeo que hace la marca y dice, los vehículos están posicionados en
este valor, entonces un vehículo cuesta x monto, ese sería el precio sugerido de
acuerdo al análisis que hacen de competencia y de mercado, pero un concesionario lo
puede venden en ese precio, pero con este tema de mercado muchos podrían decir, yo,
o lo doy por encima si estoy solo en una ciudad donde no tengo competencia o
termino dándole matrícula, película y eso ya tendría un valor diferente al precio
sugerido.
Consistente con lo señalado por los precitados testigos, John Jairo Cabezas
Delgado, ex empleado de Sofasa, indicó:
“En algunos casos suben y en otros casos bajan, yo tenía concesionarios que
vendían más caro, y yo: usted vende más caro, sí, yo vendo más caro, sí, soy más
rentable, punto. Es un tema que es un precio sugerido y se pueden mover los
concesionarios dependiendo, eso es todo dependiendo de su política comercial,
dependiendo qué quiera tener.”198
“SR. ALARCÓN: Claro, eso lo da el mercado muchas veces los carros que se le
van quedando a uno que no se mueven toca hacer acciones y venderlos más
económicos, por lo general es un poco más económicos de lo sugerido, más altos se sale
uno del mercado, pero se puede hacer o hay un alza de precio y esos carros los había
comprado más baratos los puede vender al precio sugerido que esté al final.”199
Sin que pueda desconocerse que en desarrollo del proceso algunos declarantes,
como Hernando López y Rubén Humberto Baquero, señalaron que el precio
sugerido resultaba obligatorio para los denominados concesionarios, el Tribunal
encuentra que existe claro material probatorio que apunta en sentido contrario.
En efecto, el hecho de que, como quedó visto, varios de los empleados encargados
del manejo del área comercial de la Convocada señalaran que los concesionarios
podían apartarse del denominado precio sugerido y que tal aseveración resultara
confirmada por los representantes legales de diversos concesionarios de la red
Renault que fueron citados a declarar, ofrece al Tribunal razones suficientes para
estimar que, en consonancia con lo que se previó en el contrato, Autonal gozaba de
margen de maniobra para fijar las variables críticas de su negocio, dentro de las que
se encuentra la determinación de los precios de venta al público.
Así, hay que concluir que en la práctica el precio sugerido se limitó a ser, como su
nombre lo indica, una sugerencia de la Convocada a Autonal, quien estaba en
libertad de fijar las condiciones de venta al público, de donde se sigue que era ella
quien podía establecer las condiciones de su retribución por la comercialización de
los productos. En realidad, estima el Tribunal que no existe prueba inequívoca en
sentido contrario.
De otra parte resulta pertinente señalar que las metas de ventas que, como se ha
dicho, eran las que determinaban si el concesionario podía o no acceder al bono
volumen, no eran fijadas de manera unilateral por Sofasa. Dichas metas, según se
establece en el contrato y según lo que en la práctica ocurrió, eran definidas de
forma conjunta entre las partes, según pasa verse.
En lo que hace a las cantidades que debían ser adquiridas por Autonal a Sofasa, el
contrato, en condiciones similares a las que se habían previsto en modelos
contractuales anteriores, dispuso:
“De igual manera Sofasa S.A. dará a conocer los Métodos Comerciales y la Política
Comercial anual aplicables.
“La Política Comercial y los objetivos anuales basados en dicha política, serán
propuestos por Sofasa S.A. y si no fueren objetados por el concesionario dentro de los
quince (15) días calendario siguientes a la fecha de la comunicación respectiva, se
entenderá que han sido aceptados y harán parte integrante del presente contrato.
“… uno hace el pedido de los vehículos que uno cree va a vender en el mes y la
fábrica de acuerdo a la cantidad o importación que tenga y la capacidad de
fabricación le devuelve una carta en donde le dice o una confirmación en donde dice le
vamos a vender tales carros, estos se los fabrico en tales días, en tal semana y se los
facturaré en tal semana, el mes siguiente ya sabe qué días le va a llegar cada carro,
cada vehículo.”200
“No, siempre son los pedidos siempre han sido, siempre nosotros los hacemos, por
lo general el Concesionario es el que hace los pedidos de lo que uno cree va a vender,
hay un mercado que es lo que siempre se lleva con la fábrica que es el mercado que
existe de la posibilidad de ventas, así mismo la fábrica hace sus carros.”201
Finalmente, ante la pregunta de qué sucede en caso que las partes no lleguen a un
acuerdo respecto de la cantidad de productos que deben ser adquiridos, señaló el
testigo:
“No nada, uno tiene libertad de comprar los carros que quiera, la fábrica le
propone, es decir si vendemos 400 mensuales serían casi 5.500 al año, la fábrica le
puede decir para usted este año cuál es su proyección, quiero crecer a 5.500 pero eso
puede ir cambiando por el camino.
“Lo que pasó en este año, se hizo una proyección de 260 mil vehículos o 280 mil, y
el mercado no lo ha dado, que ha tocado hacer ir bajando la proyección
mensualmente a la forma como va el mercado, los acuerdo no se hacen para todo el
año ni son rígidos, siempre hay posibilidad de cambiarlos durante el tiempo de
ejecución de todas las proyecciones que se hagan.”202
“Sí, yo soy libre de decidir qué número de vehículos voy a comprar, sin embargo la
marca mensualmente me pone a mí como un objetivo de comprar, es decir subjetivo
[sic, entiéndase su objetivo] de comprar pero puede ser que sí o puede ser que
no, no es algo que yo mire el número y tenemos hoy que comprar, no, es dependiendo
mi nivel de stock.”
Por su parte, Juan Carlos Buitrago Guerrero, quien fue vicepresidente comercial de
Sofasa, señaló:
“Se parte de un cálculo donde se dice: el marcado total de vehículos, con varias
fuentes, proyecciones de la industria, digamos de las otras marcas, la proyección
propia de uno, fuente bancos, se establece un mercado total, dentro del mercado total
establezco cuál es mi participación de mercado objetivo, de cada 100 vehículos que se
venden en Colombia yo establezco que el 16% tiene que ser de mi marca, después se
toma ese objetivo y se ve por ciudades principales donde hay varios concesionarios y de
acuerdo al potencial que tiene en su zona de influencia el concesionario se le da un
objetivo que debe cumplir, se le anuncia, se negocia, se le da un plazo para estar o no
de acuerdo, y se hace ese objetivo.”206
Más adelante, al preguntársele por el proceso para acordar las cantidades que
debían ser adquiridas por Autonal, el testigo indicó:
De otra parte, al ser cuestionado sobre los efectos derivados de que las partes no
llegaran a un acuerdo sobre las cantidades que Autonal adquiriría de Sofasa, el
testigo anotó:
Finalmente, al ser sometida a consideración del testigo la cláusula 4.2.1.3 que viene
siendo objeto de análisis por el Tribunal, este indicó lo siguiente:
“DR. ZEA: Usted nos ha dicho que nunca pasó un caso donde un distribuidor,
un concesionario se negara a aplicar cláusulas y le diera la aplicación a esa cláusula?
Sin desconocer que Daniel Díaz Hurtado, quien fue director comercial durante más
de 4 años de Autonal 210 , declaró en sentido distinto de lo indicado por los
precitados testigos, el que varios de los empleados relacionados con el área
comercial de la Convocada hubieran señalado que las metas eran acordadas por las
partes y que dos de los concesionarios que operan con la Red Renault hubieran
coincidido en manifestar que la Convocada no imponía a su red de distribuidores
las cantidades de compras, le ofrece al Tribunal serios motivos para estimar que en
la práctica se dio aplicación a lo previsto en la cláusula 4.2.1.3 en lo concerniente a
la forma de definir las metas de compras.
De las anteriores declaraciones forzoso resulta concluir, de una parte, que las metas
eran fijadas de manera concertada entre las partes y, de otra, que aunque Sofasa
señaló precios sugeridos al público los mismos no ataban a Autonal, quien era libre,
por ende de determinar las condiciones de enajenación de los productos y, por
contera, la retribución que recibiría por su gestión.
Así las cosas, hay que decir que aun cuando en la comunicación 0155/09-DVR del
24 de febrero de 2009 y en la política comercial del año 2010 Sofasa se refirió al
“sistema de remuneración” de los concesionarios, lo cierto es que la utilidad que
Autonal recibió por la comercialización de los vehículos y repuestos obedeció, de
una parte, al margen que obtuvo por su reventa según los precios que ella misma
estuvo en libertad de definir y, de otra, al bono volumen, que se calculó sobre las
metas de ventas que fueron acordadas entre esta y Sofasa y que, en la práctica,
suponía un descuento condicionado.
En similar sentido hay que referirse a la retribución que recibió Autonal por
concepto de la asistencia técnica prestada a los consumidores.
Y, en lo que atañe a los pagos que eran directamente efectuados por los clientes
finales, sólo hay que indicar que los mismos no pueden ser tenidos como una
remuneración efectuada por parte de Sofasa, en la medida en que no era ella quien
incurría en la aludida erogación.
Para concluir lo que a este particular respecta, vale indicar que en la experticia
rendida por Jega Accounting House Ltda. no se especifica la fuente de los ingresos
que, según el perito, fueron recibidos por la Convocante por concepto de
“prestación de servicios de posventa por asistencia técnica”213.
El único servicio por el que Autonal resultó realmente remunerada por parte de
Sofasa fue el relativo a la atención de garantías.
Con apoyo en las consideraciones que han quedado expuestas, es preciso concluir
que el esquema con base en el cual resultó retribuida la gestión de Autonal de
forma ninguna repele o contradice la calificación de concesión que las partes dieron
al contrato por ellas celebrado.
Así las cosas, hay que concluir que el esquema de la retribución que la Convocante
recibió en desarrollo del contrato, viene a confirmar lo que ya ha quedado
establecido por el Tribunal, en el sentido de que su actuación se adelantó por
cuenta y riesgo propios.
214Ya quedó dicho que la doctrina reconoce la posibilidad de que el concesionario obtenga remuneración del
concedente. Cfr. Arrubla Paucar, Jaime Alberto. Ob. Cit. “Contratos Mercantiles” Página 290. Así pues,
conceptualmente hablando, en la concesión es posible una remuneración al concesionario. Así lo regula legislación
foránea.
d. Inexistencia de mandato
En este punto resulta pertinente referirse a otro aspecto que ha sido ampliamente
debatido en el proceso, consistente en si las compraventas entre Autonal y los
clientes finales fueron o no celebradas en desarrollo de un mandato conferido a
esta por Sofasa.
Producidas las aclaraciones el dictamen fue controvertido por Sofasa, quien adujo
que el perito omitió y fue evasivo respecto de las aclaraciones pedidas en relación
con la pregunta No. 9. Como soporte de su desacuerdo, la Convocada presentó un
informe pericial de Deloitte Asesores y Consultores Ltda.
Para el Tribunal la objeción por omisión planteada por Sofasa buscaba poner de
presente que de haber el perito aclarado y complementado el dictamen, tendría que
descartarse la celebración de un mandato entre las partes.
Al respecto se observa, con base en la ya referida respuesta dada por el perito Jega
Accounting House al contestar las solicitudes de aclaración y complementación,
que en su dictamen no sostuvo que Autonal haya actuado como mandataria de
Sofasa ante los clientes finales. Las menciones hechas por el perito en relación con
• Autonal calcula la autorretención del CREE sobre el valor de la venta del vehículo
y no sobre una comisión derivada del contrato de mandato (21.824.680 x 0,40 =
87.299).
• Autonal no se (sic) registra movimientos en la cuenta 28 (ingresos recibidos para
terceros) a través de la cual se reflejaría el valor que tendría que transferir el
mandatario a su mandante por la gestión de la labor encomendada (venta).”224
Esta conclusión brota con facilidad del material probatorio que obra en el
expediente; el contenido del dictamen de Deloitte Asesores y Consultores Ltda. no
hace sino confirmar lo que, de cualquier manera, habría sido la conclusión del
Tribunal.
Además, la norma tributaria según la cual en el caso del mandato, las facturas deben
ser expedidas por el mandatario suponen, para su aplicabilidad, que esté acreditada
la celebración de ese tipo negocial, lo que, como se ha dicho insistentemente, no ha
ocurrido en este debate.
“Es una regla de derecho, derivada del principio general de la buena fe, que
sanciona como inadmisible toda pretensión lícita, pero objetivamente contradictoria
respecto de un comportamiento anterior efectuado por el mismo sujeto” 226 que “Se
funda en la confianza que se despierta en otro sujeto de buena fe a raíz de una
primera conducta realizada. Ésta buena fe quedaría vulnerada si fuese admisible
aceptar y dar curso a la posterior pretensión contradictoria”. 227
“La base de la doctrina está en el hecho de que se ha observado una conducta que
justifica la conclusión o la creencia de que no se hará valer un derecho, o que tal
derecho no existe.”229
226 Borda, Alejandro. La teoría de los Actos Propios y el Silencio como Expresión de Voluntad en Instituciones de
Derecho Privado. Contratación Contemporánea. Palestra, Lima y Temis. Bogotá, 2000. Páginas 70 a 72
227 Borda, Alejandro. Ob. Cit. Páginas 70 a 72.
228 Enneccerus, Ludwing y Hans Carl Nipperdey. Derecho Civil. Parte General. Tomo I. Volumen II. Editorial
101.
“Un tema jurídico que tiene como sustento el principio de la buena fe es el del
respeto al acto propio, en virtud del cual, las actuaciones de los particulares y de las
autoridades públicas deberán ceñirse a los postulados de la buena fe. Principio
constitucional, que sanciona como inadmisible toda pretensión lícita, pero
objetivamente contradictoria, con respecto al propio comportamiento efectuado por el
sujeto. Se trata de una limitación del ejercicio de derechos que, en otras
circunstancias podrían ser ejercidos lícitamente; en cambio, en las circunstancias
concretas del caso, dichos derechos no pueden ejercerse por ser contradictorios respecto
de una anterior conducta, esto es lo que el ordenamiento jurídico no puede tolerar,
porque el ejercicio contradictorio del derecho se traduce en una extralimitación del
propio derecho”232.
“El principio de respeto del acto propio opera cuando un sujeto de derecho ha
emitido un acto que ha generado una situación particular, concreta y definida a
favor de otro. Tal principio le impide a ese sujeto de derecho modificar
unilateralmente su decisión, pues la confianza del administrado no se genera por la
convicción de la apariencia de legalidad de una actuación, sino por la seguridad de
haber obtenido una posición jurídica definida a través de un acto que creó
situaciones particulares y concretas a su favor.
“De ello se desprende que el respeto del acto propio comprende una limitación del
ejercicio de los derechos consistente en la fidelidad de los individuos a las decisiones
230 Cfr. Jaramillo Jaramillo, Carlos Ignacio. Op. Cit. Págs. 325 y siguientes
231 En igual sentido pueden consultarse las sentencias T-141 de 2003; T-323 de 2003; T-346 de 2003; T-544 de 2003;
T-546 de 2003; T-550 de 2003; T-705 de 2003; T-959 de 2003 y T-733 de 2004, entre otras.
232 Corte Constitucional. Sentencia T-295/99.
que toman, sin que puedan revocarlas por sí mismos, más aún cuando el acto
posterior se funde en criterios irrazonables, desproporcionados o extemporáneos”233.
“Uno de los aspectos que comporta especial importancia, corresponde al principio del
respeto del acto propio dentro del desarrollo del debido proceso, según el cual, un
sujeto de derecho, generador de un acto jurídico cuyo alcance tiene efectos particulares
y concretos a favor de otro, no podrá modificar su acto de manera unilateral y
desconsiderada, en tanto ello afectaría otros principios jurídicos y derechos como la
buena fe, la confianza legítima y el debido proceso”234.
Así lo explica con claridad la doctrina. Carlos Ignacio Jaramillo sobre el aludido
asunto anota:
“De ahí que se diga que sea de aplicación subsidiaria o residual (…) puesto que lo
que persigue es resaltar la primacía jurídica y natural de otras figuras que in
concreto tienen vida propia que gobiernan la actuación incoherente de modo especial,
bien tolerándola, bien censurándola o impidiendo que despliegue algún efecto puntual
o específico”235
“Se trata además de una regla [se refiere a la doctrina de los actos propios]
de aplicación residual o subsidiaria, pues no se utiliza en los casos en los que el
233 Corte Constitucional. Sala Cuarta de Revisión. Sentencia T-083/03 del 6 de febrero de 2003. Expediente T-
657.041.
234 Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-959/03 del 20 de octubre de 2003. Expediente T-
760580.
235 Jaramillo Jaramillo, Carlos Ignacio. La Doctrina de los Actos Propios. Significado y Proyección de la Regla venire contra factum
“el principio jurídico que desaprueba las conductas contradictorias con las realizadas
anteriormente, tiene un carácter residual, y, por lo tanto, no es invocable cuando la
ley regula una solución expresa para la conducta contradictoria, sea impidiéndola,
sea permitiéndola”237
Pues bien, en el caso bajo examen encuentra el Tribunal que aunque la Convocada
ha puesto de presente una serie de comportamientos de Autonal que, a su juicio,
son contradictorios con otros anteriores, lo que la lleva a sostener que no hubo
buena fe en su proceder, no es necesario entrar a evaluar si respecto de cada uno
de dichos comportamientos se encuentran reunidas las condiciones necesarias para
dar aplicación a la institución de los actos propios, en la medida en que la
controversia sobre la naturaleza jurídica del contrato celebrado encuentra respuesta
directa en el ordenamiento jurídico colombiano, por lo que, según quedó ya
expuesto, se abrieron paso las excepciones de mérito que la Convocada formuló
bajo las denominaciones de (i) “Inexistencia de contrato de agencia mercantil” y de (ii)
“Imposibilidad de coexistencia de un contrato de agencia mercantil y un contrato de concesión entre
las mismas partes y respecto de los mismos bienes”.
El carácter subsidiario de la doctrina de los actos propios, hace que no deba ser
aplicada directamente a efectos de resolver una controversia cuando, como en el
presente caso, el debate encuentra solución expresa en el ordenamiento jurídico.
236 Bernal Fandiño, Mariana. El Deber de Coherencia en el Derecho Colombiano de los Contratos, Editorial Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, 2013. Página 255.
237 Fueyo Laneri, Fernando. La Doctrina de los Actos Propios en Instituciones de Derecho Civil Moderno, Editorial Jurídica de
Chile. Santiago, 1990. Pág. 309, citado por Jaramillo Jaramillo, Carlos Ignacio Op. Cit. 379.
Así las cosas, se acogen las excepciones que la Convocada formuló bajo la
denominación de (i) “Inexistencia de contrato de agencia mercantil” y (ii) “Imposibilidad de
coexistencia de un contrato de agencia mercantil y un contrato de concesión entre las mismas partes
y respecto de los mismos bienes”.
Otro de los aspectos que ha sido ampliamente debatido por las partes tiene que
ver con el hecho de si el contrato que las vinculó fue o no celebrado mediante la
adhesión que la Convocante hiciera a contenidos unilateralmente establecidos por
la Convocada.
Como punto de partida, es preciso señalar que los contratos de adhesión, o por
adhesión, a los que también se les ha dado la denominación de “contratos con
cláusulas predispuestas” y otras análogas, encuentran su origen en la necesidad de
acompasar las instituciones jurídicas a las cada vez más ágiles dinámicas del
mercado, en las que la clásica forma de contratación, estructurada sobre la
posibilidad de la libre y detallada negociación de sus términos, ha tenido que ir
cediendo terreno a nuevas y más rápidas formas de contratación que, debe
admitirse, actualmente se han convertido en la regla general.
En este punto resulta pertinente señalar que la “posición dominante” que permite a
una de las partes predisponer las condiciones de la relación contractual no debe
confundirse con el alcance que la aludida expresión tiene en el derecho de la
competencia, pues una es la posición dominante en el mercado, y otra la que
pueda llegar a tenerse en una relación contractual. En efecto, al paso que la
primera consiste en “la posibilidad de determinar, directa o indirectamente, las condiciones
de un mercado”240, la segunda hace referencia a la posibilidad que, por razones de
superioridad de variada índole jurídica y/o económica, tiene una parte para dictar
o fijar los contenidos contractuales de un negocio y para guiar su ejecución, sin
que ello suponga que, necesariamente, goce también de una posición dominante
frente al mercado en general.
Aunque más adelante el Tribunal se detendrá sobre este punto, conviene dejar
indicado desde ya que el hecho de que una de las partes ostente una superioridad
que le permita predefinir los contenidos negociales no implica, de suyo, que se
genere una situación de abuso. Si bien es cierto que la contratación por adhesión
en no pocos eventos ha servido de escenario para que quien ostenta la posición
de dominio abuse de esta mediante la inclusión de cláusulas que lo favorecen
injustificadamente o que eluden o limitan en grado sumo su responsabilidad,
también debe reconocerse que tal situación no tiene por qué ocurrir siempre.
“Así pues, no todas las condiciones generales ni las cláusulas impuestas por un
contratante unilateralmente, ostentan, por sí mismas, la condición de abusivas, que
sólo lo serán en la medida en que involucren facultades o atribuciones que, en
general, desmejoren la situación del contratante más débil, o que limiten el ejercicio
de las acciones para hacer efectivas las prestaciones estipuladas a su favor, o que
restrinjan el reconocimiento de las indemnizaciones a que tiene derecho por
incumplimiento (…)”241.
241Santos Ballesteros Jorge. Instituciones de Responsabilidad Civil. Tomo II. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá
2004. p.116.
Aceptada, como está, la naturaleza contractual que tienen tanto los contratos
celebrados por libre discusión como los que se han formado por vía de la
adhesión, es preciso indicar que la importancia de la aludida clasificación estriba
fundamentalmente en la forma en la que deben ser interpretadas las disposiciones
contractuales en uno y otro escenario (art. 1624 del Código Civil) y en la mayor o
menor posibilidad de configuración de contenidos abusivos.
Ahora bien, es preciso destacar, por la importancia que para este caso tiene, que
aunque en la práctica la posición dominante contractual que ostenta una de las
partes suele traducirse en la predisposición de todos los contenidos negociales244,
ello no tiene necesariamente que ser así. Dicho con otras palabras, un contrato
puede contener algunas cláusulas extendidas o dictadas por una de las partes y
otras fruto de la negociación y libre discusión entre ellas. Aunque tal circunstancia
no sea quizá la regla general, desde la perspectiva estrictamente jurídica pueden
identificarse eventos de contratos que portan solo parcialmente contenidos
predispuestos. No es necesario, para que se produzcan las aludidas consecuencias
desfavorables al predisponente, que el contrato en su integridad haya sido
extendido o dictado por aquel. Pero en tales eventos, como es apenas lógico, la
interpretación contraria al predisponente y la configuración de posible abuso, se
circunscribirán a los contenidos efectivamente extendidos o dictados por una de
las partes y no podrán alcanzar a los restantes.
244 Como ocurre en la denominada contratación en masa o contratos bajo condiciones uniformes.
Sobre esta base legal es posible afirmar entonces, que un contrato puede
celebrarse por adhesión parcial a contenidos predispuestos.
Para comenzar el punto, resulta oportuno recordar que la Convocante solicita que
se declare: (i) que “las cláusulas que integraron el contrato fueron extendidas, dictadas y
dispuestas por Sofasa, de tal manera que este negocio jurídico, respecto de la Convocante, fue de
adhesión” (pretensión tercera); (ii) que “son estipulaciones antinómicas” las cláusulas 3.a y
13.2 del “último reglamento”, así como las disposiciones contractuales en las que se
excluyó a la agencia comercial como calificación del contrato (pretensión cuarta),
“en relación con aquellas otras estipulaciones que comprenden los elementos esenciales de un
contrato típico y nominado de Agencia Comercial” y (iii) que la referida antinomia debe
resolverse en favor del adherente, dándole al contrato la calificación de agencia
comercial (pretensión quinta).
Sin perjuicio de las consideraciones que más adelante se expondrán para efectos de
resolver si el contrato que vinculó a las partes fue o no celebrado por adhesión a
contenidos predispuestos por Sofasa, debe comenzar el Tribunal por señalar que las
cláusulas 3.a y 13.2. del modelo contractual suscrito en el año 2013, así como las
restantes estipulaciones contractuales en las que se descartó la configuración de una
agencia comercial, no resultan antinómicas.
245El segundo inciso de la cláusula 13.2, que fue atacado por la Convocante de nulidad absoluta y en virtud del cual
se establece que “De acuerdo con lo anterior, El Concesionario cargará sobre sí mismo con todas las obligaciones, gravámenes,
consecuencias y riesgos derivados de su actividad comercial y manifiesta expresamente que renuncia de manera irrevocable a cualquier
Así las cosas, y con independencia de lo que se defina en relación con la forma en
la que se determinaron los contenidos contractuales, no se consideran antinómicas
las cláusulas 3.a y 13.2, inciso primero del contrato, ni las que excluyen a la Agencia
Comercial como calificación del contrato. En ese sentido se despacharán
desfavorablemente las pretensiones cuarta y quinta declarativas.
derecho que tenga o pudiere tener, para reclamar prestación o indemnización alguna, antes, durante o al final de su ejecución, así como a
las acciones que pudieran existir a su favor para exigir el pago de prestaciones o indemnizaciones por la terminación de este contrato” será
objeto de posterior análisis por parte del Tribunal.
Ahora bien, dicho lo anterior, procede el Tribunal a definir si “el negocio jurídico,
respecto de la Convocante, fue de adhesión”, según lo sostiene la Convocante.
Para resolver la pretensión así formulada, procede el Tribunal a analizar si todas las
cláusulas que conformaron el contrato fueron dictadas y dispuestas por Sofasa, de
forma tal que pueda sostenerse que el negocio jurídico, en su integridad, fue de
adhesión para la Convocante, según esta lo sostiene.
Sonia Rodríguez Ardila, gerente de Autogalias, cuya declaración ha sido citada por
el Tribunal en diversos aspectos en atención a la credibilidad que su dicho
representa y al hecho de que las condiciones contractuales de los concesionarios
fueron finalmente establecidas de manera igual para todos ellos, señaló:
“DR. LÓPEZ: Para efectos de discutir los alcances de esos contratos, cuál era la
mecánica, Sofasa le decía, este es el contrato, fírmelo, o Sofasa previamente trataba
de buscar un acuerdo y cómo eran esas conversaciones, etc.?
“SRA. RODRÍGUEZ: Para el contrato que está vigente, (…) lo que se hizo es
que estaba el contrato y sobre ese se permitió que la red de concesionarios hiciera
como una revisión de ese trabajo en conjunto buscando tanto beneficios para la
marca como beneficios para la red, o sea fue un trabajo en conjunto que se hizo, no
fue algo que la marca hubiera dicho, esto es unilateral, este es el contrato, no,
revisiones de ambas partes.
comisión entramos a hacer un análisis de lo que era ese nuevo contrato, los
replanteamientos que tenía el contrato.
“Comenzamos unas reuniones con Sofasa a las cuales asistía la doctora Natalia
Martínez, en esa época continuaba ella ocupando el cargo de secretaria general en
cuanto tuvo un cambio de nombre, el doctor Urrego, la doctora Ana María Casas
por parte de Sofasa, por parte de Asocor el doctor Paulo (sic) Arboleda y el grupo
de los 3 abogados nombrados para este tema con el objeto de analizar el contrato de
concesión 2.010. Ese es a grandes rasgos cuál fue mi actuación o por qué aparecí
en esa comisión.
“DR. ZEA: Cuáles fueron las conclusiones de esa comisión con relación a ese
contrato?
“SR. ALARCÓN: Sí, hace unos años se hizo esa negociación en conjunto con la
marca, había unos puntos que fue conciliarlos y mirar qué era beneficioso para la
marca y para el Concesionario, eso se hizo, esa negociación se hizo entre la marca y
los concesionarios.
“SR. ALARCÓN: Todo el mundo tenía conocimiento del contrato y podía dar
uno opiniones qué podía estar mal y qué podía estar bien y se podían hacer algunos
ajustes, eso fue conciliado entre la marca y los concesionarios.
“DR. LÓPEZ: Recuerda y me corrige si para esa época todavía era miembro de
Asocor, 2.013, antes del 2.013 si los concesionarios le dieron autorización a Asocor
para negociar ese contrato?
En las actas que respecto de las reuniones celebradas por las partes obran en el
expediente, se dejó constancia de que su objetivo consistía en la “discusión y acuerdo
del clausulado final del contrato de concesión”249 y, dentro de su contenido hay evidencia
de diversos puntos en relación con los cuales las partes dejaron la indicación de que
“se acoge la recomendación de los concesionarios por parte de Sofasa”250.
En lo que atañe con las precitadas actas advierte el Tribunal que si bien las mismas
no se encuentran suscritas, hay constancia de su envío a los correos electrónicos de
los abogados contratados por Asocor para asesorar a los concesionarios en la
negociación del contrato251, sin que exista prueba en el expediente de que estos se
hubieran opuesto a los términos en que quedaron redactadas las referidas actas.
Aunque no desconoce el Tribunal que en desarrollo del proceso hubo testigos que,
como ocurrió con el señor Juan Carlos Buitrago, señalaron que los acuerdos a los
que se llegó en desarrollo de la negociación versaron sobre temas menores, el
Tribunal encuentra que la copiosa información que consta en el expediente da
cuenta de lo contrario.
Quizá el ejemplo más claro de los temas de fondo discutidos y convenidos es el que
tiene que ver con la cláusula 11.2 relativa a la posibilidad de terminación anticipada
del contrato por cualquiera de las partes, asunto que, por su complejidad y por la
incidencia que ha tenido en el conflicto suscitado entre las partes, será objeto de
especial análisis. El detalle sobre cómo la cláusula mencionada fue objeto de
discusión, entre Sofasa y los asesores de Asocor, será presentado en el capítulo que
destinará el Tribunal a la terminación del contrato que vinculó a las partes. Por
ahora, se menciona para poner de presente un aspecto medular en el contenido
contractual que no fue extendido o dictado unilateralmente por Sofasa.
Ahora bien, en relación con otras estipulaciones, como ocurre, por ejemplo con las
cláusulas 13.2 y 12.5 que, por haber sido acusadas de nulidad absoluta serán
también objeto de particular estudio, hay constancia de que las solicitudes de
modificación de la Convocante no fueron atendidas por Sofasa, quien señaló que se
trataba de condiciones inmodificables, incluidas “en todos los contratos de dealers Renault
en el mundo”254, lo que lleva al Tribunal a concluir que su incorporación al contrato
se produjo por vía de adhesión a contenido predispuesto. El Tribunal presentará
con detalle las consideraciones que lo llevan al convencimiento de que estas dos
específicas estipulaciones fueron extendidas o dictadas por Sofasa cuando aborde
las pretensiones relacionadas con la nulidad absoluta de las que se las acusa.
Así las cosas, y sin perjuicio de la incidencia que la ausencia de negociación pueda
tener respecto de las cláusulas que la Convocante acusa de nulidad absoluta y que
serán objeto de análisis posterior, el Tribunal no podrá acceder a la pretensión
tercera de la demanda, en la medida que en ella se solicita que se declare que el
contrato, en su integridad, fue celebrado por vía de la adhesión, situación que,
como quedó visto, se contrapone a la evidencia probatoria.
Es, pues, por las consideraciones antes expuestas que tampoco será acogida la
pretensión tercera declarativa de la demanda.
1. La posición de la Convocante
Con referencia a la cláusula 11.4.4.1 del contrato, solicita que se declare que
Autonal ingresó en 2013 a la etapa 1 del Plan Escalada, del que salió
Así mismo, en relación con la cláusula 11.4.4.2. del contrato, la Convocante solicita
que se declare que mantuvo siempre en operación un taller de colisión que cumplía
con los lineamientos de Sofasa y, por consiguiente, siempre mantuvo el respectivo
servicio a disposición de los clientes Renault.
Pide también que se declare que antes del 15 de septiembre de 2014, Sofasa no le
notificó a Autonal la existencia de un incumplimiento contractual asociado al
traslado del referido taller de colisión, ni tampoco asociado a cualquier otra
obligación contractual, “de tal manera que nunca empezó a correr el plazo de treinta (30)
días a que se refiere la cláusula 11.4.4.2 ibídem”.
Por otra parte, según el hecho 111 de la demanda, Sofasa justificó la decisión de
terminar el contrato en tres razones: i) el cierre del taller de Colisión por parte de
Autonal; ii) el reingreso de Autonal a la Etapa 0 del Plan Escalada en agosto de
2014; iii) la influencia que Autonal ejerció sobre los demás miembros de la Red
Renault, “lo que dificultó el manejo de las relaciones entre SOFASA y la RED”.
En relación con el taller de colisión, Autonal señaló que Sofasa invocó un supuesto
cierre del mismo como causa para dar por terminado el contrato. Por su parte, la
Convocante adujo que prestó siempre el servicio de taller de colisión, de manera
ininterrumpida.
Respecto del Plan Escalada, Autonal invocó que “superó satisfactoriamente la Etapa 3
del PLAN ESCALADA, lo cual le significó el mejoramiento de sus indicadores de desempeño y
rentabilidad y su salida de la ZONA ESCALADA”. Agregó que para septiembre de
2014, oportunidad en la que Sofasa comunicó su decisión de dar por terminado el
Contrato, Autonal se hallaba fuera de la zona del Plan Escalada. Desde entonces,
hasta la terminación del Contrato, no inició proceso nuevo de Plan Escalada.
en caso que la cláusula 11.2 sea válida y por lo tanto que podía ejercerse por la
Convocada, ello se hizo con abuso del derecho al no haberse invocado una justa
causa para terminar el contrato y al no haberse observado lo estipulado en la
cláusula 11.4.4., que disciplina el procedimiento en caso de incumplimiento.
En ese orden de ideas, la Convocante concluyó que la cláusula referida es nula por
disposición del artículo 1535 del Código Civil, que consagra la nulidad de las
obligaciones contraídas bajo condición puramente potestativa.
Agregó la Convocante que la parte final del segundo inciso de la cláusula 11.2.,
según el cual por motivo de la terminación no se causaría ningún perjuicio y no
2. La posición de la Convocada
Respecto de los hechos en los que se fundan las pretensiones que se analizan, la
Convocada manifestó lo siguiente.
En relación con la terminación del Contrato, Sofasa señaló que “para evitar
innecesarias discusiones” optó por invocar únicamente “la justa causa de terminación
prevista en el aparte 11.2 de contrato”, esto es la facultad estipulada según la cual
cualquier parte podría dar por terminado el contrato en cualquier momento, sin que
se requiera señalar causal alguna.
En lo que concierne al cierre del taller de colisión, Sofasa sostuvo que esa no fue
causal que se haya invocado para terminar el contrato, pero en todo caso, el cierre
del mismo se hizo sin su autorización, es decir sin ajustarse a lo previsto en el
Contrato.
En sus alegaciones finales Sofasa sostuvo que para terminar el contrato no invocó
incumplimiento alguno sino que se apoyó en la cláusula 11.2. que fue incorporada
al Contrato por iniciativa de los concesionarios de la Red Renault. Dicha
estipulación no adolece de ningún vicio, nulidad, invalidez o ineficacia, sino que es
una estipulación vinculante y legítima, que fue acordada por las partes en forma
válida. Adicionalmente, Autonal aceptó en su oportunidad el ejercicio de la facultad
pactada en dicha cláusula, con conductas que así lo corroboran, que se encuentran
reflejadas, de modo principal, en las comunicaciones remitidas en forma recíproca
por las partes con ocasión de la terminación del contrato. En aquellas
comunicaciones emanadas de Autonal, no hubo reclamo alguno por abuso, ni por
la existencia de un contrato de agencia mercantil, ni mucho menos por cesantía
comercial, ni por solicitud de indemnización alguna. En suma, Sofasa sostiene que
para terminar el negocio jurídico hizo uso legítimo de la opción de terminación
unilateral del contrato prevista en la cláusula 11.2., con lo cual se opone a las
pretensiones correspondientes de la demanda, así como a las consecuencias
indemnizatorias deprecadas.
En relación con la terminación del contrato efectuada por Sofasa son varios los
problemas jurídicos que se plantean y cuya definición debe adoptarse en esta
providencia. En primer lugar, como quiera que la decisión de terminar el contrato
de manera unilateral fue adoptada por la convocada con apoyo en la cláusula 11.2
del Contrato que contempla dicha facultad, resulta necesario resolver aquellas
pretensiones cuyo objeto es aniquilar dicha cláusula por nulidad, y las relativas al
supuesto ejercicio indebido o abusivo de la misma. Ello implica entonces resolver,
en un primer momento, la pretensión vigésima principal declarativa de la demanda
en su letra a. en la que se solicita que se declare la nulidad de la referida estipulación
y en las demás (b. c. d.) que se deducen como consecuenciales de la declaración de
nulidad que se reclama.
Una vez definida la validez del marco jurídico de índole contractual que gobierna la
terminación del contrato, corresponderá examinar las circunstancias dentro de las
cuales se procedió a ella, y en particular, la forma como Sofasa de manera unilateral
la dispuso y los términos en los que la efectuó. Para ello se analizará la
comunicación de 15 de septiembre de 2014 por medio de la cual la convocada
expresó su determinación de finalizar el contrato y los términos de la misma, con el
objeto de definir si dicha expresión de voluntad se ajustó a las estipulaciones del
contrato, si resultaba necesario acudir a un procedimiento distinto, en particular, a
la invocación de una causal específica y a la demostración de un incumplimiento de
Autonal y, por lo tanto, a la observancia del trámite pactado para el caso de
incumplimiento, que la Convocante echa de menos. En suma, deberá definirse si a
la luz de las normas legales, las estipulaciones del contrato y los lineamientos
jurisprudenciales, Sofasa estaba facultada para terminar en forma unilateral el
contrato únicamente con apoyo en la cláusula 11.2 o si, como sostiene la
Convocante, el ejercicio de esa potestad se hizo en desmedro de sus derechos
contractuales y en perjuicio de sus intereses patrimoniales.
Como quedó expuesto líneas atrás, antes de resolver acerca de la forma como
Sofasa terminó el contrato, resulta indispensable decidir las pretensiones que se
dirigen contra la validez de la cláusula 11.2 del Contrato, por ser esta la estipulación
con apoyo en la cual la convocada puso fin al negocio jurídico.
En forma subsidiaria, en la demanda se solicita que, con arreglo al artículo 1279 del
Código de Comercio, se declare que el contrato se celebró también en interés de
Autonal, por lo cual Sofasa únicamente podía terminarlo en forma anticipada y
unilateral por justa causa comprobada. En esa línea, solicita que se declare que
Sofasa terminó sin justa causa comprobada el contrato, lo que constituye un
incumplimiento del mismo, amén de no haber respetado lo estipulado en la cláusula
11.4.4. De igual manera, solicita que se declare que Sofasa es responsable de la
indemnización de los perjuicios causados por esa conducta.
Por último, también en forma subsidiaria Autonal solicita que al no existir justa
causa para terminar el contrato en forma anticipada, se declare que Sofasa abusó
del derecho consagrado en la cláusula 11.2 y que por lo tanto es civilmente
responsable de los perjuicios directos que le fueron causados a la Convocante.
La cláusula 11.2. del contrato se encuentra ubicada dentro del capítulo 11 que se
denomina “Terminación” y, como segundo evento de terminación del negocio
jurídico, bajo el título ‘ANTICIPADA’. Bajo el numeral 11 del clausulado, las
partes regularon los eventos de terminación del contrato, que en líneas generales
son los siguientes: el primero (11.1) la terminación por expiración del término de
duración, lo que para efectos del contrato debía ocurrir el 31 de diciembre de 2015;
el segundo (11.2) la terminación anticipada del contrato por decisión de alguna de
las partes en los términos que más adelante se precisarán; el tercero (11.3) por el
acuerdo mutuo entre las partes; y el cuarto (11.4) la terminación unilateral del
contrato por parte de Sofasa, por parte del Concesionario o por cualquiera de las
partes, con sujeción al catálogo de justas causas estipuladas para que opere dicha
forma de terminación.
Así las cosas, la cláusula 11.2. del contrato es la segunda forma de terminación del
negocio jurídico estipulada por las partes y que cualquiera de ellas podía ejercer. Se
trata, en primera medida, de una estipulación convenida en favor de ambas partes,
de suerte que cualquiera de ellas podía hacer uso de la cláusula para dar por
terminado el contrato, según se desprende de su tenor literal:
“Para dar por terminado el contrato al amparo de lo que se prevé en este aparte, no
se precisará que exista, señalar ninguna causal y se entenderá que por motivo de la
terminación no se causa ningún perjuicio y no habrá lugar a ninguna indemnización.
“Una vez presentada la comunicación, las partes fijarán de común acuerdo los
objetivos de compras de vehículos, repuestos y accesorios hasta la finalización del
contrato y procederán a elaborar el cronograma de liquidación de obligaciones,
finiquito de cuentas, retiro de señalización (diseños comerciales, emblemas, enseñas,
nombres comerciales y demás derechos de propiedad industrial e intelectual de
Renault, cuyo uso Sofasa S.A. haya autorizado al concesionario), devolución de
la aceptación por parte de éste, quien ocupa un ‘rol’ enteramente divergente: destinatario de la
precitada determinación volitiva (ex voluntate), …”259.
259 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de casación de 14 de diciembre de 2001, expediente
6230.
260 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de casación, 30 de agosto de 2011, expediente 01957.
Puestas así las cosas, es claro que la sola terminación unilateral del contrato no es
fuente de perjuicios pero, en cualquier caso, ambas partes salvaguardaron su
derecho de ejercer las acciones legales que fueran del caso con el propósito de
proteger o reivindicar los derechos que resultaren vulnerados con ocasión de la
terminación del contrato por causas ajenas a la expiración del plazo, como podría
ser el ejercicio de la facultad de terminación unilateral. Por consiguiente, en caso de
que alguna de ellas estimara que sus derechos le habían sido vulnerados con
ocasión de la terminación del contrato, tendría derecho a acudir al juez, como a la
postre lo hizo Autonal.
alegaciones finales concretó dicha pretensión, así como las razones y fundamentos
de la nulidad demandada.
En relación con el derecho que tiene cualquiera de las partes a dar por terminado el
contrato en cualquier momento y mediante escrito remitido con un preaviso de seis
meses, la Convocante estima que esa estipulación equivale a someter el contrato a
una condición resolutoria, de carácter puramente potestativa, lo que a su juicio, la
hace nula, por disposición del artículo 1535 del Código Civil.
Por su parte, el artículo 1536 del Código Civil dispone que la condición es
suspensiva “si, mientras no se cumple, suspende la adquisición de un derecho” y resolutoria,
“cuando por su cumplimiento se extingue un derecho”. Así pues, la condición suspensiva
tiene por efecto suspender el nacimiento del derecho personal y de la obligación
correlativa mientras que por la condición resolutoria se extinguen tales derecho y
obligación. Dicho con otras palabras, por la condición suspensiva, el nacimiento
261 Salvo, claro está, los eventos de plazo tácito y de condición resolutoria tácita. (arts. 1551 y 1546 del C.C.)
unilateral por alguna de las partes, esa facultad se estipuló no para extinguir
obligaciones y derechos ya existentes, sino como una potestad de ambas partes para
poner fin, hacia el futuro, al negocio jurídico.
Sobre este particular, el artículo 1170 del Código Civil Francés después de la reciente reforma dispone sobre este
264
punto, con mayor precisión, que toda cláusula que priva de su esencia a la obligación sustancial del deudor, se tiene
por no escrita.
el contrato es puro y simple; las obligaciones nacen inmediatamente, pero cada una de las partes se
reserva el derecho de terminarlo cuando quiera. La facultad de resolución no impide que el contrato
produzca sus efectos inmediatamente”265.
Por otra parte, en sus alegatos de conclusión la Convocante sostiene que por
disposición de los artículos 1279 y 1283 del Código de Comercio, normas propias
del contrato de mandato comercial, aplicables a su vez al contrato de agencia por
remisión del artículo 1330 del Código de Comercio, existe nulidad de la cláusula
11.2 en tanto al haberse celebrado el negocio jurídico en interés de ambas partes, la
revocatoria o la renuncia requieren de una justa causa. En ese orden de cosas, a su
juicio, la cláusula 11.2 es nula por disposición del artículo 899 del Código de
Comercio según el cual el contrato es nulo absolutamente, entre otros casos,
cuando contraría una norma imperativa, salvo que la ley disponga otra cosa.
Como quedó definido líneas atrás, al Contrato celebrado entre las partes no le son
aplicables las normas de la agencia mercantil, ni tampoco las del mandato como lo
265 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de 22 de noviembre de 1945, G.J., t. LIX, pág. 795.
266 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de casación, 30 de agosto de 2011, expediente 01957.
invoca Autonal. Las razones fueron ya expuestas con amplitud en esta providencia
y no es del caso reiterarlas en este acápite. Ello es suficiente para desestimar la
nulidad de la cláusula 11.2. cuya declaración se pretende con apoyo en las
disposiciones legales que disciplinan el contrato de agencia y de mandato, que se
refieren a la necesidad de terminar el contrato, solamente por justas causas.
Conviene, en todo caso, reiterar que la facultad de terminación unilateral de la
cláusula 11.2., por estipulación de las partes, opera en forma discrecional y sin
necesidad de invocar ninguna causal. En consecuencia, se descarta la nulidad de la
cláusula que se alega con fundamento en las normas legales de la agencia y del
mandato.
Por otra parte, la Convocante señala que la nulidad de la cláusula 11.2. no puede
enervarse con la alegación que, a su juicio, hace Sofasa relativa a que la cláusula de
terminación entraña un mutuo disenso anticipado y por lo tanto, al haberse
incorporado en el contrato, configura “una terminación por mutuo acuerdo en la que el
consentimiento mutuo se otorgó de manera anticipada y concomitante con la celebración del
contrato”267.
Sin que sea necesario reproducir los pronunciamientos jurisprudenciales que han
proscrito las cláusulas de exoneración de responsabilidad de carácter absoluto,
conviene recordar en este punto que, en términos generales, dichas providencias
han desterrado del ordenamiento jurídico aquellas cláusulas que de manera general,
abierta e ilimitada exoneran de responsabilidad al deudor por el incumplimiento de
las prestaciones a su cargo, en la medida en que entrañan una condonación del dolo
futuro que, en últimas, permite que el deudor incumpla la prestación, sin
Bajo esta perspectiva y dentro de este marco conceptual, a juicio del Tribunal, la
cláusula 11.2. no contiene una exoneración de responsabilidad de carácter general y
omnímoda, sino que dispone que “por motivo de la terminación” no se causa
ningún perjuicio, es decir que se refiere en forma concreta y específica al ejercicio
de la facultad de terminación anticipada que, por sí solo no genera perjuicio, ni es
fuente de indemnización. No puede deducirse de esa expresión concreta y singular
de los contratantes que su voluntad haya sido exonerar de responsabilidad de
manera general y abierta al deudor por el incumplimiento de sus prestaciones,
cuando con claridad la cláusula se refiere únicamente a que “por motivo de la
terminación” no se causa perjuicio, ni hay lugar a indemnización. El alcance de dicha
estipulación no es el que pretende atribuirle la Convocante en sus alegaciones, sino
que su inteligencia ha de ser que por el solo hecho de que alguna de las partes
termine en forma anticipada el contrato, dicha circunstancia no genera
responsabilidad, ni obligación indemnizatoria.
270 Teoría de las Obligaciones. Jorge Giorgi. Editorial Reus S.A. 1977. Volumen II, pág. 81.
responsabilidad de una de las partes, sino que se refiere a que el solo hecho de la
terminación unilateral que ejerza cualquiera de ellas no causa perjuicio, ni da lugar a
indemnizar. Esta estipulación y sus efectos propios como se expuso líneas
atrás no puede leerse e interpretarse en forma aislada, sino que dicho ejercicio
debe hacerse al amparo del postulado consagrado en el artículo 1622 del Código
Civil271 que recoge el canon de interpretación sistemática del negocio jurídico, según el
cual, las cláusulas de un contrato se interpretarán unas por otras, dándosele a cada
una el sentido que mejor convenga al contrato en su totalidad. Recuérdese sobre
este particular que en el estado actual de la doctrina, los principios de interpretación
no son simples enunciados o sugerencias teóricas, sino que constituyen verdaderas
disposiciones que obligan al juez, en la medida en que “… las reglas legales de
interpretación son normas jurídicas, y son también normas técnicas cuando se adecuan a los
cánones comunes de la lógica y de la experiencia. La violación de las reglas legales de interpretación
por parte del juez de conocimiento comporta, como se vio, la posibilidad de censura ante
casación…”272.
Es así como la estipulación bajo examen debe interpretarse dentro del marco de las
demás cláusulas convenidas por las partes y, en particular, en armonía con lo
previsto en la cláusula 12.3. en la que se señaló que “Cuando la terminación del contrato
obedezca a causas distintas del vencimiento del plazo, las partes podrán, además de
proceder como se mencionó anteriormente, ejercitar las acciones legales encaminadas a la protección
de sus derechos” (énfasis agregado).
Derecho Civil. El Contrato. Massimo Bianca. Universidad Externado de Colombia. Bogotá. 2007. Págs. 437 y
272
438.
conocer también por entero la intención de las partes. No pueden tomarse aisladamente sus
cláusulas porque se ligan unas a otras y se encadenan entre sí limitando o ampliando el sentido
que aisladamente pudiera corresponderles, explicándose recíprocamente. En consecuencia, para
penetrar el sentido de cada una de las cláusulas, es indispensable examinarlas todas’ (Claro Solar,
Luis. Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado. De las Obligaciones. Volumen VI.
Pág. 26. Editorial Jurídica de Chile. Santiago de Chile. 1979)…”273.
Por las razones expuestas, el Tribunal no declarará la nulidad de la cláusula 11.2 del
Contrato 2013-2015 (pretensión vigésima principal letra a). Además de que no se
configuraron las causas de nulidad alegadas por la Convocante, según quedó
explicado, no observa tampoco el Tribunal causa de nulidad absoluta que deba ser
273 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia del 19 de diciembre de 2008.
274 Página 201 de las alegaciones de Autonal.
275 En relación con este punto, no puede soslayarse lo que se encuentra reconocido por las partes en el proceso,
relativo a que Autonal es un concesionario multimarca, esto es que vende otras marcas de vehículos distintas a
Renault. Esa circunstancia, en cualquier caso, debería atenuar los eventuales efectos que pudiera tener en el
concesionario la terminación unilateral anticipada del contrato, que no serían los mismos si el concesionario vendiera
vehículos de una sola marca.
En ese grupo de súplicas, la demanda pide, en primer lugar, bajo la letra a. que se
declare “con fundamento en el artículo 1279 CCO, norma a la cual remite el artículo 1330
CCO, que EL CONTRATO se confirió también en interés de LA CONVOCANTE,
motivo por el cual SOFASA únicamente podía revocarlo y/o terminarlo anticipada y
unilateralmente por justa causa comprobada”.
común, tampoco resultan aplicables en este asunto. Por ese motivo, amén de las
consideraciones a las que se ha hecho referencia en este laudo para desestimar la
existencia de un contrato de agencia comercial, se declarará que no prospera la
pretensión primera subsidiaria a la vigésima principal, letra a.
Para resolver esta súplica resulta suficiente reiterar, en primer lugar, que el artículo
1279 del Código de Comercio no resulta aplicable como lo pretende la Convocante,
toda vez que el negocio jurídico celebrado entre las partes no participa de la
naturaleza jurídica del mandato, ni de la agencia mercantil.
Por otra parte, de conformidad con lo expuesto en esta providencia, al tomar pie
Sofasa en la cláusula 11.2. para terminar el contrato en forma unilateral, por
disposición de la propia cláusula y del acuerdo de las partes que en ella se recoge,
no hacía falta invocar, ni acreditar la existencia de una justa causa para dar por
terminado el contrato, en tanto dicha estipulación consagra una potestad
discrecional que podía ejercerse “en cualquier momento” y sin que fuera necesario
“señalar ninguna causal”. En ese orden de ideas, haber ejercido una facultad
convenida en el contrato, con observancia de las formalidades estipuladas en la
cláusula que la consagra, sin haber invocado una justa causa para terminar el
contrato, no configura un incumplimiento del mismo.
Por las mismas consideraciones y bajo la misma línea de análisis, se concluye que
para terminar el contrato en forma unilateral con apoyo en la cláusula 11.2, no era
necesario dar cumplimiento a la cláusula 11.4.4. En efecto, esta última disposición
disciplina el procedimiento por incumplimiento en aquellos casos en los que la
terminación del contrato fuera por justa causa (cláusula 11.4.), evento que, como
quedó visto, no es del que se ocupa esta providencia en tanto el contrato terminó
por decisión unilateral de Sofasa. Por consiguiente, la ‘hipótesis’ a la que se refiere
la primera pretensión subsidiaria a la vigésima principal en su letra c. no
corresponde con los hechos alegados y demostrados en el proceso y por lo tanto, la
pretensión no tiene vocación de prosperidad.
Como quiera que no encuentran prosperidad las súplicas contenidas bajo las letras
a. b. y c. de la primera pretensión subsidiaria a la vigésima principal y no hay lugar a
declarar los incumplimientos que en ellas se reclaman, de manera consecuencial, no
hay lugar a declarar la responsabilidad contractual y la obligación indemnizatoria
que se deducen en la letra d. de la pretensión bajo examen.
Con este grupo de pretensiones Autonal pretende que se declare que Sofasa “en
ausencia de una justa causa comprobada” abusó del derecho consagrado en la cláusula
11.2. para terminar en forma anticipada el contrato (letra a.) De igual manera,
solicita que ante un eventual incumplimiento de la Convocante, se declare que la
decisión de Autonal de acudir a la cláusula 11.2., en lugar de aplicar los
procedimientos de la cláusula 11.4.4., constituyó un abuso del derecho (letra b.)
Como consecuencia de tales declaraciones, se solicita que se declare que Sofasa es
civilmente responsable y está obligada a la indemnización de perjuicios directos
(letra c.)
de la cláusula 11.2. no hubiera sido abusiva, “tendría que haberse hecho partiendo de las
siguientes dos (sic) premisas276:
Autonal aduce también que la aplicación de la cláusula 11.2. por parte de Sofasa
violó el derecho que tenía a explicar su conducta mediante los procedimientos
contractuales convenidos, lo que, a su juicio, constituye una conducta abusiva.
Sabido es que son muchas las aproximaciones que en este tema tiene la doctrina.
Bajo las llamadas tesis positivas (que admiten la figura), unas se inclinan por
criterios subjetivos y otras, quizá mayoritarias, por los de índole objetiva.
“Para los que sustentan este criterio [el subjetivo], hay abuso del derecho cuando
el derecho subjetivo se pone en ejercicio con el sólo ánimo e intención de perjudicar a
otro sujeto, o en cualquier caso, sin que su actuación origine un beneficio propio.
“El acto es abusivo cuando su móvil principal es dañar a otro, aún cuando puedan
existir otros fines secundarios.
“RIPERT (ob.cit. No. 93) sostiene que lo importante en el abuso del derecho es
la intención de causar daño a un tercero, y entiende que este instituto no está tanto
enmarcado dentro del universo de la responsabilidad civil sino que se está más bien
ante un deber moral de cumplir y ejecutar los derechos como los concede el orden
jurídico.
“…
“Según este enfoque para que exista abuso de derecho se necesita la existencia de
una conciencia de que se está actuando no para satisfacer el propio interés sino para
perjudicar el ajeno.
“En esta categoría subjetiva se ubica también el criterio que propone determinar el
abuso de derecho cuando se actúa sin un interés serio o legítimo. Si el
derecho subjetivo se toma como el interés jurídicamente protegido (Ihering), el abuso
estaría en actuar sin interés.”277 (las negrillas son del texto original)
“(…)
“Se debe comparar el móvil perseguido por el que ejerce el derecho subjetivo y el
fin de la norma por la que éste fue reconocido. Si existe concordancia, el derecho se
277Ordoqui Castilla, Gustavo. Abuso de Derecho. Pontificia Universidad Javeriana, Universidad Católica del
Uruguay, Grupo Editorial Ibañez, Bogotá, 2010. Págs. 54 y 55.
“… incurre en abuso del derecho el titular del mismo que lo ejercita de forma
contraria a su finalidad”279.
arrendamiento de vivienda urbana (arts. 22 ord. 7 y 24 ord. 4 de la ley 820 de 2003), del contrato de mandato (art.
En el caso bajo examen, la cláusula 11.2 del contrato celebrado por las partes
permitía a cualquiera de ellas darlo por terminado de manera anticipada, con un
aviso de seis meses de antelación y sin que fuese necesaria justificación o
explicación ninguna. Como quedó ya expuesto, la facultad de terminación se pactó
explícitamente para ser ejercida de manera discrecional (ad nutum), circunstancia
central en el presente caso. Si la cláusula 11.2 hubiera limitado su contenido a lo
pactado en su inciso primero, la finalidad del derecho así consagrado debería
evaluarse, de cara a un eventual abuso en su ejercicio, a la luz de si existieron o no
causas específicas o motivos de la decisión. Pero en este caso las partes de manera
libre y recíproca acordaron sin asomo de duda la posibilidad de poder dar por
terminado el contrato en cualquier momento, sin necesidad de aducir razón alguna.
2189, ordinales 3 y 4 del Código Civil), del contrato de suministro sin estipulación de plazo (art. 977 del Código de
Comercio).
281 Ordoqui Castilla. Ob cit. Pág. 110.
282 Josserand, Louis. El Espíritu de los Derechos y su Relatividad. Editorial José M. Cajica Jr. Puebla, México, 1946.
Pág. 328.
Para el Tribunal, la finalidad del derecho subjetivo creado por la norma contractual
era clara: dejar la posibilidad de terminación contractual sin necesidad de
justificación; eso sí, dando un aviso con antelación que juzgaron suficiente en seis
meses. Lo anterior, aunque excepcional, es plenamente válido según quedó
explicado. Las partes crearon con esa amplitud el derecho subjetivo y no puede
hacerse abstracción de esa circunstancia. La cláusula (norma convencional creadora
del derecho subjetivo sub examine) es clara en su tenor literal y en su sentido.
Por otra parte, la cláusula bajo examen no revela ningún tipo de disparidad o
desequilibrio en la medida en que fue convenida a favor de ambas partes, de suerte
que cualquiera de ellas podía hacer uso de la facultad de terminación unilateral del
contrato. Además fue estipulada o convenida en pie de igualdad y no denota o
suscita una superioridad o preeminencia de una parte en relación con la otra. Así se
deduce, entre otras pruebas, de la declaración del abogado Carlos Angarita, quien
informó al Tribunal que fueron los concesionarios Renault agrupados en Asocor
quienes lograron la modificación de la cláusula: “… la cláusula daba un tiempo de 2
meses para que se finalizara a partir del momento de la notificación se finalizara el contrato, como
gran conquista se logró que fueran 6 meses y se estableció que fuera de doble vía, tanto fuera un
cambio de dos palabras, las partes podrán dar por terminado, y así quedó la cláusula que en ese
momento quedó establecida en el contrato”283.
En el mismo sentido señaló el aludido testigo que la cláusula que para el modelo
contractual del año 2004 preveía que “cualquier parte podrá dar por terminado el presente
contrato a través de aviso escrito dirigido a la otra parte con 4 meses de antelación a la fecha de
terminación”, para el modelo contractual que operó en el año 2011 y para el que fue
definido para el año 2013 “se amplió en 6 meses esa cláusula y se le complementó dos párrafos
posteriores” 284 por la solicitud que en tal sentido formuló Asocor285.
Por otra parte, no pueden perderse de vista principios cardinales que informan la
celebración y ejecución de todo negocio jurídico y que, por consiguiente, resultan
también mandatorios para el juez del contrato, en asuntos como los que se debaten
en este arbitraje y que son de plena aplicación en materia mercantil, por disposición
de la remisión general que hace el artículo 822 del Código de Comercio. En primer
término, el principio de normatividad de los contratos, según el cual “Todo contrato
legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su
consentimiento mutuo o por causas legales” (artículo 1602 del Código Civil), cuya principal
consecuencia se manifiesta en que al haberse celebrado con observancia de la ley, el
contrato y sus cláusulas se tornan forzosas para las partes, quienes, por
consiguiente, quedan obligadas a cumplir lo estipulado288.
positiva en el artículo 1193 del código civil francés, el 1372 del código civil italiano y el numeral I.3 de los Principios
Unidroit.
289 Artículo 1194 del Código Civil Francés, en cuya reciente reforma se prescindió en esta materia de la referencia a la
buena fe.
290 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia de casación, 30 de agosto de 2011, expediente 01957.
291 Ibídem.
292 La Extinción del Contrato. Jorge Mosset Iturraspe y Miguel A. Piedecasas. Rubinzal – Culzoni Editores, pág. 216.
Definidas como han quedado la validez y licitud de la cláusula 11.2. con base en la
cual Autonal dio por terminado el Contrato, a partir de las consideraciones
expuestas y bajo los postulados teóricos que se acaban de trazar, corresponde ahora
resolver las primeras pretensiones (décima sexta a décima novena) contenidas en el
En relación con esta súplica que tiene por objeto principal que se declare que con
motivo de la comunicación con fecha 15 de septiembre de 2014 remitida por
Sofasa, el contrato terminó el 15 de marzo de 2015, se encuentra que desde el inicio
del litigio no existe diferencia entre las partes en este aspecto y antes bien, ellas
coinciden al punto que al contestar la reforma de la demanda, Sofasa expresó que
“Con excepción de las pretensiones decima (sic) sexta a), b) y c) no tengo objeción pues
corresponden a lo realmente ocurrido respecto del contrato de abril 1 de 2013”.
Sirva así pues lo anterior para no extenderse en este punto y, por consiguiente, para
declarar que prospera la pretensión décima sexta de la demanda, en sus ordinales a,
b y c.
debe acatar lo dispuesto en el artículo 280 del Código General del Proceso, por lo
cual procede a su estudio y definición.
En tales eventos, las partes convinieron que Autonal debía implementar planes de
acción, que fueran validados por Sofasa, para mejorar los resultados de su
desempeño. En caso de no lograrse el mejoramiento de resultados, se diseñaría un
plan con la participación de expertos de Sofasa, a costa del concesionario.
“Inicialmente todo empezó con una relación muy compleja, una relación muy difícil
en la cual siempre hubo manifestaciones de Autonal de inconformidad frente a las
políticas generales de la marca, de la marca como tal que no son políticas solo
avaladas por Sofasa sino por su casa matriz Renault y después de eso siguió un
particular proceso de escalada que ustedes encontrarán en el contrato y en algún
punto la política comercial en donde Autonal entró en el proceso de escalada e incluso
llegó hasta la tercera etapa y salió del proceso de escalada, pero salió de una manera
compleja y difícil de describir en términos del arreglo o de los arreglos que hizo a su
rentabilidad”294.
“No, no recuerdo, sé que estuvo y sé que salió y sé que hay una carta de Sofasa
confirmando que salió del Plan Escalada.”295
El testigo John Jairo Cabezas Delgado, quien para la época de los hechos que se
examinan en este punto trabajaba en Sofasa y tenía relación directa con Autonal,
también precisó en relación con estos hechos que:
“SR. CABEZAS: Para el proceso de escalada, hasta donde recuerdo se hizo lo que
se había definido, hasta cuando yo estuve se tomaron las decisiones que pidió la
marca y fue lo que se trabajó en conjunto como usted los llamó, los hallazgos que se
dieron dentro del tema del proceso de escalada se trabajaron la mayoría, no en todos
se llegó al objetivo pero en el tema más relevante que era rentabilidad, que era lo que
más persigue la marca que los concesionarios tengan, en ese se cumplió.
Por las razones expuestas, se declarará que prospera la pretensión décima séptima
en sus letras a., b. y c.
El hecho al que se refiere esta pretensión, de modo principal, es el traslado del taller
de colisión que Autonal efectuó, según Sofasa, sin su autorización previa. El hecho
consistente en el traslado del taller de colisión está acreditado en el proceso. Así
mismo, algunos testimonios dan cuenta de que dicho traslado se hizo sin la
autorización previa de Sofasa, lo que fue objeto de reproche por esta última, al
punto tal de haberse referido a esa circunstancia en la comunicación de 15 de
septiembre de 2014 por la que se puso fin al contrato.
situación relativa al taller de colisión, que brinda elementos de juicio sobre esa
problemática. En lo que resulta pertinente, Autonal reconoce que el traslado del
taller de colisión se hizo en agosto de 2014, tenía carácter transitorio y que Sofasa
tuvo conocimiento de esa circunstancia, entre otras, por intermedio de Diana
Garnica (gerente de Zona de Sofasa), quien concurrió a las nuevas instalaciones del
taller.
Por su parte, el señor Jean Michel Ferrand declaró lo siguiente sobre este hecho:
“DRA. LÓPEZ: Pasando a otro tema, podría también ilustrar a este Tribunal
lo que le conste específicamente frente al cierre de un taller de colisión por parte de
Autonal ubicado en el norte de Bogotá, qué sabe frente a ese tema específico, si
Sofasa autorizó ese cierre, qué sucedió?
SR. FERRAND: Sí, siempre hay una carta para una apertura o un cierre de
un punto.”299
299 Ibídem.
“Yo entré en Sofasa el 1º de marzo del año 2013 y de ese momento para acá
Autonal estaba como un concesionario Renault pero desafortunadamente en los
diferentes comités, en las diferentes actividades que teníamos siempre se consideraba
que la relación con Autonal era una relación difícil porque no estaba de acuerdo en
muchos aspectos con la forma de trabajar de Renault, eso lo llevamos siempre a
través de los conductos regulares con Autonal y hasta el momento en que Autonal
toma la decisión de cerrar un taller que estaba inscrito dentro de los talleres de la
lista que él tenía autorizada para trabajar y cambia ese local de sitio sin previa
comunicación a la marca.”300
A partir de lo expuesto, puede concluirse que Autonal dispuso el traslado del taller
de colisión por circunstancias relacionadas con la operación de su negocio. Así
mismo, dicho traslado se hizo sin autorización previa de Sofasa, como lo reprocha
la convocada, aunque también es del caso precisar que esta no demostró que dicha
autorización fuera una exigencia contractual o un requisito que debía satisfacerse,
con lo cual su reproche carece de sustento jurídico. Sin embargo, no está acreditado
que el traslado del taller de colisión haya implicado una interrupción de los servicios
prestados en él. En efecto, no existe prueba de que la decisión de Autonal de
trasladar el taller de colisión se haya hecho en perjuicio de los clientes, en tanto no
está demostrado que la prestación del servicio se haya suspendido por cuenta de esa
decisión empresarial. Por el contrario, la prueba documental número 73 que se
aportó con la demanda contiene los Informes de Colisión correspondientes al lapso
entre agosto y diciembre de 2014 y en ella se acredita que durante ese período el
servicio se prestó en forma ininterrumpida, según lo demuestran el número de
vehículos que fueron atendidos y las horas facturadas por ese concepto.
Por otra parte, las pruebas del proceso no dan cuenta de que la convocada, con
anterioridad al 15 de septiembre de 2014, le haya comunicado, notificado o
advertido a Autonal acerca de algún incumplimiento en que esta última haya
incurrido en la ejecución del contrato, con ocasión del traslado del taller de colisión,
ni tampoco respecto de cualquier otra prestación que la Convocante haya
incumplido.
En relación con este reproche, el Tribunal encuentra que, en primer lugar, Sofasa
no se opuso dentro de la oportunidad a la que se refiere el artículo 267 del Código
General del Proceso a la exhibición decretada a instancias de Autonal. Solo vino a
expresar la renuencia a exhibir aquellos correos específicos que solicitó la
convocante, mediante el recurso de reposición que presentó el 23 de enero de
2017301, en el que alegó, de modo general, que la petición de documentos tenía un
carácter general y no singularizaba los correos electrónicos que posteriormente vino
a solicitar Autonal. Así las cosas, no existió formulación de reparo o de oposición
oportuna de Sofasa a la exhibición de documentos decretada por solicitud de la
convocante.
302El artículo 78 del Código General del Proceso consagra, entre otros, como deber de las partes, adoptar medidas
para conservar en su poder las pruebas y la información contenida en mensajes de datos que tenga relación con el
proceso y exhibirla cuando sea exigida por el juez (numeral 11).
dar aplicación al proceso al que se refiere la cláusula 11.4.4. En ese orden de ideas,
las declaraciones que de manera intrincada se deducen en la pretensión décima
novena tendrían utilidad y relevancia en el evento en que hubiera sido otra la
orientación general de esta providencia y, en particular, la decisión respecto de la
forma de terminación del contrato. Con todo, dentro de ese preciso contexto,
procede el Tribunal a resolver la pretensión.
Letra a.: la pretensión tiene por objeto que el Tribunal haga una declaración en
relación con una cláusula del contrato y respecto de una situación eventual; en la
medida en que retoma en líneas generales el contenido de lo dispuesto en la
cláusula 11.4.4.1. En dicho sentido, la pretensión tiene vocación de prosperidad,
con prescindencia de la expresión “con justa causa comprobada”, que es de la cosecha
del demandante, pero no consta en la referida estipulación.
Letra b.: se declarará que la pretensión prospera, con el alcance señalado, esto es
que Autonal logró salir del Plan Escalada al que había ingresado, como quedó
puntualizado conforme a los elementos probatorios reseñados en acápite anterior.
Letra c.: al igual que la pretensión contenida en la letra a., esta también tiene por
objeto que se haga una declaración respecto de una cláusula del contrato y en
relación con una situación hipotética; en la medida en que retoma en líneas
generales el contenido de lo dispuesto en la cláusula 11.4.4.2. En tal sentido, la
pretensión tiene vocación de prosperidad, con prescindencia de la expresión “con
justa causa comprobada”, que también es de la cosecha del demandante.
Letra d.: la pretensión está llamada a prosperar, con la salvedad ya reiterada que al
haberse apoyado Sofasa en la cláusula 11.2. del Contrato para terminarlo, no hacía
falta que se diera cumplimiento al procedimiento estipulado en la cláusula 11.4.4.2.,
ni que invocara las causales correspondientes a dicho trámite.
Letra e.: Corolario de lo expuesto en esta providencia y por las razones y con el
alcance tantas veces citados, es que la pretensión contenida bajo la letra e., en la que
se solicita que se declare que el contrato fue terminado por Sofasa motu proprio y de
manera anticipada, está llamada a prosperar.
“13.2. NO REPRESENTACIÓN
…
capítulo III de sus alegatos, en relación con la pretensión décima quinta, Autonal
sostuvo que las cláusulas cuya validez impugna son abusivas y deben ser anuladas.
En particular, respecto de la cláusula 12.5. señaló que “contiene una exclusión general y
total de responsabilidad civil de SOFASA, sin limitaciones, calificaciones o condicionamientos en
caso de terminación del CONTRATO” 304 , razón por la cual, a su juicio, adolece de
nulidad absoluta por objeto ilícito.
Por su parte, Sofasa en sus alegaciones finales manifestó que la declaración que se
pretende con esta súplica es innecesaria por cuanto la convocada “jamás ha hecho uso
de dicho pacto en la relación con AUTONAL”305, por lo cual es intrascendente. A pesar
de esta afirmación, que en lo material resulta cierta toda vez que la convocada no
ha hecho uso de esas estipulaciones ni ha invocado su aplicación, no es menos
cierto que existe una pretensión concreta de la demanda enderezada a aniquilar
dichas cláusulas, motivo suficiente para que el Tribunal se ocupe de su decisión.
Además de que con apoyo en lo anterior resulta indiscutible que la cláusula 12.5 se
fijó por vía de la adhesión que Autonal hizo al texto predispuesto por Sofasa, es
claro que no podría haber sido de otra manera, en la medida en que no tendría
lógica que fuera el propio concesionario quien haya introducido y auspiciado una
cláusula en la que declina el derecho a la indemnización que pueda tener por la
terminación del contrato. En todo caso, con ella se dispuso una renuncia ex ante del
concesionario a su derecho a obtener una indemnización por la terminación del
contrato, por cualquier causa.
Aunado a lo anterior, vale agregar aquí que el contenido de la cláusula 13.2 también
se fijó mediante la adhesión que Autonal hizo a los términos que respecto de dicha
disposición habían sido dispuestos por Sofasa.
En efecto, consta en el expediente el acta de una reunión que tuvo como objetivo
“la discusión y acuerdo del clausulado final del contrato de concesión” en la que Sofasa,
refiriéndose a la cláusula 13.2, señaló que “no acepta eliminación de la cláusula, se acuerda
dejar así”.307
De conformidad con lo anterior, hay que decir que las dos cláusulas que son objeto
de ataque en la pretensión que en este punto se analiza fueron predispuestas por
Sofasa, sin que se le concediera a Autonal posibilidad de modificación alguna, por
lo que tuvo esta que manifestar su adhesión a aquellas, con las consecuencias que,
según quedó ya analizado por el Tribunal, se desprenden de tal situación al
308 Cámara de Comercio de Bogotá, Laudo de Comcelulares F.M. Ltda. contra Comcel, 4 de diciembre de 2006.
Según quedó indicado, las cláusulas que ahora se examinan se incorporaron por
adhesión del concesionario, en tanto se trata de estipulaciones que, según la propia
Sofasa, o bien son inmodificables y se incluyen en la mayoría de contratos de
distribución de vehículos Renault, en el orden internacional, o bien simplemente no
puede aceptarse su eliminación. Así las cosas, la línea de análisis respecto de la
validez de las cláusulas sub examine se hará sobre la base de que dichas
estipulaciones se incorporaron por adhesión de Autonal, ya que fueron
predispuestas por Sofasa.
“De ahí que la doctrina especializada haya calificado como abusiva -y de indiscutida
inclusión en las llamadas “listas negras”, contentivas de las estipulaciones que, in
radice, se estiman vejatorias-, aquella cláusula que ‘favorece excesiva o
desproporcionalmente la posición contractual del predisponente y perjudica
inequitativa y dañosamente la del adherente’ ”.
309Laudo arbitral de junio 4 de 2002 dictado para dirimir las controversias entre Valores y Descuentos Ltda y
Bellsouth S.A. (antes Celumóvil).
Así, en una sola idea, entiende el Tribunal que “…son abusivas las cláusulas que,
incluidas por regla general en un contrato de contenido predispuesto, establecen, sin explicación
seria, proporción ni razonabilidad, ventajas o prerrogativas excesivas para el predisponente, o
cargas, obligaciones o gravámenes injustificados para el adherente, todo ello en detrimento del
principio de celebración y ejecución de buena fe contractual y del normal y razonable equilibrio
contractual”310
Laudo arbitral de febrero 23 de 2007 dictado para dirimir las controversias entre Punto Celular Ltda y
310
la autonomía privada, las partes están facultadas por el ordenamiento jurídico para
establecer límites a su responsabilidad negocial o debitoria, y más concretamente,
por un riesgo propio del negocio, tal facultad no es absoluta, sino sujeta a límites de
orden público. Y sobre todo no puede utilizarse jamás como herramienta para
patrocinar directa o indirectamente, que las partes del contrato respectivo, eludan
su responsabilidad por culpa grave o dolo, vulneren normas jurídicas imperativas
(ius cogens), las buenas costumbres, o materias sustraídas de su esfera dispositiva,
verbi gratia, los derechos de la personalidad, la vida, la salud e integridad de las
personas” . Puestas así las cosas, que una de las partes del contrato predisponga en
una de las cláusulas que la otra renuncia ex ante a algunos de sus derechos
derivados del negocio jurídico e incluso a derechos de raigambre constitucional
como el de acción (artículo 89 de la Constitución Política y 2º del Código General
del Proceso), es una conducta censurable que amerita ser objeto de corrección
judicial, mediante la anulación de las estipulaciones correspondientes.
Por las razones expuestas, se considera que las cláusulas impugnadas resultan ser
factor desequilibrante entre los contratantes y representan una desventaja para el
concesionario en la medida en que disponen injustificadamente, sin razón atendible
y de manera anormal, la renuncia anticipada al ejercicio de sus derechos con
ocasión de la terminación del contrato.
Ahora bien, desde la óptica del contenido material de las cláusulas que se
comentan, encuentra también el Tribunal reproche por contener una renuncia
anticipada e irrevocable de los derechos del concesionario a reclamar
indemnizaciones o a ejercer su derecho de acción, estipulación que envuelve objeto
ilícito, con lo que, desde esta perspectiva configura la causal de nulidad absoluta
prevista en el ordinal 2º del artículo 899 del Código de Comercio.
reemplaza al firmado hace varios (sic) por el Dr. Samuel Jaramillo, Representante
legal en ese entonces”313
Así las cosas, y dado que respecto de los pagarés de los que hay copia en el
expediente obra la comunicación del 7 de octubre de 2015 en la que Sofasa anuncia
su devolución, la cual no ha sido negada ni refutada por Autonal, quien nada dijo
sobre el particular al formular sus alegatos de conclusión, concluye el Tribunal que
no hay mérito para ordenar a la Convocada la destrucción de ningún título valor,
máxime si se tiene en consideración que en la pretensión que se analiza no se
especifican los títulos sobre los que versa la solicitud del extremo activo.
En el mismo sentido, hay que indicar que no existe mérito para ordenar la
cancelación de las garantías reales a las que alude la pretensión, pues, además de no
haber quedado individualizadas en el pedimento que se analiza, no hay prueba
sobre la existencia de hipotecas o de prendas (garantías reales) constituidas por
Autonal para garantizar sus obligaciones y tampoco fueron objeto de mención por
la Convocante en sus alegatos de conclusión.
Además de las excepciones que se han venido decidiendo a propósito del análisis
de las pretensiones de la demanda, la convocada formuló las que denominó:
“Prescripción de las acciones derivadas del supuesto contrato de agencia mercantil PARA
TODAS LAS PRETENSI0NES SOPORTADAS EN LOS CONTRATOS
ANTERIORES AL R-2004 FIRMADO EL 1 DE ENERO DE 2004 Y
TERMINADO DESPÚES DE VARIAS PRORROGAS EL 31 DE
DICIEMBRE DE 2010”.
El análisis de esta excepción habría sido necesario si se hubieran abierto camino las
pretensiones enderezadas a la declaración de que el contrato celebrado por las
partes era uno de agencia comercial. En ese evento, se tendría que evaluar el
fenómeno de la prescripción liberatoria respecto de los contratos anteriores al R-
2004.
El artículo 206 del Código General del Proceso dispone que quien pretenda el
reconocimiento de una indemnización, compensación o el pago de frutos o
mejoras deberá estimarlo en forma razonada, bajo juramento, en la demanda y
deberá discriminar cada uno de los conceptos que reclama. Dicho juramento hará
prueba del monto de los perjuicios mientras su cuantía no sea objetada por la parte
contraria dentro del traslado respectivo.
“Si la cantidad estimada excediere en el cincuenta por ciento (50%) a la que resulte
probada, se condenará a quien hizo el juramento estimatorio a pagar al Consejo
Superior de la Judicatura, Dirección Ejecutiva de Administración Judicial, o quien
haga sus veces, una suma equivalente al diez por ciento (10 %) de la diferencia entre
la cantidad estimada y la probada”.
“También habrá lugar a la condena a la que se refiere este artículo a favor del
Consejo Superior de la Judicatura, Dirección Ejecutiva de Administración
Judicial, o quien haga sus veces, en los eventos en que se nieguen las pretensiones
por falta de demostración de los perjuicios. En este evento, la sanción equivaldrá al
cinco por ciento (5 %) del valor pretendido en la demanda cuyas pretensiones fueron
desestimadas.
3. COSTAS Y SU LIQUIDACIÓN
Con base en lo anterior, las costas son las que a continuación se liquidan:
Concepto MONTO
Honorarios de los árbitros $1.245.613.378
IVA sobre honorarios de los árbitros $217.982.341
Honorarios de la Secretaria $207.602.229
IVA sobre los honorarios de la Secretaria $36.330.390
Gastos de funcionamiento y administración
del Centro de Arbitraje y Conciliación con $240.818.586
IVA
Otros $20.000.000
Sub-Total gastos y honorarios $1.968.346.924
50% pagado por cada parte $984.173.462
Total $2.127.546.924
Agencias en Derecho:
El Tribunal fija como valor de las agencias en derecho, tomando como parámetro
la tarifa señalada para un árbitro, la suma de $ 415.204.459, de conformidad con el
numeral 4º del artículo 366 del Código General del Proceso.
Suma pagada por SOFASA por concepto de gastos y honorarios del Tribunal, y
gastos de perito: $ 1.031.933.462
Por útimo, el Tribunal, de conformidad con el artículo 280 del Código General del
Proceso, constató que la conducta procesal de las partes a lo largo del proceso, fue
ajustada a derecho y atendió los postulados inherentes a los principios de buena fe
y probidad, por lo que no deduce ningún indicio en contra de ellas.
4. PARTE RESOLUTIVA
RESUELVE:
Segundo.- Declarar que, por las razones expuestas en la parte motiva, el contrato
al que se refiere la decisión anterior constituyó una relación jurídico patrimonial
única, que se rigió, como mínimo, por los siguientes reglamentos contractuales: (i)
convención de 1998 y otrosí que lo prorrogó hasta el año 2000. (ii) convención
2000-2001 (R-2000). (iii) convención 2001 (R-2000-2001A). (iv) convención 2002
(R-2002). (v) convención y otrosíes 2004 a 2010 (R-2004). (vi) convención y otrosí
2011 a 2013 (R-2011). (vii) convención 2013 a 2015 (R-2013). En ese sentido,
prospera la pretensión segunda.
Tercero.- Por las razones expuestas en la parte motiva, declarar la nulidad absoluta
de la cláusula 12.5. y de la expresión “y manifiesta expresamente que renuncia de manera
irrevocable a cualquier derecho que tenga o pudiera tener, para reclamar prestación o
indemnización alguna, antes, durante o al final de su ejecución, así como a las acciones que
pudieran existir a su favor para exigir el pago de prestaciones o indemnizaciones por la
terminación de este contrato” contenida en el segundo inciso de la cláusula 13.2. del
contrato al que se refiere la decisión primera. En ese sentido, prospera la pretensión
décima quinta.
Cuarto.- Por las razones expuestas en la parte motiva y con el alcance señalado en
dichas consideraciones, declarar que prosperan las pretensiones décima sexta,
décima séptima, décima octava y décima novena de la demanda de
AUTOMOTORA NACIONAL S.A. - AUTONAL S.A.
Quinto.- Por las razones expuestas en la parte motiva, declarar la nulidad absoluta
del inciso 3º de la cláusula 9.2 del último contrato celebrado en 2013, que dispuso
“El dominio/propiedad y derecho de disposición sobre los vehículos pasará a EL
CONCESIONARIO una vez sea emitida por parte de SOFASA S.A. la respectiva factura
con la que se materializa el contrato de compraventa”. Así mismo declarar la nulidad
absoluta de la expresión “… por lo que la tradición de los vehículos como bienes muebles no se
considera sujeta a lo dispuesto en el parágrafo del artículo 922 del Código de Comercio ni al
artículo 47 de la ley 769 de 2002, las normas que los complementen, modifiquen o sustituyan”
contenida en el parágrafo de la cláusula 9.2. del contrato al que se refiere la primera
decisión. En ese sentido, prospera la pretensión vigésima octava.
Décimo Segundo.- Disponer que por secretaría se expidan copias auténticas del
presente laudo arbitral con destino a cada una de las partes con las constancias de
ley y que se remita el expediente para su archivo al Centro de Arbitraje y
Conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá.
NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE.
Esta providencia quedó notificada en audiencia.