1. UN MÍNIMO DE HISTORIA

La anfetamina fue sintetizada por primera vez en 1887 (a partir de la efedrina, un compuesto natural aislado por primera vez dos años antes) por el químico rumano Lazăr Edeleanu, quien llamó al compuesto fenilisopropilamina. En 1919 se sintetizó en Japón la metanfetamina y en 1944 otro de sus parientes químicos, el metilfenidato, del que hablaremos más tarde.

Ya desde la Gran Guerra, el fármaco fue utilizado por los ejércitos de varias naciones, especialmente en la fuerza aérea, para combatir la fatiga e incrementar la alerta. En 1927 se empezó a comercializar un inhalador con anfetamina por sus propiedades para elevar la presión sanguínea y dilatar los bronquios bajo la denominación Benzedrina. En 1938 se lanzó al mercado la metanfetamina, con el nombre comercial Methedrina, sustancia también profusamente utilizada en la Segunda Guerra Mundial.1

Las anfetaminas han sido usadas para fines tan variados como el tratamiento de la narcolepsia, de la obesidad, de la depresión e incluso para el del llamado TDA/H en niñas y adultas, por su capacidad para mejorar la capacidad de concentración y el rendimiento intelectual. En 1969, cuando eran legales y estaban recomendadas por personal médico y progenitoras para estudiar, un sondeo estimaba que en el Estado español el 66% de la población usaba anfetaminas. Asimismo, ha sido utilizada como agente para mejorar el rendimiento físico (como doping deportivo). De hecho, su consumo excesivo en contextos de máximo esfuerzo provocó (por ejemplo) a finales de los 50 del siglo XX la muerte de un campeón mundial de ciclismo y la retirada de 23 corredores del Tour de Francia.

En 1971, la anfetamina fue sometida a control internacional en el marco del Convenio de Viena sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971, y fue incluida en la Lista II de dicho Convenio. En base a ello, es una sustancia sujeta a fiscalización pero a la que se reconocen usos médicos, y actualmente es accesible en la mayoría de los países.2

1En la 2ª Gran Guerra, no sólo fue usada por el ejército alemán, como se suele decir de modo interesadanmente sesgado, sino también por el japonés, el británico y otros ejércitos de los Aliados. Un titular periodístico de 1941 rezaba ”La methedrina gana la Batalla de Londres”

2 En el Estado Español, bajo la marca Elvanse, por ejemplo, que contiene el compuesto lisdextroaneftamina.                                                                                

2. COMPOSICIÓN

El “speed” callejero refiere a la anfetamina (habitualmente, es sulfato de anfetamina) en cantidades muy variables. La pureza media está en torno al 39,5%. La proporción de muestras no adulteradas es del 37,2% aproximadamente (todo ello según últimas medias estatales publicadas en 2022)1

Entre los adulterantes, la cafeína es con muchísima diferencia el más habitual, con casi un 50% del peso de la muestra como media en los casos en los que está presente). Además, se han detectado paracetamol, fenacetina, y también otros derivados anfetamínicos cuyos riesgos son altos, como la 4-MA (afortunadamente, aparece en menos del 1% de los casos) o desconocidos, como la DPIA (un derivado de síntesis cuando se utiliza el método Leuckart) En relación a los diluyentes, los más habituales son glucosa, sacarosa, manitol, lactosa, celulosa, sulfato o carbonato cálcico, etc.

Podemos ver los datos más recientes sobre composición y adulteración en las gráficas del informe del colectivo Energy Control, dependiente de la Asociación ABD, titulado: “Los mercados de la MDMA, anfetamina, y cocaína en España, vistos a través de un servicio de análisis de sustancias”

3. PRESENTACIÓN

La presentación más habitual del «speed» es en polvo. Aunque el color blanco es el más frecuente, también pueden encontrarse otros tonos, pero esto no supone indicación alguna de su mayor o menor calidad, como tampoco lo es que tenga un olor o aspecto característico. Salvo que se realice un análisis químico, no existe método para determinar el grado de pureza del «speed». En ocasiones, puede presentarse también como speed húmedo”, vendido como un artículo de mayor calidad. Esto es completamente falso, y lo único que supone es que la consumidora está pagando también el líquido sobrante de la síntesis (sobrenadante), que deberá dejar evaporar antes de consumirlo. Tampoco es necesario conservarlo en la nevera (lo suelen decir quienes lo venden para que no se evapore pronto el líquido sobrante y se descubra el fraude respecto al peso)

4. PROPIEDADES

Las anfetaminas son sustancias estimulantes del sistema nervioso central. Existen usos terapéuticos aceptados (como supresor del apetito, en el tratamiento de la narcolepsia y también del lamentablemente sobrediagnosticado llamado Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad o TDA/H; una práctica absolutamente inadecuada en el último caso). Los principales efectos de las anfetaminas son un incremento en el nivel de alerta, en la capacidad de concentración, una disminución de las sensaciones de cansancio, de sueño y de hambre, y un aumento de las sensaciones de bienestar, de euforia, de la locuacidad, del grado de confianza y de autosatisfacciónSe asocian con una mayor libido, euforia e intensificación del orgasmo, sobre todo tomadas por vía oral, y con la prolongación de las relaciones sexuales (según Buffum et al., 1988 en Bellis &Hughes, 2004), pero las erecciones y la lubricación de la vagina pueden dificultarse.2

5. POSOLOGÍA Y VÍAS DE ADMINISTRACIÓN

La forma más común de consumirlas es por vía nasal (esnifadas) lo cual, aunque es lo más habitual, es poco recomendable, o por vía oral («bombetas» hechas con el material en polvo). Obviamente, los preparados farmaceúticos (los actuales y los pretéritos, cuando su consumo era más frecuente) se consumen por vía oral. Cuando se esnifa, los efectos comienzan a los pocos minutos, y duran alrededor de 5 horas. Si se ingiere, los efectos tardan más tiempo en aparecer y son más suaves y duraderos.

La dosis lógicamente depende de la fisiología de cada persona y del nivel de tolerancia que haya alcanzado a la sustancia, pero se puede estimar que una dosis media por vía nasal ronda los 10 mg, y por vía oral, aproximadamente los 20-25 mg.3 Las intoxicaciones por uso de anfetaminas por vía nasal pueden producirse a partir de 30 mg. Por tanto, si se consume por vía esnifada, las «rayas» de «speed» deben más pequeñas que las de cocaína, por ejemplo, debido a que la anfetamina es más potente por unidad de peso.

6. PRECAUCIONES

Como siempre insistimos cuando se produce el consumo esnifado, si se realiza debe utilizarse un turulo personal e intransferible para evitar el contagio de enfermedades como la Hepatitis C o el SIDA. Además, para evitar hemorragias nasales hay pulverizar bien la sustancia, y tras su uso es adecuado hacer lavados con agua salina o suero para eliminar restos de la sustancia que dañen más las fosas.

Cuando el «speed» se presenta como una pasta (“húmedo”, con sobrenadante) es necesario calentarlo un poco hasta convertirlo en polvo. Consumirlo en «bombetas» suele conllevar menos riesgos.

Se deben espaciar más las tomas que si se consume cocaína, puesto que la potencia y duración de los efectos es mayor. En ciertos contextos (lugares donde hace mucho calor) o situaciones (bailando sin descanso, por ejemplo), el «speed» puede aumentar la temperatura del cuerpo, por lo que es aconsejable hidratarse bien, con agua o con bebidas isotónicas, y realizar descansos.

El consumo habitual de «speed» genera tolerancia, por lo que habrá que aumentar la dosis para experimentar los mismos efectos. Además, si este es muy frecuente, pueden aparecer síntomas de abstinencia si se deja de manera abrupta: cansancio, problemas de sueño, irritabilidad, sentimientos de ansiedad y tristeza, y un intenso deseo de volver a consumir.

7. EFECTOS SECUNDARIOS

La anfetamina produce un aumento de la dilatación pupilar (midriasis), de la tasa cardíaca, del ritmo respiratorio y de la presión arterial, además del aumento de la temperatura corporal. Pueden aparecer dificultades para conciliar el sueño, agitación, mandibuleo y movimientos incontrolables de los músculos. A dosis altas pueden aparecer convulsiones, dolor de cabeza, vértigos, dificultades para orinar o para alcanzar la erección.

8. INTERACCIONES

Combinar las anfetaminas con otros estimulantes (cocaína, cafeína…) o estimulantes-entactógenos (MDMA, 6-APB, algunas catinonas…) puede aumentar la probabilidad de sufrir episodios de sobreestimulación.

La combinación con depresores (alcohol, Ketamina, GHB…) hace que se contrarresten parte de los efectos y se tienda a consumir más de ambos.

La mezcla con psicodélicos (LSD, hongos psilocibios, etc.) está totalmente desaconsejada, y aumenta mucho la probabilidad de sufrir un “mal viaje”.

Hay que prestar especial atención a la combinación de las anfetaminas con algunas drogas de farmacia: tomada simultáneamente con furazolidona (indicada para el tratamiento de la diarrea infecciosa) o con IMAOS (inhibidores de la monoaminoxidasa) pueden provocar reacciones hipertensivas graves. Las anfetaminas, por otro lado, pueden disminuir el efecto de la guanetidina (indicada para el tratamiento de la hipertensión).

Asimismo, los antidepresivos tricíclicos y las píldoras anticonceptivas podrían aumentar el efecto de las anfetaminas y, por tanto, aumentar la probabilidad de reacciones adversas (como por ejemplo, complicaciones cardíacas).

9. CONTRAINDICACIONES

Las probabilidades de una reacción adversa grave pueden ser más altas en personas con hipertiroidismo, glaucoma, diabetes o enfermedades cardiovasculares como la angina, hipertensión

o arritmias.

El consumo de anfetaminas durante el embarazo puede dar lugar a retrasos en el crecimiento intrauterino, partos prematuros y puede aumentar la mortalidad en la madre, el feto y/o la recién nacida. Deben extremarse las precauciones si se está tomando algún tipo de medicación (ver apartado de interacciones).

10. INTOXICACIÓN

El consumo abusivo y/o crónico también aumenta la probabilidad de sufrir episodios psicóticos (psicosis anfetamínica, que puede incluir, además de la hiperexcitabilidad y los temblores, la aparición de alucinaciones o paranoias) y que suelen ser resultado en mayor medida de la falta de descanso y sueño suficiente. Los síntomas suelen desaparecer cuando se deja de consumir, pero en caso contrario, debe acudirse a un/a especialista.

Se puede hablar de tres niveles de intoxicación por anfetaminas: leve (agitación, irritabilidad, insomnio, temblores, estimulación excesiva, sudoración…), moderada

(hiperactividad, confusión, hipertensión, taquicardia, algo de fiebre y sudoración) y grave (delirios, manías, autolesiones, arritmia, fiebre, convulsiones, coma y colapso circulatorio). Ante una situación resulta difícil de manejar se debe acudir sin dudar a un servicio médico.

11. ASPECTOS LEGALES

Su posesión o consumo en lugares públicos está sancionado (desde la puesta en vigor de la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana, conocida popularmente como “Ley Mordaza”) con una multa mínima de 601 euros. El tráfico, por considerarse legalmente entre las drogas que pueden causar «grave daño a la salud» (pese a sus usos terapéuticos autorizados), es considerado un delito penal y acarrea entre 3 y 6 años de cárcel y una multa de hasta tres veces el valor de la droga. Para ver las cantidades máximas orientativas consideradas como destinadas al autoconsumo, consultar la parte de este documento dedicada a las leyes.4

12. El caso de la Metanfetamina (“Tina”, “Meth”, Crystal Meth”, etc.)

No hemos dedicado un epígrafe aparte porque casi lo mismo se puede decir de la metanfetamina  (“tina”, “meta”, “crystal meth”) solo que es una sustancia más potente por unidad de peso.5 La metanfetamina pura es ya activa en dosis de 5-1mg (lo que sería una dosis leve; entre 10 y 25 mg sería media y entre 25 y 50 mg sería una fuerte, aproximadamente para la vía oral; serían algo menores por la vía fumada) y sus efectos pueden durar entre 6-8 horas. Si se fuma (o incluso, si se inyecta) sus efectos aparecen más rápido, son más breves y su potencial adictivo (como ocurre con casi todas las sustancias) es mayor.

Acaso sí debemos matizar, respecto a sus parientes químicos abordados anteriormente, que los efectos de la “bajada” son más intensos que con aquellos y que, tras una sesión intensiva de consumo, el cansancio extremo y los sentimientos de tristeza, apatía y depresión son frecuentes. Incluso en algunas personas pueden llegar a presentarse ideas de suicidio. Además, la metanfetamina también produce tolerancia con rapidez y el riesgo de crear dependencia es más alto que el de las anfetaminas. Es relativamente frecuente que personas que son capaces de controlar el uso de otras sustancias tengan dificultades para poner límites a su consumo de “meta”, lo que aumenta la probabilidad, claro, de generar problemas familiares, económicos y sociales.

Respecto a su forma de consumo, cuando la “meta” se fuma esto se suele hacer por medio de pipas de cristal, por lo que hay que tener cuidado con el uso de sopletes o mecheros, con el humo muy caliente o con el contacto de la piel con una pipa recién utilizada, lo que en todos los casos puede producir quemaduras graves. Evidentemente, la vía de administración más peligrosa es la inyectada, y la falta de conocimientos y/o de precaución puede producir tanto abscesos locales, colapsos en las venas o tromboflebitis, como el contagio de ITS si se comparten las jeringuillas, algo que jamás debe hacerse.

Respecto a las interacciones específicas, se han producido muertes en pacientes con VIH en tratamiento con algunos retrovirales y, además, existe el riesgo de sufrir un síndrome serotoninérgico en pacientes en tratamiento con determinados antidepresivos.

En términos de prevalencia, es raro su consumo en suelo hispano (al menos de momento), pero se empieza a generalizar algo más en algunas partes del país y en algunos ambientes donde se dan largas sesiones de sexo en grupo. Por eso, ha sido asociada al fenómeno conocido como “chemsex”, que viene llenando titulares alarmistas con poco rigor especialmente desde hace unos años. Efectivamente, la búsqueda de afrodisíacos idóneos es tan antigua como la humanidad. En lo que respecta al uso de drogas para mejorar las experiencias sexuales, los conocimientos ancestrales se ha ido ampliando en los últimos años, estudiando con precisión los compuestos que contienen algunas plantas y, por supuesto, con la síntesis de nuevas sustancias.

Por ello, como también comentábamos en la parte correspondiente de este documento, eso que se ha venido llamando los últimos años “chemsex” vendría a ser la versión posmoderna del asunto, con una denominación un tanto a la moda y que a menudo implica cierto sensacionalismo. Sin embargo, evidentemente estas modas y su presencia en los medios de algún modo promocionan ciertos eventos (o determinados modos de hacerlos) y también refuerzan la asociación de algunas sustancias con ellos, y ése es el caso de la “tina”, como también del GHB, de la mefedrona o de los “poppers”.

1 Ver el último informe del colectivo Energy Control, dependiente de la Asociación ABD, titulado: “Los mercados de

la MDMA, anfetamina, y cocaína en España, vistos a través de un servicio de análisis de sustancias” en su página: energycontrol.org

2 Con dosis más altas y con consumos repetidos, el deseo así como la capacidad de excitación pueden reducirse, y si su consumo es continuado puede llevar a un desinterés por las relaciones sexuales y parece estar relacionado con casos de impotencia y de anorgasmia. Insistimos en que al hablar de “erección” nos referimos tanto a la del pene como a la del clítoris y, en general, a la adecuada afluencia de sangre a los genitales.

3 Los preparados farmacéuticos actuales, de la citada marca, son de 30, 50 y 70 mg respectivamente, pero hay que tener en cuenta el peso de la molécula de lisina, por lo que la dosis real de anfetamina es de aproximadamente un 48 % del preparado total. Por vía oral, una dosis baja sería de unos 515 mg, media de 15 a 25 y alta de 25 a 45 mg

4 Esta es la legislación actual, en el momento de escribir este documento (abril de 2023) Sin embargo, la citada Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana está en trámite de modificación y parece que las multas por tenencia simple pasarán a ser consideradas leves (con una cuantía de entre 100 y 600 euros) y el consumo en la vía pública seguiría castigándose con 601 euros de multa mínima.

5 No nos debe confundir el nombre de “crystal” (con “y griega”) que se usa en los EE.UU. y en otros lugares para referirse a la metanfetamina, con “cristal” (con “i latina”) que en las calles de nuestro país se refiere a la MDMA). Para saber más sobre ella, acudir a https://www.chem-safe.org/info-sexo-drogas/que/sustancias-principales/metanfetamina/ o, mejor todavía, a la inmensa fuente de información que supone la wikipedia de las drogas: https://psychonautwiki.org/wiki/Methamphetamine

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